De un encuentro y otros cuent...

By entregafas98

78.4K 8.8K 3.9K

Tony nunca ha dudado de quién es y de su lugar en el mundo. Le encanta ser profesor, las letras lo inspiran... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34

Capítulo 25

1.3K 179 112
By entregafas98

GRACE

Existe un dicho muy famoso que cada año confirmo que es más y más cierto. Un dicho que me produce malestar y un tantito de envidia. «Contacto supera currículum» lo que en otras palabras podría traducirse a no importa qué tan bueno seas en tu trabajo, qué tan inteligente o cuán formado estés, siempre tendrá ventaja aquel que conoce al dueño, al jefe o al primo hermano del CEO. Y por todos los cielos, sé que no estoy compitiendo por un trabajo, pero me deja con la boca abierta la cantidad de contactos que tiene el instituto y la facilidad con la que te puedes comunicar con un importante agente literario si solo dices el nombre correcto.

No voy a mentir, me he anotado algunos números importantes para el día que tenga mi propia librería y juro que no me molestará ser una chupa medias de primera con los agentes el día de mañana si con eso consigo que mis autores favoritos asistan a una firma de libros organizada por mí. Resulta que las canastas de dulces, flores, frutas, quesos o lo que sea, ayudan bastante a captar su atención y llevando solo dos días organizando la feria, hemos recibido algunas confirmaciones que me dejan con la boca abierta.

Tony tiene sus propios contactos, lo que es asombroso, y yo puedo decir que tengo salud. O algo así.

—Deja de mirarme de esa manera—se queja mientras hacemos horas extras en la biblioteca—, ya te dije que lo conocí por casualidad.

—¿Mirarte cómo?

—Como si estuvieras planeando robar mi identidad.

—T. Murphy —repito por décimo quinta vez como si decirlo más veces cambiara la realidad—. Eres amigo de T. Murphy.

Blanquea los ojos y vuelve su atención a su agenda donde ha ido anotando nuestro avance. Tenemos una bolsa de papas fritas, unos refrescos y unas uvas con nosotros en la salita de la biblioteca. Hemos estado aquí por veinte minutos, si no es que más, y ya quiero irme a casa. Sin embargo, me recuerdo que este proyecto es bueno, no solo para mí, sino también para los estudiantes. Claro, los dólares extras a fin de mes también son un incentivo que me mantiene activa y concentrada.

—No es como si fuéramos íntimos —se defiende escarbando por una fritura—, solo conversamos de vez en cuando por mensaje.

—Y fueron a tomar una cerveza en las vacaciones.

—¡Una vez!

—También te saludó por tu cumpleaños —continúo—. Creo que también mencionaste que te pasó el manuscrito de su próximo libro.

—¡Llévame a prisión!

Contengo una sonrisa porque no quiero mostrarle lo mucho que disfruto sacarlo de sus casillas. A veces una chica tiene que tener sus secretos.

—¿Sabes con cuántos autores famosos yo he tomado una cerveza?

—¿Considerando que no bebes alcohol?

—Sí.

—Imagino que ninguno. —Sonríe con suficiencia.

—Estás en lo ciento —me lamento— y he intentado ponerme en contacto con muchos de ellos.

—Quizás estás intentando demasiado, deja que la vida te sorprenda, Grace.

Se encoge de hombros y quiero golpearlo solo para decir que tuve el placer de hacerlo. Claro que también tiene un poquito de razón: lo intento mucho y me frustro cuando no obtengo los resultados que quiero.

—Solo digo que estoy celosa.

—No tienes que decirlo en voz alta, tu actitud lo expresa a gritos.

La violencia física no es una opción por lo que le muestro la lengua y me gano una sonrisa de su parte que me irrita porque tiene el efecto que él desea. Esa sonrisa, esa maldita sonrisa.

—Puedo presentártelo —continúa—. Ty es una buena persona y seguro le agradarás.

—Claro que le agradaré, soy estupenda. Tendríamos una muy interesante charla sobre literatura.

—Si tú lo dices.

—¿Por qué de pronto me insultas? —Entrecierro los ojos en su dirección—. Creí que éramos amigos y te he confesado mis celos lo cual no es poco, Tony.

