ᴍɪᴅɴɪɢʜᴛ | ᵀʰᵉ ʷᵃˡᵏⁱⁿᵍ ᵈᵉᵃᵈ

By Mishi370

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ᴴᵉ ʷᵃˢ ˢᵘⁿˢʰⁱⁿᵉ, ᴵ ʷᵃˢ ᵐⁱᵈⁿⁱᵍʰᵗ ʳᵃⁱⁿ Diecisiete años tenía Leah cuando el mundo se vino abajo. Aprender a so... More

ᴍɪᴅɴɪɢʜᴛ
ɢʀᴀᴘʜɪᴄ ᴀʀᴇᴀ
ᴀᴄʟᴀʀᴀᴄɪᴏɴᴇꜱ
ᴠᴏʟ 1 | ᴍᴀꜱᴛᴇʀᴍɪɴᴅ
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 1
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 2
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 3
ᴠᴏʟ 2 | ʟᴀᴠᴀɴᴅᴇʀ ʜᴀᴢᴇ
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 5
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 6
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 7
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 8
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 9
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 10
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 11
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 12
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 13
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 14
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 15
Duda
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 16
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 17
ᴠᴏʟ 3 | ᴍᴀʀᴏᴏɴ
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 18
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 19
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 20
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 21
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 22
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 23

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 4

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By Mishi370

Jenner resultó ser más amigable de lo que ella pensó, a excepción por la prueba de sangre; las odiaba. Para Leah la comida sin duda alguna fue la mejor parte, por un segundo se sintió en un hogar y no como todas las noches anteriores en las que incluso se iban con el estómago vacío a dormir.

―En Italia a los niños les dan un poco de vino en la cena ―escuchó a Dale hablar―, y también en Francia.

Una sonrisa se formó en sus labios siendo ocultada por la copa de vino que había acercado a su boca.

―Bueno, cuando Carl vaya a Francia o Italia, podrá tomar vino.

―Vamos, Lori ―la miró risueña―. Con un poco no se hará alcohólico, es como un juguito.

―No le hará daño, vamos, vamos ―se metió Rick igual de divertido en la conversación―. ¿Qué? ―preguntó ante la mirada de su esposa.

Todos rieron, Leah sintió la mano de Glenn posicionarse sobre su muslo ―no de una manera sexual―, todo lo contrario. Lo observó y no pudo evitar sentir sentimientos extraños revoloteando en su interior al observarle con sus mejillas sonrojadas y una inmensa sonrisa que hacía sus ojos más pequeños aún.

Glenn tenía un extraño efecto en ella, tan embriagante algunas veces como el vino que estaban tomando en ese momento.

¿Cómo era eso posible?, se preguntó muchas veces antes de dormir.

Antes de que todo acabará ella no tenía interés en nadie, no deseaba conocer a nadie, suficientes problemas tenía con los conflictos de sus padres. Tal vez había sido algo rebelde en otros aspectos, pero no era alguien que creyera poder encontrar a alguien con quien compartir su vida; eso solo sucedía en los cuentos.

Todos en la mesa rieron al ver la mueca que surcó el rostro del niño al beber un pequeño trago de vino.

―Sabe horrible.

―Bueno, sigue con tu bebida, amigo ―por primera vez se escuchó la voz de Shane.

―Ustedes dos no ―Leah se giró para mirar a Daryl.

― ¿Qué? ―habló su futuro chico a su lado.

―Sigan bebiendo, amiguitos. Quiero ver cuan roja se ponen sus caras, además de ver quien confiesa primero sus sentimientos por el otro.

Glenn y ella se voltearon a mirar soltándose a reír, todos los presentes los siguieron segundos después, Dale por su parte negó con una sonrisa surcando su boca.

El anciano no era tonto, es más, era más listo que cualquier persona en ese lugar. Él podía ver en la mirada de aquellos jóvenes un amor aún no descubierto, aunque al inicio se negaba a creer que ahí podría haber una relación con la diferencia de edad que, aunque no era mucha, existía.

Tal vez ellos serán parte de quienes guíen el nuevo mundo, pensó.

La vida o todo lo que creían conocer había cambiado y vaya que Dale lo sabía, no por algo era el abuelo del grupo. No sonaba tan descabellado pensar en un futuro siendo liderado por sus amigos e incluso formando familias ―algo arriesgado―, lo sabía, pero no imposible.

Esperaba poder ver el orden del nuevo mundo.

