Brooklyn, New York. 11.03.2023
Uno, dos, tres.. cuatro dólares. Bastante buena cantidad para haberlo sacado nada más y nada menos que del suelo de la calle. Lo guardó en su bolsillo asegurándose de que nadie mirara; seguro se compraría un café más tarde con ello.
Habría salido temprano por la mañana en busca de pistas. Rocky, con ahora veintidós años y ningún lugar al que realmente pertenecer, se dedicaba a vagar por las calles de Nueva York para tener algo que comer cada noche. Se movía entre las sombras, claro, ya que definitivamente no era la persona más querida del estado.
Mientras caminaba, vió una pequeña gota caer. Después otra.
—Mierda.. Lluvia no, porfavor —lloriqueó mirando hacia el cielo, completamente gris—. ¿No pueden dejarme tener un sólo día feliz?
Apresuró el paso, colocándose la capucha de su sudadera y buscando algún lugar para pasar el rato sin mojarse; entonces encontró un pequeño callejón que milagrosamente tenía tejado, y sin dudarlo entró ahí. Pensó que la lluvia pasaría rápido, pero pronto los segundos se convirtieron en minutos, y los minutos en horas.
Si. Fueron tal vez dos o más horas que estuvo metido en un callejón solamente por no querer mojarse.
Cuando se dió cuenta de que la lluvia estaba disminuyendo se asomó; ahora sólo debía salir y seguir con su rutina, buscar algo de comida, y regresar a su refugio antes de la media noche.
Sin embargo, la vida le tenía otros planes.
Al fijar su atención en una cafetería al otro lado de la calle, una silueta que salía de ésta misma a entregar comida a un cliente llamó su atención. Era Skye. Sintió una ola de adrenalina golpear su cuerpo al darse cuenta; pero, no tenía sentido.
Rocky había estado rastreando una extrañas señales que, supuestamente, guiaban al paradero de la chica.. Pero ella estaba ahí. No en Seattle, como indicaba su programa de rastreo. Entonces comenzó a cuestionarse si había visto bien, o si tal vez el pasar tanta hambre y noches sin dormir le estaba cobrando cuentas.
Pero claro, no se podría llamar a sí mismo un buen inventor si no pusiera a prueba las cosas antes de sacar conclusiones.
Fue por eso que esperó a que anocheciera -literalmente casi desmayándose por hambre en el proceso- para entrar a verificarlo él mismo. Y eso hizo.
Tras aquello (además de devorar su dona y su café) caminó con la chica de vuelta a su "hogar", si es que se le podía llamar así. El camino fue largo y tedioso, siendo que la ruta consistía en atravesar arbustos, saltar una reja que parecía tener años abandonada, y después bajar por un tunel que olía peor que el chico mismo.
Aunque contrario a lo que Skye esperaría, no serían las únicas dos personas en ese lugar.
. . .
¿En qué momento.. había terminado aquí?
El sonido de una gota golpeando el suelo cada ciertos segundos era el único sonido que interrumpía el abrumador silencio del lugar. Si se concentraba un poco más, podía escuchar el zumbido que hacían las máquinas al funcionar, pero eso sólo le daba una sensación más grande de soledad.
Suspiró.
Cerró los ojos sin moverse, sentado frente a su escritorio con los pies sobre la mesa, con la luz de las pantallas de vigilancia iluminándolo. Sabía que debía vigilarlas, pero se sentía exhausto.
¿Exhausto de qué? Ni el lo sabía.
Tal vez sólo era que extrañaba ser un niño.
Sin duda, aquel pobre chico no disfrutaba la idea de crecer.
—¡Hey! ¡Ya llegué! —escuchó la voz de su amigo al otro lado del lugar. Se levantó inmediatamente, listo para recibirlo de forma alegre como de costumbre.
—¡Rocky, hermano! ¿Qué tal tu cacería de hoy? ¿Algo nue...?
Se quedó a medio camino con los brazos abiertos cuando vió a Rocky cerrando la puerta de tras de si; lo shockeante era que, no estaba sólo. Y reconoció al primer instante aquella figura femenina junto a él.
—Uh... ¿Sorpresa? —habló el peligris, sonriendo nervioso.
—¿Tracker? —esta vez habló la chica, acercándose a él con una sonrisa— ¿De verdad eres...?
—¡Skye!
Ella no esperó más y se lanzó a abrazarlo con más fuerza de la que el chico esperaba. El fuerte olor a cigarro del chihuahua era un detalle menor en ese momento.
