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By Nelsy_diazr22

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El dragón de la mafia neoyorquina ha regresado, por su puesto, por su gente y por las cabezas de quienes lo l... More

Introducción.
Capítulo I
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capitulo 31
Capítulo 32
Capítulo 34

Capítulo 33

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By Nelsy_diazr22

Sofía

Estoy agotada con las piernas adoloridas y algunas heridas en un costado las cuales en cada paso duelen pero me molesta más saber que tengo a Ronald, Sabina y toda tu gente siguiendo mis pasos a medida que avanzamos adentro de la vegetación.

El terreno es resbaloso, las piedras se ruedan con solo poner el pie por lo que hay que tener cuidado a la hora de bajar. La zona que recuerdo transité junto con Braulio tiene las mismas condiciones y sé que si piso mal rodaré. Me trajo aquí cuando apenas tenía 11 años, no recuerdo ni por qué creyó que tenía que saber todo a esa edad, pero sí sonrío cuando recuerdo a ese hombre avanzando poco, al estar caminando con una niña que caía cada metro y cómo no, si la mochila que cargábamos cada un pesaba un montón.

Terminaba agotada, minutos después siendo, siendo Braulio quien llevaba ambas mochilas, mientras yo luchaba por mantenerme en pie o no rodar.

__ ¿Y ahora qué? - pregunta Sabina como si aún no creyera que este terreno lo he recorrido antes.

No me importa que desconfíen, total lo que dije estando en donde acampamos no es mentira. Necesito salir del terreno porque, por lo visto es peligroso, lanza bombardeos y no entiendo con quién es la lucha, pero se nota que está en pleno apogeo una guerra en la cual no me voy a meter, porque suficiente tengo con la mía, la cual a cuestas tengo que llevarla.

__ Camina y deja de estar preguntando cuánto se te venga a la cabeza - contesto harta de estarla viendo.

Me jode sus ojos sobre mí todo el tiempo, quisiera haberme deshecho de ella. Pero al final de todo agradezco que no me hayan dejado hacerlo, aún no tengo lo que busca y mientras no lo haga no quiero que ella muera o más bien no debo matarla.

Coloco el pie en la piedra agrietada que hay para bajar en la primera parte, me agarro de la roca viendo en cuál zona es menos riesgosa. Solo que hay riesgo hasta para respirar.

En cuánto pongo el pie el ruido de algo rompiéndose me alerta y pongo el pie en la siguiente rápidamente antes que llegue a desplome de verdad.

Camino más rápido, no dejando mi pie ni dos segundos en el mismo puesto. Solo ver hacia abajo me pone a pensar si debería tomar una de las granadas que tiene el sujeto adelante mío y mandarnos a todos al infierno. Pero que la potencia no llegue a alcanzar a Ronald me jode. Si voy a suicidarme, al menos quiero llevármelos a ellos conmigo.

Algo cruje, volteo y me lanzo sobre el hombre frente a mí cuando una serie de rocas comienzan a desprenderse y tal nos alcanza a todos.

Mis manos se aferran a lo que encuentro, la piel se me abre y no tengo ni un poco de estabilidad, sintiendo las rocas golpearme la espalda y escuchando gritos de quienes no pueden ayudarse con nada.

Sabine queda cerca de mí, en la parte de arriba con una cuerda, la cual sostiene Ronald y de la que cuelga.

Tomo un respiro. Mis dedos se niegan a soltarse y ella mira hacia abajo cuando el marido tira de la cuerda para subirla.

Yo comienzo a ascender con cuidado. La piel rasgada de mis brazos arden con el sudor y la tierra que se desmorona. Veo a más hombres subir al igual que yo, en lo que mi vida depende de solo mis manos cansadas.

Descanso unos segundos y continúo, en lo que los ojos de Ronald y Sabine están sobre mí. No les doy importancia y llego al borde donde dos manos me son ofrecidas a la vez.

El grandote que acaba de subir y Ronald. Me voy por el primero, quien tira de su brazo para dejarme sobre la roca de nuevo. Agradezco y asiente para volver a ver al frente una vez más en lo que yo tengo alrededor de veinte raspaduras que cuento.

