Amar(T) en el Alfabeto | Luck...

By WitchyBast

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Quackity vive solo en un departamento en conjunto a otro. Su rutina cambia cuando por accidente, en medio de... More

Capítulo 1 | Rutina
Capítulo 2 | Entrevista
Capítulo 3 | ¿Pijamada?
Capítulo 4 | Amigos
Capítulo 5 | Cita
Capítulo 6 | Heridas
Capítulo 8 | Confusión
Capítulo 9 | Call out my name
Capítulo 10 | Lady

Capítulo 7 | Besar(T)

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By WitchyBast

Quackity y Luzu no hablaron al respecto sobre los dos días que pasaron juntos a causa de la tormenta.
Aunque no ocurrió nada, había algo que volvía extraño el ambiente y ellos lo sabían. Sentían esa tensión que los unía aún cuando estaban solos en un mismo departamento, lo que les hizo pasar la mayor parte del tiempo acurrucados junto al otro.

El azabache no pudo ocultar su decepción al notar que Luzu se devolvía a su apartamento, no le gustaba la soledad.
"Puedes verme en el balcón" había dicho con una sonrisa después de despeinar su cabello con cariño.

Pero no habían cumplido eso con frecuencia pues ambos eran adultos ocupados. Quackity por lo general se quedaba dormido antes de que Luzu llegara del trabajo, y si lo escuchaba llegar temprano era porque llevaba a uno de sus famosos ligues al que tendría que escuchar gemir en voz alta. Lo odiaba, era nauseabundo.

-¿En qué piensas?- Rubius le empujó la cadera sacándolo de sus pensamientos. Había estado lavando la cafetera por cinco minutos seguidos.

-En la inmortalidad del cangrejo.

-¿Son inmortales?- se cruzó de brazos con la espalda en el mostrador, no había mucha gente concurriendo el lugar por culpa de las inundaciones que la tormenta había dejado.

-No se wey, por eso pensaba en eso.- tomó un trapo con el que comenzó a secar aquel utensilio más que brillante.- Deja de chingar, no estoy de humor.

Y no mentía, hoy era uno de esos días donde no tenía ánimos de nada, no quería hablar con nadie. Era poco si decía que no quería ni respirar.
Rubius pareció notar el mal humor de su amigo, obedeció alejándose en silencio de él para fingir leer las recetas de los nuevos postres que Vegetta había implementado en el menú.

Un mensaje hizo vibrar el celular en su bolsillo, de mala gana lo sacó para leer en la barra de notificaciones:

Minino: Mira por la ventana, Patinho.

Algo confundido hizo caso al mensaje fijando la mirada en el gran ventanal empañado en pequeñas gotas por la llovizna, Cellbit sonreía desde afuera con un paraguas en mano.

-Ah mira, estás sonriendo.

El azabache miró a su amigo dándose cuenta que de verdad estaba sonriendo, una ligera sonrisa, pero era más de lo que podrían conseguir de él en un día de mierda como ese.

-Voy a... Salir un momento.

No se molestó en quitarse el mandil, salió a toda velocidad del mostrador y recorrió el café hasta la entrada en tiempo récord, sus mejillas estaban rosas cuando salió al refrescante exterior donde aquel castaño le miraba con ilusión. Se había arreglado la barba y recortado el cabello.

-Hola.- murmuró con esa bonita voz con acento.- ¿Muy ocupado?

-No realmente, casi no hay clientes por las inundaciones.- tomó del brazo a Cellbit acercándolo al pequeño techo que sobresalía de la fachada, recibiendo muy pocas gotas de la llovizna.- ¿Qué haces aquí?

-Visitarte.- dijo, cómo si fuera lo más obvio del mundo.- ¿Estás bien? te ves triste.

Lo habían descubierto, al parecer no sabía disimular sus sentimientos.

-Solo es un mal día, no te preocupes mucho por eso. Ahora, ¿quieres algo del café? yo invito.

Cellbit ladeó la cabeza dudando en creerle, sabía que no debía indagar más si no quería incomodarlo así que se limitó a asentir alcanzando la mano de Quackity.- Lo acepto si bebes algo conmigo.

-No hay mucho trabajo, por mi perfecto.

Aberración.

