Yo también quiero mi final fe...

By SarahiSalinas_

7.9K 944 247

Hollywood la ciudad de los artistas, de los famosos; de los sueños. Hazel king Turner es una chica no tan com... More

Sinopsis
Prólogo
Dedicatoria
Epígrafe
2. Inesperado
3. Amigos
4. Trato de comprenderte
5. Fiesta
6. Pensar, recordar y tratar de olvidar
7. Solo un poco de cariño
8. No todo es bonito
9. Perdón
10. Películas
11. Horneando
12. Mejores amigos
13. Sabor amargo
14. Simplemente no puedo
15. Cicatrices
16. Sanando heridas
17. París

1. Regreso

499 64 26
By SarahiSalinas_

25 de agosto

El sol se asoma por el este dando inicio a un día soleado, mientras se llega la hora exacta tecleo en mi laptop que tengo en mi escritorio de mi dormitorio, añado un par de letras al capítulo que estoy editando. Reviso con sumo cuidado cada puntuación, ortografía y demás cosas que se deben de checar en un texto.

Sonrió con ánimo al saber que lo tendré listo más pronto de lo que pensé, por fin podré actualizar de nuevo.

En mi teléfono suena una alarma que doy por hecho que tengo que bajar al comedor, es hora de irnos al instituto. Tomo mi mochila para ir al comedor y tomar un desayuno rápido.

Escucho murmullos provenientes del comedor, disminuyó el paso volviéndolo lento, tomo un respiro hondo y me armo con un poco de valor antes de pisar el umbral del cuarto.

Los veo desayunando, me da felicidad verlos de nuevo.

Al parecer notan mi presencia ya que voltean y posan sus ojos encima de mi, me siento un poco incómoda pero trato de sonreír.

—Hola mi vida, buenos días. Siéntate a desayunar con nosotros —me ánima mamá.

Camino llegando a una de las sillas vacías a su lado.

—¿Cómo dormiste hija? —es la voz de papá.

—Buenos días —saludo—. He dormido bien, extrañaba mi recámara.

Hay un plato en frente de mi, tiene fruta picada y un vaso de jugo. Agarró el tenedor para empezar a comer lo que hay.

—¿Estás lista para regresar a clases?

Me pongo rígida ante la pregunta, creo que ya se habían tardado en hacerlo. Me quedo callada por un momento procesando en que decirle.

—Si —es una respuesta seca más de lo que imaginé.

Veo en los rostros de mis padres la angustia.

—Todo irá bien —toma mi mano para acariciarla—. Además es tu último año de instituto, el próximo estarás en unas de las mejores universidades.

Y seguro que será el año más largo que he podido imaginar.

No quiero pensar en la universidad, no estoy soportando regresar a mi antigua preparatoria y ya están pensando en la universidad que no se aún que es lo que de verdad quiero.

—No hay que presionarla, todavía hay tiempo para que piense lo que quiere ser —papá sale a defenderme, lo agradezco—. Mejor desayunemos que se nos hará tarde.

Ojalá se haga tarde y no alcance a entrar.

Bebo un poco de jugo para terminar de comer.

Mi padre va en un traje, escuche que tendría una junta importante hoy sobre un nuevo proyecto de producción. Mi madre tiene que ir a su agencia como siempre, mi mamá era una modelo reconocida hace tres años se retiró solo para dedicarse a su agencia que va de modelos y marcas; sin embargo mi papá aún sigue en lo suyo, ser productor y director de cinematografía. Es lo que le apasiona hacer.

Bueno es un poco de mi vida, de la vida de mis padres. Mi mamá piensa que seguiré sus pasos en el modelaje pero no lo quiero, además de ser una chica de estatura muy bajita y no tener el aspecto de una. Yo sueño con cosas totalmente diferentes a lo que se dedican.

—¿Has terminado? —miro la poca fruta que queda.

—Lo he hecho —asiento levantándome—. Iré a la habitación por mi mochila.

—No te tardes o llegaremos tarde —grita mi padre detrás de mis espaldas.

Subo cada peldaño con delicadeza, no tengo apuros y tampoco es como si me emocionara regresar a clases presenciales. Estaba mucho mejor en Canadá y no aquí.

Aquí ya no me queda nada.

