El elegido.

By Jak0019

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La vida de treinta cinco chicas esta apunto de cambiar cuando les llega la carta para participar en la "Selec... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7

Capítulo 3

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By Jak0019

Conocía perfectamente este lugar, siempre pasaba afuera y me decía que terminar allí sería un gran error. Y justo ahora estaba atrapado en una oficina de la cárcel de nuestro barrio, para empezar, no podía decir aún si esto era algo bueno o no. Yo había llegado a escuchar que se supone que las chicas seleccionadas se las llevan a hoteles de lujo para descansar y comenzar con los preparativos para ir al palacio. Parecía que yo tendría que esperar un poco más.

Por las ventanas miraba a los guardias que montaban guardia a cada lado de la puerta. Me habían traído a este lugar, pensé por un momento que iba a estar en una fría celda, pero no. Igual no quiero intentar abrir la puerta porque algo me dice que entonces sí tendrán motivo para llevarme a un verdadero lugar de castigo.

Aún no podía creer que enserio mi nombre hubiera salido en la rifa, es que todo parece ser un mal chiste. Una estúpida parodia que ven los dos en los cines, algo sin sentido. Desde este lugar se respira una paz, pero allá afuera de seguro está haciendo un gran caos.

De nuevo comencé a repasar mis argumentos para colocar mi nombre en el sobre porque sí. Los había estado pensando si en algún momento salía.

Primero que nada, en la carta real llaman a las hijas de Illéa, pero como tal no prohíben a los hombres. Solo los omiten, por lo cual yo estoy en mi derecho de poner el nombre si lo quiero.

Si, tengo dieciséis años, pero resulta que mi cumpleaños ya está cerca. Por lo cual no es una mentira en sí, solo me adelante al llamado y poco más.

Puede que el príncipe no me quiera porque es un chico y yo también, pero demonios. Si el mismo no sale al mundo a gritar que es heterosexual, cualquier otro chico pudo haber colocado su nombre.

Mi hermana cumplió con su parte, dejo el sobre, relleno sus datos. Solo que yo cambie su nombre, por lo cual yo merezco el castillo y no ella.

Hasta el momento era todo, mi mente trataba de encontrar algo más, pero no lograba armar con éxito otro argumento.

Recordaba que alguna vez mamá me hablo de que hubo una selección donde una reina tuvo que elegir entre treinta cinco chicos. Algo me decía que podía tratar de usar esa situación a mi favor, pero no estaba muy seguro de que funcionara.

Me daba ánimos a mi mismo el pensar que si estuviera aquí para que me castigaran ya lo hubieran hecho, pues las faltas a la familia real siempre son de ofensa grande y sus castigos siempre se tratan de llevar lo más rápido que se puede para que todo sea un ejemplo.

Observe la silla de la oficina y aunque lo dude por unos segundos, tome asiento para que el tiempo pasara.

No era lo más cómodo del mundo, pero apenas y tomar lugar allí sentí como mi cuerpo y cerebro lo agradecían. Me relajé tan rápido que caí dormido.

—Despierta, Guillermo, despierta.

Unos golpecitos en mis hombros hicieron que fuera reaccionado. Tarde un tiempo en darme cuenta de que todo eso no fue un sueño. Ver el rostro de Andrés me hizo dar un brinco, de todas las personas dude verlo allí.

—¿Qué haces? — mi voz sonó rara incluso para mí.

—Mi familia estaba viendo todo el vigilante. No pudimos creer cuando el príncipe Lionel decía tu nombre, tratamos de llegar más rápido a tu casa. Cuando logramos llegar ya te habían llevado. Mi madre se quedo con tu hermana y tu mamá. Yo vine a buscarte con nuestros padres.

La breve explicación hizo que me tranquilizara un poco.

—¿Me van a cortar la cabeza?

—Bueno no... es que... todo es raro. Guillermo, viene en camino el rey con el príncipe para ver el caso.

Y esa frase hizo que tuviera un gran hueco en el estómago.

—No mames, debe de ser una broma.

—Me gustaría decir que lo es, pero... no. Tenemos que prepararte, quieren hablar contigo. No debes de tener miedo, mi padre, ya sabes, es académico. Está preparando una serie de argumentos para que todo se olvide. Tu hermana se debe de preparar para tomar el lugar y.

—¡No!

Deje Andrés con las palabras en la boca en el momento en que grite. Incluso observe como los dos guardias de la puerta daban mirones al interior de la oficina.

—Mi hermana no quiere participar, no debe de estar aquí. Mi nombre salió, yo estaré en esta selección.

—Guillermo—suplico mi amigo.

