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By bichiprr

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prรณlogo

chapter one

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By bichiprr


CAPÍTULO UNO;
BIENVENIDAS A COLORADO

Estimados pasajeros, en nombre de toda la tripulación les doy la bienvenida a la ciudad de Colorado, Estados Unidos. Por favor permanezcan sentados, con el cinturón de seguridad ajustado hasta que el avión haya aterrizado completamente. Los teléfonos móviles deberán permanecer en modo avión hasta estar fuera de la apertura y les rogamos que tengan cuidado al abrir los compartimentos superiores. Muchas gracias y buenos días.

El movimiento a mi costado fue lo que me hizo quitar la atención de la ventana y llevarla hacia mi hermana. Jackie aún estaba sentada con la mirada perdida en algún lado. Llevaba todo el viaje aferrada a mi mano, sin soltarla. Luego de recibir aquella noticia solo pude asentir a las indicaciones de mi tío Richard. Él debió haber notado que si fuera por nosotras, la llamada hubiera seguido en silencio por un largo rato. Así que me contó que iríamos a un pueblo alejado en Colorado. Allí nos esperarían los Walter, una familia con más de diez hijos. No hice ningún comentario al respecto. Después de todo, sería un hogar más que terminaría derrumbándose. Como todos en mi vida.

Morg.—mi hermana se levantó de su asiento recogiendo sus cosas, incitandome a copiarla.—Debemos irnos. El tío Richard dijo que Katherine y George nos esperarían fuera.—observé con detalle como su semblante había cambiado. Parecía haber reseteado sus propios sentimientos. Se estaba obligando a parecer normal y contenta, como si hace menos de tres horas no hubiera recibido la peor noticia de su vida. Sonreía y actuaba con fluidez. Pero para mí, eso solo significaba que tratar con Jackie a partir de ahora no sería nada fácil.

Al bajar del avión ambas permanecimos juntas intentando ubicar al matrimonio. Jackie recibió una llamada de Richard, pero yo dejé de prestar atención en cuanto noté la incomodidad en sus palabras. A lo lejos pude distinguir a dos personas ajenas a todos los que nos rodeaban en el aeropuerto. Iban vestidos con ropa de campo y caminaban con tal tranquilidad que los que chocaban con ellos les dedicaban una mala mirada. Sonreí ante ello.

Si me sorprendí por el parentesco que compartía con Katherine Walter, no le tomé demasiada importancia. Pero ella sí. Cuando estuvo frente nosotras, su mirada recayó en mí por unos segundos, haciéndome sonreír algo incómoda. Su esposo detrás también parecía sorprendido de verme. Intercambié una mirada extraña con Jackie, quien de igual manera elevó sus hombros. George pareció darse cuenta de eso y carraspeó.

—Wow... Tú debes ser Morgan.—asentí sonriente. Ella también sonrió y me envolvió en sus brazos, haciéndome sentir ese aura maternal otra vez. Oí su respiración profunda, que logró relajarme y bajar la guardia por un momento.—Estoy tan contenta de que estén aquí.—repitió su acción con Jackie, compartiendo un momento más íntimo por obvias razones. Por lo que el tío Richard había mencionado, mamá y Katherine eran grandes amigas de pequeñas. Era claro que la viva imágen de su hija le recordaría a ella.—Él es George, mi esposo. ¿Recuerdan?

Jackie y yo sonreímos amables.—Hola, George.

Nos ayudó con el equipaje y juntos nos dirigimos a su camioneta. Durante el camino compartí unas pocas palabras con ambos. Por el momento sabía que tenían ocho hijos, sumando dos chicos mexicanos—Isaac y Lee—que eran sus sobrinos, el mayor—Will— vivía con su esposa en una casa cerca del centro del pueblo, y por último tenían dos mascotas; un perro, Albert, y una serpiente llamada Rumple. Extraño, sí. Pero eran niños, y eso lo hacía entendiblemente tierno. Algo me decía que mi relación con ellos no sería un problema si lograba no encariñarme tanto.

Por un momento fui consciente del silencio de Jackie. Sus audífonos descansaban en sus orejas, como todo el día. Pareció haber visto algo que la sacó completamente de foco. Porque cuando tomé su mano para llamar su atención, los ojos vidriosos la delataron. Intenté sonreírle para reconfortala y me pegué aún más a su lado, pasando un brazo por sus hombros. Besé su frente cuando ella se recostó en mi hombro, intentando esconderse en el hueco de mi cuello. Si hubiera algo que podría hacer por Jackie, además de intentar quitarle todo el dolor que sentía en estos momentos, sería poder sacar ese tormentoso sentimiento de que siempre estaría detrás de todos. Como última opción. Solíamos hablar por horas de esto cuando yo notaba como ese pensamiento le ganaba en varias ocasiones. Ella quería estudiar en Princeton. Tenía una obsesión con esa universidad y por más que le sugerieras otras del mismo nivel, iba a rechazarlas. Quizás pensaba que entrando allí sus padres estarían más orgullosos de lo que lo que ya estaban, pero Jackie no lo veía así. Siempre había tenido una competencia interna con Lucy. Pensaba que debía ser como ella o mejor para salir de su sombra. Pero no era capaz de darse cuenta lo mucho que ellos la apoyaban.

