El día que la luna dejó de br...

By marvzcc

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«El día que te lances por el precipicio sin miedo a caer con tanta fuerza va a ser el día en el que en verdad... More

PRESENTACIÓN
BOOK TRÁILER
DEDICATORIA
• PRÓLOGO •
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Cartas que nunca llegaron.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Cartas que nunca llegaron.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Cartas que nunca llegaron.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Carta I y II.
Cartas que nunca llegaron.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Epílogo.
Especial | Amor Cristalino

Capítulo 27.

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By marvzcc

Hola, hola. He vuelto y con un capítulo lleno de dramaa!
Espero lo disfruten y nunca está de más agradecerles todo su apoyo. A todos aquellos que me esperaron, no saben lo especial que son para mí. A los que recién me leen y los que llegan, gracias por todo.

(Al final del capítulos he puesto las fechas de publicación de los últimos capítulos de la historia =D)

--

Dollhouse - Melanie Martinez
«Everyone thinks that
we're perfect
Please don't let them
look through the curtains
Picture, picture, smile
for the picture»


Capítulo 27.
The storm

Una semana después del baile de gala,
me encuentro colgada de cabeza hacia abajo en la cama de Melanie compartiendo su cuarto y viendo una película en su laptop.

Ha puesto una romántica de esas que tanto le gustan pero le cuesta admitir. Tengo las manos sobre mi estómago y veo fijamente el techo sintiendo como la sangre se va para mi cerebro.

Cuando empiezo a marearme me recompongo y siento mi alrededor dar vueltas.

Melanie voltea a verme y enarca una ceja.

—¿Sabías que si duras tanto tiempo en esa posición pudiste haberte muerto?

—¿Eh? —doy un despingo, asustada.

Dani se encoje de hombros y me pasa una botella de agua para que tome de ahí.

—No sé. Un día vi que alguien dijo eso y ahora voy por la vida asustando a los demás. Así que, ten cuidado.

Sonrío inocentemente.

—¿Quién diría que te preocupas tanto por tu amiga?

—Me preocupo con que haya un muerto en mi cama y ya no pueda dormir en mi colchón tan cómodo.

Pongo los ojos en blanco sonriendo.

—Siempre tan considerada...

Ella me devuelve el gesto y sigue viendo la película. En ese instante mi teléfono vibra y reviso los mensajes que me han llegado.

Abro los ojos hasta que siento que se me salen de su lugar y me pongo de pie de un salto.

Dulce:
Abrimos la nevería en unos minutos, ¿pasó algo?, ¿estás bien?

—¡No, no, no y no! —grito exasperada mientras corro a la habitación de Jaden para ponerme lo primero que encuentro.

—¡Siempre tan puntual! —escucho gritar a Melanie desde su habitación.

Mocosa listilla.

Él no está en casa en estos momentos. Fue a hablar con Daisy hace unas horas con la excusa de que iría a dejarle unas pertenencias suyas que se quedaron aquí.

Jaden y yo hemos hablado del tema ya unas cuantas veces. Terminamos en la conclusión de que él debe poner un alto con lass actitudes que ella está teniendo hacia mí.

Y bueno... después de lo que pasó hace una semana, él ha estado muchísimo más cariñoso y complaciente conmigo.

También inició el proceso de demanda hacia el padre de Melanie. Hace unos días Jaden habló con su madre sobre lo que pasó. Los tres llegaron al acuerdo de que tienen que demandarlo antes de que siga haciendo daño.

A pesar de que para Melanie ha sido difícil, he intentado estar con ella en todo momento para que no se sienta sola.

Agarro el delantal que está colgado a simple vista en mí closet y me lo pongo en tiempo récord. Se supone que hoy voy a atender por igual a los clientes que mis compañeros de trabajo, debería haber llegado temprano para ordenar todo, pero a cierta señorita se le olvidó su compromiso y está a último minuto arreglando el desastre que es.

Arreglo mi cabello con mis dedos como puedo intentando quitar el aspecto a escoba usada de mi pelo, pero tengo varios nudos en este.

