Curvas Perfectas

By DayanaCardenas765

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Alex Hamilton es el heredero de la compañía número uno en lencería femenina y todo sobre moda. Es un negocio... More

Prefacio
1- No eres menos que nadie
2- Beso Robado
3- Sanguijuela Escurridiza
4- Impulsos
5- Definitivamente estás loca.
6- Dos personas que se necesitan
8- Anillos
9- No soy tú juguete
10- Esperanza
11- Competencia de Testosteronas
12- Ella es Mía
13- Caliente vs Frío
14- ¿Qué me estás haciendo?
15- Siempre quise hacer eso
16- Mía
17- Mi Saturno
20- Está vez no daré un paso atrás
21- La mujer que amo
22- Siempre es perfecta
23- Sorpresa
24- Hasta cuándo
25- Después de la calma
26- Te amo

7- Reglas

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By DayanaCardenas765

Berli Adams

- ¡Cuidado con mis libros !- repito por quinta vez al gorila que saca mis cajas de mudanza para la mansión Hamilnton.

Seguido de él entran más hombres vestidos de negros que parecen salidos de una peli. Y Tara se balancea de un lado a otro a mi lado a punto de un ataque, con su mala cara.

- ¿Estás segura Berlí?-

- Sí cariño, no te preocupes. Estaré bien, cualquier cosa tengo a misu para defenderme - señaló a mi gato el cual me ignora como si con él no fuera la cosa.

- No estoy bromeando.¡ Por Dios se trata de un matrimonio!. Estamos en el siglo prehistórico. - mi amiga gruñe y se pone ambas manos en la cabeza.

Lo mismo pensé yo al enterarme de esta locura que mis padres me habían escondido. Según ellos mi abuelo era un hombre muy a la antigua y tenía una amistad muy cercana con los Hamilton, cuando el les informo yo era a penas una bebé por lo que nunca lo tomaron en serio pero mira.

- Míralo por el lado bueno y alégrate por mi. Solo serán unos meses - le guiño un ojo a Tara y ella suspira rendida.

- Ok, pero quiero un reporte cada día y al mínimo fallo me llamas. Nos vemos mañana en la Universidad- se despide mi amiga con un beso en mi mejilla y la veo partir aguantando la risa por las caras de amenaza que le hace a los guardias.

Pasada una hora ya estoy lista, pero antes de ir a la mansión decido hacer una parada dejando a mi gato con los guardias.

- Pero señorita...- intenta detenerme el que se presentó como la mano derecha de Alex, - el señor ordenó .

- Estaré ahí antes de que el señor lo noté- bajo del auto aprovechando el semáforo antes de que diga otra palabra.

Y camino rápido perdiendo las camionetas. El señor CEO puede esperar.

Aún cuando sea una boda de mentiras me niego a casarme con un oberol de mezqulilla con baba de gato.

Por lo que me dirijo al centro comercial perdiendome en una de mis tiendas favoritas dónde trabaja una de las primas de Tara.

- Hola Lucia- saludo a la agradable morena que me sonríe detrás del mostrador.

- Hola, ya te tengo apartado lo que Tara me pidió, aunque aún no entiendo porque se refirió a que fuera lo más parecido a un vestido de novia.

- Cosas de Tara- río sin querer darle detalles, no es que quiera que el mundo sepa que me voy a casar con Alex Hamilton el rey de la lencería. A parte el mismo específico a qué todo debe ser lo más confidencial posible.

- Como sea, sígueme - me guía hacia los vestidores mientras su compañera la cubre en caso de qué venga la jefa de la tienda.

- Bueno aquí estamos - me señala el sofá frente al espejo - Te deje ahi algunos de tú talla, cualquier cosa me dices.

Asiento agradecida prosigo a probarme los vestidos.

Al final termino con uno de volandas corto que me llega por encima de la rodilla y se acentúa a nivel de mi cintura. Con mangas de vuelo delicadas en los hombros . El precio sin dudas es lo que me hace jadear, ni en mis malditos sueños podría permitirme algo así. Pero gracias a Lucia yo y Tara podíamos vestir ropa cara a veces y decente para luego devolverla sin un daño al día siguiente sin que nadie saliera perdiendo.

