Jungkook, frente a él, seguía teniendo la mandíbula apretada y una mirada de molestia, a pesar de que Yoongi se hubiera marchado minutos atrás y se quedaran solos.
No dijo nada incluso cuando Namjoon le sirvió un vaso de agua, diciéndole que se calmara y dejara la ira de lado.
Se sentó a un costado suyo, mordiendo su labio inferior.
—No tenías que reaccionar de esa forma, Jungkook —le dijo con voz suave.
Jungkook le miró con el ceño fruncido.
—Iba a besarte. Ese maldito bastardo iba a besarte y-
—Y tú has besado a Taehyung —le interrumpió Namjoon, ahora con expresión dolida— ¿No es eso injusto, Jungkook? ¿Qué tú tengas un amante y te estés comportando de esta forma? ¿Ya te has acostado con él?
Jungkook no dijo algo por varios segundos, bebiendo agua en silencio, y cuando dejó el vaso sobre la mesita del living, lucía mucho más calmado.
—No —dijo Jungkook—, sabes que no lo he hecho, Namjoon.
Namjoon arrugó los labios, negando con la cabeza.
—¿Por qué debería creerte?
—Porque sabes que no te mentiría con eso —replicó Jungkook, poniéndose de pie—. Por mucho que quiera el divorcio y esté enamorado de Tae, sabes que no me acostaré con él hasta que los papeles estén firmados. Incluso sabes que, si lo he besado, ha sido después de pedirte la separación, de decirte la verdad, ¿no es así?
Sonriendo amargamente, Namjoon asintió, forzándose a no lucir herido a pesar de las palabras de Jungkook.
Tenía claro que su esposo no le mentiría con eso, que estaba diciendo la verdad, pero eso no lo hacía más fácil. De alguna extraña forma, si le hubiera dicho que se acostaba con Taehyung, no tendría tantas dudas, porque habría atribuido los deseos de separación a una calentura de Jungkook por su asistente, sin embargo... Si no se habían acostado y con suerte compartieron unos besos, eso significaba sentimientos más profundos que le aterraban.
—¿Qué estás haciendo aquí, Jungkook? —preguntó Namjoon con voz rota.
Jungkook apuntó a su bolso.
—Vengo por los papeles —contestó, impasible—, pero también tengo claro que eres una persona demasiado terca, Namjoon —suspiró, sentándose—. Treinta días, ¿no es así?
Namjoon asintió en silencio, mirando a los ojos oscuros de su marido.
—¿Cómo pretendes hacerlo, Namjoon? —Jungkook suavizó su tono—. Comprendes que yo ya no te amo, ¿cierto? Sólo te estás haciendo más daño, Namie.
Que le llamara con un diminutivo hizo que algo doliera en su interior.
—¿Más daño? —se burló, quebrado.— ¿Cómo me haré más daño, Jungkook? El hombre que amo quiere dejarme porque está enamorado de otro, y lo único que pido son treinta días para poder demostrarle que aún puedo ser suficiente para él.
La expresión de Jungkook cambió, y el más bajo le tomó las manos, llamando su atención, pidiéndole con ese simple toque que se calmara un poco.
—Namjoonie, bebé —murmuró Jungkook—, no digas esas cosas, ¿está bien? Tú eres... tú eres más que suficiente para cualquier persona, es más, yo diría que... que nadie te merece, menos yo —Jungkook trató de sonreírle, aunque Namjoon desvió la mirada, sabiendo que pronto se pondría a llorar—. Namjoonie, todavía te quiero, y porque te aprecio lo suficiente es que te estoy pidiendo esto. Por favor, firma los papeles, no es necesario que continúes con esta tontera.
Su labio tembló.
—¿Tontera? —tragó saliva—. ¿Querer luchar por tu amor te parece una tontera? —se puso de pie, repentinamente enojado—. ¿Querer salvar nuestro matrimonio, nuestra relación de ocho años, te parece una tontera?
—Sabes que no me refiero a eso–
—Treinta jodidos días —exigió Namjoon—. Es eso lo que te pido, Jungkook, o tendrás que llamar a mi abogado para el divorcio.
Jungkook hizo una mueca, molesto también.
—Como quieras —espetó con la voz dura—, pero apenas termines con tu show, entonces tendrás que firmar todo lo que te exija.
Soltó una risa helada.
—Está bien —dio un paso, inclinándose hasta quedar a la altura de Jungkook—, pero estos treinta días, Jungkook, serás sólo mío, ¿entendido? No quiero verte de forma romántica con Taehyung ni que pases noches fuera diciendo que tienes que trabajar. Para que esto funcione, tú también tienes que poner de tu parte.
Jungkook apretó sus dientes, observando los ojos cafés de Namjoon, y sintió algo extraño removiéndose en su estómago al ver una mirada tan decidida en el rostro de su esposo. Pero, por sobre todo, algo se estremeció cuando notó lo hermoso que se veía Namjoon tan cerca suyo.
¿Cuánto tiempo llevaba sin tenerlo de esa forma a su lado?
No podía recordarlo bien.
Qué extraño era todo, especialmente ahora. Cuando veía ese rostro tan cerca de él, con tanta decisión y seguridad, algo se derretía en su interior con rapidez.
—Bien —se acercó, su aliento chocando con la respiración de Namjoon—, pero tampoco quiero verte cerca de ese enano, Joon.
Namjoon enarcó una ceja.
