Luna de Sangre | Larry Stylin...

By ladyhabsburgo

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Harry es un purasangre mafioso, infame y despiadado y Louis el omega que el destino puso en su vida para camb... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36

Capítulo 25

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By ladyhabsburgo

Louis se encontraba una vez más en la habitación asignada para él y Harry esperando por el alfa como comúnmente hacía, ya que éste le había comentado que tendría un día algo ocupado.

Harry le había dicho también que quizás podría salir con Niall a recorrer los bonitos jardines de la propiedad, que incluso tenía un estanque y un pequeño mono de mascota. Louis estuvo tentado a acceder por el mono, pero sinceramente hacer buenas migas con Niall no estaba en su lista de mejores intereses.

Louis entendía que el rubio en ningún momento se había portado mal con él, pero era que no podía simplemente olvidarse de que Liam había estado con él desde el principio en todo aquello. No podía olvidarse de que el jovencito fue quien le brindó apoyo en días difíciles y que en absoluto podía dejarle atrás con aquello que parecía ser normal para todo el que lo notaba.

Zayn había pasado un celo con Niall, aún cuando Zayn tenía a Liam en casa y todos parecían estar bien con ello.

Incluso Harry.

¿Era así cómo funcionaba? ¿Harry también pasaría celos con otras personas y sería normal? ¿Tendría que ir con él a todos lados para evitar que eso pudiera suceder? No había podido parar de pensar en ello durante todo el día.

Era muy nuevo en todo aquello, era nuevo en tener un alfa, era nuevo en el cortejo, era nuevo en sentir la necesidad de observar a Harry, de sentirle cerca, de tocarle, de besarle... Y no sabía mucho, pero de lo que sí estaba convencido es que él jamás estaría bien con el hecho de que Harry besara a otras personas, que pasara celos con otras personas o que siquiera mirara a otras personas como le veía a él, no mientras estuvieran juntos, no mientras compartían sus días y noches.

Porque Louis respetaría el lugar de Harry a su lado, ya que lo llamaba alfa, y él quería ser respetado también, porque Harry le llamaba omega. ¿No era así cómo funcionaba? ¿No debían ser suficiente el uno para el otro?

Porque Louis no deseaba ver a nadie más allá que no fuese Harry, no cuando apenas estaba tratando de hacer funcionar y entender aquella conexión que se sentía cálida en su pecho. ¿Sería que Harry se sentía igual? Ya tendrían tiempo para hablarlo, porque Louis definitivamente quería saber de qué manera Harry le veía a su lado. Sabía que hablar y mencionar incomodidades era mejor que simplemente guardarlas.

Aunque no hubiese aparente motivo, Louis estaba rodeado de distintas preocupaciones. La mayoría de ellas se debía a que no era una mala persona y tampoco podía pretender que lo era. No podía convertirse en una.

Era nuevo también en ese mundo rodeado de criminales e injusticias, y aunque Louis sabía que debía adaptarse, le era difícil porque no era una de esas personas que simplemente ignoraban cosas que sucedían delante de sus narices.

Cosas como el tema de aquellos omegas... Eso le estaba carcomiendo por dentro. Él no vio que estuviesen en el mismo avión, pero de nuevo, él estuvo poco presente al momento del abordaje y aterrizaje, no se dio cuenta de nada, pero evidentemente según lo dicho por Niall habían estado ahí.

Estaba agotado de siempre pensar en todo aquello que era tan nuevo para él. En todas esas injusticias que caían pesadas en sus hombros aún si le correspondían poco. Y no podía ni siquiera tratar de no verlo, porque él disfrutaba de muchas cosas mientras los de su casta, en algún lugar más cerca de lo que podía imaginar, sufrían de muchas otras y Louis estaba consciente, él lo sabía, él se daba cuenta y simplemente se había callado porque no había sabido qué hacer para cambiarlo.

Pero era suficiente. Todo lo que en verdad sentía brotaba fuera con rapidez, la molestia picaba en sus entrañas y las ganas de detener aquello recorrían su pecho.

Era la primera vez que se sentía lo suficientemente importante para hacer algo sobre aquello.

Finalmente había comprendido que... Era el omega de Harry.

De Harry.

Ese alfa líder y poderoso que bramaba órdenes haciendo mala cara cuando alguien caminaba lo suficientemente cerca de ellos.

Louis realmente había analizado sus cartas en aquella jugada y sabía que tenía altas probabilidades de ganar.

Así que solo siguió esperando con aparente tranquilidad.