—En las cartas se hace el llamado a todas las mujeres más no prohíben explícitamente que los nombres seamos posibles elegidos. Es mi derecho de participar. En el mismo mensaje solo señalan a las chicas, mujeres y a los hombres no. Por lo tanto, no importa mi edad para entrar al concurso ya que solo especifican para las chicas y no para mil. Siguiendo esta lógica todo está en regla. Es lo que le diré al rey y al príncipe.

Mi amigo guardo silencio. En su mirada estaba el pánico, trataba de procesar la información lo más rápido posible. No me había dado cuenta de que éramos de la misma estatura. Andrés tenía una mirada que conectaba con la parte más sensible de uno.

—¿Cómo entraste a este lugar? — cuestione para apartar la mirada y encontrar otro tema de conversación.

—Nos hemos presentados como tus abogados. Bueno, mi padre, yo soy el pasante. Entonces sí, tienes y tenemos el derecho de verte para prepararte de todo esto. Se supone que yo te informe del cambio, que tu hermana tomara su lugar y asunto terminado.

—Andrés. Incluso si mi hermana tomara el lugar este tema no termina aquí. Se lo que hice y debo de hablar con las personas que ofendí.

En la mirada de ese chico observe el miedo que se iba haciendo más grande.

—De acuerdo, les diré todo a nuestros padres para hacer el cambio de planes.

Yo asentí, observé como salía de la habitación para volver a quedarme solo.

El tiempo pasaba un tanto lento como yo lo sentía. Mi estomago estaba rugiendo de hambre, solo tenía los pedazos de la jícama que habíamos picado para ver el programa. Estaba a nada de arriesgar todo e ir hablar con los guardias para ver si me podían traer, aunque sea un bolillo o algo así cuando fueron ellos mismos quienes entraron a la habitación para buscarme.

Obedecí a las indicaciones y caminé. Con la mirada iba buscando a mi papá, Andrés y su padre, pero no los vi. La cárcel estaba vacía lo cual ya era muy raro de por sí. Camine hasta dar con un largo pasillo, los guardias me seguían desde detrás.

—Abra la puerta— escuche la voz de ambos al mismo tiempo.

Rápidamente lo hice, allí estaba el salón de juicios. Había un estrado, bancas de maderas. Escudos de la nación. Pensé que era el primero en llegar, me equivoqué. Allí al final, parado en el estrado estaba el príncipe Lionel.

Me detuve un segundo, para luego sentir un golpe en mis hombros.

—No le peguen, es seleccionado— la voz del príncipe resonó por la habitación. Me dio un gran miedo siquiera decir algo o respirar.

Escuche como los guardias pedían disculpas. No quise voltear a mis espaldas, cuando escuché que la puerta por donde entre se cerró. Estuve tentado a mirar para comprobar si estaba solo ahora con el futuro rey.

Hubo un silencio unos minutos.

Ninguno de los dos nos movimos.

—Mi padre estará por llegar, será mejor que hablemos.

No era un tono de orden, pero yo lo tome como tal. Recorrí el camino hasta llegar a la puerta que dividía el estrado. El príncipe hizo un gesto con la mano para que abriera la puerta pequeña de manera que no me llegaba siquiera a las rodillas. Con acciones lentas lo hice.

—Leí tu nombre en mi sorteo de selección. Es largo, a medida que iba comprendiendo que era un chico y una chica lo primero que quise hacer fue echarme a reír. Pero no podía, ya sabes, grabación en todo momento.

No encontré palabras en mi cerebro.

—¿Es que no quieres decir nada?

—Alteza, yo quiero participar en la selección.

El príncipe me observo con ojos muy abiertos, incrédulo, no lo culpo. Yo tampoco me la creía del todo.

—¿Por qué?

—Porque quiero cambiar mi casta.

No lo impresione.

—Para eso está el ejército, puedes unirte, subir de nivel más rápido. El concurso es lento y debes de saber que de primeras tienes todas las desventajas.

—¿Ya me está enviando a casa siquiera antes de que todo comience?

Al segundo me arrepentí de mis palabras. Si mandara con un grito a los guardias de que en este mismo momento me maten no lo culparía. Estaba siendo un maldito cabrón con alguien que decide todo por mí.

—Dame tu argumento por el cual colocaste tu nombre en ese sobre.

—Primero que nada, en la carta real que nos llegó menciona a las chicas, las hijas de la nación. Claro, omiten a los chicos, pero no es que como tal los prohíba. Si lo piensa de ese modo es lógico que por lo menos un chico quisiera probar suerte y colocar su nombre para el sorteo. Al final, como digo, solo nos omiten, nos ignoran, pero no hay sanción alguna por mi acción.

Hable fuerte, claro y preciso. Solo entonces notaba como mi cuerpo estaba temblando tanto.