Leah lo observó curiosa, frunció el sueño y sin dejar de lado su tonta sonrisa le preguntó en murmullos que sucedía, él solo se limitó a sonreír encogiéndose de hombros. No le diría los pensamientos que abrazan su mente en ese momento, era un secreto que aún no estaba dispuesto a compartir.

Todo rastro de insistencia que Leah estaba empezando a tener recorriendo por su cuerpo se esfumó al escuchar los agradecimientos de Rick hacía el doctor. No podía estar más de acuerdo con él.

Por fin tenía comida y un lugar seguro donde vivir, nada podría hacerles daño ahí y por fin Carl y Sophia estarían a salvo.

Ojalá, mi madre, hubiera aguantado un poco más, tal vez y solo tal vez Jenner habría podido tratarla, pensó con la melancolía empezando a sofocarla, bajó la mirada y abrazó la copa medio vacía sobre su pecho.

― ¿Cuándo nos dirás qué diablos sucedió aquí, doc? Mhm ―pronunció Shane borrando todo rastro de felicidad―. Todos... otros médicos deberían estar aquí investigando, dinos ¿dónde están?

―Estamos celebrando, Shane ―interrumpió Rick―. No hay necesidad de hablarlo ahora.

―No, espera un momento. Para eso estamos aquí ¿verdad? Esto fue obra tuya, supuestamente encontraríamos todas las respuestas, pero no ―rio sin ánimos―, lo encontramos a él. A un hombre. ¿Por qué?

Leah estuvo a punto de gritarle que se callara, pero Jenner habló primero.

¿Cómo alguien podía ser tan imbécil en la vida?, se preguntó dejando de lado por un segundo la tristeza que sentía.

―Cuando las cosas se pusieron feas, muchos se fueron para estar con sus familias y, cuando se puso aún peor y el cordón militar no dio abasto muchos huyeron.

― ¿Absolutamente todos?

―No, muchos no se atrevieron a salir por la puerta, ellos se rindieron. Hubo una ola de suicidios. Fue un momento horrible.

― ¿Tú no te fuiste? ¿por qué? ―preguntó Andrea.

―Seguí trabajando, esperando hacer algo bueno.

―Shane sí que eres un aguafiestas, amigo ―escupió Glenn de pie mientras la ayudaba a pararse de su asiento.

―Y un imbécil ―agregó ella sosteniéndose de Glenn, tambaleante.

En el momento en que Jenner se marchó y cada uno encontró una habitación con la alegría de ducharse con agua caliente, el malestar que sentía volvió y ni la ducha que esperaba quitará todo el peso de su sentir fue suficiente, nada podía borrar el dolor que tenía y la herida que había dejado.

Se colocó una de las tantas camisetas de Glenn que le llegaba un poco arriba de los muslos junto con un short, descalza se dirigió a la cocina en busca de algo que la ayudará a borrar el nudo en su garganta que empezaba a asfixiarle.

No había nada en aquella cocina, a excepción de una botella de vino que no dudo en tomar.

―Leah, ¿qué haces aquí? ―la voz de Rick a sus espaldas la sobresaltó.

―Venía por algo de beber ―pronunció sin girarse a mirarlo.

― ¿Estás bien? ―un deje de preocupación se distinguía en su voz.

― ¿Por qué no estarlo? ―mintió girando su rostro para obligarse a sonreírle de manera sarcástica.

Rick dio un paso, acercándose.

―Es solo que... olvídalo. Solo quiero decirte gracias.

Frunció el entrecejo, extrañada.

― ¿Por qué?

―Por salvarme.

―No fui yo la que lo decidió, fue Glenn.

Rick negó.

―Tú y Glenn son mis salvadores. Gracias a ustedes me pude reunir con mi familia. Espero algún día devolverte el favor.

Esta vez una risa sarcástica brotó de sus labios a su vez una daga sentía una daga clavarse en su corazón.

― ¿Dije algo malo?

―No, es solo que para hacerme ese favor vas a tener que asesinarme, Rick. Mi familia está muerta.

―Yo... yo lo siento.

―No hay problema, ya es asunto superado ―mintió―, ten una buena noche.

Sin esperar una respuesta se marchó, con cada paso que daba una lágrima rebelde se deslizaba por su mejilla.

Jamás iba a superar que su madre prefirió suicidarse a quedarse a su lado cuando su padre se fue. Jamás iba a superar que su padre nunca volvió por ella. Jamás iba a superar el trauma que vivió. Jamás iba a superar todas las noches que lloro en soledad. Jamás lo iba a superar.

