Anhelo

Por NAE_JAZ_97

1.7M 167K 198K

"Anhelo", la culminación emocionante de esta cautivadora historia, guarda para desatar una tormenta de emocio... Más

♠️ PERSONAJES ♠️
♠️ Nota de Autora ♠️
PARTE 3
PREFACIO
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Extra: Konexiõ
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22 parte I
Capítulo 22 parte II
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26 parte I
Capítulo 26 parte II
Capítulo 27
Capítulo 28
Extra: Pasado.
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Extra: LOVE YOU LIKE A LOVE SONG
Capítulo 34 parte II
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
PARTE 4
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45 parte I
Capítulo 45 parte II
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60 parte I
Capítulo 60 parte II
EXTRA: COME AND SAVE ME
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63

Capítulo 34 parte I

19.1K 2.1K 1.9K
Por NAE_JAZ_97

Manas, llegamos a la meta en votos asi que aqui les dejo el capitulo, si no lo sabian las metas regresaron (a peticion de ustedes) Asi que la meta para todos los capitulos sera Mil votos Y 1500 comentarios. De igual forma y a peticion igual se dara más tiempo para cumplirse (dos dias) Más por ustedes no puedo hacer, jajaja. 

Esto con el fin de que tengamos más capitulos por semana. ¿Cuantos? No lo sé, estamos en la etapa final de la 3ra fase asi se vienen muchas emociones, rebelaciones y hay muchas cosas que abarcar, por lo que no sé cuantos capitulos seran al final. 

Asi que disfruten la lectura. PD. Recordemos que amamos a la escritora, no me odien, las amo. 

«Mierda, todo me duele»

Mi mente divaga en medio de la oscuridad mientras trato desesperadamente de analizar mi situación. «¿Dónde diablos estoy?» Mis ojos están vendados, privados de cualquier visión. Siento el roce áspero de las cuerdas que aprietan mis muñecas, atadas a dos fríos y metálicos fierros. La posición es incómoda, estoy sentada en algún lugar desconocido, y el calor que me envuelve es casi infernal, como si estuviera atrapada en un horno de tortura.

—No puedo creer que la tengamos, el Underboss estará contento. —dice un hombre en ruso y contengo el suspiro que estuve por soltar, de todos las ratas que me siguen el Underboss es de quien menos temo.

«Él no me quitará los recuerdos»

Lo sé, sé cómo trabaja, sé que me quiere de vuelta con él, por alguna razón que desconozco está obsesionado conmigo, pero «¿Cómo? ¿Cómo mierda dieron conmigo?» El recuerdo de lo que paso antes de caer inconsciente me llega de golpe llenándome de odio y dolor.

«Max»

Aprieto los puños al recordar como todo se vino a la mierda, solo Max, Inés y Jared sabían nuestras coordenadas reales, Jared jamás nos traicionaría, y es imposible que Inés esté ligada a la mafia rusa, paso toda su vida en la isla, no tiene nada que ver en esto.

A si que solo queda Max, es el único que podría habernos delatado, Alex sospechaba que dentro de sus hombres había un traidor y por eso instalo con ayuda de Narel un sistema que no permite que ningún equipo tecnológico funcione, si el traidor venía con nosotros no podría informar nuestra ubicación real, íbamos a aprovechar eso a nuestro favor para dar con él, esperamos a que alguno de nuestros hombres tratará de comunicarse con el exterior, pero nada de eso pasó, ninguno lo hizo y eso nos hizo bajar la guardia.

Los ojos me arden, de pensar que Maxi pudo hacer a ser eso, no tengo hermanos, él es lo más parecido a uno y realmente me jodería el que él nos haya traicionado.

—Koroleva prosnulas.—un tipo me hace ponerme a alerta, me tenso cuando siento su sombra acercase a mí.

(La reina se despertó)

—Держи свои отвратительные руки подальше от меня. —le suelto en ruso y él responde con una risa burlona.

(Mantén tus repugnantes manos lejos de mí)

De repente, percibo sus manos acercándose, liberando la venda que aprisiona mis ojos. Cuando finalmente la quita, la luz invade mis retinas de manera abrupta, forzándome a cerrar los ojos con fuerza para protegerme del dolor que provoca en mis iris.

—¿A su Majestad le gusta este lugar? —se burla el hombre en su idioma, señalándome el entorno con desdén.

Miro a mi alrededor, y todo indica que estoy en un barco. El constante movimiento de la embarcación se hace sentir, mientras las calderas emiten un calor sofocante. La atmósfera es asfixiante, llena de un olor salino y rancio que se mezcla con el sudor asqueroso de los dos tipos que me resguardan, dos hombres de unos dos metros de alto, son rubios, de ojos verdes y están repletos de tatuajes.

Uno de ellos me es familiar, siento que lo he visto antes.

—Déjala en paz, no sé te olvide quién es. —le dice el hombre que se me hace familiar, mirándome con impresión. —Koroleva. —me saluda bajando la cabeza, acercándose con un poco de agua, introduce en esta una pajilla, pero no quiero nada que venga de ellos y por mucho calor que haga en el lugar desvío la cara para no tomar.

—No sé me olvida hermano, pero esta mujer ya no pertenece a la Bratva, hace mucho que escogió su bando, no entiendo, ¿por qué demonios el Underboss la desea tanto?

—¿Tienes algún retraso? —le cuestiono soltando una sonrisa siniestra. —¿Acaso no me ves? —me le burlo logrando que el hermano haga lo mismo.

—Si por mí fuera te llenaría el estomago de balas. —suelta con odio.

—¿Y por qué no lo haces? Ah, se me olvidaba, no eres más que un lastre de esta organización, ¿Que se siente ser un misero ser sin importancia? —sigo con las burlas logrando que sus ojos se llenen de ira.

—Cuidado con lo que haces. —le amenaza el hermano, quien me ve como si fuera una Diosa, sus ojos detallan mi cabello, viajando por todo mi rostro hasta posarse en mis ojos. —Discúlpelo, él era muy pequeño cuando su madre gobernó con el Boss, no sabe cuanto la amamos en la hermandad, mi señora, cuando apenas era una niña, ya se había ganado el corazón de todos nosotros, así que ha de saber cuanto gusto me da de que por fin vuelva al lugar que le pertenece, porque es con el futuro Boss de la mafia con quien usted debe estar.

«¿Mi madre estuvo con el Boss?»

Imposible, mi madre se casó joven con el general, es imposible que haya estado con el Boss, que ella estuviera de lado de esos criminales, si bien no la recuerdo en su totalidad y aún no recupero todos mis recuerdos, sé que ella nunca se prestaría para servir a la Bratva.

—Te equivocas, si he de pertenecer a alguien, ese alguien es mi marido, quien muy seguramente en este momento ha de estar moviendo cielo, mar y tierra para encontrarme. —respondo con desdén, odio que digan que soy de esa asquerosa rata.

