Mi dulce ángel ❀ SeBaek

By impilusa

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SeHun, un íncubo al que nada le llama realmente la atención, lleva teniendo una relación bastante única con B... More

Mi querido cupido

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By impilusa

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"Blanco, negro, y todas las sombras en el medio".

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SeHun usualmente no encontraba interesantes a los demás; mucho menos a los mortales. Eran aburridos, poco misteriosos, les faltaba una chispa que generase algún tipo de atracción en él. Nunca había llegado a entender cómo alguno que otro demonio había renunciado a la buena vida infernal para quedarse con a vivir la eternidad con un humano. Ellos eran insípidos, solo servían de comida.

Pero ni siquiera para eso le resultaban divertidos a SeHun.

Él era un íncubo que se alimentaba de la energía sexual de cualquier entidad capaz de tener relaciones. Qué, ¿creyeron que se alimentaba solo de los humanos? Sí, era divertido follar con ellos en sus sueños o cuando equivocadamente era invocado, pero ellos no generaban tanta energía oscura en sus almas como para que fuera satisfactorio alimentarse de ellos.

Por otro lado, los ángeles y los demonios también generaban energía sexual. Aunque bueno, SeHun no era particularmente fanático de la energía celestial, ya que era demasiado pura para su alma oscura y a veces le hacía sentir su alma opaca. Pero aún así, los demonios tampoco eran tan interesantes como para atraer su atención.

Tal vez SeHun era un demonio demasiado difícil de complacer, pero no le gustaba simplemente conformarse con poco.

SeHun era un íncubo que llevaba vagando en el mundo desde hacía una larga eternidad. Era un demonio poderoso, no lo suficiente para tener un rango que lo mantuviera cerca de Lucifer, pero sí era lo bastante fuerte como para que otros demonios menores se inclinaran ante él. Y por esa razón, nunca se le habían presentado desafíos que lograran captar su interés como para perseguir algún tipo de objetivo. Simplemente vagaba por el mundo, alimentándose de energías humanas y demoníacas. El tiempo para los seres sobrenaturales cuando se mantenían en aquel plano pasaba de forma distinta al de los humanos, así que no podía decir que estaba exactamente aburrido.

Aunque bueno, sí lo estaba. Siempre era lo mismo. Todo era exactamente igual.

Hasta que lo conoció a él. Su dulce ángel.

—¿Por cuánto tiempo vas a estar ahí mirándome? No creas que no puedo verte, demonio. Tu energía ocupa toda la habitación. Se está volviendo espeluznante.

Era la primera vez que un ángel le dirigía directamente la palabra sin que SeHun hubiera hablado primero. Ellos solían estar por encima de las interacciones con los demonios, nunca se detenían a conversar a menos que fuera absolutamente necesario (o fueran tentados con oscuras ofertas de sexo sobrenatural, pero SeHun no solía hacer ese tipo de propuestas a cualquiera).

Materializándose en medio del cuarto de aquella choza, SeHun miró al ángel con cierta curiosidad. Si había algo que él no entendía ni iba a poder entender nunca, era el amor. SeHun era un íncubo, un demonio sexual, que se alimentaba de las energías oscuras y sexuales. Era imposible para él entender el concepto del amor; sabía que era necesario para que la raza humana no se extinguiera, pero de nuevo, ver a sus compañeros demonios "enamorados" de otros seres era simplemente inexplicable para él.

Y este era un ángel que propagaba el amor. Un cupido. Tenía que serlo, a juzgar por su vomitiva energía pura.

—¿Eres Cupido? —preguntó con diversión.

—Qué anticuado —dijo el ángel con la mirada fija en la joven que dormía plácidamente en la cama de paja de aquel cuarto oscuro—, pero sí, podría decirse que lo soy. Solo que no soy el único ángel del amor que existe. Somos demasiados, y todos nos llamamos distinto. Cupido es tan solo una generalización mal hecha.

SeHun se acercó al ángel con lentitud, sus pesadas botas de cuero haciendo un ruido fuerte a pesar de que la humana no podía verlos ni oírlos. Las ventanas tintineaban con cada paso que daba, o al menos ese era el efecto que quería producir.

—Pero Cupido es más fácil de recordar que el nombre de cada uno de vosotros —dijo SeHun con una sonrisa que hizo que el ángel lo fulminara con la mirada. Los ojos del ángel eran de un color verde esmeralda—. Cuando empiezas a memorizar los nombres, se vuelve aburrido.

Tomó suavemente una de las pequeñas alas del ángel. Las plumas eran suaves pero se retrajeron ante su toque, como si se hubieran quemado.

—No las toques —le dijo con brusquedad el ángel.

La mueca en sus labios era bonita. Todo el ángel en sí era bonito, pero de nuevo, todos los ángeles lo eran a su manera. No había nada especial en él. Simplemente los ángeles eran bonitos.

Sin embargo, no podía apartar la mirada de este.

—Y me dices anticuado a mí —le discutió SeHun—, cuando los ángeles nunca llevan las alas a la vista de todos —se burló, queriendo obtener otro tipo de expresiones del ángel. Se veía bastante lindo estando molesto—. ¿Las alas de un ángel no delatan cuánto poder tienen? Debes ser muy débil como para que se vean así de pequeñas. Con suerte te llegan a los codos. Es un poco patético.

