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Door jeonroxx

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JiMin estaba profundamente enamorado de su vecina a pesar de que su relación era ilegal, y decide saltarse to... Meer

prólogo
uno
dos
tres
cuatro
cinco
seis
siete
ocho
nueve
diez
once
doce
trece
catorce
quince
diecisiete
dieciocho
diecinueve
veinte
veintiuno
veintidós
veintitrés
veinticuatro
veinticinco
veintiséis
final
epílogo
;)

dieciséis

245 39 48
Door jeonroxx

⎯ Joder, eres mi padre.⎯ dice asqueada alejándose del señor que la miraba con seriedad teniendo las manos dentro de los bolsillos delanteros de su pantalón.⎯ ¿No te da asco decir esas cosas sobre tu propia hija?

Lissandro nunca había llegado a abusar directamente de Lilith, pero ella se sintió incómoda desde que comenzó a desarrollarse, esas miradas extrañas que su padre le daba, como siempre buscaba quedarse a solas con ella en casa, y en ocasiones hasta la espiaba mientras ella se tomaba una ducha. Le tocaba la espalda baja cuando nadie veía, besaba la comisura de sus labios y enfurecía cuando utilizaba escotes, a menos que sean pijamas y éste en casa, por esa razón sus pijamas de verano eran tan jodidamente cortos que Lilith prefería tomar agua del baño de su habitación antes que salir de la misma, su padre siempre encontraba la forma de cruzársela estando a solas en la oscuridad y la hacía sentir muy incómoda. También le había prohibido perder su virginidad, la quería mantener intacta como si fuera una muñeca, y Lilith nunca supo si su objetivo era abusar de ella siendo virgen, según sabía los hombres sentían mayor placer, pero de igual manera nunca sucedió eso.

Por suerte.

Le había contado a su madre a los 15 años, esa noche Lilith la vió llorar en la oscuridad de la cocina, y pensó que se había puesto de esa forma porque su marido era un pedófilo con su hija, pero la verdadera razón por la que Lilian lloraba era porque Lissandro quería cambiarla por su propia hija. Moría de envidia al verla y saber que era igual a ella, si la comparaba con fotos de su adolescencia se podía encontrar un parecido tan grande que tranquilamente se podían comparar con ser primas o algo así. No podía permitir que su marido esté con su hija, no solo porque sería abuso y arruinaría la imagen de su familia, sino que no iba a dejar que Lilith ocupe su lugar. Ese era el mayor motivo por el cual su madre comenzó a odiarla, no aceptaba que Lissandro era quien tenía la culpa de todo, y prefirió culpar a una adolescente en pleno desarrollo de estar "provocándolo", y eso obvio que le dolió a Lilith. Luego de ella, nadie sabía, ni siquiera su hermano Leonel, porque de saberlo no la dejaría a solas con él como en ese momento.

⎯ Solo digo la verdad.⎯ levantó los hombros, como si decir que gustaba de su propia hija no fuera algo grave. Lilith quería volver a Corea del Sur, allí estaba mucho más segura que en su país de nacimiento, el cual aborrecía gracias a su familia.⎯ ¿Por qué crees que tu madre te odia tanto? Porque te tiene envidia.⎯ le recordó y ella tragó saliva, una madre no debería sentirse así con su hija, un padre no debería mirar con esos ojos a su hija. ¿Por qué le había tocado una familia tan de mierda, con tantos locos?⎯ Eres más hermosa que ella y no podía aceptarlo.

Lilith y su madre nunca fueron precisamente cercanas, desde antes de saber eso tampoco lo eran, sus sospechas se llevaban a que ahora Lilian no era la única mujer de su familia, y eso la molestaba. Siempre la excluyó, al ser la hija del medio casi que pasaba desapercibida, la luz de los ojos de su madre siempre fueron Leonel y Lake, y tal vez siempre fue así porque de alguna manera sabía que Lilith no tendría un buen futuro y la decepcionaría. Ella no fue la madre compañera que todos quieren, la que hace galletas y leche caliente para ver películas en invierno, con la que salen de compras, toman un café entre risas, y se abrazan, pensando que nunca querían perder a la otra. No, Lilian nunca cumplió nada de todo eso, en una ocasión hasta se olvidó del cumpleaños de su propia hija, y ella se la pasó llorando todo el día hasta que Leonel le llevó un pastel hecho por él mismo, era el único que no se había olvidado el cumpleaños, o por lo menos el que no fingía haberlo hecho.

