Yo también quiero mi final fe...

By SarahiSalinas_

10K 1K 252

Hollywood la ciudad de los artistas, de los famosos; de los sueños. Hazel king Turner es una chica no tan com... More

Sinopsis
Prólogo
Dedicatoria
Epígrafe
1. Regreso
2. Inesperado
3. Amigos
4. Trato de comprenderte
6. Pensar, recordar y tratar de olvidar
7. Solo un poco de cariño
8. No todo es bonito
9. Perdón
10. Películas
11. Horneando
12. Mejores amigos
13. Sabor amargo
14. Simplemente no puedo
15. Cicatrices
16. Sanando heridas
17. París

5. Fiesta

325 52 14
By SarahiSalinas_

Hazel King

Ya es sábado, un fin de semana. La semana estuvo un poco lenta y otras veces un poco movida.
Chelsea no se apartó en ningún momento de mi lado, literal, no miento. Me acompañaba hasta el sanitario, antes no se me ocurrió entrar conmigo me genera un poco de risa la situación.

Su compañía es buena, me gustan sus chistes y que nunca para de hablar aunque yo casi no lo haga.

Agradezco que no haya vuelto a preguntar por mis tatuajes, una parte comprensiva de ella por muy impulsiva que sea sabe respetar los espacios.

Bueno, no tanto. Al menos en ese aspecto respeta mi silencio y decisión.

Estoy tan concentrada buscando algo que ponerme, dentro de una hora tenemos que ir a la dichosa fiesta que han invitado a Drystan, quiero golpearme con un libro por aceptar la invitación.

Claro, el libro no tiene la culpa de nada, mejor con la lámpara de la mesita que está aún lado de mi cama.

No se que llevar puesto, antes no hubiera batallado, cambie los vestidos por jeans y las blusas bonitas por sudaderas.

Me atrevo a elegir unos pantalones cortos con unas rasgadas que me gustan. A una orilla de mi armario aún aguardo ropa que usaba antes tomo un top color lila de manga larga, la parte de los hombros es descubierta con unos tirantes delgados.

Peino un poco mi cabello rebelde, tardo un poco para desenredar las puntas de lo largo que está.
Cuándo ya he terminado me veo fijamente en el espejo, esa figura. Probablemente es un poco de la Hazel de antes, me estoy atreviendo a usar algo más que una sudadera.

Me veo y me siento bonita, sonrió un poco para sentir la autoestima que me falta. Tengo que trabajar, estoy mejorando poco a poco.

Tomo una pequeña mochila donde pongo mi teléfono, ahí dentro está mi libro que estoy leyendo actualmente. Me falta leer el desenlace.

Tuve que parar hasta mi lectura para arreglarme un poco para la fiesta. Estoy perdiendo valiosos segundos de mi tiempo.

Toc, toc, toc...

Seguro que del otro lado de la puerta está Drystan.

Abro con cuidado para revelar su postura, se recarga en el marco de la puerta, va muy casual. Unos jeans desgarrados y una camisa azul claro. Así de simple va su vestimenta, sin embargo en él reluce. Sus brazos bien trabajados, esa cintura estrecha que está debajo de la ropa. Su cabello despeinado seguro fue él mismo quien hizo todo ese desorden.

—¿Lista? —me da un pequeño repaso—. Que linda te vez gnomo.

Reprimo las ganas de sonrojarme, me ha dicho que me veo linda.

—Ni un gracias —se cruza de brazos—, por los menos di lo guapo que estoy hoy.

—Tu ego ya es muy grande como para subírtelo —lo hago a un lado para pasar—. Andando.

Bajamos por los escalones haciendo ruido.

Entro a la sala donde están mis padres, alzan la vista al darse cuenta que entro.

Me ven, no dice nada. Me observan y sonríen como si fuera lo mejor del mundo.

—Que hermosa te vez —mi mamá deja de hacer lo que está haciendo—. Hace mucho que no te veo así me da mucha alegría verte siendo tú.

Trato de volver a ser yo, de recomponer cada cachito de mi ser que se rompió así tenga que conseguir pegamento extra para formarme de nuevo.

—Voy a salir —anuncio—, regreso luego —me muevo en mi lugar nerviosa.

