La Leyenda Áurea

By Kia020

1.4K 143 8

Esa noche, Xylia nunca olvidaría esa noche, en la que los habitantes del bosque salieron a celebrar sus ritua... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 23
Capítulo 20
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 21
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 22
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49 (Anuncio)
Capítulo 50 (Nuevo Anuncio)
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55

Capítulo 37

21 2 0
By Kia020

—Keegan, ¿qué haces? -pregunté intrigada viendo a ese ser inmortal gruñiendo al volkae.

—Este maldito está obsesionado contigo -acabó diciendo él mientras lo miraba con desprecio fijamente.

Solté una pequeña risa irónica.

—No sería el primero, aunque Nieve estará siempre a un nivel superior.

Me acerqué a dónde se encontraban, tanto Keegan como Nieve, a este último lo tomé en brazos, seguido por la mirada del peliazul.

—No me puedo creer que aún esté vivo, y más sabiendo como es Azael.

Arqueé las cejas y lo miré con cierta indignación.

—Si tu maldito rey intenta hacerle algo a este animal, te juro que no me volverá a ver nunca más.

Keegan levantó una de sus cejas y sonrió de medio lado.

—Está claro que no le conoces bien.

—¿Porqué? -quise indagar mientras notaba como ese volkae se acomodaba en mis brazos.

—Azael conoce cada parte del Subsuelo, te encontraría en menos de un minuto y eso, sin usar su poder.

—El bosque no lo conoce -solté sin más.

Ahora fue él quién lució extrañado.

—¿El bosque? ¿De verdad te crees tan capaz de escapar de este reino?

-A ver si vais a ser vosotros quién no me conocéis -acabé sonriendo burlonamente mientras le miraba con perspicacia.

Ese maldito rey hizo que lo odiara más después del número en su alcoba. Era un ser mediocre y egocéntrico que decía haberme reclamado por mi seguridad, ¿seguridad de qué? Yo no soy valiosa, tan solo soy una humana pero ese bastardo me había secuestrado haciéndome creer algo que no era.

Keegan bufó en respuesta, después de mi discusión con Azael, Keegan tardó tan solo dos días en volver como si se hubiera enterado de la discusión o simplemente Azael lo envió para vigilarme. No pude dormir esa misma noche, estaba demasiado alterada y sobre todo, me odiaba demasiado. Mi mente jugaba conmigo y poder pensar en esa bestia como un ser atractivo era como un remordimiento. Aquello no debía dejarlo pasar pero las imágenes de él con el torso al descubierto, su cabello negro húmedo y esa mirada que descolaba cualquier muro que interpusiera entre él y yo, hacían darme cuenta de que en vez de estar buscando una alternativa para escapar y volver con mi familia, se desvaneció cada vez que su aura rondaba a mi alrededor. Él era adictivo y notaba realmente su obsesión hacia mí, eso tan solo hacía que dentro de mí se encendiera un pequeño fuego que tarde o temprano se convertiría en una gran hoguera.

Keegan se acercó más a mí, y con su mano empezó a acariciar al volkae. Toso hubiera sido más fácil si Keegan hubiese sido el hombre que aparecía lividamente en mis imaginaciones. Era apuesto y sobretodo era demasiado buena persona conmigo, se comportaba muy bien conmigo y eso que era una humana. Puede que hayan sido órdenes de Azael pero no me importa, tan solo sé que Keegan, a pesar de habernos conocido en tan poco tiempo, siempre será uno de mis pilares en este reino.

—¿Quieres que te enseñe un lugar? -preguntó él quién mantenía su mirada en el volkae.

La curiosidad se removió en mi interior a la vez que lo observaba con cautela.

—¿Qué lugar? -proliferé con cuidado.

-Uno muy divertido -acabó él diciendo con sarcasmo mientras dejaba de observar el volkae para mirarme a mí.

—Xylia tan solo es una sala más dentro de este andrajoso y misterioso palacio, que si no quieres nos podemos quedar aquí pero...

—Espera -acabé cortándolo, no sabía de qué se trataría pero la verdad que era el momento de salir y enfrentarme a la realidad -iré, iré contigo.

La sonrisa de Keegan se ensanchó y sus ojos brillaron con un poco de diversión.