Bajo rápidamente las escaleras despidiéndome de Melanie dando saltitos poniéndome los zapatos.

Casi me caigo de cara al suelo al ver a Jaden frente mío, el cual, por cierto, me observa con curiosidad.

—Oh, hola, amor —digo adelantandome a darle un beso rápido en los labios y él responde de inmediato colocando sus manos en mi cintura.

Me separo rápidamente antes de que se alargue y lo miro confundida.

—Llegaste muy rápido —digo frunciendo el ceño. Que yo recuerde había dicho que quizá le llevaría tiempo darle a entender a la rubia sus límites de amistad.

—Eh... sí. Es que ya quería verte —dice sonriéndome. Le devuelvo el gesto y antes de irme corriendo a la puerta él vuelve a hablar—. ¿Crees que podamos hablar? —pregunta en un tono nervioso. Lo miro confundida y casi me pongo a maldecir al ver la hora.

—Me vas a matar, pero necesito llegar a la nevería lo más rápido posible. Se me hizo tarde y ya debería estar ahí. ¿Te parece si hablamos más tarde? —pregunto, avergonzada.

—No te apures, yo te llevo. Ya cuando tengamos tiempo, esta tarde tenemos que ir a proseguir con la demanda, no va a estar nadie en la casa más que tu madre.

Yo abro y cierro la boca.

—Claro, con tanta prisa ya hasta se me había olvidado. Perdón.

Él me sonríe y se adelanta poniendo una mano en mi cintura para guiarme a la salida.

—Vamos.

Le sonrío y lo sigo a la salida. Por suerte y gracias a que Jaden por primera vez condujo como loco, en menos de dos minutos ya estamos ahí.

Casi salgo volando de la camioneta, hasta que Jaden me detiene por la muñeca antes de poder bajarme.

—Ashley...

—¿Sí? —contesto confundida. Ha estado muy raro desde que llegó.

Él se lo piensa unos segundos en los que la duda cruza por sus ojos y después niega con la cabeza. Sonríe un poco antes de que pueda pensar en algo más.

—Nunca olvides que te amo —dice mientras me mira fijamente.

Sus palabras me sorprenden por un instante en los que siento que algo está mal. Sin embargo, no me dejo llevar por mis pensamientos y no tardo en contestarle.

—Tú tampoco olvides que te amo —le sonrío. Quizá no está teniendo un buen día. Aún así lo atraigo para besarlo, pero, en esta ocasión, me besa lentamente. Es un beso... ¿triste?. Tiene incluso cuidado al tocarme.

Lo relaciono con el tema de que irán con su padre y eso no le sienta bien. No me gusta verlo mal, así que le aseguro que estoy ahí para él

—Sabes que estoy aquí para lo que necesites, ¿cierto? —le pregunto dando breves caricias en su mano.

Él asiente con la cabeza y cuando comienzan a llamarme de la nevería le doy un último beso más corto saliendo de la camioneta.

Llego sin aire en los pulmones a la nevería y me amarrro el cabello en una coleta despeinada entrando por la puerta principal haciendo que unas campanitas suenen.

Me encuentro de frente con una chica morena que voltea a verme de inmediato y parece eternamente aliviada.

Con todo este relajo de que se me hizo tarde hasta se me olvidó contestarle.

Debo volverme más puntual, de verdad...

—Por fin, jefa. Ya habíamos pensado que se la trago la tierra —dice Alex. El chico de lentes que no le cae muy bien a Jaden por unas cuántas razones...

—O que te tragó Jaden —agrega Dulce posicionándose a su lado con una sonrisita.

Entrecierro los ojos a su dirección.

—Muy graciosa, Dulce.

Ella sonríe aún más y comenzamos a acomodar las cosas que necesitamos. Por suerte, en menos de quince minutos estamos listos para abrir.

Pasamos el resto de la tarde atendiendo a los clientes y limpiando el local hasta que queda impecable.

En la tarde, cuando el sol comienza a bajar, tenemos la visita de dos viejitos que se quedan ahí un buen rato contándonos como es que se casaron.