Tenía la tableta táctil que había recibido días atrás en sus manos mientras realizaba cuentas. Harry le había explicado bastante bien para haber dicho que se le daba pésimo, pero era más que se desesperaba con facilidad y era cero fanático de la paciencia.

Louis acomodó nombres en una tabla numerada que aparecía en la pantalla, se fijó bien en las cantidades y anotó todo lo que Harry había mencionado era importante resumiéndose a las ganancias, el tipo de mercado y la ubicación.

Literalmente era el registro de las líneas de mafias alrededor del mundo. Y él lo tenía ahí, en sus manos... Él, que no llevaba más de algunos cuantos meses al lado de Harry. Louis se preguntó cuánto era que el alfa confiaba en él y luego entendió, que quizás la misma confianza que depositaba él en Harry, Harry lo hacía también con él.

Y era bastante increíble y apreciable.

Aunque Louis no tenía conocimiento alguno de todo ese mundo, lo estaba haciendo. Porque quizás en el fondo, sentía que ese era su lugar.

Louis realmente repudiaba y odiaba aquellas enormes cantidades en el pequeño cuadro que tenía como encabezado "omegas". Los números parecían no dejar de subir al hacer las cuentas y eso solo estaba provocando náuseas y malestar, porque eso existía, los suyos eran vendidos y usados como simple mercancía.

Y así bajó línea por línea. Leyendo apellidos, dígitos y demás hasta llegar al final, donde se topó, de manera casi increíble, con ceros.

Ceros en el maldito espacio de "omegas".

Alzó una ceja al observar que el mercado de aquella línea Japonesa se basaba mayormente en el tráfico de armas y drogas con cantidades en ganancias que eran realmente descomunales, sin al parecer meterse en el mercado de omegas. Louis tuvo que dejar aquel dato en una nota extra y mover el nombre de aquel mafioso a lo alto de la fila del mercado de armas y drogas.

Estaba tentado a buscar información sobre él cuando la puerta de la habitación se abrió, Louis levantó la mirada y Harry le sonrió, cerrando la puerta a sus espaldas.

El alfa se acercó y besó su frente con suavidad sentándose luego a su lado—. ¿Tedioso? —inclinó suavemente la cabeza en dirección a la tableta.

Louis contuvo sus ganas de ser jodidamente sincero, pero suspiró para sonreír suavemente también—. Entretenido, más que nada. ¿Tú que tal?

—Dejé a Niall allá abajo arreglando algunos líos, no tienes idea de lo difícil que es tenerle en la misma habitación —soltó un suave bufido pareciendo irritado—. Siempre tiene algo para decir, nunca se calla y alega por todo. Intentó sermonearme porque dije que sus cuadros iban bien con las paredes blancas, él aseguraba que no eran blancas, sino color crema.

Louis sonrió—. ¿Intentó?

—Sí. Se detuvo luego de dos minutos sin parar, porque le gruñí.

Entonces el omega soltó una risita, provocando que el alfa sonriera también. Escuchar a su omega reír de aquella manera era un pequeño lujo que pocas veces tenía el placer de disfrutar.

—Ya... Es que yo también veo las paredes blancas. —murmuró el menor.

Harry asintió en total acuerdo.

—Todos sabemos que son blancas, es solo que a Niall Horan le gusta complicarle la existencia al mundo entero por razones increíblemente ridículas.

Louis volvió a sonreír—. ¿Y dónde dejaste a Zayn? —preguntó escuetamente.

—Con Niall.

Louis quiso parecer distraído observando de vuelta la tableta en sus manos, mordió apenas sus labios y finalmente soltó un corto resoplido.

—¿Sabías que ellos...? —negó con suavidad— Tú sabes lo que ocurrió entre ellos —afirmó.

Harry no pareció ajeno a lo mencionado, incluso asintió.

—Sí.

El omega alzó ambas cejas—. ¿Te parece bien?

Harry divagó un poco al pensar en su respuesta, luego simplemente alzó los hombros.

—Hm... No lo sé. Es decir, no siento el derecho de decirle a Zayn qué hacer con su vida, es dueño de sus acciones y cuando las consecuencias por sus actos lleguen, tendrá que vivirlas él, no yo.

Louis levantó la mirada y encontró los ojos de Harry, luego de algunos segundos se apartó del hombro del alfa e hizo una mueca.

—¿Tú harías algo así? —preguntó por lo bajo—. Independientemente de la razón... ¿Estarías con alguien más aún si yo estoy contigo? Quizás no en el mismo lugar, pero sí en otro, esperándote, confiando en ti, en lo que me has dicho...

El purasangre lució casi espantado.