—Claro, diviértete hija —mi papá hasta el momento no ha dicho nada—. Dile a Drystan que maneje con cuidado.

—¿Cómo sabes que voy con él?

Esta vez mi padre habla:

—Ya nos había pedido permiso para salir los dos —comunica—, no hay ningún problema solo pido que se cuiden y que se porten bien —añade.

Drystan hace aparición en la sala.

—Drystan cuida a mi niña, regrésala a casa sana y salva, tu también —nos señala a ambos—. Pásenla bien, diviértanse sin excesos.

Bueno una advertencia clara.

Salimos de la casa para subir a su coche. Es uno azul marino muy bonito, último modelo. Si dice que su papá lo está castigando con el modelaje no entiendo que clase de castigo es este.

Ni mis padres me han dado un carro ni mucho menos que esté valorado en millones.

—Le prometí a Chelsea que pasaríamos por ella —le informo mientras me pongo el cinturón de seguridad.

—Entonces vayamos a su casa —se coloca unos lentes de sol que le lucen tan bien—. Me veo bien, lo se —parece que se dio cuenta que lo veía más de lo normal.

—Ya se te subió el ego hasta el cielo —giro los ojos.

La verdad no voy nerviosa ni nada, salir se me está haciendo más fácil de lo que creí.

Llegamos a la casa de la chica vive unas cuadras más que la mía pertenecen al mismo barrio.

Drys suena el claxon para que salga.

—Ahora voy —grita desde arriba, se está asomando por una ventana que supongo ha de pertenecer a su recámara.

—¿Te gusta su forma de ser? —se retira los lentes para verme—. Cuéntame.

Sonrió de lado solo un poco, se me dificulta dar gestos significativos.

—Es muy bromista, dramática y tan alegre que hace que yo también quiera reír —procesa mis palabras—. Me gusta su amistad que me ofrece.

Una semana y ya me tiene atada en sus brazos Chelsea.

—Quizá sea lo que le falta a tu vida —estira su brazo para tocar mi mano—. Debes de sonreír más, no sabes cómo te ves, como te veo yo con que hagas un simple gesto además de tener la cara seria todo el día.

Tengo tantas ganas de sonreír así que no me resisto por estos segundos, le doy una sonrisa tan sincera que hace mucho no ofrecía a nadie.

—Lo vez —también me da una de esas sonrisas donde se le remarca los hoyuelos.

—Ya llegué, vámonos —se sube en la parte de atrás—. Que guapos.

—¿Qué tan lejos está?

—No tanto, el gps me marca que a unas cuantas cuadras.

Saco mi teléfono para revisar unas notificaciones que me llegaron, no las he visto, con sumo cuidado las veo para que Chelsea no se de cuenta.

No quiero que se entere que soy una chica a la cuál le gusta escribir y que sueña con algún día ser una escritora de verdad.

—Hace mucho que no voy a una fiesta de los populares —su cara lleva maquillaje muy bonito y unos delineados gráficos que me gustan—. ¿De quién es la casa?

A todo esto yo también quiero saber solo acepte y se lo comenté a Chelsea, ella rápidamente dijo que si.

—De un tal Alexander —tampoco tiene mucho que decir—, se ve buena onda.

—El capitán de fútbol americano —doña información nos comenta—. Es todo un galante, muy fiestero y con muchos amigos.

No lo he visto por el instituto o si lo he visto no tengo ni idea de quién es.

Nos acercamos a la fiesta, hay autos por dónde quiera, veo como entran y salen de una de las casas muy bonitas de la cuadra. La música llega hasta acá, debe de ser muy conocido por la cantidad que hay.

Drystan estaciona el auto en un lugar que está todavía vacío. Por mala suerte dejo ahí mi mochila, solo saco mi teléfono por cualquier cosa.

Nos acercamos a la mansión.

Mi supuesto amigo me toma me los hombros para que camine enfrente de él.

—Solo no te apartes mucho —agrega—. Este tipo de fiestas tiende a descontrolarse.

Lo sabía, antes venía a todas las fiestas que en invitaban, Bryana era mi compañera de fiesta junto a otras más. Tenía un círculo de amigos, amigos que ahora son desconocidos cuándo pasan a lado mío en los pasillos de la escuela.

