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By xElsyLight

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「 ᴀғᴜᴇʀᴀ ᴅᴇ ᴇsᴛᴇ ʟᴜɢᴀʀ 」




Avanzamos por aquel estrecho conducto, mientras siento que el aire de mis pulmones se va acortando con cada paso que doy. Sinceramente, ahora que tengo luz verde por parte de mis amigos y de Newt, no quiero equivocarme.

Sigo por detrás a un Aris que gatea más rápido que nunca y a pesar de que siento por detrás a Vincent. Las manos me sudan pero los tres terminamos por llegar al final del camino, y cuando Aris me deja paso primero, bajo la atenta mirada de Vincent, abro con cuidado la reja y tras revisar que no se cae alertando a quien sea. Agarrándome con fuerza de este, termino por saltar hacia abajo.

Aris me sigue con rapidez y después salta a nuestro lado Vincent, y cuando camino revisando que no haya moros en la costa, señalo al chico de cabellos casi plateados a que cierre la rendija por si acaso. Sin embargo, antes de poder hacerlo y algo que nos alerta a todos, es que una mano se asoma por el otro lado deteniendo la acción del chico de ropa de cuero, y nos echamos hacia atrás cuando vemos caer al mejor amigo de Newt, Minho Khan.

Aquello de inmediato me obliga a ponerme de mal humor, y frunciendo el ceño, extiendo mis manos sin saber qué demonios hace aquí. Pero este cierra la rendija y cruzándose de brazos, solo dice: —¿Qué? Newt me ha obligado, así que no perdamos tiempo, larchos.

Aún sintiendo que un calor molesto se reparte por mi bajo vientre, me acerco en compañía de los otros tres chicos y paso la tarjeta de identificación y claramente, robada, por el acceso a la puerta de metal en donde habíamos visto desaparecer lo que claramente anexionábamos con cuerpos; no había que ser estúpido para saber que eran cuerpos humanos, y muy seguramente de que eran de los chicos desaparecidos.

Todos conservamos el aliento cuando las puertas se abren y con cuidado, nos damos paso al interior. Allí dentro, hay todo lo que se podría esperar de un laboratorio, uno muy parecido al que yo solía visitar en mi distrito. En el que tantas noches me había pasado, y en mi juicio inocente, creyendo que ayudaba a Ava y a la gente del Capitolio.

Damos unos pasos por delante, para distinguir a nuestro alrededor que aparte de batas de científicos y que permiten que todos los posibles químicos utilizados aquí dentro no ingresen en la piel para causar reacciones por estas, nos detenemos cuando Minho silba sorprendido ante la imagen que se nos muestra. Pero yo siento que la bilis me sube por la garganta, por suerte no soy el único. Aris se cubre los labios, asqueado.

—Tal parece que tenias razón, shank. Aquí hay un montón de bichos raros —dice el mejor amigo de Newt, mientras Vincent se acerca para observar mejor.

Veo que Minho se aproxima hacia una mesa cercana, en donde reposa una linterna y no tarda en comprobar si tiene pilar y si funciona. Pronto nos ilumina y me obliga a apartar la vista de un montón de masas de cuerpo uniformes que descansan en tubos gigantes de prueba, es realmente desagradable.

—Tenemos que darnos prisa, no creo que tengamos mucho tiempo antes de que alguien venga —señala, para asentir de acuerdo con Vincent, quien ha antes le he visto coger algo de la misma mesilla de antes, pero no tengo tiempo de curiosear para saber de qué se trataba cuando otras puertas al frente se abren de nuevo.

Minho es el primero en darse a la entrada a la nueva sala, seguido por Aris que parece bastante apegado a este; a lo mejor al verlo más fuerte o capacitado, se siente más seguro; el pensamiento me produce incomodidad, porque sí, comparándonos, él es mucho más capacitado de proteger a Newt. Yo nunca podría superarle.

—¿Qué es todo esto? —Aris suelta y siento que la presión me baja de golpe.

Incluso Vincent, quien suele solo mostrar otros tipos de expresiones con las chicas, Dayana y Violet, y ahora con Ethan (con quien parece haber amigado bastante bien), tiene las cejas fruncidas y por sus ojos se pasa un manto lleno de confusión.

Pero es que esto es simplemente demasiado abrumador.

Delante de nosotros, aparte de haber maquinaria de todo tipo, ya sea para extracción de sangre, o para revisión de constantes vitales, hay un montón de cuerpos jóvenes colgados sobre sus pies y en donde sus cabezas reposan varios cascos con cables, en donde descansan por unas máquinas que aparentemente están extrayendo la sangre de sus cuerpos.

—¿No son todos esos chicos que se habían largado supuestamente de estas instalaciones? —pregunta con tono hosco un Minho, que golpea una de las máquinas con un movimiento brusco.

—P-parece que sí, pero... —Yo siento que todo me da vueltas al ver un montón de cuerpos que siguen por una cola enorme y que no parece tener final.

Y empeora cuando veo que en la distancia, me parece ver a Teresa y eso hace que mis piernas tambaleen hacia ese cuerpo joven que deja caer toda su mata de cabellera oscura sobre su rostro y que impide distinguir quién es en realidad. Aris me sigue por detrás, y me parece haber distinguido a Vincent curiosear por el contenido de las máquinas.

—¿Teresa? ¿Eres...? —Sin embargo, cuando le aparto el cabello siento que esa presión que estaba por ahogarme desaparece al no reconocer sus facciones.

No obstante, Aris si parece hacerlo.

—Es Rachel. Se la llevaron la primera noche. Le dije que todo iba a ir bien, que volveríamos a vernos. —Por un momento me dio la sensación de que iba a romper a llorar, lo cual era entendible, pero las aguanta y solo aparta la mirada de la mía.

Cuando toco su hombro derecho, un pequeño roce y sólo para darle ánimos, a mi lado aparece Minho, iluminando los múltiples cuerpos con la linterna de antes.

—Todos los que se han quedado atrás... —Comparto mirada con el chico, sintiendo que ahora mismo toda fricción entre los dos, ha desaparecido— yo no quiero ser uno de ellos. No quiero que ninguno de nosotros lo sea.

Asiento por una vez, totalmente de acuerdo con el otro.

Entonces, Aris toquetea la máquina de la chica, todavía con una mirada lastimera y nostálgica, cuando un repentino ruido a nuestras espaldas nos pone alerta a todos. Todos giramos la cabeza en esa dirección cuando vemos que las puertas se abren de golpe y rápidamente, Minho nos empuja a Aris y a mí para escondernos por detrás de los cuerpos de los chicos y chicas, aparentemente, casi sin vida.

