FOREIGNER [Chishiya Shuntaro]

By raughan

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Chishiya Shuntaro, el enigmático jugador maestro, cruza destinos con Iryna Kravets, una ucraniana cuyo pasado... More

INDICE
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FINAL
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By raughan

"Que comience la siguiente ronda", anunció la voz a través del altavoz, inundando la sala de tensión. El sonido reverberó en las paredes, marcando el inicio de una nueva fase en el juego. Iryna, nuevamente instalada en la escalera, disfrutaba de una manzana que había tomado del comedor, sumergida en la observación de los intrincados acontecimientos a su alrededor.

Mientras mordisqueaba la fruta, sus ojos se posaron en la escena de un hombre hostigando a otro, claramente más vulnerable, en un intento por descifrar el misterio de su palo. La monotonía de su aburrimiento se desvaneció cuando el individuo vulnerable tejó una red de mentiras frente a su acosador. Aunque todos en la sala eran conscientes de la farsa, el silencio prevaleció, creando una atmósfera cargada de conspiraciones.

En la siguiente fase del juego, la trama dio un giro inesperado cuando el individuo engañado fue el primero en encontrar la muerte, agregando un elemento inesperado a la dinámica del juego: la primera mentira.

La multitud se congregó en el comedor para la siguiente ronda, formando pequeños grupos mientras discutían estrategias y conspiraban en susurros. Mientras tanto, Iryna, en su apogeo solitario, experimentó intensamente la mirada del rubio sobre ella, aunque se esforzaba por evitar un contacto visual directo en medio de la multitud.

La atención de Iryna se desvió cuando Banda hizo su entrada al comedor. Decidida, se levantó y se acercó al chico, despojándose de la campera que llevaba puesta y dejando al descubierto una musculosa que resaltaba su figura antes de dirigirse hacia el muchacho de la camisa azul.

Mientras tanto, Chishiya, mordisqueando una galleta, parpadeó varias veces. La incertidumbre nublaba sus pensamientos, sin saber si le molestaba más la astucia de Iryna jugando con la provocación o el hecho de que ella hubiera dejado su preciada campera blanca, que él le había pseudo obsequiado, olvidada sobre la mesa.

Tuvo que contenerse para no expresar en voz alta su creciente indignación.

—Banda, ¿podrías decirme mi palo? —le pidió Iryna al chico con una mezcla de encanto y determinación.

—Claro —respondió él.

El rubio dejó escapar un suspiro de exasperación mientras rodaba los ojos, sumergiéndose en el acto de morder otro pedazo de la galletita de arroz que tenía entre las manos. La ansiedad bullía en su interior, desencadenando un nerviosismo palpable que se manifestaba en gestos y miradas fugaces. A pesar de la distracción evidente, se permitía el lujo de dejarse llevar por el momento, confiando en la certeza de que Iryna no traicionaría su confianza.

—Astuta, juega sus cartas como quiere... por ahora. —murmuró para sí mismo, consciente de la necesidad de retirarse antes de revelar demasiado de su propio juego. Se apartó del escenario, tratando de encauzar sus emociones en medio de la compleja trama que se desarrollaba en el juego.

En la siguiente ronda, la tragedia se abatió sobre un joven con una expresión igualmente asustada que la de Ippei. Habían caído en la trampa de creer que él era la J de corazones llevándolos a mentirle. A Chishiya le resultaba frustrante observar la ingenuidad y torpeza con la que algunos participantes se movían en el juego. Desde el principio, él había percibido la autenticidad del joven, quien simplemente estaba aterrado y no estaba representando un papel en absoluto.

En lugar de unirse al resto en el comedor, el muchacho permaneció en la entrada, observando pacientemente hasta que identificó a su objetivo en las escaleras.

—¿Hablas japonés, extranjera? —preguntó con sutileza, apoyándose en la pared para mantener una distancia prudente mientras la escudriñaba desde allí. Mientras tanto, Iryna disfrutaba de un jugoso durazno.

Ella alzó la mirada, aparentemente sorprendida, pero pronto una chispa de diversión iluminó sus ojos.