No podía interpretar las acciones del príncipe. Se quedo analizando mi mensaje. Mi boca no pudo aguantarse más tiempo sin decir nada.

—Además si quiere descalificarme por la edad debe de saber que en la carta real todas las especificaciones solo van dirigidas para las señoritas. No para los caballeros como yo. Por lo tanto, es un error, me beneficia a mi en este momento, pero es para que lo pueda ver desde otra perspectiva y mejoren las reglas.

—Tienes razón, no los prohíbe. Incluso en el tema de la edad. Supongo que fue mi culpa. O en todo caso, de los escribas y eruditos que hacen estas cosas. Ya le diré a mi padre de esta observación para que en el futuro lo corrija.

—Alteza, le debo de recordar que si bien es raro que un hombre salga en la rifa de la selección. Ya se había visto antes, en generaciones pasadas. Como reinas han elegido marido a través de una selección de solo hombres. Entonces, no soy el primero ni el último chico en participar.

—Bueno, en ese entonces estoy muy seguro de que se entiende que si una reina hace su selección busca un buen marido para traer vida ¿No lo crees?

—Correcto.

Tenía que dejar de ser impulsivo.

—Estarás compitiendo con chicas ¿sabes acaso la desventaja de eso? Es que... te lo digo de la mejor manera, si quieres subir de clase. Puedes ir al ejército, será más fácil.

—Quiero estar en la selección, fue mi nombre que salió. Las reglas dicen que en el momento en que pase eso estamos adentro. La única manera de abandonar la selección es por eliminación que usted debe de hacer.

—Se las reglas de esto, lo sé de memoria.

Note el enojo en su voz. Estaba perdido ahora sí ¿Cuántas veces lo había insultado en esta pequeña charla? Me lamentaba tanto de mi boca, de mis acciones. Si ya iba a morir, no perdía más.

—Alteza— murmure—. Se que le falte al respeto a la familia real con mi atrevimiento, sé que merezco el castigo que tenga en mente. Incluso si es la muerte, lo acepto. Todo, pero antes, le pido por favor que no obligue a mi hermana a estar en este concurso. Yo... me temo que el corazón de ella ya le pertenece a alguien más. No quiere encontrarse lejos de su enamorado. Hice todo esto porque soy un fiel testigo de ese amor que se ha ido cocinando de manera lenta y dulce, como si de un prostre delicioso se tratase. Le ruego, que cuando me corte la cabeza elija otro nombre. Otra chica, pero mi hermana no. Todos merecen encontrar sus historias de amor.

Hice una reverencia. Claro, tonto yo, me había olvidado de darle el respeto que se merecía.

Cuando levante la mirada no me había dado cuenta de que estábamos tan cerca ¿Se había movido tan rápido?

—Debes de quererla demasiado para pedir que te corte la cabeza antes de que ella participe.

—No sabe cuándo es el amor que le tengo a mi familia.

No dijimos una palabra.

Los ojos de Lionel, trataba de buscar algo, una pista. Quería saber si ya me tenía que preparar para mi gran final.

Iba a decir algo más, pero la puerta se abrió. Cuando me gire, observe al rey Scaloni. Tenía un rostro tan serio, era como ver a un león entrar, majestuoso y mortal. El miedo de incremento.

Detrás observe que estaba mi padre junto con mi abogado y pasante. Todos con miradas de terror.

Hice una reverencia larga a medida que se iba acercando el rey.

—Lionel.

—Padre, todo está bien.

Yo no tuve el coraje de levantar la mirada, sentía un sudor que me picaba por todo el cuerpo. Quería gritar y unas ganas de vomitar, aunque no tenía nada desde hace horas en mi estómago.

—Guillermo, vete. Tienes que prepárate para estar en la selección.

La voz del príncipe por un momento parecía venir de otra persona, como si de un doble fuera. Aun cuando escuché la orden no fui capaz de moverme.

—Guillermo, vete.

La voz de Lionel era tan rara, cálida, trate de imaginármelo dando órdenes como su padre.

—Que te muevas, seis.

Esa fue la voz del rey. Entonces encontré cómo funciona mi cuerpo.

Antes de marcharme hice una reverencia más.

Me pregunte si mi papá me iba a seguir. Pero cuando vi que ellos tres se quedaban en presencia de la familia real entendí que la cosa era seria.

Los mismos guardias que me habían dejado en ese lugar estaban esperándome.

Pensé que íbamos ir afuera, pero cuando me llevaron a la misma oficina supe que solo era cuestión de esperar.

Es la noche más larga de mi vida, el frío estaba en todo mi cuerpo ya que no traía prendas adecuadas para estar en lugares como estos.

