Cupido, tenemos que hablar

By marlenequen

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Mi nombre es Valeria y acabo de romper con mi novio delante de toda su familia cuando se suponía que anunciar... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capitulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Epílogo

Capítulo 45

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By marlenequen

—¿Es eso cierto? —Me pregunta con un hilo de voz tras la explicación de Valeria y cuando asiento, busca una silla para sentarse. Mira al vacío mientras trata de procesar lo que acaba de escuchar, niega con la cabeza, balbucea algo que no entiendo y de nuevo se pierde en sus pensamientos.

—Le has fundido el cerebro a tu padre, Valeria —Nerea ríe a carcajadas arrastrándonos a los demás.

—Así que... ¿Mi nieto será un Renard? ¿Un Renard de los de verdad?

—Eso parece —Valeria sonríe.

—Entonces, a ver que me sitúe. Tu novio es el hijo de los Renard...

—¿Novio? —Me mira nerviosa—. Eh... Papá, de eso te quería hablar...

—¡Podré conducir sus coches! —Se pone de pie, interrumpiéndola—. Tengo que contarle esto a mi cuñado. ¡Se va a pudrir de la envidia! ¿Quién es el fracasado ahora? ¿Eh? ¿Quién? ¡Se va a cagar!

—Papá. No... No es cómo crees. Valentin y yo no...

—Voy a llamarle —dejando a Valeria con la palabra en la boca, saca su teléfono del bolsillo y marchándose a la cocina, nos deja solos.

—Herme, Hermenegildo. Espera. Eso está muy feo. No lo hagas... —Su madre camina tras él.

—Mamá, papá, escuchad. ¡Joder! —Coloca las manos en su cintura y se gira hacia Nerea buscando ayuda—. Deben saber que no será así... Valentin y yo no somos nada, ni nunca lo seremos. —Valeria me mira, preocupada por lo que está ocurriendo y, aunque disimulo, no puedo evitar que me duelan sus palabras. Sé que es cierto, pero escuchárselo decir, me daña. No quiero separarme de ella

Hace el intento de ir tras ellos y Nerea la detiene.

—Guárdate eso para otro día, tu padre no aguantará más asaltos hoy. ¿No viste que casi te lo cargas antes? Dale un respiro, mujer.

—Pero es que se está haciendo ilusiones y cuando sepa la verdad, se llevará un gran batacazo... —indica apenada.

—Bueno, tú déjale que vaya a joder a su cuñado un rato. Le vendrá bien mientras lo asimila. —De pronto, alguien llama a la puerta y Nerea parece saber quién es—. ¡Voy yo!

Se marcha dejándonos solos y Valeria resopla nerviosa.

—Tranquila. Lo peor ha pasado ya. Acabas de darles la noticia y no parece que se lo hayan tomado muy mal. —Me acerco a ella para tomar su mano y me mira con tristeza—. ¿Estás bien? —le pregunto al darme cuenta.

—No. No estoy bien. Creo que esto me está empezando a superar ya. —Traga saliva—. ¿Y si en el fondo mi padre tiene razón? Tú estás a punto de volver a Francia y yo me quedaré aquí, sola, cuidando de un bebé al que tendré que entregar la mayor parte de mi tiempo.

—¿Te arrepientes? —La miro atento. Me preocupa eso.

—No. No es eso —responde aturdida—. No me arrepiento, pero admito que tengo miedo. No sé si sabré hacerlo bien. ¿Qué le diré cuando me pregunte por ti?

—La verdad.

—¿La verdad? Un niño jamás podrá entender eso... ¿Cómo le explico que su padre...?

—Hola, chicos —Marcus nos saluda.

Estábamos tan metidos en la conversación, que ni siquiera le hemos escuchado entrar.

—¡Ey! —Le devuelvo el saludo, pero noto algo extraño en él—. ¿Todo en orden, amigo? —Su semblante es demasiado serio.

—Necesito que hablemos. Es importante. ¿Tienes un momento?

—Emm, claro. —Disimulo el escalofrío que acaba de recorrerme la espalda. Algo debe haber pasado para que Marcus actúe así.

—Entrad si queréis a mi cuarto, nadie os molestará allí. —Nos pide Valeria al ver que sus padres regresan y, con rapidez, asiento.

Nada más entrar, cerramos la puerta y Marcus mira hacia el interior de la habitación.

—Este cuarto es demasiado pequeño, ¿no te parece? —Se fija en lo mismo que me fijé yo—. ¿Cómo hará Valeria para dormir aquí con el bebé? ¿Dónde acomodará la cuna?

—Me comentó que le cambiaría el cuarto a Julia.

—Apenas es unos centímetros más grande que este. No hay espacio...

—Ya lo sé. Buscaremos una solución. Ahora dime, por favor, ¿qué es eso tan importante que me tienes que contar? Estoy en ascuas. —Necesito que lo suelte ya.

Acomoda su cabello y me mira.

—Valentin —Se detiene para tomar una bocanada de aire—, he descubierto algo más.

—¿El qué?

—Anoche le pedí a mis ingenieros que revisasen todos los planos de vuestros nuevos lanzamientos, ya sé que son confidenciales y que no deberían haber salido de vuestras fábricas, pero después de escuchar al tipo ese hablar, sentí que debía hacerlo y... adivina qué.