— Solo lo básico. Pero puedo entender lo suficiente. —mencionó, esbozando una sonrisa orgullosa. — Palabras como estetoscopio y aguja las conozco gracias a un individuo con escaso carisma que me las enseñó.

Él adoptó una postura con los brazos cruzados, y una risa juguetona escapó de sus labios.

—¿Ah, sí?

—Cosas que uno no olvida fácilmente. — Cuando sus ojos se encontraron de nuevo, compartieron una complicidad que trascendía las palabras.

—Interesante elección de palabras —repasó sus labios lentamente. Shuntaro se acercó un poco más, pero no sin mantener una distancia calculada. —¿Cómo va tu estrategia hasta ahora? Si es que tienes alguna. — Su expresión era un enigma, pero Iryna descifró rápidamente la insinuación detrás de sus palabras: él quería dejar en claro que estaba al tanto de la forma en que ella estaba jugando.

Sin embargo, ella no mostró ni una pizca de inquietud. De hecho, parecía disfrutar del hecho de tener la atención de Chishiya centrada en ella.

—Bien, supongo. Intento observar muy bien a la gente. —Dijo antes de dar un mordisco jugoso al durazno. —Tú pareces estar manejándolo bastante bien también.

—Bueno... no he muerto hasta ahora, eso ya es un avance —encogió sus hombros con una sonrisa burlesca. —Fue un placer conocerte, extranjera. —Le dijo con complicidad mientras retomaba su camino hacia el comedor, donde lo esperaba el joven con el que había formado equipo inicialmente.

—Aún estoy deliberando si para mí también lo fue, coreano —soltó una risa burlona, alzando una ceja con picardía. Él se rió divertido mientras se volteaba.

Antes de desaparecer por completo, Shuntaro volvió la mirada hacia Iryna una vez más. En ese instante, ella le guiñó un ojo, y él respondió con una seña de puño, sellando un entendimiento cómplice entre ambos.

De manera esperada, triunfaron en la siguiente ronda y la siguiente como si estuvieran jugando a las canicas. En ese punto, Chishiya notó cómo su compañero inicial, que había comenzado notablemente cuerdo, empezaba a mostrar signos de desasosiego. Y él se preguntó cómo había llegado a ese punto sin experimentar una crisis antes. No obstante, solo se formuló esa pregunta una vez, ya que pronto desistió de buscar respuestas que sabía que no encontraría.

En su lugar, se sumió en su propia demencia peligrosa, incapaz de apartar la mirada de la castaña ni por un solo segundo. Tenía a Ippei tan absorto en su propia locura que ni siquiera era consciente de ello.

Así continuaron hasta la novena ronda, donde todos, casi sin excepción, ya estaban mentalmente desequilibrados. Incluso al formar grupos, la desconfianza entre ellos era palpable, y se orquestaban jugadas a espaldas de los demás. Eran pocos los que aún mantenían un atisbo de cordura.

Llegada la duodécima ronda, Chishiya aparentaba cordura a simple vista, pero por dentro estaba en un frenesí. Ya no podía sostener la fachada, y ella estaba allí, frente a él, a veces mordisqueándose las uñas, otras veces durmiendo con la cabeza sobre la mesa, utilizando la campera como almohada, o en otras ocasiones disfrutando de alguna fruta o snack. En ese momento, sentía que no podía contenerse más.

Después de vaciar un paquete de snacks, la encontró, como casi siempre, sentada en la escalera, aislada del resto. Chishiya sabía que ella lo hacía para vigilar a los demás jugadores que no estaban en el comedor.

—Ven —no pronunció más que eso, pero ella se levantó, y él comenzó a caminar. Solo cuando estaban a mitad de camino, ella preguntó:

—¿A dónde?

Él no respondió con palabras, simplemente la guió hasta la última celda. Cerró la puerta con delicadeza, procurando que no hiciera ruido, y luego se volvió hacia ella para besarla. Iryna respondió al beso con intensidad, sintiendo esa conexión entre ellos a pesar de estar en medio de la tensión del juego. Era algo que ambos necesitaban en ese momento, una pausa en medio del caos, una chispa de humanidad en medio de la locura.

