Entre las sombras - JENLISA...

By xrubycore

35.7K 6K 524

Lisa Manoban teme convertirse en una Jekyll y Hyde de los tiempos modernos. Lisa sueña con detalles gráficos... More

Nota
Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XXXX
Epílogo

Capítulo XXX

822 144 19
By xrubycore

LISA MANOBAN

Precisamente a las seis y media de la tarde, la hora de nuestra cita, aparqué delante de la casa de DongSun. Al otro lado de la calle el salón de Jennie se iluminó.

Pensé en el ambiente hogareño del interior, en los cómodos muebles, en Kuma acurrucado en su regazo, en Jennie con una cómoda bata que se anudaba a su pequeña cintura y abrazaba las curvas de su cuerpo, y ansié estar allí. Si tan sólo pudiese fingir que era una mujer normal, relajarme de nuevo en mi mundo normal, tomarla en mis brazos y hacer lo que la gente normal hacía cuando el fuego ardía como lo hacía entre nosotras.

Maldiciendo, abrí de un empujón la puerta del auto, salí de el y caminé hacia el porche de DongSun.

Cuando DongSun abrió la puerta al oírme llamar, el hombre mayor dio un paso atrás involuntario y me di cuenta de que mi turbación se reflejaba en mi rostro. Intenté sonreír. ─Soy yo, ─ le aseguré, y Love se acercó agitando la cola para confirmar mi identidad.

─Lo siento, ─ me disculpé al entrar, le rasqué las orejas a Love y caminé hacia el centro de la habitación. ─Si parezco desesperada, es porque lo estoy. No puedo soportar más esta guerra civil en mi propio cerebro, con la mitad de mi persona tramando la destrucción de todo lo que soy.

─Siéntate, intenta relajarte y empezaremos.

Elegí un sillón en lugar del sofá donde había sostenido a Jennie tan recientemente.

Nunca sería capaz de relajarme allí.

─Cuéntame qué ha pasado. ─ DongSun se recostó en su desgastado sillón reclinable.

Le conté a DongSun lo sucedido aquel día: la llamada telefónica a la policía, mi entrevista con ellos y la información de mi abogado sobre mi nuevo testamento y poder notarial.

Observé atentamente las reacciones de DongSun mientras hablaba. Ni siquiera DongSun pudo ocultar una fugaz expresión de asombro ante las implicaciones del testamento.

─ ¿No recuerdas en absoluto haber estado allí? ¿Ni siquiera después de ir hoy y ver el documento?

─Nada. Ni un atisbo.

─ ¿Cuándo estuviste allí? Probablemente no fuiste a la oficina del abogado en mitad de la noche, cuando normalmente estás durmiendo. ¿Tuviste finalmente un lapso de tiempo?

─ No lo sé. Seguramente estaba preparándome para ir a trabajar o conduciendo hacia el trabajo. Siempre estoy pensando en otras cosas, en mis planes para el día, en lo que subió ayer el mercado de valores. Me visto, desayuno, conduzco al trabajo automáticamente.

Me levanté del sillón, alcé los brazos y empecé a pasear de un lado a otro por la habitación. ─ ¡No lo sé! ¿Tienes idea de cómo se siente cuando en tu propia mente suceden cosas de las que no sabes nada, cuando haces cosas que no recuerdas? ¿Acaso no hay algo que se pueda hacer? Ahora existen tantas drogas.

DongSun negó con la cabeza. ─No conozco ningún medicamento para curar el trastorno de personalidad múltiple. Puedo darte un antidepresivo, pero eso es todo lo lejos que creo que debemos llegar en este momento.

Sacudí la cabeza. ─Algo experimental, entonces. ¡No me importa si puede ser peligroso! Nada puede ser peor que esto. Terapia de electroshock. ¿Qué hay de eso? Cualquier cosa. Dímelo y lo haré. ─ Golpeé la pared con el puño.

─Me gustaría probar más hipnosis, ─ dijo DongSun con calma, ignorando mi arrebato.

Me dejé caer en la silla. ─Bien. Pero solo si colocas una sugestión posthipnótica de que Pranpriya morirá.

DongSun me observó un momento. Al menos no descartó inmediatamente la sugerencia. ─No estoy seguro de qué resultado obtendríamos con esa táctica. Lo que tienes que hacer es aceptar la situación que originó Pranpriya, sacarla a la luz, y entonces podremos ocuparnos de ella.

─He aceptado la muerte de mis padres. Pasamos por eso bajo hipnosis. ¿Qué más puedo hacer? Pranpriya aún anda por ahí por su cuenta, causando problemas, conspirando para meterme en la cárcel o matarme, y no estoy segura de cuál de las dos cosas sería peor. ¿Cómo se supone que voy a aceptar a alguien así como una parte de mí?