Me es inevitable no sonreír por lo tiernos que son, así que cuando es momento se que se vayan y a ambos se les olvida pagar, los ayudo a llegar hasta la puerta y una nieta suya pasa a recogerlos no les pido ni una sola moneda.

Cuando por fin falta poco para cerrar y todos estamos cansados, le pido a Axel y a Dulce que vayan a tomar un descanso en el cuarto que Jaden me apropió y me quedo atendiendo a los últimos clientes.

Al dar las siete de la tarde, cuando estoy apunto de cerrar, las campanitas del negocio suenan y volteo a ver al frente.

Para mí sorpresa y mi mala suerte, me encuentro con una rubia que prácticamente va echando humo por las orejas.

—Mira, qué bueno que me encuentro contigo —dice en su típico tono sarcástico posicionándose frente a mí al otro lado de la barra donde se encuentran las nieves.

Yo inspiro aire limpiando una barra de la nevería y cuando termino, la volteo a ver más calmada de lo que pretendía.

—¿Se le ofrece algo de comer?

—No seas ridícula. Sabes que no vengo a comer tus helados de mierda.

—De hecho, mis helados no son hechos de mierda. Tengo muchos sabores, como el de mango, galleta, fresa...

—¡Deja de hacerte la estúpida, Ashley! —grita casi chillando.

Suelto un suspiro y la miro fijamente, cansada.

—Si no quieres helado, ¿qué es lo que vienes a hacer aquí?

—Vengo a decirte que no vas a ganar en esto. Voy a asegurarme de que no lo hagas —espeta furiosa señalandome.

—¿De qué hablas? —pregunto, confusa.

—Me tienes harta en cada jodido aspecto.

—No sé cuál es tu problema conmigo, Daisy —digo, finalmente. Si va a hablar, que vaya al jodido grano. No tengo tiempo, ni mucho menos paciencia.

—¡Que soy buena en todo! —espeta con los puños apretados—. ¡Te supero en cada jodido aspecto y aún así Jaden eligió estar con una insegura y zorra como tú! —aprieto los labios con rabia y siento la sangre hervir dentro de mí.

Ya estoy harta de esta chica.

Estoy harta de dejar que me humille y moldee a Jaden a su jodido modo.

—Pues quizá esta zorra —me señaló a mí misma con coraje—. Sí que tenga valores. ¡Quizá esta zorra haya dejado de lado sus inseguridades y haya hecho un espacio seguro dentro de todo lo roto que tiene para tener a Jaden en sí!, ¡quizá esta zorra lo ama más que nadie en este mundo y tiene miedo a perderlo por lo genial que es!, ¡quizá esta jodida zorra sea una insegura y vacía como me lo dijiste la última vez!, ¡pero te aseguro que sería la última persona en querer hacerle el mínimo de daño!, ¡porque lo amo, no como tú jamás haz sabido hacerlo!

El coraje me invade en cada parte de mi cuerpo y siento mi pecho subir y bajar. Sin poder evitarlo, aprieto los puños con fuerza.

—Lo amo como nunca he amado a alguien. Estoy harta de todo lo que dices de él y las inseguridades que implantas en cada una de sus acciones. ¡Dices ser su amiga y eres la primera en asegurarle que ninguna chica lo querrá como tú! Jaden es un chico genial, con errores e inseguridades, ¡pero he aprendido a amar cada una de ellas!, porque lo quiero. Y no voy a permitir ni uno más de tus abusos, Daisy. Estoy cansada de ti y tus tonterías de niña chiquita. Si tienes un capricho con él, ese es tu problema. Jaden no es un objeto como para que pienses que puedes tenerlo, y, en todo caso de ello, él te ha dejado muy en claro que no le interesas. Así que, nos harías un favor a ambos si decides dejar de lado tus niñerías, aceptaras que estamos juntos y nos dejaras en paz.

La mandíbula de ella tiembla. Siento como me mira con el mayor desprecio que alguien  me ha mirado. Pero hoy me da igual. Hoy he llegado al límite de todo. Y no pienso detenerme.