Nunca dejó de afectar que su madre sea de esa manera, siempre iba a formar una presión horrible en su pecho, recordar que sus compañeras tenían una relación muy unida con sus madres le hacía doler el corazón, porque lo más cariñoso que Lilian hizo por ella fue comprarle su primer vehículo, tenían dinero hasta donde el cielo llegaba, así que eso tampoco era un gran acto de amor, menos cuando a su hermano menor le regaló un deportivo a sus 15 años, donde no podía manejar todavía. Lilith buscaba amor materno en cualquier otra madre que no sea la suya, pero tampoco tenía amigas muy unidas como para querer a sus madres, así que nunca se crió con el amor de una, no sabía lo que se sentía que mamá te ame. Esa era una de las tantas razones para no tener hijos; no sabe cómo se da un amor de madre porque ella nunca lo recibió, no tiene una referencia en la que pueda basarse, y no quería que más niños pasen lo mismo que ella.

Se recostó en la cama luego de bañarse y colocarse la ropa interior junto a una camiseta gris vieja, estaba sola en casa porque Leonel había salido a tomar con unos amigos, y ella no era nadie para retenerlo, así que le deseó que la pase bien mientras ella estaría durmiendo en la habitación de invitados. Se estiró en la cómoda cama, estaba calentita, a pesar de que afuera hacía calor por ser verano, su habitación estaba algo fría por el aire acondicionado que colgaba en el techo. Cubrió su cuerpo con las mantas mientras miraba su teléfono, en realidad no tenía nada bueno para hacer más que dormir, pero el sueño no llegaba a ella, posiblemente por estar en casa ajena, el cuerpo siempre sentía cuando no estaba en el lugar habitual y por eso no podía conciliar el sueño.

Dejó el teléfono cuando las doce de la noche habían llegado, dispuesta a poder dormir, se dió la vuelta dándole la espalda a la puerta de la habitación mientras por la ventana ingresaba la luz de la luna junto a la del jardín trasero de Leonel. Su casa era enorme como para vivir solo, el jardín trasero tenía una piscina divina que en esas épocas de verano seguro le venía como anillo al dedo, sin contar que tiene el dinero suficiente como para poder mantenerla limpia, además de que hasta en las habitaciones de huéspedes había televisores, ¿quién demonios gasta dinero en televisiones inteligentes que no iba a ver nadie a menos que invite personas? Por un lado se sintió egoísta al pensar que Leonel pudo haberle mandado dinero por la situación tan deplorable en la que se encuentra ella, en vez de haberlo gastado en cosas de lujo o demás, pero sabía que su hermano no estaba en obligación de hacerlo, suficiente tenía ya con mantener contacto con ella.

Escuchó pasos en la escalera y frunció el ceño al pensar que Leonel había llegado demasiado temprano, nunca fue de los que se quedaba hasta altas horas de la madrugada en los bares o salidas con amigos, pero pensó que estaría un poco más de tiempo. No le dió mucha importancia, era su casa y podía llegar a la hora que deseara, quizá el alcohol se le subió a la cabeza y se sentía mal, tenía sueño, o cualquier otra excusa. Abrió los ojos cuando escuchó su puerta siendo abierta, parecía una maldita película de terror por la lentitud en la que se estaba abriendo, y le confundió, si era Leonel viniendo a desearle las buenas noches posiblemente tocaba, abría, decía un "que descanses, Lili", y se marchaba, pero al ver una sombra acercándose a la cama se puso alerta.

Volteó y no pudo evitar gritar al ver a su padre en los pies de la cama. Tomó con fuerza las mantas, acercándolas a su pecho al recordar su vestimenta. Nadie podía culparla, estaba sola en la habitación, se suponía que en toda la casa, y Leonel no ingresaría a su habitación antes de tocar la puerta, a ella le daría tiempo a ponerse ropa. Sintió como su piel se ponía de gallina, había encogido sus piernas y miraba atemorizada a su padre, completamente distinta a la forma en la que lo miró en el funeral, y es que allí había gente, era tan fácil como gritar o salir corriendo, estar en un lugar al aire libre le daba la posibilidad de escaparse rápidamente, pero ahora estaba encerrada en la casa de su hermano. El hombre aproximó sus manos hacia las mantas, con intención de quitarlas del cuerpo de su hija, pero obviamente ella se aferró a las telas como si su vida dependiera de ello.

Y es que dependía de esas mantas para no ser abusada.

⎯ ¿Qué haces aquí?⎯ preguntó arisca, con el miedo corriendo por su interior. Su corazón palpitaba con tal fuerza que parecía salirse de su pecho en cualquier momento.