—No se preocupen mucho por mi —le resta importancia Chelsea—, me divertiré hasta donde pueda.

—No te excedas —recuerdo las palabras de mis padres.

—Una vez al año no hace daño.

Llegamos a la entrada donde hay un para de personas que la están pasando muy bien, llevan vasos de colores fosforescente en las manos. Bebidas que seguramente no son refrescos.

Dentro del lugar retumba más la música, juro que mis tímpanos están a reventar por el sonido.

Pasamos entre cuerpos ya sudados por el baile que hacen, la música electrónica hace que reboten los cuerpos al son de las melodías.

Cruzamos la multitud para dar al jardín donde hay una piscina con muchos chicos y chicas bañándose y divirtiéndose entre todos.

Hay unas pelotas gigantes que se pasan entre ellos y salvavidas de animales.
La mayoría de aquí afuera va es traje de baño, chicas se pasean sin sentir pena a qué las vean casi desnudas.

Me abrazo a mi misma, me siento como un pescado fuera del agua, como si no encajara en el sitio. Solo vine por la amabilidad de Drys, para no rechazarlo e intentar la amistad que se quedó estancada.

—Siempre si viniste amigo —nos giramos para ver la persona que habla—. Bienvenido Drystan, y ustedes también señoritas.

Un chico alto con cuerpo de atleta, cabello castaño y ojos color miel. Va solo en unos shorts cortos.

—Gracias.

—Vamos a qué tomes algo —lo jala para llevarlo a una barra donde un joven atiende a los demás—. Pidan lo que gusten.

—Tiene a casi todo el instituto metido aquí, puedo jurar que también hay universitarios —susurra la rubia—, creo que si los hay —sus ojos se dirigen a un grupo de chicos que a mí parecer si son mayores que nosotros.

—Estamos rodeadas de idiotas con testosterona —hago una mueca—. Había olvidado como eran las fiestas.

—¿Dónde estabas no hacían fiestas?

—No, había muchas reglas era un internado —mentir se me ha hecho un hábito—. Era como estar en un convento de monjas.

Se echa a reír: —Te juro que hasta el convento de monjas rompen una que otra regla.

Hace una mirada traviesa.

—Yo trate de ser buena estudiante, ya les cause muchos problemas a mis padres —aseguro creyéndome mi propia mentira—. Vayamos a buscar alguna bebida que no tenga nada de alcohol.

—Lo siento por ti pero yo sí deseo un poco de sabor en mi vida —no ha apartado la mirada de un chico—. Tomaré un trago de alcohol para armarme de valor e ir hablar con ese bombón.

Veo un lado coqueto de ella que nunca ha mostrado en la escuela, supongo por qué no hay nadie que le interese.

Drystan sigue con su nuevo amigo en la barra, otros chicos más se les han unido haciendo casi un círculo.

—Se le hace fácil hacer amigos —señala con la cabeza—, la suerte de ser famoso y ser extrovertido.

—Siempre ha sido así, desde que lo conozco —confirmo sus palabras—, aunque cada vez que venía en las vacaciones siempre se la pasaba pegado a mi como un chicle.

—Ya no quise preguntar nada para no incomodarte, pero es cierto que están compartiendo casa —no es pregunta es solo aclaración—. Soy curiosa, ya lo sabes.

Nadie nos está prestando atención a lo que ella está diciendo, para ser sincera se lo diré.

—Si, él está en mi casa. Mi madre y la de él fueron mejores amigas. Por eso mis padres lo recibieron en la casa —disipo sus dudas—. Te lo cuento aún así no lo menciones.

Llegamos a una mesa donde hay bebidas cerradas, botanas entre otras cosas, yo tomo una lata de refresco es más seguro ya que está sellada.

—De mi no saldrá nada —hace con su mano un cierre en sus labios—, soy una tumba.

Me doy cuenta que ha trabajado en su cabello, se ha hecho unos rizos más pronunciados de lo normal, juraría que brilla bajo el sol.

—Hay tantos chicos guapos —no puedo creer que está viendo cada chico que paso en nuestro lados—. Diosito me trajo al paraíso.

¿De dónde sacará tanta ocurrencia?

Volteo a la dirección donde está mi supuesto amigo, ya tiene más gente. Ya hay chicas entablando conversación con él, no me molesta en lo más mínimo me da gusto que se está familiarizando con todo.

