˗ˏˋ 16 YiZhan ˎˊ˗

By ghost_wy

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Malévolo cucarachon se pone sentimental ╭────➣⁀➷ ׂׂૢ │❝ Resúmen adentro ❞ ╰───────────────➢ೃ More

Prólogo
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Epilogo

Capítulo 03

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By ghost_wy

Padre —repitió Yibo susurrando antes de que Kessar agarrara al hijo de Zhan. El demonio abrió los labios para probar su garganta. Yibo apenas tuvo tiempo para detener al demonio antes de que lo matara—. ¡Detente!

Los ojos rojos del demonio resplandecieron brillantemente antes de soltarlo con un gruñido.

—Deja que te maten entonces. No es como si me importara un bledo si vives o mueres.

Zhan corrió hacia Yibo, extendiendo su cuchillo hasta que se convirtió en una espada y lo apuñaló. Yibo dio un paso atrás mientras utilizaba sus poderes para manifestar una espada propia. Él bloqueó su espada con la suya. El sonido de acero sonaba fuertemente, haciendo eco a través de la habitación, mientras Zhan lo encontraba golpe tras golpe. Cada vez que se detenía, cada empuje. Estaba allí, como si supiera exactamente lo que él iba a hacer.

Yibo sonrió. Había pasado mucho tiempo desde que había peleado con alguien, aparte de Mew, que pudiera igualar sus habilidades. Sin embargo, aquí estaba Zhan, el hijo de un campesino, luchando con la experiencia de un soldado entrenado. Se preguntaba quien le había enseñado tan bien.

—Siempre supe que eras bueno manejando la espada de un hombre, amor, pero no tenía ni idea de que esa habilidad se extendía a las que están hechas de acero.

Zhan gruñó un instante antes de patearlo, golpeándolo en las costillas.

Yibo gruñó por el dolor que ese simple golpe le causó. Pero siendo justos, Zhan trataba de controlar su temperamento.

—Por lo menos esta espada no me decepciona. Y no me preocupa que se ponga blanda.

—Yo nunca me puse blando contigo.

Zhan puso los ojos en blanco, mientras bloqueaba su ataque.

—Confía en mí, bebé, no eras tan bueno. Simplemente yo era mejor actor que tú.

—¡Ew! —Gruñó su hijo mientras le daba más espacio para luchar—. No te ofendas papá, pero no necesito saber detalles de tu vida sexual. Acaba de una vez con tus bromas sexuales y con él, antes de que me quede sordo.

Los ojos de Zhan se oscurecieron mientras un lado de su boca se convirtió en una diabólica sonrisa.

—No debes ser tan mojigato, Noeul. Después de todo, siempre quisiste conocer a tu padre. ¡Feliz cumpleaños, bebé! Siento que la reunión sea tan corta. Pero confía en mí, no es una gran pérdida.

Yibo se tambaleó sorprendido por las noticias. Desviando su atención de la pelea, miró a su hijo y a la asustada expresión que demostraba las diferencias sutiles entre él y su padre. Ese lapso le costó caro, ya que Zhan lo apuñaló directamente en el pecho, fallando por muy poco en su marca de Daimon... si lo hubiera apuñalado un solo milímetro más arriba, se habría convertido en polvo.

Así como era, dolía como el infierno.

—¡Detente! —gritó Noeul mientras corría hacia su papá y tiraba de él. Yibo maldijo mientras se cubría la herida con la mano y se tensaba de dolor.

Zhan empujó a Noeul, regresando hacia Yibo. Él levanto su espada, listo para luchar. Noeul se sitúo entre ellos y obligó a su papá a alejarse.

—¿Es realmente mi padre?

Zhan lanzó una estocada hacia él. Yibo rápidamente la esquivó. Sintiendo el calor de la hoja, mientras le arañaba la mejilla antes de enterrarse en la pared tras él.

Furioso, fue tras Zhan.

Noeul se giró hacia él con una expresión tan única de Krist que lo sorprendió completamente.

Krist. Su hijo más preciado. El que había significado todo para él, y en ese momento supo que Zhan no estaba mintiendo.

Noeul era su hijo.

