FOREIGNER [Chishiya Shuntaro]

raughan

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Chishiya Shuntaro, el enigmático jugador maestro, cruza destinos con Iryna Kravets, una ucraniana cuyo pasado... Еще

INDICE
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FINAL
Extra

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raughan

En un instante de serenidad, Iryna se encontraba cómodamente sentada en la silla de playa, ubicada estratégicamente frente a la reluciente piscina del solarium. El suave murmullo de la fiesta nocturna resonaba en el aire, pero ella optaba por mantenerse al margen de la algarabía, como le era costumbre. 

Su atención se desviaba ocasionalmente de la manzana que saboreaba para posarse en un joven que, de alguna manera, le resultaba sorprendentemente familiar.

La joven disfrutaba de su soledad, sumida en pensamientos propios, cuando la entrada de Kuina a su quietud fue todo menos sutil. La alta amiga se dejó caer a su lado con una falta de gracia que no pasó desapercibida.

—¿Lo conoces? —inquirió la mas alta, escudriñando la dirección de la mirada de su amiga. 

En el horizonte visual de Iryna, el joven en cuestión compartía compañía con una chica de cabello corto y campera rosa. Ambos parecían forasteros en aquel ambiente, ajeno a la bulliciosa atmósfera que caracterizaba La Playa.

—Lo vi durante un juego. Parece que también ha terminado aquí —comentó Iryna, lanzando una mirada fugaz a Kuina—. ¿Tú lo conoces?

—No, nunca lo vi antes —respondió ella con un vistazo de reojo a su amiga—. Voy a buscar algo de beber, ¿te traigo agua? —La afirmación de Iryna fue acompañada por un asentimiento, y Kuina se puso de pie para internarse nuevamente en la fiesta.

Era evidente que esa noche no sería una de las que Kuina pasaría tranquila, pues, sin duda, alguna conquista dispersa la mantenía en constante movimiento dentro de la festividad. Iryna estaba segura de que se tomaría más tiempo del necesario en traerle la bebida, así que se acomodó en la reposera, aguardando pacientemente.

Aunque la serenidad de su espera se vio interrumpida rápidamente cuando una figura desconocida se instaló a su lado. Era el joven que había capturado su atención, ahora sin la compañía de la chica de cabello corto y campera rosa.

Bajo el resplandor de las luces que iluminaban la fiesta, Arisu se acercó con cortesía hacia la reposera libre junto a la de Iryna, señalándola con delicadeza.

—¿Puedo sentarme aquí? —preguntó con amabilidad. Ella asintió, aunque inicialmente no le dio demasiada importancia hasta que él volvió a hablar. —Estabas en el juego del tocado, ¿cierto? Con el chico ese rubio —cuestionó, acomodándose en la punta de la silla de playa. La extranjera lo imitó.

—Así es, soy Iryna —respondió ella con su acento japonés desalineado, extendiéndole una mano. Arisu entendió a la perfección, estrechándole la mano en respuesta.

—Arisu —contestó él. Acto seguido, echó una mirada a su alrededor, observando los cuerpos danzantes que no dejaban de moverse, ya fuese de mañana, tarde o noche. Era agotador tan solo mirarlos. —Apenas entiendo de qué va todo aquí. Supongo que es parte de la magia de La Playa —comentó, y la chica soltó una risa más irónica que otra cosa.

—La magia, ¿eh? No sé si llamaría a esto magia. Más bien parece un caos organizado —aclaró, sin apartar la mirada de la animada escena que los rodeaba. El moreno, en cambio, la observaba con cierta curiosidad, con los ojos entrecerrados.

—No pareces nueva en este lugar.

—Estoy relativamente hace poco —admitió con naturalidad. Y casi como si recitara un discurso previamente preparado, agregó: —Aunque parece que han pasado meses. El tiempo aquí es extraño, parece pasar de manera diferente. Además, cada día es diferente y nunca sabes qué esperar —era algo que había escuchado de Chishiya, y se sentía entusiasmada de poder decirlo con sus propias palabras, aunque su expresión exterior permanecía imperturbable.