—Siempre habrá maneras de que no estén juntos. Siempre las habrá, y yo... yo encontraré la forma en la que, si tú no quieres dejarlo, él lo haga contigo.

Trago saliva con fuerza y levanto un poco la barbilla.

—A qué límite de no tener amor propio tienes que llegar para meterte en donde no te incumbe —digo negando con la cabeza—. Jaden es un ser tan humilde como para seguir siendo amigo tuyo después de todo lo que le haz hecho. Después de crearle inseguridades, después de manipularlo y meterte en su vida para usarlo. Debe haber necesitado tanta ayuda que la encontró en alguien equivocado.

Ella tiembla del coraje, pero ya me da igual.

—Lo único de todo esto es que me alegra saber que nunca más estará solo. Y siempre contará conmigo, un apoyo real.

—Eres una maldita patética si piensas que no haré nada ante esto, Ashley —espeta con coraje acercándose aún más a mí.

Inhalo aire con las últimas fuerzas que me quedan del día. He tenido un día cansado y estoy agotada.

—Última vez, Daisy. Deja en paz a Jaden. Si tienes un problema conmigo, pues hablalo. A él no lo metas en tus cosas y déjalo en paz. Yo soy aquí el problema, ¿no?, entonces desahógate conmigo. Pero a él... solo déjalo en paz.

Ella se ríe amargamente y aprieta los labios con fuerza. Yo solo espero una respuesta por parte suya; mi cabeza duele y siento que todo mi alrededor da vueltas. Mi estomago está revuelto y mis ganas de vomitar aumentan.

Esto me pasa cada vez que tengo una discusión. Termino tan agotada como si boxeara o hiciera algún tipo de actividad física, pero no era así. Nunca era así.

—Llegaste a arruinar todo —comienza a hablar con la voz llena de repudio—. Y te voy a hacer sufrir de la forma en la que mereces sufrir. Te quiero ver llorar y ver perder a lo que más amas. Porque no mereces nada de lo que yo quiera tener.

Antes de que pueda decir algo más, agarra el bolso que había aventado hace unos instantes y sale del local prácticamente echando humo por las orejas.

Todo esto lo desencadenó el que Jaden fue a hablar con ella teniendo la idea ingenua de que podía entenderlo... pero grave error.

Muy grave error.

Cierro los ojos con fuerza y pongo mis dedos en mi cien tratando de ralentizar mi respiración. Tengo tantas ganas de llorar que me es imposible detener el llanto.

Justo cuando creo que las cosas van bien. Cuando creo que todo puede mejorar, la vida me sorprende con esos «detallitos» que me recuerdan lo impredecible que es todo. Que un día todo está bien, y al siguiente, parece que nada puede estarlo.

Lloro con fuerza mientras me apoyo en la barra del mostrador principal. Agradezco que todos mis compañeros estén en el cuarto de libros. No soportaría ver como se toman esta escena.

Limpio algunas lágrimas de mi rostro mientras siento mi corazón latir con fuerza. Siento que duele mucho. No es una herida física, es una herida interna que no ha logrado sanar. Es algo que no puedes ver, pero se siente cada vez que pasan este tipo de situaciones.

Me apresuro en terminar mis labores y le pido a todos que vayan a su casa a descansar. Dulce me ha visto rara y me ha preguntado si estoy bien. Y como siempre, respondo que lo estoy.

Cierro el negocio y voy caminando a la casa de los Wilston. Jaden me ha mandado un mensaje de disculpa porque no lo dejan salir de la comisaría aún. Siguen en proceso de la denuncia.

Suelto un suspiro cansado y meto el celular en mi bolsillo. Agradezco el clima fresco que me rodea y el aire frío que me golpea el rostro. Algunas hojas del otoño caen y uno que otro carro pasa. Ya es bastante noche para caminar sola, pero soy lo poco racional como para ponerme a pensar en ello.

Más bien, mi única preocupación en este momento es hablar con Jaden. Necesito verlo, abrazarlo y sentir que está aquí.

