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𝓛𝓪 𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪 𝓕𝓪𝓿𝓸𝓻𝓲𝓽𝓪
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"Una nueva amistad"
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La chica de cabellos rosados con puntas verdes le habló en un tono tranquilizador mientras la agarraba de los brazos. Se presentó como Mitsuri Kanroji. Según lo que dijo tiene un cargo alto entre los soldados, a (T/n) se le hizo raro que una mujer hubiera aprendido las técnicas de un samurái prácticamente, ya que las mujeres en Japón tienen prohibido meterse a la milicia. Pero eso ahora era lo de menos. (T/n) se sentía enojada con esta chica por dos razones, primero la separó de su familia y ahora su única oportunidad de salir del palacio Edo la había perdido.
-Te recuerdo bien... Lo siento en verdad. -murmuró apenada.
(T/n) frunció levemente el ceño.
Esa chica llamada Mitsuri, a pesar de tener esa armadura que desprende poder y fuerza, su extraño cabello rosa y verde, su cuerpo femenino, su voz suave y su linda personalidad lo contradicen. Si no fuese por todo lo que le está diciendo (T/n) estaría muerta de miedo en que la hayan descubierto. Ella acepta que Mitsuri da muy buenas vibras, pero no le perdona lo que hizo.
-No te basta con apartarme de mi familia, ¡Estaba a punto de salir de aquí! ¡Eres una infeliz! -le gritó (T/n) descontrolada por la rabia de no poder escaparse.
-No podrías escapar. -dijo ella en voz baja. -Ese chico que acabas de ver es uno de los hijos del emperador. Tiene una obsesión con entrenar, te hubiera descubierto y no la contarías...
-... Yo sólo quiero irme. -sollozó deseando que la chica se apiadará de ella, aunque de todas formas no fingía su dolor.
Mitsuri la miró con lástima. Podía entender su desesperación por irse del palacio, pero lo que no podía hacer era ayudarla. Eso no estaba en la ética de un soldado. Y ni hablar del problema grande en el que se metería por ayudar a escapar a una concubina de la que ya le pusieron el ojo. La matarían sin dudarlo.
La abrazó dando palmaditas en su espalda como un gesto de consuelo, un consuelo que no le serviría de nada a (T/n).
-Vamos, te acompaño de regreso al O-Oku. -le dijo refiriéndose al harén. -Si Yoriko te dice algo le inventaré una excusa, no te preocupes.
(T/n) se tensó de inmediato. Ella no quería regresar al harén, ¿todo el plan que ideó con Akiko se fue a la basura?
-No... Por favor, no quiero regresar. -lloriqueó negando repetidamente la cabeza.
-Ven. -Mitsuri ignoró lo que decía y le tocó el hombro guiándola por el camino.
La chica de cabellos rosados iba unos pasos a la delantera, lo que significa que (T/n) la seguía detrás. Mientras su mente recopilaba lo último que había pasado, más de su escape. Todo iba bien hasta que apareció ese otro príncipe de ojos rojos que dañó todo, y luego Mitsuri. Pero, ¿ahora que él se fue podría volver a intentarlo?
Alzó la mirada. Mitsuri iba conversándole animadamente, buscando una manera de hacer sentir mejor a la pobre chica. Ésta aprovechó esta distracción y dió unos pasos atrás lentamente antes de salir corriendo hacia el campo de entrenamiento nuevamente sin que la otra se diera cuenta.
Al llegar esta vez estaba todo oscuro, no había nadie. No sé quedó a mirar como hace unos minutos, debía ser rápida. Tomó una soga que le dió Akiko, la ató y la enganchó en el muro para acto seguido comenzar a escalarlo. El muro de piedra no es alto, pero tampoco muy bajo. Con sus dos manos y pies en los lugares correctos trataba de subirlo, y la ayuda de la soga. Pero lamentablemente en un descuido su kimono se atoró en una piedra del muro y se agarró fuerte de éste para no caer.