La realidad de eso lo golpeó tan violentamente que casi lo puso de rodillas. Tenía otro hijo y estaba vivo...

Noeul tragó mientras lo estudiaba.

—¿Tú eres Yiboius? ¿El hijo de Apolo?

Yibo asintió.

Noeul comenzó a avanzar hacia él pero su papá lo agarró del brazo y lo obligó a detenerse.

—No te atrevas a abrazarlo. No después de que nos abandonó.

—¡Yo nunca hice eso! —le gruñó él—. Tú fuiste el que me mentiste y me dijiste que habías perdido al bebé.

—Porque no quería atarte a mí. Quería que te quedaras porque me amabas. Pero yo solo no era lo suficientemente bueno para ti, ¿no es así? Tú fuiste arrastrándote hasta tu padre ¿y para qué? ¿Para que él pudiera maldecir a todo aquel que tuviera una gota de sangre Apólita en sus venas? Te dije en ese momento que tu padre no daba una mierda por ti. Debiste haberme escuchado.

Zhan había tenido razón, pero eso no disculpaba su mentira. Su traición era tan grande como la de su padre.

—Tú me echaste.

Zhan rodó sus ojos.

—Siempre fuiste un idiota.

Kessar rio en voz alta.

—Finalmente, alguien que está de acuerdo conmigo.

Yibo miró al demonio, de cuya presencia se había olvidado por completo.

—¿Por qué estás aquí todavía?

—El entretenimiento que se consigue con esto no tiene medida. Nunca había visto a un chico fértil patear a un hombre de esa manera.

Apenas había terminado de hablar cuando Noeul estiró el brazo.

Algo negro voló de su mano y no fue hasta que se envolvió alrededor de la garganta de Kessar y le tiró al suelo, que Yibo se dio cuenta de lo que era.

Asfyxen. Boleas, era mucho más pequeña y mucho más mortífera.

Noeul caminó hacia el demonio como un verdadero guerrero. Agarró una de las bolas que eran del tamaño de pelotas de golf negras y tiró del demonio hacia él mientras este luchaba por respirar, tratando de aflojar el cable que lo estrangulaba.

—Nunca nos subestimes, demonio. En este mundo, nosotros mandamos.

Yibo sintió un escalofrío bajar por su columna vertebral. Él era Krist...

Sólo que en versión chico fértil. No podía estar más orgulloso.

Empujando a Kessar lejos de él, retiró el cable del cuello con un elegante movimiento.

—La próxima vez, piensa antes de perder la cabeza.

Los ojos de Kessar brillaban de ira.

—Tú y yo, bebé, vamos a bailar otra vez. Cualquiera de estos días.

Noeul guardó el asfyxen bajo su manga.

—Yo pondré la música.

Kessar desapareció.

Noeul se giró para mirarlos con una sonrisa satisfecha. Yibo ocultó su diversión.

—Supongo que sabes que es el más peligroso de su especie.

—Él no es nada contra Nouel —le dijo Zhan con orgullo—. Noeul tiene poderes que no podrías entender. Que no son de tu incumbencia.

Antes de Yibo pudiera abrir la boca para responder, Zhan lo noqueó. Vio estrellas un instante antes de que la oscuridad se apoderara de él.

Zhan sacó una daga de la bota, mientras se arrodillaba en el suelo al lado de Yibo, con la intención de matarlo.

Pero, cuando estaba a punto de apuñalarlo, Noeul capturó su muñeca.

—¿Qué estás haciendo?

La determinada mirada de Noeul se encontró con la suya.

—Es mi padre. ¿Podría por lo menos hablar con él, antes de que lo mates?

Zhan dio un bufido.

—Tu padre es un idiota, cariño. Tómalo de alguien que solía dormir con él. No te estás perdiendo nada, y si no me dejas matarlo ahora, sólo va a ser para que tú lo mates más adelante.

—Entonces déjame hacerlo más adelante. Quiero tener por lo menos cinco minutos con él.

Zhan liberó la mano del duro agarre de Noeul.

—No seas ridículo. Artemisa lo quiere muerto. Si no fuera por ella, tú y yo no estaríamos aquí. Tu padre —dijo escupiendo las palabras— nos abandonó.