⎯ ¿No te alegra ver a tu padre?⎯ dijo con una sonrisa cínica. Lilith tembló por eso, veía tan bajas las posibilidades de poder salir de ahí que su propia mente le mandaba señales de alerta para que no se rinda. No era algo de vida o muerte, su padre no la asesinaría, tenía una importante reputación a la cual cuidar como para mancharla con un homicidio. Tampoco era virgen, no le dejaría un trauma en su primera vez ni rompería su himen, pero seguía siendo algo que la dejaría marcada para toda la vida, si es que sucedía.

⎯ No, vete.

⎯ Vamos, bebé.⎯ intentó convencerla con un tono asquerosamente dulce, y ese apodo que solo utilizaba con ella. Se acercó al costado de la cama, tomando las mantas con fuerza desde el inicio. Los nudillos de Lilith estaban casi blancos por sostenerlas con fuerza, impidiendo que pueda bajarlas.⎯ Solo vengo a arroparte como cuando eras pequeña, ¿no quieres que papi lo haga?

⎯ No. ¡Leonel!⎯ llamó a su hermano, sus ojos estaban por llenarse de lágrimas, un molesto nudo se comenzaba a instalar en su garganta, impidiéndole respirar bien.

⎯ Tu hermano no está en casa...

Vuelve a forcejear con las mantas, Lilith le da pelea, tomándolas con la mayor fuerza que tenía, pero lamentablemente no superaba la de su padre, y logró destaparla. Los ojos del hombre brillaron al verla con ropa interior y una camiseta fácil de quitar, mordió su labio inferior al verle las piernas bronceadas y delgadas, hasta le generó algo de morbo ver que en la pelvis de ella se marcaban sus venas, y del ombligo hasta el inicio de sus bragas podía verle la piel. Volvió a levantar la mirada, encontrándose con el rostro de su hija, quien había inspeccionado toda la habitación, en busca de algún objeto punzo cortante que pueda salvarla en ese momento, pero no encontró nada. Bufó ante eso, Leonel gastaba dinero en televisiones y no en un maldito jarrón de cerámica o vidrio que en ese momento le hubiera sido de gran utilidad.

Su pecho subiendo y bajando por las respiración agitada llamó la atención del hombre, no llevaba brasier, se notaban sus pezones por el frío de la habitación y porque las mantas ya no la cubrían. Ella se detestó, por su maldita costumbre de dormir semidesnuda, y aunque no era su culpa, porque teóricamente ese hombre no tenía que estar allí cuando vivía en otra casa, en otro barrio, en ese momento se sintió tan culpable como para no querer dormir nunca más de esa forma. Cuando sus miradas se cruzaron, Lilith intentó levantarse de la cama y salir corriendo, pero no lo consiguió porque su padre la sujetó por ambos brazos, reteniéndola en el colchón. Movió su cabeza desesperada, sabía que estaba agotando sus energías haciendo aquello, pataleando con la esperanza de darle en la cabeza a Lissandro, pero no sabía qué más hacer, su desesperación y terror eran tantos que su cuerpo atinaba a hacer todo aquello.

⎯ Que linda, recibiéndome ya lista.⎯ comentó con una perversa sonrisa. La menor se movió, con la esperanza de que él la soltara, pero no lo consiguió, así que simplemente se quedó inmóvil, mirando a su progenitor.

¿En serio iba a tener que sufrir esto? ¿Tan de mierda era su vida que no le bastaba con todo lo que vivía y ahora su propio padre iba a abusar sexualmente de ella? No, ella era mucho más que eso, debía salir de ahí. Tenía que poder salvarse.

⎯ ¡Déjame ir, enfermo!⎯ gritó, más cuando el rostro de él se acercó al de su hija, con una fingida mueca de tristeza.

⎯ ¿Por qué le hablas así a papi? Solo vengo a darte amor.

⎯ ¡Eres un asco!

Su padre retrocede tan solo un paso, limpiando su rostro cuando Lilith lo escupió directamente en el ojo, no había tenido la intención de tener exacta puntería, pero fue pura suerte para ella que le salió bien. Los ojos de Lissandro casi que se habían hecho más oscuros de lo que ya son, mirando a su hija como si quisiera enterrarla veinte metros bajo tierra solo por defenderse, pero ella intentaba no mostrar temor alguno, aunque él lo veía. Algo dentro de su pecho se agrandaba al ver que Lilith le tenía pánico, que quería salir corriendo, volvía las cosas más divertidas si tenía que perseguirla como si estuvieran en un juego de infantes y alcanzarla era la recompensa, a pesar de que para ella era un juego de muerte.

