CORAZONES MALDITOS|| Mattheo...

By Mar_Mesa

351K 24.5K 8.3K

Las mentiras envenenaron los corazones de aquellas dos personas malditas. Lu va en su 4to año en Hogwarts. Pa... More

Sinopsis
I
II
III
IV
V
VI
VII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
ALMAS MALDITAS

VIII

11.1K 746 184
By Mar_Mesa

Capitulo 8

Ley del Hielo


La regla no escrita de no comunicarse o interactuar con una persona después de que esta te haya ignorado o rechazado repetidamente.

¿Cómo se aplica?

La forma de aplicarla a una persona es dejando de comunicarte con ella y evitando cualquier tipo de interacción o contacto. No respondiendo a sus mensajes, llamadas o evitando encontrarte con ella en persona.

La tan llamada “Ley del Hielo”

Había pasado una semana.

Sin hablar, sin decir nada, sin ni siquiera mirarnos a la cara. Solo sentarnos en una silla a esperar que pase la hora para poder irnos. Así había sido toda mi semana con Mattheo.

Y así es que habíamos estado durante los 20 minutos que llevamos encerrados en el cuarto. Sin varitas, sin magia, sin salida, y un total silencio. 

Para no morir en el aburrimiento, empecé  a llevar mi libro para leer. Después de todo no tenía tanto tiempo para leerlo, así que los castigos me venían de maravilla. Además, ya casi estaba en el último capítulo.

Mire el reloj: 5:30.

Todavía faltaba un tiempo para que me pueda ir. Mire al frente. Sabía que no tenía que hacerlo, pero lo hice igual.

Y ahí estaba. Sorprendente esta vez Mattheo no se encontraba escribiendo en su cuaderno como lo hacía de costumbre. Su cabeza estaba oculta entre sus brazos que se encontraban apoyados sobre la mesa.

Tal vez se durmió.

Fue lo primero que pensé. Pero no fue así, ya que su cabeza se levantó y de inmediato cambie la mirada para otro lado intentando ser lo más disimulada posible pero obviamente no lo fui.

Volví a concentrarme en mi libro.

“El amor es una fuerza salvaje. Cuando intentamos controlarlo, nos destruye. Cuando intentamos aprisionarlo, nos esclaviza. Cuando intentamos entenderlo, nos deja perdidos y confundidos”

Quisiera ser como los escritores que con un solo párrafo pueden definir cosas tan complejas y darles un significado simple para las personas.

—¿Qué lees?

Esa pregunta hizo que me desconcentrara  completamente de mi lectura.

Mattheo había roto la ley del Hielo entre nosotros. Lo curioso de esto es que él la inició y fue el mismo quien la terminó.

—Un libro. ¿Qué no se nota?—Respondo.

Durante toda una semana Mattheo no me había dirigido la palabra. Intenté varias veces dialogar con él, pero todas fueron en vano. Al fin y al cabo me rendí y decidí que no le iba a hablar hasta que él se dignara a hacerlo primero. 

Estaba molesta con él. Pero estaba más aún molesta conmigo misma. Y eso hacía que me ponga de mal humor, así que tratarlo como la mierda era mi única opción de desquitarme.

—Sí, ya veo.—Comentó en voz baja.—Pero mi pregunta se refería a que libro estás leyendo.—Explicó.

—Oh, lo siento.—Me disculpo y doy vuelta mi libro para ver la tapa del mismo.—Se llama: que te importa ¿Lo conoces? —Una sonrisa sarcástica se forma en mi rostro. 

—Sí, lo he leído un par de veces.

—Entonces ya sabes de qué se trata.

Ya sé que estaba maltratarlo así. En fin el no tenía la culpa. Yo había sido la idiota que intentaba sacar ese estúpido beso de su mente. Y además yo lo había besado, sin ninguno previó aviso. Tal vez eso fue lo que le molesto o fue por qué lo hice mal ¿Beso mal? ¿Ese fue el problema? ¿Por qué me había evitado toda la semana? ¿Por qué me empezó a hablar ahora?

Preguntas estúpidas que no tendrán respuestas. Pero intentar no hacérmelas era imposible, siempre que estaba cerca de él mi cabeza salía con un millón de preguntas sin respuesta.

