Una Noche Sin Luna ✅

By MJ-Frost

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|| C O M P L E T A || Cuando menos lo esperas, el destino te puede traer sorpresas a tu vida. Sorpresas que... More

Prólogo
Adelanto
Último adelanto
Especial: un 27 de septiembre del 2022...
01 | Fragancia de pizza al choque
02 | No me llames chica salsa, por favor
03 | Eros se cree Buzz Lightyear
04 | Sí, no soy la «gran» Diane Reynolds
05 | Una tarde de chicas
06 | Un choque con el mesero cogote golpeado resulta mal... otra vez
07 | El ¿infierno? que es la casa Jackson
08 | Creme De La Chips
09 | Mi vida sería mejor si fuera la de Baloo
10 | Soy una doble moral, lo reconozco y lo acepto, ¿Vale?
11 | Unos dejan su marca en deportes, yo la dejo en química avanzada
12 | Eroscito y Didi
13 | Una extraña frase hawaiana que no debo olvidar
14 | Cuatro letras, mucha atención, muerte a Eros
15 | Una imprudente acción
16 | Felicitenme, que me he graduado de la prepa
17 | Los hermanos Jackson
18 | I was Enchanted to meet you...
19 | La nicna de nueva Andalucía
20 | Nervios
21 | Eroscito y Didi: el regreso
22 | ¡Corre, chica salsa, corre!
23 | Pisaste la línea, ¿Cómo te va?
24 | Entre temprano y tarde, prefiero que sea nunca
25 | Beso, beso, mosquito, ¡Plap!
26 | Cumpleaños feliz, me deseo yo a mí
27 | Fiesta, piscina, alcohol y Taylor Swift
28 | Eros no está siendo Eros
29 | Quedarse de palo en el momento menos oportuno es mi especialidad
30 | Baloo, ¿Dónde rayos aprendiste a...?
31 | Cita
32 | Gelato rico con amigos se torna no tan rico después
33 | I hate accidents except when we went from friends to this
34 | El «Eroscito» cobra sentido
35 | Olvidar las cosas a veces no está mal, eh
36 | ¿Quién eres? Intenta no morir buscando la respuesta
37 | Llorar no es malo, es algo que debemos aprender
39 | ¿Celosa, Reynolds?
40 | Ella... ella no es ella. Ella es un... oh
41 | I was Enchanted to meet you...
Epílogo
Agradecimientos
Curiosidades + Fotitos de los personajes
¡¡ANUNCIO SÚPER DUPER IMPORTANTE!!
Extra I

38 | La historia romántica de Louis Reynolds y Dalia Blake

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By MJ-Frost

Desperté horas después.

No sabía con precisión la hora que era, el sol aún estaba puesto, lo que significa que no me pasé el día entero durmiendo, algo bueno. Tomé asiento al borde de mi cama, soltando un bostezo para después pasar mis manos por mis ojos, aún me sentía adormecida.

Saboreé, mi boca no sabía al mal aliento de las mañanas, era algo como... sed, sí, tenía sed. Eso explica por qué estaba soñando con manantiales de agua.

Salí de mi habitación con paso perezoso, despidiendo bostezos y chocando el hombro con la esquina de la pared. Mascullé un bajo «maldición»

Oía voces en la sala, pero no estaba segura de si eran realidad o producto de mi cerebro aún dormido. La luz ahí me molestó, por lo que llegué a la cocina solo viendo con los ojos entrecerrados, conseguí servirme un vaso de agua fría y saciar mi sed.

—... ¿Se ve así todo el tiempo? —cuchichean a lo lejos.

—... a veces hasta peor.

Risas, risas que se oyeron muy reales como para ser cosa de mi imaginación.

Dejé el vaso en su lugar y asomé la cabeza a la sala, sentados uno al lado del otro, viendo en mi dirección aún sonrientes, estaban mis papás juntos a Eros, ¡Junto a Eros! ¿Qué hace él aquí?

—Eh... —balbuceo, saliendo de la cocina.