Mirando al mejor amigo de mi chico de oro, ha apagado la linterna y me observa con un dedo cubriendo sus labios; opto por hacerle caso, para asomarme por una esquina y ver quién es la persona que ha entrado en la sala.

Mis ojos se abren con sorpresa cuando veo que en la entrada aparece aquel hombre entrado en edad, con ese pelo canoso que odio y esa maldita sonrisa de que me pone los pelos de punta. Janson, la rata, entra en la habitación en compañía de Jane, la que se supone que es la jefa de este lugar.

—Mi estadía en este lugar ya es de por si peligrosa, ¿de verdad es tan urgente?

Siento que las venas me arden cuando lo veo caminar tan campante, en compañía de esa mujer que me ha dado malas vibras desde el principio. Pero dando una mirada al lado en el que se esconde Minho, lo encuentro de la misma forma que yo, salvo por el hecho de que aprieta su agarre en la linterna de sus manos; aquello me hace pensar que tienen algo de historia, y cuando mis ojos se cruzan con Vincent al otro lado del pasillo, también escondido, veo que observa hacia la puerta y cuando se conectan nuestros ojos, me señala hacia la salida.

Creo que tiene toda la razón en el hecho de que no deberíamos permanecer en este sitio, pero cuando veo que ambos personajes se detienen un poco más alejados que nosotros, no puedo evitar querer escuchar su conversación.

—Quiero hablarte de ellos. Lo mejor sería llevarlos a la Zona Cero y quitarnos estos pesos de encima, ¿no te parece? —Menciona la mujer, mientras se acomoda la coleta oscura.

Sin embargo, el hombre niega señalando hacia el techo de la sala.

—No nos van a dejar, por muchas ganas que tenga de hacerlo. Créeme, hay tres en particular de los que me gustaría deshacerme por completo pero por órdenes hay que esperar hasta el final.

Janson chasquea con la lengua y no se me pasa desapercibido la forma en la que ella toquetea su cuello atrevidamente. De verdad, ¿a quién le gustaría una rata como esa? Minho a mi lado hace arcadas y me veo obligado a taparme la boca para evitar reírme de eso ya que la situación es demasiado bizarra como para tomarla en serio.

Sin embargo, al ver como él aparta su mano con suavidad y recupera un rostro repleto de seriedad y gravedad, vuelvo a poner atención en lo que vaya a decir. Me gustaría saber qué demonios hace Janson en este sitio, si se supone que es un refugio para nosotros los tributos... Y sus palabras me dejan todavía más confundido.

Veo como asiente con la cabeza, como si alguien le estuviese hablando a pesar de estar en completo silencio y dice: —Aunque me gustaría que los sedases, hay temas que tengo que aclarar con esos chicos y, por supuesto, dejar en claro que no se permiten accidentes y errores como los de hoy.

—¿Vas a castigarlos para demostrar que incluso los rebeldes tienen reglas que cumplir?

Aquello me deja helado y compartiendo mirada con Minho y Aris, todos sabemos que hablan de nosotros y de mi numerito de hoy. Todo es culpa mía y ahora mis amigos corrían peligro.

Pero por supuesto, no pensaba dejar que por mis acciones ellos salieran heridos.

—No. ¿Sabes qué es lo que voy a hacer? Voy a coger esto —y saca una pistola de una funda de su cintura— y voy a matar a todos esos niñatos. No puedo permitir que sigan viviendo en esta nueva era que se avecina para nosotros —Aris tiembla de miedo de pronto, pero a mi me parece muy confuso el hecho de que haya cambiado de parecer.

Antes decía que no podía hacernos nada (porque claramente está hablando de nosotros) y ahora sale conque los va a matar. De pronto a ella la llaman por una radio, urgiendo su visita en la sala B, y rápidamente en compañía del hombre salen de la habitación, no sin antes escuchar:

—Tu ocúpate de eso, y yo sedo a los nuevos tributos para CRUEL. Con que se me permita matar a uno de ellos es suficiente.

Nosotros salimos de nuestros escondites, incapaces de creer lo que acabamos de ver. Pero a sabiendas de que nuestro grupo está todavía en peligro, incluso en aquel refugio falso que sospechaba y como acababa de confirmar, no se trataba de nada de eso en absoluto. No estaban a salvo, todavía estaban en manos de CRUEL y por supuesto, del Capitolio.

La escena con Janson y Jane solo lo había confirmado por completo, y aunque se hubiesen alejado de los juegos, el peligro todavía los perseguía a todos ellos.

Solo bastó compartir mirada con Minho, para que en compañía de los demás salieran por esas mismas puertas en dirección a la rendija de antes en donde tratarían de llegar con sus amigos antes que los hombres de Jane, Janson, o de quienes fueran. Tenían que salvarlos.

Sin embargo al ser el ultimo y antes de salir por las puertas siguiendo a los demás, me fijé que ahora en la mesa de antes por debajo había una especie de bobina metálica, de esas en las que descansa una especie de alambre de cobre y bastante resistente, además de ser conductor de la electricidad; ni si quiera sé porque la tengo en mi poder ahora, pero cuando me llama Vincent, salgo con ella en la mano pensando de improvisto que quizás me pueda servir más tarde.




Atropelladamente, atravesamos con rapidez los conductos de aire para llegar a la habitación en que descansaban nuestros amigos. De una patada aparto la rejilla y salimos escopetados debajo de mi cama, los demás se asustaron al vernos, pero no había tiempo para explicaciones.

—¡Tenemos que irnos ya! ¡Tenemos que irnos, chicos! —Ethan trató de detenerme pero en un arrebato lo empuje de mi lado para dirigirme a mi litera.

Raídamente alcancé mi mochila y metí dentro aquella cosa, la bobina y tras cerrarla, me apresuré en poner mis manos en la colchoneta.

Por detrás escuché a Minho hablar con Jace.

—¿Qué garlopas ha pasado? —preguntó Newt por lo alto y ya que yo estaba ocupado sacando un colchón de litera, fue Vincent quien respondió.

Tratando de sacar aquella cosa con rapidez, me fijé en que sacaba algo del bolsillo y se los enseñaba a todos.

—CRUEL, seguimos en las putas manos de esta mierda, chicos. —Heather se lo quitó de las manos y mientras levantaba el colchón, ella se lo enseñó a Newt.

De soslayo vi como lo acariciaba entre sus dedos, confuso.