Tras el efímero pero intenso intercambio de besos, se separaron, aunque sus miradas continuaron entrelazadas, comunicando más de lo que las palabras podrían expresar.

—Necesitaba hacer eso. — murmuró Shuntaro con un suspiro que rozó los labios de ella, mientras sus pulgares trazaban círculos reconfortantes sobre las mejillas de la hermosa chica que tenía frente a él. —No quiero que esto afecte nuestro juego, pero no puedo evitar...

Ella esbozó una sonrisa y lo interrumpió suavemente.

—Constantemente estamos en medio de juegos mortales. ¿No podemos permitirnos sentir algo? —alzó una ceja con complicidad, y fue en ese instante cuando él se relajó, respondiendo con una sonrisa. Qué preciosa se veía cuando sus labios se curvaban en una expresión sincera.

Él asintió ligeramente con la cabeza.

—Esta locura de juego no ayuda, pero tampoco puedo culparlo todo en eso.

Ella se mordió el labio, y su sonrisa se transformó en una expresión juguetona.

—¿Te distraigo demasiado?

Shuntaro rodó los ojos con diversión, sellando la pregunta con un beso delicado antes de volver a hablar.

—Más de lo que deberías. Pero no me quejo. —Chishiya regresa a los labios de Iryna con una pasión que parece trascender el tiempo y el espacio. Después de ese ardiente momento, él se aparta, pero aún permanece a escasa distancia, con las manos firmemente aferradas a su cintura. —Sabes, podría acostumbrarme a esto —susurra, cerrando sus ojos momentáneamente, permitiéndose un respiro profundo. Está convencido de que este encuentro ha recargado por completo sus energías, dejándolo listo para enfrentar lo que venga.

Pero ese momento era necesario; él la necesitaba a ella.

—¿A besarme en celdas durante las rondas? —inquiere la chica, su suspiro apenas rozando los labios del rubio.

Él abre los ojos y se encuentra con la mirada profunda y enigmática de Iryna.

—Al riesgo. A lo impredecible... A ti.

La castaña entreabre la boca, un silencioso gesto que revela su asombro y fascinación. Tal vez incluso un toque de sorpresa.

—Eres una persona complicada, Shuntaro.

—Lo sé. Pero creo que tú también lo eres.

Se besan nuevamente, esta vez, la mano de Chishiya se aventura por debajo de la camiseta de la chica, acariciando su espalda baja con movimientos suaves y circulares. La otra mano permanece en su rostro, sosteniéndola con ternura.

En medio de ese momento íntimo, la puerta de la celda se abre, revelando la figura de Urumi, la chica del vestido extravagante, quien sonríe maliciosamente mientras mastica una paleta como una niña traviesa.

Por instinto, él se coloca delante de Iryna, intentando, de un modo u otro protegerla.

—Siempre sospeché que ustedes se conocían... —canta Urumi, su sonrisa adoptando un matiz estrambótico.

—Nos encontramos en este juego, donde la sombra de la muerte siempre acecha. Así que, decidimos buscar un rincón de intimidad para nosotros... creo que entenderás por qué —Chishiya intenta explicar, manteniendo una serenidad fingida mientras oculta la tensión en su interior. Aunque la sonrisa de cumpleaños en el rostro de Urumi indica claramente que no se traga su historia.

La chica de las coletas observa la escena con una ceja alzada, como si estuviera escudriñando la veracidad de la explicación del muchacho.

—Oh, entiendo perfectamente. —Eleva una ceja con malicia —Aunque no sé si eso les ayudará mucho en el juego. —casi al instante, se encoge de hombros, cambiando su actitud de manera despreocupada. —No me interesa mucho su vida amorosa, los seguí porque parecían sospechosos y mis instintos no suelen fallar con regularidad. —Ella da un paso fuera de la celda antes de volver a hablar. —De todos modos, hacen una bonita pareja.

Urumi se aleja con una risa juguetona, dejando a Chishiya e Iryna en la celda, desconcertados. El rubio suspira y suelta la mano de Iryna, mirándola con una expresión de disculpa.

—Lo siento. No esperaba que alguien descubriera...