Salgo de ahí complacida, y me apresuro a coger un taxi hacia la mansión Hamilton mientras muevo mis pies inquieta, enfundado en mis tenis blancos.

Al vestido sin duda le hubiera quedado mejor unos tacones, pero ya eso sería pedir mucho.

- Señorita ya llegamos

- ¿Qué?-

Salgo de mis pensamientos confundida quedando muda ante la zona residencial en la que estamos detenidos, dónde la misma reja anuncia bien grande Residencia Hamilton. El lugar definitivamente es más impresionante que en revistas y todas las fotos que busque en internet.

- ¿Segura que viene hacia aquí?- vuelve a hablar el taxista y asiento distraída, tarde recuerdo que no tengo dinero para pagar el taxi y quiero que la tierra me trague aquí mismo.

- Deme un segundo- le digo al hombre sacando mi móvil con dedos temblorosos pero este se me resbala y en el intento de cogerlo golpeó mi cabeza con el asiento de alante.

- Auch - me quejo avergonzada por mi toroerza justo cuando alguien se aclara la garganta tocando por fuera el cristal del taxi.

- ¿Cuánto le debe la señorita? - pregunta esa voz que conocería a mil kilómetros y juro que deseo seguir inclinada lo máximo posible para no toparme con su sonrisa engreída.

Pero es muy tarde ya que abre la puerta mi lado y en mi deseo de enderezarme vuelvo a chocar mi cabeza con el asiento delantero demostrando que no puedo ser más torpe.

- Dios- jadeo masajeando mi cuero cabelludo sin querer abrir mis ojos.

- ¿Está usted bien señorita?- se preocupa el taxista que es un metiche.

No sé si cogerla con el o conmigo por ser la reina de estás situaciones.

- Tranquilo yo me encargo- responde Alex por mí y me obliga a abrir mis ojos uno a uno.

Y santa virgen de los músculos y los ejercicios. Porque si este hombre es impresionante en traje con ropa deportiva lo es aún más, enseñando unos impresionantes bíceps con venas perfectamente marcadas, una camiseta que a penas lo cubre y unos pantaloncitos que enseñan piernas torneadas masculinas, mezcladas con ese cabello castaño completamente despeinado por el cual caen gotas de sudor deliciosamente que me dan ganas de pasar la lengua.

Pero qué demonios.

Sacudo mi cabeza para no ir al ritmo de mi conciencia.

- ¿Sales o te saco?- enarca una ceja esperando por mi respuesta y tras de él alguien suelta una carcajada masculina que con una sola mirada de Alex es callada.

- Yo sola- digo lo suficientemente rápido ignorando su mano y bajando del auto para darle mi mejor cara de disculpa al taxista que se va dejándome sola con estos dos espécimen humano.

Ya que el que está junto a Alex no es otro que Countier su mejor amigo y mi ídolo. El mejor diseñador ruso en persona y juro que voy a morir en este instante por la vergüenza que pase frente a el y por verlo frente a mí.

Es un tin más alto que Alex, de contextura más gruesa y cabello rubio, así como unos ojos verdes que me miran divertidos.

- Por tú maldita expresión de Bambi recién nacida supongo que sabes quién es Countier- gruñe Alex rompiendo el silencio y se acerca a mí tomándome por la cintura- ¿No es así cariño?-

- No asustes a tú futura esposa- lo regaña el rubio y tengo que pellizcarme para hablar porque creo que esto no es real mientras extiende su mano hacia mí - Countier Sacaracoglu -

- Berli Adams- tartamudeo haciéndolo reír y Alex continúa gruñendo como un perro falta de atención no se que le pasa, mientras aleja mi mano de su amigo y me insta a caminar hacia la entrada de la recidencial aún con su mano en mi cintura y mi bolso en su hombro.

- Yo puedo- intento quitarle el bolso pero niega-

- Será mejor que tengas una buena excusa de porque llegaste sola y no con mis guardias abejita. A dónde fuiste- exige susurrando bajo en mi oído y lo miro como si le hubieran crecido tres cabezas.

Este hombre está loco si cree que también tengo que darle explicaciones. Seguro está bromeando.