Parece que se da cuenta que lo estoy viendo porque ve a mi dirección donde estoy yo. No aparta la mirada, me da una leve sonrisa de lado desde aquí puedo apreciar el hoyuelo. Aparto la vista para no ser tan obvia.
Después me molestará por esto.

—Que coqueto es —mi acompañante se ha dado cuenta—. Haré de cuentas que no vi nada.

—De hecho no has visto nada —corto.

Se lleva a sus labios la bebida que ha tomado.

—Ese guapo de haya no ha apartado la mirada, no se si te ve a ti o a mi —hago caso a su charla—. Ese de haya —sonríe mientras su mirada se dirige al otro lado de la piscina.

En efecto hay un chico que está viendo a nuestra dirección no aparta la mirada ni un segundo, también tiene unos más amigos a su alrededor.

En eso sonríe tanto que va dirigido a nosotras.

—Definitivamente te está viendo a ti —confirma—. Tienes más suerte que yo.

—No estoy interesada —es la pura verdad—. Eres muy bonita y hay más de uno que te ha visto solo que tú no prestas atención —informo porque me he dado cuenta—, estás viendo en una dirección equivocada.

—Eso si no lo creo —no entiendo a qué se refiere—. Si vas a voltear estoy segura ya no te agradará nada, por qué no lo supuse antes.

—¿De que hablas?

—Solo mira haya dónde está Bouffart.

Ya no hay tantas personas cerca de ellos. Hay una chica que si reconozco entre las que siguen ahí.

El cuerpo delgado y pálido. La cara de seriedad y a la vez tan bonito. Bryana está recargada en los brazos de Alexander el nuevo amigo de Drystan.

—¿Son novios? —se lo pregunto a ella ya que suele saber todo.

—No tenía ni idea, los llegué a ver juntos, si pero no sabía que era tan en serio y no te lo dije ya que no le tomé importancia —me recargo en la silla de playa—. No es sorprendente ambos son muy populares, ella la porrista que ánima el equipo y él el capitán.

—Todo muy cliché —concuerdo.

Están tan cómodos platicando.

—¿Algún día me contaras que sucedió?

No es un tema que me guste hablar, nunca lo hable con alguien que yo conociera. La última vez que toque el tema fue con Fiorella y ella, ella ya no está.

—Ya está en el pasado —indico.

Me levanto del asiento, no quiero seguir viendo la escena.

—A donde tu vayas yo voy —entrelaza su brazo con el mío—, caminemos mientras yo veo.

Vamos en dirección opuesta, no quiero pasar a su lado.

Entramos a la casa, hay tantos personas bebiendo como si no hubiera mañana aún es temprano, seguro pronto quedarán inconscientes de un coma etílico.

—Me están dando unas ganas de bailar y saltar a todo pulmón —me grita entre la música—. Baila conmigo Hazel.

Me jala del brazo para meterme en medio de todos los adolescentes que están sudando por el frenesí.

—No me gusta —trato de huir de ella—. Hazlo tu, yo iré a buscar un lugar donde sentarme.

—No seas aguafiestas y disfruta del momento —empieza a mover su cuerpo al son de la música—. Déjate llevar.

Se supone que viene a la fiesta por Drystan, bueno él está junto a las personas que lo invitaron a la fiesta. No debería preocuparme por eso. Cada quien está donde quiere estar.

Sus manos empiezan a mover mi cuerpo, me dejó llevar, la melodía es pegajosa estar en medio de tanto desconocido me da la valentía de querer mover mi cuerpo. Había olvidado que se siente bailar. Chelsea ríe mientras salta, yo lo hago junto a ella.

La música no para, mi cuerpo empieza a sudar y a calentarse de tanto bailar, de gritar.

Un chico se le acerca a mi amiga, por qué si ella lo es. Ha estado una semana entera conmigo aunque en ocasiones le he contestado de la manera más cortante e hiriente no le importa.
Es como si fuera solo un incentivo más para seguir avanzando para meterse debajo de mi piel y demostrarme que no se alejara.

Quizá esa sea una verdadera amiga después de todo.

Disfruta del baile con el extraño, no hay nada de pervertido solo una diversión de bailar.

