El día opuesto L.S. (Omegaver...

By MoreBleu

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Louis y Harry no se soportan, pero en el día opuesto, lo contrario ha de ocurrir. A CONSIDERAR: - Harry alfa... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8

Capítulo 6

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—¿Y tú quién eres? —dijo la mujer con tono crispado. Volteó hacia Harry agregando—: ¿Quién es él?

Louis rodó los ojos y solo caminó pasando de lado hacia la sala de estar. Tomó asiento sobre el futón y estiró los brazos por encima de su cabeza. Murmuró algo como una queja sobre su día en el trabajo cuando tecleó en su móvil lo que sería un mensaje para su jefe. Tanto Harry como la chica solo observaron.

—¿Qué, no te irás? —habló Louis con un tono particular. Agrio, fastidiado tal vez.

Molesta, la omega se aferró al brazo de Harry exigiendo una respuesta

—¡¿Quién demonios es este?! —repitió alzando la voz y mirando con desprecio a Louis.

—Cielo, es mejor que te vayas —dijo Louis antes de que Harry abriese la boca—. Créeme, no querrás estar aquí.

—¿De qué está hablando? —preguntó ella con insistencia, intrigada.

Ya quisiera saber Harry el porqué de la visita de su vecino, pero desconocía el motivo. Lo único que podría confirmar en ese instante es que Louis era particularmente impredecible. Como aquella primera vez en que el enojado omega se asomó por su balcón para tirarle unos preservativos caducados. Lo extraño fue que parecía de lo más natural -casi tranquilo e inofensivo- cuando lo llamó por su nombre, incluso le había sonreído; entonces uno de los condones dio en su cara y otro en el cabello de su acompañante.

«¿Qué es lo que está formulando en esa terca cabecita?», se preguntó a sí mismo.

—Oh, que mal educado fui —Se adelantó a contestar el omega—. Soy Louis, el esclavo sexual de Harry.

¿Qué?

—¡¿Qué?! —dijeron el alfa y la mujer al unísono.

—¿No te lo dijo? —Louis esbozó un gesto apacible— Puede que seas su nueva conquista, ahora lo entiendo. —Asintió repetidamente, pareciendo estar convencido de sus propias palabras—. De todos modos, ya aprenderás, supongo. Con el tiempo llegas a acostumbrarte, a servirle al amo, ya sabes cosas de dominantes.

A Harry casi se le cae la mandíbula de la impresión cuando el omega le guiñó un ojo de manera cómplice.

—¿Tienes buena resistencia? —continuó Louis, esta vez inclinando la cabeza aparentando interés— Es un requisito muy bien especificado en el contrato, ya que a veces Harry se deja llevar por el momento del sexo rudo y salvaje —Louis dio un respingo en su lugar como si hubiese recordado algo importante—. ¿Ya mencioné las prácticas de BDSM?

La omega miró a Harry de soslayo y aflojó el agarre en el brazo.

—Le encanta el juego de palabras sucias, y decir mil groserías mientras usa el látigo en el trasero. —Siguió parloteando Louis, bastante animoso—. Una vez me vistió con uniforme de porrista y quiso que me pusiera los pompones en los pezones. La verdad es que Harry suele ser muy exigente, más cuando le gusta filmarnos teniendo sexo, ¿ya te dije que también suele usar chocolate y fresas? ¡Uf! ya te imaginarás cuál es la crema que acompaña la fruta. Su fetiche favorito.

Para ese momento la chica se había despegado completamente de Harry. Tenía la mirada divagante, como si analizara alguna otra salida además de la puerta y Louis seguía hablando sobre lo que supuestamente él hacía en la cama cuando estaba con su "amo"

—¡Animal mío! ¡Mi bestia, lléname! debes de gritarlo justo así, fuerte y claro —continuó Louis en tono estridente, a momentos sonriendo con cinismo—. Eso pone durísimo a Edward el magnífico, crece como el doble. Otro consejo que puedo darte es que por nada del mundo tengas sexo cuando entres en celo, porque te puede ocurrir lo mismo que a mí.

