El Mejor Amigo De Mi Padre.

By maarlpzz

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¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero n... More

Reparto.
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Breaking News.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Epílogo.
II.
Extra I.

Capítulo 17.

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By maarlpzz

Capítulo 17| Te he extrañado, pequeña.

Antonella Cavalcante:

No se que hacer, no se que decir y no se a quien mirar. Siento el peso en mis hombros y como las miradas de todos me apuñalan la espalda mientras Lionel suelta mis manos lentamente, pero eso no evita que vuelva a propinarle una bofetada en ambas mejillas.

—¿Como has podido?— le susurro. Joder, me acaba de cagar la existencia. Me giro hacia los demás y lo que encuentro en sus miradas me destruye. Nate luce descompuesto, Bash confundido y Will ni siquiera puede verme.

—Dime que no es cierto— Nate rompe el silencio y me estremezco— ¡Antonella, dime que no lo has hecho, joder!

—¡Lo siento!— es lo único que se me ocurre, lamentarme.

—¿Te has enrollado en las sábanas del mejor amigo de nuestro padre y lo único que dices es "lo siento"?— tiene la quijada apretada y las manos vueltas puños. Mira a su novia— ¿Lo sabias?

Ella me mira a mi.

—Amor, tienes que calmarte.

—No me digas que me calme y respóndeme a la maldita pregunta— exige— ¿Lo sabias o no?

—No lo sabia— intento no meterla en este desastre pero ella niega, con lagrimas en los ojos.

—Lo sabia y no te lo dije por que antes de ti, está ella.

Nate no dice más nada, recorre la habitación y sale de ella lo más rápido que puede, Eleanor me da una mirada y le hago saber, de alguna forma u otra, que estaré bien. Eso la deja ir en paz detrás de mi hermano.

Ahora ellos tienen sus propias cosas que lidiar.

—¡Nathaniel!

Miro a Bash.

—Bash...

—Saldré a caminar un momento.

Max se va junto a él y sale casi tambaleándose de la casa.

—¿Will?— llamo a mi chico, siento un nudo en la garganta— Háblame, por favor.

—No tengo que preguntar si es cierto por que sólo con notar como has actuado...— se pasa una mano por la cara y al no dejarme acercar a él me mortifico— Pero tengo que hacerlo, necesito que me lo digas, ¿es cierto, Antonella? ¿estuviste con mi padre?

Tiemblo.

—Sí, pero fue mucho antes que tú, mucho antes de tenerte.

—¿Sabias que era mi padre cuando nos besamos por primera vez?— le cuesta preguntarme aquello, lo noto.

—No lo sabía.

Siente alivio.

—¿Y después? ¿cuando vinimos aquí?

Cierro los ojos con fuerza. Estuve evitando tanto este día, ocultándome, que ahora que salió todo a la luz estaba tan desecha.

—Me enteré en la boda, ¿recuerdas?— lo miro a él, solo con él me interesa arreglar las cosas en este momento.

—Lo recuerdo.

—Y justamente ese día me dijiste, Antonella, que escapáramos— habla Lionel detrás de mi, Will levanta la mirada hacia él y aprieta la quijada— que no te importaba decírselo a nadie con tal de estar conmigo, ¡pues ahora lo he hecho y te veo acobardada! ¡Hace seis meses dijiste que me amabas y hace simplemente dos te llame!

Will parece traicionado.

—¡Cállate!— le espeto.

—¿Te llamó?— su voz estrangulada por el dolor me hace sollozar— ¿Y tú le contestaste? ¡Estando conmigo!

—Sí, estando contigo, por que te escuché— le responde su padre. Hijo de puta, ¿cómo puede ver a su hijo sufrir por su causa?— Estando contigo aún me tomó a la llamada, por que me ama.

—¡No es cierto, Will, no sabia quien era!— me defiendo.

—¡¿Y pretendes a que te crea?!— aparta mis manos de su cara— ¡Escúchalo, escucha lo que dice!

—¡Escúchame a mi, no a él!— le pido— se que no eres cómo él, me dejarás explicarme... por favor, mi amor.

—Se siente muy mal, Juls— se toca el pecho— joder...