—Primero que nada, ser tu amigo me da el derecho de insultarte —señala con obviedad—. Y segundo, porque es divertido verte celosa y enojada por algo tan extraño. Nunca creí que una persona pudiera envidiarme por conocer a un autor.

—A un excelente autor —lo corrijo.

—Ve esta actividad como algo positivo. Cuando finalice la bendita feria de autores y hayas lamido la suela de todos los agentes, serás la bibliotecaria favorita de todas las casas editoriales.

—Eso suena estupendo —admito.

Asiente con la cabeza.

—Lo sé y te tengo envidia por tu estupendo futuro de emprendedora. Tú estarás teniendo charlas filosóficas con autores y yo estaré explicando a un montón de adolescentes por qué es importante leer el libro y no solo ver la adaptación.

—Ahora estás jugando conmigo.

—No, claro que no. —Sus ojos cafés me miran fijamente dándome a entender que ninguna de sus siguientes palabras será soltada a la ligera—. Tener un trabajo fijo es estupendo porque sabes que podrás pagar las cuentas todos los meses, pero lo que tú quieres hacer es apostar a lo incierto, a un sueño y eso es mil veces más emocionante y admirable.

—Ahora lo entiendo —murmuro.

—¿Entender qué?

—Cómo es que tienes tanto éxito con las chicas, sabes decir las palabras justas.

—Grace, créeme que no tiene nada que ver con mis palabras.

Tiene la audacia de guiñarme un ojo y por un segundo olvido dónde estamos y lo que estamos haciendo. Por un segundo, solo puedo observarlo y recordar cómo me sentí la semana pasada cuando lo vi con otra chica, antes de saber que era una de sus mejores amigas. Por un momento, lo veo como un muchacho y no como un amigo muy apuesto pero prohibido. Él tiene razón, no necesita soltar ni una palabra para tener éxito con las mujeres, pero, sin dudas, sus palabras son lo que hacen la diferencia. Es cuando habla, cuando te enseña que es más que una cara bonita y un cuerpo de infarto. Es cuando sonríe y te suelta alguna frase motivadora que no parece de galleta de la fortuna. Es cuando te presta toda tu atención y te dice que cree en ti.

Ahí es cuando gana.

Ahí es cuando no puede ganarme. Es el límite.

—Solo porque tendrás que soportar adolescentes que no quieren leer el libro, te haré descuento.

—Treinta por ciento.

—¿Qué? —chillo—. ¿Estás loco?

—Soy tu amigo —repone con obviedad.

—Podrías ser mi padre y aun así no te daría el treinta por ciento. Quince y acumulable con otras promociones —negocio.

—Tenemos un trato, Grace Stuart.

Extiende su mano en mi dirección y la tomo para sellar este trato soltado a la ligera que hemos hecho. No lo diré en voz alta, pero me gusta la fe que tiene en mí y en mi proyecto de librería. Muchas personas con las que he hablado son pesimistas al respecto, me recuerdan que hay miles de librerías en Nueva Jersey y que la gente compra cada vez menos libros en físico. Muchos me dicen que con esta economía no es bueno emprender o que es mejor gastar mi dinero en abrir una sucursal de una gran cadena y así tener algo seguro. Tony, en cambio, habla como si pudiera ver el futuro y me viera con mi linda librería siendo un éxito.

—¿En qué estás pensando? —pregunta.

—En que me vendría bien dormir una siesta —miento.

—Duerme entonces, yo seguiré haciendo las llamadas.

—¿Y dejarte tener todos los contactos? Estás loco.

—Tus celos solo me hacen más fuerte, Grace.

—Ojalá mis celos te estriñeran, así al menos me sentiría un poquito mejor.

—Diablos, eres mala. —Ríe por lo bajo y acto seguido le da un sorbo a su bebida—. Por suerte no me estriño, este cuerpo funciona perfecto.

—No nos desviemos del tema de conversación, por favor.