El contrario respondió dicho abrazo sin dudarlo, con una sonrisa de oreja a oreja.
— ¡No me jodas, cuánto tiempo! —rió, hundiéndose entre sus brazos y tomándose la libertad de levantarla en el aire por unos segundos.
Rocky miraba la escena con una sonrisa boba, y sabía que esos dos siempre habían tenido una relación linda por lo que no le sorprendió. Sin embargo su sonrisa se fue degradando en una expresión nostálgica en cuanto recordó que él no tendría la oportunidad de vivir ese tan anhelado reencuentro, por más que lo desease.
—¡Hombre! ¿Porque no me dijiste que la encontraste?
El de raza mixta salió de sus pensamientos sacudiendo su cabeza.
—Ah, me olvidé. Lo siento Track. Pero hey, familia reunida —juntó sus palmas fingiendo una sonrisa y después pasó completamente de largo, dirigiéndose al mismo escritorio de antes.
—Dios, tengo muchísimas cosas que contarte —decía Tracker mientras guíaba a Skye por el lugar, siguiendo al peligris.
La cockapoo estaba feliz, había sido una sorpresa grata ver a Tracker después de tanto tiempo. Pero no podía evitar preguntarse.. ¿Qué hacían allí?
El lugar era algo como un taller subterráneo abandonado. Todo estaba en mal estado, lleno de chatarra, y ciertamente los aparatos tecnológicos tirados por ahí le recordaban a la habitación de Rocky cuando vivían juntos. Pero esto era mucho más preocupante.
Y ni hablar de lo complejo que fue el camino hacia allí, entre atravesar túneles y saltar rejas. Skye podía jurar que más que "un hogar", parecía que estaban ocultándose.
—Quiero saber todo, pasó mucho desde la última misión que tuvimos juntos —sonrió—. Y por cierto, chicos.. ¿Porqué están en este lugar? ¿No tienen.. ya saben, casa?
Se maldijo internamente cuando sintió la mirada de ambos sobre ella, tal vez fue muy directa.
—¿Qué dices? Esta es nuestra casa —dijo el chihuahua, despreocupado— Rocky duerme en el escritorio, yo en el sofá, pero a veces se pone gruñón y me quita el sofá —aquello último lo susurró, intencionalmente alto para que el mencionado lo escuchara, obteniendo una mueca molesta de él en respuesta. Skye rió.— ¡Y tenemos todo lo necesario para vivir aquí! ... Excepto maquinaria legal. —esto último refiriéndose a, claro, todas las invenciones de Rocky amontonadas por ahí.
El mexicano sin duda seguía igual de energético que antes. Y por más que a la chica le causara gracia su actitud había algo que no le cuadraba para nada allí.
—Ya veo... —respondió—. Linda casa.
Un pequeño silencio incómodo se hizo presente. Más bien entre Rocky y Skye, ya que Tracker se encontraba completamente en su mundo rebuscando algo entre toda la basura.
Decir que el de raza mixta estaba avergonzado tal vez era poco. Adoraba a Tracker siendo que fue el único que se quedó a su lado y habían pasado por las peores cosas juntos, pero sentía que estaba fallándole a Skye. Sentía que aquella chica a quien siempre consideró su hermana mayor, estaría completamente decepcionada de ver en lo que se había convertido.
—Rocky —habló primero la mayor—, dijiste que ibas a contarme tu historia, ¿No?
—.. Si, es verdad —dudó un momento—. Track, ¿quieres dejar de buscar comida en la puta basura y venir?
El mencionado bufó molesto, dejando su tarea de lado para saltar y lanzarse sobre el sillón, sillón que probablemente se partería a la mitad si volvía a hacer eso.
—Verás... Tracker y yo comenzamos a vivir en las calles después de, pues, lo que ocurrió.
Tallaba sus manos con nerviosismo y dirigió su mirada al susodicho. Éste captó la señal y tomó aire para hablar.
—Uhum, cuando ustedes tuvieron su dramita y se separaron, yo llamé a Rocky. Nos quedamos un tiempo con Carlos, pero al poco tiempo el tuvo su familia y esas cosas... Así que tuvimos que irnos de casa —pausó—. Y la mera neta, ninguno de nosotros sabía como sobrevivir sin un humano.