—¿Cruel? Pero... Eso es tema del Capitolio, se supone que esto es el refugio. ¿No estamos a salvo? ¿No se había acabado esta mierda? —Violet, la de cabellos plateados y más pequeña, preguntaba con un rostro desconcertado.

Pero Dayana se acercó a Newt y ambos asintieron, me pareció que llegaban a una misma conclusión. Después él pasó esa cosa hacia Jace, y pude ver que se trataba de una jeringa.

—Antes de nada, explícanos porque tenemos que irnos ya. ¿Qué habéis visto? —A pesar de sentir sus palabras tras mi espalda, empujo mi colchón contra la puerta en busca de hacer soporte y darnos algo de ventaja.

Cuando me doy la vuelta, veo que Jace se acerca con varias sábanas en las manos y me aparta de golpe. Comienza a atarlas en la manilla de la puerta contra una de las literas, que Ethan y Minho comienzan a echar contra esta.

Yo me veo arrastrado con Newt, un poco más adelante y veo que los demás me observan por respuestas. Y entiendo su preocupación, yo en realidad estoy flipando y no me creo que mis sospechas en el fondo estuviesen confirmadas; quizás también esperaba que este fuera nuestro lugar seguro.

Me aclaro la garganta, para hablar rápidamente.

—Estábamos equivocados con lo que creíamos de este sitio. De alguna manera... CRUEL está relacionado con esto, de la garlopa que hablaba Gally. Y... allí abajo, —carraspeo en busca de mejores palabras— ... Nunca ha salido nadie de este sitio, chicos. Están todos, siendo drenados por máquinas y creo que si no nos vamos ahora, estaremos perdidos. Chicos, nunca escapamos, ¿vale? Es CRUEL, y todo esto es parte de su plan.

Colette es quien se acerca, de la mano con Violet, y mira a su alrededor.

—¿Pero cómo demonios vamos a salir de aquí con toda la seguridad que tienen? Y, ¿qué pasa con los demás tributos que quedan? —Esas son preguntas a las que no tengo respuesta y cerrando los ojos, solo quiero ver una solución a todo esto.

—¿Y qué pasa con Rose, Isabelle y Madi? ¿O Winston, ya que estamos? No han entrado con nosotros a esta habitación —menciona Ethan, agarrando su propia mochila y dispuesto a salir por patas.

Se acerca a mi por detrás, con un Jace cruzado de brazos, y Minho que parece estar dándole vueltas a los engranajes de su cabeza hasta que me señala.

—Tienes todavía esa tarjeta, ¿verdad? Entonces salgamos por esos conductos, y encontremos una salida. Pueden tardar en encontrarnos mientras piensan que estamos aquí. —Yo asiento, mudo de palabras y sólo pensando en lo rápido que va todo.

—¿De verdad nos vamos a ir? ¿Y a dónde? ¡Ni siquiera sabemos en donde puñetas estamos desde que nos trajeron con ese puto helicóptero! —Brenda parece a punto de llorar—. ¿Y nuestras familias? ¿De verdad todo era mentira?

Ni siquiera quería preguntarme eso último, y siento que todavía falta una pieza grande a este rompecabezas, pero cuando Newt manda silencio, todos nos quedamos callados ante su rostro severo. Incluso Jace, quien estaba despotricando contra todo lo que se movía allí dentro.

—Calmaos todos. Tenemos que encontrar una salida a este miertero lugar, si de algo estoy seguro ahora es que este sitio no es para nosotros, por Tommy y los demás. Primero, gracias por arriesgaros por nosotros —Los mencionados asienten ante sus palabras y cruzando vista con él, siento que lo haría de nuevo sin importarme el peligro—. Ahora, estoy seguro de que los demás tributos estarán bien y en cuanto a Rose y a los que faltan de nuestro grupo, se reunirán con nosotros afuera.

»Seguro que se lo pillaron antes que nosotros, lo del todo este tema de CRUEL. Así que tenemos que hacer lo mismo y salir de aquí. ¿Todos de acuerdo? —Por supuesto, nadie se jacta de otra cosa.

Pero Minho vuelve a hablar.

—Nuestras mochilas se han quedado en nuestra Ala. Jace y yo tenemos armas guardadas. ¿Vamos a irnos sin ellas? —Sin embargo, Newt sonríe, como si supiese algo que yo no.

Y mientras responde, agarra la suya propia, que como ya sabía yo la había dejado la noche anterior en nuestra habitación porque solo sacó su botella de agua. Se la cuelga sobre los hombros y cuando se levanta a mirarnos a todos, veo que en su camisa brilla esa insignia de alas más que nunca.

Tan hermoso.

—De nuevo, confiad en mí y larguémonos de aquí de una vez.

Y sin decir nada más, aún con las dudas encima, aún temiendo que algo saliese mal, vamos saliendo por el mismo hueco de antes; en cabeza va Aris, quien es el que mejor sabe conducirse por esas cosas y Newt y los demás le siguen. Ethan y yo somos los últimos en salir, porque nos hemos ocupado de meter ropa de reserva en nuestras mochilas por si acaso, obviamente sin decirle a nuestro líder porque nos diría que perderíamos un tiempo muy valioso. Sin embargo no nos tardamos demasiado y después salimos con un grueso sudor resbalando por nuestras frentes y el corazón palpitando a mil.




Con las mentes nubladas, Aris nos guía por otros conductos diferentes esta vez y acabamos por abrir una rendija que al bajar todos por ella, nos damos cuenta de que hemos bajado varias Alas. Hemos pasado de la A y la B, número cuatro, a la H, número 12. Estamos más abajo que antes y hemos adelantado bastante a nuestros posibles perseguidores.

De verdad que Aris es una caja de sorpresas.

Todos nos paramos sin pajolera idea de que hacer ahora, y cuando Newt decide que lo mejor es seguir por delante, Aris nos detiene abriendo otra portezuela metálica.

Yo me acerco corriendo, en compañía de Newt, sin saber qué se propone.

—¿No vienes? —Pero él asiente, dejándome en claro que no piensa abandonarnos.

—Yo solucionaré otro problema de más adelante y traeré a los que faltan de este grupo, ¿vale? Además tampoco puedo irme sin Winston, es mi mejor amigo.

Nos despedimos atropelladamente y acercándonos a los demás, que cruzan por una esquina, Minho me codea un brazo y me pregunta: —¿Confías en ese tío?

Mis labios se mueven solos.

—No sé que haríamos sin él ahora, ¿eso responde a tu pregunta? —Este bufa burlándose ante mi respuesta y cuando Newt dice que nos centremos, todos nos detenemos abruptamente cuando nos encontramos cara a cara con una científica.