La tristeza en su interior cada vez crecía más, pero también el enojo.

¿Por qué no había podido ser suficiente?

¿Por qué las personas que debían amarla la abandonaron?

¿Por qué ella no murió también?

¿Por qué tenía que seguir luchando?

¿Por qué...?

Tantos porqués sin ninguna respuesta. Tanto dolor sin ningún consuelo.

Un ruido proveniente de lo que debía ser la sala de juegos la hizo detenerse en la entrada de su habitación, se debatió entre ir o quedarse. Podría no ser nada, sin embargo, la curiosidad le ganó. Dejó la botella en la entrada de la puerta y con pasos silenciosos se dirigió al lugar.

No le sorprendió encontrar a Lori y a Shane juntos en una posición bastante comprometedora.

Tal vez Lori si era una perra al final.

Estuvo dispuesta a marcharse hasta que la escuchó forcejear con Shane. Se giró tomando entre sus manos lo primero que encontró, que en ese caso era una inmensa enciclopedia, haciendo uso del enojo en su interior se acercó a él por la espalda y sin pensarlo dos veces lo golpeó con ella en la cabeza en el mismo instante que Lori le arañó el cuello.

―Qué diablos... ―exclamó el ex policía al verla.

― ¡Sal de aquí, hijo de puta sino quieres que te asesine!

―Leah no es lo que crees ―murmuró confundido y nervioso.

―Me vale mierda lo que digas, estúpido violador, mejor lárgate a jalarte el ganso, sino quieres que te lo corte.

Lori se encontraba a sus espaldas en un estado de shock, Shane asintió volteándose dispuesto a marcharse no sin antes golpear la pared al lado de la puerta. Una vez se marchó, Lori no dudo en hablar.

―Leah, yo...

―En serio, ¿Shane? ―la interrumpió girando su cuerpo para poder verla frente a frente.

―Pensé que tú...

―Claro que lo sé, Lori, solo quería decirlo ―bufó sin dejar de fruncir el ceño―. Espero que ya todo haya terminado, no te juzgo, pero de no ser así dile la verdad a Rick.

―Ya todo terminó, te lo aseguro ―se apresuró a contestar la mayor.

―Eso espero, tienes a tu marido de vuelta, uno que los ama con locura, no seas una estúpida echándolo todo a perder y menos por Shane ―dio zancadas hacía la salida―. Tú marido volvió y su pito también ―escupió con enojo antes de marcharse, dejándola con la palabra en la boca.

Al entrar en la habitación con la botella en sus manos, Glenn se acercó a ella, preocupado, mintió al explicarle por qué había tardado. La botella desapareció de sus manos y los besos de Glenn la llevaron a otra realidad.

Por unos segundos todo lo que sentía desapareció, pero solo fue por un pequeño fragmento de tiempo. Observó a Glenn encima de ella repartiendo besos por todo su cuello, con cuidado lo apartó de ella.

―Hoy no ―susurró con voz rota.

― ¿Sucede algo, Linda? ―la preocupación en la voz de Glenn la hizo romper en llanto cual niña pequeña.

Todo el dolor que había estado ignorando días atrás se convirtió en amargas y dolorosas lágrimas que recorrían sus mejillas y quemaban sus ojos en un intento de salir. El aire de sus pulmones empezaba a ser más eficientes y el calor se apoderaba de su rostro.

Incapaz de saber qué hacer y con la preocupación desesperándolo, Glenn lo único que hizo fue abrazarla, Leah sin pensarlo dos veces se dejó refugiar dentro de aquellos brazos.

Minutos después el llanto cesó, aunque el dolor aún seguía allí. Torturándole.

― ¿Te hicieron algo? Dime que sucede ―pronunció Glenn sin dejar de mecerse con ella entre sus brazos, intentando sonar calmado, sin embargo, su interior era un caos.

―No... es solo que... recordé a mi familia ―confesó con voz rota.

Glenn no conocía al cien por ciento su historia. Nadie la conocía. No la verdadera.

Sin darle tiempo de preguntar siguió hablando, quizás contando su historia lograría obtener un poco de paz.

