Klainy.
Es la hora de presumir, tengo un anillo, estoy casada con la mujer de mis sueños y en la fiesta de mis más locos deseos.
Me siento como una niña mimada.
Heyde se ve sexy con su traje y hasta en cierto punto la mente se me llena de pensamientos obscenos y candentes. Así que me retengo a mí misma.
La pista de baile es al aire libre con una carpa traslúcida sobre nosotros para poder divisar a las esferas de aire caliente que están a más de mil kilómetros lejos de nosotros. Todos bailan, a excepción de uno que otro adolecente que revisa su celular con la mejilla recostada en la mesa. Por lo que Heyde me obliga a levantar y de la mano me guía hacia el centro de todo, sus pasos son sincronizadas y con la mirada me invita a seguirla.
Al principio niego un par de veces, pero me pone ojitos de perrito y con un suspiro me dejo llevar por sus manos. En algún momento me llego a sentir como el muñeco inflable de alguna cauchera, lo que a Heyde no parece importarle.
En otra ocasión le habría dejado bailar sola —estoy al tanto de lo mucho que le gusta y en como es experta—, pero al ser un día como hoy me permito ser mí misma y no darle importancia a lo que las demás personas piensan.
La canción se termina y una balada da pie para que juntemos nuestros cuerpos. Sus brazos rodean mi cintura y los míos van a su cuello donde me dispongo a jugar con su cabello. Su sonrisa choca en mi cuello y mis pies se dejan llevar por la melodía.
Es uno de los momentos más felices en mi vida, me gustaría tener el poder para congelarlo y volver cada que se me plazca.
Cierro los ojos cuando siento que la memoria muscular hace lo suyo y ya no tengo que prestar atención a lo que hago, el aroma de Heyde pasa a mis fosas nasales y me llena de tranquilidad. El calor que trasmite su cuerpo me obliga a apretarme a ella.
Es como una especie de alucinación, el miedo de ser una adolescente con los ojos cerrados y recostada en su cama, me inunda.
Heyde me saca de la divagación cuando la canción cambia y empieza a tararear la letra en mi oído.
«Mientras siga viendo tu cara en la cara de la luna, mientras siga escuchando tu voz, entre las olas, entre la espuma, mientras tenga que cambiar la radio de estación porque cada canción me hable de ti...».
En definitiva me saqué el premio mayor, no cualquiera te dedica tu canción favorita el día que se casan. Nuestro baile se ve interrumpido por la hora de corta la dichosa torta.
En la cual se arma tremendo despelote, todo porque Elowisa llegó a pensar que era buena idea lanzarme su pedazo de torta en la cara. Spoiler, no lo fue, porque de inmediato Heyde la baño de crema chantilly, provocando que Dylan tomara venganza.
La fiesta normalmente se acaba luego de repartir la torta, pero en esta ocasión tan especial en que la familia ha tenido que viajar a otro país —a excepción de los que ya vivían aquí—, disfrutan como nunca, algunos recordando viejos tiempos, otros bebiendo hasta olvidar sus nombres y luego estamos nosotras que deseamos irnos para empezar nuestra luna de miel.
Pan al pan y al vino, ya me casé y puedo tener sexo tanto como desee.
«Hablas como una adicta, ve al médico a revisarte».
Oh, creeme, te extrañaba. No, no te extrañaba vete a hacer cosas de conciencias.
Al acercarme al buffet para comer algo de pan, Klaus llega a mi lado con una cajita con lazo dorado en las manos.
El cambio que ha dado mi hermanito en un año es como el de un vagabundo que en una semana pasa a ser rey. La terapia le sentó bien y ahora cuida de sí mismo, dejó de depender de mí emocionalmente y su vida empezó a florecer. Hace meses se graduó como diseñador y ahora ejerce en un buen puesto en esa famosísima empresa de telenovelas.
Sus mejillas están rojas, lo que me obliga a abrazarlo.
—Mira, te traje esto que encontré tirado en el piso del viejo departamento —dice al recostarse en mi hombro y morder la mitad de mi pan—, con Dylan lo arreglamos y se me hizo buena idea regalarlo como una llave a la nueva vida que tendrás —su mano va a mi palma y la pone hacia arriba para luego colocar la caja.
Escudriño sus ojos cubiertos por los lentes dorados.
—Espero que no sea una cucaracha o juro que te mato —advierto al quitarle el lazo.
—En un principio eso era lo he iba a regalarte... pero Daniel casi me mata, por lo que Buyola, tienes tu collar —dice al encoger los hombros y lanzarse un paso extraño a juego con la música.
—Creo que la expresión correcta no se pronuncia así, pero te lo dejaré pasar porque... —me detengo al reconocer al collar—, ¡No puede ser!