—Eso es porque no recuerda mi señora, cuando recupere sus recuerdos, cambiaria de opinión, usted y el Underboss se adoraban, eran inseparables, los mejores amigos, y después los mejores amantes, usted lo veneraba así como él la venera a usted, nacieron para el otro mi señora. —Insiste el hombre y el que me dé a entender que fui de Oleg, genera en mí una oleada de náuseas.

«Jamás, yo nunca pude haberme enamorado de ese hombre»

Lo sé, sé que el único hombre que he amado es a Alexander, él es el único, ni Thomas que es bueno y noble logro hacerme sentir lo que él mucho menos un ser tan asqueroso como lo es Oleg Kovalenko.

«No te ciegues, deja que hablen, no lo recuerdas, no sabes como es»

No, no lo recuerdo, pero es un ser a quien mi marido dejo cojo, un ser que me ha estado persiguiendo y por el que no puedo sentir nada más que asco.

—Yo nací para Alexander Hoffmann, no te confundas. —le respondo y este suspira con pesar.

—Lo dije, esta ya no es diga de ser llamada Koroleva. —dice el otro tipo.

—No sabe lo que dice. —le responde el hermano que me ve con un brillo intenso en los ojos. —Lo vera mi señora, en cuanto lo vea regresaran sus recuerdos, la hermandad apuesta por ello, siempre será usted nuestra reina, independientemente de quien este a su lado estamos para servirle, mi señora. —sigue y tanta devoción me genera asco.

—Si es así, ¿Por qué tratarme así? —le cuestiono mientras miro mis brazos enrojecidos por las cuerdas. —No es muy grato estar así.

—Lo sabemos, pero conoce sus alcances, mi señora.

—Déjame ver si estoy entendiendo, el calor no me permite comprender todo al cien por ciento, acabas de decir que estás para servirme independientemente quien este a mi lado, si eso es verdad, no entiendo entonces ¿Por qué tomarme a la fuerza? ¿Por qué no demonios pelean a mi lado? ¿Por qué servir a esa rata?

—Porque la Bratva solo la seguirá cuando usted proclame su trono oficialmente señora, por años hemos esperado a que usted ocupe su puesto como la Koroleva de nuestra hermandad, que ocupe el puesto como esposa del Boss de la mafia rusa, solo con usted como reina, Oleg Kovalenko será Boss y todos lo queremos así, mi señora.

—Cuida tus palabras, hermano. —le dice el tipo.

—Así que sin mí, Oleg jamás podrá ser Boss ¿Eso quisiste decir? —le cuestiono y ahora entiendo por qué tanta obsesión, por qué su necesidad enfermiza de tenerme.

Todo comienza a encajar perfectamente. Shaitán jamás permitiría que Oleg se volviera tan poderoso. Según lo escuché una vez de las mafias italianas, Oleg aún no ha alcanzado el poder absoluto de la mafia roja. Ha estado peleando con sus hombres, pero no con los de la Bratva, considerada la mafia más sanguinaria y sádica de todas. La cual encabeza el poder absoluto en el tráfico de armas, personas y drogas. Además, es la mafia más rica y cuenta con el respaldo del presidente ruso, lo que le otorga una ventaja superior.

En contraste, Shaitán no tiene una organización igual. Es simplemente un terrorista que ha sabido mover sus piezas y cuenta con numerosos negocios. Aunque tiene influencia, no deja de ser más que un individuo con aires de grandeza. Por eso utiliza su anonimato para atacar, si sé supiera quién es no sería tan poderoso, eso lo sabe bien, sabe que su poder viene de que puede infiltrarse en cualquier lado sin ser detectado.

—Tenerme a mí significa tener a la Bratva. —aseguro y ver que la expresión del tipo odioso cambia, me lo confirma. —Pero, ¿por qué? ¿Quién me hizo tan importante? ¿Por qué me veneran de esta manera?

—Él te dirá el porqué. —me dice el tipo que se acerca nuevamente a darme agua.

—Habla. —insisto. —Si saben lo que les conviene me dirán de una vez por todas ¿Por qué mierda tanta obsesión? Elijan bien de qué bando estarán, porque yo no olvido a quienes me traicionan, no perdono, y tiendo a ser muy rencorosa, ¿No querrás molestar a tu reina, verdad? —lo presiono modulando mi tono de voz, utilizando la única herramienta con la que dispongo en este momento y es mi sadismo, ya vieron de lo que soy capaz y el miedo en sus ojos me dice que estoy a nada de convencerlos para que se pongan de mi lado.

—Hermano. —El otro me mira, su voz es más apagada ahora, más sumisa.

—¿Cómo te llamas? —cuestiono mirándolo con cierto coqueteo en la mirada.

—Gleb —responde con voz ronca.

—¿Y tú?

—Yakov, mi señora.

—Bien, Gleb y Yakov, se ve que son hombres muy inteligentes, que saben que les conviene, si lo que dices es verdad, llegará un momento en el que sea su líder, la Bratva es mía, por lo que tengo entendido, yo no nací para servir a nadie, seré Boss, no Korolev...

—Así no...—Gleb trata de interrumpirme pero mis ojos hacen que guarde silencio.

—No pienso ser esposa de Oleg, al menos no por voluntad propia. Ya tengo un marido, y saben perfectamente quién es: la Bestia. Conocen de lo que es capaz; él se los ha demostrado. Dejó cojo al Underboss, y así tenga que despedazar la Bratva desde sus cimientos, no parará hasta recuperarme. El peor error que pueden cometer es subestimar su poder. Hasta ahora, no han visto ni una fracción de lo que ese hombre es capaz de hacer. Así que analicen muy bien sus opciones: pueden pelear a mi lado, elevar a la Bratva a otro nivel, o pueden presenciar la muerte de sus hermanos, de sus familias, porque no quedará nada. Y eso es un juramento, ya que antes preferiré que me arranquen los órganos y me llenen el estómago de sal que convertirme en la mujer de esa maldita rata. —termino y puedo ver como el brillo en los ojos de Yakov se intensifica.

—No nos equivocamos con usted, mi señora. —dice y su hermano le sujeta el brazo.

—¿Cómo sabemos que no nos matara? ¿Qué garantía hay de que después de que la dejemos ir, no irá por la Bratva? Hermano, sabes de lo que es capaz el Boss, si se entera de que traicionamos a su hijo, sabes lo que nos hará.

—Nada se compara a lo que yo les haré si no me liberan. —suelto con voz fría, estoy arta de esto, me estoy cansando de tanta palabrería.

—¿Qué garantía nos da?

—¿Garantía? Mi palabra debería ser suficiente para ti, ¿Crees que me conviene que la Bratva pierda su poder? Solo una tonta atentaría contra su propia mafia, por qué es mía ¿No es así Yakov?

—Así es mi señora.

—Con la Bratva y el poder de mi marido, Shaitán no será más que una maldita cucaracha a la que podremos aplastar en un pestañeo, esa maldita rata morirá y ustedes se harán inmensamente ricos. —sigo con la persuasión logrando la atención de Gleb.