Si la chica hubiera sido lo suficientemente observadora habría notado el punto dubitativo en el rostro de Louis, ese pequeño respingo que pasó desapercibido. Al propio Louis le sorprendió la forma tan sencilla de darle un apodo al miembro de Harry «Oh, dios ¿Edward el magnífico?». Hubo unos segundos de silencio en donde Harry concluyó que su vecino estaba reformulando su historia llena de mentiras. Y no se equivocaba.

El omega soltó un suspiro cansado y comenzó a acariciar su vientre.

«Mentiroso, está pensando en su siguiente farsa», pensó el alfa. Se limitó a cruzarse brazos a la espera del próximo acto de su vecino.

—Por eso tienes que ser tú mi reemplazo —señaló Louis a la chica—. Con el embarazo se me va a complicar hacer ciertas posiciones del Kama Sutra. Pero sabes que es lo peor...

—Suficiente, Louis —intervino Harry llevándose una mano al rostro. La cabeza comenzaba a dolerle, otra vez.

—¡¿Qué clase de dementes son ustedes?! —dijo la chica escandalizada y retrocediendo hasta la puerta. Miró a Harry—. ¿Vas a ser padre y eres un enfermo sexual? Corrijo, ambos lo son.

—¿Eso significa que te irás? —preguntó Louis de manera despreocupada— Porque si piensas quedarte es mejor que sepas de nuestra tarifa...

—Louis... —dijo Harry con un tono más severo.

—Si te quedas a ver son cien dólares y si quieres grabar... puedo dejártelo en trescientos grandes.

—¡Louis! —dijo Harry con el ceño fruncido y vaya que fue mala idea. La omega salió a trompicones del departamento gritando: «No me llames nunca más»

Harry la había seguido hasta el corredor para intentar explicarle que no era ningún depravado y que todo era un invento de su vecino, pero no dio con ella. De regreso en su departamento se encontró a Louis recostado sobre el futón, demasiado a gusto.

—La espantaste —regañó.

—No quería irse y necesitaba hablar contigo —Se encogió de hombros—. No tuve más opción.

—¿Opciones? —resopló— Acabas de hacerme ver como un pervertido sexual.

—Entonces responde algo —Louis tomó asiento y lo miró inquisitivo— ¿Al menos sabías su nombre?

El silencio de Harry fue la respuesta.

—Lo imaginé —Asintió una vez—, así como pensé en que esa chica vino para acostarse contigo. Si era así, supongo que deberías darme las gracias, te salvé. Porque hasta donde yo sé, no te gusta que confundan las cosas ¿no es así? Y por lo que pude ver, ella se estaba ilusionando con lo que sea que tuvieron.

En eso tenía razón.

—No sé a lo que vino, pero créeme que no necesito de tu ayuda para deshacerme de alguien a quien no quiero a mi lado, o en mi casa.

Harry prácticamente lo señaló con la mirada. «Como cierto omega insufrible justo ahora», pensó.

—Descuida, no pienso quedarme por mucho.

—Será porque no estás invitado y porque te quiero fuera de mi casa en este preciso momento.

—¿Tan molesto estás? —le reclamó Louis poniéndose de pie y encarándolo— Si quieres de regreso a esa chica llámale y yo hablaré con ella para decirle que soy un mitómano. Hasta podrías decirle que estoy mal de la cabeza, de seguro la tendrías de regreso en un dos por tres. Vamos, si te importa tanto, llámale...

Harry estaba cansado, la cabeza comenzaba a fastidiarle porque a lo largo de la tarde había intentado concentrarse en sus actividades, lo que implicaba buscar una nueva fuente de trabajo. El bar pagaba bien y el dueño solía ser comprensivo con sus trabajadores, siempre y cuando se encontrase de buen humor, pero necesitaba de cambios, para bien de sí mismo. Con eso en mente, Harry había pasado gran parte del día subrayando las opciones laborales en el periódico y asistiendo a más de tres entrevistas de trabajo. Todas dijeron que llamarían y eso lo había agotado mentalmente, tanto que no tenía ganas de asistir al bar esa noche. Y esa era la razón por la que regresó a casa, y como toda mala jugada, al llegar a su habitación el cansancio parecía haber desaparecido, tanto así que a falta de sueño y las constantes punzadas en la cabeza, salió a comprar implementos de limpieza y aromatizantes, y después... después esto.