—Buenas tardes, chica salsa —saluda mi novio.

Lo miro a él, miro a mis papás. Eros. Mis papás. Eros. Mis papás. Así sucesivamente por un minuto entero, papá se veía bastante contento por la visita del ojigris, mamá por su parte mantenía una sonrisa cordial en el sofá pequeño a un lado.

Volví la mirada a Eros, quién sonríe con inocencia.

—¿Qué haces tú aquí?

—¿Uno ya no puede venir a visitar a su mejor amiga?

Debo decir que eso me produjo un alivio grande, mis papás aún no saben que estamos saliendo, aún él y yo no nos decidimos por «hacer las grandes presentaciones» aunque creo que sus padres lo sospechan mucho.

—En serio, Eros, ¿Qué haces aquí?

—El muchacho vino a verte, Diane, fue una sorpresa bastante grata, hace mucho que no te veía.

—También fue agradable verle, señor Reynolds —le sonríe Eros—, también a sido agradable hablar con usted, señora Reynolds.

—Lo mismo digo, Eros.

Mmm, raro, esto es raro.

Rasco mi mejilla, procesando la escena. Podría ser un sueño, pero no, el golpe que recibí en el hombro fue muy real, así que esto que estoy viendo no es una ilusión o una mala pasada de mi cerebro.

Sí, es raro.

—Mmm... bueno, supongo que no podemos subir a mi habitación.

—Por supuesto —estaba diciendo papá, sentí una emoción grande, nunca dejan que nadie más que no sea Zharick pase a mi cuarto.

—Que no —completa mamá, mi sonrisa se borra.

No sería tan fácil.

—¿Al patio, al menos?

—Claro, adelante.

Le hice un asentimiento a Eros con la cabeza en dirección allá.

—Venga, mesero cogote golpeado.

Los dos salimos fuera con Baloo siguiéndonos, más bien siguiendo a Eros, tengo asimilado que ese perro lo quiere mucho más a él que a mí, pero me sigue doliendo un poquito. Eros y yo nos sentamos uno al lado del otro en las sillas de playa que están a un lado de la puerta corrediza, de modo que mis papás no podían vernos, Eros aprovechó la poca visibilidad que ellos tenían de nosotros para dejar un casto y rápido beso en mis labios antes de sentarse.

—Tenía que saludarte bien.

Eso me sacó una pequeña sonrisa.

—Ahora, ¿Me dirás el verdadero motivo por el que te apareciste en mi casa?

No es que estaba molesta por esta visita sorpresa, solo curiosa. Tenía que saber los motivos por los que me vio recién despierta, a ver si de verdad la vergüenza valió la pena.

Eros se encogió de hombros.

—No lo sé, solo... tuve como la repentina necesidad de venir a verte.

Lo miro sin entender muy bien sus palabras, alzando una ceja también.

—¿Eh?

Se rió.

—Que no sé, Didi, mi pancita de repente dijo «ve a ver a Diane»

—¿Tu... pancita?

Es... bueno, eso... quizá es... propio de la personalidad de Eros Jackson. Digo que estas cosas suyas no me sorprenden, pero sí lo hacen, creo que jamás dejarán de hacerlo.

Se dió un par de palmaditas al estómago.

—Sabe cosas.

La mueca de incredulidad que tengo a de ser épica.

—¿Okey? —termino balbuceando.

No sé si es que se trata de su parte más rara saliendo a la luz o mi cerebro aún dormido.

—Esa no es la cosa, quería saber cómo estabas —su mirada se vuelve analítica—, tienes los ojos un poco... hinchados.

Podía mentir, tenía la excusa de que recién vengo despertando en bandeja de plata, sin embargo, Eros me conocía ridículamente bien, pillaba mis mentiras como un sabueso, así que tenía el presentimiento de que no me creería lo que le diría.

Por lo que, soltando un suspiro, decidí decirle la verdad.