Me encontraba sentada con los pies arriba de una mesa y el libro frente  mi cara, pero en realidad no lo estaba leyendo. Mi mente estaba concentrada en otras cosas.

Fue como pude ver asomarse una figura adelanté mío que me arrebató el libro de las manos como si fuera suyo.

—¡Oye!

—¿Estás enojada conmigo?—Me pregunta, parándose en frente mío y mirándome fijamente a los ojos.

—¿Qué?

—Ya Oíste. Responde.

—Devuélveme mi libro.—Le ordeno, pero él no hace caso.

Me levanto de la silla enojada y trato de sacárselo de las manos tal como lo hizo él, pero no contaba con la diferencia de altura.
A lo que el alza el libro dejándolo completamente fuera de mi alcance.

—Responde.—Repite nuevamente.

—No.—Miento.

—Di la verdad.

—No estoy enojada contigo.—Vuelvo a mentir.

Porque la verdad era que sí lo estaba. Pero no quería admitirlo, no quería que pensara que me importara aunque lo hiciera. Y es por eso que estaba más enojada conmigo que con él. Me enojaba el simple hecho de me halla importado una estupidez tan grande como esa.

Sus ojos me hacen un escaneo completo de cuerpo, sin ningún tipo de vergüenza. Como si estuviera analizándome.

—Eres un desastre mintiendo.—Dice y tira el libro arriba de la mesa.

—Gracias por la observación.—Digo, y escucho como se abre la puerta del cuarto dando a entender que el castigo ya había terminado.

—Ya pueden irse.—Se escucha la gloriosa Voz, de la salida del infierno.

Le lanzó una última mirada a Mattheo  que ahora se encontraba apoyado encima de la mesa con ambas manos en los bordes de la misma. Me dirigí hacia la puerta, sin despedirme de él. La profesora McGonagall se encontraba en ella y amablemente me sonríe dándome mi varita para que pueda largarme de ahí. Le agradezco con una sonrisa al igual que ella, pero antes de irme me agarra del brazo.

—Alguien te estuvo esperando.—Me susurra en el oído.

—¿Quién?—Le preguntó, curiosa.

—Adivina.—Termina diciendo, con una sonrisa en su rostro.

De repente, unas manos grandes me tapan la vista haciendo que todo se oscurezca  y no pueda ver nada. Pero escucho una voz que me habla por detrás:

—Te daré una pista: Es tu Colorado Número 1 preferido en todo la galaxia.—Dice la voz con un tono divertido.

—Mm, qué difícil. ¿Eres... ¿Ron?—Pregunto, haciéndome la que no sé la respuesta obvia solo para molestarlo.

—No.

—Oh, entonces… ¡Ya sé! Eres George.—Respondo con entusiasmo.

—¡No! Piensa, dije: favorito.. FAVORITO…

—¿No tienes otra pista? Es que ya dije todos mis favoritos.

Las manos salen de mi visión y logro ver que la profesora McGonagall ya no está, pero en su lugar  se encuentra Fred con un rostro  “enojado” y los brazos cruzados en frente mío.

—¿Lo haces para molestarme verdad?—Me pregunta haciéndose el enojado.

No puedo evitar soltar una risa al ver como está parado en frente mío como un niño pequeño enojado solo porque no dije su nombre.

—Sabes que sí.—Digo entre risas. 

—No te culpo. Falto lo más importante en la descripción para que adivines.—Admitió.

—¿Así? ¿Y qué es?

—Tu colorado favorito número 1 de toda  la galaxia y… Más guapo de todo Hogwarts.—Bromeó, orgullo de sí mismo.

—¿Y qué hace mi colorado número 1 de toda la galaxia aquí?—Pregunto, siguiendo con su broma.—¿No se supone que ibas a ayudar George con una broma?

—Iba a hacerlo. Pero la suspendimos para semana que viene, hubo unos desperfectos técnicos en la broma.—Me explica.

—Ya veo… ¿No hicieron explotar nada esta vez cierto?— Pregunto, alzando una ceja, con un tono de preocupación.