—¿Cuánto? —pregunta y noto la ambición en su voz.

—¿Un bono de 100 millones te parecería bien? —respondo con simpleza, Gleb sonríe con ambición, para ratas como ellos esta cantidad es impresionante, pero para Alexander es como arrancarle un pelo a un gato. —Eso solo sería el inicio, se ven capaces, deben serlo o no me hubiesen capturado, por cierto ¿Cómo lo lograron? ¿Quién me traiciono?

—No lo sabemos mi señora. —responde Yakov. —Nosotros aguardamos en las sombras, sabíamos que Shaitan iría por usted, no sabemos quién le dio sus coordenadas, pero fue fácil seguir a sus hombres, esa rata piensa que solo él puede infiltrarse en nuestra organización, nos subestimó, gracias al co...—se detiene por un momento. —Un amigo del Underboss planeo todo mi señora, coordino nuestros movimientos y cuando Shaitán dio la orden de que fueran por usted, los seguimos y después de que la durmieron atacamos, matamos a todos sus hombres en el bosque y huimos con usted señora.

—¿Solo ustedes dos? —cuestiono sin poder creerlo, eran más de cuarenta hombres, todos armados hasta los dientes.

—Utilizamos bombas de gas utilizadas por el ejército para inducir el sueño en sus oponentes, son conocidas como Somnogas. Estas desprenden una mezcla especial de agentes químicos diseñados para provocar rápidamente la sedación y el sueño profundo, neutralizando eficazmente a quienes entren en contacto con el gas. —confiesa y siento una tensión recorrer mi cuerpo. Esta arma es secreta; solo los soldados de mayor rango conocen de su existencia.

—¿Quién les dijo que esa arma existía? —cuestiono, es imposible que la Bratva tenga nocion del armamento secreto del ejército y todavía es más imposible poder adquirirlo, no hay forma, ni en el mercado negro se puede hallar este tipo de bombas.

—Un Coronel. —responde Gleb.

—¿Quién? —pregunto sintiendo como se forma un nudo en mi estómago.

—Un tal Thomas Warnock. —responde y el pecho se me comprime, no lo amo, nunca lo hice, pero jamás imaginé que él se rebajaría a esto, que pudiera aliarse con esa rata, que fuera capaz de lastimarme.

Hubo un momento en el que desee compartir con él mi vida, era mi mejor amigo, y a mis ojos siempre fue una buena persona.

—No, es imposible, él no...

—Lo hizo mi señora, el Coronel se alió con el Underboss.

Trago seco, y admito que esto no lo vi venir, no quiero aceptar que me duele, pero lo hace, me duele saber que fue capaz, él era una de las personas más buenas que conocí, siempre intachable, siempre leal.

«Debe haber alguna explicación»

—¿Lo obligo? —pregunto con la voz baja, sintiendo un fuerte ardor en mi estómago. —¿Lo secuestraron?

—No, para nada mi señora, según tengo entendido, fue el Coronel quien busco al Underboss, el planeo todo, fue la mente maestra detrás de todo esto, gracias a él pudimos capturarla. —explica y los ojos me arden ante tal confesión.

«Fui yo»

Fue por mí que cambio, por mí se volvió una mala persona, él que tenía un futuro por delante, que pudo llegar a ser General, que pudo ser como mi papá, ahora no es más que un mafioso más.

«No te ablandes, no lo justifiques ahora»

—Desátenme y prometo que siempre recordaré esto. —les pido, no puedo seguir aquí, necesito llegar con Alex, verlo y convencerlo de que lo que hice fue lo correcto.

—No podemos. —dice Gleb y su hermano lo toma del brazo jalándolo a una parte donde no los puedo escuchar.

Mientras ellos intercambian palabras, mi mente trabaja a toda velocidad buscando opciones. Es imposible liberarme de estos nudos en este momento, pero sé que al llegar al puerto, deberán soltarme, al menos, por unos segundos. Eso será suficiente, tiene que serlo. Confío en que Alex esté rastreándome; no siento heridas en mi cuerpo, así que no me han quitado el rastreador. Esa es una buena señal.

—Iremos con usted, mi señora. —confieza Yakov y una sonrisa genuina en mi rostro se dibuja. —Siempre he querido pelear de su lado, permítame servirle mi señora.

—Eso y los cien millones. —agrega Gleb. —Me disculpará, pero yo no la venero como mi hermano, más si le temo, a usted y a su marido, así que solo pido el dinero y un lugar en el que me pueda refugiar con mi familia mientras termina esta guerra, no deseo pelear, eso es todo lo que pido.

—Y es lo que tendrás, libérame. —le digo, ya habrá tiempo para que Yakov me cuente de una vez por todas que pasa conmigo, por qué mierda me quieren precisamente a mí.

Yakov asiente y se acerca, saca su daga y corta las cuerdas. No puedo evitar sonreír, ya que nunca esperé que pudiera salir de esto tan fácilmente. Me había preparado para todo tipo de escenarios, pero ninguno como este.

—Gracias. —Sonrío, de verdad estoy feliz.

Me levanto después de que corta las cuerdas de mis pies.

—¿A dónde vamos a llegar? ¿Podemos ordenar que cambien el rumbo? —pregunto mientras masajeo mis muñecas.

—Llevamos doce horas navegando, en este momento debemos estar cerca del mar del Japón, en un par de horas más llegaremos al puerto de Vladivostok, pero no creo que sea oportuno girar el barco, en este momento el Underboss debe estar rastreando el barco, si cambiamos el rumbo se daría cuenta de que algo anda mal y en este punto quedaríamos vulnerables mi señora.

«¿Doce horas? ¿Estuve tanto tiempo dormida?»

Sí es así, Alex ya debería habernos rastreado, ya debería haber llegado a mí.

¿Por qué no viene?

El pecho se me detiene, solo de pensar que le pudo pasar algo, él no me dejaría a mi suerte, lo sé, por muy enojado que este jamás me abandonaría, no lo haría, no voluntariamente, así que debió pasarle algo.

—¿Antes de huir conmigo supieron algo de mi marido? —pregunto tratando de que la voz no me tiemble.

—No mi señora. —responde Yakov.

Me reviso el cuerpo, en especifico la costilla izquierda donde verifico que el dispositivo de rastreo siga en mí y el sentir el bulto me confirma que aun lo tengo.

—¿Tienen algún dispositivo que bloquee la señal GPS? —pregunto y ellos asienten en conjunto.

«Gracias Dios»

Me llevo la mano a mi pecho, no ha venido porque no puede rastrearme, no porque le hubiese pasado algo malo.

—Apáguenlo, necesito que mi marido me rastree, llegaremos a Vladivostok, ahi mantendremos un perfil bajo hasta que él llegue, sé que es territorio Ruso y por eso iremos trataremos de acercarnos lo más cerca a Harbin en China. —les explico y ambos asienten.

Yakov saca el dispositivo y lo apaga.