La silla se volvió mi cama en ese lapso. Hasta que la puerta se abrió. Entro Andrés junto con su padre. Yo me levante del lugar lo más rápido.

—Guillermo, necesito que entiendas que esto no es un juego. Estar en la selección es un compromiso grande.

Nunca había escuchado a ese señor hablar de esa manera, era tan desesperada, como si me hiciera darme cuenta de que tenía una enfermedad mortal y que no había salida.

Entendí que esperaba una respuesta.

—Es mi deseo participar, no espero que lo entienda, sino que lo respete. Por favor.

Intercambie un momento una mirada con Andrés para ver su apoyo.

—Mi hijo ya me conto de eso... — soltó un suspiro—. Tu padre fue en busca de tu madre y hermana. El barrio ya sabe que estas en la selección.

Sus palabras fueron la explicación que necesitaba para saber que entonces sí iría. Que esto estaba sucediendo.

—Señor.

—Poco tuvimos que hacer, parece ser que sea lo que sea que hablaste con el príncipe funciono. Los protocolos son claros, todo está en regla para que seas parte de esto. Aunque el rey no esta nada contento. Dije algunas cosas para que tu estadía fuera igual que al de las chicas seleccionadas.

Mi corazón estaba latiendo tan rápido, aún no me lo podía creer que había salido con vida de esa pequeña reunión en donde estoy seguir que hubiera perdido mi vida en menos de un segundo.

—Eres un chico de palabras, Guillermo.

Andrés me estaba regalando una sonrisa sincera mientras buscaba mis manos.

—Anda, dentro de poco vas a salir de este lugar para que te despidan— declaro mi amigo con un tono de emoción—. Se que no es lo que quieres escuchar, pero todo el país esta emocionado de ver cómo va a seguir esto. Le da un toque especial al concurso.

—Andrés— lo reprendió su padre—. Eso no ayuda en nada a que Guillermo levante sus ánimos, por favor, no seas impertinente. Te di buenos modales.

—Descuidé, señor— intervine yo. Les hice una reverencia a ellos—. Muchas gracias por su ayuda, se que no me alcanzara la vida para pagarles lo que acaban de hacer. No tendrían por qué hacerlo. Yo soy solo un seis que tiene una gran suerte de contar con ustedes.

—De eso nada, Guillermo. Lo hacemos del corazón— Andrés fue el primero en hablar, en los ojos de aquel chico pude darme cuenta de que estaba diciendo la verdad—. Esto no tiene nada que ver con las castas.

En parte lo era y no.

En el momento en que yo me encontraba cruzando la puerta de la cárcel de nuestro barrio escuchaba los gritos de la gente. Cuando los rayos del sol me dieron en la cara sentí que el mundo que conocía ya no era ese.

Había fotos de mí ¿De dónde las habían sacado? Una banda estaba tocando una nota alegre mientras que la gente gritaba mi nombre. Al inicio pensaba que sin duda era de reclamo, que era un cobarde por quitarle un camino a una joven chica. Que aquello era un error, pero estaba tan lejos de la realidad.

Los guardias iban a mi alrededor, protegiéndome de la gente que levantaba su mano y pedía que las tocara. En mi cabeza eso no tenía lugar, la mayoría de la gente éramos de la misma casta, pero me estaban tratando como si fuera un uno.

Escuche como uno de los guardias gritaba que se hicieran para atrás, que no me podían lastimar. Al momento de hacer eso observe a mi amigo Javier, él estaba gritando mi nombre mientras levantaba las manos. Yo me detuve un segundo para verlo mejor.

—¡Memorras cuida a mi hermana!

—¡Javier!

Y eso fue todo lo que pude decir ya que un guardia me empujo con gentileza para avanzar.

—Disculpe usted, caballero Guillermo, pero ya va usted retrasado. Las otras chicas están en el aeropuerto esperando su situación y ahora mismo que esta todo en regla debemos de apresurarnos.

Al momento de buscar el rostro de mi amigo me die cuenta que más gente estaba llegando. Personas con las cuales había convivido a la hora de ir al mercado, comprar algo, hacerles un trabajo o por ser amigos de la familia me veían con orgullo.

Aquello estaba haciendo demasiado para mí. No fue hasta el momento en que llegamos a la plaza cuando por fin alcance a ver a mi familia, también rodeada de guardias que me estaban esperando. Yo acelere el paso para llegar con ellos.

Al momento mis padres y mi hermana me estaban envolviendo con sus brazos.

—Tienes que hacer todo a tu manera ¿No?

El comentario de mi madre era tan bajito e intimo en ese espacio. Yo sonreí porque no había otra manera en que ella expresara así su amor.