Agua es lo único que me queda. Por lo que cuando tengo la oportunidad bebo un sorbo antes de seguir.

Bones me alcanza cuando salimos de la zona de riesgo, mientras Ronald no deja de verle el culo como un imbécil que ni lo disimula. Sabine se le pone al frente y comienza a besarlo para distraerlo.

__ Tengo más agua. - me ofrece sacando de su mochila una botella que me pone en las manos.

__ No es necesario que me sigas tanto. Ahora solo quiero salir de aquí y el camino que sigan, es el que debo seguir, me guste o no. - puntualizo.

__ Debo estar con quien nos dirige. Si te desmayas estaremos más tiempo y por lo visto confiable no es para nada. - me dice mirando a Sabine. - Tú madre sí que es una psicópata ¿eh?

__ Siempre lo ha sido. Ya nada me extraña. - le digo en lo que escucho que es hora de continuar.

__ ¿Has escuchado de los shadow? - me pregunta de repente. - Dicen que son entrenados para obedecer y no refutar jamás. No saben quienes son, pero sí lo que deben hacer. No hablan, solo acatan.

__ Algo he oído. - contesto sabiendo más que solo eso.

__ Él es un shadow. - señala al grandulón y ahora recuerdo que no le he escuchado la voz realmente.

Con razón es como es. Un enigma totalmente diferente al resto que nos acompañan.

Ronald se acomoda la máscara, se mete dos píldoras a boca, mientras Bones y el grandulón son los únicos que me tratan con decencia.

Me necesitan. Todo mundo actúa por conveniencia.

Caminamos un par de horas más, ya estoy agotada. Estar con raspones, golpes que no sanan del todo y sin haber comido me ponen débil. Pero no puedo quejarme de nada, distrayendo mi cabeza con quienes sí valen la pena para mí.

Kilian. Mi pequeño Kilian, extraño llenar su carita de besos aunque no le guste y sea un gruñón igual que el padre. Amo verlo reír a grandes carcajadas o cuando se distrae viendo al dragón como si lo admirara. Esas miradas me demuestran que se lo supo ganar y es algo sorprendente, sabiendo que no soporta a ningún niño.

Los dos son lo que más me ha puesto a prueba con ese "daría la vida por él". No lo dudaría un segundo. Sufrí al creerlo muerto y verlo de nuevo conmigo, así fuese por un corto tiempo me pone sentimental. Es mi bebé, así sea más como Donovan que como yo.

Limpió mi cara antes de volverme una tonta emocional en el camino. Pero extrañarlos es algo inevitable. Incluso al hombre de mal humor que piensa que no sé qué siempre se despertó cada noche a revisar la habitación de nuestro hijo.

Dice odiarlo y no quererlo cerca, pero es una copia de él y no amar algo así es imposible de hacer.

El terreno se vuelve húmedo, es así como me aseguro que estamos llegando a las cuevas. Aunque sé que empieza lo difícil y ya estoy cansada.

Además está anocheciendo y eso nos dificultará cambiar de ambiente. Dentro de las cuevas es un terreno lodoso, pueden haber derrumbes y sin luz no se podría distinguir muy bien.

__ Vamos a acampar hoy y continuamos en la mañana. - decide Ronald y todos sueltan sus cosas. Yo solo me siento en el suelo y me bebo la mitad del agua de la botella que Bones me dió.

Juntan leña y encienden una fogata, vertiendo agua en una pequeña olla donde preparan café, la comida del imbécil de Ronald y la propia. El grandulón me da la suya y va por un poco para comer él.

No sabe tan bien, pero nos sacará del apuro.

Escucho risas de todos los que nos acompañan, entre bromas que terminan cuando Ronald camina enmedio de todos, sin mirar a nadie.

__ Ven conmigo. - manifiesta cuando pasa a mi lado. Todos están en silencio, mientras yo sigo comiendo lo que él grandulón me dió, oyendo un disparo que me sobresalta.