—¿Q-Qué? No. —negó de inmediato—. No, nunca. Lou... —tomó las manos del joven luego de apartar la tableta y lamió sus labios en un gesto ansioso—. Tienes que saber que cada persona tiene su propia manera de ver una unión. Nuestra unión, lo que la Luna nos ha dado, es sagrada y yo jamás, nunca, ni aunque mi vida dependiera de ello le faltaría al respeto, sea cual fuese la ocasión. Yo quiero... Quiero que lo sepas y lo tengas claro, muy claro. ¿Sí, por favor?

Louis entrelazó sus dedos con los del alfa y sonrió, ni siquiera estaba un poco sorprendido, aunque sí tranquilo y con esa preocupación dispersándose en su mente. Porque confiaba en el alfa, confiaba en sus palabras, la conexión que tenían le permitía hacerlo, le permitía saber que era correcto confiar.

Porque era su alfa, su destinado.

—Yo también quiero que lo sepas alfa —murmuró suavemente—. Te quiero a ti, y solo a ti.

Decir que aquello complació por completo al alfa, era decir poco.

—Lo sé omega —Harry sonrió de lado y sus manos subieron para acunar las mejillas de Louis—. Yo puedo sentirlo. No tienes que dejar que las acciones de otros te hagan dudar de lo que yo siento por ti, de lo que yo haría por ti porque nada se compara a lo nuestro —acarició con lentitud las mejillas del menor con sus pulgares y observó de lleno sus preciosos ojos azules—. Siempre voy a quererte, cuidarte, valorarte y respetarte... Porque eres mi tesoro más preciado, Louis. Un tesoro que recelosa y egoístamente me permitiré proteger, por siempre.

El omega sonrió observando el preocupado rostro del alfa, luego simplemente subió sus manos y las colocó encima de las grandes que acunaban su rostro, acariciando con suavidad rozando también los anillos.

—¿Me quieres, alfa? —murmuró.

El mayor no dudó en asentir—. Te quise antes de siquiera conocerte, omega.

Louis negó—. No... No de esa forma. Tú... Si tuvieras que poner un número, ¿cuál sería?

El alfa parpadeó. Sus labios hicieron amago de moverse pero terminó negando—. No puedo. No podría poner un número, no existe límite para lo que siento en mi pecho y alma por ti, omega.

Louis sonrió, inclinándose un poco más en dirección al joven frente suyo. Acarició con más lentitud la piel tibia de sus manos con las yemas de sus delgados dedos y parpadeó despacio.

—Si te pidiera algo... —comenzó muy despacio aún sabiendo que probablemente aquellos eran terrenos desconocidos y peligrosos, pero tenía que intentarlo. Tenía que comenzar a vivir en paz, a sentirse en pan—. Algo que realmente necesito para estar bien, ¿me lo darías?

El alfa pareció tenso y de nuevo la preocupación se reflejó en sus brillantes ojos.

—Pídelo. —soltó impaciente—. Lo que sea, yo te daría lo que sea. —tomó un suave respiro—. Cualquier cosa, aún si es una estrella la traería para ti.

—¿Cualquier cosa? —murmuró Louis, acercándose todavía más al alfa. Sus intenciones eran claras, pero Harry se encontró siendo incapaz de romper con la distancia. Su omega quería algo y la necesidad de complacerle era más que sus deseos de besarle.

—Pídemelo.

—Bésame.

Finalmente la distancia se acabó, el alfa no perdió un segundo atrapando pronto los labios del joven entre los suyos, sus manos presionaron suavemente la piel del chico mientras sus cuerpos se juntaban por completo. Sus lenguas se encontraron y podían sentir el aliento cálido del otro cuando se separaban cortamente en busca de aire, con el ambiente agradable de sus feromonas mezclándose alrededor.

Luego de unos momentos, finalmente el beso acabó. Louis presionó su frente con la del alfa y sintió sus narices rozándose, apretó los ojos y simplemente lo dejó salir fuera de su pecho.

—Quiero que... Los omegas que has traído para el negocio que tenías con Niall queden libres. —murmuró.

Cuando se alejaron apenas unos segundos después, el purasangre le miraba con calma. Había notado que ciertas cosas del negocio no le parecían a su omega y estaba de acuerdo ya que era completamente entendible.

Después de todo, también había pedido un omega gentil y amable. Y era justo lo que tenía ahí. Que Louis se preocupara por otros y le pidiera aquello, no le tomaba del todo por sorpresa.

—¿Cómo supiste sobre eso? —le preguntó, sus manos se deslizaron con suavidad tomando las del omega.