El ángel soltó una carcajada.

—Realmente eres un demonio de alcantarilla. Lamento decirte que solo estoy a favor de la charla degradante fuera de la cama, así que abstente de hacer esos comentarios porque está claro que no tienes ni la menor idea.

—¿Así que si tuviéramos sexo sí me dejarías hablarte así?

El ángel lo miró desafiante. Su rostro era tan lindo, como el de un cachorrito. Su nariz de botón estaba rosada por alguna razón.

—Ni en tus sueños más perversos podrás ponerme un dedo encima.

SeHun entornó los ojos hacía él, y comenzó a proyectar sus energías hacía el ángel. No debería ser difícil convencerlo con un poco de magia, claramente el ángel era de un rango bajo, no habría ningún problema.

Sin embargo, el ángel no se inmutó. En cambio materializó un pequeño arco rosado y unas flechas igual de inofensivas y lanzó una a la joven durmiendo en la cama. Al impactar contra la humana la flecha se deshizo en un brillante polvo en el aire, y SeHun se preguntó a quién la habría conectado con ese flechazo. Las energías de la joven no cambiaron, así que se preguntó si incluso la flecha había sido efectiva. Tal vez el pequeño Cupido realmente no tenía ningún tipo de poder.

—Deja de gastar tus energías conmigo —le dijo el ángel con una sonrisa—. Soy completamente inmune.

—¿Por qué? —SeHun no pudo evitar preguntar. Tenía curiosidad. Nunca le había sucedido, menos con un ser sobrenatural poco poderoso.

—Porque creo en el amor.

Y dicho eso, desapareció sin dejar rastro.

SeHun se quedó mirando por un largo momento el espacio vacío donde antes había estado el ángel. Brillos rosa y dorados se desvanecían en el aire, allí donde había estado.

No pudo evitar pensar que era apropiado.

*

—¿Por qué no paras de hablar de ese cupido? Es la quinta vez que lo mencionas... y tú nunca le das un segundo pensamiento a absolutamente nada, ni siquiera al sexo.

SeHun suspiró y le dio otro trago a su gran copa de vino, que le quemó hasta el fondo de la garganta. MinSeok tenía un punto, pero él no podía terminar de encontrar una explicación adecuada.

No había podido dejar de pensar en el pequeño Cupido con ojitos de cachorro. Ni siquiera podía dejar de pensar en él en ese bar lleno de demonios que perfectamente habrían podido llamar su atención para una noche de diversión y alimentarse de oscuras energías.

—Creo que captó mi atención —admitió por sobre el ruido de los gritos de una pelea que se estaba llevando a cabo al fondo del bar. Una silla voló cerca de su cabeza, pero SeHun ni siquiera se inmutó.

—Oh, por Dios. —MinSeok, le dio un trago grande y profundo a su propia cerveza. Aún había líquido en su barbilla cuando habló—. Aún no sé si eso es bueno o malo.

SeHun sonrió.

—Soy un demonio —dijo suavemente con una sonrisa de oreja a oreja—. Por supuesto que es malo.

*

Alimentarse de los humanos era, como siempre, aburrido.

Verlos tener orgías había dejado de ser divertido hace siglos. Ahora era simplemente una forma más fácil de obtener energía.

Y una manera de llamar la atención de cierto Cupido.

Había ideado el plan una noche de aburrimiento absoluto. Quería ver a ese angelito que llamó su atención. Y se imaginó que reuniendo a muchos humanos en un mismo lugar, alguno quedaría enamorado de otro. Y ese era un trabajo para un Cupido.

Su objeto de más reciente obsesión no tardó demasiado en aparecer.

—Debería haber sabido que ibas a estar tú detrás de esto —dijo de inmediato el ángel al verlo. Suspiró, viendo la gran cantidad de hombres desnudos esparcidos por el salón del impresionante palacio, dándose placer mutuamente—. Las orgías eventualmente van a pasar de moda, ¿lo sabías? Cuando surjan las enfermedades sexuales en 1980 quedará un precedente.

SeHun soltó una carcajada.

—No hay que adelantarnos, mi angelito, faltan más de trescientos años para eso.

—Aún así, esto es inaceptable. Lo hiciste a propósito, y ni siquiera estás participando.

—¿Por qué? ¿No puedes pensar que esto es una obra de bien? Ellos simplemente están teniendo diversión gracias a mí. Hay muchas más posibilidades de que surja el amor en una orgía, ¿no? —Señaló al grupo de hombres gimiendo—. Esto sí es buena vida: sexo, placer, energías oscuras. El paraíso de alimento para un demonio. Y el momento perfecto para lanzar flechas de Cupido, lo cual es tu trabajo. Yo simplemente te lo estoy facilitando.

El ángel suspiró.

—Hiciste todo esto solo para verme, ¿no es así?

SeHun sonrió sin un rastro de inocencia en sus ojos.

—Tal vez. —Tosió suavemente, apartando su mirada del ángel—. De todos modos, ellos están limpios. Ninguno está enfermo. Excepto por un invitado que está llegando tarde.

Los ojos del ángel se tornaron hacia él.

—No te atreverías.

Con un chasquido de dedos SeHun materializó una carta sellada con la fecha de ese día.

—Si me dices tu nombre y me concedes un deseo, le haré llegar esta carta instantáneamente. Sabrá que no debe venir.