Al levantar la mirada encuentro al grandulón con un brazo herido, de donde brota sangre en grandes cantidades.

__ Vienes conmigo o todos los que se lleven un tiro por tu culpa, te lo van a cobrar.

Siento la mirada de todos. El grandulón no emite un solo sonido, pero me da pesar como se aguanta el dolor. No es ni por temor que sigo a Ronald cuando me obliga a seguirlo. Sino el saber que tiene razón y el odio que se ve que me tienen ellos, es suficiente para estar alerta, como para sumarle más.

Sabine está dormida, Bones finge estarlo y todos me dejan de observar cuando el sujeto de gabardina y máscara nos hace quedarnos en el limite de las cuevas.

__ Una descendiente mía no debe andar por ahí, congeniando con los subordinados. - declara. - No son de tu nivel, al menos mi sangre debería aceptar lo superior que es y dejar de ponerme en ridículo.

__ ¿Crees que cuidar "tu buen nombre" es lo que más deseo yo en la vida? - me río. - Estás muy equivocado. Me importa un jodido pepino que tu apellido quede por los suelos.

Me devuelvo pero él me toma del codo.

__ No pongas a prueba mis límites.

__ En primera, no me pongas un maldito dedo encima. - me suelto con asco. - Segundo, tú ya rompiste los míos y si estoy aquí no es por voluntad propia.

La máscara se le mueve y la piel deformada se le nota aún en la oscuridad. Una risa me asoma en los labios y puedo ver muy bien cuánto le molesta que lo haga.

__ Voy a desollar a ese malnacido. - me dice amenazando la vida de Donovan. - Le cobraré esto.

__ Créeme que está esperando ese día también. - contesto sin titubear.

Vuelvo a mi sitio, oyendo al grandulón quejarse del dolor cuando le retiran la bala, Bones es quien lo hace, mirándome con cierta cautela.

Me muestra que Sabine despertó, quien me acribilla con la mirada, mientras sigue acostada.

Hago lo mismo, acomodándome en el sitio elegido para tener a la vista a todos, mi espalda queda contra la corteza de un árbol caído que se nota arrastraron. Cierro los ojos queriendo recuperar energías, necesito salir de aquí, ir con ellos dos.

Saber de Elisa, que hicieron con mi Bruno. De todos.

Me limpio la cara por los mosquitos y no tengo idea de cuál debería ser mi mentalidad en este momento, pero cuando toda mi realidad se desvanece, despierto en medio de una casa donde separarme de los brazos candentes del dragón es mi problema mas grande.

Un sitio lejano, en el cual Kilian me recibe en sus brazos y nos dormimos nuevamente en un puf enorme frente a una ventana, bajo un cielo lluvioso.

Siento el aroma que suelta, al bebé que no pude cargar, al niño que se aferró a la vida de tal forma que me salvó la mía aún estando en mi vientre. Puedo percibir sus brazos acunando mi cara y uniendo nuestras frentes, soñando con que me dice mamá.

Pero cuando abro los ojos lo único que puedo ver es el suelo húmedo, mis brazos vacíos, mi cuerpo adolorido y mi mente negándose a soltar la alucinación de mi hijo y su padre conmigo.

Soy la primera en despertar, pero cuando me levanto sin hacer un solo ruido, puedo sentir los ojos de alguien sobre mí. Así que no me apresuro a nada.

Recojo mi cabello. Me arreglo la ropa. Me masajeo el cuello y busco agua para beber, no encontrando en mi botella, tomando la decisión de llenarla con el pequeño arroyo que baja entre varias rocas.

Está muy fría la mañana, el agua tiene una temperatura que me congela los huesos, pero al solo recordar a mi hijo quejándose de eso cuando lo bañé con agua helada por accidente, termino por reírme.

Soy mamá, pero no tengo idea de cómo serlo en realidad. Necesitaré más tiempo con él y odio que me lo estén quitando.

Él me da energía aún estando tan lejos de mí. Su mirada es similar en el color a la mía, pero mira de la misma forma que Donovan, lo que le da esa sensación de estar con un verdadero diamante gris.