Empecé contándole a medias la discusión que tuve con mis papás la última vez que nos vimos hasta la de esta mañana. Eros me escuchó atentamente sosteniendo mi mano y acariciando mis nudillos. Por muy distraído que sea, por muchos viajes a la luna que se hace, Eros es ese tipo de amigo que te escucha cuando tienes problemas y necesitas desahogarte, el que te da consuelo si es necesario, y tener ese tipo de persona como novio es como tener a un osito de felpa al que puedes abrazar cuando te estás echando a llorar.

Termino despidiendo un suspiro, manteniendo la vista en Baloo que se revuelca en el césped. Decir todo eso se siente como quitar parte de la carga, no es la historia completa, hay mucho que me guardé para mí y que aún no me siento demasiado preparada para decir, pero se puede decir que se siente un poco de alivio.

—Comprendo tu punto —dijo él—, también comprendo el de tus papás, te quieren, Didi, y se preocupan por ti.

—Eso lo sé, es que... —resoplo, apretando después los labios. Miro nuestras manos juntas—, toda mi vida a sido así, una... burbuja, quiero a mis papás, aprecio mucho que cuiden de mí, pero es que... ¿Cómo podré vivir en el mundo si me mantienen en el nido?

—Allá fuera da miedo, Diane —vuelve a acariciar mis nudillos, tomando mi mentón para levantar mi cabeza—, no digo y no creo que ellos te consideren una incompetencia, es solo que... eres demasiado buena y el mundo muy malo. Aunque tú no lo creas, tienes un corazón muy bonito, preciosa, supongo que no quieren que eso se heche a perder.

«La vida allá fuera no es fácil, y no es que te creamos incapaz de afrontarla, solo queremos protegerte de lo malo que hay afuera»

«El mundo es malo, Diane, y tú tienes mucha inocencia que se puede dañar...»

El punto de mis papás es muy válido, quizá no debería quejarme de eso porque hay padres que no hacen mucho por sus hijos, ellos han sacrificado muchas cosas por mí, ¿Pero el mío no lo era? ¿Cómo sé que podré sobrevivir allá fuera si no me dan la oportunidad, si siempre están al tanto de cada paso que doy?

Ahora siento que sueno como una malcriada, ¿Y si estoy siendo malcriada? ¿Una total desinteresada que está siendo una mala hija con sus padres preocupados de su pobre niña? ¿Y qué pasa si...?

—Diane —Eros interrumpe la aglomeración de pensamientos intrusivos—, oye, tu punto es válido, solo... habla con tus papás.

Hablar, ¿Servirá de algo hablar? ¿Generará algún cambio?

Recordé que la discusión no fue solo por mis salidas, también se incluye un poco el tema de la universidad y las decisiones en las que fui influenciada. Miro de reojo a Eros, tiene una sonrisa tranquilizante de labios cerrados, esa que de alguna forma u otra te ayuda a relajarte y que te asegura que, aunque algo va mal ahora, pronto mejorará. Pensé en decirle lo de la universidad, en que no me sentía bien con la carrera y plantel que había elegido, estuve a punto de hacerlo, de pedir un consejo, algo, él es bueno en eso, pero el sonido de su móvil hizo que volviera a tragarme mis palabras.

—Lo siento —se disculpa, sacándolo del bolsillo de su pantalón.

Mientras él responde sus mensajes, vuelvo a ver a Baloo, sigue revolcándose en el césped sin ninguna preocupación de nada. De verdad que me gustaría tener su vida, solo dormir, comer, recibir mimos y un baño a la semana y procurar no pescar piojos. Mi vida sería más fácil si fuera la de Baloo.

—Oye, Eros.

—¿Si? —responde, distraído.

—¿En qué crees que soy buena? —me inclino hacia adelante, apoyando los antebrazos de las rodillas, desde este ángulo sale una buena foto.

—¿Qué?

—¿En qué crees que soy buena? —le miro sobre mi hombro—, ¿Qué crees que se me da bien?

—Fotografía, ¿Por? —imita mi posición.

Le dirijo una mirada seria.

—Jackson, hablo en serio.

—Yo también, así que fotografía, ¿Por qué la pregunta?