—La va a necesitar. —suelta Gleb sacando su arma, entregándomela. —Haya arriba hay más de veinte voyeviki.

—¿Crees que son competencia para mí? —cuestiono con arrogancia.

—Para nada. —afirma.

—Buena respuesta soldado. —le guiño un ojo y con el arma en mis manos avanzo hasta llegar a la puerta, tomo la manija y trato de abrirla, pero esta no cede. —¿Pero qué mierda?

—¿No abre? —cuestiona Yakov a mi lado, él también trata de empujar la puerta pero esta no abre, esto lo hace tomar su radio. —Abran la maldita puerta. —ordena pero no obtienen respuesta. —Les dije que abran la maldita puerta. —vuelve a pedir y nuevamente silencio total.

—¿Nos abran escuchado? —pregunta Gleb con una expresión sería.

—No, bloquee la señal de radio y las cámaras aquí no sirven, ellos no saben que la tenemos aquí mi señora, solo pocos hombres de confianza sabían que veníamos por usted, no podíamos arriesgarnos a que las demás familias se enteraran de que el Underboss la capturo. —me dice y lo miro extrañada.

«¿Familias?»

—¡Abran! —grita Gleb en ruso golpeando la puerta en más de una ocasión, el calor es sofocante comienzo a buscar alguna otra salida, pero no hay ninguna.

—¡Repito, abran la maldita puerta! —Yakov grita, pero siguen sin responderle, el silencio se hace presente.

—Aun lado. —ordeno y los dos se hacen a un lado, es una puerta de metal de unos quince a veinte centímetros de grosor, por lo que seis disparos serán necesarios para llegar al seguro, apunto al objetivo. La sala resuena con el estruendo de los disparos mientras la puerta cede ante la fuerza del ataque. Yakov se acerca rápidamente para abrir la puerta recién vulnerada.

Este me coloca detrás, se ve que no sabe como trabajo, jamás usaría a mis hombres como chaleco antibalas, así que en un movimiento rápido me deslizo entre los dos, avanzando hacia la siguiente habitación. Sin embargo, el silencio que nos rodea es inquietante, y la calma tensa hace que mi piel se erice. Gleb camina a mi lado mientras Yakov vigila mi retaguardia.

Antes de que tengamos la oportunidad de abrir la siguiente puerta, escuchamos cómo retiran un seguro, seguido por la explosión de una bomba.

—¡Señora! —grita Yakov, tirando de mí ante la posibilidad de una explosión, pero, en cambio, un humo denso empieza a llenar la habitación. —Es Somnogas. —anuncia, pero ya es demasiado tarde.

Malditos bastardos.

Siento que mis ojos arden y caigo a los pies de Yakov. A través del humo, distingo la figura de una sombra que se acerca. Con un último esfuerzo, extiendo la mano hacia ella antes de sucumbir al sueño profundo.

—¿Y bien?

—Vamos a ser papás.

—¿De verdad? ¿Revisaste bien?

—Sé leer una prueba de embarazo, Thomas.

—¡No puede ser! ¡Voy a ser papá! ¡Amor, vamos a ser padres!

Los ojos me arden con intensidad debido al gas y la cabeza da vueltas sin sentido. Despierto, aturdida, sin entender completamente qué demonios sucedió. La sensación de cuerdas apretadas alrededor de mis muñecas me resulta familiar, y las náuseas invaden mi estómago.

El entorno ha cambiado drásticamente desde la última vez que estuve consciente. Ahora, no siento el constante vaivén del mar. Abro los ojos, aunque la molestia sea intensa, observo mi entorno. Estoy dentro de una especie de cabaña, donde el calor se hace sentir de manera más intensa que en el barco.

Giro mi cuello y noto que estoy frente a una chimenea; mi cabello está peligrosamente cerca de las llamas, así que forcejeo tratando de alejarme del calor.

—Si sigues moviéndote así, te vas a quemar. —La voz familiar me congela de inmediato; mis músculos se tensan al reconocerla.

«Thomas»

Lo busco desesperada, pero no logro encontrarme con él.

—¿Thomas? —pregunto incrédula. Una parte de mí, la más ingenua, cree que esto no es verdad, que él no me tiene en este estado, que no se atrevió a secuestrarme.

—Vaya, aún recuerdas cómo suena mi voz. —dice saliendo de entre las sombras. Un sonido de impresión escapa de mí cuando lo observo. Ha perdido peso; sus ojos están hundidos y ya no tienen ese brillo que lo caracterizaba. Ahora luce frío, como si le hubieran arrancado la vida, dejando solamente oscuridad.

—¿Qué te paso? —pregunto en un hilo de voz.

—Tú me pasaste Alena. —responde con dolor.

—¿Yo? —cuestiono, buscando a mi alrededor alguna señal de Yakov y Gleb. —Yo no te hice nada Thomas, ¿Dónde están? ¿Dónde los dejaste?

—¿Quiénes? ¿Los traidores? Descuida siguen vivos si eso te preocupa, aunque no en muy buenas condiciones. —se burla acercándose a mí lentamente, debo apretar los puños cuando levanta su mano para acariciarme el rostro.

—No me toques. —le suelto y este emite una sonrisa sínica.

—¡Oh mi Alena! No tienes idea de cuanto espere este momento, de tenerte así, aquí, para mí. —sigue y le desvío la cara cuando pasa su pulgar por mis labios, la ira se empieza a apoderar de mí, dejando a un lado la lastima que sentí al verlo en estas condiciones.

—No soy tu Alena. —le aclaro mirándolo con decepción. —No hagas esto, Thomas, tú no eres así.

—¡No digas eso! —se altera. —No lo vuelvas a repetir cariño, en efecto no era así, pero la bestia que tienes por marido me convirtió en esto, él me arrebató todo, pero ahora todo estará bien pequeña. Podremos volver a estar juntos, como siempre debió ser.

—No te puede arrebatar algo que jamás te perteneció, no lo culpes a él por qué no pude corresponderte. —hablo con la verdad y sus ojos se llenan odio convirtiéndose completamente negros.

—¡Deja de defenderlo maldita sea! ¡Es un monstruo! ¡Una maldita escoria, un ladrón que se interpuso entre nosotros! ¡¿No te das cuenta?! ¡Tú y yo teníamos un futuro! —grita tomando mi mentón con fuerza, arrancándome un quejido por la forma en la que sus dedos se entierran en mi piel.

—¿Esperas que lo confirme? —le suelto mirándolo de la misma forma que él a mí. —Porque eso jamás pasara, no te confundas pedazo de nada, que tú y yo jamás tuvimos un futuro, nunca.

Thomas me suelta la barbilla con desdén, empujándome el rostro y haciendo que mi cabello cubra la mitad de mi cara. No es por mucho tiempo, ya que le levanto la mirada, desafiándolo. No me va a doblegar; no lo merece. La atmósfera se llena de tensión mientras nuestros ojos se encuentran en un enfrentamiento silencioso.