Al entrar de nuevo en la recámara que sentía como mía tiempo atrás solo la veo sombría y sin vida, es bonita, muy lo que era en el pasado.

Me paro en seco frente al espejo, me observo por unos segundos que parecen eternos

Tocar mi piel, tocar mis brazos y verme no se siente lo mismo, mi cabello ha crecido más de lo normal, me gusta como está. De todo lo malo, nació una nueva yo.

Llevo una sudadera con capucha, unos jeans desgarrados, voy de lo más básico. Ni una gota de maquillaje, más que el brillo de labios y mi máscara de pestañas.

Es lo queda de mi, una sombra, sin ningún tipo de sonrisa. Solo ansío que este año pase de lo más rápido y pueda huir, irme y volar a cumplir mis sueños.

—¡Hija!, ¡baja ya!. Se nos hace tarde —escucho el llamado de mamá desde las escaleras.

Observo la hora en mi teléfono, en efecto faltan quince minutos para entrar a la escuela y desde mi casa a ahí se hacen casi los quince y si mi padre pisa acelerador uno diez.

Tomo la mochila para ponerla en mi hombro, camino con pocas ganas.

—Anímate, volverás al instituto y lo más emocionante de eso es que volverás a ver a tus amigas —no surge efecto en mi aquellas palabras.

Cómo te digo mamá, nadie de allí ya no es nada.

—Claro —finjo emoción.

Subo al coche de papá quien ya me está esperando.

—No pongas esa cara, todo irá bien —pone en marcha el carro—. Seguro habrá nuevos amigos, no es necesario los del pasado.

No digo nada, saco mis audífonos para colocármelos.

Frunzo el ceño mientras voy viendo los demás autos pasar a nuestro lado. Veo como se van haciendo notar los estudiantes que van directo a tomar clases.

Me encojo en el asiento para ver si desaparezco de la faz. Mi padre se estaciona en un lugar libre para que baje.

—Hemos llegado, cualquier cosa marca nuestros números o solo ve a la dirección —hago una mueca—. Anda, pórtate bien cariño.

—Lo haré —sigo pegada al asiento sin querer salir—. No tenías por qué venir a dejarme pudo hacerlo el chófer.

—Es tu primer día, quería hacerlo —hay una preocupación en su voz—. Te quiero, y quiero cuidar de ti.

—Gracias pero ya estoy bien. Necesito acoplarme de nuevo a esto, estaba haciendo una vida en Canadá papá y de la nada regreso aquí, no se cómo procesarlo, necesito un poco de tiempo —explico.

—Lo se cariño, todo a su tiempo. Lamento que tuviéramos que traerte de nuevo, sabemos que sufriste estás vacaciones; nosotros también te extrañábamos.

Aprieto la mochila a mi pecho. Es hora.

—Tengo que irme, está por sonar la chicharra.

Bajo sin ver a los demás.

Enfócate solo en una cosa: llegar al aula y buscar un asiento vacío para usar.

Veo el camino que seguiré hasta llegar al portón, de ahí veré los pasillos de diferentes aulas y buscaré la dirección para pedir un horario, buscar la aula y listo.

Todo suena tan difícil para mí. Si se puede.

Aferro mis manos a las correas que unen a la mochila, bajo un poco la mirada para no ver cómo los demás posan sus ojos en mi. Seguro estarán sorprendidos o impactados por mi presencia. Solo debo de hacer como si no existieran.

Hay uno que otro murmuro de los alumnos, estoy segura que provienen de los de tercer grado, los demás pueden que hayan visto alguna fotografía mía por ahí en internet ya que cuando me fui solo iba en primer año.

Me armo un poco de valentía y alzó la mirada, hay tantas personas que no conozco. Rostros que reconozco en los pasillos, me miran de arriba a bajo como si no se la creyeran.

Y ahí, a un lado están las chicas que alguna vez fueron mis amigas, ahora son simples desconocidas para mí. Ignoro sus presencias para buscar la dirección, no necesito ayuda de nadie aún recuerdo donde queda cada salón, es lo bueno de todo.

Me fijo muy bien antes de ingresar a las oficinas de la dirección, busco con la mirada a la secretaria que me ayudará con mi horario.