—Eres un cabeza de asno —se quejó el ángel. Soltó un largo suspiro—. Puedes preguntarme mi nombre sin la necesidad de amenazar el equilibrio de la naturaleza.

—Como podrás notar, solo me gusta estar seguro de que vas a cumplir.

A pesar de lo exasperado que se veía el ángel, asintió.

—Envía esa carta, demonio. Te lo diré sin necesidad de amenazas: mi nombre es BaekHyun, y te concederé cualquier deseo... menos tener un encuentro sexual conmigo.

Con una sonrisa triunfante, SeHun hizo desaparecer la carta.

—Pedir tu nombre era para darle el toque dramático —respondió—. Bien, BaekHyun. Mi deseo es ver cómo lanzas esas flechas de Cupido antes de que me permitas cortejarte. Y, como soy generoso, te daré la maravillosa oportunidad de arrepentirte por no querer acostarte conmigo más adelante.

BaekHyun rodó los ojos, pero había una sombra de sonrisa en sus labios. SeHun sabía que había ganado. Más que un pequeño cortejo; se había ganado su atención. Y pronto, mucho más que eso.

Su objetivo estaba claro.

—Despeja el camino, demonio. Tengo trabajo que hacer.

*

BaekHyun era más difícil de cortejar de lo que creyó que sería.

Ni hablar del hecho de que SeHun apenas lograba perseguirlo por el mundo humano; la energía del ángel era débil y eso lo volvía difícil de rastrear. Pasaron varios años humanos hasta que realmente pudieron concretar algo, aunque realmente le tomó cientos de años celestiales lograr acercarse a BaekHyun.

El pequeño Cupido, obviamente, lo leyó desde el primer momento, porque sabía lo que SeHun quería. Y aunque costó mucho tiempo celestial, peleas sobre si el amor era o no real, discusiones sobre la inocua visión que SeHun tenía sobre el amor (¡ni siquiera creía en las almas gemelas!), al final, BaekHyun cedió.

Fue un momento de gloria absoluta para SeHun.

—Pero es solo una vez. No soy un ángel de una sola cama —le había advertido BaekHyun. Sin embargo, sus mejillas rosadas habían delatado que estaba mintiendo.

SeHun, por el contrario, claro que no era un demonio de una sola cama. Y, sin embargo, cada noche regresaba a aquel rincón mágico, lejos del mundo humano y de otro tipo de intrusos, un lugar donde solo BaekHyun y él podían acceder, y se recostaba con el ángel entre las sábanas sedosas, bebiendo de su cuerpo hasta que el agotamiento era más grande que ellos.

Después de que lo probó por primera vez, no volvió a pensar en nadie más; solo en BaekHyun. Día a día, su mente estaba llena del ángel, y no quería hacer más que volver a sus brazos y recibir más de aquel placer sobrecogedor.

Los ojos del ángel, por el contrario, eran honestos y decían todo: esperaban que SeHun no regresara a aquel rincón donde siempre lo esperaba. El rincón que le pertenecía sólo a él, pero donde SeHun, un demonio, tenía permitida la entrada libre.

Parecía que cada vez que se despedían, BaekHyun ponía su corazón bajo llave. Sus ojos decían todo: si no vas a regresar, debo estar preparado. Probablemente BaekHyun no tenía idea de cuánto tiempo esperar a SeHun. Pero al final, el demonio volvía siempre, hasta que se volvió algo tan usual que BaekHyun claramente dejó de preocuparse. Aunque sus ojos tosavía solían iluminarse cuando lo veían a SeHun, sin importar cuánto tiempo hubiera pasado desde que se conocieron.

—No tendrás problemas con la gente del cielo por tener una relación constante con un demonio, ¿verdad?

BaekHyun siempre reía y lo callaba con muchos, muchos besos que hacían a SeHun olvidarse momentáneamente del paso del tiempo y sus deberes no tan obligatorios como demonio. Aunque no es como si realmente le hubiera importado alguna vez. Y cuando estaba con BaekHyun, nada más tenía relevancia. Tal vez era parte de su naturaleza como demonio ser tan despreocupado. No lo sabía y no tenía interés en averiguarlo.

Seguía sin importarle nada.

Nada excepto BaekHyun.

SeHun creyó que después de tanto tiempo cortejando al ángel, después de tener sexo con él por tantos días y noches infinitas, se iba a cansar. Ya había obtenido lo que quería; podía simplemente marcharse, dejar de perseguirlo por mar y tierra para conseguir joder con el ángel y poder moverse hacia algo más interesante.

Sin embargo, no lo hizo. No perdió su interés después de acostarse con él, sino que de alguna manera aumentó.

—Ah, más. Por favor, SeHun. Si te detienes te juro que te clavaré una flecha en el culo.

—Esa no es la charla sucia que esperaba —rió el demonio, pero el movimiento de sus caderas no hizo más que aumentar, robando pequeños gemidos del ángel. Los sonidos que escapaban de sus labios eran tan deliciosos y dulces como su boca. SeHun sintió que podría beber de la dulzura de esos labios eternamente, eran más dulces que el vino más delicioso de la tierra.