—No tuve que andar metiendo las narices donde no debía —aclaró—. Solo lo escuché, y ahora sé que es cierto y yo no puedo... No puedo simplemente ignorarlo Harry. Ellos... Son como yo, y yo alguna vez también estuve en su lugar, pensar que todos ellos están pasando por lo mismo que pasé yo, que están asustados, confundidos y sufriendo... Que sus destinos son bastante diferentes al que yo tuve y tengo ahora, me hace sentir miserable. Quizás yo puedo hacer algo por ellos y no podía permitirme no intentarlo, así que eso es lo que estoy haciendo ahora.

Harry tomó un corto suspiro—. Omega yo no...

—No me mientas por favor —pidió suavemente cerrando los ojos—. Solo dime que no puedes hacer eso por mí y lo entenderé, pero no me mientas porque si lo haces entonces yo... Eres la única persona en la que confío con mi vida, alfa. No hagas que eso cambie.

El alfa tragó saliva y su mandíbula se tensó. Podría ser negligente, podría poner su negocio en juego y muchas consecuencias podrían caer encima suyo por aquello que estaba a punto de decidir, pero una vez más, era más enorme la necesidad de complacer a su omega, negarle algo que estaba en sus manos hacer era algo que no podía ni siquiera intentar cometer.

—Irán a casa —murmuró.

Louis tragó saliva y sus ojos se abrieron, tan brillantes y azules como siempre. Harry volvió acariciar su mejilla.

—¿Tú... De verdad puedes? No quiero que-

El alfa negó, callandolo pronto—. Puedo, sí. Irán a casa. —repitió.

Louis le dio una sonrisa temblorosa.

—¿En serio?

Harry asintió una vez más.

—Lo prometo.

En cualquier otro momento de su vida pasada, Harry le hubiese gruñido con fuerza a cualquier omega que siquiera hubiese insinuado decirle qué hacer.

Pero en ese momento no se trataba de cualquier otro omega. Se trataba de su omega, de Louis, quien había incluso mencionado que aquello le haría estar bien y sentirse mejor, y Harry, por Louis, de verdad que haría cualquier cosa, incluso lo inimaginable.

×××

En Edimburgo las calles siempre eran grises y algo solitarias, Michael estaba acostumbrado pues llevaba demasiado tiempo recorriéndolas.

El motor de la motocicleta en la que viajaba rugía con fuerza mientras las llantas pasaban con facilidad por aquel camino de tierra húmeda, con enormes árboles a los costados.

Había estado ignorando con bastante indiferencia aquel pesar que cada día consumía más y más su pecho. Se mantenía testarudo en su decisión de ser libre y le molestaba por completo que aquello que sentía no estaba del todo bajo su control y algunas veces simplemente se adueñaba por completo de su interior.

Detestaba sentir que debía acudir a él. Le molestaba olfatear el aire imaginando poder sentir su fragancia, le molestaba cerrar los ojos y ver su rostro, le molestaba girar a veces creyendo haber oído su voz.

Estaba totalmente jodido.

Había conocido ya a Luke y se convertía en una tarea casi imposible olvidarse de él.

Eran destinados. Y dolía, mental y físicamente.

Michael sabía que nadie iba en contra de la naturaleza y quien lo hacía, lentamente firmaba una sentencia. Y no siempre quien tenía el valor de ir en contra, era el más afectado.

El hijo de puta se estaba muriendo.

Alguien que le hiciera el maldito favor.

Aceleró más la motocicleta divisando aquella enorme propiedad y apretó los labios mientras su ropa se sacudía suavemente con el frío aire.

Luke iba a escucharlo.

Tenía que dejar de querer morir, porque estaba arrastrando a Michael con él y el omega definitivamente quería vivir, joder, que se había ido para ser libre, no para estar presa de un dolor ajeno que se sentía malditamente como propio.

Le tomó poco más de dos minutos estar frente a la enorme reja de entrada, donde dos hombres le apuntaron automáticamente con sus armas.

Michael ni siquiera se tensó o preocupó. Apagó el vehículo y se sacó el casco mirando a ambos hombres con una ceja arriba. Se bajó y luego de acomodar sus cosas, se encaminó en dirección a los guardias.

—Estoy aquí para ver a mi alfa —avisó escuetamente. Ambos le analizaron con seriedad. Michael suspiró—. Luke Hemmings. ¿Podrían...? No lo sé, llamarle, sé que está aquí. Diganle que le busca la razón de que este muriéndose —sonrió falsamente, levantando un pulgar.

—Chico... —advirtió uno cuando el omega se encaminó demasiado cerca de la reja.

—Joder, solo llamenlo. —bufó—. Voy a realmente hacer que los asesinen si me hacen esperar un minuto más.