DongSun acarició la cabeza de Love, que estaba sentado en el suelo junto a su silla. El movimiento fue lento y relajante... como sin duda él sabía que yo quería que fuera. Eso me hizo preguntarme si DongSun se estaba preparando para decir algo perturbador, algo que requería un poco de calma primero.

─Quiero retroceder más allá del accidente automovilístico. Es posible que esa no sea la primera vez que aparece Pranpriya.

Me quedé mirándolo sin comprender por un momento. ─ ¿Quieres decir que todo lo que hemos hecho hasta ahora puede ser en vano? ¿Quizá nos equivocamos de evento?

DongSun sacudió la cabeza. ─ Ciertamente no es inútil. Este tipo de terapia no funciona de la noche a la mañana. Lleva su tiempo.

Me levanté de un salto. ─ ¡Pero no tengo tiempo! ─ Recorrí toda la habitación y luego regresé. ─La policía me busca por un delito que he podido cometer. Esta personalidad que he creado está gastando mi dinero, modificando mis documentos legales, conspirando para deshacerse de mí y acosando a Jennie. El tiempo se acaba. Puede que ya se haya agotado.

─Entonces será mejor que empecemos de inmediato. ─ La voz calmada de DongSun llegó a través de mi pánico, y me senté de nuevo.

─De acuerdo, ─ acepté cansada.

Pero, por primera vez, no pude conseguir alcanzar el trance hipnótico necesario.

─Lo siento, ─ dije cuando fue evidente que el esfuerzo era un fracaso. ─Simplemente no puedo relajarme en este momento.

─Has estado así de tensa antes. Esta noche creo que tal vez estás rechazando la terapia. O estás convencida de que no funcionará o tienes miedo de que lo haga. Ahora mismo no creo que quieras conocer a Pranpriya.

Sonreí sin humor. ─No, no quiero conocerla. Y por mucho que lo intente, por muchas pruebas que vea, no puedo aceptar que ella forme parte de mí. Quiero matar a esa bastarda. Así como ella quiere matarme a mí.

─Hablemos de eso, ─ sugirió DongSun. ─ ¿Cuándo notaste por primera vez que tu amistad con Pranpriya se estaba convirtiendo en odio? Intenta retroceder más allá de lo obvio, antes de este último episodio. ¿Qué tal cuando dejaste de jugar con ella como amiga imaginaria? ¿Cómo te hizo sentir eso?

Me moví incómoda. ─Sé que esto va a sonar como una locura, pero me sentí culpable. Realmente sentí que estaba rechazando a una vieja amiga. Era como si ella me hablara y yo me negara a responderle. Soñaba con ella, y al principio ella estaba triste en esos sueños, luego se enfadaba porque la estaba abandonando. Finalmente, desapareció. No más compañera de juegos imaginaria, no más sueños con ella

DongSun se frotó el bigote. ─Así que la abandonaste por una mujer, y ahora ella odia no sólo a esa mujer sino a cualquier mujer que te interese. Incluida Jennie.

Golpeé el sillón con los dedos.  ─Sí, eso parece.

Noticias viejas, pensé impaciente.

─En lugar de querer deshacerte de Pranpriya, necesitas aceptarla de nuevo en tu vida, hacerle saber que sigue siendo una parte de ti, sin importar qué. Una vez que hayas hecho eso, eliminarás la motivación de su enojo, de las cosas que está haciendo, de querer deshacerse de ti.

Hablamos durante un buen rato, pero mi corazón no estaba dispuesto a ello. No quería psicoanalizar y aplacar a mi alter ego. Sólo quería deshacerme de ella.

Cuando salí de casa de DongSun, mi mirada se sintió irremediablemente arrastrada hacia la casa de Jennie.

Pero por muy desesperada que estuviera por verla, no iba a ponerla aún más en peligro.

Con determinación, introduje la llave en la cerradura de la puerta del auto.

Desde el otro lado de la calle oí un ruido y levanté la vista para verla de pie en su porche. Miró hacia DongSun y Love, que seguían de pie en la puerta abierta de su casa, observándola. Podría acercarme a saludar a Jennie. Seguramente estaría bien pararse en su porche a la vista del público y contarle lo que estaba pasando. Ella querría saberlo. Merecía saberlo.

Jennie me esperó mientras cruzaba la calle hacia ella, una delgada silueta frente a la puerta iluminada de su salón. A oscuras no podía ver ningún detalle, salvo que su pelo brillaba incluso con aquella luz mínima. Llevaba unos pantalones de vestir y un jersey ligero, lo que me hizo recordar aquellas curvas suaves, las curvas que deseaba tocar, acariciar.