—Entonces a qué esperamos —lo miré confundida cuando me tomó de la mano y en un cerrar de ojos, Nieve estaba en el suelo, persiguiéndonos ya que este loco feérico me estaba arrastrando por los pasillos del palacio.

No sé escuchaba nada, tan solo mi respiración, nuestros pasos y los del volkae detrás de mí. No sé en qué momento había terminado de esa forma, agarrada por un guerrero hábil capaz de aniquilar a cientos de enemigos, o al menos lo que me había contado él, corriendo por los pasillos de un infernal palacio tenebroso, no sin antes haber estado llorando por no poder escapar sin tener que ser dependiente de una bastardo rey que fue el causante de todos mis males. Si así soy yo, tonta y sin la capacidad de racionar.

En fin, la vida era corta, bueno la humana sí, así así si quería salir de aquí y volver al bosque necesitaba conseguir su confianza, y en el peor de los descuidos engañarlos y escapar, a pesar de que sería pillada por Azael en cuestión de segundos. Me odiaba por pensar en utilizarlos pero en el fondo, me gustaba estar con Keegan, hablar con Ilyra y hacer rabiar a Azael. Aunque después me sintiera bastante mal, hacía que siguiera conservando mi espíritu que tanto me caracterizaba y que poco a poco, notaba que empezaba desprenderse de mi aura.

Era la pura realidad, una que quería averiguar y que el maldito canalla no me contaba. Me raptó y me arrancó de mi hogar, tratándome como un objeto que ahora notaba su cambio, con respecto a su mirada y cambio de actitud. Sobre todo antes de nuestra discusión la cual, posiblemente, haya empeorado las cosas pero la verdad es que había un tipo de conexión entre nosotros que empezaba a hastiarme. No podía soportar que ese hombre tan atroz y odioso, se hubiese convertido en el hombre de mis fantasías. Lo odiaba por todo lo que hizo, pero más, por haberse incrustado en mi débil mente.

Keegan me llevó por los entreversados pasillos de ese grandioso palacio, hasta que finalmente en su recorrido, empecé a escuchar pasos y murmuros, como si hubiese un grupo de gente reunido en algún lugar cercano. Sin embargo, fue la reacción de mi compañero quién me hizo darme cuenta de que algo estaba pasando, ya que se quedó tan quieto que me choque contra él, contra su espalda.

—Ay —me quejé mientras acariciaba mi pobre frente quién recibió el impacto.

Por parte de él no hubo reacción, simplemente se quedó estático, su mirada perdida entre las paredes.

—¿Keegan? —pregunté yo con las ganas de averiguar qué estaba pasando.

No fue hasta que me puse delante de él cuando pareció recobrar el sentido.

—¿Q-qu..? —sus ojos me miraron distraídos y confusos como si acabara de salir de un trance.

—¿Estás bien?—pregunté preocupada.

Si, preocupada por el que debía ser uno de mis enemigos.

—Si... tan solo ha sido un mareo —confesó mirándome.

—¿Quieres volver? —pregunté serena.

—No —fue una negación muy rotunda que cuando volvió a to.arme de la muñeca con más fuerza, no me callé las quejas por la fuerza empleada.

—Keegan, más despacio —acabé diciendo yo, antes de entrar en una enorme sala tras caminar unos veinte metros más hacia delante parando, eso si, todos los ruidos externos.

No me soltó la muñeca hasta que llegamos allí, en esa espaciosa sala de entrenamientos por lo bien acomodada que estaba y por todas las armas y sacos que había dispuestos. Una vez me soltó, llevé mi otra mano a acariciar la muñeca, no sabía porqué se había puesto de esa forma ni porqué estábamos allí, porque la verdad, no tenía ningunas ganas de mover mi cuerpo y menos, entrenar.

Lo que si que me gustó fue los grandes ventanales, que se situaban al fondo de la estancia. Embobada me dirigí hacia ellos, olvidándome de Keegan y de su cambio repentino. Caminé por esa sala hasta que llegué a los ventanales, la Tres Lunas brillaban con furor, eran preciosas y su templo debía de ser igual de bello. Estaba ansiosa por descubrir como era ya que a través de esas ventanas, las cuales daban una visión perfecta de la ciudadela enorme bajo los pies del castillo, solo pude ver un pequeño atisbo de una construcción grisácea, nada más. Pero con el cabreo que debía de tener el maldito rey, estaba segura de que me dejaría encerrada de por vida.