—Marchate —ordenó el otro—. Ahora.

Michael alzó una ceja—. ¿Qué?

—Voy a dispararte —apuntó mejor su rifle y Michael realmente le miró con impresión—. Te estoy dando una oportunidad chico, vete, es una orden.

—Yo te di a ti una maldita orden primero —escupió—. Llama a mi alfa.

—No. Vete.

Michael entonces logró divisar a Aeve cortando algunas flores en el jardín. La mujer lucía bastante concentrada y ajena a la situación en la entrada de la propiedad, por lo que Michael tomó un fuerte respiro antes de gritar.

—¡Aeve! ¡Aeve, soy Michael!

Ambos hombres se tensaron y pusieron su dedo en el gatillo.

—¡Cierra la boca y largate de aquí! —rugió uno.

Michael les miró con cólera—. ¡Aeve! —volvió a gritar, la beta ya se acercaba con apuro para ese entonces.

—¡Voy a disparar!

El omega les encaró.

—¡Hazlo hijo de puta! ¡Seré yo quien te dispare tan pronto te enteres de quien soy!

—¡Oigan! —Aeve se aferró con fuerza a la cerca, mirando con ojos grandes a los dos alfas que apuntaban mientras trataba de recuperar el aliento. Había rápidamente identificado al chico que a ese momento tenía las mejillas rojas, luciendo más allá de molesto—. ¡¿Qué creen que están haciendo?! —reclamó—. ¡Es el omega de Luke!

Ambos hombres parecieron tensarse al momento, y entonces Michael les gruñó con molestia.

—¿Qué pasó? ¿Ya no tienen tantas ganas de matarme, eh? —se acomodó su ropa y alzó el mentón—. Abran la maldita puerta. Ahora.

Uno de ellos bajó el arma y comenzó a murmurar algo por un casi invisible micrófono en su pecho, entonces la cerca comenzó a abrirse y la beta sujeta a ella retrocedió todavía algo agitada.

—O-Oye... Lo senti- —intentó decir uno de los alfas.

Michael le dedicó una mirada indiferente—. Sí, sí. Me voy a contener de mencionarle a Luke lo que sucedió para que sus sesos sigan adentro de sus cabezas, no tienes que decir nada.

—Gracias.

—Dije que nada —le miró feo y el alfa entonces asintió, finalmente alejándose.

El omega soltó un bufido y finalmente comenzó a caminar, siendo rápidamente examinado casi con euforia por Aeve, quien parecía pálida y muy nerviosa.

—Cielo santo, ¿estás bien? —las manos de la beta presionaron los hombros de Michael con inseguridad, el omega asintió.

—No ha pasado nada.

—Tú... Has vuelto.

Michael de verdad se contuvo de rodar los ojos y resoplar.

—Él me necesita. —murmuró sin más.

La mujer asintió apartando de pronto la mirada—. Sí, él... Sí. Lo hace.

—Iré a verlo.

—Te acompaño.

Caminaron en silencio hasta las escaleras de la fachada principal y las subieron en calma, fue Aeve quien colocó un código en el pequeño panel exterior de la enorme puerta y luego la empujó para abrirla. Los alfas que estaban cerca ni siquiera les dieron una mirada.

Michael observó al interior, todo estaba en silencio y pulcramente aseado como recordaba. Las baldosas del suelo brillaban y las luces a lo largo del salón iluminaban dejando un aura elegante y tranquila. Costaba creer que la última vez que había estado ahí enormes manchas de sangre cubrían el suelo, junto a tres cadáveres. Pero recordaba haberse sorprendido solo un poco, ya que lamentablemente, de donde venía también se veían aquel tipo de cosas. En la mafia, veías situaciones grotescas como algo común si tenías un corazón duro, tuvieses el puesto que tuvieses.

Los pasos de ambos hicieron eco al comenzar a caminar dentro.

—¿De verdad está tan mal o Louis solo exageró? —murmuró con curiosidad.

La beta a su lado suspiró suavemente—. No ha comido nada hace tres días.

Michael frunció el ceño y le dedicó una mirada extrañada a la beta—. ¿Qué?

—Tampoco ha salido de su habitación.

—Pero-

—Harry y Zayn se encargaban de vigilarle y hacerle comer, incluso a la fuerza o con sermones —alzó ligeramente los hombros—. Tuvieron que irse y entonces Luke le ha gruñido a todo el mundo para que le dejen tranquilo, ni siquiera me escucha a mí.

Michael rodó los ojos—. Joder, ¿es que se cree que es un crío? Mira que tener que vigilarle para que coma.