—¿Qué haces? —reclamó Louis al ser tomado de un brazo, siendo arrastrado hasta la puerta.

—Sacarte de mi casa.

—¿Por qué? Te dije que podríamos arreglar esto. —Puso resistencia en el marco de la puerta.

—No hay nada que arreglar, solo vete.

—¡No! —Se zafó del agarre— Estás molesto y sí, entiendo que debas estarlo, hablé mal de ti sin conocerte, pero estoy dispuesto a corregir mis acciones. —Lo dudó por instante, pero terminó confesando—. No puedes decir que no te lo advertí, yo dije que soy rencoroso. Vi a la chica y tomé la oportunidad para mi pequeña venganza por lo ocurrido en la cafetería. No pensé que ella fuera tan importante, y lo repito, si quieres devuelta a esa omega, solo dilo y yo...

Entonces ocurrieron tres cosas consecutivamente, tan rápido que a Louis se le cortó la respiración por un instante. Lo primero fue el leve agarre en su brazo, segundo, el impacto de su espalda contra la misma puerta que se cerró en el acto y tercero, los brazos de Harry apoyados a los costados de su cabeza. Le vio cerrar los ojos y notaba su respiración, tan cerca.

—No la quiero de regreso —dijo Harry—, y no estoy molesto porque seas un pequeño tozudo y mentiroso omega que aparentemente disfruta de hacerme quedar mal cada vez que puede.

«No lo disfruto» quiso responder Louis.

—¿Si debería estar enojado? —continuó, esta vez mirándolo fijamente— Sería lo más lógico, pero la verdad es que disfruto de tus arranques de celos...

Louis puso un gesto de indignación.

—Yo no...

Harry ladeó una sonrisa y con una mano tomó la barbilla del omega y la levantó para poder apreciar mejor la boca fruncida y la expresión anonadada.

—¿Animal? ¿Bestia? ¿Cómo me llamaste? —preguntó mordaz. Lo estaba disfrutando— ¿Lo gritas cuando tienes a mi amigo Edward dentro tuyo?

Louis abrió la boca a la par que sentía sus mejillas arder.

—Vaya —dijo Harry acariciando el labio inferior del otro—. Esta boquita tuya, aparte de mentir, ¿qué otra habilidad tiene?

El omega apretó los labios sintiéndose cohibido, como si fuese una verdadera presa.

—Si intentas algo, te golpearé. —Consiguió amenazar Louis después de un gran esfuerzo al pasar saliva.

—Solo tengo curiosidad —Se defendió Harry, fingiendo diplomacia a pesar de que su intención no era más que devolverle el favor a su vecino—. Quiero saber qué tan presente estoy en tus pensamientos, ¿tal vez más que Charlie?

Louis frunció el ceño ante ese ataque. Harry lo hizo callar tomando con un poco más de fuerza la mandíbula de este.

—Así que has fantaseado conmigo, pequeño y sucio omega —continuó provocando.

¿Quería que se arrepintiese? Realmente no, que la chica -de quien no recordaba el nombre- escapara de tal forma le daba igual. Sin embargo, Louis, al parecer tenía una asombrosa imaginación para mencionar prácticas de BDSM y fetiches que, a momentos hizo que Harry sintiese más que curiosidad.

«Oh, mierda», maldijo internamente Harry al darse cuenta de que su interés por Louis no había desaparecido, ni siquiera había disminuido a pesar de los malos tratos, difamaciones e insultos. Le gustaba. Cuando lo conoció pensaba el omega como un ser dulce e inocente, pero ahora...