—¿Qué? —El corazón me late tan rápido que comienza a faltarme el aire.

—Los han manipulado también. Tienes que detener la producción ya o volverá a ocurrir lo mismo que la última vez. Todos portarán errores y defectos terribles en su mecánica.

—¿Quééé?

—Están tratando de arruinaros y debemos dar con ellos antes de que lo consigan.

—¿Quién puede estar buscando algo así? No lo entiendo.

—¿Y los padres de Nicolle? ¿Podrían tener algo que ver?

—No, imposible. Si nosotros quebramos, ellos también.

—Pues no parece haberles importado demasiado cuando han retirado la inversión en todas vuestras fábricas de España.

—Ya, pero en el fondo eso tiene lógica. Desde el principio ellos no querían que siguiésemos creciendo aquí. Llevan años presionándonos para que traslademos nuestras fábricas a Andorra y han encontrado la forma de conseguirlo. Tienen contactos allí y los impuestos son mucho menores.

—Pues ya no sé, Valentin. Si no son ellos, ya no sé en quién más pensar. Lo único que tengo claro ahora mismo es que alguien está intentando acabar con vosotros y debemos detenerlo o lo conseguirá.

—Sí... eso también lo tengo claro yo. ¿Qué propones? —Estoy tan impresionado, que ni siquiera puedo pensar. ¿Quién querría hacernos daño? ¿Y por qué?

—Lo principal ahora mismo es dar la orden para detener la producción o no podréis hacer frente a las demandas.

—Sí. Voy. —Intento centrarme y al sacar el teléfono del bolsillo, me doy cuenta de que tengo al menos quince llamadas perdidas. Cinco de mi padre y las demás del padre de Nicolle. Lo silencié anoche para no molestar a Valeria y me he olvidado de volver a activarlo. Preocupado, decido dar prioridad al mío marcando su número, pero los tonos terminan y no atiende mi llamada.

Con intención de intentarlo después, busco el número de los jefes de producción y les ordeno que paralicen todo. Esto supondrá una gran pérdida de dinero, pero nada que ver con lo que ocurrirá si continuamos con ello.

Contacto con el equipo de ingeniería de España y tras contarles lo ocurrido, solo necesitan un par de minutos para localizar algunos fallos. La semana pasada cuando enviaron los planos a la fábrica, no encontraron ningún error. En cambio, ahora, parece que hay defectos hasta en la aerodinámica y se muestran tan sorprendidos como yo.

Preocupado, vuelvo a llamar a mi padre. Nunca insiste tantas veces y eso es algo que me extraña.

Espero y espero y cuando estoy a punto de desistir, le escucho:

—Valentin —dice nada más descolgar—. ¿Dónde estás?

—Estoy con Marcus y Valeria. ¿Estás bien?

—Sí, bueno, no lo sé. Tenemos un problema. Uno muy serio.

—¿Ya te has enterado? —pregunto sorprendido y miro a Marcus. Debe haber hablado con él antes que conmigo. —. Acabo de detener la producción.

—¿La producción de qué?

—¿No me hablas de los planos?

—¿Qué planos? —Parece que estoy dando por hecho algo que no es. No tiene ni idea—. No sé a qué te refieres, hijo. ¿Cómo que has detenido la producción?

—Oh, nada, nada. No te preocupes, después te cuento. —Prefiero decírselo en persona.

—Yo te hablo de los padres de esa loca... —No hace falta que me diga a quién se refiere. Siempre la llama así—. Ya se han enterado de que hemos conseguido la inversión.

—Sí, lo imagino... Deben habérselo notificado ya los gestores. —Sigo escuchando, estoy seguro de que no me ha llamado solo para eso.

—Saben que han perdido la guerra y están volviendo a presionarnos.

—¿Cómo? ¿Con qué? —No puedo creer que no nos den ni siquiera un respiro.

—Han amenazado con retirar la mitad de la inversión en Francia.

—¿Qué? —Peino mi cabello hacia atrás con intención de calmarme, pero no funciona. Miro a Marcus y este aprieta su mandíbula. Está escuchándolo todo.

—La rabia de no haber conseguido lo que quieren les debe haber cegado y están dispuestos a ir a por todas —Escucho como traga saliva—. Pretenden acorralarnos, hijo. Quieren atraparnos. Con la nueva inversión han visto peligrar su futuro en la empresa y no están dispuestos a dejarnos ir. No esperaban que lo consiguiésemos.

—¿Qué piden esta vez? —Cierro los ojos esperando cualquier cosa.

—A ti... Quieren que Nicolle y tú os caséis en las próximas semanas. —Su voz se quiebra y tengo que sujetarme al codo de mi amigo para no caerme—. Yo no quiero esto para ti, Valentin. No lo quiero, pero ya no sé qué más hacer. —Llora y eso me asusta. Mi padre nunca lo hace.

—¿Dónde estás, papá?

—En la habitación del hotel.

—Cálmate, ¿de acuerdo? Voy para allá.

Si por culpa de esa gente y sus presiones llega a ocurrirle algo, no respondo de mis actos.

__________

¡Malditos!


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