Así era como se sentía, como una jodida aberración. Cada centímetro de él se sentía como un error, desde sus huesos, entrañas, hasta la piel que lo conformaba.
En realidad no le importaba en lo más mínimo parecer un hombre tan masculino como esos que encuentras en los gimnasios, con grandes músculos y barbas tupidas. Pero si había días donde deseaba no preocuparse por la ausencia de un genital que no poseía, ni de aquellas cicatrices que dejaban en evidencia lo que había sido su pasado.

Solo quería ser un chico lindo, con delicadas manos y un estilo impresionante.

Quería usar camisetas de tirantes sin temor a que las cicatrices fueran visibles.

Quería usar shorts sin que las marcas de la testosterona pintaran su piel.

Testosterona. Eso es.

Su cabeza hizo un click, hacía dos días que se había colocado la inyección y su mal humor había empeorado.

Jodidos cambios de humor.

-¿Qué?- soltó bruscamente al escuchar la voz de Rubius llamarle por tercera vez en los últimos 10 segundos.

-Uh, ya es hora de cerrar.- dijo colgando el mandil junto a la puerta del almacén.- Y tu chico está esperando.

Quackity miró hacia la mesa que Cellbit ocupaba, mantenía la laptop abierta mientras escribía con suma concentración. A veces se preguntaba que era lo que escribía, siempre parecía tan sumido en lo que hacía.

-Lo siento Rub, no es un buen día.- aquello salió como un suspiro agotado, se quitó el mandil y miró a su amigo con lo que se suponía era una sonrisa.

-Lo entiendo, ve a casa Pato.- se acercó para despeinarle el cabello.- Yo me encargo de cerrar.

-No robes nada.- bromeó rodeando el mostrador.- Adiós Rub.

Se acercó en pasitos lentos al castaño que levantó la vista una vez que estuvo frente a él. Parecía adormilado, como si hubiese estado en trance.

-Uh, que rápido pasó el tiempo.- rápidamente apagó la laptop y la guardó, tan ágil y elegante que Quackity se preguntó cuántas veces escribía al día como para hacerlo en cuestión de segundos.- Quiero llevarte a un lugar, ¿puedo?

-No tengo muchos ánimos.- dijo en voz baja, inseguro.

-En realidad... Quería llevarte a mi estudio.- se levantó de la mesa con la mochila en un brazo.- Se que no estás bien y bueno, quería algo de privacidad contigo.

Una sonrisa tonta asomó en los labios del azabache.- Suena estupendo.

-❤️-

Fue un trayecto largo a lo que era el estudio de Cellbit, no sabía específicamente de qué era aquel lugar o que hacía ahí. Tal vez era un secuestrador y lo había seguido ciegamente, o un vendedor de órganos. Quizá pertenecía a una mafia brasileña donde él era el jefe.

Con mil pensamientos perdió la noción del tiempo, el auto se detuvo en un apartamento al otro lado de la ciudad, tan lejos de donde él se hospedaba.

Sí, estaba jodido.

Iba a sacarle el corazón y venderlo a su mejor postor.

-No voy a asesinarte.- el tono burlón hizo a Quackity mirarle fijamente.- Lo juro.

-No se si jurar sea suficiente, así empiezan las series de terror.- frunció el seño cuando le vio bajar del coche para rodearlo, en un instante ya tenía la puerta abierta para él.- Digo, ¿sabes quién es Jeffrey Dahmer?

Cellbit soltó una risita y asintió.- No estoy tratando de seducirte para desaparecerte.- dudo unos segundos mientras le veía bajar del coche.- Bueno, tal vez sí estoy tratando de seducirte, pero lo otro no.

Las mejillas del menor se tiñeron de rosa.- Tal vez te está funcionando.

Extendió la mano esperando a que el castaño la tomara, este le miró con sorpresa y algo temeroso la tomó entre la suya. Tan delicado y suave que le incitaba a besar cada uno de sus dedos.
En silencio lo guió por el jardín, la brisa les golpeaba empapando levemente sus prendas, si seguían un poco más bajo la llovizna terminarían enfermando.

Con un tintineo de llaves se abrió la puerta de la entrada, una casa minimalista de tonos marrones y cremas. Una mezcla entre rústico y elegante. Olía a Cellbit pero de una forma embriagante, como si enterrara el rostro en su pecho en un delicado abrazo, incluso podía comparar su aroma con él de él.

Vainilla y un toque amaderado.

