Nosotros Nunca [YA A LA VENTA]

By srtaflequis

64.8K 2.8K 298

«Nosotros Nunca» ya está disponible en PAPEL y puede ser vuestro 💫 esto es una primera versión de la histori... More

Nota de autora
1
2
El monstruo de las pesadillas (1)
3
4
El monstruo de las pesadillas (2)
5
6
El monstruo de las pesadillas (3)
7
8
El monstruo de las pesadillas (4)
9
10
El monstruo de las pesadillas (5)
11
12
El monstruo de las pesadillas (6)
13
14
El monstruo de las pesadillas (7)
15
16
El monstruo de las pesadillas (8)
17
17. 1
18
El monstruo de las pesadillas (9)
19
20
El monstruo de las pesadillas (10)
21
22
23
El monstruo de las pesadillas (11)
24
25
26
27
El monstruo de las pesadillas (12)
29
El monstruo de las pesadillas (13)
30
31
El monstruo de las pesadillas (14)
32
33
34
FINAL

28

331 20 1
By srtaflequis

Natalia

Convencer a Dylan de que vuelva a Nueva York entra en el top tres de cosas más difíciles que he hecho nunca. Finalmente, Gia me ha ayudado y entre las dos y una pequeña ayuda de Zack... lo hemos conseguido. Estamos esperando en el aeropuerto con las mochilas y maletas. Zack, que ha venido con nosotros, juega en el móvil y Dylan se mueve de un lado a otro como si tuviera ardillas dentro de los pantalones.

Ojalá pudiera saber, aunque fuera por unos minutos, qué es lo que se siente cuando estás a punto de encontrarte con tu padre. Con esa persona que te lo ha dado todo, sin pedir nada a cambio.

Ojalá pudiera volver a ser una niña inocente ajena a todo, incluso a los golpes que recibía sin dejar un solo día libre y que recibía a su padre en la puerta de casa con una sonrisa de oreja a oreja, esperando que ese día fuera el definitivo en el que dejara de ser eso, el monstruo de las pesadillas y se convirtiera en lo que la niña necesitaba, un padre.

Tras dos días en Nueva York, Dylan no parece el mismo.

Habla distinto, actúa distinto e incluso su forma de relacionarse con el mundo es completamente diferente. No creo que sea algo malo, sino que al igual que la Luna provoca las mareas, nuestras ciudades natales saben hacernos despertar, en todos los sentidos de la palabra, porque en el tema de las pesadillas... me ha tomado el relevo. Anoche de madrugada terminamos subidos al tejado de la casa, abrazados y cubiertos por una manta, bebiendo chocolate caliente y mirando las estrellas.

Se despertó con el corazón acelerado a mitad de la noche preguntando por su madre. Al principio, cegada por el sueño no conseguía entender nada, pero cuando lo vi mirarme con los ojos rojos, la mandíbula tensa y el pecho subiendo y bajando con rapidez sube lo que estaba ocurriendo.

—Buenos días —murmuro, al llegar al salón.

Gia me ha pedido que no le pregunte a Rick sobre su estado de salud. Mientras Dylan esté en casa no quiere hablar del tema. Por mucho que me cueste, guardo silencio.

—¡Hola, Natalia! ¿Cómo has dormido? —se interesa Rick. Tiene muchas ojeras y el rostro pálido. Sale de la cocina y con el mantel puesto viene a saludarme, para después darme un abrazo. Yo rodeo su cuerpo con mis brazos y cierro los ojos. Los da igual de fuertes que Dylan. Y no porque sus brazos sean puro músculo, sino porque los dan de verdad, de esos que trazan un punto sobre una herida abierta—. Dylan me ha contado que no bebes café, solo en ocasiones muy especiales. Así que he comprado lo más parecido al Cola Cao que había en la tienda.

—No hacía falta... Gracias, Señor Brooks.

—Puedes llamarme Rick —dice, mientras me guiña un ojo. Tal y como lo hizo su hijo en su día. Yo esbozo una carcajada—. ¿Te resulta familiar esta técnica? Se la enseñé yo...

Yo sonrío, y no sé cómo lo ha hecho, pero de repente, mi niña interior está a salvo.

Rick pone dos platos sobre la isla de la cocina. Uno contiene tortitas, otro tostadas.

—Para ti las tortitas. Tienes que probar mi especialidad —dice, sonriente.