Sus recuerdos eran muy claros, y aún siendo alguien que se tomaba todo con humor le era difícil encontrarle la gracia a aquel tiempo; especialmente porque comenzar a sobrevivir en la calle sin experiencia, sin trabajo, y siendo reconocidos como "ex mini héroes" no había sido lindo.
—Digamos que tuvimos que recurrir a robar para sobrevivir —continuó el de raza mixta—. Y al principio estaba bien, pero vivir en las calles es una mierda, por lo que fue uhm... escalando.
Rocky desvió la mirada y bajó sus orejas.
—¿A qué te refieres? —preguntó la cockapoo—. ¿Escalando..?
Tracker tosió fingidamente para dar a entender que su pregunta estaba demás, y otra vez hubo completo silencio.
Entonces Skye solamente necesitó juntar un par de piezas para darse cuenta. Claro, la vida en las calles, el hecho de que Rocky parecía estar constantemente preocupado por que nadie los viera en el camino, y que su "casa" era poco más que un taller abandonado fuera de la vista pública.
—Son asesinos —declaró, sorprendida—. Es eso, ¿no?
—¿Qué? ¡No! No, no no —negó el chihuahua—. Quiero decir... ¿Tal vez? Mierda, es complicado. Vivir en las calles es una chinga, si, tuvimos que hacer cosas no moralmente correctas, pero NO somos asesinos.
Skye se sintió amenazada. Era la primera vez que veía al mexicano tomar un semblante tan serio de un momento a otro.
—No, no matamos a nadie —renegó el menor con un tono casi molesto, sin levantar la mirada—. La palabra criminales aplica mejor.
Suspiró. No quería levantar la mirada. No quería ver la mirada de la chica, darse cuenta de lo molesta que estaría con él; ahora probablemente se iría y no querría saber nada más de él nuevamente.
—Yo... Es mejor que omitamos esa parte —siguió hablando el de raza mixta—. Vivimos de robar y alguno que otro negocio ilícito, eso es todo.
—Pero Rocky, eso no está...
—No está bien, bla, bla, bla. Lo sabemos, pulga —le interrumpió Tracker. Era casi irónico que se refiriera a ella con el apodo que le tenía de pequeños.— Pero es lo que hay, aquí matas o te matan. Además, si la mota vende bien, ¿ps' qué tiene? —el mexicano se levantó y, por un momento, Skye juró que no lo reconocía—. Nosotros no vivimos el sueño americano como otros.
Rocky quiso darse un tiro en la cabeza. Como siempre, Tracker era tal vez demasiado directo, y lo último que quería ahora mismo era problemas con la cockapoo. Aún peor sabiendo que si ella quería, podía denunciarlos y entregarlos a la comisaría.
—Lo siento —fue lo que atinó a decir ella—. Es verdad... No tuvieron las cosas fáciles, por lo que no me voy a meter. Pero si necesitan ayuda, me tienen a mi. Puedo darles el dinero que quieran, sólo... No se hagan daño así, chicos.
Ambos parecieron congelarse por un momento, casi como si no hubiesen escuchado algo así en años -lo cuál era justamente verdad-. Rocky había olvidado lo tan comprensiva y amable que era su hermana mayor, por lo que tuvo que contenerse de comenzar a llorar y abrazarla en ese instante; de todos modos, sabía que no merecía su consuelo.
Aunque Skye realmente no se sentía segura, y se sentía como una apuñalada en el corazón pensar que alguna vez ellos fueron su lugar seguro. Esto era una realidad, ya no eran niños. Sabía que si decía algo tenían la fuerza suficiente para someterla y hacerle algo malo si querían.
—No es necesario, pulga —habló esta vez Tracker, con una voz notoriamente menos agresiva—. Lo último que yo quisiera sería meterte en estas cosas. Me hace muy feliz verte, de veras que si, pero creo que aquí todos sabemos que no vamos a volver a ser una familia como antes.
Eso, sin querer, rompió algo dentro de los dos chicos frente a él. No podían negar que muy por dentro habían ambos mantenido esa ilusión y el chihuahua les estaba recordando que sólo eso era, una falsa esperanza.
—Eso no importa —Rocky cortó el tema—, recordemos el punto.
Y como siempre, evitando a toda costa expresar sus sentimientos, sacudió su cabeza y se giró hacia las pantallas en su dicho escritorio.