Aunque sé que es imposible ahora. Él sigue en la comisaría, y yo... pues yo estoy sola. Sé que lo más probable es que me sea difícil verlo estos días. Con el proceso que está viviendo ha estado bastante ocupado y estresado. Intento darle a entender que estoy para él. Sé que es difícil, pero intento que no le sea tanto.

Mis pies escuezan cuando llego a casa de los Wilston. Tengo un dolor de cabeza insoportable y mis oídos zumban.

Ha sido un día difícil.

Entro a la casa dejando mi delantal del trabajo encima del sillón y desenvuelvo la coleta de mi pelo soltando un suspiro.

Casi doy un grito cuando veo a mi madre parada frente a mí cruzada de brazos con una mirada cansada, pero estoy lo suficientemente agotada como para hacerlo.

Trago saliva con fuerza y bajo la mirada.

Quiere pelear.

Lo veo en su forma de observarme y analizar cada movimiento que hago. No hemos hablado de mi relación con Jaden y yo desde el día del baile. Lo más probable es que le dé igual, y realmente, es la reacción que más deseo que tenga.

Detestaria saber que es el primer aspecto de mi vida que le interesa y quisiera meterse en él. Porque no es así. Sé que solo le gusta meterse en mi vida cuando ve que logro ser feliz.

Siento como sus ojos viajan por todo mi cuerpo y mi respiración se siente cada vez más pesada. La tensión se siente tan intensa en el ambiente que me es difícil respirar con tranquilidad.

—Veo que te has tomado demasiado literal lo de que no eres mi hija —comienza hablando. No me atrevo ni siquiera a mirarla. Ahora no es momento de desencadenar una pelea, no tengo las energías para ello—. Porque haces lo que te da la maldita gana —hace una pausa—. Primero, comienzas a trabajar a mis espaldas como una estúpida niña para dar lástima, porque por si no fuera poco, eres una malagradecida que necesita más dinero del que su madre le puede dar.

Frunzo el ceño confusa y clavo un poco mis uñas en mis brazos.

—Sabes que no es por eso... yo solo quería ayudart...

—Después, inicias relación con el chico que llevas compartiendo habitación tan solo unos meses. Porque por si no fuera poco, tengo una hija tan zorra y con tan poco valor en sí misma que busca amor con cualquier idiota que se le cruza y va y le abre las pier...

—Jaden no es ningún idiota —la interrumpo apretando mis puños con fuerza. Mi voz tiembla de la rabia y siendo como la sangre hierve dentro de mí nuevamente—. Y yo no soy ninguna zorra para que me hables así. No quiero que vuelvas a mencionar esa palabra para dirigirte a mí —hablo firmemente.

Ella me observa sin siquiera parpadear. Sonríe un poco dando un paso hacia mí y ladea su cabeza viéndome con desprecio.

—¿Sabes...?, cuando una mujer se entera de que será madre, no puede haber sensación más feliz en el universo que esa. La ilusión y el deseo de cumplir tener a un ser tuyo que criaras sus pasos y cuidarás de él no es comparada con ninguna sensación ni sentimiento humano —comienza hablando. Yo trago saliva algo temerosa dando un paso atrás. No sé a dónde quiera llegar con todo esto—. Así que cuando me enteré que sería madre de tu hermano, fui la persona más completa y llena de alegría que jamás pudieras haber imaginado —hace una pausa en la que comienza a caminar alrededor del sillón y por fin puedo sentir como un poco de aire llega a mis pulmones—. Estaba segura de que Aiden sería el mejor hijo que cualquier madre desearía tener. Sería excelente, inteligente en cualquier aspecto, sobresaliente y por supuesto... él sería perfecto. Tenía que serlo.

Se detiene pasando sus dedos suavemente por el sillón.

—Hasta que llegaste tú. La hija que nunca me pareció lo suficientemente buena como para llamarla mía. La que siempre tenía que repetirle todo para que entendiera, parecías una tontita intentando estar a la altura de tu hermano. Y lo parecías aún más cuando intentabas encajar en las charlas de los demás. Siempre fuiste la chica que nunca veían porque nunca fuiste lo suficientemente sobresaliente.