—Hm... Yo no entiendo sobre las conexiones y todo eso ya que soy beta —cuando comenzaron a subir las escaleras Aeve le dio una mirada curiosa—. Pero evidentemente tú estás mejor que él.

Michael suspiró. Era egoísta lo sabía, pero se rehusaba por completo a cederle a la naturaleza el control total de su vida. Él era quien decidía qué hacer o no, le gustaba ser libre, había nacido así e iba a morir así.

No nació para estar a lado de un alfa. No nació para engendrar y luego criar niños. No nació para tener una mordida en el cuello. No nació para ser un prisionero de aquello que le había marcado como el eslabón más débil en la cadena.

Michael no era débil. No temía de otros y si en algún momento sentía que iba a doblegarse ante cualquiera, el orgullo le ganaba y le hacía brotar la valentia suficiente para defenderse. Él no era un omega cualquiera, de esos suaves y moldeables, una mierda, Michael era un omega como pocos los había y odiaba a la naturaleza con todas sus fuerzas.

Odiaba a la naturaleza y también a la Luna, porque básicamente le habían obligado a conocer aquello que nunca deseó, su alfa destinado...

—Yo acepte que no quiero estar con Luke —explicó sin ganas—. Pero Luke no es capaz de asumirlo, y es por eso que está sufriendo.

—¿Y tú no?

Cuando llegaron al último peldaño de las escaleras, Michael finalmente se detuvo.

—Por eso estoy aquí —le dio una mirada a la mujer y sonrió de manera forzosa—. Conozco el camino, gracias por... Lo de afuera.

Aeve asintió, le dio un suave apretón a su hombro y retrocedió un par de escalones.

—Suerte Michael.

El omega asintió y finalmente echó andar una vez más.

Recorrió aquel enorme pasillo con pasos suaves y que se sentían cada vez más pesados, ignorando magistralmente al omega que se retorcía con euforia y emoción dentro de su pecho. Nunca había detestado tanto su condición como lo hacía en esos momentos, el ansía que le provocaba pensar que vería al alfa y los escalofríos que recorrían su cuerpo le recordaban cada vez que había rechazado esos sentimientos en el pasado con otros alfas, lo fácil que había sido hacerlo y como parecía tan imposible hacerlo ahora.

Porque ya no era cualquier otro alfa.

Era Luke. Su alfa, su destinado, la maldita razón de haber nacido siendo un omega.

Mentiría si dijera que a veces no tenía envidia de Louis o incluso de Liam, quienes después de todo... Habían aceptado de buena gana el hecho de tener un alfa y atarse a él.

Michael no podía. Nunca había podido y sabía que no podría.

Y Luke tenía que aceptarlo, porque Michael no quería tener que elegir entre su propia libertad o la vida del alfa, porque Michael... Él iba a elegirse a sí mismo, como lo había hecho siempre. Primero era él, antes que cualquier otro.

Cuando menos pensó, ya se encontraba delante de aquella puerta que conocía bien, a punto de entrar en esa habitación donde tan impotente se había sentido tiempo atrás... Y aún así, cuando se sentía tan frustrado y molesto, los brazos del alfa habían sido el único lugar donde había podido calmarse. Se negara lo que se negara, al final... Luke era quien lo había sostenido, y Michael se había dejado... Gustoso.

Y el omega detestaba aquello. Detestaba que fuese Luke el único que le importaba lo suficiente como para ignorar lo que su orgullo por muchos años le había hecho construir.

Podía dejar todo atrás y seguir ignorando con toda su fuerza de voluntad aquella pena que no era suya calando en su pecho, al fin y al cabo, algún día dejaría de sentirla, cuando finalmente la conexión se viera interrumpida por un corazón que había dejado de latir.

No habiendo una mordida que les conectara en cuerpo y alma, si Luke moría, lo demás sería solo una historia. Michael no podía con eso.

Y de solo pensar en ello, la desesperación le consumía.

Por eso abrió bruscamente la puerta de la habitación y se adentró volteando en varias direcciones. La cama estaba pulcramente tendida, la cortina del ventanal principal estaba totalmente cerrada dejando todo casi a oscuras y la fragancia del alfa flotaba por ahí. Michael odio casi agradecer poder olfatearla una vez más.

Recorrió el lugar con la mirada hasta que finalmente sus miradas se encontraron.

La respiración del rubio se atascó en su garganta y sus labios casi temblaron. Finalmente, el dolor en su pecho se intensificó.

Realmente lo iba a perder.

—¿Qué... Qué estás haciendo? —balbuceó—. ¿Q-Qué demonios... Estás haciendo?