Ella nos mira, extrañada y alzando las manos, dice: —Creo que este no es el lugar en el que deberíais andar, chiquillos.

Newt se acomoda la mochila cuando compartimos una seria mirada, y sí, sorpresivamente entre él, Minho y yo. Tal parece que no nos llevaremos tan mal como pensaba en un principio.

Y Jace solo se ríe, con esa típica de risa malévola cuando empiezan a sonar las alarmas; probablemente las que indiquen que nos hemos escapado.

La mujer coloca un rostro preocupado y temeroso, y la sonrisa amenazante de Jace aumenta.

—Nos vas a ayudar, guapa.




—Ni se te ocurra traicionarnos, belleza. Llévanos a la sala médica sin ninguna treta. —Hace que la mujer morena lidere el camino mientras corremos, sujetándola desde la nuca y Newt comparte una mirada conmigo.

Es Minho quien lo dice al final, seguido de todos los demás.

—¿No crees que estás siendo más agresivo de lo normal? —Pero este sólo le dedica una mirada, para hundirse de hombros.

—¿No queréis encontrar a Teresa y el otro? —Yo asiento al ver que fija sus ojos en mí, y nos obliga a ir más deprisa sin dar más objeciones de lo normal.

Y de verdad, de verdad que me sorprende que pueda correr con esa escayola en su pie derecho, aunque claro, él mismo dijo que se la tenían supuestamente que quitar hoy.

Continuamos corriendo sin detenernos hasta una cruzada, en la que Violet cree que no hay moros en la costa. Sin embargo, un ruido de carga nos llama la atención y Colette grita: —¡Arma!

Y al alzar la mirada nos encontramos con un tipo de guardia que nos apunta con una pistola enorme, no tardamos en devolvernos a cubrirnos con la pared del otro pasillo. No se me ha pasado desapercibido cómo Colette ha saltado sobre Violet, y cubriéndola con su cuerpo la ha puesto a salvo con nosotros. Dayana recibe a esa joven de pelo plateado y tan parecida a ella, y nos vemos obligados a devolvernos hasta que nos detenemos abruptamente cuando escucho la voz de Newt a mis espaldas.

—¡Minho, detente! —Y algo cohibidos, vemos como este respira agitadamente para salir corriendo en dirección hasta el guardia que aparece al otro lado.

Y aunque se ve sorprendido por el chico de descendencia asiática, eso no le evita hablar por radio avisando a todo el mundo que estamos en el Ala Tres. Pero después Minho salta sobre él, y golpeándole con una de sus piernas logra que se golpee la cabeza con el muro de detrás. Queda inconsciente al momento.

Los demás nos reunimos con Minho y de nuevo se me cruza el pensamiento de que yo no podría hacer este tipo de cosas; no soy tan fuerte.

—¡Mierda, Minho! ¡Eres un loco, shank! —Ese es Newt, que alaba con placer la acción de su mejor amigo. Y veo claramente cómo comparten una sonrisa familiar.

Pero rápidamente, intento no centrarme mucho en ello y agarro el arma del tío, sin saber muy bien cómo funciona, pero diciéndome que ya me las arreglaré después.

—¡No nos paremos, vamos!

Y obligo esta vez yo a la mujer esa, apuntándole con el arma para que nos lleve de una vez a donde está Teresa. Porque, claro está, no pienso irme sin ella.

Finalmente, tras cruzar un par de pasillos más, ella nos lleva a una sala ubicada al final. Esta cerrada pero empujamos a la mujer al ver que tiene un poco de reticencia.

—¿No te enteras? Si no abres ya y nos haces perder más tiempo, juro que te disparo en esa cabeza de botarate que tienes. —Y por supuesto, no me espero que Heather me arrebate el arma para cogerla como toda una experta y apuntarle a la cabeza, como amenazaba.

Yo trago grueso, compartiendo mirada con Newt y viendo de soslayo como Ethan sonreía orgulloso. De verdad que mejor pareja no podía conseguirle.

La mujer termina por abrir, para que al empujarla al interior de la habitación, nos encontrásemos con otro par de doctores que obliga Heather a quedarse en una esquina. Obedientemente todos acatan la orden, sin cuestionar nada.

Inmediatamente, les pregunto en dónde está Teresa, y ellos no tardan en señalar en dirección hacia una puerta al otro lado. Rápidamente, seguido de Brenda, nos dirigimos hacia allí y está nos lleva a una puerta en la que al abrirla, nos deja vista de una sala con solo una cama y una cristalera que deja vista de otro pasillo largo. En esa cama pequeña descansa mi amiga tumbada, y aparentemente dormida.

Brenda avisa a los demás que está allí dentro, mientras me ocupo de que abra los ojos.

—Tessa, Tessa, abre los ojos. Vamos —y agradezco cuando parece reaccionar al acariciarle el cabello suavemente. Ella pregunta qué pasa, pero no le contesto.

Le quito la cosa que tiene inyectada en uno de los brazos, y con cuidado la ayudo a levantarse. Aunque aparente un poco de incomodidad, no tarda rápidamente en reaccionar, parece más despierta con cada parpadeo que da y que me deja una buena vista de sus grandes ojos azulados.

Siento algo cálido al verla, porque de nuevo, ella es mi mejor amiga y no pensaba irme sin ella.

—Nos vamos, Tessa. No hagas preguntas, ¿vale? Te lo explicaremos después, ahora hay que correr. —Ella asiente y no se me pasa desapercibido la dulce sonrisa que me muestra cuando la vuelvo a llamar por su apodo, y que me había negado a hacerlo desde hace varios años.

Salimos de esa habitación justo cuándo veo a Vincent avisar que ya vienen a por nosotros. Me quedo un momento en blanco sin saber qué hacer, pero Newt rápidamente toma las riendas.

—¡Heather, ayúdame! —Ella al momento le pasa el arma a Minho, quien la sujeta con fuerza ahora y siendo respaldado por Brenda.

Jace está obligando a punta de jeringa a un doctor de esos a que le quite la escayola, y cuando veo que ya está totalmente rota, mientras Newt se ocupa con Heather de voltear una mesa enorme y colocarla sobre la pared, sonríe agradecido.

—Gracias, hombre. ¿Quién de ustedes mide un 47? —Yo niego ante las ridiculeces que hace en momentos tan serios.

—¡Joder, tenemos que salir de aquí! —Esa es Dayana que busca una salida posible a esa habitación que nos encierra a cal y canto.