—Ahí. —BaekHyun era una sorpresa en la cama: desvergonzado, ruidoso, amenazante, con uñas largas que se incrustaban en la espalda y brazos de SeHun. No es como si realmente le molestara; era un demonio de la lascivia, y no había nada más satisfactorio para la mirada que ver su cuerpo lleno de marcas de placer después de acostarse con BaekHyun—. Ahhhh... SeHun. SeHun, SeHun, por favor.

SeHun nunca sabía por qué exactamente pedía por favor, pero él se lo daba siempre. Todo. No podía cansarse ni perder el interés en esa criatura que nunca parecía tener suficiente. Y SeHun siempre quería darle más. Más, más y más. Satisfacerlo hasta que sus piernas temblaran – lo cual solía suceder después de muchos, muchos orgasmos. Las noches se les hacían eternas, en el mundo sobrenatural las noches duraban años, y para ellos esas noches no tenían fin en el placer en el que se perdían. No comían, no tomaban (no es que realmente lo necesitaran), solo se alimentaban el uno del otro, de sus labios, de su placer.

SeHun siempre se preguntaba cuándo perdería el interés en ese bonito ángel que siempre se quedaba dormido en la cama de nubes y magia después de las horas eternas teniendo sexo, revolcándose en cada rincón de las sábanas entre risas y gemidos de placer.

No parecía que eso estuviera por suceder pronto.

*

—¿Por qué crees en el amor?

La pregunta pareció sorprender al ángel adormecido. Se giró en la cama hasta que su cabeza estaba descansando en el regazo de SeHun, sus ojos viendo fijamente a SeHun desde la posición. Llevaba tantos años viendo esos ojos hermosos, y sin embargo nunca terminaba de acostumbrarse a la agitación que causaba esa mirada en su pecho.

—Porque hace a las personas felices —respondió BaekHyun.

SeHun soltó una carcajada, sus dedos rastrillando con cuidado el cabello castaño del ángel. Era suave y brillante, tan delicado como la seda sobre la que se acostaban.

—Sabes que eso no es verdad. Yo lo he visto: las traiciones, la lujuria, las pérdidas; y peor aún: la lascivia, los engaños, el dolor. No siempre es feliz el amor.

—Tal vez. Pero esos son los efectos colaterales del amor. Esos efectos son tan solo humanos. —La sonrisa de BaekHyun era amable—. El sentimiento puro del corazón, el amor, eso sí existe; es la energía pura que tú no puedes ver porque eres un demonio, pero yo sí. Me alimento del amor, como tú de la energía oscura. Si el amor no existiera, yo no estaría vivo.

SeHun lo observó fijamente por un largo momento. Sabía que BaekHyun no mentía. El ángel nunca le había mentido. Sin embargo, no podía llegar a entender a qué energía se refería. SeHun solo conocía el lado oscuro de las energías, esa era su naturaleza como demonio.

—No entiendo.

—No necesitas entender ahora mismo. —BaekHyun sonrió—. Mejor bésame.

—Puedo hacer eso —dijo, inclinándose sobre el ángel.

BaekHyun sonrió y el pecho de SeHun se apretó.

*

El club estaba atestado de humanos. Almas grises, blancas, negras, de todos los tonos rondaban por el establecimiento. SeHun podía sentir la energía oscura de la música, el roce de los cuerpos, la excitación en el ambiente.

Era el lugar perfecto para un demonio, de eso no cabía duda.

SeHun cerró los ojos, su cuerpo se mezcló entre la gente, bailando, balanceándose. Nadie podía verlo, y él podía ver todo.

En especial a aquel ángel que brillaba en la tarima para algún tipo de espectáculo que en ese momento se hallaba vacía.

En ese momento la plataforma le pertenecía a BaekHyun.

El ángel lanzaba flechas cada tanto, con una mirada pensativa, como si estuviera analizando cada detalle sobre los humanos a los que les lanzaba su hechizo, esos a los cuales hacía que se enamoraran. SeHun con el tiempo había empezado a pensar que aquel era un arte divino. Y que le quedaba bien, acorde a quién era BaekHyun.

BaekHyun era maravilloso. Puro. Dulce. Comprensivo. Empático. No cabía duda que podía ser un Cupido de alto nivel. Trabajar codeándose con los altos mandos, no regresar nunca a la tierra, mantenerse en el cielo alejado de todo y todos.

Y aún así, SeHun lo quería solo para él. Desde hacía un tiempo, BaekHyun había empezado a sentirse como suyo.

Sus ojos se encontraron a través del recinto.

BaekHyun no parecía muy sorprendido de verlo ahí. Su expresión no cambió, pero se bajó de la tarima y se acercó en silencio a SeHun. Su caminata era lenta y grácil al contrario de la agitada música, como si quisiera hacer que el demonio se sintiera impaciente, y lo estaba consiguiendo.

Cuando estuvo delante suyo, SeHun lo tomó en brazos y lo besó con suavidad en los labios. BaekHyun entreabrió los labios y el beso pasó a ser húmedo, hambriento. Las manos de SeHun exploraron el cuerpo del ángel por debajo de su ropa blanca, siempre vestido de blanco, resaltaba como una pluma blanca cayendo en medio de la noche más oscura. BaekHyun era un rayo de luz en la oscura vida de SeHun. Y no porque SeHun necesariamente fuera un ser malvado (ser demonio no implicaba eso exactamente), pero sí era un alma insalvable, un ser de energías oscuras que nada debería estar haciendo con un ser tan puro como BaekHyun.