⎯ Compórtate.⎯ ordenó con su voz gélida, Lilith tuvo el recuerdo de la infinidad de veces que le había dicho eso cuando estaban en una reunión con gente importante que lo haría crecer en el trabajo y ella mantenía su cara neutra, como si nada le importara. Y es que, realmente, ¿qué de interesante le iba a encontrar una niña de catorce años a personas hablar de cosas que no entendía? Prefería quedarse en casa viendo la televisión.⎯ ¿Sabes lo que le pasa a las chicas malas?

⎯ Esto.

Juntó todo el valor más su fuerza para darle una patada en la nariz a su padre, golpeándolo exitosamente con su talón en el tabique, logrando que el hombre tambalee hacia atrás, sosteniendo esa parte en su rostro que comenzaba a sangrar, cuando dejó de cubrirse, notó que Lilith había desaparecido. Ella corría escaleras abajo, sintiendo como los pasillos se habían vuelto eternos, todo estaba más oscuro, y su corazón latía con tal fuerza que escuchaba el ritmo cardiaco en sus oídos, a la vez que estaba pendiente a los pasos de su padre, que aparecieron cuando ella estaba casi al final de las escaleras. Miró hacia arriba y lo encontró sudando, con la nariz llena de sangre, y quiso sonreír al ver su cometido, pero no lo logró porque él empezó a bajar las escaleras con fuerza, cada paso que daba resonaba más en los escalones de madera, por lo que ella continuó la carrera.

No sabía a dónde dirigirse, no podía salir de la casa de su hermano estando semidesnuda, y se había olvidado el teléfono en la planta superior, por lo que tampoco podía llamarlo para que venga en su auxilio. También se le cruzó la idea de salir gritando que llamen a la policía, pero sería mandarse al frente a ella misma, que vayan a encarcelarla por "venta de sustancias ilegales", y aún si quería quedar libre de ese cargo ella misma la cagó cuando se dió a la fuga, dejando más sospechas. La policía estaba más que descartado, conocía a su padre, era cuestión de persuadirlos para que a él no le caiga ningún cargo, quién sabe y termina diciendo que era ella quien había ido a su habitación en busca de obligarlo a tener relaciones. La maldición de tener una familia jodidamente adinerada y que no la quieran era que podían hundirla cuando se les dé la gana, y ella no estaba en disposición de poder defenderse.

Cambió su rumbo cuando notó que estaba encerrándose más, en ese momento no recordaba a la perfección la casa de Leonel, dónde tenía algo para defenderse o cámaras que capten lo que estaba ocurriendo, ni siquiera sabía si tenía cámaras en el interior de la casa. Notó que estaba yendo a la oficina de su hermano y eso solo sería absurdo, tenía que ir al aire libre, correr y correr hasta encontrar un lugar para esconderse, donde su padre no pueda encontrarla. Escuchó sus pesados pasos y respiraciones casi detrás de ella, y supo que tenía que elegir entre escabullirse al jardín trasero o correr por las calles asfaltadas del barrio privado, corriendo peligro de que alguien llame a la policía porque ella estaba paseándose casi desnuda por ahí. Aunque, había que ser muy idiota para pensar que estaba yendo de esa forma a conciencia, nadie con dos dedos de frente saldría solo con bragas y camiseta a la calle, descalza sabiendo que podía clavarse algo, y con un pervertido corriéndola detrás.

Pero uno nunca sabe. Los ricos están locos.

⎯ ¿Bebé...dónde estas?⎯ escuchó, su padre hablaba con una voz dulce, como si estuvieran jugando a las escondidas, pero ella solo sentía que estaba en la película de terror más aterradora que podían haber creado en años.⎯ Cuando te atrape...Dios, cuando te atrape serás toda mía, Lilith.

No le tomó mucho tiempo mirar su alrededor; uno de los pasillos que conducía al jardín trasero, al otro lado estaba la puerta que la ingresaba a la oficina de Leonel. Abrió la que la conducía al aire libre y salió corriendo, dejando la puerta abierta como toda una idiota, pero eso era lo que menos le importó. El césped húmedo tocó sus pies descalzos, miró a todas partes, sintiendo que su cabello le estorbaba, y encontró un baúl de madera que no sabía bien lo que podía contener, pero no perdió el tiempo en pensarlo ni en dirigirse a él, sino que miró para atrás, encontrándose a su padre en la puerta, mirándola con atención, y a su vez divertido, en la espera del próximo movimiento. Lilith volvió a correr, arriesgándose en ir al baúl de madera, y cuando lo abrió sus ojos se iluminaron al encontrar una motosierra eléctrica, no sabía por qué carajos Leonel tendría algo así, pero no se lo puso a pensar tampoco. Apuntó a su padre con la misma, sin encenderla, no sabía hacerlo, y pesaba lo suficiente como para que sus brazos se cansen.