En cualquier caso, me quedé tan absorto en mis pensamientos que no noté la presencia de Keegan a mi lado, no hasta que me tocó el hombro con su mano, dejándola apoyada.

—¿Los anhelas, verdad?

No miré a Keegan, si lo hacía me vería llorando y no quería que lo hiciese. Tan solo asentí, sabiendo perfectamente a quién se estaba refiriendo, a mi familia.

—Sé que esto no ayuda en nada, ya que nunca podría compararme contigo pero aún así, quiero hacer un trato contigo.

Ahora sí que fruncí el ceño, girándome hacia él.

—¿Qué trato? —soné dudosa.

Aunque se tratará de él, cuando se hace un trato, ambas almas quedan encadenadas hasta que no se cumple el trato. Así que si, no podía fiarme del todo, muy a mi pesar.

—Si me ayudas a conseguir saber qué tienen entre manos, Draven y Ilyra, te prometo que saldremos a la ciudad, si no lo ha hecho antes ese maldito capullo, y si ya lo ha hecho, te llevaré igual, ¿qué dices?

Me quedé sorprendida por su oferta, era un buen trato pero la primera parte, era algo del que no estaba no muy segura.

—¿Porqué debería ayudarte a descubrir lo que traman Ilyra y Draven? —pregunté intentando encontrar alguna respuesta coherente.

Me miró con una sonrisa que se sintió nostálgica. Él era realmente bello y estaba segura de que tendría a muchas feéricas detrás de él. Era el típico hombre pícaro y divertido que se metía constantemente en problemas. Y la verdad, es que me recordaba a mi misma, cuando estaba en el poblado, pero ahora no podía mostrarme así, no era yo misma. Había algo que no me dejaba ser conforme era antes de mi reclamo, bien podría ser la tristeza y el odio mezclado formando una capa invisible alrededor de mi corazón el que no dejaba actuar como siempre. Pero la verdad era que a pesar de haber formado esa barrera protectora, aún ese rey a quién esperaba no volver a ver en mucho tiempo, a pesar de que mi alma se quejara por mentirme constantemente, dejó que se filtrara en mi corazón de una forma tan profunda que estaba segura de que nunca podría deshacerme de él, ni de aura.

Antes de volver a hablar, vi un pequeño destello de luz en los ojos de Keegan y supe que cualquier cosa de la que me hablara, estaba emocionado por compartirlo conmigo, y eso me alegraba en gran parte.

—Recuerdo aquellos tiempos en los que Azael, Draven y yo entrenábamos durante horas sin parar, preparados para convertirnos en líderes. Recuerdo cada momento en los que nos motivábamos para seguir luchando para cumplir nuestro objetivo y cuando Azael ascendió al trono, Draven se convirtió en el Comandante General del Ejército y yo, conseguí ser el líder del batallón de las sombras, supe que de verdad lo habíamos conseguido todo, cada uno a su tiempo pero finalmente lo logramos —hablaba con tanto cariño, que no supe cómo reaccionar pero cuando suspiró y esta vez, se giró hacia mí para mostrar esa preciosa sonrisa, tan solo le devolví la sonrisa embriagada por la suya. —Y te estarás preguntando el porqué te estoy contando esto y la verdad, es que creo que nos faltaba algo más, ampliar nuestra pequeña familia formada por tres estúpidos y letales feéricos —me reí con su comentario, ya que era la verdad — y creo que Ilyra y Draven están esperando un bebé. —acabó diciendo dejándome totalmente asombrada.

Un bebé.

—¿Un bebé? ¿Son pareja? —Keegan hizo una mueca en respuesta mientras se rascaba la cabeza.

—Es complicado de explicar, teóricamente no lo son pero a lo largo de los últimos dos cientos años, han estado saliendo y rompiendo, casi siempre por tonterías pero ahora es diferente, Ilyra oculta muy bien su aroma, incluso es casi imperceptible y por no hablar de Draven, está mucho más gruñón que antes y cuando se trata de Ilyra, siempre está a su lado aunque no juntos, es como si quisieran pasar desapercibido.