—Tengo mis horarios de baño bien establecidos —sigue con su monólogo, ignorándome—. En tanto me levanto, voy al baño. En un día libre, suelo ir también luego de almorzar, pero si estoy en el trabajo no porque no soy muy fan de poner mi culo en baños públicos.

—¡Basta ya!

—¿Te pone nerviosa hablar de necesidades básicas? —se burla.

—Hay límites que no quiero que atravesemos —explico con obviedad—. Saber cuándo cagas es uno de esos.

—Eres muy fina para hablar, ¿así ganaste tantos concursos de belleza?

—Los gané por mi culazo.

Arquea una ceja y por un momento creo que está interesado en verdad en lo que acabo de decir.

—Volvamos al trabajo —le pido—. Mientras antes terminemos con estas llamadas, antes podremos irnos y serás libre para tu reunión con el inodoro.

—Suena bien para mí.

—Recuerda, sin mencionar calendarios de baño.

Sus labios se curvan de nuevo en esa linda e irritante sonrisa que lo caracteriza, y antes de que me olvide de nuevo dónde estamos, me sumerjo en el trabajo.

Límites, eso es lo que necesito.

TONY

Nunca me consideré un experto con las mujeres, eso sería ser muy egocéntrico y no es del todo mi estilo. Sin embargo, se me da bien entender lo que quieren y qué hacer para llamar su atención sin tener que fingir ser alguien que no soy o comportarme como un imbécil. Por lo general requiere palabras o algún acto simple, las mujeres suelen ser más simples de lo que parecen al momento de coquetear: quieren que les prestes atención, que las escuches y recuerdes los detalles, que seas un caballero, aunque no uno muy aburrido. Es simple.

Ahora bien, en el área de la amistad, como no es novedad, no me es tan sencillo y solo Dios sabe que el día que tenga una relación, si es que algún día la tengo, no tendré ni idea de qué hacer. Con Grace llego muy seguido a puntos muertos. No sé qué hacer, qué decir, cómo actuar o cuánto espacio dejar. ¿Decirle tal cosa está bien visto en el ámbito de la amistad? ¿Hacer aquello es correcto siendo solo amigos? Mi cabeza, a veces, parece a punto de explotar.

La semana pasada Grace se comportó raro, estuvo recluida y a decir verdad no le presté mucha atención porque tenía una bomba a punto de explotar en mi departamento, una bomba llamada Milan. Esta semana, en cambio, ha vuelto a la normalidad o casi, y aquí estoy sin saber bien cómo comportarme.

¿Por qué tener amigos es tan complicado? No hablo solo de amistades con el sexo opuesto, hablo en general. ¿Por qué al crecer las relaciones se vuelven tan complicadas y dejan de ser tan simples como tener algo, lo más mínimo, en común? Mi mejor amigo y yo empezamos a hablar porque éramos vecinos y ambos nos gustaba Marvel, punto final. Nuestra relación ha perdurado y ha sido estupenda por años sin tener que ponerle ningún esfuerzo. Quiero que todo sea así de sencillo, como cuando somos niños y que te presten una crayola verde es suficiente para entablar un compañerismo de por vida.

—Creo que ya terminamos por hoy —anuncio, frotando mis ojos con cansancio y provocándome estrellas en la vista—. No puedo hablar con nadie más y, seamos sinceros, la gente ya salió de sus oficinas.

—Tienes razón, creo que es momento de dejarlo por hoy. Tengo la vista cansada.

—Somos dos.

—Supongo que mañana podemos seguir a la misma hora, si no tienes otros planes —propone, cerrando su laptop.

—Me gustaría ir al gimnasio —admito—, pero puedo ir al volver. ¿Qué me dices de ti?

—Tengo que alimentar al gato del vecino y regalar las plantas.

—Sin dudas no puedes atrasar esas actividades.

—Por supuesto que no. —Sonríe—. Son vitales para el funcionamiento de la humanidad.

—Guille quiere que vayamos de nuevo al bar —le confieso, mientras guardo también mis cosas para por fin terminar con mi día—. ¿Qué me dices?

Su ceño se frunce y pareciera que va a enviarme al diablo. A mí, a Guille y a toda nuestra familia junta por proponer tal plan.