Cuando entré en el porche, pude ver su sonrisa expectante y radiante. Me alegré de verla. Oh, Dios, si tan solo no hubiera visto esa expresión. ¿Cómo me atrevería a marcharme ahora?

─Me preguntaba cómo había ido la sesión, ─ me dijo.

Me encogí de hombros. ─No muy bien.

─ Entra , ─ me invitó. ─ Prepararé un poco de té.

De alguna manera encontré la fuerza para negar con la cabeza. ─No es una buena idea. Quedémonos aquí afuera donde DongSun y Love puedan vernos.

Ella asintió y se sentó en el banco de madera del porche. Me senté junto a ella en lugar de elegir otra silla. Negarme a acompañarla al interior de la casa había requerido toda mi fuerza de voluntad. No me quedaba nada que me obligara a sentarme lejos de ella.

Tan resumidamente como me fue posible, le conté lo de la policía, las noticias de mi abogado y la falta de progresos con mi terapia.

─ Sabes, DongSun tiene razón, ─ dijo en voz baja.

Con una mirada le dije que DongSun y Love se habían alejado de la puerta abierta, pero sabía que sólo haría falta un grito de auxilio y el perro bien entrenado estaría junto a mi. Mientras tanto, podía sentarme en la oscuridad con Jennie, disfrutando de su cercanía sin miedo a hacerle daño.

─Es una noche hermosa, ─ dijo Jennie, su voz ronca. La pálida luz de la media luna se filtraba entre los árboles y bailaba provocativamente en sus labios mientras hablaba.

─Sí, ─ estuve de acuerdo. ─Cada segundo que pasa se vuelve más hermoso.

Por un segundo me imaginé sentada en un porche parecido a este, rodeada de árboles, con mi familia... mis verdaderos padres... antes del accidente. La sensación era de paz y felicidad, y los detalles me resultaban tentadoramente cercanos.

Pero no persistí en ese recuerdo aparentemente inútil. Dejé que se alejara con la brisa otoñal. Quizá volvería a ello más tarde. Ahora mismo no quería interrumpir lo que estaba sucediendo en el presente.

El aire era fresco, apenas frío, y se sentía limpio en mis pulmones. Casi podía imaginarme que aquella era mi única realidad, sentada en la oscuridad de una noche de otoño con una mujer hermosa a mi lado.

Me incliné sobre ella, rozando tiernamente sus labios con los míos, la limpia frescura del aire mezclándose con la calidez de su boca. Pareció como si la rodeara, como si se deslizara dentro de ella. Jennie era parte de la noche y parte de mí, y era imposible decir dónde terminaba una y empezaba la otra.

Jennie enredó una mano en mi pelo y me acercó más. El beso se hizo más intenso, lengua contra lengua. No era mi intención que aquello ocurriera. Aunque la oscuridad y los arbustos nos cubrían, seguíamos sentadas al aire libre, expuestas al mundo, como habíamos estado en White Rock Lake. Aquella fue la única vez que me atreví a besarla, en público.

Me alejé un momento, pero no mucho. Incluso en la penumbra, sus ojos brillaban con un deseo claro y sincero que me sacaba de la confusa turbulencia de mi alma, y fui incapaz de resistirme. Con un gemido volví a atraerla hacia mí, buscando su boca, enterrando mis miedos y dudas en mi ferviente deseo. Sus labios eran suaves y cálidos, exigentes y dispuestos, y me hicieron salir cada vez más de mi mundo, y entrar en el suyo, en mi deseo por ella.

Mis manos en su espalda levantaron su jersey para tocar y saborear la piel desnuda.

─Lisa, ─ susurró, su boca moviéndose contra la mía de una forma insoportablemente dolorosa y a la vez maravillosa. ─ ¿Quieres entrar?

─Dentro, ─ murmuró, la palabra adquiriendo un doble significado. Dentro de su casa, dentro de su cuerpo. Sí, eso era lo que quería, fusionarme con ella, formar parte de ella.

«¡Es mía! Aléjate de ella. Es mi turno.»

Mientras esas palabras resonaban en mi cabeza, un perro ladró. Me aparté de ella como si una fuerza física se hubiera interpuesto entre nosotras.

─Es sólo Kuma, ─ susurró. ─Quiere salir.

Me eché hacia atrás, pellizcándome el puente de la nariz con dos dedos, concentrándome en el dolor, en acallar la ajena voz. ─Creía que era Love.

Jennie se levantó y dio un paso hacia la puerta. Me cogió del brazo intentando pararme. ─He oído que los perros pueden saber cuándo alguien va a tener un ataque epiléptico antes de que ocurra. ¿Es cierto?

Jennie me miró. ─Eso he oído. Convulsiones, comas diabéticos, cualquier cambio drástico en la química corporal de una persona. Una de las teorías es que pueden olerlo.