—Estás enferma y por eso dejaré pasar lo que acabas de decir, es la enfermedad la que habla en este momento y una pareja está para eso, para apoyarse en la salud y en la enfermedad.

«Está loco»

Es eso, ha perdido completamente la razón, ya que solo un desquiciado sería capaz de hacer y decir semejante mierda.

—Thomas. —trato de hacerlo entrar en razón, pero es inútil.

—No te preocupes, yo lo voy a solucionar, lo arreglaré y entonces volveremos a ser lo de antes, lo que éramos antes de que te manipularan.

—¿Qué harás? —pregunto con un nudo en la garganta.

—Lo que haré, dependerá de ti, mi pequeña. —suelta pasándome su mano por mi cabello, mirándome con devoción.

—Thomas, no puedes hacer esto, esto no eres tú, libérame, hablemos como los amigos que éramos, no puedes cambiar lo que siento, y sí, me duele como sucedieron las cosas, no tuviste la culpa de nada, el destino, la vida te jugó una mala pasada, pero no es culpa mía, ni culpa de Alexander. —le pido, pero este no oye razones.

—Es culpa de ese bastardo, él te cambió, te transformo en un monstruo, nunca debiste conocerlo Alena, pero tranquila, que ahora todo estará bien. —sigue y arrastrándome con todo y silla me deja enfrente de una enorme televisión.

—Nada estará bien, dime ¿Dónde están? Déjalos ir, ellos no tienen nada que ver en esto. —le suelto, les prometí que estarían a salvo y debo cumplir.

Ya no puedo seguir perdiendo gente, aún me duele el pecho de saber que perdí a Valeria, que Alex perdió a sus mejores amigos, Jack, Hakim, Leif, Viktor, todos ellos eran cercanos a nosotros y ahora ya no están.

—Ya te dije que están bien, no te concentres en ellos, concentra toda tu energía en esto, en nosotros. —dice encendiendo la televisión. Apenas la enciende, varias imágenes mías se proyectan. Son momentos de mi época en el ejército, donde me veo feliz, sonriendo junto a mis compañeros mientras compartimos en la central. Muestra también mis entrenamientos y la alegría que caracterizaba esa etapa de mi vida.

De repente, un video se reproduce. En él, me muestra sosteniendo una manguera. La escena se desarrolla en plena misión, posiblemente en algún desierto. Se observan tiendas de campaña, y la manguera se conecta a una pipa de agua.

—A bañarse, perros.

—Fénix, no nos jodas que nos acabamos de bañar.

—No lo creo, hasta aquí me llega el olor de machitos alfa.

—¡Fénix!

Los ojos me arden al recordar los rostros de todos ellos, cada momento compartido hace clic en mi mente. Frede, Ezekiel, Paul, Octavio, Agnes, Conrad, Rafael, Hilary, Berta. Mi equipo, con los que peleé hombro a hombro, quienes pusieron sus vidas en mis manos. Ellos que confiaron en mí y los defraudé. La impotencia se apodera de mí al pensar en cómo les fallé, cómo mi liderazgo los condujo a una muerte lenta y dolorosa.

—¡Ya! —le grito, no puedo verlos, no soporto escuchar sus risas, sus voces me atormentan. —Thomas, detenlas.

—¿Los recuerdas? ¿Recuerdas como ellos y yo éramos tu familia? Todos ellos te adoraban, te admiraban y querían ser como tú en algún momento, cada uno de ellos dio su vida por ti, cada uno sacrifico todo lo que tenía y tú les pagaste de la peor manera, los olvidaste, los dejaste en algún rincón de tu mente y no vengaste sus muertes. —sus palabras las siento como dagas que se encajan en mi pecho.

—Ya no sigas...

—Tengo que seguir, debes recordarlos, debes saber que eras alguien antes de conocerlo, tú no eres la sombra de nadie, siempre fuiste ese fénix que renació de las cenizas, que resurgió después de pasar por el infierno, nadie podía contigo, tu nombre era temido y respetado, no había general que no peleara para tener a su lado, te encargabas de los criminales, ninguno se te escapaba, así que no, no acepto que ahora seas parte de ellos, que seas una criminal y que ames al peor criminal que ha pisado el planeta tierra, no acepto que dejaras de lado tus principios, tus valores. —sigue reproduciendo más y más imágenes.

—Basta...

—Sé que la culpa te remuerde la conciencia, sé que no quisiste nada de eso, pero mira, ve lo que hiciste con los médicos que se metieron contigo, ve como los redujiste a cenizas, cada uno de ellos padeció el infierno mismo, los secuestraste en el mismo psiquiátrico, les hiciste lo mismo que ellos te hicieron a ti, por semanas los obligaste a padecer de lo peor, pero no te basto, así que mataste a toda su estirpe, sin importarte si había niños, no dejaste descendencia de ninguno. Esa mujer no eres tú, y te estás convirtiendo en esa misma mujer del pasado, la que era oscuridad. —indica reproduciendo las videos del hospital. —Pero todos nosotros te hicimos cambiar, te volviste buena, noble, te arrepentiste de tus pecados, y fuiste perdonada, yo te perdoné e íbamos a ser una familia...

Dejo de escucharlo, enfoco mi vista en los videos, ver lo que hice, recordar cómo les hice pagar por lo que sufrí, me genera un alivio inexplicable. Observarlos suplicar, pedir clemencia sin ser escuchados, no escuché sus ruegos y me regocijo. Me alegro sobremanera de haberlos hecho sufrir, de contemplar el dolor en sus ojos, de verlos arder en las llamas del infierno. Cada grito de agonía es una sinfonía que resuena en mi mente, una satisfacción retorcida que calma las heridas de mi pasado.

Hasta ahora me había sentido culpable, de haber incendiado ese hospital con personas dentro, pero eso era antes, de recordar lo que pase ahí, ahora no hay culpa ni remordimiento, solo felicidad.

—Y eso fue poco, se merecían lo peor. —suelto con sadismo, soltando una sonrisa genuina, se equivoca al decir que no soy como Alex, porque lo soy, él y yo fuimos tallados con la misma madera.

—¿Qué?

—Lo que oyes. —suelto cuadrándome. —Se merecían ese sufrimiento, no tengo culpa Thomas, me alegro, disfruto ver como suplican, l debí arrancarles la piel a pedazos, debieron pagar más y me alegro de que en este momento estén en el infierno, haber sido la responsable de que estén ardiendo en las llamas del averno me colma de felicidad.

Sus ojos se distorsionan al escucharme hablar.

—¿Quién eres?

—Alena, esta soy yo Thomas, dices que Alex es un monstruo, pero soy como él, tú nunca quisiste ver lo que realmente era, te cegaste, porque esa mujer que ves en pantalla es lo que soy, y me gusta, por eso tú y yo no estamos destinados, por eso nunca pude enamorarme de ti, por qué tú amaste una mujer que simplemente no existe, te creaste una versión de mí diferente y es por eso que no puedes aceptar que yo sea ese monstruo, pero te tengo noticias, lo soy.