Muñeca, baja eso. Te vas a lastimar.⎯ indicó con dulzura su padre mientras se acercaba cauteloso, ella movió alterada la motosierra, lo más que podía hacerlo.

⎯ ¡Aléjate de mí!

⎯ Ni siquiera sabes prender eso, Lilith. Déjalo en el suelo y vuelve para jugar un rato conmigo.⎯ intentó persuadirla, pero ella negó con la cabeza.

⎯ Te sorprendería lo que puedo hacer, ahora vete.⎯ ordenó asustada, intentaba mostrarse fuerte, pero se notaba a leguas que estaba tan temblorosa como un perro mojado en invierno.

⎯ Lilith...⎯ suspiró tomando el puente de su nariz que dolía como el infierno.⎯ me voy a enojar si no me haces caso.

Antes de que su padre se acerque, Lilith tira de una cuerda, haber visto "La masacre de Texas" no había sido para nada, y cuando escuchó el sonido de la máquina prendida hasta ella se asustó de que pudiera caer en su pie desnudo y lastimarla. Lissandro se acercó furioso esta vez, esquivando la motosierra, y sabiendo que prácticamente estaba aventurándose al suicidio porque ella manejaba la máquina de forma temblorosa. Logró sujetarla por el cuello y la motosierra acabó en el suelo, aún funcionando, mientras Lilith estaba recostada en el césped con las lágrimas saliéndose sus ojos. No podía permitirse acabar así, obviamente no, pero su cuerpo había colapsado en un shock hasta que vio a la figura de su padre subirse sobre su cuerpo. Comenzó a temblar, sintiendo las manos de él sujetando sus muñecas, mientras la rodeaba con sus piernas, viéndolo desde abajo se veía todavía más intimidante y le generaba más terror. Cerró los ojos con fuerza, ladeando la cabeza en la dirección contraria, y sollozó cuando unos labios se pasaron por su cuello.

⎯ ¿Viste que te iba a atrapar? Nunca podrás escapar de mí.

Los ladridos de un perro la hicieron abrir los ojos, encontrándose con un Pitbull gris en la casa de al lado. No sabía si ya estaba lo suficientemente pérdida, sin esperanzas, como para creer que ese animal de alguna forma la estaba invitando a esconderse con él. Posiblemente se estaba volviendo loca, ingresar en una casa con ese perro sería casi un suicidio, no sabía si era mejor eso o ser abusada por su padre, pero no tuvo mucho tiempo para pensar cuando sintió que su padre intentaba subirle la camiseta, así que levantó una de sus piernas y con su rodilla le dió en los testículos, logrando que él se baje de su cuerpo. Le pegó otra patada en el costado de su cuerpo y corrió en dirección a la casa vecina, viendo que su padre estaba agonizando en el suelo, sin prestarle atención a dónde había corrido. Saltó las vallas y se escondió entre dos arbustos, el perro rápidamente se dirigió hacia ella para comenzar a olfatearla, unos minutos después sentándose en sus pies, y siendo su apoyo mientras Lilith lloraba temblando.

Sentía que había estado en una situación tan horrible que podía morirse en ese mismo instante, de no ser por ese perro ahora estaría siendo abusada, el mismo animal que se permitió abrazar por ella. Minutos después comenzó a sentir una presión horrible en su cabeza, no tenía frío, tal vez porque la noche era cálida o porque su cuerpo seguía con tal adrenalina que no sentía las temperaturas, pero sin darse cuenta en algún momento cayó desmayada.

Al día siguiente se despertó por alguien moviendo su hombro y llamándola, junto a una lengua áspera recorriendo su brazo. Abrió los ojos y Leonel estaba de cuclillas frente a ella, el Pitbull desconocido la miraba con atención, y había estado ladrando para ayudar al vecino a despertar a la chica que corría apuros la noche anterior. Los dueños de la casa la habían visto durmiendo ahí, y fue cuando llamaron a Leonel después de que él vaya por el barrio preguntando por su hermana, si la habían visto salir o algo, cuando vió la motosierra en el césped de su jardín trasero pensó lo peor. Lilith rápidamente abrazó a su hermano, no le interesó estar en bragas, ni siquiera recordaba ese hecho, y él tampoco le tomaba importancia porque acariciaba su cabello mientras la escuchaba llorar.

⎯ Dime qué ocurrió, ¿cómo acabaste aquí?

⎯ No interesa, quiero irme a mi casa.⎯ respondió entre llantos, sujetando con fuerza la tela de la camiseta de Leonel.

⎯ Prometo cuidarte hermana. Juro hacerlo.

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