Se sienta a mi lado y comienza a comer.

—¿Puedo hablarte sobre Dylan? —nada más lo escucho, asiento rápidamente con la cabeza—. Está cegado por el dolor. Le cuesta ver más allá de lo que ha sufrido. No todo es malo... Aquí ha pasado los mejores años de su vida y también los peores, pero una cosa no anula la otra. De los cientos de momentos preciosos que ha vivido aquí... las navidades, los entrenamientos padre e hijo, sus noches de fiestas de pijamas y videojuegos con sus amigos... ¡Agh! ¡Me llegué a disfrazar de Spider-Man en su cumpleaños porque no encontrábamos a alguien a quién contratar! Él estaba tan feliz... pero no hacía más que buscarme a mí. Siempre hemos tenido una relación muy bonita ¿Sabes? Y me duele tanto por él... porque ha decidido quedarse con lo malo y eliminar lo bueno de un zarpazo.

—Creo que Dylan se acuerda más de los momentos bonitos de lo que él quiere. A veces, necesitamos aferrarnos al dolor para poder olvidar. Cuando quieres tanto a alguien, justificas lo que siempre dijiste que nunca tolerarías. Te rindes a ese algo... a esa persona... hasta que te pierdes, porque la línea entre el querer, el amor propio y los principios de cada uno se difuminan hasta desaparecer. Entonces ahí solo queda una vía de escape que tomar y es la del rencor. —Rick me observa con ternura y me anima a que siga comiendo—. Dylan me reprocha justo eso, ese acto inconsciente en el que das más importancia a lo malo que a todo lo bueno que está ocurriendo en tu vida. Es inevitable, supongo. Una lucha constante entre lo que quieres, debes hacer y necesitas. No sé si debería de decir esto, pero creo que Dylan y yo estamos tan unidos porque nuestro punto en común es que estamos igual de rotos.

Rick me frota la espalda con la mano abierta.

—Eso no es malo —se limita a decir.

—Pero tampoco es bueno. En el otro hemos visto nuestra parte más vulnerable y la hemos abrazado. Hacemos el uno por el otro lo que nos hubiera gustado que hicieran por nosotros cuando nos rompieron.

—Llegará el día que ese hecho deje de ser tan obvio y seáis solo eso, dos personas completas que quieren complementarse —parece saber de lo que habla.

—¿Y si ese momento no llega?

—Entonces, uno, el otro o los dos tendréis que tomar una decisión.

Auch.

Me duele el pecho.

—¿Estás diciendo que deberíamos dejarlo?

—Estoy diciendo que Dylan y tú tenéis algo tan bonito y fuerte que sería una pena que se viera afectado por el daño que otras personas os han causado.

La conversación termina cuando Dylan aparece por arte de magia, lleno de sudor y rojo como un tomate. Me roba una tortita que enrolla y se mete en la boca de un bocado, pero vuelve a desaparecer sin decir nada. Rick lo ve marchar con los ojos vidriosos.

—Lo supe desde el mismo momento en el que nació —dice Rick—. A Serena le costó tantísimo pronunciar «es igualito a ti...». Lo pude ver en su mirada. La pena. El niño no se parecía en nada a mí.

Realmente, para no compartir ADN, son dos gotas de agua, tanto por fuera como por dentro. Y creo que esa es una de las cosas más bonitas que posee Dylan.

—¿Por qué te hiciste cargo de un niño que no era tuyo?

—Porque para mí lo era. Yo había visto a ese garbancito crecer en el vientre de la mujer a la que quería. Ese niño no tenía la culpa de haber nacido en una relación en la que sus padres no se querían como debían. Merecía lo mejor y yo se lo iba a dar, porque sabía que el verdadero no lo haría nunca, aunque eso significara trazar una vida desde la mentira.

—Dylan tiene mucha suerte de tenerte como padre —mi voz se quiebra al pronunciar la última palabra. No sé cómo, ni porqué, aunque intuyo las respuestas... pero comienzo a llorar. Rick me abraza—. Gracias —musito débilmente.

—¿Por qué?

—Porque desde que se murió mi abuelo, no me habían vuelto a abrazar de esta forma.

—¿Lo echas de menos?

—¿A quién? ¿A mi abuelo? —asiento rápidamente.

—A tu padre —concreta.