A veces a Fred y George se les van las manos con las bromas y suelen hacer desastres. La última vez hicieron explotar una caja sorpresa que estaban preparando. La idea era agregarle un líquido para que cuando la abrirán, saliera una especie de sustancia pegajosa que marcharía a quien la tuviera. Pero gracias a dios hicieron una prueba antes de dársela a alguien y bueno… termino explotando y dejando todos los residuos en sala común.

Es por eso que ahora, planean mejor sus bromas.

—No, y tranquila no volverá a pasar. Ya tenemos un protocolo de prueba y seguridad.—Afirma seriamente.

—Me alegra oír eso.

—Si a mí también, me canse de limpiar la sala común la última vez.—Admite, recordando aquella anécdota.—En fin, Ginny me dijo que te dijera que hay pijamada hoy a las 7 en su cuarto ¿Vamos?

—Yo, iré. Tú no.—Lo señalo con el dedo  índice y empiezo a caminar, a lo que él me sigue atrás.

—¿Por qué no?—Pregunta ofendido.

—Porque es pijama de chicas.—Señalo.

—¿Y?

—Y tú no eres una chica.

—Entiendo tu punto. Pero igual iré. 

Una sonrisa se me salió ante su comentario. Pero frene mi caminata, al sentir que me estaba olvidando algo. No sabía exactamente que, pero era algo. Fred freno junto conmigo y se quedó mirándome esperando una respuesta,  pero entonces sentí unos pasos rápidos que venían atrás de nosotros, casi como si estuvieran trotando para alcanzarnos.

—¡Lu!—Una voz grita mi nombre y los pasos se vuelven más cerca a nosotros. Me di  la vuelta para ver quien era y siento que  Fred hace lo mismo.

Y ahí estaba.

Se acerca rápidamente a nosotros y con una voz algo agitada dice:

—Te olvidaste tu libro.

Era Mattheo.

Extiende su brazo en dirección a mí con el libro en la mano.

—Gracias.—Le agradezco y estiro mi brazo para agarrar el libro en su mano, pero al hacerlo inevitablemente nuestras manos se tocaron.

Y mi mente literalmente exploto como la caja de bromas de Fred y George.

Un montón de imágenes empezaron a venir a frente a mis ojos. Como si fueran flashes que no se paraban de repetir, todas en blanco y negro. Lo raro de esto es que las imágenes se pasaban como si estuvieran en un proyector. Se pasaban tan rápido que no podía saber qué había en ellas. Solo una se repetía  constantemente, eran como cicatrices o ¿cortes en la piel? Estaban en todas partes en un cuerpo de alguien. Pero ¿de quién?

Y de  repente todo se quedó en blanco, en un simple último Flash. Y lo que creo que fue un flashback.

Estaba en un cuarto. Era un cuarto de un bebé. Había unicornios pintados en las paredes y también un cochecito al lado de una cuna. Me acerqué, a lo que parecía que había adentro.

En esa cuna. Un bebé llorando.

Y todo volvió a estar en blanco.

Pero esta vez, volví a lo que parecía ser la realidad. Ya que pude ver el rostro de Mattheo frente a mí.

Parpadeo un par de veces  para ver si en realidad estaba en el mundo real, y efectivamente lo estaba. Tome el libro con mi mano todavía estando en Shock por lo sucedido y mire a Mattheo esperando su misma reacción. ¿Y si también a él le había pasado lo mismo? Pero no, su expresión era la de siempre. Seria y serena.

Voltee para un costado y vi que Fred había comenzado a mirar de una manera no muy agradable a Mattheo. Y entonces me acordé de que había omitido el pequeño detalle de contarle a Fred que mi castigo era con Mattheo.

—Fred, él es Mattheo. Comparto castigo con él.—Digo presentándolo, mientras que ambos se dan un apretón de manos.

—Mattheo, él es Fred. ¿Recuerdas? Te conté de él.

—Oh si, tú… Amigo el colorado. Si, lo recuerdo muy bien.—Dice, en tono amable y cortes.

Pero me doy cuenta de su sarcasmo en esa oración al decir el término “tú… amigo” por la conversación que habíamos tenido días atrás.