Doscientos años era mucho tiempo pero cayendo en que se trataban de seres inmortales, olvidaba que estaba tratando como personas que probablemente podrían tener más de quinientos años. Pero lo que si que me llamó la atención en su explicativa fue lo del aroma, ¿cómo podría saber si estaba embarazada a través de su aroma?

—Una cosa Keegan, antes de continuar con este tema, quiero preguntarte una cosa —él se quedó quieto esperando a escuchar mi pregunta y cuando lo hice, tan solo contestó sin más — ¿Cuántos años tienes?

—Ochocientos noventa y seis, ¿porqué?

No pude contestar, ya que me había quedado sin palabras pero lo peor es que me quedé boquiabierta, ¿cómo se podía tener tantos años y conservar tan buena memoria? Al ver que no reaccionaba, Keegan prosiguió hablando haciendo que me quedara mucho más importada que antes.

—Mira del trío calavera soy el más joven, Draven tiene ochocientos noventa y ocho mientras que Azael tiene novecientos dos. 

Me quedé sin aire. ¿Cómo podía fantasear con un serie novecientos años? Estaba mal, muy mal. 

—Ilyra tiene setecientos treinta y Malentha setecientos dos, así que si en tu mundo seríamos veinteañeros casi treintañeros. 

Cerré los ojos sin saber qué decir. Yo tan solo, tenía dieciocho años, ahora ya no tanto reciente pero me sentía como una cría a su lado, un bebé para ser exactos. Moví la cabeza intentando disipar aquello que rondaba mi mente, con lo de las edades y me dispuse, a centrarme en el tema del que quería hablar Keegan.

—Entonces, crees que al no poder oler su aroma, está utilizando algún tipo de producto para no dejar sentir al bebé —Keegan asintió y yo proseguí — y ¿porqué no le preguntas directamente? Como has dicho, os conocéis desde hace mucho, y con mucho me refiero cientos de años, no entiendo porque no se lo has comentado.

Keegan chasqueó con la lengua, no molesto pero como si aquello ya hubiera rondado por su mente.

—No es tan fácil Xylia, los embarazos en mujeres feéricas oscuras es mucho más sacrificado que el humano, ya que el bebé toma toda la energía inmortal de la madre para nutrirse, dejando a la madre débil, tanto que una vez nace, es muy probable que ya no pueda tener más hijos. 

Noté la tristeza en sus palabras y era la verdad, el embarazo en mujeres humanas también era mortal y muy sacrificado, podían haber muchas complicaciones y nunca se sabía lo que podría pasar cuando se daba a luz.

—Por eso crees que no lo hayan contado, por miedo —finalmente asentí entendiendo su preocupación.

No quería que les pasara nada malo, ni complicar la situación. Habitualmente cuando una mujer está embarazada, todo es alegría, a veces rabia pero nunca había notado que fuera decepción o tristeza. Pero la verdad es que cada mundo tenía sus dificultades y una de ellas, parecía ser la reproducción, probablemente por crear a seres inmortales. 

Me acerqué a él y lo abracé envolviendo mis brazos por su cintura y apoyando mi cabeza en su pecho. Él me correspondió abrazándome y yo sonreí débilmente.

—Te ayudaré Keegan pero espero que cuentes con tu palabra.

Él rió notando como su pecho reverberaba.

—Entonces, ¿trato hecho? 

—Trato hecho, Keegan.






Continue Reading

You'll Also Like

52.3K 13.6K 160
⚠️Solo a partir del capítulo 401, primera y segunda parte en mi perfil.⚠️ En un giro del destino, Jun Hao, un despiadado matón callejero conocido por...
150K 19.7K 69
Sinopsis Tras encender el gas para perecer junto a quienes codiciaban la fortuna de su familia, Lin Yi transmigró a otro mundo, ¡y estaba a punto de...
5.5M 8.1K 1
LIBRO 1 DE LA SAGA AMORES AZUCARADOS «SUGAR DADDY: Hombre mayor que entrega dinero o regalos a otra persona a cambio de compañía y afecto, en el que...
218K 3K 28
Jinx manhwa