Dylan se acerca y empuja a Klaus para poder chismorrear mí expresión.
—Debiste avisarme para darle el regalo juntos —afirma al poner en blanco los ojos—, ahora Louis nos va a ganar con su regalo costoso.
Me tapo la boca por la impresión y las ganas de llorar me hacen soltar quejidos que obligan a mis hombros a temblar.
—A la mierda el dinero de Louis, mírala, su expresión es una obra de arte —señala y sus cejas empiezan a subir y bajar.
Dylan se fija en mí a la espera de mi respuesta.
—No puedo creer que me hayan devuelto mi cadena de Hello Kitty —chillo al abrazarlos—, tenía años en busca de su paradero.
Klaus se encoge de hombros y una sonrisa aparece en sus labios.
—El regalo es más mío que nada, yo fui quien estaba limpiando, así que de nada.
—Animal, ¡Yo lo reparé! —debate Dylan.
Al ponerme el collar soy la persona más feliz en el mundo. Me he estuve sintiendo mal por no tenerlo, porque este collar es una pieza de dos más —o sea de los que tienen mis hermanos—, y durante mi niñez llegué a pensar que daba suerte y lo usaba para toda clase de evento.
Supongo que cuando algo te pertenece, vuelve a ti, sea como sea.
La fiesta se termina y con Heyde nos vamos al hotel.
Nos ponemos ropa cómoda y frente al balcón nos sentamos a hablar. Estamos agotadas, asimismo, queremos recordar y estar concientes del momento.
—¿Te acuerdas cuando me enseñaste a andar en bici? —pregunta al recostar su cabeza en mi pecho.
—¿Cómo olvidarlo? eras tan ágil que pensé que tú eras la que me enseñaba a mí.
—¿Ágil? me partí un diente frontal y Agatha tuvo que hacerme pastelillos para calmar el dolor.
Suspiro y juego con el cabello detrás de su oreja.
—A pesar de eso, volviste y aprendiste. Me acuerdo que Klaus decía: «Es piscis, después de arruinarle la cara no volverá a tocar una bicicleta en la vida».
—Quería impresionante... además, era lo único que teníamos en común y disfrutaba pasear contigo.
—¿Pensaste en algún momento que te casarías conmigo?
—No. Somos muy diferentes y pensé que sería ridículo. Dicen que los polos opuestos se atraen, pero creo que en ocasiones esa es pura charlatanería.
—Estoy de acuerdo, lo que sucede es que somos diferentes, pero estamos dispuestas a nuevas experiencias y a disfrutar de los gusto de la otra —digo y Heyde asiente.
—¿Te acuerdas cuando te molestaba diciendo que te parecias a Jungkook? —cuestiona y yo hago una mueca y blanqueo los ojos.
—Nunca entendí el punto en compararme con un hombre —digo con un molesto resoplido.
—Yo tampoco, pero eso te hacía molestar y para mí era suficiente —dice y le hago cosquillas para que deje de decir tonterías—, en definitiva, si comparamos, te preferiría a ti mil veces.
—Aw, pensar que lo odié por años —afirmo al enredar mis dedos en su cabello—, di que me amas para poder dormir.
Heyde se levanta de mi pecho y su expresión es juguetona.
—¿Dormir? ¿Estás loca? no se duerme en la noche de bodas.
—Ah, ¿te has casado antes para saberlo?
—Me lo dijo una bruja en una meditación —asegura y yo me muerdo la lengua.
—Bueno, si de brujas hablamos, no se le puede decir que no —afirmo cuando nuestras narices chocan y su cabello me provoca cosquillas—, di que me amas primero, chica pollo.
—Te amo.
Fin.
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Nota de la autora:
:D admito que planeaba otra cosa para el final, pero me deprimí tanto y dije: nah, para desgracias mi infancia. Así que les di un final común y boni desde mi punto de vista.
También admito que medite mucho lo de terminar con una escena +18 y lo iba a hacer, pero se canceló porque leí algo triste y se me quitaron las ganas.
En fin, este final me costó un ojo de la cara, literalmente porque lloré bastante y eso que se suponía que era algo divertido (me refiero al cap pasado), y en este leía y me ponía llorar😣 soy una persona sensible.
Aún queda el Epílogo y todo eso.
Posdata, estoy viendo el Miss Universo 2023 y lit, no me gustan estos programas, perooo las mujeres este año son»» otro nivel y sus historias son hermosísimas (como ellas), y no es sorpresa, me puse sentimental con sus historias, más con la de Colombia y Nicaragua😔.
Bueno, gracias por leer, con mucho amor, Rosie.