—Omega...

Era increíble como el solo respirar su fragancia, le hacía casi boquear. Era increíble como al solo verle, sus piernas parecían temblar... Pero Michael no tenía tiempo para pensar en detestar todo aquello, su propio corazón había comenzado a latir con brusquedad y sus manos temblaban visiblemente.

Estaba sorprendido.

Más que eso, aterrado.

—M-Mike —la voz de Luke se quebró.

Realmente, el omega no había estado esperado encontrar al alfa sentado en una esquina de la habitación con el cañón de un arma brillante presionándose contra su cíen.

Su semblante apagado por la tristeza junto al cansancio presionando sus hombros, viéndose tan... Miserable y desgastado, agitó con violencia el pecho del joven rubio, quien luego de unos momentos de completa impresión caminó con rapidez hasta llegar al alfa.

Las rodillas del omega dolieron cuando chocaron contra el suelo en un golpe seco, pero ni siquiera pudo hacer una mueca, su mano temblorosa apartó el arma del alfa y cuando la tuvo en su custodia, la lanzó lejos. Sus brazos se envolvieron alrededor del cuello del alfa y le atrajó cerca perdiendo sus dedos en su cabello húmedo que olía a shampoo.

—O-Omega...

Michael tragó saliva y parpadeó infinidad de veces queriendo que la húmedad se alejara de sus ojos.

—Callate. —espetó con amargura—. Maldita sea, sólo cállate.

—Dolía... —los brazos flojos del alfa rodearon su cintura formando un suave abrazo—. Un extraño hormigueo recorría todo mi cuerpo y mi pecho dolía demasiado. I-Intenté... Darme un baño e ignorarlo como lo había estado haciendo pero- no pude, ya no... Mis esperanzas de que volverías se habían esfumado por completo y, n-no quiero una vida donde no estás tú porque... Porque duele demasiado, porque esa no es una vida.

Finalmente Michael paso una pierna por encima de los muslos del alfa y se sentó a horcajadas, sus pálidas manos acunaron las mejillas ahuecadas del mayor y sus brillantes ojos conectaron con los apagados. El nudo en su garganta era grande y la fuerza con la que el omega apretaba sus dientes llegaba a doler.

—Por favor Luke, no nos hagas esto.

—Lo s-siento.

Michael negó—. No, no lo haces. No lo sientes porque intentas detener esto de la manera incorrecta.

—Yo no... No soy tan fuerte como tú —una de sus grandes manos acarició la cintura del joven y sus ojos se cerraron con suavidad—. Nunca pensé que amar dolería tanto, sólo quería detenerlo porque dolía como nunca nada ha dolido antes.

Las lágrimas acumuladas finalmente abandonaron los ojos de Michael. Sus labios temblaron y su ceño se frunció con pesar. Observar a ese alfa que había conocido siendo todo un enorme purasangre, fuerte pero amable, que le veía agotado pero aún así cumplía todos sus caprichos, verle ahí... Queriéndose dar por vencido, por alguien que no le merecía, por un omega que no valía la pena.

—¿Me amas, alfa? —murmuró el joven.

Luke asintió, demasiado exhausto para intentar abrir los ojos de nuevo—. Te amé desde que supe que eras mi omega destinado.

Los labios de Michael bajaron en un pequeño puchero—. No creo que me ames.

—Lo hago.

—Si lo hicieras no estarías haciéndote esto... No cuando sabes que nos afecta a los dos.

—Lo siento —volvió a decir el alfa—. E-Era demasiado.

Michael se inclinó y junto su frente con la del alfa, sus narices se rozaron y finalmente sollozó.

—No quiero que mueras, Luke —murmuró—. Pero tampoco puedo quedarme y quiero que lo entiendas. Si me quedo, estaré obligándome a ser algo que no soy. No podré complacerte y no podré atenderte como se debe, porque no es así como funciona para mí. No soy alguien que quiera depender de otro para ser feliz, por favor, por favor —casi rogó en un suave sollozo—. Entiéndelo.

—¿Por qué estás aquí, Mike...?

Volvió a sollozar y finalmente besó los labios del alfa, al separarse encontró sus bonitos ojos azules viéndole con adoración.

—Porque me importas, porque a pesar de todo eres el único alfa que de verdad me importa al grado de doler y quiero que estés bien, necesito que estés bien para yo poder estar bien.

—No voy a ser egoísta... —murmuró Luke—. No te obligaré a hacer lo que no deseas... Pero sentir lo que siento, es solo algo que se sale de mis manos.