—No te preocupes. Tal vez sea mejor así. Ahora estamos advertidos de que no podemos bajar la guardia. —Chishiya asiente. —¿Ella será un problema? —frunce el ceño.

—Solo para los idiotas, al resto nos causa migraña.

Iryna asiente y ambos salen de la celda, tratando de volver a la normalidad mientras continúan con el juego. A lo largo de esa ronda, Urumi los observa desde la distancia, tejiendo su propia red de intrigas con ojos perspicaces y astutos.

Sin embargo, para la siguiente ronda, ella es quien muere.

Llegado ese momento, Ippei ya no puede contener las lágrimas, y Chishiya se enfrenta a su propia ineptitud para consolarlo. Reconoce su torpeza al expresar emociones, su frialdad calculada, y cómo ese escudo lo mantiene distante por temor a encariñarse. Sin embargo, descubre una faceta más suave, una que solo revela a Iryna. No está seguro de si le gusta, pero ha aprendido a apreciarla de alguna manera.

Chishiya nunca antes había sentido interés real por las mujeres más allá de lo meramente sexual. Despreciaba a la mayoría, considerándolas tontas y superficiales, convencido de que ninguna cumpliría con sus altos estándares. Pero ahora comprende que no se trata de encontrar a alguien que supere esos estándares, sino de alguien que desafíe sus límites. Desde el principio, Iryna se presentó como una luchadora con unos ojos que lo impactaron por su firmeza y determinación.

Iryna no encajaba en la imagen preconcebida que el rubio tenía, pero era precisamente la mujer de la que se enamoró.

La tragedia golpea con fuerza en la siguiente ronda, llevándose a Ippei. Chishiya observa la celda cerrada, espiando a través de la rendija el desgarrador rastro de sangre en ese confinado espacio. Un pensamiento oscuro le atraviesa la mente, cuestionándose si fue lo suficientemente comprensivo, si su falta de empatía de alguna manera contribuyó a la trágica muerte del muchacho.

El peso de la culpa se posa sobre sus hombros, y una inquietante pregunta lo atormenta: ¿por qué se siente tan culpable? ¿Y, lo que es más desconcertante, por qué cree que nuevamente ha cometido un error?

—Parece que tu compañero está muerto —le dice una voz desde la celda de enfrente.

Chishiya se acerca a Iryna, sintiendo el impulso de tomarle la mano, pero se contiene, perdido en sus pensamientos y atormentado por sus propios remordimientos.

—Parece que me tocará buscar uno nuevo —él alza la mano, escondiendo cuidadosamente cualquier indicio de malestar que pueda estar experimentando en ese momento.

Ella se señala a sí misma, arqueando una ceja con un toque de provocación.

—¿Y quién te dijo que yo quiero?

El muchacho responde con una sonrisa traviesa, captando el desafío que se refleja en los ojos de la castaña. Se pregunta cuándo su propia audacia alcanzó tal nivel que la mirada de Iryna logra eclipsar cualquier otra consideración.

—¿Oh, ¿no quieres? —Shuntaro se acerca más, manteniendo una distancia juguetona.

—No estoy segura de que puedas manejar a alguien tan astuta como yo —ella rueda los ojos con una pizca de autosuficiencia.

—Bueno, solo hay una forma de descubrirlo, ¿no? —le responde Chishiya con una sonrisa desafiante.

—¿Y cuál sería esa forma?

Chishiya se acerca aún más, quedando a centímetros de distancia de Iryna. Su mirada intensa busca los ojos de ella, creando una conexión cargada de significado.

—Tendrás que unirte a mí y descubrirlo por ti misma.

Iryna no puede evitar sonreír ante la sugerencia del rubio. La tensión generada por los acontecimientos anteriores parece desvanecerse por completo, dando paso a un frenético palpitar en el pecho del rubio.

—De acuerdo. Será interesante ver si puedes seguir el ritmo. —dice ella, adoptando una pose de superioridad y haciendo un ademán con la mano.

—Aunque advierto que soy un compañero complicado.

Ella ríe suavemente mientras comienzan a caminar, uno al lado del otro, sumidos en una complicidad que va más allá de las palabras.

—Eso lo descubrí hace rato.


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