—Buenos días, vengo por mi horario de clases —saludo a la señorita que está en un cubículo mirando fijamente el ordenador.

Alza la mirada: —Buenos días, dime tu nombre para buscarlo.

—Hazel King Turner, último año.

—Muy bien —teclea en su computadora—. Aquí estás, en un momento sale.

Escucho como la impresora saca la hoja de máquina.

—Aquí tienes, bienvenida —es todo lo que dice para seguir con lo que esté haciendo.

Bajo la mirada para ver qué clase tengo.

No tardó mucho en llegar al salón, me armo de valor para pisar el umbral. Hay unos nervios floreciendo en mi interior.

Al entrar veo uno que otro alumno, algunos dejan sus pláticas para verme y otros no les importa en lo absoluto lo cuál doy gracias.

Busco un asiento vacío, hay uno casi hasta el fondo y queda al lado de la ventana.

Solo espero que suene el timbre que de inicio a las clases. Las butacas van siendo ocupadas por más alumnos. Puedo reconocer algunas caras, personas con las cuales mantenía charlas, risas y más. Ahora solo pasan de mi.

Cómo desearía regresar a Canadá. Llevo mis manos a mi rostro para taparlos, me echó en la mesilla para controlar la melancolía que me recuerda que ya no estoy donde quisiera.

—¿Disculpa? —una voz me saca de mi drama—. ¿Esta ocupado? —señala la banca delante de mi.

—Oh, no —niego.

—¿Eres nueva? —inquiere con curiosidad.

—No —luego lo recuerdo—. Bueno, más o menos.

—Juraría que no te había visto por aquí. ¿Cómo está eso? —hace referencia a lo último que dije

—Ya estudiaba aquí solo que me fui —aclaro.

—Será eso —veo sus facciones muy delicadas y tan sonriente—. Yo entre el año pasado, me mudé de Arizona a aquí —resopla.

Por un segundo creo que sintió lo mismo que yo.

—No importa ahora, me acostumbré aquí y el próximo año iré a la universidad así que no podré volver —hay una resignación en su mirada—. ¿Y tú?

Noto que no tiene manera de parar de hablar.

Yo solo quiero estar en silencio.

Al parecer se da cuenta de mi silencio así que se calla.

—Uh, una disculpa a veces suelo ser un poco imprudente —la vergüenza surca en sus facciones.

No puedo creer que una chica tan linda como ella, tan alegre me este hablando, yo una chica de aspecto poco convencional. He olvidado que se siente usar ropa tan linda como las demás chicas. Usar vestidos, como lo solía hacer.

—No, no te preocupes —hablo para que no se sienta culpable—. No suelo ser tan sociable.

—Ya lo noté. Sin embargo yo tengo voz para las dos —su confirmación hace que quiera sonreír—. No empatizo con los demás.

—Conozco algunos.

—Puedo ahorrarme describir a cada uno de ellos, esto suena muy cliché pero también hay estatus dentro del instituto —pone en blanco sus ojos grises azulados—. Suena patético.

—Demasiado —concuerdo.

Está apunto de soltar otra cosa más cuándo la profesora cruza la puerta. Se acomoda en su asiento.

—Hablamos luego.

—Buenos días —va en una típica falda de tubo y una blusa blanca—. Seré la encargada de su grupo, soy Alexandra Douglas, imparto las clases de literatura clásica.

Escucho atentamente lo que dice, trato de grabar lo más importante.

Se voltea a la pizarra para escribir. La voz de dos chicas interrumpe.

—Buenos días señorita Douglas, ¿podemos ingresar? —una de ellas habla.

—Hace cinco minutos inicio las clases —recalca—. No me gusta que lleguen tarde a ninguna de mis clases, que sea la primera y última vez. Por ser el primer día no les pondré retardo —antes de dar sus últimas palabras se gira hacia nosotros—. Esto va para todos, no hay favoritismo.

Queda más que claro sus advertencias.

—Pueden pasar —entonces la veo.

Bryana Sanders, la chica que alguna vez fue mi mejor amiga. Se detiene a media aula para verme, se borra su sonrisa para pasar a ser una neutra sin ningún tipo de expresión.

Se coloca en el otro lado de donde me encuentro.