__ ¿Planeando escapar? - me pregunta Ronald atrás de mí.

__ Todo el tiempo. - contesto yendo de regreso al inicio de las cuevas.

No me agrada el tenerlo cerca. Le tengo repudio tan solo al percibir su olor. Enrollo mi cadena en mi mano, tiene la mitad de sus abalorios y con los que quedan dentro de mi mano tengo la ligera sensación de estar asomando al mismo infierno.

Todos están despiertos. Ya tienen muchas cosas recogidas y yo solo me acerco al borde para ver cómo la humedad se puede oler. Intuyo que hay hasta animales en descomposición, lo cual desprende mal olor.

__ Andando. - avisan en lo que soy quién entra primero con el grandulón como siempre a la cabeza, dos más adelante de mí y luego el resto que miran todo con extrema cautela.

Ninguno se aleja. Encontramos partes de animales en el suelo, que me hacen cubrirme la nariz ante el olor nauseabundo. Queriendo caminar más rápido al pasar donde está un cráneo de un antílope que se ve destrozaron entre varios animales.

Dejo de verlo y sigo en la serie de dos entradas eligiendo la derecha como recuerdo haberlo hecho con Braulio.

Algo se escucha en el fondo, por donde entramos, pero el eco distorsiona el ruido que nos detiene.

Todos toman sus armas, con decisión de disparar si es algún tipo de fiera. Sin embargo al pasar los segundos y un par de minutos no vuelve a escucharse nada más.

__ Hay que continuar. - ordenan. Dudando en sí es seguro o no comienzo a caminar, mirando hacia atrás, con las alarmas encendidas de estar siendo asediados por extremo peligro.

No tengo una sola arma y eso me jode, porque los puños no valen con una fiera si está descontrolada o decidida a matar.

Un frío me recorre la espalda. Con cada paso siento que no debo dejar de ver mi espalda, pero tampoco descuidar mi frente.

Andamos por horas. Nos movemos a un buen ritmo. Sabine es quien nos retrasa al indicar que le duelen los costados. Nadie le lleva la contraria, pero sabemos que nos retrasará y no podremos estar en la salida antes de anochezca como se planeó.

Nos sentamos. Ingiero el agua sin dejar de ver al frente, que es el lugar en donde se escuchan algunas rocas golpear el suelo cuando se desprenden del techo.

Me da escalofríos solo pensar en que la tierra suelta que nos rodea se venga abajo. No saldríamos a tiempo para no ser aterrados por un desplome. Pero es justo lo que debemos hacer, bajar para llegar a la salida, a la última cueva.

Un rugido nos hace ver al camino recorrido, del cual asoma un tigre que sacude su cabeza al dar las pisadas que paraliza a más de uno. Solo un idiota provocaría a un animal de esos, pues no por nada son tan temidos.

Lo que no entiendo es ¿Que hace un tigre en un territorio como este?

Estoy segura que Braulio dijo que no habían de ese tipo aquí cerca. Pero el felino camina en medio de todos como si fuera un sitio totalmente conocido por él.

No muevo un músculo. Nadie lo hace. Ronald niega cuando uno de sus hombres quiere atacarlo, Sabine se le pega al brazo y como si olfateara mi temor porque sea yo su víctima, se detiene.

Olfatea a todos lados, gira y avanza hasta mi lugar, no me muevo, pero este pega la nariz húmeda a mi mano, la cual trato de no mover, en lo que lame con cuidado.

Puedo sentir que me la arranca de un mordisco, sin embargo no es así.

Sigue su camino, en lo que yo cierro la mano y me giro para verlo continuar su recorrido hacia la salida.

Siento los ojos de todos sobre mí, pero no tengo nada que esconder, porque no tengo una sola idea de que es lo que acaba de suceder.

El corazón lo tengo a mil por hora, apenas puedo respirar y me giro para verlo con el gesto atónito que todos tienen. Desaparece en cuanto la luz también lo hace, dejándome con la idea de estar en otro sueño de los extraños que tuve de niña.

