Hace exactamente 8 meses.
Un aún más jóven Max estaba a un lado de la entrada de la misma escuela. Rebuscaba algo en su celular, estaba esperando a alguien.
Su mirada fue levantada casi por instinto al escuchar el molesto pero increíble sonido de una motocicleta rugir su motor acercándose.
Su espera finalmente había cesado.
Lewis Hamilton, quien cursaba los últimos semestres estaba ahí. Un bonito casto cubría su rostro, de igual forma no podría pasar por desapercibido. Vestía una bonita chaqueta de cuero, pantalón y camisa totalmente de color negro, a la par de sus zapatos con algo de plataforma.
Nada que ver con el vestuario tan básico de Max, el simplemente llevaba como de costumbre unos jeans medianamente ajustados y una chaqueta de mezclilla, tenis y una camisa gris.
Sus ojos se iluminaron al ver a Lewis retirarse el casco, ¿Cómo un hombre podía ser tan perfecto?
Sergio no es su primer amor, definitivamente no.
Su primer amor fue aquel chico de tés morena que ahora se dirigía hacia él.
— Max, estás aquí. – Lewis depósito un pequeño beso en la frente del mensionado.
— Siempre.
— Tengo clases temprano, vamos. – tomó con una de sus manos la del rubio y entraron al plantel.
No hace falta decir que Lewis era bastante popular incluso desde ese tiempo. Lamentablemente era conocido por lo bueno que era con los polvos.
Absolutamente todos sabían sobre ese rumor, a excepción del pequeño Max. Quien creía que realmente tenía algo serio con el moreno.
Lewis jamás había tenido problemas con demostrar su sexualidad, no muchos. Sus amigos lo sabían, toda la escuela lo sabía. Simplemente pensaban que él nunca iba a eso, pensaban que lo era solamente por el sexo y no por querer tener una pareja.
Llegaron aún tomados de la mano al aula de Max, se despidieron con un corto beso, Lewis se fue a su respectiva aula mientras Max buscaba su asiento.
— ¿Otra vez con el anexado?
— Que fetichista eres Maxi.
Ahí estaban sus dos mejores amigos de siempre, no les gustaba que el neerlandés conviviera mucho con Hamilton, pero no podían hacer mucho.
Max solamente tomó asiento junto a uno de ellos ignorando las burlas de siempre.
Sus clases continuaron normalmente, al final de su última clase salió junto a sus amigos. Estaban rumbo a la cafetería, no habían comido nada en toda la mañana. Sintió como su pecho era envuelto entre unos brazos fuertes que tanto conocía.
Lewis estaba ahí de nuevo.
George, uno de sus amigos solamente rodó los ojos con molestia al darse cuenta de la presencia del moreno.
— Estaré con ustedes en cinco, pidan por mí. – fue lo único que pudo decir antes de ser casi arrastrado por Lewis.
Charles y George solamente se le quedaron viendo desaparecer entre los otros jóvenes que pasaban por ahí.
— Lew...¿a dónde vamos? – dijo Max mientras lo seguía a pasos torpes.
La mirada de varias personas estaba sobre ellos.
Lewis Hamilton estaba por atacar a su presa.
Lewis no respondió.
Entraron a uno de los edificios a los que nadie pasaba, Lewis estaba algo ansioso y Max curioso.
Entraron a alguna de las aulas del edificio, Lewis cerró la puerta con seguro antes de acercarse de nuevo al rubio.
Simplemente lo abrazó, estaban tan cerca que podía respirar la colonia de holor cítrico que llevaba el más bajo.
— Lewis...
— No puedo esperar más, será rápido.
— Estamos en la escuela.
— Lo sé, por eso debes guardar silencio.
No era la primera ver que tenían ese tipo de encuentros. Nunca iban más lejos que simples toques, a petición de Max quien aún no se sentía listo para lo siguiente.
Esa tarde, en un salón de clases, Max Emilian Verstappen perdió su tan preciada virginidad con quien creía era el amor de su vida.
Vaya que error, jamás pensó que su primera vez sería así. Todas sus expectativas se fueron al carajo, no hubo muchas palabras lindas en el acto como esperaba.
Ahora se encontraba arreglándose la ropa mientras descansaba sobre una de las tantas mesas del aula.
Lewis ni siquiera lo había mirado al terminar, simplemente se alejó para vestirse.
Max se sentía tan...usado.
Ambos terminaron de vestirse, Max bajó de la mesa con algo de molestia en sus caderas. Lewis no había sido muy delicado como prometió serlo.
— ¿Y qué tal? ¿te gustó? – preguntó el moreno mientras se acerca a él.
— Supongo que sí.
— ¿Cómo que supones? no me digas eso lindura.
— Fue bueno, pero no imaginé que lo haríamos aquí.
Max ya ni siquiera se atrevía a mirarlo, la pena y vergüenza reinaban en él.
Una mano se posó sobre su mejilla acariciándola levemente.
— Tenía que pasar, sé que lo disfrutaste.
Max no lo podía negar, de igual forma se sentía algo deprimido. Quería que su primera vez fuera en algún lugar bonito, con flores, globos, velas...en cualquier otro lugar que no fuera un salón de clases.
Después de un rato ambos salieron del aula, Max llevaba cabeza levemente agachada. Por otro lado, Lewis iba con la mirada más alta que nunca, finalmente obtuvo lo que quería.