—Ya lo sé. Me lo has dicho tantas veces que está permanentemente grabado en mi cerebro. Sin embargo, él es una parte de mí y me gustaría despedirme.

—Realmente necesitas dejar de ver Oprah. Eres un niño abandonado. Actúa comotal.

En un rápido y elegante movimiento Noeul arrebató la daga de su mano y la presionó contra la garganta de Zhan.

—Tienes razón, papá. Levántate y retrocede. Estoy tomando custodia de él.

Zhan sonrió orgullosamente. Luego desarmó a su hijo.

—Sólo recuerda, cariño, si bien puedes dominar demonios, no me dominas a mí. —Inclinó la cabeza hacia abajo mientras sentía que sus ojos de daimon se ponían de un vibrante color naranja.

Yibo se despertó con un profundo dolor atravesándole la cabeza. Durante un momento no pudo recordar que había sucedido para causarlo. Pero cuando abrió los ojos para encontrarse encadenado a una pared, se aclaró totalmente.

Furioso, se puso en pie y tiró de la delgada cadena que lo sujetaba a una argolla de acero en la pared. Tenía bandas en cada muñeca y tobillo y aunque tenía libertad de movimientos, no podía ir lejos.

Pero esto era infinitamente mejor que el hombre que estaba encadenado a la pared frente a él. Alto y delgado, se veía igual a alguien que había sido obligado a atravesar el infierno. Literalmente.

El sucio y enmarañado cabello castaño oscuro le caía por delante de los hombros. Completamente desnudo, su cuerpo estaba cubierto de heridas y signos de mordiscos. El hecho de que fueran visibles a través de los espesos tatuajes tribales negros que marcaban su torso, brazos y muslos, sólo atestiguaban cuan profundos y viciosos eran. Al contrario que Yibo, él estaba sujeto de pie, con los brazos estirados por encima de la cabeza. Su cara de finos huesos estaba cubierta por una espesa y descuidada barba.

—¿Qué mierda te hicieron a ti?

El hombre se rio cuando giró las manos en las cadenas que sostenían sus muñecas e inclinó la cabeza contra el muro para mirar a Yibo quien contuvo la respiración ante la visión de sus ojos amarillos rodeados por una tenue banda de rojo sangre.

—Se alimentan de mí. Supongo que tú eres el segundo plato.

—No eres ni Daimon ni Apolita. No ganan nada alimentándose de ti.

Él se rió con amargura.

—Dile eso a ellos.

Yibo frunció el ceño cuando notó la delgada línea negra que rodeaba la garganta del hombre. Era un collar de contención de algún tipo.

—¿Qué eres tú?

—Soy miseria.

No lo dudaba. El hombre había tenido más que su parte de ello.

—¿Tienes nombre?

—Dongwook.

—Yo soy...

—Yiboius pero prefieres Yibo. Odias a la diosa a la que sirves y buscas matar a su único hijo y clamar venganza sobre el antiguo humano que mató a tu hermana.

Yibo se congeló cuando la criatura desveló sus planes.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo sé todo. Siento cada latido del universo. Oigo cada grito de piedad y siento cada lágrima de dolor.

Y le estaba asustando hasta sacarle toda la mierda de encima.

—Lo siento —dijo Dongwook—. Le hago eso a todo el mundo.

—¿Qué?

—Asustarlos.

—¿Puedes oír mis pensamientos?

"Los oí, antes de que los tuvieras". Esta vez, no habló. Su voz era alta y clara en la mente de Yibo.

—Mantente lejos de mi cabeza.

Dongwook le dedicó una insultante sonrisa.

—Créeme, me encantaría. Está llena de mierda. Pero estás demasiado cerca físicamente de mí para bloquearlo. —Golpeó su cabeza contra el muro de piedra—. El dolor es la única manera de mantener tus pensamientos fuera de mi cabeza.

—¿Es por eso que te golpean?

Él le dedicó una fría mirada.

—Mayormente lo hacen para divertirse.

Yibo honestamente sintió pena por la criatura, quien había estado en absoluta agonía. Había algo en él que le parecía familiar y aún así no podía situarlo.

—¿Cuánto tiempo te han mantenido aquí?

Dongwook dejó escapar un cansado suspiro.

—Viene Noeul.

Las palabras apenas habían salido de sus labios cuando la puerta se abrió para mostrarlo. Vestido con una blusa roja y jeans, era hermoso.

Un padre no podía pedir un hijo más perfecto.

Uno más cariñoso quizás, pero no uno más hermoso.

Su mirada se dirigió a Dongwook, donde la simpatía apareció por un instante, pero rápidamente se ocultó tras un muro de estoicismo. La expresión de Dongwook, sin embargo, era enojada y desafiante.

Noeul giró su atención a Yibo.

—Siento lo de tu actual posición.

Dongwook se burló.

—Síp, él es como una canasta llena de simpatía. Sólo hace falta que me mires para que sepas que tan profunda es.

—Cállate.

Un bozal de cuero apareció en la mitad inferior de su cara.

Dongwook gruñó mientras trataba de liberarse de sus cadenas para quitarse el bozal, pero era inútil. Sus músculos se abultaban mientras luchaba contra sus ataduras.

—¿Eso es realmente necesario? —preguntó Yibo a su hijo. Él ignoró los gritos de Dongwook y la pregunta de Yibo.

—Deberías estar más preocupado por tu propio bienestar.

—¿Por qué? ¿Tienes la intención de matarme?

—Estoy seguro que Matera lo va a hacer en la primera oportunidad que se le presente.

—Entonces, ¿por qué estoy aquí?

Cruzando los brazos sobre su pecho, levantó sus hombros despreocupadamente.

—Por curiosidad. Quería entender de donde vienen mis poderes y la mejor forma de canalizarlos. Sé que no vienen de mi papá... Él es psíquico, pero no tiene la capacidad de convocar las cosas como yo puedo.

Sus palabras lo intrigaron. ¿Cuáles eran exactamente los poderes de su hijo? ¿Y qué tipo de cosas podía convocar?

"A mí". Escuchó la voz de Dongwook en su cabeza.

Noeul se giró hacia Dongwook y envió un rayo contra su pecho.

Él siseó de dolor mientras un círculo negro ardía y quemaba su carne. Su cuerpo entero se tensó.

—Mantente fuera de esto.

Yibo apretó los dientes cuando una solitaria y roja lágrima resbaló por la mejilla de Dongwook. Era extraño que llorara sangre. Yibo nunca había oído hablar de una criatura como él. Pero independientemente de lo que fuera, Dongwook no se merecía esto.

Yibo miró a su hijo.

—Sabes, pese a la sangre fría que tengo, nunca he disfrutado de la tortura. O bien mátalo o déjalo ir.

Noeul sacudió la cabeza.

—Mi papá nunca permitiría eso.

—Entonces déjalo en paz.

—Realmente no te gusta la tortura, ¿verdad?

—No, no me gusta. Una cosa es golpear por ira, otra es causar agonía por gusto. Soy un soldado, no un cobarde.

—¿Me estas llamando cobarde?

Miró a Dongwook, quien jadeaba para soportar el agonizante dolor de su herida. Su pecho todavía estaba ardiendo mientras el rayo seguía quemado su piel.

—Siempre debes dar a tu oponente una oportunidad de defenderse. Dejar que el mejor luchador gane, y si no eres tú, morir con dignidad.

Noeul le frunció el ceño antes de girarse hacia su otro prisionero.

—¿Dongwook? ¿Me está mintiendo? —Noeul levantó la mano y el bozal de cuero desapareció.

—No —dijo, su voz tensa y débil—. Él vive bajo un espantoso código moral.

La criatura y sus poderes intrigaban a Yibo.

—¿Qué es él? ¿Tu detector de mentiras personal?

Noeul le dio una débil sonrisa.

—Algo así.

Dongwook se burló.

—¿Por qué no le dices la verdad? Que yo soy tu perro al que mantienes encadenado para que no se mee en tu alfombra.

Noeul levantó la mano nuevamente y el bozal regresó para cubrir su boca.

—¿Por qué me provocas de esta manera?

Dongwook peleó contra sus restricciones mientras gritaba algo indescifrable.

Su fortaleza era admirable. Yibo incluso se percató del respeto que había en los ojos de su hijo hacia la criatura.