Sin decir nada me siento en el conjunto de piedras, procesando lo que acaba de ocurrir.

La fogata es encendida y ninguno se atreve a mencionar palabra de lo ocurrido, comiendo la porción de comida que les toca. Yo solo sigo viendo la entrada, oyendo las voces de fondo, pues todos parece que estuvieran en una excursión.

Se duermen a unos metros de mí, pero algunos se entregan guardias, como si supieran que deben estar alertas. Yo me quedo alerta a cualquier peligro.

Cierro los ojos, pero no puedo dormir. Algo entre pecho y espalda se presiona, mis manos cosquillean y mis pies tiene ese extraño impulso.

Mi corazón por alguna razón está acelerado y no sé qué es lo que tengo.

Pasan las horas, veo a varios más totalmente dormidos, en lo que Ronald es custodiado por varios sujetos.

Unos duermen. Un par hablan para pasar sus horas de vigilar sin dormirse. Otros en la esquina ensartan el cuchillo en las paredes de la cueva, yo solo estoy cubierta con una manta delgada que Bones me cedió, acomodada en varias mochilas que uso para no estar acostada en el barro.

Una pequeña onda se siente llegando. Mis vellos se erizan. Miro al techo y varias rocas caen, tan diminutas que apenas son perceptibles. Solo uno de los vigilantes se da cuenta de eso, además de mí. Pero no le toma mucha importancia.

El leve temblor llega a mí una vez más, me siento en mi sitio y me quito la sábana cuándo regresa.

Un rugido me levanta y avisa a los vigilantes de algo que no entienden, pero si los pone en guardia.

__ Nada de escapar. - me frena uno de ellos cuando paso a su lado.

__ No sabía a tener ganas de orinar se le dijera escapar. - le digo soltando mi mano.

__ Tienes cinco minutos. - me dice y no lo volteo a ver cuándo camino lejos de ellos, para entrar a la parte oscura en donde me sumerjo, la mano me tiembla, el frío me altera los sentidos y una sola roca cayendo en mi hombro dispara mi pulso.

Aprieto la cadena en mi mano, dándome la vuelta para regresar cuando el instinto me avisa de la presencia de alguien en mi espalda.

Me giro cuando el agarre en mi cuello se cierra y ese brazo tira de mi cuerpo hacia atrás, cubriendo mi boca con su mano.

Lucho por quitarme de encima a quién sea que me aprisiona, pero este atrapa mi mano y evade el cabezazo que le doy, obligándome a girar para estrellarme contra la pared hundiendo la mano en mi cabello.

__ ¿Esperabas mi regreso, Sofía? - su aliento choca en mi rostro y su aura peligrosa me reduce con solo verlo así de cerca. Muevo la cabeza hacia abajo. - Aquí me tienes. Aquí me ves.

__ Te veo.

Sus ojos arden en furia. Sus manos me aprietan mucho más y sin quererlo ese demonio envuelto en llamas, es lo que me da la seguridad que por días no sentí.

Sus labios avasallan los míos, su mano se cierra en mi cuello y no pienso, solo lo beso con el sentimiento que alberga en mi pecho y ahora le entrego. La desesperación que tiene, la comparte conmigo.

Me sube a su cintura y lo beso mucho más ansiosa.

No tolero la idea de alejarlo, pero tampoco quiero que lo dañen y hasta el momento no veo a nadie cerca.

__ Sofía. - canta Ronald y me tenso al sentirlo demasiado cerca.

Me bajo de los brazos de Donovan poniéndome a la defensiva cuando la luz llega a nosotros y la figura de Ronald sale a la vista.

La sangre se me enfría cuando nos rodean, todos apuntandonos. Todos mirándome sin soltar las armas, mientras Donovan no suelta mi cintura, pegándome más a su cuerpo como si lo único que importara, fuese tenerme junto a él.

__ Al fin los dos. - exclama Ronald frente a frente con el hombre que no mueve un solo músculo. - Nuestro encuentro pendiente al fin llegó. Con lo que lo ansiaba.

__ Como siempre, tú eres quien ansía todo lo mío, incluso mi presencia. - contesta el dragón con sus dedos cerrados en mi chaqueta.