—Lo sé, y lamento estar haciéndote pasar por este dolor, pero te juro que te puedo explicar.

Asiente, soltando un suspiro entrecortado.

—Te creo.

Sonrío mínimamente.

—Vayamos a nuestra habitación.

—¿Enserio?— la voz de Lionel vuelve a retumbar entre nosotros y me giro a verlo, notando lo destruido que está. Y muy a mi pesar tengo que admitir que me duele verle así— ¿He hecho lo que me has pedido hacer hace tiempo y ahora te hechas para atrás?

Trago grueso.

—Las cosas no son cuando tu quieras que sean— le contesto— Mi corazón ya no te pertenece.

Relame sus labios y la desesperación queda en evidencia cuando se acerca más a mi. Le han dolido mis palabras, lo sé y no se molesta en ocultarlo.

—Amore, las cosas entre nosotros podrían volver a cómo estaban— me dice.

Niego, aquel apodo haciéndome sentir cosquillas en el estómago.

—Estás casado, tu esposa a unos metros de aquí y tu hijo, quien es mi novio, está presente, ¿con que cara me dices todo esto?

—Te quiero junto a mi.

No respondo.

—¡Contéstame, joder!— pide, tomándome de los hombros y cierro los ojos con fuerza— Suena muy egoísta pero no te quiero con él.

¿Por que me puse en esta situación?

—Es muy tarde.

Niega y para mi sorpresa sonríe.

—Soy a quien llamaras por las noches cuando él no te complazca, cuando no sea suficiente, soy a quien buscaras y necesitaras.

Lo manoteo lejos de mi.

—Estoy con Will y tú deberías, al menos por tu hijo, respetarlo.

Decido dar por acabado con esto cuando tomo a Will de la mano y nos dirijo escaleras arriba. Está callado, las de lo normal y obviamente es por la situación que se ha presentado. Camina por la habitación, poniéndome más nerviosa de lo que ya estoy. No me deja acercarme y respeto eso pero a la vez me rompe en miles de pedazos.

—¿Por eso después de la llamada estabas actuando tan raro? ¿por eso comenzaste a beber otra vez? Fue él, todo este tiempo en el que estabas mal era por él— habla, pero pareciera que era para sí mismo.

Asiento, si hablo temo que me romperé a llorar.

—¿Por que no me lo contaste?

—Temí a que me dejaras, no podría haberlo soportado, aún lo temo.

Suspira.

—Te dije que no te dejaría caer jamás— recuerda.

—Lo sé, pero eso no evitó a que me asustara— susurro con lágrimas silenciosas.

—Ahora mismo estoy sintiendo que no confías en mi lo suficiente, que no me conoces por que yo no soy de los que abandonan, soy de los que escuchan y buscan arreglos— habla atropelladamente— Joder, me siento sofocado, siento un vacío en el pecho...

Llegó hasta él aunque no me lo permita del todo.

—No te cierres a mi, es lo único que te pido— le tomo las mejillas y lo hago mirarme a los ojos— Mírame y dime si no ves que te quiero, Will. Mírame y atrévete a decirlo.

—Me quieres— asiente.

—Te quiero— confirmo— y tú me quieres a mi.

—Lo hago. Pero a él lo amas y no puedes negármelo y menos a la cara, Antonella.

—Will...

—No se deja de amar a una persona en seis meses y menos si tienen una historia cómo la de ustedes.

—No conoces nuestra historia— suena a reclamo pero no fue lo que quise implementar.

Ladea la cabeza.

—Cuéntame.

Niego.

—No puedo... yo...

—Cuéntame— pide.

Aún es muy doloroso para mi, ¿como se lo hago saber?

—¿Ves? aún no lo has dejado de amar.

—No es eso.

—¡¿Y entonces que es?!— se desespera, alejándose de mi— ¡Cuéntame tu historia con mi padre, dime que te hizo amarlo, y por que tienes tanto dolor en el corazón que no me puedes hablar de eso! ¡a mi, a quien dices querer y en quien confiar!

Los ojos me arden de aguantar las lagrimas, la boca la tengo seca y las uñas clavadas en las palmas de mis manos.

No es así de fácil... no puedo traer todo eso a mi cabeza se un golpe, simplemente no puedo.