Pese a sus esfuerzos fue jalada de su ropa y casi cae al suelo se espaldas. Mitsuri se había dado cuenta de su trampa y fue rápidamente a bajarla del muro.
-¡¿Eehhhh?! ¡¿Qué haces?! ¡No cometas locuras, te puedes hacer daño! -le regañó revisando que no tuviera ninguna herida.
-¡Déjame ir! -reclamó enojada.
Mitsuri hizo una mueca con sus labios.
-Aunque saltaras ese muro tendrías que saltar otro, después de ese hay custodios. Y si ninguno te viera te encontrarías peligros en el bosque. -dijo sonando sinceramente preocupada.
(T/n) escuchó lo que temió desde que ideó este plan. Saber que escapar del palacio no era difícil, si no imposible. Resignada a olvidar este plan se dejó llevar por la peli-rosa.
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Para evitar que otra vez (T/n) se le escapara Mitsuri la tuvo agarrada del brazo en todo el trayecto hacia el O-Oku. Con la mente y mirada perdida la chica siguió los pasos desganada. Ahora sí que había perdido la poca esperanza que le quedaba. Volver al harén le hace sentir más vulnerable de lo que se siente estar fuera de él. Significa que es una propiedad, una cosa para que los hombres de la familia imperial puedan divertirse y luego las olvidan. Las mujeres nobles del harén se ven tan tranquilas y felices, sabiendo perfectamente su función como si fuesen cortesanas.
Pararon al frente de la entrada del harén. Mitsuri soltó un suspiró leve y miró de reojo a (T/n) que no emitió sonido ni movimiento.
-Como te dije, hablaré con la administradora Yoriko, diré alguna excusa para que no te regañe, ¿bien? Ya puedes entrar.
(T/n) le dió una rápida mirada a los ojos y luego la apartó cabizbaja, en un signo de derrota. Antes de dar un paso fue detenida.
-Sé que no confías en mí, pero... Si necesitas ayuda, no dudes en buscarme. Y por favor, no vuelvas a intentar escapar. -dijo la chica con tonalidad suave antes de marcharse.
La chica la vio irse y luego entró al harén, ese lugar que destesta y desea desaparecer de ahí. Mitsuri le caería bien, pero aún no confía en ella luego de lo que pasó. Aunque de igual forma, le agradece internamente haberla salvado del oji-rojo.
Antes de entrar a su habitación la tomaron del brazo.
-¡¿(T/n)?! -era Akiko quién la miraba entre sorprendida y preocupada. -¿Por qué estás aquí? ¿Qué pasó que no pudiste escapar? Yo tuve que coquetearles a dos tipos!! -susurró en el oído de la chica para que nadie escuchara.
-... Luego te cuento. Es una historia larga. -dijo abatida.
Akiko negó con la cabeza poniendo su mano en su frente. Había llegado hace poco y ya se imaginaba que a estás alturas (T/n) debía estar entrando al bosque que queda cerca del palacio. Le tenía fe.
Éste se limitó a asentir y puso una mano en la espalda de la chica antes de entrar a su habitación.
Maiko, quien estaba conversando felizmente con otras compañeras técnicamente feliz de buscarle un problema a la pobre niña y asegurar su puesto como favorita, vio llegar a (T/n). Apretó el vaso de plata que tenía en sus manos con rabia.
No le habían hecho nada... ¿No la castigaron?
-Maiko, ¿te ocurre algo? -preguntó una de ellas extrañada.
La pelinegra cambió su expresión al instante y mostró una sonrisa dulce frente a sus amigas.
-Claro, estoy bien.
Siguieron compartiendo entre ellas con ánimo. Maiko seguía con una mirada dudosa. Quizás exageraba, después de todo, Karaku es conocido por ser el príncipe más mujeriego, es habitual en él. Pero le preocupó la manera en la que la vio, como si hubiese quedado cautivado por una joya... Temía perder su puesto y con ello su poder. Decidió no pensar más en eso, confiaba en que esa niña sólo sería un juguete más. Después de todo, ella es más hermosa.