—Por favor, se educado, amable, no hagas cosas que te pongan en riesgo— sentencio con todo el cariño que me pudo dar.

—Gracias, hermanito, te debo una grande.

—Lo hice porque te quiero, no me debes nada. Así que no lo vuelvas a decir.

Sentía que mi hermana quería llorar, igual yo, pero no era el momento porque entonces me iba a romper y no sabría como regresar a este punto donde me sentía fuerte.

—Hijo, por favor, cuídate. Nosotros vamos a estar bien. Tú solo has lo que tengas que hacer, no le tienes que demostrar a nadie nada. Sabemos lo que eres.

Las palabras de mi papá las guarde con un seguro enorme en mi corazón. En definitiva, me dolía mucho irme de su lado, aunque era por una buena causa. Pero este golpe estaba siendo en cada momento más y más irreal.

—Los quiero, no se pongan tristes. Solo soy un chico, a lo mejor en menos de una semana estoy de regreso por aquí. El príncipe quiere una esposa, no aún esposo.

Escuche una risa por parte de mi hermana que la guarde como si de una melodía preciosa se trátese.

Las pisadas de un guardia se escucharon y de manera inconsciente yo me acerque más a ellos. Mi mundo, lo que me había mantenido a salvo durante toda mi vida, el motivo de muchas risas, secretos, trabajo duro y cariño.

—Señor, el carro lo esta esperando. Necesitamos irnos ya.

Si yo no daba el paso nos íbamos a pasar toda una eternidad allí.

No llore porque eso iba a ser peor.

—Los amo, volveré antes. De eso estoy muy seguro.

Todos asintieron, luego, fue el momento de irme al auto.

Las personas que fueron nuestros vecinos en todo momento gritaron con tantas ganas, era increíble ver como estaba recibiendo un apoyo que no entendía de donde salía. En el grupo encontré el rostro de Andrés junto con su familia. Me despedí con ellos con la mano. Ellos lo hicieron de la misma forma.

Y entonces toda la multitud también se despidió de mí. Eso me dio un calor extraño en todo mi ser.

Cuando entre al auto me lleve la sorpresa de que yo no estaba solo. Allí había un hombre con un aspecto serio, iba de traje, la tela se notaba bastante cara. En sus manos llevaba un montón de hojas que no iba de acuerdo con la imagen que estaba vendiendo.

—Buenos días, caballero Guillermo Ochoa, usualmente hacemos esto con la familia, pero en vista del tiempo que se perdió estando en la vigilancia para analizar su caso ahora mismo lo debemos de hacer aquí. Tiene que llenar y firmar estos papeles para que todo este bien en su estancia en la selección.

Yo apenas iba abrir la boca cuando me entrego todas esas hojas.

Contrato de las seleccionadas.

Aquel sujeto debió de leer mi mente porque en seguida se escuchó su voz.

—Sí, el formato esta en femenino porque creímos que solo serian chicas. Un error que dada las circunstancias creo que no necesita más aclaración. Por favor lea y si tiene alguna duda se la voy a aclarar.

De alguna manera yo me sentí regañado así que le hice caso.

«A continuación se dejarán una serie de reglas y cuestionamientos que las chicas que salieron en el sorteo deben de rellenar par que su estancia en este programa deba de estar con todas las medidas aceptadas. Si se descubren que mienten o distorsionan la realidad se verán en un castigo severo.

En esta primera sección necesitamos que nos cuente de forma breve la historia de su familia, sus conocimientos que tengan en alguna disciplina como el arte, cocina, baile, deportes, etc. Así mismo como si tiene conocimiento en otro idioma, esta parte es parte es para que la seleccionada pueda hacerse notar del resto de participantes.

En la segunda sección se hace una serie de preguntas.

1º ¿La seleccionada es virgen?

2º ¿La seleccionada acude con frecuencia al doctor para chequeos en su zona intima?

3º ¿La seleccionada ha presentado alguna vez una enfermedad contagiosa? (no importa la índole)

4º ¿La seleccionada tiene cicatrices en su cuerpo? (explicar el origen)

5º ¿La seleccionada tiene alguna alergia?

6º ¿La seleccionada ha tenido alguna relación sentimental anteriormente? (explicar brevemente)

7º ¿Cuáles son los planes de usted en el palacio?

8º ¿La seleccionada ha tenido alguna operación en su historial? (explicar el motivo)

Mis ojos no podían creer todas las preguntas que estaba como si nada en ese papel, por un momento pensé que cara hubiera puesto mi hermana al momento de leer eso. No estaba muy seguro de si aquello debiese de estar allí.

¿Era bueno o malo contestarla con honestidad?