—Suena... interesante. —miró a su alrededor otra vez, con una expresión de curiosidad pero también una pizca de desconfianza. —¿Hay algo en particular que debería saber sobre este lugar? —se atrevió a preguntar. A pesar de conocer a la extranjera recientemente, Arisu notó de inmediato que ella parecía, en cierto modo, diferente. Resultaba hasta más transparente que todas las personas que había conocido hasta ahora.

—No hay reglas estrictas, pero algunas personas parecen seguir ciertas costumbres. Hay lugares más tranquilos si prefieres evitar la multitud constante. También hay zonas más peligrosas, pero eso es parte del misterio de La Playa. —explicó Iryna, y al encontrar algo que alertó su atención, Arisu la miró con desconfianza.

—¿Peligro...? —Arisu frunció el ceño—. ¿Por qué alguien querría estar en un lugar peligroso?

—Hablo de las personas. —aclaró —. Algunos buscan emoción, otros están aquí porque no tienen otro lugar a donde ir. La Playa atrae a todo tipo de personas.

—Supongo que tendré que aprender a desenvolverme. No tengo muchas opciones ahora mismo —se encogió de hombros, y ambos sintieron la sensación de estar hablando demasiado con alguien a quien apenas conocían.

Iryna entendió enseguida esa sensación que le transmitía Arisu, la sensación de no tener salida ni escapatoria, no solo de La Playa, sino de ningún sitio en particular. Pero antes de que el ambiente se volviera tenso, Kuina regresó con un trago en una mano y una botella de agua en la otra, haciéndose sitio junto a Iryna, quien tuvo que correrse para dejarle un lugar.

—Ah, hola —saludó al desconocido con su habitual simpatía—. Soy Kuina.

—Arisu.

—¿Quieres? —ella le ofreció el trago, pero Arisu declinó con un gesto de cabeza. La extranjera encontró cierta gracia en su actitud, como si fuera un joven al que sus amigos acababan de arrastrar a una fiesta. Observaba su entorno con una mezcla de desconfianza y hastío. —¿Por qué no llamas a tu novia para que se una? —Kuina señaló con el mentón a la chica de pelo corto, que ahora se encontraba en el mismo lugar que ellos dos ocupaban antes pero sola.

—No es mi... novia —aclaró apresuradamente el moreno, levantando una mano en alto para que la chica le viera a la distancia. Ella captó el gesto de inmediato.

—Si se llevan bien, ¿por qué no están juntos? Nunca sabes cuándo te tocará morir —comentó la más alta, mientras la chica de cabello corto se acercaba a ellos.

Iryna, entre risas, codéo a su amiga despacio.

—Estás siendo entrometida —bromeó; Kuina rodó los ojos.

—Solo estoy siendo amable. Debes hacer ciertas cosas mientras aún estás vivo —alzó las cejas, y su mirada más abierta de lo normal escudriñó a su amiga para que captara la indirecta. Aunque la castaña prefirió evadirlo completamente.

Arisu se puso de pie en cuanto su amiga se aproximó. A simple vista, se notaba que la chica era desconfiada; ni siquiera se atrevía a mirar demasiado a las dos que estaban sentadas en la reposera que, en cambio, la observaban hasta el punto de intimidarla.

—Usagi, ellas son Kuina e Iryna —Arisu las presentó. Iryna alzó una mano en modo de saludo, adoptando una costumbre que claramente había tomado del rubio. En cambio, Kuina solo la saludó con un movimiento de cabeza.

Usagi, en respuesta, se inclinó apenas, un gesto que al principio divertía a la extranjera. Sin embargo, con el tiempo se dio cuenta de que en Japón era bastante común, así que dejó de encontrarle gracia.

La chica de cabello corto entreabrió los labios, pero cualquier sonido que intentara emitir se vio sofocado por la súbita extinción de la música, siendo reemplazado por la resonante exclamación que llenó el ambiente: ¡Es hora de los juegos!

La animación se apoderó de la multitud, instándolos a converger hacia el vestíbulo del hotel. Kuina, con su característica vitalidad, tomó la mano de su amiga, uniéndose al flujo humano que se dirigía hacia la sala. En ese traslado, Arisu y Usagi se perdieron de su vista al sumergirse entre la marea de personas, mientras las chicas optaron por apartarse hacia las columnas, encontrando un rincón menos bullicioso desde donde podrían escuchar mejor.

