Hasta que el padrino ¿me resc...

By Aandy_Bzz

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Una boda fallida, dos completos desconocidos y un viaje inesperado. Lucienne se prepara para el día más impor... More

ADVERTENCIAS Y ACLARACIONES
SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23

CAPITULO 9

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By Aandy_Bzz

Lucienne

Lunes

Eran tal vez las seis de la mañana, las cinco si eso era posible y la suave luz se empezaba a filtrar por las finas cortinas de tela que estaban en la habitación.

A diferencia de la noche anterior en la posada, ahora había conseguido dormir un poco más. Sin embargo la sensación de estar en un lugar extraño era inquietante. Más si estaba en el hogar de alguien a quien apenas conocía, pero después de unos minutos en la cama, decidí que era inútil pensarlo tanto.

Me incorporé, estirando mis brazos por encima de la cabeza mientras bostezaba.

Decidí no esperar tanto para ducharme, por lo que levantándome de la cama, caminé hacia el baño y entré al agua tibia, rápidamente sentí como mi cuerpo se relajaba. Después de lo que sentí como una eternidad me envolví en una suave toalla y me puse la ropa que me prestó Theresa, una camisa de botones y un short cómodo. Me quedaba un poco pequeña, debido a la estatura y ajustada pero estaba igualmente agradecida.

Caminé descalza hasta la amplia ventana en la habitación, a través de ella se podía ver con más claridad la extensión de terreno que había.
Era a simple vista impresionante. No era exageradamente grande, pero si lo suficiente para que, al menos cuatro casas de gran tamaño y al menos dos estudios se acomodaran bien.

Me quedé contemplando la vista por unos minutos hasta que un dilema me atacó. ¿Sería prudente salir de la habitación a esta hora de la mañana? No quisiera asustar a nadie, o incomodar en el peor de los casos.

Tras unos instantes de debatirlo en mi mente decidí que el balcón sería un mejor refugio matutino, al menos hasta que me acostumbre.

Me dirigí hacia él e inmediatamente sentí el aire fresco en mi piel y el aroma a tierra húmeda inundar mis fosas nasales. Cerré los ojos e incliné la cabeza un poco hacia atrás mientras me abrazaba a mí misma, tratando de sentir la calma de la mañana.

Cuando lo hacía, el sonido de algo me saco del trance. El pequeño salto que di fue inevitable y la vergüenza que se acumulaba también.

Dos balcones más allá estaba Andrew, quien me observaba con una sonrisa vaga y una risa silenciosa. Como si mi sorpresa hubiera sido divertida para él.

— Buenos días, Lucienne —. Habló con la voz somnolienta, algo más fuerte debido a la distancia.

— Buenos días —. Levanté mi mano para darle un saludo ligero.

— Espera unos segundos —. Volvió a su habitación.

¿Esperar qué? Es más ¿A dónde había ido? Como si mi pregunta esperara a ser respondida, él apareció justo en el balcón a mi lado. Tenía dos mantas en sus manos, me ofreció una, la cual acepté.

— Es un poco frío a estas horas —. Se posó de espaldas al balcón mientras se arropaba.

- Bueno, es más frío para ti si acostumbras a salir sin camisa a estas horas —. Traté de bromear, haciendo que una exhalación nasal divertida saliera de él.

Pude ver el inicio de un sonrojo en sus mejillas.

— De acuerdo, no puedo tener un argumento ganador para eso —. Guardó silencio un momento antes de preguntar —. ¿Dormiste bien?

Asentí en afirmación, tratando de ocultar que me mantuve despierta un poco más de la cuenta.

— Sí. De hecho he dormido mejor que las noches anteriores —. Respondí con una sonrisa suave —. Aún trato de acostumbrarme, porque, no te ofendas —. Lo miré a los ojos mientras acomodaba la manta sobre mis hombros —. Eras un desconocido y siento que irrumpo en tu tranquilidad.

— Oye, creí que habíamos pasado esa etapa —. Volteó al frente, viendo el paisaje igual que yo.