Los hombres enfundados con armas de afuera intentan entrar, pero la mesa se los impide y yo observo toda la habitación, recordando la cristalera de antes. Y aprovechando que todos vienen hacia mí, y que Minho apunta a los hombres cuidando de nuestras espaldas, rápidamente, pido ayuda a Newt.

—¡Ayúdame a romper esto! —Teresa se aparta cuando entiende nuestra idea.

Este coge una silla como yo, y golpeamos varias veces la ventana trasparente hasta que se resquebraja en pedazos y saltan un montón de cristales sobre nosotros. Inmediatamente, veo que Jace ahora con un par de zapatos diferentes, cubre a Newt para que no le caigan encima.

Yo me veo protegido sorpresivamente por Vincent, y aunque me ha parecido muy raro, no tardamos en aprovechar la salida que nos deja un pasillo libre para nuestra huida.

—¡Vamos, no perdáis tiempo, salid! —Pido, mientras veo que Teresa se acerca para poner una manta sobre la ventana rota para saltar sobre ella.

Yo inmediatamente salgo primero, y la ayudo cogiéndola de las piernas.

—¿En serio necesitas ayuda hasta para eso, chica? —Teresa azorada, cruza mirada con Dayana, quien ha saltado con un brazo la ventana y sin importarle clavarse los pocos cristales.

Todos los demás siguen su paso, y no se me pasa cómo Colette se ríe por debajo al pasar a nuestro lado. Newt aparece de pronto, seguido de un Minho que todavía carga el arma y nos mira, escéptico.

Por poco le falta poner las manos en lo alto.

—¿De verdad las gatas se van a pelar ahora? ¡Moveos, larchos!

Minho se ríe por detrás de él, y algo avergonzado de haberme detenido en nuestra carrera, continuamos hacia adelante. Sin embargo y a pesar de escuchar las voces de nuestros perseguidores muy cerca, me confunde ver a mi chico de oro comprobar varias puertas.

No sé que está haciendo, pero no tenemos tiempo para esto.

Por eso me acerco corriendo hasta él, separándome de Tessa y los demás, y atravesando a un salido Jace que parece estar comprobando su pierna ahora curada, alcanzo su brazo.

—¡Newt, tenemos que seguir adelante! ¡¿Qué garlopa estás haciendo?!

Se detiene de revisar esa puerta por mi culpa y lo veo, con el ceño fruncido. Me habla con un tono agresivo y que me echa un poco hacia atrás.

—¿Acaso lo has olvidado? —La luces amarillas y rojas nos iluminan, haciendo todo un caos todavía peor—. ¡Nos hemos arriesgado hasta aquí por Teresa, pues yo no pienso irme sin Gally!

Me dan ganas de golpearme la frente al haberlo olvidado por completo.

Siento que la ansiedad me cubre por completo, haciendo caos a todo mi cuerpo al recordar que quiere salvar al chico que asesinó al pobre Chuck. Comparto mirada con Ethan, quién parece estar tan de acuerdo con el chico de oro.

—¡¿Y dónde puede estar?! —pregunto, cabreado.

Entonces todos comienzan a gritar su nombre y a revisar las puertas contiguas que se establecen en este camino interminable. Nuestros pasos son tambaleantes y esto nos está retrasando más, me aseguro cuando escucho que esos hombres enfundados en armas nos persiguen más de cerca.

—¡Gally, maldito larcho! ¡Responde! —Y entonces, justo en la parte final y para acabar nuestro cruce para desaparecer por otro pasillo, una puerta se abre.

Pero de ahí sale un solo guardia que nos sorprende a todos, y nos obliga a detenernos.

Al momento Minho se adelanta con su propia arma en mano para apuntarle, colocándose delante de Newt, pero para nuestra sorpresa un disparo suena por todo alto, a lo que todos nos agachamos de improvisto. Cubro con mi cuerpo a Teresa, sólo para darme cuenta segundos después de que seguimos vivos.

—¡Mirad, es Gally! —grita una eufórica Brenda, que señala hacia el frente.

Y al alzar la mirada, todos vemos que de esa habitación sale el chico del 1, con expresión seria, cargado con su mochila y ese mapa del que se jactaba antes y un arma.

Al momento Newt se acerca aliviado, y lo abraza atrapándolo por el cuello. Y mientras me incorporo suavemente con Tessa, siento que me hierven las venas cuando el asesino de Chuck lo atrapa de la cintura. ¿Desde cuándo se habían hecho tan amigos?, me pregunto mentalmente para ver que Minho se ajusta el arma en sus manos, pero también con el ceño fruncido.

—¡Vámonos, idiotas! ¡Rápido, rápido! —Gally parece recuperarse de la sorpresa de Newt, y ambos salen por delante. Todos los demás los seguimos por detrás, aliviados de no tener qué preocuparnos por nadie más y salir de aquella ratonera.

Veo a ambos compartir un poco de palabras, sin dejar de allanar camino y sacudiendo la cabeza, no suelto la mano de Teresa, ya que parece estar débil todavía y casi no puede seguir nuestro paso. No puedo evitar cuestionar todo lo que le habrían hecho en esa sala, sólo haciéndose los buenos.

CRUEL no era bueno, eso era algo certero para mí ahora.

Finalmente tras cruzar un par de pasillos más largos, aventajados de mucha cancha que nuestros perseguidores, vemos al final del camino una puerta enorme metálica y muy diferente a las demás. Porque cuando veo con mayor seguridad al tenerla más de cerca, distingo que afuera hay una salida; que fue por la misma que entramos hace un par de días.

Siento que un alivio me embarga cuando alcanzamos la puerta, que desaparece cuando no parece tener ninguna aparente apertura hasta que la señala Heather.

—¡La tarjeta, Thomas! —Al momento la rebusco entre los bolsillos de mis pantalones y salto hacia ella, abriéndome hueco entre todos los demás.

Cuando esta deniega la entrada, saltando con un molesto pitido, siento que la sangre se me baja hasta la planta de los pies. Mis manos comienzan a temblar, la he cagado, sin duda.

—¡Mierda, no, no, no! ¡Vamos, no me hagas esto! —Pero aunque la pase un par de veces más, nada funciona. Parece que esta no servía para el acceso.

Sintiendo que he fallado a todo el grupo, me volteo para cruzar mirada con Newt, que descansa justo detrás mío y al ver que niego con la cabeza, a este parece desaparecerle todo el color del rostro. Comienza a buscar alguna idea, porque lo conozco y lo sé cuando este comienza a masajearse las muñecas —siempre solía hacer lo mismo en nuestra estadía en el tren—, cuando escucho a esa rata llamándonos por detrás.