—¿Dónde estabas? —inquirió Kuina a Chishiya, quien había aparecido sigilosamente detrás de ellas en determinado momento.

—Siempre en el lugar correcto en el momento adecuado. —respondió él, su mirada teñida de un misterio que provocó el rodar de los ojos de la mas alta, mientras la voz del sombrerero resonaba en segundo plano.

—¿Te unirías a los juegos de hoy?

—Por ahora, estoy más interesado en observar cómo se desarrollan las cosas.

—¿Y tú? —dirigió la pregunta esta vez hacia Iryna, quien durante ese lapso había estado observando al hombre en el palco. Pero en cuanto escuchó la voz de su amigo, redirigió su atención hacia ella.

—No veo por qué no —respondió con desenfado, cruzando los brazos y recargándose despreocupadamente sobre la columna. Encogió los hombros como si la decisión fuera tan ligera como una pluma. Chishiya, con los ojos entrecerrados, la examinó detenidamente.

—Necesitas descansar, las heridas no se curarán de un día para otro si sigues añadiendo más encima de las que tienes —le advirtió él, consciente de que tal vez debería haberse contenido, pero la imposibilidad de quedarse callado pesaba más.

—Ya me siento mejor —contestó ella, provocando un atisbo de indignación en el rubio.

—No han pasado ni dos días desde que te apliqué los antibióticos.

La mirada preocupada de Kuina, dirigida a Iryna, interrumpió la tensión: —Chishiya tiene razón. Deberías tomarte un poco más de tiempo para descansar.

—Estoy bien —insistió, esta vez volviéndose hacia su amiga. Chishiya frunció el ceño, aunque decidió no presionar más, sabiendo que, al final, la castaña actuaría según su propio deseo. Aunque se encontrara notablemente molesto.

—Como quieras. —Contestó tajante, distanciándose momentáneamente y dejando a Kuina e Iryna a solas.

Iryna desvió su mirada nuevamente hacia el sombrerero, mientras que Kuina la contemplaba con una expresión intensa, inhalando profundamente. En la mirada de Kuina se escondía un secreto enorme, apenas contenido, como una promesa no dicha.

—En serio deberías escuchar a Chishiya, él sabe de lo que habla. No quiero que te lastimes más —le instó la mas alta, también enfocando su vista en el líder que continuaba hablando.

—Lo sé, pero me siento lo suficientemente bien como para participar.

—Está bien, pero prométeme que te cuidarás y no te expondrás demasiado. —suspiró Kuina. La mirada de la extranjera se volvió hacia su amiga, asomando la cabeza sobre el hombro.

—Lo prometo. Intentaré no hacer nada imprudente.

Nuevamente, la multitud empezó a dispersarse, y ellas siguieron el flujo de personas que se movían en una misma dirección. Iryna esbozó una sonrisa, casi inconscientemente; ya comenzaba a sentir la adrenalina y anticipación de volver a jugar. Era una adrenalina que empezaba a gustarle, una conexión con la emoción del juego.

Mientras tanto, Chishiya las seguía observando desde la distancia, con una mirada que revelaba la preocupación que llevaba oculta. Sus ojos penetrantes seguían cada movimiento, evidenciando la intranquilidad que le generaba la decisión de Iryna.

La extranjera tomó con decisión un papel dispuesto en una elegante caja que reposaba sobre una mesa, y a su lado, Kuina hizo lo mismo con gesto delicado. Ambas examinaron detenidamente los documentos, los cuales parecían indicar el número de auto al que debían dirigirse.

—Me toca jugar aquí —informa la mas alta.

Un destello de determinación cruza sus ojos, mientras que Iryna, mostrando su papel con un número de automóvil, comenta: —Parece que vamos en direcciones diferentes —. En cambio, el papel de Kuina revela de manera notable la palabra "HOTEL".

—Nos vemos después de los juegos, ¿de acuerdo? —confirma la mas alta con un matiz de despedida en su tono, lanzándole una última mirada a su amiga que ya ha comenzado a alejarse. Iryna le dedica una sonrisa cómplice desde varios pasos de distancia.

—¡Claro, diviértete y cuídate! —brama desde su lugar, retrocediendo a pasos largos.