Frunzo el ceño, meditando su respuesta.

—Fotografía no es una carrera.

—Claro que lo es —refuta—, no sé mucho del tema, pero es una carrera relacionada con las artes, artes visuales más específicamente.

—Pero... es solo un hobby mío, de un hobby no se vive, Eros.

—Algunos hobbies se convierten en pasiones, y de las verdaderas pasiones es que realmente se vive, Diane —me observa con diversión, algo así como se mira a un hamster andando en su rueda—, sigues teniendo un concepto errado sobre una verdadera vocación, chica salsa.

No me alcanzó a dar una respuesta porque él se puso de pie, tomando mi mano para que también lo hiciera.

—Tengo que irme, mis papás necesitan que cuide a Evie —espía hacia la sala ahora vacía—. Habla con tus papás, ¿Va? Tal vez puedan llegar a un acuerdo.

—No te aseguro nada, pero lo intentaré.

Acuna mi mejilla y con su pulgar da una acaricia suave antes de darme un casto y tierno beso de despedida.

—Sabes que te quiero mucho, ¿No?

Sonreí como una tonta.

—Lo sé, yo también te quiero.

Antes de irse se despidió de Baloo, quién se veía muy triste de que el mesero cogote golpeado se fuera, incluso emitió un chillido lastimero, el muy traidor. Mis papás en la cocina exclamaron un «¡Adiós!» que fue respondido por mi novio con un «¡Fue un placer verlos, señores Reynolds!» antes de salir al porche juntos.

—Ya sabes —le digo.

—Le aviso apenas llegue a casa, capitana —hace un saludo militar que nos hace reír a los dos—. Adiós, Didi.

—Adiós, Eroscito.

Con un abrazo de despedida, mi novio se fue hacia su casa a pie. Me habría gustado que su visita durara un poco más, pero comprendía que a él lo necesitaban más en su casa de lo que yo lo necesito aquí.

Volví adentro.

Quise subir a mi habitación, terminé descartando la opción en el último segundo, por lo que desvié mis pasos a la sala. Mis cosas que había dejado abandonadas en el suelo antes de caer en un gran sueño ahora reposan en la mesita de café. Primero reviso mi móvil, tengo varios mensajes de Zharick disculpándose, luego le respondería. Hay otros de Eros que avisaban de su llegada a mi casa.

Paso a abrir la laptop, mi carpeta de fotos seguía abierta. Sonrío, viendo los recuerdos de mi infancia, no tenía que pensar en universidades ni nada. Salgo de ahí y voy al buscador, mis dedos presionan las teclas para escribir «Miami Seacoast University»

El buscador me arroja los resultados en un segundo, fotos del internado, de estudiantes sonriendo muy forzadamente, un poco de la historia del lugar y todo lo que ofrecían en sus carreras. Voy hacia la parte de fotografías y empiezo a bajar, viendo el lugar, intentando imaginarme ahí durante los próximos cinco años.

No... no podía hacerlo.

Veo hacia la cocina, dónde mis padres juguetean como un par de adolescentes. Me gustaba mucho su historia romántica, siempre pedía que me la contaran a la hora de dormir. Se conocieron alrededor de los veinte en Miami, mamá estaba en su último año de la carrera y papá estaba haciendo su pasantía después de graduarse de la universidad (mis papás se llevan al menos dos años) se conocieron de forma bastante extraña. Mamá no tenía el dinero suficiente para pagar su comida en la cafetería a la que iba siempre, así que papá se ofreció a pagarselo. En la espera empezaron a hablar, fue... un «click» instantáneo, según ellos.

Entonces empezaron a ir con más frecuencia a la cafetería a reunirse, se fueron conociendo, fueron amigos, mamá estuvo en los momentos donde papá más necesitaba del apoyo de alguien al igual que papá estuvo para ella. Él le ayudó mucho cuando mi abuela materna dejó de pagarle los estudios a mamá, la acogió en su piso cuando ella no pudo pagar más la habitación de la residencia, la convivencia fue la última gota que necesitó la semilla para florecer los sentimientos amorosos que flotaban entre esos dos.