—Voy a cuidarte —murmuró Michael, acurrucandose entonces contra su pecho—. Solo un poco. No tienes la culpa de que yo sea de esta manera, no tienes la culpa de no poder hacer nada para cambiar mi horrible forma de ser...

Luke besó con suavidad los cabellos rubios del joven—. Yo te acepto tal y como eres Mike. —acarició su espalda y sonrió—. Y siempre vas a ser mi gruñón, valiente y muy libre omega... Pase lo que pase.

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Las estrellas se encontraban en lo alto del cielo oscuro cuando los impotentes gemelos purasangre bajaron de aquella lujosa camioneta oscura. Ambos observaron el paisaje nocturno, la ciudad medieval de Edimburgo lucía tan hogareña y pacífica desde aquella colina, donde tenían una cita especial.

Aunque habían estado en Edimburgo varias veces en el pasado, comprendían que no eran sus tierras, no era a lo que estaban acostumbrados y por eso era mejor estar allí...

—¿Para qué exactamente requieren de mis servicios? —preguntó el joven alfa sentado detrás de un enorme escritorio oscuro manteniendo su postura firme. Sus ojos claros yendo de un purasangre a otro, quienes se veían serios y analíticos ahí frente suyo.

—Un omega, queremos que lo traigas hasta nosotros—murmuró uno de los hermanos.

—Correcto —apuntó en una hoja lo escuchado—. ¿Alguna descripción en general?

—¿Descripción? —preguntaron ambos hermanos a la vez.

El alfa en el escritorio les vio confuso y algo extrañado por aquel momento, ya bastante raro era tener a dos enormes gemelos purasangre frente suyo como para que encima dijesen al mismo tiempo las mismas palabras.

—Del omega —aclaró.

Los hermanos volvieron a verse.

—Yahir —el purasangre invitó a su hermano a hablar.

El nombrado se aclaró la garganta—. Es... de estatura baja. Ojos azules. Cabello castaño y lacio, labios delgados. Hm, peso promedio. Tres... Tres lunares en la comisura izquierda de los labios, hm... ¿Necesitas más?

El alfa negó, terminando de apuntar todo—. Creo que con eso basta. ¿Algún lugar en específico donde empezar a buscar? ¿Otra referencia?

—Sospechamos que sigue en Irlanda... Pero el hogar de ese bastardo de Styles está aquí en Edimburgo, ¿cierto Calum?

El nombrado asintió.

El chico detrás del escritorio alzó una ceja—. ¿Styles? ¿Harry Styles? —preguntó dudoso.

—Sí.

—¿El líder de la mafia más poderosa del Reino Unido? ¿Ustedes quieren a su omega? —preguntó. A decir verdad, el joven no sonaba tan sorprendido como debería. Pero en el fondo lo estaba. La línea de Styles no era algo con lo que alguna vez hubiese considerado trabajar y a decir verdad, conocía del purasangre lo poco que había escuchado por aquí y por allá.

Esperaba que no fuese nada con lo que no pudiera lidiar. Después de todo, trabajo era trabajo, ya podría investigar después.

—¿Por qué, le tienes miedo? ¿El trabajo te queda muy grande? —Yahir gruñó.

El alfa más joven soltó una pequeña risa jugando con el bolígrafo en sus manos—. No soy yo quien está contratando los servicios de un sicario. Así que, el omega de Harry Styles...

—Solo tienes que encontrar conexiones e involucrarte como bien sabes, el trabajo seguramente será fácil —murmuró Calum.

—Correcto... —el joven alfa en el escritorio asintió—. Pero... Teniendo en cuenta lo que escuché que pasó en Irlanda, seguramente estarán muy alerta. No será fácil conseguir un puesto, ni siquiera el de la intendencia. —alzó los hombros.

—No es nuestro problema cómo lo hagas —soltó Yahir con impaciencia—. Busca alguna manera, cualquier conexión, examina y valora cada oportunidad que tengas.

El alfa torció una mueca—. No me digas cómo hacer mi trabajo Hood, después de todo... No recurrieron a mí sólo porque no tenían otra opción mejor —sonrió con falsedad—. Sino porque yo soy esa única mejor opción, ¿verdad?

Ambos purasangre tensaron la mandíbula pero fue Calum quién tomó un corto respiro antes de hablar.

—Queremos ser cuidadosos en esto, y sí, evidentemente eres nuestro mejor contacto.

—Entiendo.

Yahir se dio la vuelta y su hermano le siguió de inmediato, antes de salir el purasangre dirigió una última mirada al joven criminal.

—No nos decepciones Irwin.

—Eso jamás. —le volvió a dedicar una sonrisa que a simple vista, era burlona y falsa.

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