Una vez que se ha contestado todas las preguntas la seleccionada deberá de firmar con su puño y letra todos los espacios donde lea "Firma". Así mismo, el pago a la familia que cuido de esta hija de Illéa se hará de forma presencial y delante de la chica para que tenga la seguridad que el resto de los pagos que se harán siempre llegaran a tiempo.

Se recuerda que una vez que ha firmado todas las hojas, se han aclarado las dudas. La seleccionada acepta que su imagen a partir de este momento sea uso solo para la familia real, que representa ahora mismo a la elite de la nación. Que debe de comportarse en todo momento dentro del palacio, que deberá de decir a todo "sí" cuando el príncipe quiera una cita con ella o algo más. De la misma forma se aclara que la seleccionada será entrevistada en varias ocasiones, su imagen será un sello que siempre debe de cuidar.»

No tenía idea de toda esta información que estaba leyendo, realmente no recordaba alguna chica anteriormente que hubiera salido en el sorteo que fuera de nuestro barrio. Por lo que información que se escuchaba en nuestras calles de la selección era más como historias urbanas. Mitos, aunque me estaba dando cuenta que algunos comenzaban a ser reales.

Dinero... mi imagen, presentación.

¿Cuánto dinero estaría recibiendo mi familia por el mero hecho de yo estar aquí? Algo dentro de mí me decía que era una cantidad bastante elevada. Tal vez lo equivalente a cinco trabajos de carpintería que realizábamos. Con ese dinero extra ya estaba pensando en las modificaciones que le podíamos hacer a nuestra casa. Tal vez renovar nuestro boiler por uno más nuevo, cambiar algunas ventanas, renovar nuestro piso ya que este era demasiado frío en épocas de invierno. Incluso en la cocina podríamos hacer cambios, como en la estufa o por fin mandar arreglar nuestro refrigerador ya que últimamente no enfriaba como tenía que hacerlo.

El hombre que estaba conmigo en el carro hizo un sonido con su boca. Levante la mirada para verlo mejor. En su rostro note que no estaba del todo contento.

—Caballero Guillermo, la lectura es un pasatiempo muy importante en la vida de todo ser humano. No me puedo imaginar como puede vivir una persona sin poder leer, pero, y con todo el sentimiento del mundo. Porque soy amante de la lectura. Necesito que ya firme, el tiempo está contando.

—Es que aún no termino de leer todo— me excuse.

—Tendrá tiempo en el palacio, eso lo tengo muy seguro. Además, no hay nada para que usted desconfíe. Es la familia real, debe de confiar en ellos sin chistar.

Quise agregar algo, pero cuando estaba abriendo la boca mi cerebro me dijo que era mejor guardarme mi comentario y soltarlo en otro momento. Cambie lo que iba a decir.

—¿Me podría prestar algo para firmar? Yo no tengo nada más que mi ropa que estoy usando.

Aquel hombre busco en su traje y me entrego un bolígrafo, se notaba que era un dos. Hasta un simple bolígrafo se notaba caro.

—Me lo tiene que regresar, es de una colección que tiene un gran significado.

—Sí.

Comencé a poner a todas esas hojas mi nombre, nunca me había puesto a pensar que iba a necesitar una firma. Muy pocas veces los seis tenemos cosas que firmas, eso es solo para la gente que tiene negocios.

—Hay una parte importante que se la explicare yo.

Deje de firmar para levantar la mirada, aquel hombre con una sola mirada me indico que siguiera con lo mío. Quise protestar, pero me detuve.

—Se supone que dentro del palacio todas las seleccionadas tienen a una mentora para que les enseñe todo sobre etiqueta, modales, comportamiento, baile, ropa y esas cosas que son para las princesas. Incluso tenemos la academia donde se les enseña a todas por igual la historia de nuestro país. Herramientas que deberán usar para quien quede como princesa y luego como reina de Illéa. Pero usted comprenderá que esas cosas no encajan con usted.

No respondí, estaba firmando, pero aquello hizo que me detuviera un segundo. No sabía si era un comentario agresivo, amenaza o solo señalaba lo más obvio. El hombre retomo su idea.

—En vista de que usted es un caballero tendrá obviamente algunas modificaciones. Y en eso entro yo. Me presento, soy Pablo César Aimar Giordano, de Río Cuarto, Córdoba. Seré yo su mentor, su institutriz personal en toda su estadía en el palacio. Solo en los primeros temas, en la educación estará con las demás chicas.