—¿Acaso tú eres muy alto, Jeon?
Humedeció sus labios, gruñendo una maldición en voz baja.
—Te he dicho que con mi altura no, Joonnie.
Por primera vez en días, Namjoon sintió como sus labios se curvaban en una sonrisa tímida y algo temblorosa.
—Debes estar de joda, Jungkook.
El de cabello oscuro miró a su mejor amigo, Hoseok, sentado frente a él con una mirada de incredulidad en su rostro.
Se encogió de hombros, desganado.
—¿Y Tae aceptó eso? —insistió Hoseok al no oír respuesta alguna de Jungkook.
Jungkook cerró el portátil, bostezando y fingiendo una indiferencia que no sentía ante la presión de su amigo.
Hoseok, siempre sonriente y dispuesto a bromear, lucía ahora molesto, irritado y, por qué no decirlo, indignado.
—Peleamos —contestó Jungkook—, no le hizo gracia alguna.
—¡Claro que no le haría gracia! —exclamó Hoseok, poniéndose de pie—. Demonios, Jungkook, ¿cómo se te ocurre aceptar algo así? —el de cabello rojo le miró, furioso.— ¿Acaso no te bastó con hacerle daño a Namjoon, ahora planeas destrozarlo? Y no sólo eso, también le estás rompiendo el corazón a Taehyung...
—Quiero un divorcio tranquilo, Seokie, sin peleas, sin abogados, sin tener que ir a una corte, y si debo esperar treinta tontos días, lo haré —explicó Jungkook, guardando sus cosas—. Sé que no estás a favor de esto, después de todo, tampoco me apoyaste cuando te conté lo del divorcio —añadió con rencor en su voz.
Hoseok soltó un bufido.
—¿Cómo quieres que te apoye cuando sé que estás cometiendo un grave error? —preguntó con tristeza su amigo—. Jungkook, mierda, somos amigos desde que fuimos al colegio, conozco a Namjoon y sé que su relación es una de las cosas más bonitas que haya visto, y que ahora quieras destruirla por un capricho...
Jungkook fulminó con la mirada a su mejor amigo.
—No es un capricho —espetó Jungkook—, realmente quiero a Taehyung.
El de cabello rojo soltó una risa carente de diversión.
—¿Quererlo? Por supuesto que lo haces —Hoseok negó con la cabeza—, pero lo que sientes por Namjoon va más allá de eso. Siempre ha ido más allá de eso. ¿Por qué eres la única persona que no lo ve?
Jungkook le miró en silencio.
Si era sincero consigo mismo, lo que sentía por Namjoon nunca fue tan claro para él como todo el mundo solía decir.
¿Lo amaba?
Por supuesto que sí, de eso no tenía duda alguna.
El amor que sentía —o sintió por Namjoon— era tan grande que nunca pensó que unas simples palabras (Te amo) pudieran expresarlas en su totalidad, pudieran realmente mostrar lo que sentía por él.
Recordaba a ese torpe chico que llegó a los quince años a su curso, con frenillos, cabello café, y una mirada titubeante y nerviosa. Namjoon parecía un chico fácil de intimidar y molestar, eso se notaba enseguida, por lo que se convirtió en un objetivo rápido de los matones del curso.
Pero cuando empujaron a Namjoon frente a él, haciéndolo caer al suelo, Jungkook no pudo evitar querer protegerlo de todo lo malo en el mundo.
Desde ese día, Namjoon lo persiguió por todas partes como un cachorrito perdido, queriendo que su hyung amado le dirigiera siquiera una mirada, le dirigiera una palabra de orgullo, contento con alguna caricia, con una sonrisa.
Jungkook siempre fue el que dio los primeros pasos, por supuesto, pero era Namjoon quien estuvo delante de él todo ese tiempo esperando para recibirlo. Pero ahora...
—No quiero seguir hablando de esto —gruñó Jungkook.
Hoseok suspiró, siendo consciente de que no tenía que continuar insistiendo en ese tema.
— Sólo... Jungkook, por favor, piensa bien en tus acciones —suplicó Hoseok—, eres mi mejor amigo, pero Namjoon también es mi amigo, y no quiero ver cómo sufre por tu culpa. No Namjoon, Jungkook. Namjoon no se lo merece.
Quiso decirle algo, pero Hoseok le hizo un gesto de despedida, aludiendo a que Wendy le esperaba para salir a comer fuera, y se tragó sus palabras.
Media hora más tarde, se detuvo fuera del hospital, con una extraña sensación el estómago. Llevaba tanto tiempo sin ir a buscar a Namjoon a su trabajo que incluso los guardias se notaron sorprendidos por ello, saludando de forma vacilante. Minutos después, Namjoon estaba saliendo por las puertas del edificio, abrigado a más no poder debido al frío.
Estaban a finales de enero, el invierno azotando a la ciudad de forma cruda y helada.
Namjoon entró, su nariz colorada, y Jungkook le observó sin saber exactamente el porqué.
Namjoon siempre se vio muy lindo con las mejillas cubiertas de rojo.
Pero sólo cuando Namjoon se inclinó y le dio un beso en su moflete fue que parpadeó, reaccionando.
—Hola, Jungkook —saludó con voz tímida.
Jungkook miró al frente, algo sacudiéndose en su interior.
—Hola, Namjoonie —contestó en voz baja—. ¿Cómo te fue hoy?
Namjoon comenzó a hablar, y extrañamente, las cosas se sintieron bien.