—¡No! —se descontrola. —Tú no eres eso, no puedes ¡Mira! Ve lo feliz que eras con nosotros, como capturabas a los del...

—¡Los mataba Thomas! —lo interrumpo. —No los capturaba para que la ley los hiciera pagar, los mataba, los torturaba, desmembraba sus cuerpos y los lanzaba al mar o los enterraba en el desierto, ¿De verdad eres tan ingenuo? ¿Qué pensabas que hacíamos en los campos de concentración? Todos ellos eran como yo, por qué así los cree, es por eso que jamás te lleve a ninguna misión, y si, fue mi culpa, no mostrarme ante ti como realmente era, pero tú eras el bueno, tú eras lo bueno que yo tenía y te queria por eso, por lo que representabas para mí, salvación.

—No, no, esto no es verdad.

—Lo es, es la verdad, no te ciegues, mira tú, ve en mis ojos que no hay una pisca de remordimiento, no hay pesar en mi rostro, así que detente, vuelve a ser ese Coronel que todos admirábamos, el que se ganó su puesto por ser generoso, bueno, noble, no esto, esto no eres tú.

Quiero que me escuche, que rehaga su vida, porque los recuerdos me están volviendo como avalancha, porque lo recuerdo y nunca fue malo conmigo, siempre me dio lo mejor de él, me dio lo que necesita en su momento, y sí, lo quise, lo quise mucho.

—¿Ya me recodaste? —pregunta con la voz temblándole, el rostro lo tiene lleno de lágrimas.

—Ya, algunas partes siguen bloqueadas en mi mente, pero recuerdo lo necesario para saber lo que significaste para mí y no Thomas, me duele, decírtelo y herirte más, pero nunca te ame, confundí lo que era amor y eso no lo era.

—Mientes.

—Sabes que no.

—¡Calla! —grita y lo veo alejarse.

—¡Thomas! —le grito y este no sé detiene, comienza a sacar no sé qué cosas de un baúl, me tenso cuando lo veo sujetar dos palas de metal. —¿Qué mierda es eso?

—No me has recordado, mientes, haré que me recuerdes, así tenga que forzarlo, me vas a recordar, recordaras lo que eras. —sigue y me estremezco al entender lo que quiere dar a entender.

—¡No te atrevas! —suelto, forcejeando, tratando de liberarme con todas mis fuerzas, esto es lo peor que pueden hacerme, usar electrochoques en mí es la peor tortura y no tanto por el dolor físico, sino por los recuerdos que esto conlleva. —¡No lo hagas! ¡Thomas por favor!

—¡No me dejas opción! —sigue conectando los aparatos, las lágrimas me llenan los ojos. —Es por tu bien, por nuestro bien, por el bien del bebé que perdimos, por su memoria, para que su muerte haya servido de algo, tú y yo debemos estar juntos. ¿No te alegra? El que él por fin, pueda vernos unidos, después de tanto.

—No lo metas en esto, no tienes derecho a mencionarlo, no si te atreves a lastimarme.

—¿Lo amabas?

—Más que a mi vida. Era mi bebé, pero ya no está Thomas.

—¡¿Y crees que no lo sé?! —grita conectando las paletas de metal a una especie de caja de metal. —Por tu culpa, te supliqué que no fueras a esa maldita misión, te imploré que te quedaras conmigo, debiste pedir licencia y entonces él estaría aquí, no hubiese muerto de esa manara.

Lo sé.

Sé que fue mi culpa, y es un dolor con el que deberé cargar toda mi vida.

—Thomas, por favor.

—No te reconozco Alena, ya no me sorprendería si me dijeras que te alegra haberlo perdido, después de todo ya tienes a tu bastarda, ella llenó el hueco que dejo mi hijo ¿Pero a mí de que me sirve eso?

—Atrévete a llamarla bastarda de nuevo y te juro que se me va a olvidar quién eres, pedazo de mierda. —le suelto llena de ira.

—Hasta que por fin estás sacando los dientes, pero es lo que es, una bastarda hija de una maldita bestia, su padre y ella deberían dejar de existir, ese maldito ser que no es más que un ladrón, tú mereces tener un hombre de verd...—calla cuando suelto una carcajada.

—¿Hombre de verdad? —le cuestiono con la mirada fija en sus ojos. —Él si es un hombre de verdad, su uña del pie tiene más valor de lo que tú ser podría llegar a valer, no te compares con él, que él para mí es TODO, mi mundo, el hombre al que voy a amar siempre mientras que tú, siempre serás un lastre para mí, una espina en mi costado, un ser patético y mediocre que no puede superar el que una mujer no lo ame, entiende de una jodida vez que nunca te ame y nunca lo haré. —suelto con burla, mi pecho se llena de ira al darme cuenta de que ya no queda nada de ese Thomas al que una vez conocí.

Este aprieta las palas con determinación, observo cómo tambalea por unos segundos, pero no se detiene. Se acerca a mí, colocándose detrás, y sé lo que me espera. Aprieto los puños y, sin apartarle la mirada, dejo que coloque las palas en mis sienes. Ya no suplico más, porque sé que de todas maneras lo hará. Entonces, enciende la electricidad y la carga viaja por todo mi cuerpo.

Siento cómo cada parte de mí es electrificada, aprieto los dientes con fuerza, mordiéndome la lengua. Las lágrimas recorren mis mejillas, pero lo aguanto.

«No estoy aquí»

Disocio mi mente para no sufrir y traigo los recuerdos más felices que he tenido a mi mente. Sonrío al ver que cada momento feliz de mi vida lo he pasado al lado de Alexander. Cada instante fue especial, aunque hayamos sufrido. Los recuerdos comienzan a llegar, todo lo que viví con él, desde que lo conocí hasta que dejé de verlo hace cuatro años. Su risa, la forma en que me demostraba su amor, nuestros encuentros; todo se reproduce mientras sigo siendo sometida a electrochoques. Cada pulso eléctrico es como una ráfaga de dolor y desesperación, pero me aferro a esos recuerdos para no perder la cordura.

—¿Qué tanto me amas?

—Vas a empezar Alena.

—Solo dímelo, ¿Cuánto me amas?

—Ya lo sabes.

—Sí, pero si tuvieras que ponerle una medida.

—Alena lo que siento por ti no se puede medir, no hay número ni palabra en la tierra que pueda describir lo que siento por ti, no pidas algo imposible.

—Pues yo te amo más que a mí misma, más que las estrellas en el cielo, te amo mucho mi bestia.

—Lo sé.

—¡Alex!

—¿Qué?

—Debes decir que tú también.

—Amanecimos caprichosa.

—Dilo.

—Te amo, Alena, mucho Bambi.