__ Ya saben lo que deben hacer. - ordena a sus hombres.

__ ¿No que el encuentro era solo de los dos? - le cuestiona el dragón dando un paso atrás llevándome con él. Los hombres de Ronald también lo dan.

__ Pero no soy un estúpido. La ventaja la tiene uno y aquí se ve claramente de quién es. - le dice Ronald con un risa siniestra.

__ En eso concuerdo contigo. - exclama Donovan apretando mi chaqueta una vez más, me sostiene con fuerza contra su cuerpo.

__ Disparen, de aquí podemos seguir las huellas del tigre y salir sin la ayuda de Sofía. - declara y busco una forma de evitarlo, lo cual no es más que los últimos pensamientos de alguien sentenciado a muerte. - Disparen, ahora.

__ Nos vemos en el infierno, hijos de perra. - dice Donovan soltando un dispositivo a sus pies, mira a las paredes como todos y el cero es lo que ese refleja, cuando la pared lanza una onda fuerte contra todas enviándolos al suelo, el cual no dura ni dos segundos estable cuando se desmorona y hunde llevándonos a todos con él.

Donovan no me suelta, me aferro a él, pero al final lo suelto cuando caigo en las rocas que me golpean la espalda.

La tierra me obliga a cubrirme los ojos cuando caemos al subterráneo que sigue en el desplazamiento de tierra. Veo a Sabine rebotar en el suelo. La cabeza me la golpeo con un tronco podrido empapado de agua.

Soy arrastrada hasta que caigo al suelo en donde caigo de espalda quedándome sin aire.

Todos a nuestro alrededor comienzan a levantarse. Aún no me recupero, pero me obligo a hacerlo poniéndome de pie al verlos retomar sus armas.

Siendo Donovan quien le quita el arma y le estalla la cabeza, viniendo a mí.

Pero antes de hacerlo veo a Ronald tirarlo al suelo en donde le acesta el golpe que lo aturde más, rodando cuesta abajo.

Recojo el arma y derribo a quienes quieren socorrer a Ronald, hasta que Sabine se me lanza encima, desestabilizandome. Caigo con ella encima, entre matorrales que no hacen tan dolorosa la caída, pero si me arañan las espinas hasta que caigo en la última cueva que que nos cubre.

El agua llena de barro corre arrastrando el derrumbe que hubo antes. La cabeza la siento a punto de estallar, pero debo escupir la sangre cuando oigo pasos en algún lugar haciendo eco.

Tengo la espalda raspada, la nariz me sangra y los codos con la piel rasgada.

Busco orientación para el camino, hasta que me ubico y sé a dónde ir, pero con lo que me encuentro es con Donovan incorporándose, mientras sostiene su estómago por la bala que Ronald le disparó.

__ Tanto que te mofas de ser fuerte y caes por un crío inmundo. - lo provoca. - Esa es tu debilidad. Un crío que no vale tanto como para desvivirme por él.

__ Vale más que tú. - determina mirándome. Ronald también lo hace, en lo que me aproximo a ellos.

__ Voy a cortarlo en trozos y lanzarlo a las pirañas. - amenaza el asqueroso que veo me apunta, siendo ese descuido que aprovecha el dragón para sostener a Ronald del cuello.

Donovan estampa el cabezazo que lo obliga a retroceder. Saca un cuchillo de su espalda y muestra la ventaja sobre él. Regresa y el dragón lo evade cuando quiere asestar el filo del cuchillo en su cuello.

Un codazo es lo que recibe para quitárselo de encima, pero Ronald es rapido a la hora de hacer que Donovan caiga al enredarlo con sus pies.

Reacciono rápido y avanzo para juntar el arma que ubico, pero es Sabine quien me sale de frente, disparando al contacto, corro y evado las balas que pegan en el suelo. Alcanzo a tomar el arma y los disparos se estrellan en el techo de la cueva, alguien me la arrebata dándome cuenta que se trata de Ronald, quien me apunta directo a la cara. Donovan me lanza la suya, pero Sabine evita que la tome, cogiéndola primero, dejándome con dos cañones directo a la cabeza.

Busco una salida rápido. Estoy con dos cañones en mi cara, pero cuando creo van a disparar veo como me quitan a Sabine de encima, arrebatando la pistola y dispara en la mano a Ronald quien grita a Donovan.

Yéndose sobre él de nuevo.

No espero más para tirarme sobre Sabine al suelo cuando quiere dispararle.

Caigo de rodillas, ella me lanza una patada al pecho y a la cara, pero la siguiente se la atrapo, doblándola para lanzarla a suelo de nuevo, golpeando su cara contra el suelo de tierra totalmente seco al punto de levantarse polvo con cada pisada.

Me da la vuelta, pero con los pies la empujo, incorporándome para ver cómo Donovan resiste y pelea con rabia en contra del hombre que cae de espaldas, cuando lo lanza al suelo levantado el polvo en la caverna. Se limpia la nariz recibiendo a Ronald.

El dragón es como una bestia con ansias de matar, pero el marido de Sabine no se queda atrás dando el puño que le rompe la nariz, siendo respondido por una más fuerte que le llena la boca de sangre.

Sabine regresa con la blusa enrollada hasta formar una especie de cuerda, se aleja e impulsa desde la pared, la patada que me lanza dándome en el pecho me hace caer, pero la sostengo y doblo para caer juntas, ella aprovecha y me enreda su blusa en el cuello, enterrando la rodilla en mi espalda . Me intento poner de pie, busco algo con qué defenderme.

La golpeo con una roca y la posición me juega en contra. Me suelto y la vuelve a enredar.

Busco un arma, pero antes de llegar a ella es Ronald quien la junta poniéndola en la barbilla de Donovan. Quien frena y estampa un cabezazo para arrebatar el arma.

Donovan lo aturde, golpea su espalda logrando que caiga al suelo, sin embargo Ronald retrocede para que su bota no me pegue en la cara. Rueda hasta quedar a mi lado.

__ Mátala, Sabine. - dispone y ella aprieta aún más, mientras con una roca le doy me la mano, al tiempo que Donovan junta el arma con la cual apunta con listeza, antes de soltar el proyectil que rompe la soga improvisada, le doy la vuelta y estampo el puño en su cara, recojo lo que quedó de la cuerda y lo pongo en su cuello

Una granada zumba en mi oído, intento averiguar quién fue, pero no veo a nadie, giró mi cuello de nuevo solo para ver a Ronald queriendo lanzar un cuchillo al padre de mi hijo, le alcanzo el pie para hacerlo caer, pero se zafa, dejándolo caer para correr cuando el derrumbe comienza al haber una colisión de rocas al estallar la granada, me cubro la cabeza, pero es Donovan quien se me lanza encima, cubriéndome con su cuerpo cuando el estallido se da.

Todo retumba. La bola de fuego y diminutas rocas golpean mi cabeza, siendo el dragón quien recibe la peor parte, por más que duela solo se preocupa ver mí, hasta que todo queda en total silencio, busco a Ronald, pero ya no está.

El dragón se levanta apresurado cuando ve que solo queda humo. Exhala enojado y le limpio la frente de la sangre que gotea.

Pasa el pulgar por mi nariz y no sé porqué me siento bien con su toque si por poco morimos.

__ Te veo. - es como si no quisiera que deje de hacerlo. Todo cobra vida al saber que está casi intacto de no ser por las heridas con las que cuenta.

__ Siempre lo harás. - respiro hondo poniéndome de pie para ver lo que ya suponía.

__ Solo fue una distracción para que ellos pudieran escapar. - dice Donovan entre dientes, al ver que la salida de la cueva se cerró y debemos buscar otra para irnos, porque de seguro nos vendrán a buscar o a poner un explosivo para matarnos de una vez.

Lo que me jode es que lograron irse y una vez más pudieron evitar su muerte.

La rabia se acumula y por más que sean quienes son sé que no vamos a descansar hasta que sus cabezas estén en una estaca.










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