—La única vez que fui, terminé inconsciente —me recuerda.

—Estabas enferma, ahora ya no.

—Puede ser una señal de que no tengo que ir de nuevo.

—O puede significar lo contrario, que tienes que darle otra oportunidad.

—No lo sé. —Dibuja una mueca con sus labios—. No soy muy amante de los bares.

—La pasamos bien, ¿te acuerdas? Comimos estupendo, bailamos y nos reímos.

—Puedes decirle a Guille que hagamos otro plan, algo con menos gente alrededor. Podrían venir los dos a casa, tú nos cocinas y yo elijo una película.

—Primero que nada, ¿por qué tengo que cocinar yo si es tu casa?

—Porque se me da fatal —responde con obviedad—. No quiero intoxicar a mis invitados.

—Es un punto válido. En segundo lugar, no soy una lechuza. Te pasaré el número de Guille y arreglen ustedes un plan que sea conveniente para los tres.

—O podemos no invitarte.

De nuevo me sonríe, solo que esta vez no me agrada lo que siento al ver la curva en sus labios. No soy una persona territorial por lo general, no me molesta que la gente tenga más amigos o pase su tiempo con otras personas que no sea yo. Tampoco me molesta prestar mis cosas o despegarme de los objetos. Y, sin embargo, la idea de que Guille y Grace se vean sin mí me revuelve el estómago.

—No eres graciosa —la acuso—. Soy el sol de esta pequeña amistad, no puedes excluirme.

—Los días nublados también son lindos.

—Estoy empezando a odiarte.

Se ríe y de nuevo la sensación es parecida. No quiero pensar en Grace riéndose por estupideces con otra persona, hablando de libros o teniendo una relación pasiva agresiva con un montón de sarcasmo de por medio. Es lo nuestro, lo que nos ha unido en este desastre llamado vida adulta.

—Yo cocinaré —determino— y tú puedes elegir la comida. Guille puede llevar la bebida.

Asiente de acuerdo.

—Es un plan. Luego dime qué día Guille y tú están disponibles.

—¿Qué hay de ti? —pregunto.

—¿Qué sucede conmigo? —suelta con confusión, acomodándose al hombro su bolso.

—¿Cuándo estás tú disponible?

—Tony —dice mi nombre y lo acompaña con una risa—, estoy siempre disponible. Mis planes son alimentar a un gato y regar un par de plantas, no me lleva mucho tiempo y no tengo que salir de casa para hacerlo.

—Debes tener más planes.

—Tienes razón.

La miro con superioridad, creyéndome ganador sin siquiera saber el resultado.

—En noviembre tengo el cumpleaños de mi madre y no sabes lo que daría por no ir.

—¿Eso por qué? —Frunzo el ceño—. Pregunta idiota, lo siento.

—Además de lo obvio, hay más razones.

—¿Cómo cuáles?

—No te las diré.

Así sin más, se encamina hacia la puerta y me da la espalda dando por finalizada la conversación.

—¡Eso no es suficiente para mí! —exclamo a su espalda, apresurándome para colocarme la chaqueta y el bolso.

—Tendrá que serlo.

La alcanzo en pocos pasos y me pongo en su camino para que no siga avanzando.

—Creí que nos contábamos todo —le insisto—. Yo te dije mi rutina de vaciado intestinal.

—No nos contamos todo —señala— y, por todos los cielos, yo no te pedí saberla.

—Pero nos hizo más unidos, ¿no crees?

—¡Por supuesto que no!

Me rodea y continúa su camino saliendo de la biblioteca y dirigiéndose por el pasillo. La sigo, de nuevo, solo que esta vez no me interpongo, sino que avanzo a su lado manteniendo su ritmo.

—¿Qué sucede con tu madre? ¿Qué te hizo ahora?

—Sorprendentemente, no me ha hecho nada. Es lo positivo de no hablar con ella todo el tiempo.

—¿Has estado ignorando sus llamadas?

Su silencio me hace saber que sí, que lo ha hecho.

—Si quieres puedo contestar por ti un día de estos, se me da bien tratar con mujeres.