No sé exactamente cuánto tiempo ha pasado; todo mi cuerpo tiembla incontrolablemente. Siento cómo el ácido de mi estómago se desliza por las comisuras de mis labios; ya no queda nada que devolver. Los espasmos me avasallan, uno tras otro, pero sigo sin rendirme. Cada pulso eléctrico es como un tormento que atraviesa mi ser, un dolor que me desgarra desde adentro. Mi visión se nubla entre lágrimas y mi respiración se vuelve entrecortada.

La habitación, antes oscura, ahora parpadea con destellos de luces intermitentes que acompañan el calvario al que estoy siendo sometida. No hay consuelo, solo la persistencia de la tortura que me envuelve. Cierro los ojos con fuerza, buscando algún refugio momentáneo de este infierno, pero cada pulsación eléctrica parece penetrar más profundo en mi ser.

Mis músculos se contraen con violencia, y los gritos silenciosos resuenan en mi mente. Cada instante se vuelve una eternidad de dolor agudo y punzante. Aunque mi cuerpo tiemble y se retuerza, no cedo. Mantengo una tenaz resistencia, aferrándome a cualquier atisbo de fuerza interior que me quede. La determinación de sobrevivir a esta pesadilla es la única chispa que me mantiene conectada a la realidad, aunque sea un hilo frágil y desgastado.

«Él vendrá»

Estoy segura, que él llegara por mí, siempre lo hace, antes lo hizo, antes movió cielo y tierra para encontrarme, sigo suplicando porque Thomas no sé dé cuenta de mi rastreador, y de que no esté bloqueando ninguna señal de GPS.

—Esto me duele más a mí que a ti. —dice Thomas masajeando mi cabeza, llevando sus asquerosas manos a mi cabello húmedo.

—Jódete hijo de puta. —le suelto entre balbuceos.

—No, así no debería ser. —Lo siento acercarse, siento su aliento, golpear mi rostro.

—No te atrevas, no me toques. —sigo, apenas se escucha mi voz, pero el pensar que él pueda tocarme me genera un asco insoportable.

—Debes recordarme, tienes que hacerlo, no me obligues a lastimarte más. —Llora, pero sus lágrimas ya no me generan nada, se acerca, trata de besarme, de provocarme algo, pero mi cuerpo se vuelve de hierro, no me muevo, ni un músculo.

Él se desespera y comienza a manosearme, toca mi cuerpo queriendo encenderme de alguna manera, pasa sus asquerosas manos por mis pechos, besa mi cuello, se sube sobre mí y siento su erección, pero no respondo, me congelo viendo un punto fijo hasta que este se separa tomándome el rostro con las manos.

—Pobre patético. —le suelto abriendo mis ojos a pesar del escalofrío que recorre mi cuerpo, lo miro fijamente y veo como el miedo en su rostro se hace presente. —Siento tanto asco por ti, tanto asco. —le digo escupiendo su rostro obligando a retroceder. —No me toques, nunca serás como él.

—Calla, cállate maldita sea.

—¿Qué? ¿Te duele que te diga tus verdades? ¿Que te diga como nunca lograste que alcanzara algo parecido a un orgasmo? Nunca me estremecí en tus brazos como lo hice con él, nunca tus manos lograron siquiera el uno porciento de lo que solo su mirada provoca en mí, nada, cumplía porque sentía que te lo debía, pero no te confundas que jamás generas en mí algo diferente a la lastima. Él sí es un hombre Thomas, en toda la extensión de la palabra y lo amo, lo amo tanto.

—¡Cállate maldita zorra! —grita soltándome una bofetada. —Eres una puta.

—No te lo niego, con él soy así, que te puedo decir. —me le burlo obligando a irse, desaparece dejándome con el cuerpo tembloso.

Despierto soltando un gemido cuando siento como el agua fría me cubre de la cabeza a los pies, mis ojos se abren encontrándome frente a Gleb y Yakov, están vueltos mierda, tienen moretones en todo el rostro, Yakov me mira y sonríe mientras que Gleb solo asiente.

Supongo que ellos son entrenados para soportar este tipo de torturas, pero Thomas fue entrenado para esto, para sacar información de las peores maneras.

«Lo siento»

Les pido con los ojos lo que no me atrevo a decir en palabras, no puedo decirles nada, ni expresarles ningún sentimiento. Ellos me dicen con sus miradas que todo está bien y eso me rompe.

—¿Los recuerdas? —la voz me hace voltear y me encuentro de nuevo con Thomas.

No responde, hacerlo es darle poder y no quiero que los lastime.

—De entre todos los hombres del cojo, estos dos son los más letales, según oí por ahí ellos convivieron contigo cuando eras niña ¿No es así? —les pregunta y estos hacen lo mismo que yo, no responden.

—¡Ah! —suelto un quejido cuando Thomas me toma del cabello, jalándomelo con fuerza.

—Hablen. —les ordena.

—Déjala en paz. —es Yakov quien habla, me mira y en su rostro puedo ver el odio que siente por Thomas.

—No lo vuelvo a preguntar.

—Sí, crecimos con ella. —responde finalmente.

«¿Por qué no lo recuerdo?»

—Siempre he tenido curiosidad ¿Saben? ¿Por qué tanta obsesión con ella? Creo que tú también, ¿No es así? —me dice acariciándome el rostro.

—Jódete. —le suelto y este me suelta una bofetada más, haciendo que Yakov forcejee, tratando de zafarse.

—¡Vuelve a ponerle una mano encima y te arranco los ojos, hijo de perra! —le grita mientras su hermano guarda silencio, lo observo por el rabillo del ojo, veo como este se encuentra en la tarea de zafarse de las cuerdas, me mira indicándome que distraiga a Thomas.

—¡¿Qué?! ¿No me digas que a ti también te engatuso esta zorra? —le cuestiona y me le burlo.

—Que no se te note lo ardido, cariño. —suelto ganándome un puñetazo en el estomago. —Que pocos huevos.

Sigo, es momento de ver la forma de liberarme por mi cuenta, ya ha pasado mucho tiempo, Alex no vendrá, al menos no a tiempo.

—Esto que ven, queridos amigos, es como se ve un hombre ardido, grábense bien, como se ve un hombre con pocos huevos, el cual se atreve a golpear a la mujer que supuestamente ama solo porque esta no le corresponde. —suelto y Yakov suelta una carcajada, a Thomas se le desfigura el rostro, quedándose mudo.

—Déjeme adivinar mi señora, la tiene pequeña. —se une Yakov y ahora soy yo la que suelta una carcajada.

—Mentira no es. —me burlo. —Pero no es tu culpa, el que mi marido tenga una polla tan deliciosa, claro que tampoco es culpa tuya que no te haya tocado más, no sé puede comparar los miseros 14 a los 26,3 cm que se carga mi hombre.

—¡Puta mierda! Déjeme adivinar, es ruso. —sigue Yakov.

—Quisieras. —sigo y ambos reímos, la carótida de Thomas se le dispara, tiembla y me regocijo por eso.

—No vales nada. —me suelta en un hilo de voz. —No mereces mi amor maldita zorra, no mereces todo lo que hice por ti, el que me haya deshecho de la vieja, fue un error, debí dejar que te llevara Shaitan, que te borraran los recuerdos, debí dejar que fueras nuevamente un títere en sus manos.