─Así que tal vez Kuma puede oler Pranpriya incluso antes de que ella llegue aquí. Quizá por eso ladró.

─Ladró porque no le gustaba quedarse solo en casa con nosotras tan cerca. ─ Pero Jennie no parecía segura de sus propias palabras.

─Tengo que irme. ─ Tenía que alejarme lo más posible en caso de que no pudiera retener a Pranpriya. Abandoné la banca y huí del porche, a la calle, hacia mi auto. Los neumáticos chirriaron mientras me alejaba a toda velocidad.

JENNIE KIM

Mientras intentaba orientarme después del mareante torbellino de emociones por el que acababa de pasar, vi cómo Lisa se alejaba... huía. Se estaba convirtiendo en una escena familiar.

Menos mal que estaba Kuma. De lo contrario, la habría metido en mi casa, en mi cuerpo tras las puertas cerradas, y lo que podría haber ocurrido entonces era mera especulación.

¿En qué demonios había estado pensando? Con frecuencia, las personalidades fragmentadas salían a la luz en momentos de sobrecarga emocional, y estaba segura de que nuestra relación amorosa habría entrado en esa categoría.

No estaba pensando. Había dejado que mis hormonas se apoderaran de mi sentido común.

Al otro lado de la calle, DongSun se asomó, agitó la mano y cerró la puerta. Que Dios bendiga su corazón. Había esperado para asegurarse de que yo estaba a salvo. Ahora Love y él podían relajarse. Tenía suerte de tener un amigo tan bueno.

Kuma volvió a ladrar, reclamando mi atención. Abrí la puerta mosquitera y el perrito corrió hacia el porche, dando saltitos a mis pies, suplicando que le prestara atención. Si Kuma había percibido algo siniestro en Lisa, ahora había desaparecido. Por supuesto, Lisa también. Puede que se hubiera escapado por los pelos.

Entonces, ¿por qué no me sentí tranquila en lugar de triste, abandonada y... vacía?

Me incliné y levanté a Kuma, luego volví a entrar en la casa. ─Parece que somos tú y yo, chico. Te traeré galletas para perros y yo comeré galletas con trocitos de chocolate.

Por primera vez me sentí sola. Volver a casa, a mi pequeña casa y con Kuma, siempre me había parecido un refugio, un refugio de paz y tranquilidad, un lugar donde nadie podía hacerme daño. Esta noche Lisa había cambiado eso de alguna manera. Había estado allí poco tiempo, pero ese tiempo había compensado con intensidad lo que le faltaba en duración. Cuando se fue, se llevó mi sensación de bienestar y dejó un vacío en su lugar.

En la cocina observé a Kuma, que masticaba satisfecho una galleta para perros. El mundo del perrito era envidiablemente sencillo. Adoraba a Lisa y odiaba a Pranpriya, ambas de manera desenfrenada. No tuve que moderar mis emociones por miedo al resultado. No me preocupaba que Lisa estuviera mentalmente enferma y fuera peligrosa tanto para sí misma como para mí.

No podría odiarla más por su enfermedad de lo que podía odiar a mi padre. Pero tampoco podía dejar de temer lo que la enfermedad podría provocar que hiciera.

Como doctora, debía creer que Lisa podía curarse. Como mujer, no me atrevía a tener esperanzas. Había querido a mi padre durante su enfermedad, había hecho lo que había podido para ayudarle, pero no había sido suficiente. A veces, lo suficiente simplemente no existía.

Alguien llamó a la puerta.

¿Lisa había cambiado de opinión y había vuelto?

Aunque mi parte racional protestaba, corrí hacia la puerta y la abrí de golpe para ver a Lisa de pie en la oscuridad. Alzó los brazos hacia mí y la abracé a la vez que oía gruñir a Kuma tras sus talones. Los labios de Lisa se posaron en los míos, ásperos y exigentes, el sabor rancio del tabaco picándome los sentidos, sus brazos sosteniéndome dolorosamente.

Y me di cuenta de mi error.

Continue Reading

You'll Also Like

91.7M 8.5M 65
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y paut...
179K 18.1K 22
Jennie sería capaz de cualquier cosa para sacar adelante a su hija, Nana. Pero todo se vuelve más complicado cada día. ¿La vida le mandará a ese ánge...
21.2K 1.2K 27
El tiempo pasa rápido cuando no esperas nada de nadie. "Mi padre me rompió el corazón, es por eso que me enamoro de todos los chicos que me demuestr...
660K 59.1K 69
Creo que las palabras que mejor me definen son: Sexo, Alcohol y Mujeres... O al menos eso pensaba antes de conocer a la chica que se transformaría en...