Camino hacia atrás para seguir mi ritmo, piso mal y me doy cuenta que aplastó el pie de alguien sin querer. Volteo para pedir disculpas.

—Lo siento —tengo que alzar la mirada para verlo mejor—, no fue mi intención —me doy cuenta que es el mismo chico que estaba fuera.

Él chico que no apartaba la mirada. Ya no está en traje de baño, ahora va con una ropa casual.

—Disculpa aceptada —me regala una sonrisa—, soy Michael, un gusto.

—Hazel —por cortesía le tiendo mi mano, la toma pero él es más astuto y se agacha a mi altura para depositar un suave beso en la mejilla.

Lo tomo como un atrevido, un desconocido acaba de besarme la mejilla y yo solo me quedo como piedra sin hacer nada. Mis mejillas se ruborizan.

—Que lindo nombre, igual quien lo porta —su cumplido es pasable—. ¿Te gustaría seguir bailando conmigo?

Me está invitando a bailar. Mi cuerpo anda muy suelto, ya no me estoy poniendo tantas restricciones y mucho menos estoy siendo evasiva ni cortante como lo suelo hacer la mayoría de tiempo.

Un desconocido es, quizá el día de mañana ni me recuerde o no nos volvamos a ver. Disfrutar el instante ahora que tengo ganas de hacerlo.

Acepto, el movimiento de mi cara lo afirma.

—Bailemos —lo hacemos sin más.

De nuevo me dejó llevar.

Pierdo a Chelsea de vista, Michael no para de bailar trato de seguir su ritmo hasta que me canso.

—Ya no puedo más —grito para que me escuche—, saldré para tomar algo de aire —le hago una seña hacia afuera.

Abro paso entre los demás, ya fuera el aire golpea mi rostro, aún está el atardecer, dentro de una hora se estará oscureciendo.

—Te has cansado —escucho su voz detrás de mi—. Un poco de aire no suena mal.

No pensé que me seguiría hasta acá.

—Exacto —me limito a contestar poco.

—Nunca te había visto por aquí —habla para no mantener el silencio.

—Siempre he vivido aquí —hago referencia al lugar.

—Lo que intento decir es que nunca te había visto en las fiestas de Alexander, siempre asisto a todas —agrega, entiendo—. Nunca olvidaría la cara de una chica muy linda.

Ahí está su coqueteo barato, a cuántas chicas les dirá lo mismo, trato de no sonar grosera. La he pasado bien allá dentro bailando. Mi habitual sequedad quiere salir a la luz pero me reprimo por un momento más.

—Gracias, a lo otro, no me gusta asistir mucho a las fiestas vine por qué mi mejor amigo me invitó y bueno me abandono como verás —expreso con las manos—. Ahí tienes la respuesta que buscabas.

—No suelo interesarme por las chicas que conozco en las fiestas —que sincero—, desde que te vi llegar no pude apartar la mirada de ti.

Me dan ganas de voltear los ojos.

—Lo lamento pero conmigo no...

Alguien aclara la garganta detrás de nosotros.

Iba a decirle que no funcionaria conmigo sus palabras.

Drystan está cruzado de brazos observándonos.

—¿Interrumpo? —veo como una de sus cejas está alzada.

—No —respondo yo.

Y al mismo tiempo Michael dice: —Si

—La verdad es que no interrumpes nada —rectifico mis palabras.

—Podemos hablar Hazel —me escudriña con la mirada el rubio.

—Me gustaría volver a verte —presto atención al chico—, me ha gustado conocerte y más compartir la pista de baile contigo.

Sus ojos claros brillan, hay una leve sonrisa en su rostro.

—El gusto es mío Michael —si no hubiera dicho lo de hace un momento me agradaría más—. Quizá te vea por ahí.

Es todo, una despedida y él se va perdiéndose entre la multitud que hay dentro de la casa.

—¿Disfrutando? —no hay nada de diversión—. Te perdí de vista.

Me molesta su forma de despotricar las cosas. Fue él quien me abandono primero yéndose con los dueños de la fiesta, no lo culpo fueron quienes lo invitaron aún así me sentí abandonada.

Hace unos días atrás no quería su presencia cerca de mi y ahora hasta me dolió el abandono que me hizo.