Mi pulso se acelera hasta que siento un cosquilleo familiar en mis ojos.

—La hija con la que nadie elegiría quedarse. Eso fuiste. Mi gran grave error.

No puedo evitarlo y algunas lágrimas caen por mi rostro. Me duele el cuerpo, me duele el corazón. Me duele absolutamente todo. Vivir me duele.

—¿Por qué me odias tanto? —pregunto en un tono de voz apenas audible. Algunas lágrimas brotan de mis ojos mientras me clavo las uñas en mis brazos con fuerza. Llevo años tratando de entenderlo, pero nunca doy respuesta a eso. ¿Qué es lo que he hecho tan mal?

Mi madre voltea a verme fijamente observándome unos instantes, después solo termina de quebrarme.

—Porque me das asco.

Unas cuántas lagrimas más salen sin cesar. Mi cabeza pesa y siento que mi alrededor da vueltas. Ella no se detiene. Nunca se detiene.

—La única cosa que podías haber hecho bien era dejar que te mataran a ti. Porque no mereces estar viva. Tú hermano merecía vivir, él sí era indispensable para todos. Tú, tú solo eres una niña invisible que nadie nota ni notará. No merecías seguir aquí; no para ser una insuficiente como siempre lo eres. Cada día deseo que hubieras sido tú la que mataron, no a mi hijo. Porque tú me das igual. Siempre me has dado igual. Solo espero no tener que verte durante un buen tiempo.

Intento tomar una bocanada de aire, pero este no llega a mí. Siento como el aire comienza a faltarme y mis manos tiemblan. Todo mi cuerpo está entumecido y lloro hasta que mi vista se desenfoca.

Ella toma una maleta que había dejado cerca del sillón y no había visto hasta ahorita.

—Lárgate de una vez de mi vida y la de todos. Hazle un favor a ese chico y deja de joderlo. Deja que busque su verdadera felicidad donde no sea a lado de ti, una persona rota que rompe a cualquiera que vaya a su paso. Grabatelo, no te quiero en mi vida. Nadie sería capaz de quererte en la suya. Solo haznos ese favor.

No he parado de llorar. Mi cuerpo ni siquiera reacciona cuando mi madre avienta mi maleta fuera de la calle, no hasta que vuelve a gritarme. Solo que esta vez no me quedo callada. Estoy cansada de que siempre sea lo mismo. Ya hace falta que ella sepa que tampoco es perfecta.

—Espero sepas que tú no eras una madre. Ni siquiera teniendo en vida a tu hija puedes serlo. Eres la peor persona con la que pude haberme criado, y con la que mi hermano creció —doy un paso a ella llorando tratando de que un poco de aire llegue a mis pulmones. Mi voz suena rota—. Él no merecía ser tratado así. No merecía creer que si no era perfecto nadie lo querría. Porque los defectos son los que nos hacen humanos. Y él era uno. Que tú seas tan egoísta como para no poder verlo no era su problema. Ya vivía con la suficiente presión académica y social tuya. Jamás lo quisiste a él, y dudo que hayas querido a alguien realmente en tu vida. Solo te importas tú y encajar con otros. Nunca te importó mi hermano, te importó que él fuera un robot que tú pudieras manejar.

Por primera vez en mi vida puedo sentir como poco a poco me libero. Sin embargo, no puedo dejar de llorar.

—Necesitábamos una madre. Necesitábamos sentirnos queridos y no comparados uno con el otro. Solamente necesitábamos que estuvieras ahí como una mamá lo haría. Y jamás lo hiciste. Jamás te importó hacerlo —hago una pausa tomando aire y en la que mi mandíbula tiembla—. Supongo que por eso tu hijo a pesar de todo, hubiera querido quitarse la vida.

Ella da un paso atrás negando con la cabeza. Sus ojos están llorosos, pero no suelta ninguna lágrima. Yo sí que lo hago, porque necesito soltar todo esto.

