Alex. Hamilton.
Está mañana fue lo que describiría como algo atípico desde que me desperté y eso definitivamente me pone de mal humor. Odio que las cosas no salgan como quiero, soy un tanto obsesivo con mis horarios y mi vida en general. Cada paso lleva una planificación previa y segura para que todo salga bien.
Hoy comenzaba el top de elección del nuevo concurso y las nuevas aspirantes, o mejor dicho novatas. Y el peor día del año en la empresa, ya que odio los pasantes. No tengo nada contra ellos en general, pero ver a todos alterados en un solo día es algo estresante y más cuando mi secretaria pidió la baja ayer lo que significa que mi agenda es un caos.
A eso súmale la llegada inesperada de la cita al próximo tribunal con mi madrastra y la expectativa de poder conocer a mi futura esposa.
¡Maldito testamento! - gruño.
Es como andar en una carrera bajo presión que no me gusta. Aunque una parte de mi siente un poco de curiosidad por ese pacto de matrimonio.
Por el apellido de la chica no sonaba a nadie de la alta sociedad. No es como que ya sepa todo de ella o me importe, de eso se encargó mi mano derecha en estos días.
Albert era algo así como más que el mayordomo, el investigador privado y de todo un poco. Hoy precisamente tengo una reunión con él y con suerte traería a la chica, le daría una buena cifra, un contrato y listo.
Podríamos estar casados alrededor de seis meses y luego nos divorciabamos como cada pareja normal en el mundo donde el amor no funciona. Yo con mi empresa feliz y todo lo que he trabajado. Ella haciendo lo que le dé la gana. Todo perfecto. No creo que se negará a algo así.
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Llegar a la empresa es otro logro más en el día y pasar sin que nadie te reconozca. Pero lo peor viene cuando mi amigo encargado de supervisar las fotos de hoy me llama para decirme que no puede venir hoy, y me toca a mí. No si quiera puedo decir que no, si fuera otra campaña tal vez mandará a otra persona, pero no confío cuando se trata de la anual y me gusta que sigamos siendo los números uno.
Así que tomo mi mayor paciencia y acudo a la sesión preparándome mentalmente para cuando lleguen las concursantes para las audiciones. Lo menos que espero para empeorar el día es una loca que hace que todo mi café termine en sus enormes tetas.
Y lo digo sin exagerar, la chica es una talla lo suficientemente grande sin llegar a doblarse. Tanto que me cuesta mantener mis ojos solo en su cara por la transparencia de su blusa que lo enseña todo. Grandes, turgentes, redondas. No puedo evitar pensar como serían esos pezones, y como se sentirian en mi boca, y eso me cabrea.
Yo nunca tengo este tipo de pensamientos; he visto numerosas mujeres en menos ropa que esa por trabajo y jamás mi cuerpo ha reaccionado así y eso definitivamente me enoja.
Ni si quiera le doy una mirada a su cuerpo más abajo, me quedo con su cara igual de redonda y sus ojos inocentes que me fulminan cuando la despido con una respuesta cortante.
Y me alegro que no sepa quién soy, porque estoy seguro que no tendría ese fuego en sus ojos al contestarme.
- ¿Señor le traigo otro café?- pregunta la chica de los recados de la planta y asiento para seguir mirando las pantallas concentrándome en las tonalidades de las fotos que mostrariamos.
Hasta que alguien me toca el hombro y me giro pensando que sería mi nueva tasa de café. Lo menos que espero es de nuevo esos ojos que ni si quiera me dejan reaccionar, con una fuerza que no parece posible esta chica de aproximadamente 1.50 se pone de puntillas y me jala por las solapas del traje estampando sus labios en los míos.
No le importan las voces a nuestro alrededor ni los jadeos de sorpresa.
Y yo me quedo en shock, atrapado en la suavidad de esos labios, su textura carnosa, en ese roce, en como sus pechos húmedos se pegan en mi camisa y la imagen de antes que hace que mi polla se inquiete dentro de mis pantalones ante aquel mínimo contacto. Así como el olor a café y a coopkakes recién orneados es algo diferente.
Tengo que apretar mis puños para no actuar en consecuencia a como quiere mi cuerpo y la aparto de mí como si ella fuera fuego y quemara.
- ¡Estás loca! - gruño y disfruto como está descarada baja la cabeza y sus mejillas entrojecen al color de su pelo.
La chica es una bomba de curvas a pesar de su sobrepeso, tiene todo lo que hay que tener y ni si quiera sé da cuenta ya que sigue con su blusa enseñando esas tetazas que se burlan en mi cara.
Las voces a nuestro alrededor están completamente en silencio, lo que me anuncia que todos están pendientes de mi explosión al igual que las aspirantes que entraron en la sala junto a una de las recepcionistas.
Exepto por una rubia que chilla junto a otras dos y la mirada alarmada de mi besadora que paso de avergonzada a querer correr pero antes de que eso pase la agarro por el brazo.
