Coleccionista de Tormentos #P...

By katyaenriquez

1.1K 311 1K

[Libro 1 de la Bilogía "Impostores"] Después de la trágica partida de Kelvin, Anet no estaba dispuesta a comp... More

Prefacio: Era de Sangre
Capítulo 1: Corte en el Pecho
Capítulo 2: Por Justicia
Capítulo 3: Obedezcan al Monstruo
Capítulo 4: Hablar con la Pared
Capítulo 5: Deseo Pasado
Capítulo 6: Inofensivo Encuentro
Capítulo 7: Moribundo
Capítulo 8: ¿Quisieras Pasar?
Capítulo 9: Néctar Tóxico
Capítulo 10: Fuerte Hedor
Capítulo 11: Estaba perdida
Capítulo 13: Gran Momento
Capítulo 14: Salto Sangriento
Capítulo 15: Aixa o Axel
Capítulo 16: Locura por un relicario
Capítulo 17: Beberán de mi muñeca
Capítulo 18: ¿Justo?
Capítulo 19: Memorias
Capítulo 20: Kéfir

Capítulo 12: Vigilancia

34 8 42
By katyaenriquez

«Han pasado cuatro horas», recordó Lucían, «y no hemos recibido alguna señal». En ese momento, él recordó a Anthony; ese muchacho que utilizaba una camisa blanca y larga, pantalones de mezclilla azul, tenis oscuros, y llevaba una sudadera roja con un dibujo de un gato en el lado superior izquierdo.

Además, el moreno se imaginó abrazando a Tony, observando que el castaño traía maquillaje de Anet (rubor y sombra roja en los ojos); extasiándose con su aroma a lavanda; y, jugando con el dije de oro que colgaba de su cuello.

Por si no fuera poco, Lucían también reprodujo una imagen de él, besando los rosados y carnosos labios de su amado. Así que, tan solo pensar en que Anthony estaba desaparecido, hacía que el joven musculoso de ojos cafés estuviera casi en crisis.

Aire, dióxido de carbono, bolsas de plástico y muertes. Estos eran los componentes que confeccionaban el ambiente en el cual se encontraban los amigos de Tony, quienes gritaban a todo pulmón, esperando a que el chico volviera.

Ulises sintió un espasmo en la espalda, así como reconoció una pestilencia provenir de ella, así que se alejó del grupo. Asegurándose de que Marie no estuviera cerca, él alzó su camisa manga larga verde para sorprenderse que su piel seguía consumiéndose y que ahora, aparentaba ser granulosa con pus por salir.

Él bajó su camisa, sacudió sus manos sobre su pantalón oscuro y, desvistiendo su arma, regresó con su novia. Sin embargo, él solo podía pensar en que si no llegaban al plantel de las Ballenas en un par de horas, él moriría.

Camile, sosteniendo su largo y rosado vestido, analizó el comportamiento de Scott. Ella no quería incomodarlo, cuestionándolo acerca de lo que le sucedía, pero era evidente que él estaba sufriendo y estaba ocultando su dolor.

«Por favor, Ulises. Si algo te sucede, sé honesto. Nosotros no te vamos a juzgar; en cambio, haremos lo que podamos para ayudarte», sollozó la señora de cabello aterciopelado y maquillaje básico en el rostro. Ella lo sabía, algo andaba mal con su niño de pelo oscuro.

Mientras Marie rezaba, unas pisadas captaron la atención de todos. Allí estaba él, empapado de sangre, con la cabeza cabizbaja y los pensamientos mezclados. Anthony regresó, mas, parecía estar decepcionado de sí mismo.

Ulises le entregó un pedazo de papel, a pesar de que no serviría, la sangre se había secado para simular ser pintura. A su vez, Camile se hincó para rezarle Tony, simulando que era como su Dios o un guerrero Celestial.

Marie estuvo a punto de tener un paro cardiaco porque su amigo, a quien quería besar, se estaba convirtiendo en el peor enemigo de la humanidad. Aun así, la basta idea que rondaba por su cabeza fue cuestionada cuando ella miró a Ulises.

Lucían no sonrió ni estaba feliz por la presencia de Anthony, solo deseaba que el ser humano dentro del joven de ojos grises regresara. Dios lo escuchó porque tras coincidir mirada con Tony, el muchacho castaño quedó en trance unos segundos y Anet regresó.

Ann dio la vuelta para sacarse de encima su vestimenta y mientras lo hacía gemía: —Matar se siente mejor de lo creía, me llena de mucha paz. ¿Alguna vez se han sentido de esa forma? Todo lo que sucede a tus alrededores no importa más que tus propios pensamientos.

»Y, entonces, cuando dejas de ensimismarte, recuerdas que el universo no es la mierda que pensabas hacía un par de segundos. Así que, sonríes para agradecer que estás vivo y que los demás morirán en tus manos.

—Debemos apresurarnos para llegar al cuartel —indicó Lucían, lanzándole a Anthony la mochila en la cual estaban sus pertenencias.

—No iré —Tony se vistió con agilidad—, tengo asuntos pendientes que resolver antes de reencontrarme con tu clan.

Tony se revistió con un pantalón de mezclilla por uno verde tipo militar, una camisa oscuro y una sudadera blanca. Así mismo, se despintó la cara, pero no cambió la colonia que le encantaba a Anet por respeto a ella.

Fernández gritó, tomándole la muñeca a Tony, que nadie se alejaría del grupo, ya que juntos empezaron la misión, y juntos la terminarían. Mas, resistiéndose, Tony vociferó: —¡Lucifer, regrésate al Infierno!

La discusión se intensificó hasta el punto en que la pareja peleaba cuerpo a cuerpo, descargando mucha testosterona; logrando además que, Camile no dejara de rezar a favor de Bowie... Ella estaba apoyando los deseos morbosos y sádicos de su hermano menor.

—Camile, ¿qué estás haciendo? —chilló Ulises tras observar que la señora estaba apoyando al Monstruo. Ella admitió que Anthony sería el único que salvaría a todos de la miseria, así que era mejor apoyarlo.

Marie, quien estaba sosteniendo la mano de Ulises, se alejó para unirse al equipo de Ann. Ella se le declaró a Tony, aceptando que permitiera que le usara como quisiese, ya fuera como un juguete o una buena novia.

Scott se escondió de la escena detrás de un edificio, reflexionando acerca de lo que sus ojos acababan de ver. Además, revisó de nuevo su herida porque el perfume cada vez dejaba de ocultar que apestaba.

Risas, burlas y sonrisas. Todo había sido un montaje coordinado para corroborar que Ulises no había perdido la cordura.

Marie fue por Ulises, conduciéndolo de vuelta con el grupo porque le estaban haciendo una broma para probar su confianza.

Anthony admitió que el resto también pasaría por esa prueba, estrujando a su amigo. Sin embargo, Scott seguía alerta, debido a que Tony dijo que amaba asesinar, por lo que preguntó si ese comentario era parte de la falacia.

—¿Qué cosa? Nunca diría eso, aprecio la vida ajena... Pero, si ustedes peligran, no tendré otra opción que asesinar —soltó Anthony, alzando los brazos.

A Scott se le pusieron en blanco los ojos, y, notando ese gesto, Tony masculló que amaba a cada uno de sus amigos. Aun así, Ulises no se sacaba de la cabeza que Anthony se había perdido, y que El Monstruo era quien estaba controlando el cuerpo.

«Así que, sonríes para agradecer que estás vivo y que los demás morirán en tus manos», repensó Ulises, al mismo tiempo que caminaba, intentando no tropezar. «Y, entonces, cuando dejas de ensimismarte, recuerdas que el universo no es la mierda que pensabas hacía un par de segundos», continuó.

Su respiración se agotaba, sus manos no funcionaban, la mente agonizaba, el sudor no aparecía y el corazón latía con menos fuerza. Su enfermedad lo había alcanzado y no lo dejaría en paz hasta que él se diera por vencido.

Lucían observó a Ulises antes de gritarles a los demás que debían detenerse porque uno del grupo había enfermado. Oh, pero no se esperaban que el dueño de ojos tristones, ya estaba condenado a muerte.

Marie entrelazó su mano con la de su pareja, murmurando: —Ya casi llegamos al edificio, Scottie. Los médicos te atenderán.

—No sé si quisiera seguir con vida... —objetó él.

Anthony se inmutó, limitándose a evaluar la situación, recordándose que debía permanecer en silencio. Intentando disimular, miró a Ulises, quien continuó quejándose de la vida que llevaba, dándole lástima a su familia.

Tony dio su opinión cuando lo encontró pertinente, argumentando que Ulises llevaba enfermo más de lo que podrían creer.

Marie lo recriminó, así que el muchacho castaño le ordenó a su amiga que examinara la espalda de su pareja. Jess obedeció, encontrándose con que él se estaba pudriendo y que la peste se había expandido por varias zonas de su cuerpo.

Marie le pidió explicaciones a su novio, pero él no contestó. Por otro lado, Camile decidió apartar a la rubia para saber si Ulises había decidido cómo le gustaría morir.

—Quiero que me ahoguen —confesó el enfermo.

Sin previo aviso, El Monstruo emergió y disparó contra Ulises. Como consecuencia, tanto las mujeres como el joven adulto que quedaba con vida gimotearon por el asesinato.

Lucían lo supo, ni Anet ni Anthony dominaban el cuerpo humano. El Monstruo había conseguido ser el dueño.

Camile intentó que la Criatura dejara a su hermana menor, pero era imposible, la persona que una vez ocupó aquella piel se había esfumado.

El Monstruo amenazó a los tres sobrevivientes, advirtiéndoles que él no era lo peor que existía en tierra firme.

Lucían comentó que no seguiría al lado de El Monstruo, por lo que buscó aliados. Marie concordó con él, esperando que la mujer de cabello aterciopelado se uniera a ellos. Pese al titubeo, la señora decidió alejarse de quien alguna vez fue Anet Bowie.

La decisión del Monstruo le costaría más de lo que se imaginaba y más porque nuevamente se había quedado solo. ¿Quién podría ayudarlo si él mismo apartaba a su familia?

Su agresividad solo lo haría comprensivo con alguien con hibristofilia, es decir que se sintiera atraído por él porque cometía crímenes atroces.

«Deberías morir», aulló alguien cerca del oído del Monstruo, «lo único que has conseguido es que me haya perdido y mi familia me abandonara».

«Solo quería sentirme mejor, pero ahora creo que me estoy muriendo... ¡¿Te gusta?! ¡Voy a desaparecer!», continuó la voz andrógina.

—Lo lamento —chilló el Monstruo—, no era mi intención. Creía que te estaba protegiendo al no permitir que nadie se te acercara...Tienes razón, debo morir y tú debes recuperar el control de este cuerpo.

El cuerpo humano anduvo durante varios minutos hasta encontrar un sitio desde el cual se podía lanzar para perder la vida.

«¡No! Si te lanzas, los tres moriremos», la voz andrógina imploraba por sobrevivir por algunos días más.

—¡Las manos sobre la cabeza! —ordenó un sujeto por detrás—. ¡La policía de R-68 ha llegado para su arresto!

—Perdónenme —imploró el Monstruo previo a comenzar con el exterminio de gran parte del cuerpo policiaco del sector—. No te he matado porque te necesito —le indicó a la joven de cabello rubio y ojos verdosos.

—¿Qué necesitas? —pronunció ella con terror.

El Monstruo indagó acerca del nombre de la señorita, y ella admitió que se llamaba Levente Petranova. Él no trastabilló y le indicó a la dama que lo sacara de Trésse para conducirlo hasta A-12, Urte.

La gruesa, errática y áspera voz cautivó a la señorita, pero terminó enfadando a Anet y Anthony, quienes se sintieron traicionados ante la decisión de El Monstruo.

«¿Qué carajos haces?», lo cuestionó un sonido dulce, aterrado y fino, Anet, «...Debemos ir tras Lucían, Camile y Marie».

«Así es, ellos son nuestra familia», concordó un timbre sereno, seguro y confuso, Anthony, «...Por favor, vamos por nuestro nido».

—¿Puedes llevarme? —el Monstruo se contorsionó un poco, al mismo tiempo que las voces internas lamentaron estar con él.

Levente acarició el brazo del cuerpo y los huesos de Ann se retorcieron del dolor, para ellos, Lucían era el único que podía tratarlos así. El Monstruo fingió estar mejor, admirando el bello paisaje, destrucción, caos, gritos, llantos, explosiones y muertes.

¿Qué estaba ocurriendo? ¡El Monstruo había cobrado consciencia! Pero, ¿cuánto duraría como el host del cuerpo femenino que se había acoplado a lo masculino? No importaba mientras que Levente no preguntara acerca de los cambios de identidad que sufriría El Monstruo.