—Voy a suponer que vosotros, mis queridos enamorados, siempre peleais de esta manera —le dijo Yibo.

Noeul gruñó.

—Yo no peleo con él en absoluto. Es simplemente una herramienta de uso.

—¿Cómo lo usas?

Noeul no respondió.

—Matera dice que debería dejarle que te matara por abandonarnos.

—¿Pero?

—Quiero entender cómo es que pudiste dejar a la persona que amaste y nunca mirar hacia atrás o lamentarlo. Encuentro ese tipo de egoísmo incomprensible.

Yibo se congeló mientras su acusación lo hería profundamente. ¿No se arrepentía? Había lamentado la pérdida de Zhan todos los días de su vida.

Pero había sido criado con la creencia de que el deber estaba antes que el amor.

Siempre.

Su padre le había ordenado que se divorciara de Zhan y se casase con una sacerdotisa, para cumplir con el destino que había planeado para él y él lo había hecho. No, no era sólo eso. Zhan había hecho de todo, menos patearlo fuera de su casa cuando Apolo le dijo lo que pensaba de él y de su humilde nacimiento.

—¿El hijo fértil de un pescador casado con el hijo de un dios?

—¿Estás loco? Hay putas en abundancia para ti, Yiboius. No te salvé de la masacre para ver que te casas con esto y engendres niños raros inservibles de bajo patrimonio genético.

Yibo debería haber defendido a Zhan. Lo había sabido en ese momento. Sin embargo, con sólo catorce años, aunque una edad aceptable para el matrimonio en el mundo antiguo, aun había tenido miedo del poder de su padre. Temeroso de decepcionar al dios que había significado el mundo para él.

—¿Entonces? —Le exigió Noeul—. Respóndeme. ¿Por qué nos dejaste?

Yibo endureció su expresión. Ya no era un miedoso jovencito. Era un general de once mil años.

—No respondo ante nadie, y maldita sea sí me justifico ante mi hijo. Lo que pasó en ese entonces es entre tu papá y yo.

—¿Estás dispuesto a morir entonces?

—Soy un guerrero, Noeul. Acepté la muerte como inevitable en el momento en que levanté mi primera espada para luchar. Maté a mi propio hijo porque me traicionó. Parece de alguna manera apropiado que otro hijo me mate por hacerle lo mismo. Mi único arrepentimiento es no llegar a conocer al hijo que es tan similar a mí, que podría ejecutarme rápidamente sin vacilaciones o pesar.

Noeul levantó el brazo. Yibo esperaba que lo matara.

En lugar de ello, las cadenas que lo sostenían se soltaron de sus muñecas y tobillos.

—Ven conmigo.

Yibo lo siguió mientras un nuevo plan se formaba en su mente.

Poco sabía Noeul, pero él no era un dócil cachorro dispuesto a ser comandado por cualquier persona.

Cuando llegó a la puerta, se volvió para ver Dongwook colgando débilmente de sus cadenas, el bozal firmemente colocado sobre sus labios. Una ola de simpatía lo recorrió.

"No sientas lástima por mí, Yibo. Yo no escogí estar aquí".

Esas ominosas palabras hicieron eco en su cabeza, mientras seguía a Noeul fuera de la habitación y cerraba la puerta, impidiéndole ver a Dongwook.

—¿Es un prisionero?

—No, es un regalo.

—¿Un regalo?

Noeul asintió sin dar más explicaciones.

—¿De quién?

Noeul abrió una puerta y lo guió dentro de una fría y austera habitación.

—No hablamos de los detalles de la presencia de Dongwook aquí. Nunca. Tal vez...

Noeul empezó a caminar por el pasillo. Ahora que Yibo estaba fuera de la habitación, sintió como sus poderes regresaban. Esa habitación debía de tener alguna especie de encantamiento. Ahora que ya no estaba ahí...

Fortalecido, corrió hacia su hijo y lo agarró por detrás. Con los ojos sumamente abiertos, Noeul gimió.

—Soy un líder, pequeño. No sigo a nadie. —Ajustando su agarre, lo transportó fuera del edificio y de vuelta a Kalosis.

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