Cuando aquel hombre me dio su nombre fue como si cambiara delante de mí. La primera impresión que tenía es que parecía ser un mamón en todo el sentido de la palabra, de ese tipo de gente con la cual no me gustaba aceptar trabajos. Normalmente los dos eran personas que por su posición siempre buscaban más y más de lo que ya tenían. Pablo, tenía un cabello esponjado, pero que no se veía desaliñado como se que yo estaba. Un lunar marcado en su rostro junto con su barba. Daba un aspecto como de esos caballeros de cuentos clásicos que alguna vez escuche de niño.

—Gracias— murmure mientras yo le regresaba todas las hojas que firme.

—No hay de que, mi deber con la corona siempre va primero.

Luego hubo un silencio entre nosotros dos.

—Guillermo, te seré franco, puede que solo dures dos días en el castillo. Así que no te pongas cómodo con ello.

Aquella idea la sabía perfectamente, incluso el mismo príncipe me lo había dicho. Todo estaba en contra y era tantas veces que me lo repetían que ya lo había aceptado.

—Pero eso no quiere decir que sea algo malo, cuando eres parte de la selección la vida que tuviste ya nunca la vuelves a tener. Ahora y por siempre, pasas a ser de la elite.

—No creo eso, señor— mencione lo último en señal de respeto.

—Pues deberías de empezar desde ya, caballero Guillermo ¿Tienes idea de cuantas personas observan todo el transcurso de la selección? Tu caso es de lo único que ahora mismo se habla. Quieras o no tienes varios ojos sobre ti, ya sea de mujeres o de hombres. No sé y tampoco me interesa saber tus gustos.

Hasta yo sentí pena cuando dijo lo último.

—Que salgas de la selección no es nada malo, eres joven, tienes un rostro decente. Y mientras estés conmigo te preparare lo mejor que pueda, así pues, cuando una chica o chico se te acerque a ti puedas ser una buena pareja. Te puedes casar con un dos, tres o cuatro, si ya no agarras nada.

La manera en cómo hablaba sir Pablo me estaba incomodando. Algo en su noto aún no me decía si era un aliado o no, de si yo era una carga o en verdad quería que tuviera algo mejor.

—Gracias por eso— fueron mis únicas palabras.

—Todo sea por la familia real.

El viaje siguió en silencio. Yo miraba por la ventana como todo delante de mi pasaba, hace mucho tiempo que dejamos atrás las casas de mi barrio para ver los grandes rascacielos. La gente que podía tener una vida mejor que la mía. A veces miraba hacia Pablo, trataba de guardar sus movimientos en mi memoria. Como sus manos pasaban de hojas, alzaba las cejas, movía los pies.

Pronto también pasamos los grandes edificios para entrar a la zona del aeropuerto. Siempre había oído hablar de ese lugar, pero nunca verlo.

—Escucha, como es una demora de casi dos horas eso te juega puntos malos, pero no todo esta perdido.

Voltee a verle.

—Me gusta que no te hayas cambiado de ropa, eso vende la imagen de que estas pegado a tus raíces de casta. Entonces, al momento de bajar, quiero por favor que sonrías, saluda gentilmente a las personas. Eres el ultimo así que no tendrás que competir por la atención como ya lo hicieron las anteriores chicas.

Mientras me daba indicaciones mi corazón comenzó a latir tan fuerte y de la nada me dieron ganas de ir rápido al baño.

—Tendrás que acostumbrarte a esto. Además, después de todo, disfrútalo. No es nada malo que lo hagas. Hay gente allá afuera que, aunque no lo creas te apoya, como apoya a todas las chicas. Esto es la vida de la selección, Guillermo. Tendrás que bajar primero tú, yo te alcanzaré en el avión. Es parte del protocolo que las seleccionadas vayan primero.

Al voltear una vez más por la ventana me di cuenta de que estábamos entrando a un campo demasiado amplio donde grandes estructuras estaban estacionadas. Al verlas me sentí tan pequeño yo, eran los aviones. Aquellas cosas que simulaban los pájaros en el cielo.

El automóvil se movía con demasiada gracia. La pista estaba tan lisa que parecía nueva.

—Siento que quiero vomitar.

—Si lo haces es mejor que lo hagas aquí mismo, de lo contrario. Yo nada podre hacer si lo haces delante de la gente.

La velocidad fue descendiendo hasta ser un paso lento. Hasta que los gritos de la gente empezaron a escucharse con fuerza.

—Hay cámaras por todos lados, trata de que capturen tu mejor ángulo.

—No tengo idea de cuál es ese.

—Pues tendrás que descubrirlo justo ahora— Sir Pablo anotaba algo en su libreta como si aquello no lo pusiera nervioso.

—Ya es el momento.

Primero escuche su voz, luego el automóvil se detuvo. No estaba preparado para aquello, yo quería evitar todo.