Por esa misma razón no lo quiero tan cerca de nuevo.

—Estabas ocupado con tus amigos Chelsea y yo decidimos ir a bailar un poco, no íbamos a estar ahí sentadas a ver en qué segundo volverías a nosotras —escupo con un poco de disgusto—. No veo nada de malo.

—Me alegro que disfrutes de la fiesta y que bailes —eso si, ahí viene el pero—. No creí que entablaras conversación con extraños.

Su postura deja mucho que desear, está molesto por la presencia de otro chico que no sea él.

—Me invito a bailar —le reveló—, la verdad me la estaba pasando bien hace mucho tiempo que no sentía esa diversión.

Lo último que dijo es verdad, baile hasta cansarme y no me importo nada, hubo una diversión en mis venas, sonríe mucho y no me arrepiento de nada.

—Está bien.

No hay más.

—Lamento haber abandonado cuándo se supone que soy él más interesado en recuperar nuestra amistad —admite—, ahora sí puedes decirme que soy un idiota.

Podría decírselo.

—No soy así.

Camino alrededor de la alberca, todavía hay cuerpos disfrutando del agua.

—Debí de ser un poco más razonable.

—No intentes disculparte, no lo hagas.

Entiendo que también está haciendo amigos y que uno de los principales es novio de mi ex mejor amiga, y que cada vez que se reúnan ella estará ahí probablemente tengan que cruzar una que otra palabra.

—No quiero que lo poco que he avanzado contigo se vaya a la borda —camino muy cerca de la orilla—. Vamos a sentarnos un rato —señala las sillas de playa.

Sigo sus pasos para ir a dónde ha dicho.

Un grupo de chicos camina rápido a mi lado, uno de ellos me pasa a empujar se que probablemente sea sin intención, me tambaleó un poco, no logro equilibrar mi peso.

Al estar muy cerca de la orilla mi cuerpo cae al agua.

Siento como impacto con el agua.

Tallo mi cara para quitar el agua, todos dejan de hacer lo que estaban haciendo para ver lo que ha ocurrido. Drystan iba unos pasos delante de mi y me observa.

Me lleno de vergüenza sin saber que hacer.

He quedado totalmente empapada. En una esquina está Bryana con su novio, me ven. Trato de ignorar todas esas miradas que me causan un poco de exalto.

Trato de regularizar mi respiración, de no exaltarme.

Drystan no lo piensa y se lanza al agua para llegar a mi.

—¿Estás bien? —me agarra el rostro para examinarme, me sostiene entre sus brazos—. Me he asustado por un segundo.

—Estoy bien —retiro sus manos de mi cara—. Solo fue un accidente.

De nuevo regresa a mi, mi lado gruñona.

—¿Por qué te has lanzado? —sabe que se nadar.

—Me preocupe, prometí cuidarte y eso hago —se excusa—. Aunque tú sabes por qué exactamente.

Su distracción sirvió para que no me alterará. Buena estrategia.

—Si vas a hacer el ridículo al menos invítame, para hacerlo juntos —me lanza agua al rostro—. Pasemos vergüenzas los dos.

Justo los dos estábamos metidos en una alberca con todo y ropa, mojados hasta la médula.
Le sonreí, se aventó al agua para que no me sentiría mal, para que la vergüenza no me acabará.

Una vez más me había ayudado.

—Será mejor que salgamos de aquí —concuerdo con él—, te ayudo.

Dejo que lo haga, me ayuda a salir de la piscina. Sale primero, después me tiende sus manos para sacarme del agua.

Camino, y cada que lo hago escurro. Parezco pollo mojado.

—Debo de buscar a Chelsea —la incomodidad me llega.

Tener la ropa pegada al cuerpo no es la mejor sensación.

—Será mejor irnos.

Me llega de nuevo la pena entrar dentro y que todos vean que estoy empapada.

—Mierda, ¿qué les ha sucedido? —ya no es necesario entrar ella sola ha salido—. Venía a buscarte ya que tardaste más de lo normal, solo vi entrar al chico con el que estabas.

Nos ve asombrada.

—Un accidente —contesta Drys—. Debemos irnos.

—Es cierto —se da cuenta de nuestros aspectos—, no se preocupen por mi vayan a casa a cambiarse.

