Herederos de sangre y hierro...

By af_cardenas

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Los dragones y los humanos han estados unidos en una tradición de hierro y sangre durante siglos. Dos príncip... More

La princesa
La princesa 1
La princesa 2
La espada
La espada 2
El dragón
El dragón
El Mago
El Mago 2
El Mago 3
Parte 2
La rosa 2
La rosa 3
La rosa 4
La rosa 5
La rosa 6
La rosa 7
La rosa 8
La rosa 9
El herrero

La espada 3

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By af_cardenas

-¿Otra vez pensando en las nubes? -preguntó mi padre. Me estaba ayudando a fundir la empuñadura-. ¿O en cierta joven que suele visitarnos?

Casi suelto el hierro hirviendo que traía en las manos. Me apresuré a ponerlo en su lugar. Mi padre me dedico una sonrisita que se interpretaba como "te atrapé".

-No es lo que piensas.

-¿Qué pienso? -preguntó intrigado.

-Solo viene porque quiere ver la espada.

Mi padre se dio dos golpecitos sobre el mentón, pensativo.

-Te juró que eso mismo me dijo tu madre -se burló mi padre. La risa desapareció tan rápido como llegó y sus ojos perdieron el brillo ante el recuerdo. Todos la extrañábamos.

Recordaba esa historia en la que mi madre llegó un día al taller buscando la espada mágica. Se fue sin saber que años después sería su hijo quien le daría vida a la espada que tanto anhelaba ver.

-Tu ayuda, por favor -urgí.

-Sabes...

-Ya sé que es una princesa, no lo tienes que decir. Conozco mi lugar, además... -Negué. No era buena idea pensar en lo que me dijo mi madre en su lecho de muerte.

Fui hasta la gaveta bajo el mostrador y saqué la semilla.

-Me refería a sí sabe quién hizo la espada.

Mis mejillas se volvieron rojas de la vergüenza.

-No, cree que solo te ayudo -mentí. No solo lo sabía, me había ayudado durante la confección. Hasta la había dejado modificar algunas cosas en el diseño.

-Es lo mejor.

Saque la semilla del estuche. Mi padre le dio vueltas como si de ella fuese a salir una planta que comunicara el cielo con la tierra.

-¿Por qué una semilla?

Me encogí de hombros. Ese día le había contado de la visita del mago y su extraña orden.

-¿Cómo era la espada del primer héroe? -pregunté.

-Nadie lo sabe -respondió después de un momento-. Solo se conoce que se rompió cuando el príncipe tuvo que retroceder por las llamas del dragón. Entonces vio una rosa, la corto con un fragmento roto de la espada y se la clavó en el pecho al dragón cuando este se acercó confiado de su victoria, matándolo.

-¿Tenía magia?

-Según la leyenda, la rosa pertenecía al dragón. Lo había hecho crecer con su esencia, tal vez por eso pudo derrotarlo -Se encogió de hombros-. Solo quienes estuvieron involucrados sabrán la verdad de lo que sucedió ese día.

Había escuchado aquella historia por años y tenía muchas dudas acerca de cómo matar a una bestia enorme usando como arma una rosa. La flor se había manchado con la sangre del animal y adquirido sus poderes después de su muerte. Cuando el héroe regreso con la rosa, decidieron convertirla en el emblema real como recordatorio por su hazaña.

-Volvamos al trabajo -dijo mi padre. Su mano comenzaba a curarse y podía realizar más movimientos. Esta vez me tocó ayudar a mí mientras él terminaba de unir la empuñadura con el cuerpo.

Decidí colocar dos rubíes en vez de citrino en los ojos del dragón, quería que Amber recordara sus propios ojos cuando los mirara. Ella había sido entrenada como cazadora desde su nacimiento y no dudaba por un instante que pudiera derrotar a la bestia de una forma más heroica que su predecesor.

La noche del cumpleaños de la princesa estaba nervioso. Daba vueltas de un lado a otro, sin poder apartar la vista de la caja.

-¿Le gustará? -pregunté en voz alta.

-Tal vez si me la muestras -me respondió una voz familiar.

Giré sobre mis talones para ver a Amber sonreírme. Esta vez llevaba un traje de batalla con una ligera armadura plateada encima. Tenía el cabello recogido en una trenza y los parpados pintados de un ligero verde. Todos en el reino nos habíamos vestido con los colores tradicionales en su honor, aunque solo los miembros de la corte asistirían a la fiesta en el castillo. Había optado por un traje de verde de mangas cortas con botones dorados y una camisa blanca de lino debajo que tenía guardado para esta ocasión. Tragué en seco cuando sus ojos me recorrieron de una forma que me hizo temblar. Por unos instantes sentí pena por el dragón.

-No.

-¿No? -preguntó sonriente-. Pareces que solo sabes decir "no".

-La verás mañana, no te impacientes.

La princesa se encogió de hombros.

-¿Tienes vino?

Sonreí. Había comprado un maldito barril por si volvía. Le hice señas para que me acompañara a la casa. Mi padre había salido a beber con unos amigos y adentro podíamos hablar con más tranquilidad. Amber fue quien sirvió el vino en las copas metálicas.

-¿No deberías estar en tu fiesta? -le pregunté.

Ella levantó la copa.

-Aquí hay mejor vino y... compañía.