No respondí, en cambio suspiré, antes de decir:

— No me cansaría de esto. De levantarme temprano cada día para observar la mañana, tranquila... Y el olor a tierra húmeda -. Giré mi rostro solo un poco, para obsérvalo a él — ¿Lo extrañas? El estar aquí, en tu hogar...

Levantó los hombros, la tela deslizándose un poco por esa zona, mostrando un rastro de piel con algunos —. Muchos en realidad —. Lunares casi transparentes.

Eran más bien pequeñas manchas que parecían hechas con acuarelas diluidas en agua.

— Lo hago — . Dijo, sacándome del momento —. Pero supongo que me acostumbré. Es más una rutina ¿sabes? Vivo en una rutina, voy de aquí para allá en Los Ángeles, pero no puedo quitarme las costumbres del campo, me duermo temprano, y me levanto temprano. Para algunos soy un hombre aburrido...

No me parecía un hombre aburrido, no lo conocía en absoluto, pero algo en él no me dejaba creer que lo fuera. Quería decirle, pero no lo hice. No teníamos tanta confianza, y como si él pudiera leer mentes, habló.

— ¿Qué te parece si empezamos de cero?

— ¿De... cero? ¿Qué quieres decir? —. Arrugué la frente.

— No hagas ese gesto. Te harás anciana más rápido.

No pude evitar la carcajada que salió de mí.

— De acuerdo anciano ¿Qué quieres decir? —. Pregunté y otra duda me asaltó —. Por cierto ¿Cuántos años tienes?

Rodó los ojos y acercó todo su cuerpo a la orilla del balcón.

— Hola —. Dijo, dándome una blanca sonrisa. Yo traté de ahogar la mía —. Me llamo Andrew Westcote, soy un arquitecto e interiorista, del tipo hermanos a la obra, pero no tan genial como ellos —. Me guiñó el ojo izquierdo haciéndome sonreír —. Soltero desde hace unos meses y de Reedwood City, el mejor lugar del país... Y por cierto, tengo treinta años, treinta y uno en diciembre.

Me extendió la mano después de su muy detallada presentación. La tomé, dispuesta a seguirle el juego.

— Es un placer, señor Westcote. Yo soy Lucienne Whitlock, licenciada en marketing de profesión, maratonista de programas y películas de vocación. Soltera... bueno, supongo que desde hace dos días. Soy originaria de Los Ángeles. Y no me lo has preguntado, pero te lo diré de todas formas —. Levanté una ceja —. Tengo un mellizo, se llama Karl —. Guardé silencio unos segundos —. Y tengo veintiséis años.

Estreché mi mano, que aún seguía unida a la suya.

— Veo que nuestros apellidos empiezan por la misma letra señorita Whitlock, eso es interesante, lo de su mellizo también -. Hace una reverencia vaga —. Debo decir que no me lo espera, sin embargo —. Sonrió de lado —. Es un placer conocerte.

— Es un placer, Andrew Westcote.

Nuestras manos estuvieron juntas por lo que parecieron diez segundos más y tal parecía que nuestras miradas no querían ceder.

................................

Después de un delicioso desayuno hecho por la madre de Andrew, este me miró con una sonrisa.

— ¿Estas lista para un recorrido por la propiedad? —. Preguntó como un niño en dulcería.

Tenía la impresión de que no hacia esto siempre que venía o más bien, no lo hacía con cualquiera.
Asentí con entusiasmo, incapaz de contener mi curiosidad. Ambos nos levantamos de nuestros asientos y salimos de la cocina, cruzando los rústicos y lujosos pasillos decorados hasta llegar a la entrada de la casa.

Mi mirada volvió a recorrer las hermosas paredes olivo adornadas con algunos muebles de época y pinturas. Todo parecía sacado de alguna película o programa de televisión. Y, sin poder evitarlo dejé escapar un suspiro, era un suspiro de asombro.

— Esto es increíble ¿Cuánto tiempo te tomó decorar y reparar todo esto?

Él sonrió, alegre de que le preguntara.

— Ha sido un proyecto con muchos años de trabajo, fue mi proyecto.