Aunque en ese momento, aquel ser puro que se estaba frotando contra él de forma descarada, a sabiendas de que nadie en esa discoteca podía verlos. Los humanos atravesaban sus figuras cada tanto, pero ellos no lo sentían, estaban en un plano distinto, uno donde solo los seres sobrenaturales podían rondar.

Y BaekHyun estaba haciendo pleno uso de ese detalle, tocando con descaro a SeHun. El demonio sonrió con perversión contra los labios del ángel. ¿Por qué ese tipo de actitudes se le hacían tan entrañables? Adoraba a aquel ángel corrupto, cuya alma solo quería devorar; anhelaba enterrarse en él hasta no poder distinguir el día de la noche.

—Estás muy duro —susurró BaekHyun. SeHun pudo escucharlo incluso por sobre la música.

—Es tu culpa. Eres un demonio.

BaekHyun soltó una carcajada, su mano codiciosa acunando la polla de SeHun con confianza.

—¿Ahora cambiamos los papeles?

—Sí —respondió SeHun sin aliento—. Esta noche, soy un ángel. Y tú, querido demonio, me estás corrompiendo.

BaekHyun soltó otra risa, una melodía capaz de endulzar los sabores más amargos. Al ángel solían gustarle esos juegos. Y SeHun jamás se negaba a ese tipo de oportunidades. Estar con BaekHyun jamás era aburrido.

—Es verdad. Aún así, planeo corromperte y ensuciar tu alma, para que te enamores de mí. —Las palabras de BaekHyun eran firmes.

—Los demonios no se enamoran —refutó SeHun, frunciendo el ceño.

Se encontró con los ojos de BaekHyun. Eran como dos pozos de estrellas. Ya no importaba dónde estaban. Nadie podía verlos, a pesar de que la discoteca estaba llena. Eran solo ellos dos. Ambos lo sabían.

El ángel cayó de rodillas, su mirada usualmente inocente llena de lascivia.

—¿Realmente no se enamoran? Eso está por verse. Porque yo perfectamente podría enamorarme de ti, ángel.

SeHun tragó saliva, sintiendo un estremecimiento recorrer su espina dorsal. ¿Por qué esa visión era tan tentadora? Las palabras de BaekHyun retumbaron en sus oídos por un largo momento, y las saboreó en su lengua. Amor.

Le jaló el cabello con suavidad, y BaekHyun sonrió.

—Entonces hazlo —lo incitó SeHun—. Si me chupas bien, quizás también me enamore de ti.

BaekHyun le bajó los pantalones, todo su cuerpo iluminado de tantos colores que parecía la paleta de un desordenado artista. Y sin embargo, el rojo era lo que más brillaba en sus ojos. Casi parecía un demonio. Pero su alma todavía lucía blanca. Aunque ya no era el blanco más puro...

—Veremos cuánto tardas en caer.

Esas fueron las últimas palabras de BaekHyun, antes de llevarlo a un limbo de placer del cuál SeHun era incapaz de salir.

*

—Últimamente pasas más tiempo con ese ángel que con los tuyos.

No era la primera vez que oía esa frase. Ya se la habían repetido varias veces durante el último tiempo.

Claro que el tiempo en sí era relativo para los seres sobrenaturales, pero SeHun llevaba al menos varios siglos revolcándose con el pequeño Cupido, y sabía que la información había comenzado a llegar a oídos de otros seres. Los demonios habían comenzado a alertarse de la falta de interés de SeHun por el caos del mundo humano. SeHun ya no vagaba entre los demonios, tampoco. Pasaba sus eternos días pegado a BaekHyun, tomando la energía sexual del ángel (al menos eso era lo que todos creían que hacía, y en parte así era), por lo que no necesitaba descender a reunirse con los humanos, y tampoco tenía interés en codearse con otros demonios. Y eso era extraño para un demonio sexual: nunca se asentaban, siempre buscando alimentarse de distintas energías.

Una fuente de alimento única (y por sobre todo celestial) era un caso bastante único, pero SeHun siempre había sido un demonio desinteresado, así que no era extraño que no tuviera interés en humanos o demonios. Eso no era lo raro; lo extraño era que tuviera una prolongada relación con un ángel, cuando ellos jamás les dedicaban a los demonios un segundo pensamiento.

Los rumores acerca del tema volaban en las orejas de los demonios.

BaekHyun le había dicho que intentara calmar las aguas, porque rumores de todo tipo también habían llegado al cielo, y BaekHyun no había abandonado sus tareas como Cupido, por lo cual los rumores estaban haciendo que sus colegas murmuran sobre él y podía llegar a causarle problemas. SeHun hubiera deseado que BaekHyun sí hubiera abandonado sus deberes, para no tener que estar ahí en ese momento tratando de apaciguar rumores.

En ese momento estaba en el mismo bar de siempre, plagado de demonios y otro tipo de criaturas indignas de ser mencionadas. MinSeok no estaba por ningún lado. Esa vez era JongIn, un viejo conocido. No llegaba a ser alguien que SeHun considerara de confianza. Él era el que había sacado el tema en primer lugar: lo poco que estaba con demonios, y el tiempo infinito que pasaba con un ángel.

