Afton? (+18)

By AxelAxxxel

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William Afton, degenerado, obsceno y lujurioso Afton. More

"El encuentro" 2/3 (18+)

"El comienzo" (1/3)

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By AxelAxxxel

Advertencia: escenas explícitas que pueden perturbar/incomodar al lector, se recomienda discreción.

(...)

-¡Hola!, ¿Qué estaba buscando?

El ojeroso hombre, con la mirada cansada, se quedó completamente en blanco por unos segundos.

Su camisa blanca y su corbata morada mal atada, hacían juego con esa apariencia de ex-empresario actualmente desempleado, divorciado y con tres hijos a los cuáles no podía ver por una orden de restricción.

Bueno, la realidad es que no era sólo apariencia.

William Afton, luego de su auge como actor  en el único gran proyecto que tuvo en toda su carrera, se hundió en un pozo de mierda, fracaso y olvido.

El gran William, actualmente viviendo en un cuarto de cuatro por cuatro metros, que alquilaba mensualmente en uno de los moteles más baratos de la ciudad, y siendo cliente habitual del 24 horas de la gasolinera en el que trabajaba una joven y preciosa chica: ___.

-¿Dónde está la muchacha que atiende a las 20:00?

Cuestionó con su ronca voz casi susurrando(algo confundido) al muchacho moreno frente a él, detrás de la caja registradora.

-¿___?, le cambiaron el turno, ahora sólo trabaja fines de semana.

La respuesta del muchacho, cuyo nombre era Tyson(según su pequeño cartel abrochado en su pecho), hizo chasquear la lengua de William con cierta decepción y molestia.

-Gracias.

Contestó en un murmullo, dejando los cigarros en el mostrador que lo separaba del vendedor, marchandose del sitio.

El moreno lo observó extrañado, inclinando levemente su cabeza hacia un lado.

-Viejo raro.- susurró para sí mismo.

Aquella vieja gasolinera, dónde funcionaba el 24 horas, se hacía cada vez más pequeña a espaldas de William.

Caminando cabizbajo con sus largos dedos ocultos en los bolsillos delanteros de sus viejos jeans.

El cabello, algo largo y levemente grasoso, se despeinaba ligeramente con el frío viento de la oscura noche.

-___.

Cerró momentáneamente sus cansados ojos, saboreando el lindo nombre, pasando su lengua por sus resecos labios al recordar el rostro de la fémina.

Cada morbosa idea, cada depravación que había fantaseado con hacerle a la inocente mujer.

Todas y cada una de sus más oscuras fantasías: seguían siendo simplemente eso, fantasías.

—Volveré mi querida ___, volveré.

Habló a la nada, sonriendo siniestramente al dejar su mente divagar entre las más obscenas acciones que deseaba gozar junto a la fémina.

El gran y luminoso cartel de "motel", con sólo las dos primeras letras funcionando, frenó sus pasos.

-Hogar...dulce y putrido hogar.

Suspiró, caminando con lentitud por el amplio aparcamiento entre los "apartamentos" que rodeaban éste, conformando el gran motel.

Aparcamiento dónde había uno que otro coche estacionado, una cinta policial rodeando una gran mancha de sangre y vómito, un par de perros abandonados, y una dama de compañía que lo conocía más que bien.

Sus pasos arrastrados, llegaron hasta su puerta, cuarto número 4.

Sacó sus llaves de su bolsillo trasero, y antes de entrar, una voz a sus espaldas lo hizo girar.

-¿Por qué tan desanimado, culito?

Culito era la forma en la que lo llamaba Tasha, o bueno, como William la conoció: José.

-Otro día de miseria y absoluta tristeza, Tasha. — contestó levantando sus hombros ligeramente.

-Llámame José, sabes que no me molesta, corazón.

-Lo siento, me confunden las prendas a veces.

José río, y saco de su escote un par de pastillas y dinero. Se acercó dando dos zancadas con sus altos tacones, y otorgando un sonoro beso en la mejilla del hombre, le guardó las pastillas en el bolsillo de sus jeans.

-Toma, me las dió Wally a cambió de un favor....y si necesitas "llorar" dentro de alguien, sabes dónde encontrarme.- pronunció con coquetería, agudizando su voz riendo ante el sonrojo incómodo del mayor.

William y Tasha/josé se conocían desde hacía un par de meses, y a pesar de ser un poco lapso de tiempo y no haber mantenido relaciones de ningún tipo, se tenían una confianza abismal.

-Agradezco la oferta, pero sabes que no acostumbro a hacer esas cosas. Además...soy hombre de una mujer.- contestó ingresando a su cuarto despidiendo a Tasha.

-Ella es bastante afortunada, me sorprende lo fiel que eres teniendo a este pedacito de cielo frente a ti.- manoseó su propio cuerpo, riendo a carcajadas cuando William desvío la vista con recelo. -Adiós, Afton.

El nombrado asintió, saludando tímidamente con su mano, y cerró la puerta.