Lo miré. Sorprendida.

— ¿Qué quieres decir?

— Digo que lo he estado trabajando desde que estaba en la universidad, fue mi proyecto final y el proyecto con el que inicié la carrera. Mi familia siempre ha valorado esta casa, y poco a poco he logrado retribuir algo. Y también —. Dijo conduciéndome por el camino fuera de la entrada —. Pensé que, cuando muera, al menos espero dejarle algo a Evie de lo cual se sienta orgullosa. Y si no es a ella, espero que a nuestros hijos.

Eso era realmente hermoso, que él se preocupara por el bienestar de su hermana y el de sus futuros hijos y sobrinos. Este hombre en realidad tenía un corazón de pollo.
No volví a decir nada, solamente le di una sonrisa.

Continuamos nuestro camino, saliendo al aire libre por completo. El sol brillaba pero no quemaba tanto por la hora que era, el aire fresco era revitalizador.

Andrew señaló a la distancia los establos, en donde se veían algunos caballos. Quería ir pero dijo que probablemente nos pasaríamos toda la tarde allí, sin embargo prometió que lo visitaríamos luego, lo que me emocionó de más.

A Drew no le gustaba hacer este tipo de cosas conmigo...

Drew, el solo pensamiento de él y el momento de nuestra fallida boda quería asaltar mi mente pero no lo dejé, no dejaría que me arruinara este momento tan lindo que estaba teniendo. Traté de concentrarme en la voz de Andrew y en lo que decía, estaba funcionando. Su voz de alguna manera me hacía sentir bien y por extraño que parezca tranquila.

Pasamos junto a un hermoso lago, el lugar favorito de Andrew —. Dicho por él mismo —. Era tranquilo, había árboles que daban una deliciosa sombra y unas bancas para disfrutar de la tarde. Fuimos a un jardín perfectamente cuidado y ordenado de tal manera que los colores de las flores eran como un arcoíris brillante.

— Mamá se encarga del jardín —. Me explicaba—. Cuando se jubiló hace mucho tiempo y papá murió necesitaba algo en lo que poner sus emociones. Ama la jardinería, desde entonces lo mantiene hermoso. Creo que le recuerda a él.

Sin duda su madre había puesto el corazón y su alma en cada flor de este jardín.

Mis ojos estaban absorbiendo la belleza de todo y mi cerebro haciendo fotografías mentales para luego explicarle a mamá y papá todo lo que había visto, pero entonces llegamos a la pieza central del lugar: Una majestuosa casa que se alzaba frente a nosotros. Era rustica, igual que la casa principal, pero aún más impresionante.

Parecía que había sido testigo de muchas cosas e historias, eso la hacía de algún modo, a mi vista, única.

— Esta casa, a diferencia de la otra —. señaló la casa principal con su cabeza, tenía las manos en los bolsillos del pantalón de mezclilla —. Es un proyecto en constante evolución. La estamos renovando para convertirla en un hostal o una posada, tal vez un hotel. Aún no me decido. 

»Quiero compartir el lugar y su encanto con los visitantes... y un ingreso extra además de eso, claro.

— ¿También es tuya? —. Pregunté mientras seguía viendo la casa.

— Esta sí, es totalmente mía. La casa principal es de Evie y mamá. Bueno, de Evie si le preguntas a mi madre.

Jesús, ¿De cuantas generaciones estaríamos hablando para heredar todo esto? Andrew sin duda tenía un corazón generoso y una mente ambiciosa. Me gustaba eso. Era claro que no solo estaba invirtiendo su tiempo, también su alma aquí.

— Espera —. Hablé mientras inclinaba más la cabeza. Admirando —. ¿Lo estás haciendo con la compañía en la que trabajas?

— Exacto. Esto es ambicioso, Lucienne. A parte de mí, necesitaba un buen inversor. Tengo dinero, aunque suene pretencioso o egocéntrico, pero hacerlo solo era como lanzarme a los leones, un señuelo sin oportunidad.