Skye quiso decir algo más, al menos consolarlo ya que sabía que solía cambiar de tema en momentos así, pero ninguna palabra pudo salir de su boca cuando su atención se centró en lo que Rocky hacía en aquella mesa. Entre todas las pantallas se formaba lo que parecía ser un mapa, específicamente uno de rastreo; se sorprendió al reconocerlo después de tantos años sin ver uno. Pero en él habían ciertos puntos marcados, y mientras más avanzaba entre días y horas, veía como aquellos se iban desplazando.
—Estos de aquí —explicó— son puntos de rastreo. Han estado emitiendo señales desde hace un par de días, pero lo ignoré debido a que creí que serían solamente piezas antiguas de nuestra vieja tecnología en mal funcionamiento. Esto hasta que me di cuenta que el movimiento no era algo natural.
Comenzó a explicar señalando los puntos, acto seguido levantó una cortina que colgaba en la pared, dejando ver una pizarra mediana con varias notas, fotos, y algún que otro hilo rojo uniendo éstas mismas.
—Tienen un patrón. Cuando una se mueve, la otra llega al punto anterior, tan solo unas horas o un día después. Ahora mismo, hay tres que parecen haber roto el patrón y están en constante movimiento —explicó—. Faltan dos más. El problema es que no tengo claro quiénes son.
Skye, más que sentirse aclarada, estaba confundida.
—¿A qué te refierres con quienes? ¿Qué son las señales exactamente? —cuestionó—. Y más importante, ¿Qué es lo que está captando esas señales? —frunció el ceño y se acercó al chico, mirando el mapa frente a ella con incertidumbre.
—Oh, si, olvidé mencionarlo. Es un chip lo que capta dichas señales. Y ya sé que vas a preguntar de dónde mierda saqué esa cosa.
Entonces el chico se agachó un momento y de un pequeño cajón del escritorio lo sacó: Tal y como Skye lo vió la última vez. Era un collar anaranjado de cuero visiblemente desgastado, con una argolla en el centro de la que colgaba una pequeña placa con un símbolo de reciclaje metálico en el centro.
Un pequeño gasp de sorpresa escapó de los labios de la mayor.
—Me estás jodiendo —tuvo que cubrir su boca ante la sorpresa, pues esperaba todo menos eso—. ¿De dónde lo sacaste?
Ella lo tomó casi arrebatándolo de sus manos, mirándolo con nostalgia, con su boca abierta en forma de sorpresa y casi queriendo formar una sonrisa. Como si fuese el único pedazo de su infancia que seguía vivo.
—Mi teoría es que de la misma forma que los demás están siendo desplazados, el mío también lo fue. Y fue el primero en ser entregado porque quien sea que lo hizo, sabía que yo encontraría la forma de rastrear el resto. —el peligris esbozó una pequeña sonrisa fanfarrona; obviamente sabía era inteligente, pero le encantaba que los demás lo reconocieran.
—Eres un genio, Rocky —y ahí estaba, Skye diciéndole lo que tanto adoraba escuchar, como cuando eran cachorros—. Pero... Si dices que tres fueron entregados y quedan dos, ¿cómo sabes cuál sigue?
Rocky aclaró su garganta con un audible "ejhem".
—El mío fue el primero en aparecer. El segundo rompió con el patrón en Los Ángeles, California. Después volvió aquí a Nueva York una vez más. Entonces el tercero fue a parar hasta Londres, por lo que si no estoy mal, el siguiente debe volver a parar aquí, en Brooklyn. Y está sólo a unas cuantas millas de distancia ahora mismo —señaló.
—¿Eso quiere decir que..? —miró al más alto confundida, pero entendiendo lo que insinuaba. Sus ojos se abrieron como platos cuando comprendió.
—La siguiente eres tú. Y tu pup tag está a solo unas cuántas horas de llegar.
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🐾 | 𝐍𝐎𝐓𝐀𝐒 :
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¡Alo! Aquí Mercy después de un
buen hiatus y tiempo de descanso.
He decidido re-escribir algunas
cosas y darle un enfoque más
"serio" a la historia, pero obvio
sin cambiar la trama principal. Esto
ya que quiero traerles algo bien
escrito y elaborado ʚ♡⃛ɞ(ू•ᴗ•ू❁)
Muchísimas gracias por leer y
apoyarme, leer sus comentarios
me anima bastante. Dicho ésto,
su queridísimo escritor y dibujante
se despide, los quiero mucho<3
Also... ¿qué opinarían de que
comience a hacer comics de este AU?
👀
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