—¡Thomas, Newt, chicos mis favoritos! —Ambos nos volteamos a observar cómo por detrás viene este, en compañía de bastantes guardias a sus pies. Escucho cómo Newt maldice por lo bajo, incapaz de creer a quién está viendo y recuerdo que no le había avisado de que lo habíamos visto abajo.

Pero bueno, ya daba igual, estaba aquí y estábamos jodidos.

—¡No te atrevas a acercarte a nosotros, maldita rata! —dice el chico de oro y veo como Gally le apunta con el arma y agarrando la que tiene Minho en sus manos, también le apunto.

Él en cambio agarra la tarjeta y sigue intentando abrir la puerta del demonio.

Me coloco delante de Newt, quien intenta mantener la calma pero creo que soy el único que se ha dado cuenta de su pequeño temblor en la pierna derecha.

—¡Abre la maldita puerta, Janson! —Pero este alza las manos, como en rendición, mientras ambos nos acercamos al otro.

Ignoro a una Teresa que me pide que no me separe de ellos, porque en ese momento solo quiero reventarle la estúpida jeta fea que tiene porque no deja de sonreír mientras mira a Newt. Es una maldita rata que merece desaparecer de nuestra vista.

—¡Intento salvar vuestras asquerosas vidas, afuera no os espera nada mejor, ya lo sabéis! ¡Este Juego nunca termina! —Aquello solo me pone más nervioso y sigo apuntándole, algo aliviado de que ninguno de los guardias haya decidido dispararme todavía.

—¡Yo sólo quiero lo mejor para vosotros, para que os convirtáis en un mejor espectáculo! —Las palabras que me suelta me confunden más todavía, porque no parece estar hablando para nada de algo relacionado con la guerra que se avecina.

Así que viendo que se sigue aproximando a nosotros, sin ápice de detenerse, lo pienso mejor. Escucho por detrás a Newt y Teresa decirme que regrese, y poco a poco, doy pasos hacia atrás sin despegar los ojos de esa rata humana.

Su sonrisa, esa que enseña todos sus dientes, es la que más me pone los pelos de punta.

—¿Para quién? ¿Para esa CRUEL de la que habla todo el mundo? ¿Por qué es buena? ¿Prometes darnos un lugar seguro y dejarnos en paz? ¡No me jodas, Janson! ¡No te creo ni una sola palabra! —digo, para ver como se detiene y sonríe burlonamente.

Ajá. Parece que ya no puede rebatir más sus mentiras.

—No podréis abrir esas puertas, Thomas. Ni aunque queráis —agrega con una seguridad que me hace estremecerme de pies a cabeza.

Sus palabras me dejan helado y de sólo pensar que todos nuestros intentos por salir de allí se hayan visto derrumbados así de la nada, hace que mi agarre en la pistola se estremezca. Sin embargo, de pronto escucho un pitido al otro lado y al dar la vuelta, a nada más de tres pasos de mis amigos, descubro que esta misma se abre y por ella aparecen nuestros salvadores.

Aris, en compañía de Winston, Madi, Rose e Isabelle, quienes estás últimas cargan con varias mochilas que me aseguran que son las de Minho y Jace. Siento que recibo un soplo de aire fresco cuando todos se apresuran en salir por esa puerta con rapidez.

Minho sale apresurado a por su mochila, pasándole el arma a una Isabelle que lo sostiene con una peligrosa sonrisa y acomodándose su propia mochila, aparentemente más cómoda cargando sólo la suya. Jace también coge la suya, mientras saca de esta una pistola grande y con dos cargadores.

El único que no ha atravesado esa puerta es Newt, quien me insta a correr hacia él.

—¡Vamos, Tommy, date prisa!

Entonces comienzo a disparar a lo loco, a los que nos persiguen sin dispararnos todavía, y cuando me quedo sin balas, lanzo el arma contra ellos. Janson se ha ocultado tras los escudos de metal de los guardias y cuando alcanzo a Newt, este sostiene mi mano con fuerza.

Ambos salimos despedidos hacia esa puerta que se va cerrando con la orden de la rata. Tenemos el tiempo justo y temo que mis dos pies izquierdos tropiecen y nos hagan caer a los dos.

Pero no pasa.

Y justo cuando atravesamos esa puerta casi por los pelos, sujetados de las manos, es el propio Janson quién dispara hacia nosotros; más bien, hacia Newt. Todo sucede a cámara lenta, no me da tiempo de ponerme en medio o de apartarle, veo cómo dos balas cruzan el último resquicio del hueco de la puerta antes de que esta se cierre por completo, y si no hubiera sido por Winston, estoy seguro de que ahora mismo el que se sujetaría el torso sería mi chico de oro.

Al momento todos saltan sobre el chico moreno, primero Newt seguido de un angustioso Aris.

—¿P-por qué lo has hecho, Winston? ¡Ni siquiera me conoces! —A mi chico de oro parece darle un patatús, hasta que este nos sonríe sin ya sujetarse el torso.

—¡¿Estás bien, Winny?! —Ese es Aris, llamándole probablemente con su apodo personal.

—Sólo ha sido una rozadura, no os preocupéis. Estoy bien —asiente ante la mirada preocupada de Aris, el chico que nos ha salvado, mientras Jace se acerca con su arma y rompe el acceso de la puerta por este lado para evitar que salgan por ella.

Aris, mucho más calmado, nos pide que comenzamos a correr antes de que sea demasiado tarde y nos guía el camino. Todos recuperamos esa tensión al saber que todavía no estamos a salvo, y comenzamos a correr hacia la salida de este endemoniado lugar.

Alcanzo a un Newt que corre al lado de Winston, volviéndole a preguntar porqué demonios lo ha hecho. Veo como este le mira con una amable sonrisa y de verdad que no parece arrepentirse de sus acciones.

—Newt, lo he hecho por ti. No necesitas saber más —y dejando a mi chico de oro con la misma duda encima, sale detrás de Aris.

Entonces quiero imaginarme que su cojeo es imaginación mía, y comparto mirada con Newt, a quién le embarga un crecente desconcierto. Le pregunto inmediatamente sobre ello, y este sólo me dice que antes había pasado algo similar.

—Cuando desaparecisteis Brenda y tu..., Teresa me dijo algo similar.

Sin embargo, sin poder llegar a ninguna conclusión aventurada, comenzamos a apresurarnos de este maldito sitio. Veo que estamos justo en la salida de los establecimientos, y que estamos rodeados de armas y de mochilas equipadas. Es una suerte para nosotros, ya que no sabemos lo que nos espera afuera de este lugar.