- Tú te vienes conmigo - gruño sacándola fuera del estudio o más bien arrastrandola.
Y para mí sorpresa me sigue de buena gana mientras la arrastró apartando a todos de mi camino, hasta quedar en el pasillo desierto lejos de las miradas de mía trabajandores y las novatas.
Suelto su mano y me cruzo de brazos pensando bien lo que le voy a decir mientras ella tartamudea nerviosa moviéndose de un pie a otro.
- perdona... Digo ... sé que no debi besarte. Debes pensar que estoy loca. Pero no estoy loca- divaga y ríe nerviosa.
Por Dios está chica es un desastre que sin duda evitaria a toda costa. No sé si cabrearme más o reírme por como mira hacia todos lados intentando buscar una salida para correr de mi.
- Claro que no debiste besarme - declaro sarcástico - ¿A caso sabes quién soy?- arqueo una ceja cruzando mis brazos.
- Bueno... Yo..., no debi venir en primer lugar, pero esto es culpa de mi mejor amiga. No es como si alguien me eligiria alguna vez, mirame- comienza a hablar rápidamente haciendo que su lengua se enrrede y no entienda nada- y luego tú el café, eres un imbécil por cierto.
- Waooo, tranquila respira- le indicó tratando de tomarla por los hombros- Y gracias por lo de imbécil, pero no todos los días viene una chica y se pega a mis labios como una sanguijuela. -
- ¿Perdón?- se señala y quiero reír pero mantengo mi cara neutral.
- No estás perdonada. Si todo se resolviera con un simple perdón no existieran leyes en el mundo.
- Eres un imbécil - susurra- Y tengo ganas de vomitar ahora mismo.
- ¡Ni te atrevas!- la señaló.
Lo último que me falta es terminar con los restos de esta chica para arruinarme la mañana.
Justo en ese momento mi móvil suena en mi sacó y dudo si contestar o no por la mirada de la desconocida pero cuando veo el nombre de mi abogado, decido hacerlo no sin antes señalarla.
- Ni se te ocurra moverte de aquí.
Ella no asiente pero tampoco niega y al momento que contestó y giro mi espalda para hablar corre como la cobarde que es huyendo por las escaleras.
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El día transcurre a partir de ahí, normal, amo la tranquilidad y el balance aunque mi mente no puede apartarse de la chica de la mañana.
¿En serio tuvo el descaro de besarme?
A mí, una desconocida, en mi empresa y luego salir corriendo como si nada. Y lo peor es que no podía sacarla de mi cabeza. No es como si no tuviera miles mujeres detrás dispuestas a besarme, pero estoy seguro que ninguna correría.
Algo dentro de mí desearía encontrarla y hacerla pagar por su descaro. Aunque mi parte razonable agradece no saber su nombre.
Controlarte Alex
No eres un puto niño
Mis dedos pican por preguntar en recepción, quizás dejo un nombre o las cámaras.
Pero me niego, no puedo caer en eso.
La última hora me dedicó a revisar los nuevos contratos con los américanos para las nuevas pasarelas antes de que Albert llegue a mi puerta.
- Entonces - me cruzo de brazos ante su entrada silenciosa apartando los papeles de mi escritorio mirándolo confundido al no encontrar ninguna chica con él.
- Señor, no sé cómo explicarle esto. ¿Acaso leyó el documento que le envié?- pregunta tragando nervioso.
Nunca lo habia visto así.
- No, sabes que me da igual quien sea, al final es solo un matrimonio por contrato ella lo debe saber bien.
- Es que ahí está el problema señor, según lo que investigue la chica no sabe nada de esto. Ella es una estudiante de Diseño en su último año en la universidad de la familia. Sus padres han decidido mantenerla al margen por lo que estuve hablando con ellos.
- ¿Y qué con eso? - cruzo mis brazos sobre mi pecho estresado.
Lo último que me faltaba
- Que su mayor sueño es ser modelo y diseñadora. Pensé que enviándole una invitación para el concurso de parte de usted sería perfecto para abordar....
Ni si quiera lo dejo hablar tomándolo por el traje.
- Qué hiciste qué - gruño- ¡Acaso piensas que voy a regalarle algo a esa interesada!. Me da igual si sabía o no. Sus padres y su abuelo sí sabían lo que estaban haciendo al vender a su nieta.
- Yo lo siento señor- traga nervioso Albert y lo suelto para que continúe hablando - La chica vino hoy pero no sé que pasó según las inscripciones no se presentó en la audición.
- ¿A qué te refieres?
- La vi saliendo a toda prisa en un taxi, ni si quiera espero a su mejor amiga.
No me suena nadie así, normalmente todas las chicas se morían por audicionar. Nadie huía de la empresa Hamilton, a menos.
- ¿Tienes alguna foto de ella Albert? - trato de disfrazar el interés en mi voz y el asiente.
Enseñandome varias de la galería de su móvil.
- No puede ser- susurro apretando el aparato en mis dedos.
Si tan solo hubiera revisado ese expendiente antes.