Harry se obligó a cerrar los ojos como si de esa forma se deshiciera de los pensamientos que lo invadieron al observar el rostro azorado de Louis. Lo dejaría irse, y no habría un golpe de por medio, pero antes... una pequeña prueba. Lo miró una vez más y se acercó al rostro del omega en dirección peligrosa, los labios del omega siendo el aparente objetivo.

—Es mejor que te vayas —habló el alfa, a solo escasos centímetros que separaban ambas bocas—. Si te quedas, probablemente haga contigo todo eso que te inventaste.

Louis se quedó quieto, aspirando el aroma envolvente de Harry. Una extraña sensación hizo que pasara saliva y entreabriera los labios. Estaba confundido.

Harry, después de un rato retrocedió liberando al omega.

—Vete —dijo y vio que Louis se llevó una mano al pecho y después giró para buscar el pomo de la puerta.

Al encontrarse solo, Harry tomó la manilla, justo donde estaba la mano del omega segundos atrás. Entonces apoyó la frente en la puerta y sonrió, más no salió de casa.











—Sí, no se preocupe señora Davies. Le doy mi palabra que es alguien de confianza —dijo Louis antes de colgar la llamada.

Caminó hasta el cuarto de baño aún adormecido y con el cabello revuelto por la pésima noche que tuvo. Se miró frente al espejo y bramó: «Estupendo, me veo horrible» Las ojeras estaban más marcadas de lo habitual. Puede deberse a que dio miles de vueltas en la cama, sintiendo -a momentos- calor, uno tan abrasivo que llegaba junto con el recuerdo de lo que había ocurrido en casa de Harry.

Harry... escuchó a su omega ronronear en su interior cuando pasaban de las cinco de la mañana y Louis no conseguía dormir.

¿Le iba a besar?

¿Nos besaría? acotaba su omega.

Esas preguntas no dejaban de darle vueltas en la cabeza... y el aroma. No solo pataleaba y peleaba con las sábanas, también se dio de golpes con la almohada. Debía dejar de pensar en esas cosas, más ese día, era importante.

El reloj marcaba las siete cuando terminó de beberse el té de jazmín junto a cuatro galletas con mermelada de frambuesa. Era el momento.







Louis, con un poco más de coraje -fingido- se plantó frente a la puerta de Harry, respiró hondo y tocó tres veces. No hubo respuesta e intentó otra vez, nada. Fue hasta el quinto intento en que escuchó una respuesta en forma de reclamo al otro lado de la madera.

—¡Quién molesta-...! —Las palabras de Harry quedaron a medias. Vio a Louis y dijo—: Oh, eres tú, ¿ahora qué quieres? —Se irguió y cruzó de brazos— ¿Alguna otra difamación matutina de tu parte?

El omega tragó saliva y enderezó la espalda.

—No, nada de eso —respondió—. Por cierto, ayer no dejaste que me disculpe, así que lo hago ahora. —Carraspeó—. Lamento haber inventado todo eso que dije, Harry. Lo siento mucho, de verdad.

Su tono de voz y su mirada -a consideración del alfa- eran genuinos. Estaba arrepentido y aunque no era un requisito para él, puesto que no estaba enojado, era un punto a favor de su vecino. Ahora le queda claro que Louis si puede admitir sus errores.

—Está bien, disculpas aceptadas —Harry sonrió y se tomó el atrevimiento de revolver el cabello de Louis con una mano—. Pero, agradecería que no vengas tan temprano.

Harry hizo el amago de cerrar la puerta a modo que el otro entendiera que volvería a la cama. Louis puso el pie y carraspeó una vez más antes de explicar el segundo motivo de su inesperada visita.

—Gracias, sí. —Tragó saliva, nervioso.

—¿Qué otra cosa quieres? —indagó Harry al ver a su vecino morderse el labio inferior— Vamos, suéltalo ya.

Louis puso las manos detrás de la espalda y se meció un poco antes de decir—: Ayer, no mentí cuando dije que tenía que hablar contigo de algo importante.