Los chicos, Brenda, Heather y Ethan se encargan de equiparse de estas cosas tras una señal de Newt, que ahora parece más centrado que nunca. Madi está en los brazos de un Jace, que guarda su única arma en su espalda y veo que Dayana alcanza tres mochilas y una pistola, con Vincent quien se encarga de agarrar la suya propia.

Dayana le pasa una de las mochilas a Violet, otra a Teresa (quien se sorprende) y la última se la acomoda sobre los hombros. Collete se ha encargado ella misma de coger una para ella junto con dos pistolas de calibre 9, es decir, pequeñas. Pero he visto que en un bolsillo de la mochila se ha guardado bastantes cartuchos con balas.

Yo siento que la mía propia pesa demasiado, y sé que la culpa la tiene esa maldita bobina que ni siquiera sé para qué la he cogido en primer lugar. Pronto la gente que está alrededor, ya sea para cuidar las armas o preservar la entrada a ese "refugio falso", se alertan de nosotros y empiezan a ir tras nuestras espaldas.

Sin embargo, somos mucho más rápidos y finalmente llegamos a lo que parece ser la última puerta. La grande, cerrada a cal y canto, y lo que se interpone en nuestra libertad. Al momento me detengo con mis amigos, y veo con algo de gracia como Ethan le da patadas.

Racionalmente se está dejando llevar por los nervios.

—¡Tiene... tiene que haber algo para abrirla! —Teresa señala justo cuándo entro en desesperación una palanca roja escondida entre los pliegues metálicos, y no espero para tirar de ella.

Pronto las puertas se abren y salimos a trompicones por esta. Entonces nos encontramos con el mismo condenado desierto del que días atrás nos habíamos librado, pero que es media tarde y que hay una enorme tormenta de arena que arrasa todo el lugar.

No miramos ni una sola vez hacia atrás, no nos importa perdernos en ella, porque sabemos que al menos nos ayudará a hacernos perder de vista de nuestros perseguidores. Porque sí, comienzan a correr hacia nosotros en motocicletas y con armas en sus espaldas.

No obstante, como les llevábamos ventaja, pronto esas instalaciones quedan atrás y el ruido de los motores es sólo un molesto rumor entre la tormenta.

Newt trata de ver más allá de sus ojos, cubriendo su vista con su antebrazo.

—¡Sigamos un poco más, hay que asegurarse de salir de este condenado lugar! —Y en ese momento, con sólo ver su cabellera dorada brillar con la luz que pronto amenaza con desaparecer entre la negrura, sé que estaré siempre a salvo si permanezco a su lado.

Continuamos andando, sin preocuparnos por cansarnos después de haber descansado por dos días y de habernos alimentado dentro de lo que cabe. Y agradezco que no haga ese calor del demonio de antes de los juegos, también es algo que ayuda bastante a que el camino dentro de la tormenta sea menos pesado.

Entonces mientras trato de que mis pies no se eleven con la ventisca, un graznido rasga el aire y todos alzamos la vista para encontrarnos con un pájaro muto que se reposa en mi cabeza. Es Alec, aquel sinsajo que tantas veces nos salvó de una muerte segura y que había olvidado por completo.

Con este encima de mi cabeza, me siento repentinamente más tranquilo y me insta con más fuerza a seguir adelante. Con todos ellos, los tributos del A y del B, que seguro que solo piensan en salir de esta terrible pesadilla que no parece acabar nunca.





Llevamos caminando por lo que parecieron horas, y hasta que no nos aseguramos de que ya no nos perseguían en absoluto, no dejamos de caminar. Pero ahora nos hemos permitido aminorar el paso, y en ese camino árido y arenoso que nos esperaba atravesar hasta quién sabe cuando, hemos aprovechado para explicarle todo con pelos y señales a todos.

Algunos como Rose, o Heather, no creen todavía que todo se tratase de otra trampa, e incluso Gally se aventuró a soltar alguna que otra palabrota hacia ese estúpido refugio de antes. Teresa se lo tomo bastante más natural, tan así que me asustó un poco.

Aunque me aseguró que no era normal tampoco que le hicieran más pruebas que a los demás y que tampoco la hubieran dejado salir antes, así que comentó que había empezado a sospechar desde antes.

—Conmigo fue diferente. Me hicieron las pruebas ese mismo día que a vosotros, pero luego me dejaron encerrado en esa habitación y no entendía nada de lo que pasaba. Hasta que, claro, empecé a escuchar las alarmas y tanto alboroto, y me dije que era tiempo de salir de allí —señaló Gally, acomodando su arma en la espalda.

—Si no te hubiéramos encontrado, ¿te habría ido sin nosotros?

Esa pregunta me sale casi sin pensarla demasiado, y a pesar de recibir miradas alertadas de Newt, agradezco que el chico del 1 la haya decidido responder calmadamente.

—Aún tengo que encontrarla, pero no. Habría ido a buscaros a todos.

Sí, claro. Te creo y toda esa mierda. Niego con mi cabeza, centrándome en las chicas del grupo. Ahora se juntan en torno a Madi, y creo que están bastante más cómodas ahora que hay más numero de ellas. Hasta Dayana, Violet y Colette se juntan con ellas; y eso que la misma Rose días antes comentó que pasaban de ellas.

Quiero creer que estas circunstancias unen más a la gente; entonces miro a Minho, recordando todas las veces en las que hemos estado de acuerdo antes y cuando me observa, sacándome el dedo en medio y pegándose como una lapa a Newt, me digo que uno siempre se puede equivocar.

Después hemos revisado el contenido de nuestras mochilas, y de las cuales los únicos que no llevan son Winston, Madi y Aris. Los demás descubren que en las suyas (la mía no tenía casi nada porque era la de los juegos, y lo único nuevo era la bobina) hay más que nada, mantas térmicas, algo de cecina, armas y botellas de agua. Contándolas, tenemos un total de diez botellas —muchas de las mochilas tenían dos— y somos dieciocho.

Eso nos pone un poco de las puntas, pero decidimos racionarla para resguardar para todos. Aunque claro, ahora no es algo necesario por haber estado en resguardo días.

—Me gustan esos tatuajes de tus brazos, ¿de qué distrito eres? —Una atrevida Brenda le pregunta a Jace, quien se revuelve el cabello y cruza vista con la chica.

Al momento me digo que la chica del doce está loca, pero acentuó más mi suposición cuando veo que los dos se sonríen, cómplices.

—Soy del cuatro. —responde y para sorpresa de todos.

Heather salta y dice al momento qué de eso el sonaba, pero una confusión aparece en su rostro.