—¡No! —exclama con demasiada energía—. Quiero decir, mi madre es insufrible y te pondrá el pelo de punta en dos segundos. Como tu amiga, es mi deber ahorrarte ese malestar.

—Hay algo que no me estás diciendo.

—Estás paranoico.

—No —suelto con convicción—, tú estás mintiéndome.

—Ocultar información no es mentir.

—Depende de quién lo mire.

Suelta un sonoro suspiro y detiene su andar en el medio del pasillo desierto por lo que yo hago lo mismo. Su bolso se desliza por su brazo y lo sube con fastidio como si fuera el centro de todos sus problemas.

—No te rías de mí.

—Lo prometo.

—Promételo en serio —insiste.

—Lo prometo por el dedo meñique —digo y levanto mi dedo.

Su dedo envuelve el mío, algo que no esperaba, y lo sostiene mientras me mira a los ojos.

—Le dije a mi madre que llevaría a mi novio a su cumpleaños.

—Pero ya no estás con Oliver.

—Tuvimos esa conversación después de que yo terminara con Oliver —explica.

—Entonces, ¿quién es tu novio?

—Tú.

Suelta mi dedo sin más, tampoco suelta más palabras, tan solo me dedica una breve mirada y continúa caminando dejándome en blanco por unos segundos. No voy a mentir, quiero reírme, pero sobre todo me siento extraño.

—¿Cómo que yo?

—Fue el primer nombre que se me ocurrió.

La vuelvo a alcanzar en pocos pasos y esta vez, evita mi mirada.

—¿A quién llevarás en noviembre?

—Estoy planeando tener un accidente en la moto para entonces y no tener que ir.

—Eso no es gracioso.

—No intentaba serlo. —Bufa—. No he hablado con mi madre porque sé que insistirá con el tema y no me gusta mentir tanto.

—No tienes que hacerlo.

Blanquea los ojos.

—Tú no conoces a mi madre.

—Tienes razón, pero lo haré.

Ahora sí me mira.

—¿A qué te refieres?

—Seré tu novio este noviembre. —Sonrío—. El mejor novio falso que una madre haya conocido.

—Sí, claro.

—Lo digo en serio.

—No conoces a mi madre —insiste y mueve la cabeza en señal de negación—. Se dará cuenta en segundos que no eres mi novio real.

—Entonces tendremos que ser muy convincentes.

—Es una locura.

Me encojo de hombros.

—Tú sabes mis horarios de baño —le recuerdo—, ahora déjame hacerte un favor a ti.

Sus ojos color miel se encuentran con los míos y la desesperación que veo en su mirada es todo lo que necesito para estar más seguro que nunca sobre mis palabras. Seré el mejor novio falso del mundo y callaremos la boca de su madre y de toda su pesada familia. No creo que actuar como si estuviera loco por ella sea tan difícil, ya me parece increíble.

¡Hola, hola, gente bella! ¿Cómo están? ¿Qué tal las ha tratado este eterno enero?

Yo aquí estoy, con mil cosas sucediendo a la vez en mi vida, como siempre. Aun así, estoy muy emocionada con la escritura e intento ponerle todas mis ganas, ojalá lo puedan sentir.

¿Qué opinan del capítulo? ¿Les gusta la relación de Grace y Tony? ¿Irán realmente en noviembre a casa de la mamá de Grace?

Dejen sus teorías de lo que podría suceder.

Muchísimas gracias por leer y por su apoyo. 

Les deseo un magnífico día y una bellísima semana.

MUAK!

Continue Reading

You'll Also Like

3.9K 372 13
Osamu Miya actualmente tiene un restaurant dedicado solo para sus onigiris. Tadashi Yamaguchi recíen había llegado a Tokio luego de su mayor desilusi...
3.3K 180 14
Para que no anden preguntando ??
6.7M 220K 52
Molly Johnson es una mesera y necesita juntar mucho dinero para salvar a su hermana. Axel Cavelli es un exitoso empresario y necesita una novia por t...
11.3K 1.3K 32
¿Cuando me tocará vivir una historia de amor como en los libros? Ser lectora es adentrase a un mundo de fantasías y crear universos en tu mente. Ser...