—Bienvenidas a nuestra humilde morada.—antes de poder notarlo, la camioneta frenó y George nos abrió la puerta sonriente. Bajé detrás de Jackie, deteniéndome a observar la casa. Era grande y daba vibras hogareñas.

—¿Quieres que te ayude con las maletas, George?

—Descuida, linda. Ve a conocer al resto.—corrí un poco hasta alcanzar a mi hermana y Katherine, quien nos hacía señas de disculpas por haber recibido una llamada. Ella era la única veterinaria del pueblo y allí parecía haber muchos animales. Era entendible.

Escuché a Jackie saludar a alguien y me acerqué para verla hablando con Danny. Él agitó su mano sonriendo y le correspondí. Una vez dentro George nos presentó a Alex y Isaac. Sonreí internamente cuando el primero se quedó admirando más de lo normal a mi hermana. Sería algo de lo que hablaríamos más tarde. Él avisó que dejaría nuestro equijape en los nuevos cuartos.

Ambas seguimos a la mujer por la cocina, donde encontramos a Will, el mayor.—Morgan, Jackie, él es Will. Will ellas son Morgan y Jackie.

—Es un placer, chicas. Bienvenidas.

Katherine nos ofreció dos vasos con limonada y se dirigió a Will.—Cariño, debo ir a la clínica. ¿Crees que puedes terminar de acomodar a Jackie y Morgan? Ya conocieron a Danny, Alex, Isaac y... ¡Benny, no corras!

—¡Lo siento, mamá!

Un pequeño de al menos cuatro años pasó corriendo detrás de nosotras. Llevaba su bañador y unos flotadores a los costados de sus brazos, los cuales estaba intentando inflar sin mucho éxito. Dejé a Will y Jackie atrás para acercarme a él. Estaba sentado en un banco, con las mejillas rojas por la fuerza en vano que estaba ejerciendo. Tenía una mueca de frustración en su rostro y parecía que en cualquier momento mandaría a volar los flotadores.

—Hola, tú debes ser Benny ¿Verdad?—me senté en cuclillas frente a él para alcanzar su altura.

—Si, ¿Y tú eres alguna copia de mi mamá más joven?—no sé como, pero intenté mantener la carcajada dentro.

—No exactamente.—sonreí.—Me llamo Morgan.—levanté mi palma para que chocara mis cinco, haciendo un saludo extraño que le quitó una risa.—¿Quieres que te ayude con eso? Parece una tarea difícil.

Benny asintió, dejándome a cargo de inflar los flotadores. Mientras tanto escuchaba atentamente lo que me contaba. Al parecer sus dos hermanos favoritos, Jordan y Parker, estaban en medio de una competencia sobre quién tiraría primero al otro a la piscina. Mencionó también que el primero quería ser director de cine, recalcando que siempre llevaba una cámara consigo y grababa todo lo que estuviera a su alcance. Parker, por el contrario, quería ser jugadora de fútbol americano. Hice una nota mental para buscar la pelota que tenía guardada y regalarsela. En busca de saber que me gustaba, descubrí que los deportes no eran lo mío.

—¿Quieres que te enseñe mis jueguetes?—preguntó una vez que había terminado.

¿Cómo podría negarme? Acepté sonriente, dejando que me guiara hasta su cajón repleto de muñecos. Me enseñó uno por uno, explicándome la utilidad que tenían. Cuando sacó un auto a control remoto e hizo que este me siguiera, corretee por la sala intentando no tropezar con nada. Benny quiso imitar mi acción, pero resbaló con uno de los autitos en el suelo. Al principio me preocupé. Y cuando escuché esa carcajada infantil, reí aliviada y me acerqué a ponerlo de pie.

—¿Quién eres tú?—esa fría voz hizo que soltara al niño a mi lado, interrumpiendo las risas.

Un chico rubio de mi misma edad estaba frente a mi, mirándome fijamente desconfiado. Era unos metros más alto que yo y su cabello caía mojado a sus costados. Llevaba una caja de nuestras pertenencias entre sus marcados brazos. Simule que su escaneo sobre mí no me provocaba nervios y me paré en el lugar, con Benny girando y jugando aún con mis manos.

—Soy Morgan.—encarnó sus cejas, reclamando más información.—La hermana de Jackie. Acabamos de llegar.

—Bien, Morgan. ¿Y tú también esperas que cargue tus cosas o...?—su tono parecía cómico, como si bromeara pero estuviera hablando en serio.

—Oh, no. Yo puedo hacerlo, descuida. Me distraje jugando con él.—reí cuando Benny intentó treparse a mis piernas.