―Mi padre se marchó cuando mi madre aún vivía ―empezó a contar―. Iba por medicinas para ella, y yo me quede cuidándole. No la pude salvar. Los últimos días ella lloraba del dolor en su cuerpo y por saber que habíamos sido abandonadas por el hombre que debía protegernos. Yo... yo intenté cuidarla, lo juro, Glenn ―sollozó, el corazón de Glenn se quebró al verla de aquel modo―, pero me quedé dormida en la sala y cuando desperté ella ya se había ido. ¡No sé qué pasó! No me di cuenta cuando salió, no la escuché gritar por ayuda cuando la mordieron, ella se suicidó y se esposo a la cama.

―Hey, hey, no fue tu culpa ―Glenn la abrazó más fuerte, deseando poder aliviar su dolor―. No fue tu culpa, Leah.

―Yo... yo debí cuidarla ―volvió a romper en llanto al recordar a su madre en aquel horrible estado.

―Shhh ―murmuró con el corazón hecho pedazos.

Glenn no supo cuánto tiempo pasó meciéndola entre sus brazos, pero fue el suficiente para quedarse dormida. La acostó en la cama cobijándola, acaricio sus húmedas mejillas por el llanto y con cuidado de no despertarla se recostó a su lado dejándose vencer por el sueño.

A la mañana siguiente Glenn decidió dejarla dormir un poco más, con la cabeza martillándole por la resaca y el corazón por lo escuchado, se marchó a desayunar volviendo por ella un par de horas más tarde con algo de comer.

Leah no quiso hablar mucho, no obstante, tomo las pastillas que Glenn le dio para la rescata y no dudo en seguirlo hasta donde se suponía debían estar los demás.

Reproducción del TS-19, escuchó a la computadora hablar seguido de Jenner.

―Pocas personas tienen la oportunidad de ver esto. Muy pocas.

Glenn la tomó de la mano para acercarse un poco más.

En una inmensa pantalla, se reproducían imágenes de un cuerpo junto a un cerebro. Leah contempló curiosa.

― ¿Eso es un cerebro? ―Carl giró el rostro hacía ella.

Asintió en respuesta.

―Uno extraordinario ―confirmó segundos después Jenner―. Aunque al final no importo... Muéstranos la VIM.

Visión Interna Mejorada, se escuchó.

El video en la pantalla cambio de posición, acercándose y miles de luces dentro del cerebro atrajeron la atención.

― ¿Qué son esas luces? ―la voz del perro de Shane la hizo querer vomitar.

―Es la vida de una persona, experiencias, recuerdos, todo está ahí, en algún lugar de todo ese cable orgánico, de esas ondas de luz, está uno ―los miro ―. Lo que hace que uno sea único y humano.

―No entiendo del todo ―pronunció Daryl.

―Somos dos ―Leah estuvo de acuerdo.

―Son sinapsis, impulsos eléctricos en el cerebro que transportan todos los mensajes, definen todo lo que una persona dice, hace y piensa. Desde el nacimiento hasta el día de su muerte.

Leah bajó la mirada y mordió su labio al volver a recordar a su mamá.

― ¿La muerte? ―se acercó Rick―. ¿O sea que esto es un velatorio?

―Sí ―Jenner apartó la mirada de la pantalla―. O mejor dicho la reproducción de un velatorio.

― ¿Está persona murió? ―Andrea también se acercó―. ¿Quién es?

―No, se fue de fiesta, Andrea ―soltó sarcástica, ganándose una mala mirada de la rubia ―. ¿Acaso no escuchas? Déjalo terminar.

―Sujeto de prueba 19 ―contestó Jenner ignorándola ―. Hubo alguien que lo mordió, se infectó y se prestó para que registremos el proceso.

Luego Jenner siguió explicándole más, hasta que llegaron a la parte del disparo. Una silenciosa lágrima rodó por la mejilla de Leah al entender todo lo que sucedió con su madre antes de morir. No pudo estar con ella en sus últimos momentos antes de transformarse, no pudo decirle cuánto la amaba.

―Vi, apaga la pantalla principal y las estaciones de trabajo.

Apagando las estaciones de trabajo y la pantalla principal.

―No tiene idea de lo que es, ¿verdad?

―Puede llegar a ser microbiano, viral, parasitario, micótico.

―O la ira de Dios ―interrumpió Jackie.

―Es todo lo que sé ―concluyó Jenner.

Leah caminó hasta una silla en donde se dejó caer, la cabeza le daba vueltas y el escucharlos a todos solo incrementaba más la molestia. Se desconectó de la realidad unos minutos, los suficientes para darse cuenta luego que todo iba muy mal.