Le dediqué una sonrisa sincera.

-¿Estás lista?

Negó.

-Nunca lo estaré, no sé por qué tengo que matar a un dragón por designio de un supuesto héroe convertido en polvo. Todos los héroes después de él... -tragó-. Solo espero que sea rápido.

Amber se bebió la mitad de la copa.

-Déjame algo -bromeé, intentando distraerla. Sonrió, pero no se reflejó en sus ojos.

-Odio sus miradas de lástima -confesó-. Hoy vino el carpintero, quería tomar las medidas... -Bebió otro trago. No era necesario que terminara la frase.

-¿No confías en tu espada?

-Confió en la mano que la forjo -respondió con total seguridad.

Coloqué la copa de vino sobre la mesa, incapaz de poder tomar más. Amber parecía llevar todo el día bebiendo y aún podía moverse con total elegancia. Mis ojos se posaron en sus labios gruesos, ligeramente pintados con un barniz mate. El maquillaje solo opacaba su belleza natural y su esencia salvaje.

-Estás hermosa.

Sus mejillas se tornaron rojas. Soltó la copa para mirarme.

-No sabía que podías dar cumplidos.

Esta vez fue mi turno de sonrojarme. ¿Por qué dije eso? Lo pensaba. Maldición, no solo lo pensaba, lo creía. Amber se había convertido en una amiga importante con la que compartir mis noches. Pero ella era una princesa y yo un ayudante de herrero. Volví a la copa, como si el líquido pudiera salvarme de ella.

-El verde oscuro resalta tus ojos -dijo con total naturalidad-. Aunque hubiese preferido tus usuales camisas, te resaltan los músculos.

Me ahogué con el vino. Amber se apretó el estómago sin poder contener la risa. Dragones, aquella mujer provocaba cosas en mí que preferiría no admitir.

-Eres tan fácil...

-Lo dice alguien que siempre está rodeada de pretendientes. Conozco tu fama y todas las doncellas del reino, la del príncipe Jasper.

La princesa se estremeció.

-Lo siento, eso estuvo fuera de lugar -me disculpé.

Bebió un trago antes de hablar, como enchufándose fuerzas.

-Ninguno de ellos es de nuestro agrado, los aguantamos porque es parte de nuestro deber. En cuanto a Jasper, lo obligan a cortejar doncellas. Todos quieren que tenga una esposa y engendre hijos como si fuera un animal de cría en vez de un príncipe. Con ninguna... ha compartido cama -bajó la mirada al suelo-. No somos libres, Oliver.

-Lo siento, en serio. No debí...

-Está bien -interrumpió-. Me gustaría que me vieras como en verdad soy, más allá de una corona o una espada.

Alargué mi mano hasta tocar la suya, en el momento en que nuestros dedos se entrelazaron una chispa me recorrió por el cuerpo. Magia. Amber era la magia misma.

-Te veo -susurré.

Ella apartó la mano.

-No, no lo haces.

Amber dejo la copa y se levantó sin poder mirarme.

-Debo irme, todos deben estar esperándome.

Di un paso hasta ella.

-Amber yo...

-Una última petición -interrumpió-. Posiblemente mañana muera, así que quiero... -tragó-, quiero un regalo de cumpleaños.

Sus manos se aferraron al cuello de mi traje antes que pudiera responder y en un rápido movimiento, me atrajo hacia ella. Sus labios separaron los míos y me perdí en ellos. Gemí al saborear su sabor a vino y a magia. Un beso tan ardiente como el fuego que utilizaba para derretir el acero. Subió las manos a mis hombros y las mías buscaron sus caderas. Me empujó a la pared, sin separar sus labios de los míos. Amber poseía una fuerza sobrehumana. Mis manos se deslizaron un poco más, rozando loslímites. Retrocedí un paso, confundido.

Su alteza ladeó la cabeza con un brillo especial en los ojos.

-Espero que esté lista para mañana -ordenó.

Salí rápido de la sorpresa para inclinarme en una reverencia.

-Lo estará -le aseguré.

Dio media vuelta y se dirigió a la puerta.

-Yo también sé guardar secretos -le dije.

Se detuvo en el umbral de la puerta, sin mirar atrás.

-Eso espero -murmuró con tristeza.

Volví al trabajo luego de que se marchó, quería añadirle un detalle extra a la espada, uno que solo vería cuando las llamas impactarán en ella. La sensación de sus labios cálidos sobre los míos me acompañó hasta el amanecer. Su nombre estaba grabado a fuego en mí. Sabía que nunca perdonaría mi reacción, así que le escribí una nota y la escondí dentro de la caja. Luego la llevé hasta el palacio y salí antes de que pudiera verme.

***🗡***

N/A: ¡Hola! Este es el último capítulo de La Espada y el siguiente corresponde al dragón, les adelanto que me ha encantado escribir su parte y espero que les guste también. Recuerden que en cada parte hay sus pistas hasta que se entrelazan al final, ningún detalle está al azar. También van a descubrir que fué lo que Oliver escribió en la espada y la razón de lo que sucedió en esta última escena. Tengo problemas con el guión, en el borrador sale bien pero al publicar se cambia a la raya. Este capítulo va dedicado a @Hum4nidadesRchazada5 y @LGMBlue por su apoyo en la historia. ¡Muchas gracias!

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