—Puedo contarte una parte, no todo, no ahora, por que aún me duele, me duele todo lo que me hizo— explico— te pido que... que me entiendas, ¿crees que puedas hacerlo?

Y lo hace, lo entiende.

—Vale— lo veo tragar.

—Todo empezó cuando yo tenía dieciocho...

(...)

Bajamos las escaleras corriendo después de quince minutos o media hora encerrados en la alcoba, por los gritos provocados. Eleanor chilla con horror mientras Bash intenta apartar a Nate de Lionel ya que mi hermano lo está moliendo a puñetazos. Con los ojos abiertos, me dirijo hacía ellos.

—¡¿Que coño estás haciendo?!— le grito a mi hermano, golpeándole la espalda con fuerza— ¡Déjalo, Nathaniel!

—¡Es grato ver que defiendes a tu amante!— escupe.

Me estremezco.

—¿Que ha dicho?— pregunta Irene con confusión —¡No entiendo nada de lo que está pasando aquí! ¡He llegado y este niño está golpeando a mi esposo!

—¡Su esposo es un maldito...!

—¡Nate!— lo calla Eleanor— déjalo en paz, aléjate de él— pide.

Quien se lo quita de encima a Lionel es su hijo, pero para sorpresa y embobamiento de todos, lo golpea.

—¡William!— grita Irene, aturdida— ¡¿Que coño les está pasando a todos ustedes?!

Ella se intenta acercar:— ¡No te acerques!— le advertimos Max y yo.

—Me largo, no puedo ver tantos golpes— y cómo antes hizo, se marchó al patio.

Lionel le da un empujón a su hijo que lo deja en el suelo, se yergue y nos mira a todos con su pómulo hinchado, el labio roto al igual que la ceja y la nariz sangrándole.

—Sí me vuelven a poner un dedo encima...— advierte.

—¡Te lo mereces!— grita mi hermano.

Lionel lo mira con los ojos prendidos en llamas.

—¡No fui el único que accedió a esto, ella siempre me dijo que si, no fue cómo que la obligue!— aclara— ¡Me importa una mierda si a ti te molesta o si le molesta a todos ustedes! ¡Estábamos enamorados!— me mira al decir aquello— No tengo que rendirle cuentas a ninguno de ustedes, ni explicarme, ni sentarme a beber el té para contarles cómo ocurrió.

—Eres un imbécil, ¿con que cara vuelves aquí a...?

Lionel lo corta, colocando una mano frente a su cara.

—Con la misma cara que has visto desde que naciste, con esa vuelvo a reclamar lo que es mío y siempre lo será.

Me remuevo en mi lugar incómoda.

—Lo que fue tuyo hace tiempo que ya no lo es— le deja saber mi novio— así que puedes irte por donde mismo viniste.

Ladea la cabeza y los ignora grandemente.

—Quiero hablar contigo— me dice— ahora.

Todos me miran indignados, menos mi mejor amiga pero incluso Max lo hace.

—Estás loco si crees que iré contigo a ningún lado.

Sonríe.

—No te estoy preguntando, pequeña.

—¡Y yo te estoy diciendo que no!

Chillo cuando me coge entre sus brazos y me alza para echarme sobre su hombro y encerrarse en la primera habitación que alcance. Los golpes en la puerta se hacen presentes, las reclamaciones y los gritos por igual.

—Déjame salir.

—No.

—¡Lionel!

Entra las manos en los bolsillos de sus pantalones y me doy cuenta de que negociar esto no está en sus planes. Me dejo caer al suelo, deslizando mi espalda por la puerta. Llega a mi y se pone en cuclillas, no lo quiero ver, no quiero ni mirarlo a los ojos pero su dedo en mi barbilla me hace hacerlo.

—Coopera o estaremos aquí durante horas y horas...

—No quiero hablar contigo, entiéndelo, por favor...

«¡Por que sinceramente no se que haría!»

Intenta cogerme de las manos y por escasos segundos yo me dejo, pero las aparto al sentir su calor, su suavidad y su tacto.

«¡No! no caerás, Antonella»

—Que mal, por que yo tengo muchas ganas de hacerlo— admite— Te he extrañado, pequeña.

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