―Entonces no es solo aquí, ¿no queda nada en ninguna parte? ¿nada? Eso es lo que quieres decir, ¿verdad? ―insistió Andrea.

El silencio que recibieron de parte de Jenner fue una muy clara respuesta.

―Cielos, quiero emborracharme otra vez ―Daryl llevó las manos a su cabeza, frustrado.

―Te acompaño ―refunfuño Leah.

La voz de Dale, la hizo mirarlo.

―Dr. Jenner sé que esto ha sido muy duro para usted y odio tener que hacerle otra pregunta, pero ese reloj va en retroceso, ¿qué pasará al llegar a cero?

Todos vamos a morir, pensó en broma, pero se abstuvo de decirlo.

―Los generadores se quedarán sin combustible.

― ¿Y luego? ―preguntó Rick esta vez siendo ignorado―. Vi ¿qué pasará cuando se agote la energía?

Cuando se agote la energía se iniciará la descontaminación del lugar.

Y, al escuchar aquello, Leah supo que en efecto todos iban a morir.

No tuvo tiempo de hablar con Glenn, de hecho con nadie, todos se marcharon preocupados dejándola sola en la oscura sala, suspiró y se puso de pie.

―El sujeto de prueba era su esposa, ¿verdad?

La voz de Leah, sobresaltó a Jenner que soltó aquel marco de fotografía encima de la mesa.

― ¿Cómo te diste cuenta? ―preguntó sin mirarla.

―Cada vez que hablaba de lo que sucedía era de una forma melancólica. Solo quien ha perdido a alguien que en verdad amaba se daría cuenta.

― ¿Perdiste a tu novio?

―A mi madre de hecho ―contestó atrayendo por fin la atención de Jenner.

―Lo siento.

―Yo igual siento lo de su esposa, debió ser duro.

―Lo fue ―Leah examinó al hombre ponerse de pie y caminar hacia el inmenso ventanal con vista al área de trabajo―. Siempre pensamos que habrá más tiempo―habló segundos antes de que las luces se apagaran.

Un mal presentimiento, se instaló en el pecho de Leah, haciéndola girarse para marcharse en busca de los demás.

Miles de preguntas abordaron a Jenner en cuanto pasó por el pasillo, todos lo seguían, preocupados sin saber nada ni obtener respuestas.

―Di la verdad ―susurró para ella misma.

Jenner pareció haberla escuchado ―aunque era imposible―, porque hablo.

―Fueron los franceses.

― ¿Qué?

―Fueron los últimos en resistir, hasta donde sé, mientras los nuestros se suicidaban en los pasillos, ellos se quedaron en los laboratorios hasta el final, pensaban que estaban cerca de la solución.

― ¿Qué sucedió luego? ―se atrevió a preguntar, Leah.

―Lo mismo que sucede aquí. No hay más energía. Se quedaron sin jugo. El mundo funciona con combustibles fósiles, ¿cuán estúpido es eso?

No espero una respuesta diferente y al parecer los demás tampoco, Rick ordenó ir por sus cosas, pero ella no se movió hasta minutos después que Glenn la llevó consigo, las alarmas empezaron a sonar haciendo que se detengan.

Él no nos dejará marcharnos, pensó.

Treinta minutos para la descontaminación.

― ¿Doc qué sucede aquí? ―gritó Daryl.

―Oigan, ya escucharon a Rick, ¡tomen sus cosas y vámonos!

La puerta principal se cerró y con ellos cualquier mínimo rastro de esperanza que Leah poseía.

―No ―exclamó Glenn sin soltarle la mano―. ¿Nos encerraste?

―Él no nos dejará salir de aquí ―pronunció ella atrayendo las miradas de todos los presentes―. ¿No es así, Jenner? ―lo miro sin una ninguna expresión en su rostro.

―Lo siento.

Nuevamente el caos se desató, escuchó a Daryl gritar y lo miro ser detenido por otros evitando no lastimara a Jenner, a Rick exigiendo poder salir y a los demás hablar. Lo mismo de siempre.

―No tiene sentido, todo está bloqueado. Las salidas de emergencia también ―informó el doctor.

―Abre la maldita puerta ―exigió Daryl.

―Yo no controlo eso, lo hacen las computadoras. Se los dije, una vez que se cierra esa puerta no vuelve a abrirse. Me escucharon decirlo, me oyeron cuando lo dije.