—¡Tú también! —manifestó su amiga, justo antes de que Iryna se lanzara a correr junto con las demás personas hacia el exterior.

Solo entonces, Kuina se volvió y comenzó a caminar hacia el interior del hotel, tenia que ir donde estaban las bombas de agua. En ese preciso momento, el joven rubio se acercó a ella con paso calculado, y juntos empezaron a moverse en sincronía.

—¿Sigues molesta conmigo? —le preguntó con cautela, tratando de descifrar la expresión en el rostro de la chica. Sin embargo, ella evitaba su mirada, sumergida en un mar de pensamientos.

—Resultas un idiota —decretó, su voz llevando consigo un matiz de frialdad, y apresuró un poco sus pasos como si quisiera distanciarse de la conversación. —Uno muy grande.

—Lo sé.

—Iryna no te lo perdonará jamás. —Esta vez, ella levantó la mirada, sus ojos lanzando destellos de resentimiento mientras enviaba la mirada más furtiva que Chishiya jamás había experimentado. Él asintió, sintiendo el peso de su juicio, pero no pudo sostener su mirada mientras lo hacía.

—No espero que lo haga.

—No me gusta ver a mis amigos heridos, Chishiya —le advirtió, sin detenerse en su paso, como si el movimiento pudiera disipar la incomodidad. —Además, Iryna es lista, no se dejará engañar fácilmente —afirmó con una seguridad cegadora. No obstante, al segundo siguiente, frunció el ceño indignada, como si una nueva oleada de preguntas y dudas asaltara su mente. —No lo comprendo, ¿por qué jugar con sus emociones de esa manera?

—A veces, las acciones impulsivas son difíciles de entender incluso para nosotros mismos. No tengo una excusa válida —respondió el rubio, llevando consigo una sombra de remordimiento en sus palabras.

Mientras tanto, Iryna se encontraba ya instalada en el interior del auto, rodeada de rostros desconocidos que compartían la misma mezcla de anticipación y entusiasmo. Mantuvo el silencio, no soltando más palabras de las necesarias, mientras el vehículo se dirigía hacia lo que parecía ser un parque de diversiones en pleno funcionamiento.

Cuando finalmente salió del automóvil, una sonrisa se dibujó en su rostro. El lugar resplandecía con luces deslumbrantes que titilaban en la oscuridad. Lejos de ser tenebroso, el ambiente resultaba más que deslumbrante. Sus ojos se perdieron en la maraña luminosa mientras caminaba, sintiendo la urgencia de sumergirse en alguno de los juegos que se ofrecían.

La emoción que la embargaba era casi incontenible. Jamás había experimentado la magia de un parque de diversiones en la noche, y dadas las circunstancias, la excitación era palpable.

Además, la realización de que era la primera vez que participaría en un juego sin la presencia de Chishiya la invadió. Técnicamente, estaba sola, y la impaciencia por poner a prueba sus habilidades sin depender de nadie se apoderó de ella.

—¿Hay alguna atracción en particular que te llame la atención? —inquirió una voz a su lado, avanzando a su ritmo. Era Niragi, con su rifle descansando sobre su hombro, una presencia que casi la hizo saltar del sobresalto.

Ella se encogió de hombros con despreocupación.

—Mmm... creo que elegiré al azar.

—Yo me decanto por ese —señaló él, indicando un cartel iluminado que exhibía una variedad de animales y letras. Inició su marcha hacia la entrada del juego, sumergiéndose en la colorida amalgama de luces y sonidos.

—Buena suerte.

—Nos vemos en la habitación esta noche, extranjera —le gritó Niragi, captando la atención de varios curiosos que se giraron para mirarlo. La sonrisa que jugueteaba en su rostro delataba dos cosas: primero, que la provocación había sido totalmente intencionada; segundo, que ahora disfrutaba inmensamente de la situación mientras muchos expectaban.

Esa noche, Iryna y Niragi compartían algo en común: ambos estaban más emocionados por volver a jugar que por cualquier otra cosa. No tenían una motivación particular; no estaban jugando para seguir viviendo, sino por puro placer, porque ese mundo les fascinaba. 