Clavo la mirada en el mármol y expulso todo el aire que queda en mis pulmones. Muy a mi pesar, niego sutilmente con la cabeza, mientras la última lágrima cae por mi mejilla, rajando mi piel.

No se puede echar de menos algo que nunca has tenido.


Dylan.

Bajo las escaleras frotando mi pelo mojado con una toalla pequeña. Abajo solo existe el silencio. Para ser muy temprano, mi padre no parece estar tarareando una de sus canciones favoritas mientras hace el desayuno.

Termino de bajar el último escalón al mismo tiempo que me sacudo la humedad del pelo, que queda completamente despeinado. Al instante, veo a Natalia de rodillas en el suelo, con los ojos muy abiertos y la mano en la boca. Zack se acerca hasta mí y sin venir a cuento me abraza.

¿Qué coño está pasando?

Le aparto de un zarpazo y al fijarme en sus ojos frunzo el ceño. Lucen rojos.

Camino hasta Natalia en silencio. A medida que me acerco a ella, veo la silueta de un cuerpo estirada sobre el sofá. Son los zapatos de mi padre. Con dos pasos más que avanzo, compruebo lo que parecen ser los pantalones de mi padre. Y cuando llego hasta ella, justo detrás de donde situada de rodillas en el suelo, lo veo a él. Tumbado. Con los ojos cerrados y el brazo colgando del sofá. Sus dedos rozan el suelo. Y su alma el cielo.

—No respira, Dylan —dice Natalia, rota en llanto.

—He llamado a la ambulancia —anuncia Zack.

Abro los ojos cuanto puedo y al instante dejo de ver con claridad. Mi visión se vuelve borrosa y me cuesta respirar. Natalia se gira todo lo rápido que puede ante el grito de alerta que emite Zack al verme caer a plomo contra el suelo. Me he dado un golpe en la cabeza y me duele la nuca. Siento frío en la parte superior. Y todo se funde a negro.

Al abrir los ojos, mi cuerpo lo rodean dos personas vestidas de un color llamativo. Incorporo mi cuerpo como puedo y alcanzo a ver cables a mi alrededor, médicos que van y vienen y mucha pero que mucha gente. Al fondo del salón, mi madre.

Me levanto automáticamente y con los ojos llenos de lágrimas, cojo a un médico por el chaleco y le digo:

—¿Y mi padre?

—Dylan... —murmura Zack, agarrándome del brazo.

—¡¿Dónde está mi padre?!

—¡Cálmate! —grita mi madre, desde la distancia.

—¿Cómo dices? —las aletas de mi nariz se abren y se cierran. Ella permanece estática. No tiene los ojos rojos. Las lágrimas no inundan su rostro. La pena no vive en su interior—. Vete de esta casa.

—No. Necesitas un adulto que...

—¡Vete! ¡Ahora yo soy el adulto! —bramo, sin parar de llorar. Natalia me mira con la mano en la boca, ahogando la tristeza—. No intentes hacer de adulto ahora, ya es tarde. Me dejaste solo cuando más te necesitaba. Ya no me haces falta.

Mi madre me aparta la mirada con rabia. Se queda mirando el cuadro que cuelga de la pared. Es una foto en la que salimos los tres. Ella. Mi padre. Yo. Voy hasta él. Limpio mis lágrimas con el antebrazo, lo descuelgo, cojo el primer rotulador que encuentro y tacho mi cara. Regreso de vuelta a ella y se lo entrego con desprecio.

—Ahora vete.

Ella no responde. Observa el cuadro en silencio,

—Así podrás recordarle sin necesidad de pensar en mí.

Continue Reading

You'll Also Like

16.8M 649K 64
Bitmiş nefesi, biraz kırılgan sesi, Mavilikleri buz tutmuş, Elleri nasırlı, Gözleri gözlerime kenetli; "İyi ki girdin hayatıma." Diyor. Ellerim eller...
22.1K 354 6
Lets see uh so its about hfjone characters but they're children, this takes place in where bryce used to live in the original series, which is the su...
36.6K 1.1K 189
☆⋆。 Various x Reader [ + more ] °‧★ ♡₊˚ Gender neutral, Male + Female Reader 🎤・₊✧ .𖥔 ݁ ˖ Second person POV [ + more ] ...
2.4M 104K 70
'Are you afraid, do I scare you, baby girl'? He asked me in a sturdy accent And all I could do is nod in affirmation, as I lay on the bed trembling u...