Lo ignoro concentrandome en todo a mi alrededor, como los guardias de la reja nos dejan entrar hacia un jardín grande con un camino de piedras y rosales. A lo lejos se ve la mansión y un lago justo al lado que contrasta con su color. Es hermoso tanto que me detengo impresionada. Pero Alex, me obliga a seguir su paso por lo que mis ojos van desde el suelo hacia el frente con miedo a caer.

Gracias al cielo que no llevo tacones porque ya estuviera rodando por el césped.

Nada más entramos en las puertas de la mansión nos recibe una sala grande donde espera el ama de llaves.

- Señor- inclina la cabeza.

- Atiende a Countier ahora regreso- lo detiene Alex arrastrandome por un pasillo confundida.

- Pero qué haces, a dónde vamos- intento detenerme pero se mantiene como una piedra arrastrandome a su ritmo.

Maldito idiota

Levanto mi mano para golpearlo y zafarme pero nos detenemos y choco con su espalda.

- Entra tú primero- indica abriendo una puerta hacia un despacho que supongo que es de él.

- ¿Pero por qué?

- Sin preguntas abejita, hablaremos dentro.

Asiento rendida por su cara agria de seriedad con un suspiro y camino hacia el centro del lugar observando cómo cierra la puerta con seguro y se gira hacia mi dejando mi bolso en un sofá y caminando a grandes zancadas hacia mí por lo que retrocedo, hasta que mi trasero choca con el escritorio y lo tengo frente a mi muy cerca a penas a una pulgada.

Mi corazón late sin parar y trago nerviosa mirando hacia arriba.

Su rostro aún permanece indescifrable pero su olor varonil es aún más intenso a sudor y Dolce Gabbana.

Quién carajos se hecha perfume para correr.

Sus brazos se flexionan a ambos lados de mi cuerpo y juro que estoy al borde de un colapso mental y cardíaco.

"Me irá a besar"

Es lo primero que se me pasa por la cabeza y dirijo mis ojos hacia sus labios, sintiendo sed de pronto.

Cierro los ojos y olfateo su aroma sin poder evitarlo, mientras mi conciencia grita.

"Besalo"

Entonces la burbuja se rompe cuando se aleja con una carcajada doblándose de la risa con un sobre en su mano derecha.

- Me estabas olfateando- suelta más como una afirmación aumentando mi vergüenza.

Estúpida, estúpida.

Quiero golpear mi cabeza, mientras los colores me suben y abanico mis mejillas negando.

- Serás...- gruño pasando de la vergüenza al enojo y tomo un trofeo encima de la mesa para golpearlo.

- No te atrevas- niega riendo y atrapando mi brazo en el acto para luego girarme quedando pegado a su enorme espalda.

- Quieta- susurra en mi oído para luego soltarme más calmada con la respiración más regular. - Desde hoy serás mi esposa solo para las personas que te dije, para el resto del mundo solo soy tú jefe, lo mismo que para tí. Así que desde hoy no quiero escenas como esta- se aclara la garganta y yo asiento de acuerdo.

- Aquí tienes el contrato matrimonial con las reglas- señala el sobre que tomó de su escritorio cuando se inclinó sobre mi- Y las reglas, cualquier duda no dudes en llamarme. Por cierto la segunda planta de la mansión es tuya, la tercera está prohibida. Mi mayordomo te dará todas las instrucciones. Ahora te dejo que tengo trabajo que hacer- se va a girar sin esperar mi respuesta y lo detengo.

- De acuerdo, me parece bien. Pero yo también tengo reglas y una de ellas es que no invadas mi espacio personal - lo señaló y ni rastro del tipo divertido de antes, es como un robot en una montaña rusa.

Un momento frio y al otro caliente.

Asiente

Y después de ello me deja sola en las paredes de su despacho y está mansión.

Tal como lo prometió el resto del día no lo veo más ni a él ni a Countier.

El vestido que traje fue por gusto ya que estoy segura que ni lo miro y la boda solo fue firmar un papel.

Y una parte de mí no puede evitar sentir decepción, pero la empujó en lo más hondo mientras pienso que esto será una gran oportunidad para mis sueños en el mundo de Diseño.

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