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Dos días habían pasado desde lo sucedido con su intento de escapar del palacio. Cuando le contó a Akiko lo que ocurrió a detalle y le mencionó sobre el chico oji-rojo, que ahora (T/n) sabía que se trataba de otro hijo del emperador, Akiko estuvo boquiabierta por el resto del cuento. Hasta donde su amiga sabe la chica se ha encontrado ya con tres de los príncipes... Y según lo que piensa Akiko no es nada bueno.
En los últimos dos días (T/n) se rindió, literalmente se resignó a su destino. Escapar es casi imposible y ya ni mandar cartas la dejan. Todas esas historias del triste desenlace de las mujeres bonitas que terminan de esclavas es horrible, como las sirvientas... Ahora que lo piensa, hubiera preferido mil veces quedar de una simple mucama que prostituta personal.
Por la tarde se encontraba sola en ese momento. Estaba con Akiko fuera de la habitación, en el área grande para distraerse un poco. Akiko la quería animar a dibujar para entretenerse, pero la chica estaba demasiado deprimida. Luego Akiko fue al baño, así que quedó sola en ese momento.
Un hombre, más bien un mensajero, le entregó un sobre a una de las chicas del harén porque no se encontraba Yoriko por suerte. Ya que ningún hombre, con excepción a la familia imperial, puede poner un solo pie en el O-Oku.
La chica agradeció y leyó el sobre por fuera viendo el nombre. En cuanto lo hizo miró a (T/n) y caminó hacia ella.
-Es para ti. -dijo entregándosela en la mano.
(T/n) miró la carta con curiosidad. Leyó por fuera del sobre, decía "Para (T/n), De Papás".
Su corazón latió velozmente de la emoción que sintió al leer esas simples palabras. Toda la depresión que tenía fue curada de golpe. Es como si los dioses la hubiesen escuchado y le mandarán una señal para animarse.
-¿Qué pasa? ¿Qué es eso? -interrogó Akiko volviendo.
-¡Mis papás! ¡Mis papás! ¡Respondieron mi carta! -saltaba la chica emocionada.
-¿En serio? ¡A ver! -ella de igual forma se emocionó al ver a su amiga tan feliz.
La chica (c/c) abrió el sobre y sacó la carta lista para leerla. Akiko se sentó a su lado curiosa.
"¡Hola, princesa! Recibimos tu carta hace unos días. No tienes ni idea de lo emocionados que estuvimos al tenerla en nuestras manos. Desde que no estás la vida dejó de tener sentido, ya ni siquiera teníamos ganas de trabajar y comer. ¡Tenerte lejos duele demasiado! ¡Desearíamos sacarte de ahí!
Todo lo que necesitábamos eran unas palabras tuyas, (T/n). Gracias por animarnos, nos sigue doliendo pero si quieres que estemos bien y cuidemos de tus peces lo haremos. ¡Nos volveremos a encontrar!
Y cierto, Tanjiro no ha dejado de preguntar por ti. De pensar en cómo estás, de preocuparse. Hay veces que él parece más desesperado que nosotros incluso, ha perdido el brillo. Pero la última vez que lo vimos nos prometió que irá por ti en cuanto pueda viajar...
Sabemos que probablemente quedaste siendo sirvienta en casa de nobles o en el palacio, esperamos que te traten bien.
Te amamos mucho, tus padres."
Desde antes que (T/n) terminara de leer la carta ya habían lágrimas deslizandose en sus mejillas. Era una mezcla de tristeza y alegría, pero sin duda estaba más feliz. Esas palabras la reconfortaban tanto...
-Tus padres son realmente lindos y fuertes. -admitió Akiko. -Te envidio por tener padres así de lindos. -bromeó para que (T/n) dejara de llorar.
-Sí... Sí, lo son. -con un dedo se limpió las lágrimas y sonrió. -Los extrañé tanto.
-¿Tanjiro no es el chico del que me hablaste? ¿Por qué no le mandaste una carta? -alzó una ceja pareciéndole raro. -Si no mal recuerdo tú le escribiste una a él también.