«¿Vieja?»

La sonrisa se me borra, y un nudo en la garganta me ahoga.

—¿Hablas de Romina? —pregunto con la barbilla temblándome.

—De todas formas iba a morir. —responde sin mirarme.

—¡No tenías derecho! —grito sintiendo que estoy perdiendo la razón, «No» Esto es una pesadilla, no lo creo. —¡Hijo de puta! Culpándolo cuando fuiste tú, tú me la quitaste.

Estoy arta, maldita sea, arta de siempre perder a la gente que amo, si no es una es otra, yo que pensé que se había ido en paz, ahora sé que no, que la mujer que me cuido de mí y de mi hija se fue de este mundo en las peores condiciones.

—¡Lo hice por nosotros!

—¡Ningún nosotros! Lo hiciste por ti, egoísta mierda, lo hiciste porque querías que me fuera a Londres, no sabes cuanto voy a disfrutar cuando mi marido te atrape, así ya no este, te juro que de donde este me estaré regocijando de tu miseria. No habrá lugar en el que te puedes esconder, te juro que lo que te viene será pero que la muerte misma.

—Ese bastardo no es nada comparado a mí, no te equivoques mi amor, que ese pedazo de mierda humana jamás se va a igualar a mi fuerza.

—No me hagas reír, jamás serás como él.

—Cuanto me arrepiento de haberte amado.

—No más que yo, no tienes idea de lo miserable que me siento por las veces en las que correspondí tu patética forma de amar. —respondo con asco y Thomas se limpia las lágrimas con su antebrazo mientras saca su arma, apunta a Yakov, pero este no se inmuta.

—Elige ¿A quién mandamos al infierno primero?

—No te hicieron nada, esto es entre tú y yo.

—Que te puedo decir, me dan asco.

«¡No!»

Los miro, Gleb dejo su intento de liberarse, veo en sus ojos el miedo, es su hermano a quien están apuntando.

—¿Me pregunto a quién elegirías? —Thomas habla haciendo que los tres volteemos a verlo. —A la señora que tanto adoras, o a tu pequeño hermanito.

—No seas... —Las palabras se me quedan en la boca, cuando veo como desata una mano de Yakov, se posiciona detrás de él y desenfunda la otra arma, con esta lo apunta a la cabeza.

—Tómala. —le ordena. —Tienes cinco segundos, elige a quien salvas, si a tu querido hermano a ella, mátala y tú y tu hermano quedan libres, mátalo y tú sales libre.

Yakov lo mira con odio, un odio que traspasa mientras que yo trago seco.

—Hazlo. —Gleb habla por primera vez. —Ambos sabemos hermano que no podrás matarla, así que dale.

—¡No! —me impongo forcejeando.

—Thomas no hagas esto.

—No le ruegue mi señora. —Yakov me sonríe.

—¡Elige! —Thomas le entierra el arma en la nuca.

—¡Dispara! —Gleb le grita.

—No, no, con una mierda Thomas, detenlo.

—Nos vemos en el infierno hermano. —suelta Yakov y acto seguido se lleva la pistola a la sien, la impresión me doblega y un grito sale de mi sin verlo venir.

—Vasilisa, haz que pare, que se detengan.

—Lo siento, lo siento, nunca fue mi intención, perdóname.

—No, por favor, te daré lo que quieras, les daré lo que sea, por favor, es un bebé, él no tiene la culpa de nada. ¡Ah! —vuelvo a gritar al sentir que mi cerebro está a punto de explotar. —No dejes que me lo quiten, no dejes que se lo lleven. —suplico, mi cuerpo comienza a convulsionar, mientras los recuerdos de esa noche comienzan a llegar mi mente.

—¡Mi señora!

—Alena... —la voz de Thomas se escucha distante. —¿Qué pasa?

—Mi bebé, protege a mi bebé, Thomy. —sigo viendo como soy sometida, sintiendo a mi hijo moverse en mi vientre, lo siento patearme, siento como lucha conmigo, siente mi angustia, mi sufrimiento.

—Alena...

—¡Vasilisa por piedad! ¡Te lo suplico!

—No puedo Alena, no puedes dar a luz un varón, su mundo se vendrá abajo.

—Es tuyo, es tu sobrino, por favor, no lo permitas.

—No me interesa, lo estoy haciendo por él, algún día sabrás lo que es amar como lo hago yo, sabrás que por amor uno es capaz de todo.

—¡Aleja esas malditas pinzas! —grito forcejeando, tratando de detenerla. —¡Es un bebé! No lo hagas, no me lo quites, por favor, mátanos, mátame junto con él, no me lo quites de esa forma, te lo suplico, hermanita.

—Él te quiere con vida, siempre fuiste tú, su preferida, por eso se enojó con mamá cuando te alejo de él y te hizo pasar por hija de un don nadie, está enojado, pero te ama, antes no lo entendía, te envidiaba, pero ahora está bien, porque lo tengo a él, él es mi recompensa y si papá se entera de que estás embarazada lo va a destruir.

—¡No! ¡Él no lo querría! No me hagas esto por favor.

—Lo siento.

La veo acercarse, la veo sentarse enfrente de mí, siento el frio de las pinzas, tocar mi entrepierna, sentir como me traspasa, como me abre y como se introduce en mi vientre.

—¡NO! ¡MI BEBÉ! —grito, forcejeo, peleo con todas mis fuerzas, pero es inútil, algo dentro de mí se revienta, siento como los muslos se me bañan con una especie de líquido, me vuelvo loca.

—¡Alena!

—Me lo están arrancando, se lo están llevando. —suelto en medio del llanto, viendo como es extraído de mí, un brazo es desprendido y es cuando mis fuerzas y la razón me abandonan, veo como es sacado a pedazos, como deja de ser, como pierdo lo más valioso que tengo. —¡Mátame! ¡Quiero irme! ¡Mátame, te lo suplico!

—Mi señora.

—¿Qué diablos le hicieron a mi bebé?

Escucho la voz de Yakov y de Thomas, pero ya no pueden hacer nada, he perdido la razón.  

AHHHHH!!!!

AY manas he quedado deshidratada, sabiamos que debia empezar a recordar nuestro fenix, es doloroso pero necesario. 

Respondere dudas, de este capitulo en insta, mañana asi que esten atentas. 

Las amo aunque no lo parezca en este momento.  ❤️

Seguir leyendo

También te gustarán

954K 49.5K 36
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
5.3K 311 12
Brithali es mi nueva novela, la estoy escribiendo y aún no está terminada. Diría que es una novela romántica, erótica, muy poco normativa y muy, pero...
65.9K 4.6K 65
[OBRA TERMINADA]. Datos, curiosidades, facts... Como quieran llamarlo, de la banda de Metal Alternativo: System Of A Down. ⚠Portada hecha por @EliSpa...
107K 8.1K 24
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...