—Te ha visto como si fueras un muerto resucitado. ¿La conoces de algo? —la chica se gira para susurrar despacio.

—Poco —suelto sutil. No reveló más.

Sigo escuchando la clase.

Las siguientes horas las encuentro entretenidas escuchando a los profesores. No presto atención a la presencia de dicha persona.

Llega el momento cuándo suena el timbre para el receso, para poder comer algo.

Guardo mis cosas con cuidado, no me dan ganas de ir a la cafetería, no quiero que me vean. Estar sola es lo preferible a que estar escuchando el bullicio de la mayoría del instituto.

Tomo mi mochila para ir a buscar un lugar tranquilo, donde no haya tanta gente.

—Oye, ¿dónde vas? —es la chica.

Sigo sin saber su nombre.

—Por ahí —sigo mi camino.

En nada vuelve a seguir el ritmo a mi lado.

—Vamos por algo de comer —me jala en sentido contrario.

—Paso —me zafo de su agarre—. Tengo asuntos importantes que atender.

En parte es cierto.

—Vale —lo procesa frunciendo el ceño—. Lo haces luego, primero es comer algo.

Estoy reacia a ir con ella.

—Lo siento pero no.

—Como quieras —suspiro al ver qué se rinde.

Sigo mi camino en busca de la salida hacia el campo de fútbol. Subo las gradas hasta dar con el lugar correcto. Saco de mi mochila la laptop y mi teléfono.
Abro mi laptop para subir un capítulo.

Estoy lista para volver, de nuevo actualizando como antes. Extrañaba esto.

No espero más y doy click donde dice «publicar».

Pongo en mi perfil una nota hablando sobre mi regreso, una disculpa por estar desaparecida por demasiado tiempo y que ya habrá actualizaciones seguido de nuevos libros.

Han pasado diez minutos cuando mi teléfono empieza a vibrar por las notificaciones que van llegando.

He regresado a la escritura, regresado a BooksStar. Nadie sabe quién es la verdadera persona que está detrás de mi perfil solo tienen la idea de que es una chica pero no de quién, me tranquiliza que así sea, un fantasma para muchos. Nadie sabe que escribo, ni siquiera mi familia.

En todas las redes que manejo están bajo el seudónimo de «queen star»

Cuándo creo que he encontrado algo de paz, la voz de la misma chica de hace ratos me saca de mis pensamientos. Cierro muy rápido mi laptop y apago mi teléfono para no parecer sospechosa.

—Ahí está, te estaba buscando —me señala.

Se sienta a mi lado.

—¿Qué haces?

—Nada

—A todo esto no se tu nombre —parece recordarlo—. Yo soy Chelsea Watson ¿y tú?.

De todas formas lo sabrá.

—Hazel King

—No me digas que eres hija de Darren King y de Arya Turner —veo la sorpresa en sus ojos.

—Lo soy —al confirmarlo suelta un grito que hace que tape mis oídos por mi propio bien.

—¡No puedo creerlo!, eres famosa.

—Corrección, mis padres lo son. No yo —afirmo la verdad.

—Aún así, serías como una celebridad. Había olvidado por un momento que tenían hija, ¡Oh!, espera también tienes un hermano ¿no es así?

—Te lo dije, mis padres son los famosos, no nosotros —rectifico.

—Contesta lo otro —veo la curiosidad y el chisme.

—Existe el internet por ahí encontrarás todo.

—Yo quiero escucharlo de la misma boca de una de los King.

Sigue de insistente.

—Si tengo un hermano, es mayor que yo —contesto para que deje de molestar—, ¿contenta?.

—Ahora necesito que me afirmes si es Nevan King —saca su teléfono de la parte trasera, teclea un par de minutos en el hasta que me lo muestra—. Dime qué es él.

Puedo observar en la pantalla del móvil una foto de un chico sin camisa. Caigo en cuenta que es mi hermano, está tan cambiado y diferente de aspecto físico.

Me doy cuenta del tiempo que ha pasado. Ya no es el chico desgarbado debilucho que vi hace tiempo, ahora es un joven con aspecto físico mejorado, lleva un par de músculos en su cuerpo. Tiene un abdomen plano con un par de tabletas que resalta en esa piel entre clara y morena que poseemos.