—¿Pero no tienes dieciocho? Sigo preguntándome cómo los del Capitolio decidieron secuestrar a jóvenes así de la nada, sin avisar a nadie.

El chico se hunde de hombros, jactándose de que es el capitolio y que ellos hacían lo que querían.

Entonces, Teresa interesada en el tema, pregunta a todos los nuevos de que distrito son, y las cosas van así; Rose, Aris, Winston y Madi son del siete; Isabelle ya sabemos que es del cuatro también; Dayana, Violet, Colette y Vincent dicen que son del 1, y Gally solo dice que les sonaba sus rostros pero nada más. Todos coinciden en eso, que solo se habían visto por encima.

Después eso, retomamos la larga caminata justo cuando el sol está bajando y deja un hermoso tono rosado en el cielo es cuando Newt me mira, curioso, mientras acomoda su propia mochila y esa insignia suya parece tener brillo propio.

—¿Tendrás un plan, no? —Aquello me hace detenerme en seco, sin saber qué responder.

Porque no, claramente no había pensado en qué podíamos hacer al salir de aquí. Y al ver que niego con la cabeza, dudoso. Todos los demás se detienen con nosotros. Teresa curiosamente está bastante cerca de nosotros.

—Pues yo, yo no...

Sin embargo, mi seca respuesta parece derrumbar toda la calma que hasta el momento Newt había mantenido encima y me pregunto realmente qué es lo que le habría sacado de sus casillas.

—¡Te hemos seguido hasta aquí y ahora dices que no tienes ni idea de lo que vamos a hacer! —Su repentino grito me saca de honda y es Minho, quien colocándose al frente suyo, le susurra cosas en bajo que parecen calmarlo de pronto.

Teresa nos observa a los dos, desconcertada y solo quiero cerrar los ojos.

—A ver... P-podemos seguir adelante y ver cuál es el final de esto, ¿no? Quizás podamos encontrar algunas edificaciones como antes y ver qué hacer. Sé que podemos conseguirlo, chicos, salir de aquí —menciono un poco como quién no quiere la cosa, y Newt me mira serio.

Cuando piensa seguro que volverme a regañar, siendo sujetado por Minho, todos nos agachamos al escuchar un tiro en el aire. Pero tras revisar a Newt y ver que no está herido, nos damos la vuelta, para ver como más adelante, Winston ha caído en la arena y ha intentado dispararse siendo claramente detenido por Aris.

Con solo una mirada de Newt, todos nos acercamos hasta ellos dos.

—¿Qué demonios haces, Winny? ¿Estás loco?

Aris parece fuera de sí. Pero al ver allí tendido a Winston, con la mirada perdida y bastante mucho más pálido de lo que recordaba, sé que no lo está. Que nunca ha estado más en sus cabales.

Minho se inclina rápidamente a su lado, descubriendo algo que no nos podría haber revelado Winston por sí solo. Levanta su camisa y encuentra que en su vientre hay dos agujeros de bala, no hay orificio de salida y realmente me sorprende todo lo que ha podido aguantar.

Al parecer, no habían sido solo rozaduras.

—No lo voy a conseguir, chicos. —Es lo que dice con una sonrisa, y con un tono de voz bastante más apagado que antes, como un susurro.

Rose obliga a apartar la mirada a Madi, y la mayor parte de los chicos no dicen nada. Saben cuál es su deseo, ese que Aris no quiere ver; siento que me asalta un nudo en la garganta de sólo imaginar lo que se viene. ¿No se suponía que venían tiempos buenos para nosotros? ¿Qué al menos evitaríamos perder a gente por ahora?

—Por favor, Aris... p-por favor... —Él extiende una mano hacia el arma que le ha arrebatado Aris, y todos sabemos qué lo que quiere es una muerte rápida.

Pero... es muy duro de asimilar.

Su mejor amigo llora, en ese silencio amargo que nos invade a todos, pero cuando Minho se levanta y lo mira, sabe que a pesar de sus temblores y negación mental, no sería capaz de negarle su último deseo. Por eso, todos vemos como pacientemente Newt le quita la pistola a Aris de las manos, con cuidado, como si no quisiese alertar al otro.

Brenda estira una mano hacia Newt, pero este la esquiva con la vista clavada en Winston. Y yo solo puedo pensar que hasta en estos momentos, él es el único que se ha mantenido fuerte hasta el final; ni siquiera Jace, que mira hacia el suelo, incapaz de levantar la mirada.

Newt traspasa a un Minho que no le dice nada y todos vemos como este se agacha al lado de Winston y con parsimonia le tiene la pistola. No escuchamos lo que le dice, pero cuando momentos después se levanta con una expresión indiferente, sabemos que tenemos que hacer.

—Largaos, chicos —termina por confirmar la idea un Winston malherido.

Y poco a poco, a pesar de probablemente sentir los pies como plomo, todos se despiden de él con intensas miradas para dejarlo atrás en esa tormenta de arena que ha amainado lo suficiente para ser más molesto. Newt encabeza el camino, y Aris es el siguiente en despedirse del otro.

Veo como afianza sus manos con el chico moreno, como le da las gracias y después sale corriendo sin mirar atrás. Aquello hace que un agujero me nazca en el pecho cuando Minho sólo le da un golpe en la frente y le dice que hasta el final, ha sido el más fuerte.

A mi me tiemblan las piernas cuando afianzo mi mochila con más fuerza, y solo atino a decirle un «Lo siento» para comenzar a dejarle atrás como los demás, he sido el último en irme. Sin embargo, su voz a mi espalda hace que mis pies se sientan plomo al escucharle decir:

—Cuídalos todos por mí, Thomas. Sobre todo a Aris y Newt —dice y me quema por dentro que hasta el final, siga sin preocuparse por si mismo.

Entonces sin nada más que decirle, retomo el camino con los demás y cuando nos hemos alejado tan si quiera unos pocos metros, nos detienen abruptamente el sonido de una bala y un cañón seguido de este. Por un momento se me enfría la cabeza y pienso al final que tengo tan metidos los juegos en la cabeza, que ahora me imagino cosas.

Todos después de un largo silencio, y entre las lágrimas de Madi, retomamos el camino notando que ese sabor salado cae sobre mis labios y que hace que piense en que afuera de ese maldito refugio lo que nos espera, es un verdadero infierno.

N/A → muchísimas gracias por leer, y aunque siento que les he dejado con una sensación amarga en la boca, todavía no han visto nada. y sí, en total han sido como ocho mil palabras pero bien empleadas. los quiero mucho y nos veremos en el siguiente, tributos.

Se despide xElsyLight.

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