—Es un camino recto, la alfombra azul celeste en el suelo te llevara al avión. Solo camina natural, saluda a la gente y listo. Tarea sencilla.

Iba a decir algo más, pero antes de que pudiera decirlo la puerta de mi lado se abrió. Resulta que ya había un guardia esperándonos.

Lo primero que vi fue el mar de gente, aquello me resulto difícil de creer, aunque lo tenía delante de mis ojos. Tantas personas, hombres, mujeres, adolescente, ancianos e incluso algunos niños pequeños. Todos estaban gritándome cosas.

«Caballero Guillermo, mi corazón ya lo tiene.»

«Si el príncipe Lionel no te quiere, yo sí.»

«Que orgullo que seas un seis.»

Todas esas palabras y más eran para mí. Cuando baje del automóvil fue como si hubiera apretado un botón para que con mayor fuerza gritaran. Se volvieron locos al instante, incluso me di cuenta de que las personas que estaban detrás de un enorme lazo color rojo saltaban por la excitación. Esa simple protección suponía ya una diferencia de clases sociales.

Dudé un segundo, pero luego comencé a caminar. Iba saludando a la gente, supuse que era lo más normal que podía hacer ante esa escena. Sonreía un poco, me daba mi tiempo parta mirar a todos lados.

Un pequeño niño que estaba cerca del lazo levanto una corona que estaba hecha de cartón, se notaba que la había hecho él por los trazos de colores. Me acerque hasta él para tomarla.

—¿Me la regalas? — cuestione con aquella cosa entre mis manos.

—Sería un honor que se la llevara, querido caballero Guillermo.

—No soy un caballero— repetí educadamente—. Tú lo eres, solo alguien de la nobleza podría portar tal corona tan hermosa.

Entonces sin pensarlo abrace al niño, él me aceptaba y así estuvimos unos segundos. Nos separamos ambos con una gran sonrisa.

—Me la llevare con la promesa de usarla en una ocasión especial— declare en el momento en que avanzaba y me despedía.

El rostro de ese niño se iluminaba tanto ¿Qué seria, un cuatro, tres, cinco, tal vez un dos?

El camino se iba terminando, saludaba, aceptaba todos los comentarios hacia mi persona. Todos ellos me gritaban, me querían, me veían de una manera y ni siquiera se sabían algo más allá de mi nombre ¿Así pasaba con todas? ¿Bastaba ser solo seleccionada para que de la nada la gente te comenzara a amar?

Me di cuenta de que en verdad me gustaba estar haciendo eso, pero ya estaba terminando. Había unas escaleras, las del avión, justo delante de mí. Las fui subiendo una tras otra de manera lenta, los gritos se incrementaron cuando llegué hasta arriba. Lo dudé, pero me di media vuelta para despedirme una vez más de todos esos extraños que tenían ¿Esperanzas, sueños, cariño? Hacia mí.

El guardia del avión hizo una reverencia ante mí. Eso fue nuevo. Me indico que pasara. Al momento de hacerlo me encontré con el rostro de treinta y cuatro chicas bastante molestas conmigo.

—Pase a su asiento, por favor.

Obedecí mientras una chica me indicaba que lugar tomar. Era hasta la parte trasera del avión. No me molesto, era perfecto de momento. No quería hacer otra cosa más que pasar desapercibido. De pronto la emoción de esa bienvenida había desaparecido tan rápido como llego.

—Bien, ahora ya estamos todos listos. Por favor, señoritas y caballero. Sigan las instrucciones para ponerse los cinturones de seguridad. Algunos solo han visto aviones en dibujos o en habladas.

Una mujer, la que supuse que era la mentora en general de las chicas se levanto y se coloco en medio del pasillo. El tono de su comentario era dirigido hacia mí. Lo sabía. Agache la mirada para no querer hacer más grande el hoyo que ya había entre nosotros.

—¿Te quieres ir sin mí, Andrea?

En ese instante levanté la voz para ver a Sir Pablo entrar con una elegancia al avión, justo ahora que lo veía de pie me di cuenta de que era un hombre bastante alto. Aquello me intimido.

—Pasa y vete con tu caballero, Pablo. Necesitara ayuda para abrocharse el cinturón.

Sir Pablo se despidió de aquella mujer con una sonrisa mientras pasaba por el pasillo para llegar a mí. A todas las chicas les dijo algún comentario o inclinaba gentilmente la cabeza en señal de respeto. Hizo lo mismo conmigo cuando estuvimos cara a cara.

Tomo asiento a mi lado.

—Bien, es hora del trabajo. Tenemos mucho por donde comenzar— indicó mientras sacaba hojas nuevas blancas—. Y no me diste mi bolígrafo, ahora mismo lo necesito.

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