De nuevo solo, en completa penumbra, de aquella noche de luna nueva.

Las delgadas cortinas permitían que la luz de la acera iluminaste un poco el sitio: cuatro paredes algo mohosas donde se encontraba su cocina, baño y dormitorio en el mismo espacio de cuatro por cuatro.

Quitó su corbata, y desabrochó los botones de su blanca camisa.

Llevó una de sus manos al bolsillo donde estaban las pastillas de éxtasis, hizo dos pasos hasta su cocina y se sirvió un vaso de agua para tomarlas.

Dirigió su vacía vista hacia su cama, y desvistiendose casi por completo, se acostó. Sólo unos negros boxers cubrían sus partes íntimas.

Sobre las viejas y agujereadas sábanas, comenzó a divagar, brindandose caricias en su pecho, abdomen y pelvis.

A pesar de no estar extremadamente musculoso, su delgado pero tonificado cuerpo seguía atrayendo miradas, y no precisamente por ser reconocido por su pasado como actor.

Era el tipo de hombre que atraía a mujeres de cualquier edad, tanto quinceañeras sin papá, como mujeres solteronas con dos divorcios tramitados.

Aquel lindo rostro de perturbado atraía a más de una; sin saber la cantidad de ideas lascivas y denigrantes que cruzaban por su morbosa mente.

Sus largos dedos, se dirigieron hasta su boca, mordiendo con suma fuerza dos de estos, sintiendo el sabor metálico y éxtasiante de su propia sangre.

Su respiración se tornaba más pesada, y su mano libre se dirigió hasta su hombría para apretar su grosor por sobre la tela del boxer.

Pasó su cálida lengua entre sus dígitos, saboreando las gotas pequeñas que salían de su leve herida causada por sus blancos dientes.

Suspiró sonoramente, para escupir en su palma y llevarla hasta su gruesa erección.

Envolvió su dureza, echando levemente su cabeza hacia atrás.

Movió de arriba a abajo lentamente, sintiendo su corazón acelerarse y su respiración hacerse más fuerte.

Pasó su pulgar por la hinchada punta, usando el líquido preseminal como lubricación, y siguió moviendo su mano en un vaivén exquisito.

Sonrió como desquiciado ante la sensación tan placentera, y lo único que se cruzó en su mente al sentir tal éxtasis(literal y metafóricamente), fue la preciosa muchacha con la que llevaba obsesionado desde hacía varias semanas.

-____.- gimió ronco y bajo, apretando el rosado glande con su pulgar, para seguir el vaivén.

Levantaba su pelvis, acompañando sus movimientos de mano, mientras sólo podía tener la imagen de aquella linda chica sobre su carne.

-Lo haces tan delicioso, cariño...sigue así, sigue montándome.

Fuera de personaje, William era bastante formal, pero durante sus momentos de calentura(el 50% del tiempo en el que no se quería matar) podía volverse lo más sucio que existía.

Su mano libre tomó su corbata a un costado de él, y con algo de dificultad se la colocó, ajustando bastante al tirar de la punta de la tela.

-Que zorra tan preciosa eres, ___.

Sus cerrados ojos permitían a su imaginación volar, imaginando aquellos lindos senos rebotando mientras metía todo su grueso miembro en aquella intimidad qué tantas veces había querido probar con su boca.

La corbata se ajustaba más y más, y la fricción de su mano y su duro falo se tornaban más rápida.

Saboreó la sangre que había quedado arriba de sus labios, jadeando, tanto por excitación como por búsqueda de aire.

La sensación exquisita se acercaba.

El nombre de la fémina salía de su boca, sintiéndose completamente pleno al creer que todo se iba a concretar algún día.

La tela en su cuello comenzaba a doler de una manera intolerable, pero el placer era mucho mayor.

Volteó sus ojos ligeramente, dejando salir por sus labios un último suspiro con aquel conjunto de letras que lo fascinaban.

Su esencia salió disparada hacia su pálido abdomen y ligera capa de vello en su pelvis.

-Que magnífico.- susurró para sí mismo, aflojando la corbata lentamente, permitiendose respirar.

Su otra mano también disminuyó los movimientos hasta hacerlos nulos.

-Permíteme tenerte.

Murmuró aún extasiado, cerrando sus ojos, intentando mantener viva la imagen de aquel precioso rostro.

-Voy a tenerte.

Afirmó quitando la corbata, pasando sus largos dedos por la marca a rojo vivo que había dejado la tela en su carne.

Mordió su labio inferior hasta partirlo entre sus dientes y sangrar, disfrutando la exquisita sensación de dolor.

-Marcaré mi nombre en tu piel, ___.

William afton, Dave Miller, el viejo degenerado, podían llamarlo de cualquier forma, lo único cierto era que reprimía deseos más que aberrantes.

Deseos que planeaba cumplir con una muchacha en específico, y cuando se obsesionaba con algo o alguien...no paraba hasta saciar su enfermizo anhelo.

(...)

Primer capítulo de 3, gracias por leerme

Saludos, Axel.

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