JongIn era un demonio menor, parecido a un carroñero de energías. No necesariamente necesitaba alimentarse de energía sexual, cualquier energía oscura a su alrededor podía servirle como alimento. Lo cual lo hacía un demonio bastante impuro y poco confiable. A SeHun no le encantaba exactamente tenerlo alrededor, y que supiera de la existencia de BaekHyun tampoco le agradaba demasiado. No obstante, la mayoría de los presentes esa noche en el bar ya lo sabían, a juzgar por las miradas que recibía.

Sin embargo, en ese momento a SeHun sí le servía la presencia de JongIn. Era astuto y hablador. Si SeHun dijera las cosas correctas y difundiera uno que otro rumor, tal vez JongIn podría esparcir las noticias como pólvora y haría que los seres sobrenaturales olvidasen el hecho de que un ángel y un demonio llevaban siglos enredándose.

Aunque dudaba que aquello fuera tan fácil de olvidar. Un rumor aún más grande debería surgir para tapar este, pero dudaba que hubiera alguna novedad tan relevante. Todavía se arrepentía de haberle contado a MinSeok sobre su amorío con BaekHyun en un lugar tan indiscreto como había sido el mundo humano. Los ojos y oídos de muchos seres sobrenaturales siempre estaban atentos; fue su error en primer lugar.

Por favor, había pedido BaekHyun con unos ojos de cachorro a los que SeHun no se había podido negar. Así que en su frustración, lo había besado con fuerza y desaparecido antes de llegar a decir algo.

SeHun apartó de nuevo a BaekHyun de sus pensamientos y se concentró en lo que JongIn le estaba diciendo.

—Algunos dicen que Satán no está feliz con lo que estás haciendo.

SeHun sintió un nudo repentino en el estómago. Igualmente, trató de sonar despreocupado y desinteresado, como siempre se había sentido, hasta ese puto momento en que todo cambió.

—Los íncubos podemos alimentarnos de las energías de cualquier ser. Yo estaba aburrido, y este ángel me entretiene.

JongIn lo miró lascivo.

—Apuesto a que es muy bueno en la cama.

Ya quisieras saberlo, hijo de puta.

SeHun bebió un largo trago de su bebida. Le quemó la garganta hasta el punto que llegó a ser doloroso. Al menos silenció el insulto que le quiso decir al demonio. No se merecía su atención. Odiaba a BaekHyun por ponerlo en esa posición. Y, sin embargo...

—Cada vez los hacen más fuertes —dijo para sí, hablando sobre la bebida—. Cómo quema.

—Al parecer, tu alma también se quema. —La voz de una mujer, suave y tenebrosa, vino desde atrás de ellos—. Está gris, como las cenizas. Antes era un agujero negro.

SeHun tragó saliva.

—Sigue sin haber nada extraño en ello.

Ya sabía quién le hablaba. Era Irene, un demonio de un rango superior. Era un íncubo muy poderoso. Ella era cercana a Satanás. SeHun la conocía hace milenios. Ella sabía todo.

Irene se sentó con ellos en la barra, y un trago alto de color rojo se materializó entre sus manos. Ella bebió varios sorbos antes de hablar.

—No hay una regla que impida a los demonios estar con los ángeles. Pero tienes que pensar en cómo te verán los de tu propia especie. Si tu energía se opaca, perderás autoridad; serás como JongIn.

—Espero que no hayas querido ofenderme —dijo el aludido, aunque JongIn no se veía ofendido.

Irene lo ignoró.

—De cualquier forma, SeHun, sé que a ti no te interesan los de tu propia especie. Pero nada se sabe acerca de los ángeles. La energía pura de BaekHyun también se debe estar opacando. Habrá que ver cuánto dura en su puesto si pasa mucho más tiempo a tu lado. Y habrá que ver qué es más importante para él: si su puesto como Cupido, o su extraña relación contigo.

SeHun se puso de pie.

—Te equivocas, Irene. A él no le importa eso. Y de todos modos, su energía sigue tan pura como cuando lo conocí. Son tan solo rumores.

Irene no se veía como si le hubiera dado la razón, pero no presionó. En cambio, tiró un golpe más bajo: —Satanás se pregunta si ya no te interesa ser un demonio.

SeHun apretó los labios.

—Dile a Satanás que hay cosas más importantes por las que debería preocuparse en primer lugar.

—No lo creo. Todo el cielo y el infierno está pendiente de tu relación con tu angelito de juguete, así que dudo que le importe demasiado que no quieras que se inmiscuya en tus asuntos.

A SeHun se le secó la boca. Hacía milenios que no se sabía sobre una relación entre un ángel y un demonio, debería haber supuesto que ellos estaban en boca del mismísimo Satanás. Probablemente de Dios también.

—El mundo humano es un reino muy pequeño —continuó Irene—. Muchos los han visto juntos a lo largo de los siglos. No puedes negar que el alma de ese ángel ha sido corrompida desde hace rato. —Las palabras de Irene salieron con lentitud y seguridad—. Aunque todos nos preguntamos si tú también ya has caído por él. A pesar de que literalmente no hay un lugar más profundo en el infierno a dónde ir, pero ya sabes a qué me refiero.

—No toleraré que estés hablando tantas estupideces, Irene.

Irene solo sonrió, su sonrisa espeluznante.