― ¡Pero nunca nos dijiste que por cerradas ibas a hacer lo que se te daba la gana con nuestras vidas, no nos dijiste que íbamos a ser parte de tu estúpida idea suicida! ―le gritó molesta.

―Es mejor así.

―Vete a la mierda.

Se alejó, fue por sus cosas y las de Glenn a la habitación. Empaco con molestia las pocas prendas que habían regadas por la habitación, buscando en su mente alguna forma de poder salir.

Gritó, molesta, tomando entre sus manos un jarrón de vidrio arrojándolo contra la pared.

Tanto luchar por no rendirse para terminar muriendo de la manera más estúpida; buscando una oportunidad.

En cuanto volvió ―minutos después ― observó a todos histéricos intentar abrir la puerta, algo que hasta un niño pequeño sabría, es imposible. Se sentó a esperar su fin, Carl corrió a sus brazos al igual que Sophia, los abrazó a ambos.

Al escuchar a Jenner querer convencer a todos de que era mejor rendirse y esperar a morir, deseo meterle un tiro en la cabeza, pero se abstuvo.

―Deja de meterle mierdas a todos de que esto es lo mejor ―masculló molesta―. Todos debemos tener la opción de elegir.

― ¿Prefieres ir a jugar a la sobreviviente, aunque muertas mañana o morir aquí dignamente?

―Prefiero jugármela a darme por vencida tan pronto ―contestó sin dudar.

Una discusión más, verdades saliendo a la luz y Daryl siendo Daryl. Todo iba genial, dejando de lado a Shane apunto de acelerarle la entrada al infierno a Jenner.

Leah y Glenn no dudaron ni un segundo en cubrir a los niños con sus cuerpos en el momento en que Shane enloqueció disparando a las computadoras.

¿Acaso todos se habían vuelto locos?

Una vez todo volvió a la normalidad de llantos, diálogos y súplicas, Leah se alejó para ir con Daryl. Sabía que no tirarían abajo la puerta, pero por lo menos podría darle hachazos a la pared con la idea de que la cabeza de Jenner o Shane estaba ahí.

Daryl la observó y sonrió.

― ¿En qué piensas? ―preguntó.

―En que esta puerta es la cabeza de Jenner o Shane, cualquiera de esos dos me basta.

Daryl rio.

―Me agradas, niña loca.

Antes de que Leah pudiera contestar la puerta fue abierta, gritó junto a Daryl para que le apurarán en salir, miro a Jenner susurrar algo en el oído de Rick y a Lori correr a por él.

Glenn y ella tomaron a Carl de la mano para correr a las escaleras de emergencia, pero la voz de Jackie los detuvo. Quiso acercarse a ella y arrastrarla consigo, pero entonces entendió que no podía hacerlo. Ella había tomado su decisión.

La morena la observó, y ella no dudó en lanzarle un beso.

Al llegar al primer piso, el ajetreo no hizo más que aumentar.

―Rick tengo algo que puede servir ―Carol corrió hacia el hombre, conforme con su mano buscaba algo en su bolso.

―Carol, no creo que sirva una lima de uñas.

Leah se giró a ver a Shane, molesta al escucharlo decir aquello.

―Tú veneno tan poco sirve, imbécil ―bramó molesta.

Un minuto después Leah deseo ver la cara de imbécil de Shane al quedar como estúpido, aunque le fue imposible gracias a la explosión en donde Glenn y T-Dog por poco la devuelven al sótano.

Debido a todo el movimiento, Leah no se dio cuenta de la falta de Dale hasta que estuvieron afuera. Intentó regresar por él en vano, ya que los brazos de Rick la sostuvieron quien con ayuda de Glenn la subieron a la caravana.

―Ahí vienen ―escuchó decir, por lo que se apresuró a levantarse para correr a la ventana.

Y efectivamente, Dale venía junto a una Andrea, corriendo lo más veloz que podían. Escuchó los gritos de Rick y Lori, de nuevo los brazos de Glenn la tomaron alejándola de la ventana para agacharse, protegiéndose de la explosión.

Una vez la onda expansiva disminuyó, Leah estudió con la mirada los escombros de lo que un día atrás pensó sería el comienzo de una nueva vida.

Dale entró en la caravana y Leah no dudo ni un segundo en correr a abrazarlo, el anciano se aferró a ella con cariño permitiéndose por fin sentirse a salvo.  

Holas, lamento la tardanza, la universidad me está consumiendo poco a poco...
Sin más que agregar, espero les guste.

Voten y comenten, eso me hace muy feliz.

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