Cuando devolví mi vista al rubio, este seguía mirándome. Pensé en preguntarle si le sucedía algo, pero descarté esa idea. Era normal que sintiera curiosidad sobre las dos extrañas que de ahora en más vivirían con él. Me acerqué hacia donde estaba, extendiendo mis brazos para tomar la caja. Pero ni siquiera amagó para darmela. Miró por unos segundos mi rostro y luego señaló con su cabeza el piso de arriba.—Ven, te enseñaré tu cuarto.

—¡No! Ella está jugando conmigo.—el niño sostuvo mi mano y le reprochó a su hermano con la mirada.

Me agaché un poco para poder mirarlo.—¿Qué te parece si pruebas los flotadores y cuando regrese seguimos aquella competencia con Jordan y Parker?

Su rostro se iluminó y asintió efusivo. Antes de salir corriendo gritó.—¡No te robes a mi nueva amiga, Cole!

Reí por eso y miré al rubio ahora llamado Cole, quien ya me miraba sonriendo.—No prometo nada, Benny.

Eso fue un chiste, ¿Verdad?

Antes de que pudiera darle más vueltas, Cole se dirigió escaleras arriba. Me guió al que sería mi cuarto y dejó cuidadosamente la caja en el suelo. Me distraje observando la decoración del lugar. Las paredes eran de un rosa bebe con algunas flores en las laterales. La cama se encontraba en el medio y a sus dos esquinas había unas pequeñas mesitas de luz. Hubiera seguido admirando con detalle de no ser por encontrarme con el azul cautivante de los ojos de Cole.

—El mío está al lado por si necesitas algo, New York.—fruncí mi ceño ante ese apodo.

—Gracias, Cole.—él sonrió ante mi respuesta y yo repetí su acción. Su sonrisa, su tono de voz; tenía algo contagioso.

Cuando pensé que finalmente se iría, se dió la vuelta en la puerta.—Solo para que lo sepa, no cargaré las cajas de tu hermana.

Fue imposible no contener mi risa ante su mueca. Lo entendía. Jackie literalmente no había dejado ni una sola cuchara en casa.—No te preocupes por eso.

Al estar sola finalmente, me dispuse a ir en busca de mis últimas pertenencias. Me conocía bastante como para saber que al final del día estaría demasiado cansada para levantarme de la cama. Además, debía desempacar cuanto antes para el primer día de escuela mañana. Eso me alteró un poco. Pero no era algo a lo que no estuviera acostumbrada después de todo. Empezar de nuevo; nueva vida, nueva familia, nuevos amigos.

Tomé una respiración profunda y sali del cuarto. Antes de bajar las escaleras divisé a Jackie guardando ropa en los cajones de su habitación. Me acerqué a ella, mirandola desde el marco de la puerta. Su mirada estaba neutra, perdida. Parecía un robot que hacía las cosas por inercia, y eso me provocó una décima angustia en lo que iba del día.

—Hey.—entré, lanzándome a la cama con una sonrisa. Ella me sonrió de regreso.—Es lindo, ¿No crees?

—Lo es.—escaneó.—Era el estudio de arte de Katherine.

Me concentré en observar las paredes y cuadros pintados. Eran realmente bellos. El atardecer que se asomaba por las ventanas iluminaba el suelo y le daba un toque silencioso al cuarto. Sonreí imaginándome a Katherine pintando con el sol impactando en sus obras.—Tiene mucho talento.

—¿Puedes ponerla allí?—acarició el marco de un cuadro, extendiendolo hacia mi. Apreté mis labios en una fina línea cuando ví la fotografía. Éramos nosotros.

Lo apoyé en la mesa de luz a mi costado, dejando una caricia en el centro. El colchón a mi lado se hundió, haciéndome entender que Jackie estaba acostada a mi lado.—No sé si pueda salir adelante, Morgan.

Intenté callar mi desesperación al oír sus palabras. Yo era la mayor ahora. Jackie estaba a mi cuidado y mi trabajo era mantenerla a salvo.—Claro que lo harás. Y yo estaré aquí, siguiendo cada uno de tus pasos.—sus ojos se tornaron vidriosos y al igual que antes, se acercó a refugiarse en mi cuerpo.—Sé exactamente como te sientes, Jack-Jack. Y no te diré esas mentiras de que lo superarás. Solo puedo prometerte que no me iré de tu lado. Estamos juntas en esto, ¿De acuerdo? Pero debes hacerlo, Jackie. Por tí, por ellos.—la sentí asentir con cada una de mis palabras, sollozando por momentos. Sollozos que me quebraban en silencio.—Este no es final. Ahora más que nunca debes lucir esa esencia talentosa que tienes. Así lo hubieran querido.

—Te amo, Morg.

—Te amo, Jackie.







Soy todo lágrimas con ese final, pero aquí el principio de la relación entre Jackie y Morgan. Díganme qué opinan de ella hasta ahora.

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