—Qué curioso. Lu te hablo de mí, pero no me contó nada sobre ti.—Dice, Fred y gira su cabeza para mirarme.

—Bueno, ya tendrán tiempo de ponerse al día.—Propuso.—Si me disculpan tengo cosas que hacer.—Cruzó por en frente de nosotros y al hacerlo freno un segundo en mi oído para susurrarme: “Nos vemos Lu”

Gire mi cabeza para mirar a Mattheo y vi que al irse en su rostro se formó una pequeña sonrisa torcida. Haciendo que se genere instantáneamente la misma sonrisa en mi rostro.

—¿Enserió? ¿Con él?—Me pregunta Fred.

Mi sonrisa se borra, y mi rostro vuelve a la seriedad.

—No sé dé que hablas.—Digo, y empiezo a caminar con el libro en la mano.—Vamos, llegaremos tarde a la Pijama.

—¿Por qué con el idiota de Riddle? ¡Hay un montón de chicos en Hogwarts Lu! ¿Por qué con él?

—Es solo un compañero de castigo. Nada más.

—Es que, es algo increíble. ¡Tienes a miles de chicos y eliges a ese idiota!

—¡Oh sí! Porque los chicos hacen fila por estar conmigo.—Digo remarcando la ironía en esa oración.

—¿Por qué no me contaste que compartías castigo con él?—Me pregunta, adelantándose y obstruyendo el camino.

—No creí que fuera importante.—Admití. Encogiéndome de hombros.

—Podrías habérmelo comentado.

—Pues ya lo hice ¿feliz?

—No.

—Bueno, pues te aguantas. ¿Ahora me dejas pasar?—Digo intentando esquivarlo, pero es en vano, ya que me toma de los hombros y hace que lo mire a sus ojos. 

—No cae bien ese tipo. No lo sé… no me trae buen rollo.

En sus ojos se podía ver que en verdad estaba preocupado. No pensé que a Fred no le agradaría Mattheo. Es decir, a Fred le agrada todo el mundo es raro que de repente una persona le caiga mal solo por hablar con ella dos segundos. 

—A mí tampoco me cae del todo bien. Pero es mi compañero de castigo, y tengo que estar con el de todas formas.—Digo mirando a esos dulces ojos que tiene.

—Lu, va más allá de que te caiga bien o mal. Ese tipo es peligroso, por favor no hagas nada estúpido con él.—Me pide, con una mirada de cachorro.

Es en ese momento es cuando te das cuenta de que tu amigo te quiere proteger de verdad. Pero no sabes como decirle que empezaste a sentir cosas por ese tipo peligroso al que todo el mundo te advierte alejarte de él.

Y que aunque suene loco, no sabes como alejarte de él, porque simplemente no quieres.
Porque hay algo más allá que te llama la atención en el que otros chicos no tienen. 

Y es inevitable fingir que no te importa porque por más que lo niegues más intenso y repetitivo se vuelve en tu mente, acumulando preguntas sobre él, y sobre por qué es así. ¿O por qué es así cuando está conmigo? ¿Y si tal vez tenga que ver algo con su familia?

O unas de las preguntas que no me va a dejar dormir esta noche: ¿Qué fue lo que paso cuando nuestras manos se tocaron? ¿Quién era ese bebé en la cuna? ¿Qué tenían las imágenes en blanco y negro que se reproducían en mi cabeza a toda velocidad?

¿Y por qué sentía que todo esto se relacionaba más allá de Mattheo y mi curiosidad por él?

Y entonces es cuando optas ser la peor amiga del mundo y mentirle:

—Tranquilo. Te juro que no haré nada estúpido.





NOTA DE AUTORA:
H

olaa holaa. Vieron que si puedo subir dos capítulos en una semanaaa :D
Espero que les halla gustado este capitulo, tanto como a mi ♡.

¡Gracias por leer!

Mar.

Continue Reading

You'll Also Like

305K 19.8K 35
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
1M 88.7K 44
Emma Brown es una chica que desde niña supo que todos los hombres eran iguales. Cuando creció se permitió salir con ellos pero dejando los sentimient...
1.1M 53.1K 53
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
891K 46.6K 36
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...