—¿En qué momento mi hermano cambio tanto? —pienso en voz alta y hace que Chelsea me preste atención.

—Es tu hermano, deberías saberlo tú —responde con obviedad.

—Estuve en un internado casi dos años así que desde ese entonces no lo he visto, llegue hace poco a mi casa —aclaro—. Estás vacaciones estuvo aquí pero llegué tarde.

—Tienes un hermano muy guapo —puedo notar como se lo come con los ojos.

—¡Que asco!, es mi hermano —hago una mueca—. No hables así de él enfrente de mi —niego con la cabeza.

—Vale, una disculpa. No pude controlarlo, es un bombón que tiene medio instituto detrás.

Nevan es así, tan amigable, tan hablador y tan sociable que nunca se le ha dificultado ninguna amistad, y eso que no tenía el cuerpo de modelo que ahora posee. Seguro ahora es mil veces mejor.

Cómo lo extraño ojalá lo vea pronto.

—¿Tienes instagram?

Me quedo muda.

—No

—¿Cómo que no?

—No me gustan las redes sociales —soy una mentirosa.

Claro que tengo, pero no le diré que es una cuenta que está bajo un seudónimo algo famoso.

—Parece que vives en la época de piedra —veo una sonrisa en su rostro.

La chicharra suena para regresar a los salones a retomar las clases faltantes.

—Ahí está nuestro llamado, debemos apresurarnos o el maestro nos cerrara la puerta en la cara —me toma del brazo para guiarme hasta el aula.

Al entrar choco con el cuerpo de una chica, al levantar la mirada me doy cuenta que no es cualquier chica, es nada más y nada menos que Bryana, trato de ignorarla fallo en el intento.

—Hola Hazel, es un gusto verte de nuevo —no hay ninguna expresión en su rostro—. Es bueno tenerte de nuevo por aquí.

No se que hacer.

—Si, a mi igual —no es del todo cierto—. Aunque vine en contra de mi voluntad.

—¿Estabas haciendo tu vida en Canadá?

—¿Cómo lo sabes?

No tenía idea de que lo sabía.

—La última vez que fui a tu casa tu madre me lo dijo, te fuiste sin despedirte de mi —ahora si veo un resentimiento en sus ojos—. Ni un mensaje o una llamada...

Trago en seco para no gritarle a la cara que lo se todo. Me trago el sabor amargo que siento.

—Era mejor así —es lo último que le digo para seguir mi camino.

Me siento en mi butaca a esperar que llegue el profesor.

—¿Qué ha sido eso? —su modo curioso viene incluido.

—Era mi mejor amiga desde los seis años —a mi también me duele—. Ahora solo somos unas simples extrañas.

—Que fuerte, ya me doy cuenta el porque te miro con tanto sentimiento, había una mezcla de resentimiento y quizá odio.

—Yo no la odio, solo siento decepción.

Me falló como amiga y como hermana.

Me concentro en las clases que faltan para culminar el horario. En cuanto suena el timbre de la salida recojo mis cosas para marcharme cuánto antes.

—Oye no te vayas —me detiene—. ¿No te unirás a una clase extra?, una avanzada para la universidad.

—Todavía los estoy pensando.

—Yo ya elegí así que me toca quedarme, nos vemos mañana Hazel —sonríe tan fácil.

—Mañana

Emprendo mi camino fuera del instituto, muchos alumnos ya se van en sus autos propios o sus choferes vienen por ellos. Mi padre no dijo nada acerca de si alguien vendría por mi, creo que me toca caminar hasta casa o tomar el bus. Optó por la primera.

Camino por la acera, veo a lo lejos a Bryana subirse a un auto a su lado va un chico, la besa. Supongo que es su novio, ya no se nada de ella.

Agachó la cabeza para seguir. Un auto pita detrás de mi, lo reconozco por qué es el mismo que me trajo en la mañana.
Baja el vidrio para revelar la cara de mi padre.

—Sube —hago caso.

—¿Por qué has venido?, creí que seguías en el trabajo —acomodo mi mochila en el auto.

—Lo tenía, aún así hay cosas más importantes y tú eres una de ellas hija. Además que el chófer estuvo ocupado, ya vendrá por ti a partir de mañana o probablemente no venga.