Caminaban entre los pasillos, todos murmuraban a sus espaldas, digamos que no fue tan cuidadoso como para no dejar marcas notorias en la pálida piel del neerlandés. Todo su cuello estaba cubierto de pequeñas manchas rojas, marcas de dientes y algunas de los grandes dedos que lo sostuvieron.
Pronto el rumor de que habían tenido sexo en la escuela explotó, Lewis se había encargado de contarle a sus amigos quienes fueron los que regaron el chisme.
Apenas una semana pasó de lo ocurrido, Max tenía miedo de ir a clases, estaba jodidamente avergonzado. No había hablado mucho con el moreno, recibía mensajes y llamadas que difícilmente ignoraba.
Ahí estaba de nuevo, caminando rumbo a su salón.
Para su mala suerte Lewis estaba esperándolo ahí, camino hacia su dirección en cuanto lo vió.
— Max...finalmen.. – No terminó de hablar, un fuerte golpe resonó por todo el pasillo. La mano de Max se había estampado en su mejilla.
— ¿Por qué? ¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto? – dijo Max tratando de reprimir su llanto que ya amenazaban con salir a la luz.
Max ya sabía todo. Sabía la forma tan asquerosa de la que Lewis hablaba de él con sus amigos, ya sabía todo del rumor que corría en los pasillos.
— ¿Dé qué hablas...? – estaba confundido, ahora cubría su propia mejilla.
— Acabo de enterarme de todo, ¡deja de fingir y habla de una buena vez!
Lewis tomó su mano, jalandolo para obligarlo a irse del edificio. Maldiciones y forcejeos era todo lo que recibía. Finalmente estaban detrás del edificio donde ocurrió todo.
— Max de verdad...¿qué escuchaste?
— Todo, sé que estabas conmigo solamente por sexo. – su propia mano recorría su nuca con fuerza.
— Max...sabes que no.. – recibió otra bofetada.
— ¿¡Cómo te atreves a negarlo!? Pude ver los mensajes que le mandabas a tu grupo, ¿de verdad solo era uno más de tus polvos? – las lágrimas ya estaban saliendo de sus bonitos ojos azules – ¿Era eso, Lewis?
Todo estaba jodido. Ya no había vuelta atrás.
Al principio, Lewis sólo buscaba sexo con Max. Con el tiempo se dió cuenta de que sentía un poquito más, sólo un poco más.
— Bueno...¡Al menos lo disfrutaste! ¿No es así? Ambos la pasamos bien. – su voz había subido de todo.
¿Cómo podía decirle eso? Max había caído tan fuerte ante él, era literalmente la primera persona que llegaba a su corazón.
— No lo niegues, aparte fue solamente una vez, no fue para tanto.
"No fue para tanto", fue la gota de agua de derramó el vaso. Max le había entregado todo y ¿no fue para tanto?
— ¿¡Cómo puedes decir eso!?
— ¡Lo he dicho! No te sientas tan importante, fue un jodido polvo y ya. – su orgullo que estaba siendo maltratado una y otra vez por los golpes de Max habló.
La garganta de Emilian se cerró. Su estómago dolía, sus piernas habían temblado ante las palabras del mayor. Se había dado cuenta de lo jodido que era todo.
— Oh Max...¿Cómo pudiste creer que había algo más entre nosotros? – soltó con una risa algo burlona.
Max estaba en silencio, su respiración estaba agitada, sus mejillas estaban empapadas de sus propias lágrimas.
Lewis hablaba sin pensar, era su método de defensa. Muy en el fondo quería abrazar al rubio y explicarle que eran solamente rumores, obviamente no lo haría.
Ya había comenzado a hablar y no había vuelta atrás.
El foco en la cabeza de Max se prendió, quería irse y no volver a ver al hombre que lo estaba lastimando tanto. Sin mirar, llevó una de sus manos a su muñeca donde llevaba un brazalete que Hamilton le había dado desde que comenzaron a verse.
Lo arrancó con fuerza de su muñeca, lo apretó con fuerza antes de arrojarlo hacia el moreno que lo estaba mirando con atención.
— No me vuelvas a hablar, nunca más. – soltó antes de darse la media vuelta y salir a toda prisa de ahí. Quería llorar, quería gritarle cientas de cosas pero ya ni las fuerzas tenía para hacerlo.
Lewis solamente pudo verlo alejarse, miró el brazalete que ahora estaba en el piso. Le dolió, ese brazalete le había costado mucho y ahora estaba destrozado.
Al ver al chico irse, su pecho se sintió extraño, de alguna forma le dolió aún más el saber que no podría acercarse más a Max, al chico que lo había puesto a pensar seriamente en todo lo que hacía.
Sus ganas de ir tras de él eran fuertes, no se atrevió después de darse cuenta de lo que le había dicho.
Ese día, Max no entró a ninguna de sus clases, estuvo todo él día en alguna de las salas de descanso del plantel con sus amigos al lado, ambos lo estaban apoyando. Después de todo tenían razón, se ahorraron el "te lo dije" al ver a su amigo desbaratarse en llanto entre sus brazos.
Después de todo Lewis solamente buscaba buenos polvos, y al parecer Max solamente fue uno más del montón.
Selfie de Checo y yo: