(CAPÍTULOS 19 Y 20)
- Riel está acostumbrada a dar y nunca antes ha recibido amor adecuadamente. En algún momento, creo que sus sentimientos se volvieron tan vacíos como los de una muñeca. Sé que se ha sentido muy sola y me duele cada vez que pienso en eso.
Dijo el conde con pesar.
- Papá, yo no soy así. Estoy realmente bien...
Refuto Riel tímidamente.
- Oh, mi querida Riel. No tienes que explicarme nada. Lo sé todo, mi pobre hija.
Dijo el conde mucho más lastimeramente.
- Papá...
Sollozó Riel.
- Cariño mío...
De repente, ante Noël, apareció la escena de una familia amorosa. Noël sólo observó con calma y sin palabras cómo se desarrollaba la situación. Sin embargo, los tres nobles Chase no se habían dado cuenta de que desde hace un momento, la expresión de Noël se había vuelto rígida.
- Mi hija está interesada en el Duque, y...
Continuó finalmente el conde Chase cuando terminaron su escena.
- Señorita Riel Chase.
Cuando el Conde estaba a punto de transmitir su propósito, Noël, que había estado en silencio, finalmente abrió la boca. La voz de Noël todavía tenía un poco de cortesía amistosa, como antes. Sin embargo, su expresión no coincidía con su voz.
- Me encontré con cinco doncellas mientras esperaba entrar a esta habitación.
Contó rápidamente mientras hablaba sosteniendo la taza de té caliente en sus manos.
- ¿Qué significa eso?
Preguntó el Conde con una mirada curiosa, sin entender por qué Noël diría algo así. Sin embargo, Riel, que estaba sentada junto a Noël, notó que algo andaba mal. Su postura erguida significaba que desde que entró, no había bajado la guardia ni por un momento.
Ella lo miró con ojos ansiosos. Agarró con cuidado el dobladillo de la ropa de Noël, pero Noël le apartó ligeramente la mano. La pareja no se dio cuenta porque sucedió debajo de la mesa, sin embargo, el rostro de Riel se puso pálido por eso.
- Ninguna de estas cinco criadas sabían algo sobre la señorita Irene Chase. Dónde está, cuáles son sus gustos, o incluso si había desayunado por la mañana. Sin embargo, cuando pregunté por la señorita Riel Chase, pudieron responder todo sobre ella. Es como si en esta casa no hubiera nadie más que la señorita Riel Chase.
Contó Noël desapasionadamente.
- ¿Qué quiere decir con eso?
El inesperado comentario sacudió visiblemente la compostura de la condesa. Noël le sonrió tranquilamente.
- La hermana menor enferma y la hermana mayor extrovertida. Normalmente, los empleados preferirían a la hermana mayor extrovertida. Porque es menos complicado cuidar y apaciguar a alguien que no está enfermo. Al observar la cantidad de problemas que causaría adorar a la hermana menor y descuidar a la mayor, encuentro esta situación extraña.
Explicó Noël.
- ¡Qué falta de respeto de su parte!
El Conde se levantó de su asiento y le gritó al apuesto noble que estaba frente a él, pero Noël no perdió la compostura y le devolvió al conde una mirada firme. La ira del Conde comenzó a calmarse ante la mirada feroz de Noël.
Noël preguntó con voz fría.
- ¿Es ella realmente una hija de la familia Chase?
CAMBIO DE ESCENA - PUNTO DE VISTA DE IRENE
Irene no pudo controlar su enojo cuando la criada le dijo que tenía una carta que había llegado para ella con remitente desconocido. Además, la doncella no sólo le ocultó esto, sino que le permitió a Riel tomar esa carta, sabiendo muy bien que el destinatario era Irene y las reglas tácitas de la sociedad.
Inmediatamente supo que la criada pensaba que Irene no era digna de respeto. Especialmente porque le había entregado fácilmente la carta de Irene a Riel, a pesar de que Irene era su ama.
Si Irene no tuviera prisa en ese momento, no habría pasado por alto ese asunto. Sin embargo, considerando que había asuntos más importantes de los que ocuparse, sólo podría encargarse de ello más tarde.
Entonces, Irene visitó la habitación de Riel, pero no pudo encontrarla allí. Una criada se encontraba haciendo la limpieza de la habitación y cuando Irene le preguntó a la criada por la ubicación de Riel, ésta le dijo que había salido a recibir a un invitado.
Irene pudo decir intuitivamente que Riel había ido a reemplazar a Irene para encontrarse con Noël. El corazón de Irene latía ansiosamente mientras se dirigía a la entrada de la mansión.
Hasta ahora, Riel le había quitado todo a Irene. Le había robado sus padres, amigos, criadas e incluso su prometido. A primera vista, uno podría pensar que era un lirio inocente, puro e inofensivo, sin embargo, sus acciones sutiles demostraron que en realidad era la ladrona más cruel.
Irene estuvo a punto de desmayarse pensando que Riel también se llevaría su única esperanza esta vez. Pero Irene no podía caer ahora. Respiró profundamente, fortaleciendo su resolución.
Cuando llegó a la entrada de la mansión, el mayordomo dijo que se habían dirigido a la sala de estar.
Irene corrió directamente a la sala, ignorando las miradas pasajeras de los sirvientes. Ella corrió tan ansiosa como cuando había buscado a Noël en el baile y deseó profundamente que Noël no se enamorara de Riel, que Riel no le quitara su última esperanza.
Cuando Irene llegó frente a la sala, inmediatamente intentó entrar. Sin embargo, no pudo hacer eso cuando escuchó la voz que se filtraba desde esa habitación.
- Como si ella no existiera en esta familia, a nadie le importa. Incluso sus padres sólo elogiaron a su hermana menor, Riel Chase, y nunca mencionaron nada sobre ella.
Acusó Noël.
- E... Eso es porque realmente no tenemos nada que decir sobre ella...
Se escuchó en respuesta.
- ¿Cree que es normal que los padres no tengan nada que decir sobre sus hijos?
Devolvió Noël las palabras, dejando a todos en silencio.
- ...
Después de un tenso silencio, la voz de Noël Kristen se volvió a escuchar.
- No puedo evitar sentir lástima por ella. Ha pasado tanto tiempo en esta casa sin nadie a su lado. ¿Cuántos años viviendo así? ¿Es este un lugar al que ella puede llamar hogar? ¿Ustedes tres son dignos de ser llamados su familia? Sé que soy sólo un extraño y no tengo derecho a entrometerme en su vida familiar. Sin embargo, dar a luz a un niño no te convierte en padre, y el hecho de que compartan la misma sangre no significa que sean hermanas.
Declaró fríamente.
- ¿Qué... de qué está hablando...?
El Conde se quedó mudo y tartamudeó cuando intentó replicar al comentario de Noël.
Noël se levantó de su asiento y miró a la pareja y a Riel. Luego, habló en un tono frío.
- Si no pueden hacerla feliz, al menos no la hagan sentir herida. También es una persona que tiene sus propios sentimientos.
Declaró Noël contundentemente.
Fuera de la habitación, Irene, que estaba apoyada contra la puerta, se quedó en silencio cuando escuchó eso.
Irene, a quien le costaba llorar y expresarse, a diferencia de su hermana menor Riel que usaba las lágrimas como arma, sintió que se le calentaban los ojos.
Nadie había entendido nunca sus sentimientos; tampoco tenía ninguna persona con quien pudiera hablar libremente, sin embargo, el hombre que había conocido por primera vez la noche anterior, había logrado comprender cómo se había sentido durante más de veinte años en esta casa.
No sólo eso, él hizo algo que ella nunca había tenido el coraje de hacer: Transmitirlo en su lugar.
La cabeza de Irene cayó. Las lágrimas que había soportado durante más de veinte años inundaron sus ojos. No pudo detenerlas y el agua salada se desbordó y resbaló por sus mejillas. Entonces, la puerta se abrió y una sombra cayó sobre su cabeza.
Irene no podía levantar la cabeza, pero sabía quién era.
- ...
Noël no dijo ninguna palabra para consolar a Irene. Incluso si él hubiera dicho algo, Irene no habría podido oírlo porque estaba ocupada conteniendo sin éxito sus interminables lágrimas, aunque todavía se aseguró de contener sus sollozos como solía hacer habitualmente.
Irene tenía la costumbre de reprimir sus emociones cada vez que sentía la necesidad de llorar.
Solía compartir habitación con Riel cuando era joven, por lo que Irene evitaba llorar incluso cuando se sentía triste, porque le preocupaba que Riel la escuchara. Finalmente, un día Riel la escuchó y se lo contó a sus padres. Irene recordó lo que le habían dicho sus padres cuando en esa ocasión.
- Tu hermana se está conteniendo a pesar de que está enferma, entonces, ¿Por qué lloras tú?
Eso le había dolido y, desde entonces, se había obligado a aguantar. Porque ella también se había convencido a sí misma de que Riel se estaba conteniendo, así que ella también tenía que ser fuerte.
- Puedes llorar.
Dijo Noël, acercando a Irene con cuidado y abrazándola. Una de las manos de Noël se levantó lentamente y le dio una palmada en la espalda.
- Has tenido dificultades para estar sola, Irene.