(T/n) recordó de una vez que le contó a Akiko que un chico "amable" la ayudó con entregar las cartas. Nunca le dijo quién era, en ese momento ni se imaginaba que era uno de los príncipes y lo que le haría después.
-Umm... Fue... -tartamudeó volviendo a aguar sus ojitos.
-¿Yoriko, verdad? Ash, esa vieja entrometida. Ya las cobraré, no te preocupes. -bufó cruzando los brazos. -Pero en fin, me alegro que hayas recibido esa carta. Si tienes suerte puedes mandar más, cuidándote de la bruja, claro.
(T/n) rió suavemente, Akiko ciertamente era una ayuda esencial para ella en este lugar.
Abrazó la carta y pudo jurar oler débilmente el perfume de su madre impregnado en el sobre y papel. Sonrió para sus adentros. Luego de lo que pasó no pensó que ese oji-azul le dijera la verdad y sí entregara su otra carta, claro que le agradecía. Pero seguía odiándolo... Aunque más que odio, ahora tiene miedo a que la vuelvan a llamar.
Por el resto del día lo pasó tranquilo, y como Yoriko estaba ocupada, el harén tenía hasta mejor ambiente.
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Al siguiente día, en una habitación del palacio estaban reunidos los cuatro hermanos mayores. Una reunión que fue consultada y creada por Sekido, ya que éste quería conversar de algunos temas del estado del país y del imperio de la forma más seria posible. Pero sus hermanos no colaboran y de un momento a otro quedaron en una discusión, algo fuerte...
-Papá ha estado bastante estresado, ¿no lo creen? Ya le cayó la edad, pobrecito. -dijo Urogi fingiendo dolor cuando en realidad era una indirecta que quiere ser el emperador ya.
-Sí, me he dado cuenta. Se nota más decaído y viejo de lo normal. Aunque viejo ya está, pero no sé... La última crisis de alimentos lo afectó bien feo. -se encogió de hombros Karaku.
-Aunque por lo menos la crisis no llegó a más, eso es bueno. -dijo Sekido.
-Creo que no debería sobreesfuerzarse tanto. -comentó Aizetsu, quién había estado en silencio todo el tiempo escuchando.
-Tienes razón, ¿Cuándo va a elegir al que será el próximo emperador? Se ha tardado. -dijo Karaku haciendo una mueca de desagrado. -El pueblo pide una respuesta.
-No es necesario que lo elijan, ya está decidido desde un principio. Soy yo, obvio, soy el mayor. Sólo deben decirlo formalmente. -respondió Sekido orgulloso y con mucha confianza. Todos lo miraron mal.
-¿Tú? ¿Emperador? JAJAJAJAJAJA Qué buen chiste. No me imagino a ti en ese cargo. Eres capaz de fusilar a medio imperio sólo porque pediste agua tibia en la bañera y te la dejaron fría. -Karaku reía a carcajadas. Sekido rodó los ojos.
-¿Eh? Pero yo quiero ser el emperador. No significa nada que tú hayas nacido primero, tenemos segundos de diferencia, no jodas. -dijo Urogi señalándolo con molestia.
-Sigan soñando, yo seré el próximo emperador. Soy mucho mejor que ustedes tres. -Karaku se señaló así mismo sonriendo.
-¡NO! Yo seré el emperador. Ustedes son unos niñatos estúpidos que no saben manejar un imperio. -exclamó Sekido comenzando a enojarse.
-¿Y tú sí? -dijo Urogi levantando una ceja.
-AY POR FAVOR, mamá me ama, soy su favorito, lo sé. Ella me apoya. -presumió Karaku.
-¡QUE NO, PUTA MADRE! ¡YO SOY EL MEJOR PARA EL TRONO! -gritó Sekido golpeando la mesa con su puño.
-DESEAS. -exclamó Urogi en broma y en serio.
-¡LES CALLARÉ LA BOCA CUANDO SE INCLINEN ANTE MÍ! -Karaku hizo una pose extravagante.