La Criatura caminó en compañía de su primera aliada, preguntándose acerca de si era posible que ella se pudiera enamorar de él. Él quería entretenerse con fantasías tales como esa, a pesar de que estaba seguro de que el amor no era para él.

«Ni se te ocurra hacer nada con ella», gruñó Anet, quien confiaba en que su enemigo haría cualquier cosa para herir tanto a Anthony como a ella.

«Al fin y al cabo, puede hacer lo que quiera», se desanimó Anthony, «porque él es quien está al timón de este barco».

Los recuerdos de Anet acerca de la muerte de sus padres salieron a flote, y El Monstruo tuvo un ataque con Levente, estuvo a punto de acabar con su vida. Él corrió tras casi asesinar a su compañera de viaje.

La rubia trató de recuperar la respiración con mucha rapidez, pero el esfuerzo que había puesto la Criatura, la dejó paralizada durante media hora. Para ese momento, Anet regresó al mando y lo primero que hizo fue regañar a su alter porque estaba actuando con libertinaje.

«Debemos matarla», murmuró el Monstruo, «ya que no hay manera de que nos ayude a escapar de la isla».

—¿Eso crees? —refunfuñó Ann—. Déjame decirte que ella te estaba comiendo con la maldita mirada. ¡Se enamoró, estúpido!

—Debemos sacarle provecho —gimoteó la gruesa, errática y áspera voz.

—No, seguiremos por cuenta propia y yo seré quien lidere este cuerpo porque literalmente me pertenece. Fui quien nació con él —espetó Ann a la par que Anthony se decepcionó, puesto que él quería ser el host del cuerpo.

Pese a los argumentos, el Monstruo se mostró compasivo, aceptando que Anet era la líder, debido a las similitudes físicas que tenía el recipiente, y la personalidad de la chica.

Los tres caminaron durante un largo rato mientras intercambiaban opiniones con respecto a lo que había sucedido. Ninguno estaba conforme con las decisiones de los demás.

Los alrededores se encontraban vacíos. El único sonido que los acompañaban eran sus propias voces. Por tanto, para romper la tensión Anthony soltó que se sintió bien cuando Marie dijo amarlo.

El Monstruo se asqueó por el espectro del amor, pero no le decía que estaba equivocado al enamorarse de la expareja de una víctima de la dicotomía.

Anet reveló que no se sentía cómoda con la situación porque Marie solo era eso, una chica.

Ninguna de las tres identidades estaba de acuerdo con los intereses amorosos de los demás, sin embargo, no les prohibían nada. Ellos sabían que no era justo para ninguno que no pudieran disfrutar de sus vidas, a pesar de que compartían un mismo contenedor.

Me parece que estamos perdidos —informó Tony—, pues no sé en qué sitio nos encontramos.

Anet hizo una pequeña rabieta al expresar que era fácil que los secuestraran para intentar torturarlos. Entonces, El Monstruo aconsejó a Tony y Anet que mantuvieran la calma.

Ann debatió que él no podía opinar porque era un asesino. Por otra parte, tanto Tony como ella solo mataban si era necesario, aunque Anthony lo hacía por protección y ella por descontrol.

Ellos estuvieron detenidos por una hora en lo que analizaban los posibles lugares en los que se encontraban, así como las salidas.

Anet retomó el viaje cuando los tres acordaron el camino que debían seguir para llegar a su destino: El Progreso.

No quisieron seguir conversando entre ellos porque cada vez que lo intentaban, uno terminaba molestándose con los demás y creaba un caos en el sector. Pero, en realidad, ¿qué tanto podría sucederles si solo permitían que uno tuviera el control total de la realidad?


Continue Reading

You'll Also Like

299K 21.6K 77
Sofia es una chica de apenas 20 años que se quedó huérfana a la edad de once años, dado que sus padres fueron asesinados. Nunca supo que quería hacer...
640 110 21
"Un misterio, un secreto, un pueblo, tres jóvenes, una muerte...... la locura muchas veces quiere jugar con la cordura, por eso ya no se sabe que es...
Utopía By David & Aroha

Science Fiction

725 387 52
¿Puede una mala decisión cambiar el devenir de toda la historia? Jacob, una persona que no ha tenido mucha fortuna en su vida se ve envuelto en una t...
30K 1.7K 52
SINÓPSIS Así como las cosas comienzan también acaban. Aunque para algunos es más difícil olvidar para otros simplemente no. Tylor Woods se verá en vu...