Después de dos años de relación, se casaron en una bonita boda. Mamá me cuenta entre risas que papá entró a la fiesta con dos botellas de champagne que sacudió hasta hacerlas estallar en gotitas de alcohol. Ambos concuerdan que fue el mejor día de su vida, ocho años de matrimonio después, llegué yo a sus vidas.

Su historia me gusta mucho porque incluso antes de ser algo, se demostraron un gran apoyo, como un equipo. «Amar y ser amado no es solo algo incondicional, Diane —me había dicho una vez papá cuando tenía catorce años—, influye mucho, pero una relación es... un equipo de dos. Tienes que tener la convicción de que vas a estar ahí apoyándolo, sin importar qué» y con tantos años de matrimonio, con tantos años de relación, ellos siguen dándole sentido a esa lógica.

Si los pudieras ver ahora, pensarías que apenas son unos noviecillos en sus primeros meses de relación, cuando todo es bonito y sin problemas, no creerías que ya están a punto de su aniversario número veinte.

Vuelvo a ver a la pantalla, intentando imaginar a mi madre en ese campus hace más de veinte años; extrañamente sí conseguía hacerlo. Podía ver con claridad como una Dalia de veintidós años iba andando por esos pasillos con el pelo peinado a la moda de los años en los que estudió, usando sus lentes de pasta que de alguna forma le quedan bien, llevando libros y planos en las manos.

—¿Diane? —parpadeo, espabilando, mamá está de pie junto a mí con dos platos en manos, cada uno con una rebanada de pye—. ¿Te apetece?

Sonreí de labios cerrados, asintiendo.

Ella se sienta a mi lado, pasando el plato. Doy un bocado, saboreando, amo el pye, si me pidieran entre elegir el chocolate y elegir el pye, por supuesto que elegiría el pye.

—¿Estás investigando sobre el internado? —ella tiene la mirada puesta en la pantalla de mi laptop aún abierta en la página de fotos del lugar.

—Oh, eh... sí, quería... quería ver...

—Es un gran sitio, Didi —señala una imagen del jardín, sonríe con nostalgia—, recuerdo haber pasado tardes echada en el césped leyendo libros de arquitectura, me encantaba. La brisa fresca, el olor de la playa, el sonido de las olas romper contra la orilla... —suspira por la nariz—, era increíble —voltea a verme—. Te encantará, Diane, estoy segurísima.

Tragué el pedazo de pye que comí, forzando después una sonrisa. «Te hemos educado para que confíes en nosotros, no dudes que puedes contarnos cualquier cosa.» sin embargo, la universidad, la carrera... seguía sintiendo que es algo que no puedo compartir, una decisión zanjada a la que no se le permiten replicas.

Con el pedazo de pye también me tragué mis palabras.

—Sí, será genial.

———————————

Nota de las autoras:

Es jueves, sí, lamentamos no haber actualizado ayer. Es totalmente mi culpa, el capítulo no terminaba de convencerme, y no queríamos darles algo que ni siquiera a una de nosotras nos convencía, pero aquí está, todo bonito y precioso.

¿Qué pensamos de Eros? Nosotras lo seguimos amando mucho.

¿Y Diane? Oh, chiquita... necesitas un fuerte abrazo.

Jaidys y yo hemos discutido mucho sobre Diane, es uno de nuestras protagonistas que la sentimos muy personal. En general, estos chicos comparten muchas características con nosotras, pero Diane... no es porque sea la protagonista, es que tiene muchísimo de nosotras, más de una que de la otra. También sentimos que trata mucho sobre el existencialismo, aunque eso es algo que consideramos nosotras. ¿Qué piensan ustedes?

Falta poco para decir adiós, gente, prepárense.

Nos leemos la próxima semana, esta vez sí en miércoles.

Besos y abrazos en la cola con pye, historias de amor y revolcones de Baloo.

~Jai
MJ.

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