Aizetsu quién veía la pelea de sus hermanos aburrido se cansó de estar ahí. Odia a las personas ruidosas y sus hermanos son los más ruidosos que pueden haber. Suspiró con pesadez y sin decir nada se paró de la silla y caminó a la puerta.
-¡OYE! ¿A dónde vas? No hemos terminado de hablar. -acusó Sekido y los demás lo vieron.
Aizetsu paró su andar. Suspiró profundamente.
-Sekido, sabes que detesto que me den órdenes. -respondió Aizetsu y se dio la vuelta. -Nadie además de nuestros padres pueden autorizarme. Y además, no han hablado nada importante desde que llegué, yo tengo mi tiempo perfectamente medido. -habló neutro. -No soy como ustedes.
-Huy, pues disculpe, señor único y detergente. ¡YA! No seas mamón y vuelve. -dijo Karaku burlándose. -Estábamos en la mejor parte donde afirmaba ser el próximo emperador. -dijo riendo junto a Urogi.
-Dije que vuelvas. -repitió Sekido firme. -¡Y tú cállate! ¡YO SOY EL SUCESOR, IDIOTA!
-Tú... -Karaku se tapó su boca para calmar sus ganas de reírse y suspiró. -Ay, perdón. Es que es gracioso ver qué te pelees tanto por eso, Sekido. No sabes que eres el primero que descartó nuestros padres como sucesor gracias a tu rabia de animal. No puedes controlarte a ti mismo, ¿Por qué crees que serías capaz de gobernar el imperio? Pero mejor para mí, yo sí estoy seguro que soy el más apto para gobernar, lo siento mucho por ustedes. -sonrió mostrando los dientes.
Las mandíbula de Urogi casi llega al suelo y Aizetsu no hizo ninguna expresión, pero sí se asombró. A Sekido se le marcaron venas en su rostro y puños que encogió fuertemente, rápidamente su sangre se hirvió como lava. Karaku ama molestar a Sekido, pero a veces se busca sus partidas de madre.
-¡MALDITO HIJO DE PUTA! -sacó su katana de la funda y se lanzó rápidamente a atacar a su hermano oji-verde rozando la katana contra el pecho del contrario, pero antes de llegar a él el Shōji fue abierto.
Era un sirviente que al ver la escena abrió su boca de miedo y sorpresa y su cuerpo comenzó a temblar ante la mirada de los cuatro hermanos. Ellos intimidan a cualquiera con su sola presencia.
-Di-Disculpen, A-Altezas. El emperador los mandó a- a llamar... -tartamudeó temblando como loco y bajó la cabeza en señal de respeto y miedo.
-¿Nuestro padre? ¿Y qué quiere ahora? -gruñó Sekido bajando la katana del cuello de Karaku.
-Dijo que va a elegir algo importante... -murmuró.
VOLVIIII
Gente, empecé a escribir este capítulo a las 11 de la noche de ayer y acabo de terminar a las 4am 🕴🏻
La noche es mi momento de inspiración, en el día sólo tengo sueño y no escribo ni mrd.
En realidad, no iba a publicar nuevo cap pero ya me estaban pidiendo. Me he estado concentrando en escribir 10 os a la vez xd Así que perdón por la demora.
Ahora sí.
DATO CURIOSO: Tanjiro se puso re sad porque no le enviaron cartita... Pinche Aizetsu.
DATO CURIOSO X2: ¿Quién creen que es más apto para ser el próximo emperador? ahre
¡Casi lo olvido! Quiero hacer una aclaración. Cuando digo que caen, no me refiero a que se "enamoran". Esos locos están obsecionados, no enamorados, no confundan. Me refiero a que caen ante la belleza de rayita, menos Zohakuten, el demorará un poco porque odia a las mujeres (su odio es personal) 👍🏻
Pronto escribiré el 13, ya tengo la idea.
Sin más, espero que lo hayan disfrutado.
Las amo, baiiiii 💗✨