—Me quedé contigo meses y meses esperándote y ayudándote de la forma que necesitabas que lo hiciera. Dejé mi dolor de lado y me enfoque en que ya no sintieras el tuyo. Pero jamás tomaste mi ayuda. Jamás valoraste mi tiempo y ni siquiera me valoraste a mí. Te enfocabas en denigrarme como tu hija y dejarme de lado. Tú nunca fuiste una madre aunque nos hayas tenido.

Ella aprieta los labios con fuerza intentando que las lágrimas lo salgan por sus ojos. Agarra mi maleta de prisa y me rodea el brazo clavandome las uñas con fuerza. Jala bruscamente mi brazo llevándome a la salida y cuando llega a esta me avienta afuera sin ningún tipo de cuidado al igual que a la maleta.

—Estás muerta para mí.

Cierra la puerta con fuerza y doy un pequeño respingo. Acá afuera está lloviendo con intensidad.

Me levanto como puedo del suelo con lágrimas todavía en mis ojos y sin poder evitarlo sollozo con fuerza sentándome en el pasto. Mi corazón duele al punto de que siento que se quiebra.

Tomo una fuerte bocanada de aire y me levanto como puedo. Seco mis lágrimas y me digo a mí misma que todo estará bien.

He sido fuerte durante mucho tiempo. Ahora no me dejaré caer, mucho menos por ella. La que nunca le ha importado verme en el suelo.

Trago saliva con fuerza y agarro mi maleta que ya se ha empapado. Decido empezar a caminar de una vez si no quiero que la lluvia me empape más.

Pido un taxi y de inmediato le doy la dirección del hotel más lejano que encuentre en la ciudad.

No quiero estar con nadie. No quiero hablar, no quiero sentir. Solo quiero llegar y soltar todo.

He vivido la mayoría de tiempo sin asimilar el duelo de mi hermano, y ahora que lo he vivido en carne propia, siento que me quema cada recuerdo en el que él está.

Llego al hotel después de unos cuántos minutos. No sé ni siquiera qué hora es. Mi teléfono está descargado y vengo totalmente empapada.

Agradezco al conductor que me ha recogido apesar de haberme visto así.

Salgo del vehículo pagando con los únicos billetes que llevaba y no se mojaron agradeciendo al conductor.

La lluvia acá afuera se ha ralentizado. Algunas chispas siguen cayendo, pero poco a poco van disminuyendo.

Observo el grande hotel blanco que está frente a mí. Ni siquiera sé si tendré el dinero suficiente para pagar una noche de aquí, pero casi lo espero.

La gente a mí alrededor camina empujandose una con otra, muchas personas hablando por teléfono y yo solo puedo pensar en el dolor emocional que siento. Mi corazón late, y aún así, no logro entender como es que pareciera que no estoy viva.

Ahí afuera, cuando comienza a llover con más fuerza, sé que he tomado una decisión. Quizá la más estúpida y dolorosa que vaya a tomar.

Pero estaba decidido.

Las estaciones pasarán, los años y las horas. Pero sé que si no vivo el duelo de mi hermano, seguirán pasando de la misma forma que siempre las he vivido. Quiero ser una mejor versión para las personas que amo, pero para eso necesito hacerlo sola.

Quizá estos pensamientos sean intrusivos y quizá me esté llevando por el impulso de esto. Pero en el fondo de mi corazón, en el fondo de lo que soy y siento, sé que ruego por ser liberada.

☆☆☆

Ashley...

Si haz llegado hasta aquí quiero darte las gracias de todo corazón por tu apoyo. Por cada voto y comentario que haces. Quiero agradecerte por darle una oportunidad a mi historia y por tomarte el tiempo de leerla.

Eres muy especial para mí y valoro cada apoyo de tu parte. Gracias, gracias y mil gracias.

A continuación dejo el calendario de los últimos capítulos de la historia con su respectivo día.

Esta historia está llegando a su final, y no puedo estar más feliz de compartirlo con ustedes.

Gracias 🩵

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