SeHun gruñó y se esfumó del bar sin siquiera mirar atrás. De algún modo, se encontraba furioso, y no sabía por qué.

Había mentido y no estaba seguro del motivo. Se había sentido demasiado a la defensiva. Después de todo, la energía de BaekHyun sí se había opacado; ellos tenían sexo constantemente, y BaekHyun era un ángel puro. Por mucho que continuara con sus deberes como Cupido, tener relaciones impuras con un demonio estaba dañando su alma.

¿BaekHyun se habría dado cuenta de eso? ¿Por qué seguía con él entonces? SeHun claramente no le estaba haciendo ningún bien a su alma, y probablemente le estaba causando problemas en el trabajo...

Tenía tantas preocupaciones dando vueltas en su cabeza, que preguntó si todas ellas podrían resolverse si ellos sintieran algo parecido al amor.

Pero, ¿qué era el amor siquiera?

*

El lago estaba en calma. SeHun no podía dejar de mirar la superficie firme, donde se reflejaba la puesta del sol.

BaekHyun dormitaba plácidamente a su lado, recostado sobre la arena.

Se veía realmente hermoso, en paz. Su alma, turbia, todavía se veía blanca a la luz del sol.

Irene tenía razón, y eso hacía que SeHun sintiera un miedo atroz.

Apartando sus temores, se inclinó y lo besó dulcemente en los labios. Últimamente encontraba un placer inexplicable en aquella simple acción. Un beso sin otra intención de por medio. Casto, casi dulce. No encajaba dentro de lo que los humanos llamaban "amigos con derechos". Lo hacía sentir extraño. Y sin embargo, no podía dejar de desear más de esos besos.

BaekHyun abrió un ojo y lo miró con una sonrisa. Sin embargo, no dijo nada. El estómago de SeHun dio una complicada voltereta. Estaba preocupado.

—¿Qué? —dijo, no aguantando el silencio.

—Nada —respondió BaekHyun. Aún sonreía.

SeHun le tomó la mano y desvió la mirada hacia el atardecer.

Y aún así, no se quería alejar de BaekHyun. Porque ese ángel había empezado a sentirse como suyo, y ya no podía imaginar estar el resto de su eterna vida sin él.

Muchas palabras sin decir flotaban en el ambiente, impronunciables aún, ambos estaban faltos de coraje. Aunque no faltaba mucho para que al final se atrevieran a decir aquello que los perseguía constantemente.

Solo que en ese momento, los ojos del mundo entero estaban sobre ellos.

*

SeHun pasó días y días vagando por lugares remotos de la tierra, simplemente pensando.

Las noches las pasaba en brazos de BaekHyun, como siempre, en su refugio.

Sin embargo, no se atrevía a hablar.

Tenía miedo de perder a BaekHyun.

¿Qué si BaekHyun finalmente decidía que SeHun tan solo le hacía mal? Ya no podían obviar el hecho de que el alma del ángel se había vuelto gris. Ya no le podía mentir. Tenían que hablar, pero le daba terror que aquel fuera el final.

No solo no quería que el sexo se detuviera, porque ellos eran más que eso. Más que amigos con beneficios. Mucho más. BaekHyun era su amigo, pero también su complemento. No sabía qué haría sin él. Estaría tan solo, y triste, y él jamás se había sentido de esa manera antes. Su existencia le había bastado, nunca había necesitado a nadie más.

Sin embargo, sí necesitaba a BaekHyun. Lo había empezado a necesitar con el tiempo. Ya no podía dejarlo ir. No sabría en quién se convertiría si no tenía a BaekHyun a su lado. Tampoco quería averiguarlo.

El día para hablar finalmente llegó, y pronunció las palabras con un hueco en su corazón. Ya no le dolía el estómago; ese dolor había subido y se había instalado en su pecho, tan doloroso que a veces sentía que no podía respirar.

—Sabes que yo me alimento de ti, ¿verdad?

La pregunta salió de su boca antes de que pudiera detenerla. Necesitaba asegurarse de que BaekHyun sabía acerca de las consecuencias de lo que ellos tenían. Si BaekHyun sabía que su alma estaba opaca.

Si le importaba lo suficiente como para alejarse de él.

BaekHyun, desnudo en toda su gloria, yacía descansando al borde de la cama, su cabello castaño se deslizaba por el borde de la cama como seda marrón. Sus ojos de inmediato encontraron los de SeHun, sentado en el piso junto a la cama.

—Lo sé —confirmó BaekHyun—. Eres un íncubo.

—Sí. —SeHun suspiró—. Antes de conocerte, mi alma era negra. Muy negra. Algunos dicen que era como un agujero negro.

—Lo sé —volvió a decir BaekHyun. Tomó con cuidado la mano de SeHun, más grande que la suya, y empezó a jugar con sus dedos—. La recuerdo perfectamente, porque era así el día que nos conocimos. Y por mucho tiempo fue así. Siempre tan oscura, como si uno pudiera sumergirse y nadar en ella.

SeHun observó los dedos pálidos y delgados de BaekHyun jugando con los suyos. Algo se retorcía en su pecho y no sabía qué era. Pero infierno, cómo ardía.

—Ya no es negra —afirmó con cuidado. Recordaba el alma de BaekHyun, también. Blanca como las plumas del ángel más puro. Ahora era gris claro. Pero ya no era pura—. Y la tuya tampoco es blanca.