La cálida voz de Noël derritió el corazón de Irene, acariciando una herida que nadie podía tocar. Irene cerró los ojos con fuerza y rompió en llanto en los brazos del hombre que acababa de conocer la noche anterior.
Irene no sabía cuánto tiempo había pasado. El torrente de lágrimas no se detuvo, como si estuviera derramando todo el dolor que había acumulado en su interior durante los últimos veinte años. Noël también siguió dándole palmaditas en la espalda sin decir nada. Su consuelo sin palabras y su toque gentil le dieron a Irene una sensación de seguridad que nunca antes había sentido.
Al mismo tiempo, su entorno también se calmó. Irene ni siquiera podía saber cuándo se había ido su familia porque estuvo aferrada al pecho de Noël todo el tiempo. Sus fuertes brazos que la envolvieron fueron más reconfortantes que cualquier cosa que jamás hubiera experimentado de otro ser humano. Era la primera vez en su vida que lloraba tanto.
Mientras las lágrimas se detenían lentamente, Irene reflexionó torpemente sobre el momento adecuado para salir del abrazo de Noël, ya que se sentía tan cómodo y cálido que Irene sintió que no quería alejarse.
'¿Debería decir que estoy bien ahora?'
Pensó Irene fugazmente.
Sin embargo, era difícil hablar casualmente con Noël después de llorar en sus brazos. Irene se preguntó sobre el estado de su rostro ahora. Sus ojos se hincharían y la punta de su nariz se pondría roja e Irene no quería mostrar el estado de su rostro en ese momento al hombre con el que esperaba poder casarse.
- ¿Estás bien ahora?
En medio del conflicto interno que se gestaba dentro de la mente de Irene, se podía escuchar la voz de Noël. Entonces Irene se apartó con cuidado del abrazo de Noël y asintió tímidamente.
- Yo... lo siento. Tu ropa está toda mojada ahora por mi culpa.
Irene inclinó la cabeza con el rostro sonrojado y notar la ropa mojada de Noël la hizo sentir aún más avergonzada.
Noël bajó la cabeza para ver su ropa y notó que la camisa blanca que vestía estaba mojada por las lágrimas.
- Se supone que la ropa debe mojarse.
Desestimó Noël.
- No de esta manera... ¿Nos movemos? Te ayudaré a llegar a mi habitación.
Irene pensó que sería vergonzoso si seguía disculpándose con Noël, así que intentó cambiar de tema. Irene llevó a Noël a su habitación porque el jardín era un espacio abierto y tenía miedo de que alguien los escuchara. Noël siguió los pasos de Irene a través de los elaborados pasillos hasta su habitación.
No hablaron de camino a la habitación. Cada vez que alguna criada pasaba junto a ellos, su atención se centraba en Irene y Noël.
La escena de un hombre apuesto caminando al lado de una dama que no tenía presencia en la casa fue una combinación inesperada, pero Irene estaba tan nerviosa y demasiado consciente de la presencia de Noël a su lado, que no podía concentrarse en nada más, así que las miradas de las criadas fueron ignoradas.
Lo que Noël les dijo a los padres de Irene todavía resonaba en sus oídos. Sintió que una extraña emoción surgía dentro de ella. Entonces Irene miró a Noël y volvió a girar la cabeza cuando sus miradas se encontraron. En su presencia, no pudo evitar sentirse avergonzada.
Pasando por el segundo piso, subieron al tercero. Las sirvientas que estaban a cargo de las habitaciones de Irene y Riel parecieron sorprendidas al ver a Irene y Noël. Una de ellas incluso corrió a la habitación de Riel para informarle sobre esto.
Irene pensó que debería haber preparado algunos refrescos con antelación. Hasta esa mañana se había sentido desanimada porque pensaba que Noël no le había creído. Entonces, era extraño mirar a Noël frente a ella, sin algo para comer en lo que concentrarse y disminuir la extraña atmósfera que se instaló entre ambos.
- Debería haberte recibido con anticipación. Lo siento por las molestias.
Se disculpó Irene.
- No, está bien. Gracias a eso, he aprendido un poco sobre tu situación.
Tranquilizó Noël.
- ...
Las palabras de Noël hicieron arder el rostro de Irene. Se sintió avergonzada de que su situación hubiera sido expuesta a alguien nuevo para ella. Además, al hombre que podría ser su salvador.
Cuando Irene inclinó la cabeza en silencio, Noël suspiró y abrió la boca.
- ¿Estás avergonzada?
Preguntó, mas Irene no supo que responder.
- ...
- No hay nada de qué avergonzarse. Somos más parecidos de lo que crees.
Dijo Noël al notar que ella no respondería a su pregunta.