Frunzo el ceño al no entender sus palabras.

—Casi lo olvido —gira a la derecha—. Hay una sorpresa en casa esperando por ti.

—¿Qué es?

—Ya lo verás cuándo lleguemos, estoy seguro que te pondrás contenta —me dedica una sonrisa hermosa—. Te alegrará el día, o todo el año.

Veo el misterio en su voz.

En un momento ya estamos fuera de la casa para entrar.
A llegar a la entrada que da a la sala escucho un par de voces, aseguro que una es de mi madre y otra no se de quien sea, una voz masculina.

Por un segundo se cruza por mí mente que sea Nevan, lo dudo él debería de estar en New York en sus clases de la universidad.

Al cruzar el umbral, veo la figura masculina de un chico.

—Ya has llegado Hazel, hay una sorpresa para ti corazón —está a espaldas aquel chico.

Lentamente se voltea para revelar su rostro.

Me quedo muda al ver de quien se trata.

Hay una diferencia de años atrás, se ve mucho mayor que la última vez. Ahí están esos ojos verdes claros que me gusta ver en el verano.

Su cabello sigue igual de despeinado, un alboroto y quizá unos rulos que se haya hecho. Su cuerpo ha cambiado drásticamente. Veo un par de tatuajes que se asoma en ambos brazos.

Justo me está dando una sonrisa cálida, me muestra esos hoyuelos tan lindos que tiene. No se que sentir verdaderamente después de años.

Mi corazón se oprime al dolor, se fue sin un adiós y ahora regresa.

—No vas a saludarme —curva sus labios.

Sigo sin decir nada.

—Te has hecho muda —suelta una risita juguetona—. Ya veo que sigues enojada. Hay tanto que debes de saber.

Quiero gritar, no lo hago.

—¿Qué haces aquí? —mis ojos se cristalizan.

—Espere de todo menos esas palabras —da unos pasos hacia a mi.

Hasta ese entonces salgo de mi trance para examinar la sala, hay unas maletas cerca de aquí.

—¿Qué está pasando? —pregunto a mi madre.

—Viene a pasar una temporada con nosotros —contesta.

Mi cara es de total sorpresa.

—Compartiremos techo —sale su voz masculina—. Es un gusto verte de nuevo gnomo.

Me enfurece ese apodo.

—Drystan —amenazo con mi voz.

Regresó después de tres años. Drystan Bouffart Coleman ya no es mi mejor amigo es un extraño más en mi lista.


•| ⊱✿⊰ |•

Hola mi bella gente ❤️

Cuánto tiempo sin leernos, ya extrañaba esto. Damos el inicio de las actualizaciones semanales con este libro.

Estoy emocionada con este nuevo proyecto,
es distinto a lo que suelo escribir y espero hacerlo de la mejor manera posible.
Espero que hayan leído las advertencias antes de empezar a leer, como saben se tratan temas muy delicados.

Yo ya estoy enamorada de Drystan 😩 y Hazel es un personaje que voy a cuidar con mi alma, tienen que tener paciencia con ella.

Si no saben Drystan es hermano de Adrien y también Adrien tiene libro, está en mi perfil como "El heredero Bouffart", ya falta poco para empezar con las actualizaciones.

No se olviden de votar y comentar que ya extraño leerlos.

Instagram: sarahi_salinas04

Nos vemos pronto 🫶

Continue Reading

You'll Also Like

Legado oscuro By SKY

Mystery / Thriller

8.2K 458 5
Despiadado, oscuro y escalofriante, Dante Volsoyosky es todo lo que podría catalogarse como un monstruo. Está sediento de venganza y obsesionado con...
2.7K 247 7
Brenna Abernathy huye de Escocia por culpa de una familia atosigante y una relación tóxica. Sin estudios ni experiencia en el mundo laboral, consigue...
88.3K 5.2K 22
Ésta es mi historia, no soy una damisela indefensa que fue lastimada por un cruel monstruo. Solo fui una chica poco lista que terminó enamorándose de...
3.4K 496 34
Después del atentado contra el imperio de Muscadet, Ayla Clayton queda afuera de su gran jerarquía. Ámbar, su madre, ahora toma la corona como suya...