—Lo sé —dijo BaekHyun, por tercera vez—. Ha pasado una eternidad desde que cambió de color. Al principio no era demasiado notorio, pero ahora es un gris pálido. Muchos ángeles se detienen a observarme cuando me ven.

—¿Y no te preocupa? Hace un tiempo me pediste que tratara de detener los rumores. Ellos deben saber que estamos juntos, mierda, hasta Lucifer lo sabe. ¿No serían capaces de quitarte tu lugar como Cupido si tu alma se oscurece aún más? No quiero que sea mi culpa que te quiten todo lo que amas.

BaekHyun sonrió. Era una sonrisa conocedora. De esas que SeHun realmente no entendía. No podía atrapar lo que había detrás. Ni una pista tenía.

—Ellos lo entienden —murmuró BaekHyun—. Me entienden. Y no se preocupan por mí. Ellos entienden todo.

—Yo no. No lo comprendo.

BaekHyun le soltó la mano y se sentó en la cama. Sus pies colgaban junto a los muslos de SeHun. El demonio no se atrevió a levantar la cabeza para mirarlo.

—¿Por qué te preocupa tanto que mi alma se manche, SeHun?

—Un demonio dijo que podría causarte problemas. No quiero ser la causa de ello. No deseo hacer tu existencia difícil.

—No lo haces, SeHun. Al contrario. Desde que te conocí, mi existencia se ha vuelto muy, muy fácil.

SeHun cerró los ojos, su corazón latía con fuerza. Llevaba una eternidad sin sentirse así. Excepto cuando BaekHyun abría los ojos en medio de la oscuridad, y lo atrapaba viéndolo, como si en cualquier momento se fuera a desvanecer para siempre, y eso le causaba terror.

Era el mismo temblor de corazón en ese momento.

—¿Por qué se ha vuelto fácil, si tu alma se oscureció a pesar de todo?

—Ya sabes la respuesta a eso.

SeHun supuso que sí, aunque escucharlo de sus labios le causó un alivio tan inmenso que pensó que podría morir.

Se puso de pie y volteó para ver a BaekHyun. Sentado en la cama, era la imagen de un ángel corrompido. Se veía magnífico.

Lo tomó con cuidado de las mejillas y se inclinó todo el camino para besarlo en los labios. Los besos de BaekHyun siempre sabían a azúcar. Siempre se preguntó si era porque BaekHyun era un ángel del amor; nadie más tenía ese gusto.

Tal vez el amor sabía a azúcar de verdad, y eso estaba bien.

BaekHyun sonrió en sus labios y lo tomó con suavidad de la cintura. SeHun se montó sobre él, encajando a la perfección entre sus largas piernas. Los muslos de BaekHyun lo apretaron en la cintura, atrayéndolo aún más a él. Era delicado. Y tan caliente. Sus sexos se rozaron y ambos dejaron escapar un pequeño suspiro que se perdió entre besos.

SeHun le hizo el amor a BaekHyun.

No había otra forma de describirlo. Lo trató con dulzura, con cuidado, con delicadeza. Lo besó en cada rincón que ya había besado antes en algún momento de la eternidad, y se aseguró de besarlo también donde creyó que quizás no lo había hecho aún. No importaba. Quería comérselo entero.

Se hundió en él lentamente, y bebió de cada uno de sus gemidos. Se balanceó con él en las sábanas, buscando un ritmo que los aturdió a ambos en un trance hipnotizante. Fue rápido. Fue lento. Fue profundo.

Fue especial.

Todas sus noches y días y tardes y lluvias lo eran. Pero ese atardecer lo fue más. La seda del amor los envolvió a ambos por una eternidad. Los hizo llorar de placer. Acurrucarse juntos. Sus almas estaban tan mezcladas que los grises no se distinguían. Se habían vuelto uno.

—Te amo —susurró SeHun sobre el corazón de BaekHyun.

Había tardado una eternidad en darse cuenta, pero lo hacía. Y sabía que no había sido flechado. La energía se había generado en él. Cada sonrisa de BaekHyun había hecho crecer esa energía hasta que fue tan grande que lo hizo caer enamorado.

BaekHyun, el pequeño Cupido travieso, sonrió. Estaba seguro de que ese ángel sería, para siempre, lo más interesante que SeHun encontraría en toda la eternidad.

—Y yo a ti —respondió BaekHyun—. Sin importar de qué color sean nuestras almas. Te amaré en todos los tonos de grises que existan.

SeHun lo besó de nuevo, y esta vez lo hizo con más amor... si es que eso era posible.


Finღ

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Holi!! Espero que les haya gustado esta historia, la tenía ahí juntando polvo en su versión en español y decidí pasar a compartirla con ustedes también. Adoro el concepto de ángeles y demonios, como verán también tengo una visión un poco diferente del tema, no creo que todo sea blanco y negro.

En fin, ojalá hayan disfrutado este romance entre dos criaturas completamente necesitadas de amor como lo eran ellos, y si se preguntan ¿qué es lo que los ángeles sabían, que le permitían a BaekHyun estar con SeHun a pesar de todo? Pues recuerden que BaekHyun es un cupido y que los cupidos viven del amor.

Les mando un besote enorme y espero  que nos leamos en alguna otra historia, con amor

Pilusa <3

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