-Ven, te llevaré a mi estudio.- los paso resonaron en el silencioso lugar hasta una puerta de madera rojiza, Cellbit sonrió antes de abrir la puerta para él.

Un lugar amplio, había un gran librero al costado izquierdo y detrás de un viejo escritorio una vitrina con estatuillas y decoraciones en miniatura. Barcos a escala, figuras de madera tallada o de vidrio. Y aunque parecía un lugar antíguo estaba perfectamente acomodado y limpio.

Abrió los labios con sorpresa y miró a cellbit.- Que hermoso es este lugar, ¿qué es lo que haces aquí?

El castaño se removió algo nervioso.- Iré a traerte una manta, quítate esa chaqueta mojada para meterla a la secadora.

Quackity obedeció entregándole al mayor su chaqueta. Le vio salir después de la habitación lo que le dio el tiempo de ver con más detenimiento cada rincón de este.
Recorrió con los dedos cada libro, los lomos de estos tenían grabados dorados en portugués e inglés, incluso le pareció haber visto alguno en Alemán; uno en específico llamó su atención, un pequeño libro que parecía hecho a mano, con una carátula de cuero marrón perfectamente escondido entre otros dos.

Lo sacó mirando detrás esperando no ser descubierto.

Se sorprendió a si mismo leyendo la bonita letra en portugués. Era algo difícil pero no imposible, se dio cuenta que en realidad sus idiomas no eran tan distintos.
Pasó un par de hojas, leyendo entre poemas cortos hasta relatos un tanto más largos.

Se detuvo en una hoja en específico, escritos cortos aleatorios acompañados de un dibujo boceteado con lápiz.

Un retrato de él, sonriendo con un café en la mano.

"Brillantes los días cuando estás en ellos, iluminando cual farol en medio de una lúgubre tormenta."

"¿Soy egoísta al querer tu sonrisa solo para mí?"

"Você é fogo, e meu coração uma floresta presa no meio do caos."

Sus mejillas se pintaron de rojo, se había referido a él como fuego. ¿Lo consideraba peligroso?

Había estado tan sumergido en aquellas letras que no se dio cuenta cuando Cellbit llegó a su lado, una pequeña manta le cubrió los hombros junto a las manos del contrario. Y luego la respiración de este le acarició el oído.
Se supone que no leyeras eso.– Quackity sintió como se le encogía el estómago, podía sentir la vergüenza en la voz del otro.

Se giró para verlo al rostro, quedando a pocos centímetros uno del otro.

–¿A qué te refieres con que soy fuego?

El mayor dudó, creyendo que reaccionaría de mala manera claramente fue tomado por sorpresa, ahora sentía como las manos le temblaban por nervios.

–Mi pecho quema cuando estoy contigo, quema tanto que siento que voy a morir.– murmuró mirándole desde arriba, no se alejó ni un milímetro, al contrario, parecía luchar para no besarlo.– Eres peligroso, en el buen sentido.

Quackity no pudo evitar sonreír, era la primera vez que alguien lo comparaba con algo tan peligroso tanto como hermoso.

–Es curioso, porque siento que tú eres la leña que comienza a encender la llama.– bajó la mirada a los labios del más alto, tan cerca, solo necesitaba...

Sintió como le quitó el libro con cuidado de las manos, dejándolo ágilmente detrás de él, estaba atrapado contra el librero y el gran cuerpo del otro. Estaba aturdido, mareado. Dejó salir un suspiro ahogado cuando Cellbit se acercó aún más a él, sus labios casi tocándose entre sí.

–Antes de... Esto, tengo que decirte algo sobre mí.– apretó los ojos, sintiendo esa pesadez en el pecho que aparecía solo cuando hablaba respecto a su situación. Tenía que decirle, si de verdad le interesaba Cellbit debía ser sincero.

–Tudo bem?- este se alejó un poco para verle el rostro, notando que tenía los ojos cerrados.- Mírame.

Abrió los ojos esperando ver duda o temor, en cambio había comprensión aún cuando no le decía una palabra.
Las palabras se agolparon una tras otra en la garganta, como navajas al rojo vivo clavándose sin piedad. Era tan doloroso que sentía que moriría en cualquier instante.
No era tan difícil, solo debía decirle que era trans. Sí, solo eso.

Abrió los labios, el inferior tembló cuando dejó salir el suspiro que desató las palabras.