Harry asintió dándole lugar a que continuase.

—¿Recuerdas que no le dije nada a los chicos sobre esa fiesta en tu casa? Acordamos ser aliados. —Sonrió.

Harry enarcó una ceja.

—Dije que te cobraría un favor a cambio de mi silencio —continuó Louis—. Que sepas que, si esto no fuera urgente, lo olvidaría, como pago de lo que hice ayer, es decir, estaríamos a mano. Pero...

—¿Pero?

Louis asintió.

—No tienes por qué saberlo, pero dos días a la semana, suelo sacar de paseo al perrito de una buena amiga mía. Lo hago porque ella tiene unos controles de salud en el hospital... —Sacudió la cabeza al darse cuenta de que estaba alargando demasiado la explicación— Bueno, lo que ocurre es que hoy es uno de esos días, pero tengo un compromiso y es muy importante, y podría ser mi única oportunidad.

Harry vio a su vecino agachar la cabeza y luego lo miró suplicante. Vaya, no esperaba que Louis usara una mirada de gatito para conmoverlo.

—¿Podrías ir en mi lugar? —Pidió con amabilidad— Calcifer es buen cachorro, se porta bien y es muy cariñoso. Además, la casa de la señora Davies queda a un par de cuadras pasando el parque. Suelo llevar a Calcifer al parque de mascotas que se encuentra justo detrás del edificio de la señora...

—¿Es un cachorro? —le interrumpió Harry. Bien, puede que se dejase convencer, fácil.

—Tiene un año y le gusta unas croquetas de atún como premio. —Rebuscó en la mochila que traía en una mano y le extendió la bolsa con el alimento.

—¿A qué hora debo estar ahí?

—¿Eso significa que aceptas? —soltó emocionado.

—Si quieres lo reconsidero —contestó burlón.

—¡Gracias, gracias! —repitió Louis al abalanzarse sobre Harry para abrazarlo.

En un momento se dio cuenta de su exceso de euforia. Se separó, lento y volvió a buscar en su mochila para sacar un envase transparente de plástico, en el interior había galletas con mermelada en forma de sándwich.

—No tenía más en la nevera —explicó Louis mientras extendía el envase. Harry lo tomó—. Solo un par de horas, por favor, luego puedes traer a Calcifer a mi casa para que pueda cuidarlo hasta que la señora Davies llegue a recogerle.

Harry no había dicho nada mientras recibía un pedazo de papel en el que Louis había anotado la dirección de la señora. Solo asintió un par de veces y vio a su vecino marcharse. No reclamó al ver que al final de la nota estaba escrito "Ocho en punto. Recoger a Calcifer, por favor, Harry. Gracias"

Miró la hora y en ese punto le quedaba media hora para las ocho. Se apresuró, tanto que al vestirse fue devorando las galletas.









Abatido, no había otra descripción para Louis, se sentía de tal forma que, de camino a casa iba pateando algunas piedrecillas que se encontraba. No solo estaba molesto, la decepción era más grande, el golpe de la realidad fue más contundente si se puede decir de alguna forma.

Con la cabeza gacha y viendo que aún faltaban minutos para encontrarse con Harry, decidió ir hasta la banca que era custodiada por el pino que olía a limón. Podría sentarse un rato y encontrar sosiego.

Lo que hizo que Louis quedase petrificado en su lugar, unos metros antes de llegar a su lugar favorito fue ver la banca ocupada. Harry estaba sentado en ella y a su costado, Calcifer.

Vio a Harry ponerse de pie y tirar de la correa para que el perro le siguiese. Caminó hasta quedar frente a frente.

—¿A esto le llamas cachorro? —dijo Harry. Estaba molesto y el perro, en cuanto vio a Louis se le acercó.

Tuvo que retroceder, pero acarició superficialmente la cabeza del animal.

—¡Un gran danés, Louis! ¡El cachorrito resultó ser un gran danés enorme!

Louis tuvo que morderse el interior de las mejillas para no reírse.

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