Iryna rueda los ojos con un gesto de exasperación, pero no se detiene. Sigue caminando, siguiendo una fila de carteles vibrantes que la guían hacia un sector iluminado donde está estacionada una plataforma que, al parecer, asciende hacia lo alto de alguna estructura.

Decide que ese será su juego, porque aunque no tenga la menor idea de qué trata, le ha resultado lo suficientemente intrigante como para aventurarse en la experiencia. Se acerca a un teléfono que le realiza un escaneo facial y se queda allí, en espera, mientras se completa el registro para unirse a un total de cuatro participantes.


«Juego: El ascensor humano.

Dificultad: ♠ ♠  6 de picas ♠ ♠ ♠.

Condición para ganar: Permanecer en la plataforma hasta que acaben los 30 minutos»


Iryna siguió el ejemplo del resto de los participantes que se aferraron al andamio más cercano, utilizando sus manos como única sujeción. Cuando todos estuvieron en posición, la plataforma comenzó a ascender lentamente, a un ritmo que parecía diseñado para agotar a los participantes antes de llegar al final, especialmente si dependían únicamente de sus manos.

Sin embargo, ella tenía un plan estratégico, uno que no ejecutaría hasta que el primer jugador soltara el andamio exactamente ocho minutos después de iniciar el desafío.

En ese momento crítico, cuando muchos otros ya resbalaban debido a sus manos sudorosas, Iryna movió una pierna y luego la otra por encima del caño al que se aferraba. Solo cuando aseguró firmemente sus piernas, liberó las manos y quedó cabeza abajo. Sus brazos agradecieron la liberación del esfuerzo.

Instantáneamente, los dos hombres restantes intentaron imitarla, pero justo en ese momento la plataforma se sacudió bruscamente, haciendo que uno de ellos cayera, aunque el sobreviviente finalmente logró ponerse de cabeza también.

Iryna esperó pacientemente a que el ritmo volviera a ser constante antes de sentarse sobre el andamio. El último hombre restante comenzó a imitarla, aprovechando la lentitud aparente del descenso. Mientras él luchaba por subir, Iryna trepaba con agilidad por la estructura de metal hasta quedar sobre la plataforma, observando cómo el último hombre intentaba desesperadamente alcanzarla antes de que un nuevo movimiento brusco lo hiciera resbalar.

Justo en ese momento, la plataforma alcanzó su altura máxima y descendió abruptamente, obligando a Iryna a aferrarse a la baranda para no ser lanzada al vacío. Cuando llegó al suelo, el juego concluyó, pero desafortunadamente, el último hombre cayó durante el proceso. Ella, sin embargo, se proclamó la ganadora.

Evitó mirar demasiado los cuerpos desmembrados en el suelo mientras daba un salto que la dejó en tierra firme y se dirigió directamente a buscar la carta que la reconocía como vencedora.

—Estás demasiado loca —le espetó la voz profunda del morocho, Niragi, a sus espaldas.

Sí, él había sido testigo de todo, desde el momento en que ella inició el juego hasta su descenso al suelo. Durante todo ese tiempo, no pudo evitar sentirse como un completo idiota.

—A veces esa es la mejor estrategia —respondió ella con calma, pasando justo a su lado y comenzando a caminar mientras guardaba la carta triunfante en el bolsillo de sus joggers. —¿Qué te pareció el espectáculo?

—Impresionante y completamente inesperado. —Niragi sacudió la cabeza—. ¿Cómo se te ocurrió eso?

—Mi creatividad fluye mejor bajo presión, supongo. —se encogió de hombros con una expresión tranquila.

—Eso es seguro.

—Si estás vivo, entonces significa que también saliste victorioso.

Él la miró con superioridad y una sonrisa intrigante mientras caminaban juntos de regreso hacia el auto.

—Los idiotas nunca morimos, ¿recuerdas?

Buenas buenas, ¡FELIZ NAVIDAAAAAAAAD!

Espero que hayan disfrutado el capitulo, es mi regalo de hoy.

Y paso a explicar un poco el juego, por si no entendieron mucho. El Juego del Ascensor Humano es un juego que ya vimos en la serie, concretamente este:

Ahora pasare a mostrar el recorrido de Iryna: 

Espero que mi explicación les haya servido, jeje.

Así que nada, espero que pasen una hermosa noche buena, ¡Y felices fiestas a tod

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