–Quiero ser sincero contigo.– dijo bajando un poco la mirada, estaba avergonzado, aterrado.– Soy... Yo, uh, no soy el chico que crees que soy.

–¿A qué te refieres con eso?– Cellbit dejó caer los brazos a sus costados y se separó aún más.

La estaba cagando.

–Yo... No tengo muchas cosas que otros hombres sí tienen.– murmuró cada vez más bajo, cada palabra era como un clavo hundiéndose en su piel.– Soy Trans.

No hubo respuesta y eso solo hizo que la ansiedad en Quackity aumentara.

No debió haber dicho nada, lo había arruinado, si tan solo hubiera cerrado la jodida boca.

Siempre era igual.

–¿Y eso debería ser algo malo?– la delicada voz le hizo levantar la mirada, Cellbit le miraba con cariño, no había ni una pizca de duda.– No eres un chico incompleto, solo eres un chico y cada parte de ti es perfecta.

Los labios de Quackity temblaron ante las palabras ajenas, podía sentir como su corazón latía nuevamente con fuerza.

¿Así se sentía el amor?

–¿No te molesta lo que soy?

Cellbit negó.– Me gusta quien eres y cómo eres.– los dedos del más alto le acariciaron la mano con cuidado, temiendo incomodarle.

Y Quackity se permitió sentir aquello. Se permitió sentir algo por un hombre nuevamente.
Probablemente estaba cometiendo un gran error, tal vez Cellbit mentía. Pero no iba a pensarlo de más, solo quería aferrarse a él y besarlo.
Eres lindo.– dijo al fin, los dedos del contrario subieron por su brazo causándole escalofríos, su cuerpo tembló ligeramente mientras le veía con ansias. Sus ojos gritaban un: Bésame.

Cellbit lo notó.

La mano del castaño se detuvo en su nuca, enredándose en los cabellos azabaches que le causaron cosquillas.
Por un segundo recordó a Luzu las noches anteriores, acariciando su cabello para ayudarle a dormir.

La duda atravesó su mente un instante antes de ser borrada por los labios contra los suyos. Labios gruesos y tibios, tan suaves y expertos; un suspiro escapó de él entre aquel beso, con ambas bocas moviéndose a un ritmo lento y constante, la mano se aferraba a él provocándole escalofríos en todo el cuerpo.
Subió ambas manos al cuello del castaño y lo empujó hasta que la cadera de este chocó contra la madera del viejo escritorio, el beso subió de intensidad en cuestión de segundos. Quackity se aferraba al cabello de Cellbit, desesperado y ansioso por sentir más, por sentirse amado.

Cellbit se aferraba a él, como si fuese a desaparecer, como si fuera algo irreal.

La manta se cayó a sus pies y dio un pequeño respingo separándose de él, con la mirada perdida y la respiración acelerada. Cellbit seguía aferrado a su cuello, igual de aturdido que él.
–Isso foi incrível.- dijo soltando una risita por lo bajo, volvió a rozar los labios ajenos y dio un corto beso separándose para verlo.

Quackity tiritaba, se veía indefenso.

–Me dejé llevar.– murmuró aún con los brazos en el cuello del otro, miró de reojo el escritorio notando las hojas desordenadas por su reciente beso.– De más, diría yo.

–Me encantó.– los besos en su mentón le hicieron cosquillas, la barba rasposa le hizo reír cuando bajo hacia su cuello dejando uno que otro beso corto.– Volvería a repetirlo.

–¿Crees que esté bien esto que estamos haciendo?- un suspiro escapó de sus labios al sentir los delicados besos en la piel.– Ya sabes, lo digo por... Roier.

Cellbit detuvo cualquier atención y dejó salir un largo suspiro, parecía cansado de lo mismo.
–Yo le gusto, pero él no a mí.– dijo con total seguridad.– Y ahora que se que te gusto, no pienso perder la oportunidad por estar con él.

Y aunque Quackity sintió algo de culpa por lo que el otro decía solo asintió, tenía razón, no podía controlar lo que sucedía ni por quién se sentía atraído Cellbit.

–Mejor déjemos de hablar y sigamos besándonos.

¡Hey, aquí Bast!

SE BESARON, SE BESARON.

Es todo, me emocioné, cambio y fuera.

¡Lxs amo! <3

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