—¿Estás segura? —me preocupa dejarla sola.

—Le pediré a mi mamá que venga por mi —soluciona—. No hay nada de que preocuparse.

—Gracias, nos vemos luego —caminamos para salir de la casa.

Uno que otra persona nos observan por el aspecto que llevamos, dos cuerpos mojados y sin saber que sucedió.

Llegamos al auto.

—No creo poder subir así, mojaremos los asientos —le hago saber.

—Es lo de menos —no le importa que se estropeen—. Podemos limpiarlo luego.

Me doy cuenta que no podemos llegar a casa así, no quiero dar explicaciones de que sucedió.

—No podemos regresar así de mojados.

—Ya lo se —le prometió a mi padre cuidarme.

Se que no lo necesito, además esto fue un accidente pero no quiero causar problemas.

—Vayamos a otro sitio, sube.

Maneja por las calles, no hablamos en todo en trayecto no tengo idea a dónde nos lleva.

Los minutos se hacen largos, el cabello está pegado a mi cara. No me siento a gusto.

Estaciona su auto en un aparcamiento.

—Nos toca caminar —la noche no tarda en caer—. Te aseguro que valdrá la pena.

—Como digas —sigo su paso—, ¿qué tan lejos está?

—No mucho.

Llegamos a una entrada que se encuentra abierta.

—Por aquí —pasamos la entrada.

Unos pasos más adelante hay dos caminos en distintas direcciones.
Tomamos el camino derecho. Mientras caminamos se hace largo el camino y llegamos a una subida.

—¿Es enserio? —no aguanto caminar más.

—Ya te lo dije, valdrá la pena, andando —bufo aún así sigo caminando.

Puedo ver qué entre más subimos más puedo ver desde aquí Los Ángeles, es increíble.

—Ya llegamos —damos una vuelta.

Me revela la visita, un increíble mirador nada más y nada menos que las letras de Hollywood.

Para ese entonces la noche a caído por completo, el cielo se ha teñido de un azul intenso. Las estrellas empiezan a aparecer.

Desde aquí  se puede apreciar todo, las luces se ven como puntitos.

Estamos detrás de las letras, unos metros de ellas, enormes. Jamás creí que me traería aquí.

—¿No es bonito? —se recarga en el barandal.

—Lo es —la vista es tan magnífica.

Me quedo embelesada.

—Vuelvo a decirlo, te lo dije —concuerdo.

—Claro que si —accedo.

Ya no siento tanta incomodidad por la ropa mojada, mi cuerpo ya está escurrido.

—Disfrutemos un poco de la paz —me acercó al barandal para sostenerme.

Se siente tanta libertad el estar en este sitio.

—Quizá merecemos una segunda oportunidad a la amistad —intervengo entre el silencio que se formó—. Intentémoslo.

Me volteo a ver, su rostro me revela el verde claro de sus ojos. Brillan tanto que creo que tiene dos estrellas ahí.

—No te defraudaré —extiende su brazo para tocar mi mano.

Su mano pasa por encima de la mía, dejo que haga tal acto.

Su caricia es tan delicada, tan cálida como aquella vez. Su toque tiene algo que no logro comprender lo que causa en mí.
Le doy una sonrisa verdadera, la merece después de todo. Me la devuelve tan bonita que esos hoyuelos se remarcan en su rostro.

•| ⊱✿⊰ |•

Hasta el momento es uno de mis capítulos
que más me ha gustado ❤️‍🩹

Cómo que Drystan sintió celos 👀

El siguiente será totalmente diferente,
veremos un poco sobre las grietas de
Hazel 🥺 mi niña tiene un camino que
recorrer para poder sanar.

Nos vemos la otra semana 🫶

Continue Reading

You'll Also Like

301K 22.3K 51
Eliza Jones y Stella Lambert son el prototipo de: "personas correctas en el momento equivocado", pues sus vidas habían coincidido en preparatoria, cu...
38.8K 6.8K 47
son posibles libros
37K 964 23
En este libro, descubrirás cómo puedes ser un maestro de la manipulación para ayudarte a obtener lo que quieres de la vida. Psicología oscura: Una g...
22.3K 2.3K 24
En donde un exitoso y multimillonario cantante , se enamora mutuamente de una prostituta de los Ángeles.