En eso tenía razón, la compañía era un punto seguro, él seguiría siendo el accionista principal y el dueño, la compañía solo un medio para conseguir el fin. Era casi como un préstamo, si no lo estaba entendiendo mal, solo que no lo era del todo. La compañía vería ganancias una vez esto estuviera andando.

— Tengo que preguntar, solo por curiosidad ¿Por qué no te la quedaste como una casa? Ya sabes, una casa normal.

Dio unos cuantos pasos y metió una llave —. Que sacó de su bolsillo —. En el cerrojo dorado que decoraba la puerta. Hizo un movimiento, esperando a que entrara.

— ¿Qué haría con esto, Lucienne? —. Sus hombros estaban encogidos, sus manos devuelta a los bolsillos y su mirada perdida en la planta de arriba —. Es demasiado grande para una persona, ni siquiera sé si tendré la oportunidad de compartir mi vida con alguien... Y si lo hago —. Me observó, un destello de luz cubría su sedoso cabello —. Sigue siendo muy grande para dos personas y tal vez dos o tres niños.

Oh, eso era una realidad, podría traer a vivir a mi familia aquí y junto con la de Andrew aún seriamos muy pocos para esta gran casa.

— Eso tiene coherencia... Pero entonces ¿Dónde vivirías? —. Fue mi turno de mirarlo —. ¿O no tienes planeado volver?

Por alguna razón extraña me afligió eso. Caminamos por la planta baja, yo observaba y trataba de guardar todo en mi memoria. Era una obra en proceso, eso era claro.

Aun había madera descubierta y techos sin concreto, pero no dejaba de ser hermoso.

— Tengo un plan para eso. En realidad, la propiedad es enorme —. Levantó las manos en el aire, haciendo el gesto y luego las bajó —. Puedo construir una casa aquí y nadie se daría cuenta. Tampoco interferiría en los planes para esta.

— ¡Oh! Bien ¿Pero...?

— Haces demasiadas preguntas, Lucienne —. Me miró, con evidente diversión.

Yo me callé. Ya me lo habían dicho algunas veces, de hecho Drew me lo decía a menudo. Me sentí mal, tal vez lo estaba haciendo sentir incómodo con esas cosas.

— Yo... -. Mi voz salió en un tono bajo, agaché la cabeza -. Lo siento, no quería incomodarte o algo por el estilo.

La atmosfera alrededor cambio, más bien, a mí alrededor.

— Hey —. Andrew se acercó a mí, y tomó mi meñique con el suyo, suave e íntimo —. ¿Qué pasa?

Levanté la mirada, un poco avergonzada.

— Es que estoy hablando demasiado y no quiero hacerte sentir extraño o irritado.

— No lo haces. Me gustan las preguntas, de hecho. Me agradan las personas que hablan mucho —. Sonrió amable —. Solo estaba bromeando, pero creo que no debí hacerlo —. Volvió a tocar nuestros meñiques —. Es mi culpa —. Me observó con arrepentimiento —. Lo siento, Lucienne.

Me sentía pequeña teniéndolo tan cerca ¿Cuánto media? ¿Dos metros? Hacía que mi metro setenta y tres se viera miserable a la par de él.

— Está bien, te perdono solo porque sé que no lo hiciste con intención —. Le ofrecí una sonrisa cálida —. Entonces — dije tratando de cambiar el tema —. ¿Cuál es el plan?

— Tú eres el plan. En realidad, parte del plan.

— Espera —. Me detuve abruptamente — ¿Yo?

Asintió muchas veces. ¿En qué le serviría una simple mujer de Los Ángeles, que no tenía ni idea de construcción?

Esto se ponía cada vez más interesante y ¿Aterrador?

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¿Que tal? Lucienne es el plan... mmmmm ¿que tendrá entre manos Andrew? además de querer ayudarle aprovechó y dijo: vi la oportunidad y la usé jsjs.
Pero si, del próximo capitulo en adelante el rumbo de esta historia va a cambiar. Ya verán porqué.

Se los digo en el próximo capitulo!!! No desesperen.

los quiero

- Andy

por cierto, les dejo mis redes sociales


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