Mi risa retumbaba en la sala de estar por la contagiosa risa de papá. Sentados en el sofá, yacía una bowl lleno de palomitas acompañado de algunos bolsos de comida chatarra. Veíamos un programa de comedia, a lo cual no habíamos parado de reír.
Metí mi mano mientras miraba el programa y formé un puño en mi mano para tomar una suma cantidad de palomitas. Regrese a reír de nuevo aun que el leve sonido a mi otro costado, proveniente de mi teléfono sonó. Con tan solo leer el nombre, solo dejé que continuara sonando.
—¿No vas a responder?
—No hace falta. —Levanté mis hombros.
—¿Quien es? —Noté como giro a verme sobre su hombro.
—Nadie importante.
—¿Es tú papá?
—Tu eres mi padre, así que
Iba continuar hablando pero oí como al instante soltó un fuerte suspiro. Arregló su postura tomando el control remoto y seguido apagó el televisor.
—Respóndele.
—Ya te dije que no quiero nada de él.
—Es tu padre, ¿De qué fue lo que hablamos?
—Ya te dije, no quiero nada de Jungkook.
—Jungkook es tu padre, ¿Acaso no vez lo mucho que se está esforzando?
—Es muy tarde para eso. —Murmuré.
—Claro que no. —El giro su cuerpo tomando una de mis manos— Dale una oportunidad.
—Lo intento, ¿Está bien? —Suspire— Me pone mal con tan solo hablar sobre el.
—El aún te ama y estoy seguro que está arrepentido de todo lo que pasó.
—No lo sé. Él parece más feliz.
—¿A qué te refieres?
—Su nueva familia.
—Tu eres su familia.
—No. El me abandonó, tu no lo hiciste.
—Lo sé cariño pero recuerda que a él, le dueles más. No soporto verlo así. Es mi hermano.
—Pero me hizo daño.
—Y se arrepiente. —Repitió— Escucha no tengo problema que me veas como una figura paterna pero linda soy tu tío, soy Yoongi.
Entreabrí mis labios para decir algo pero fui interrumpida por el sonido en mi teléfono. Ambos miramos la pantalla.
—Por favor cariño. Hazlo por mi. —Colocó un mechón de mi cabello detrás mi oreja.
Relamí mis labio viéndolo por unos segundos mientras que de fondo el teléfono aún seguía sonando. Suspiré apretando mis ojos y agarre el teléfono en mis manos para ponerme de pie y salir a la terraza.
El frío viento de la noche chocó en mi rostro mientras sostenía mi teléfono sobre mi oreja.
—¿Princesa? —Lo oí en la otra línea.
—¿Qué necesitas? —Guarde mi otra mano en mi bolsillo delantero.
—¿Dónde estás?
—¿Por qué preguntas?
—Fui a tu departamento pero no respondiste. ¿Estás con Yoongi?
—No.
—¿Tienes un momento? Quería mostrarte algo.
—Estoy un poco ocupada, supongo.
—¿Enserio? Tu auto está frente a la casa de Yoongi, no creo que le moleste que te robe unos segundos.
—¿Qué? ¿Acaso estás loco?
—Será rápido. —Oí la puerta de un vehículo cerrarse en la línea.
—Es tarde, Jungkook.
—Apenas son las seis de la noche, no te preocupes.
La llamada en ese mismo exacto momento se cortó. ¿Me había colgado? Me quedé mirando la pantalla del teléfono intentando analizar aún que no me dio tiempo. La puerta de cristal se deslizó llamando mi atención.
—Te buscan.
—Está allá dentro, ¿Verdad? —Ladeé mi rostro.
—¿Quieres que te mienta?
—Genial.
Rodeé los ojos pasándole por un lado para entrar a la casa. Y claramente como lo tenía en mente ahí estaba. Parado en la puerta sosteniendo un ramo de girasoles, con una sonrisa en su rostro.
—Soy alérgica al polen.
—¿Qué?
Su cara había valido millones. No pude evitar suspirar y poner mis ojos en blancos.
—Sí, dame eso. —Yoongi apareció tomándolas y desapareció en la cocina.
Jungkook jugó con sus dedos mirando el alrededor de la casa, hasta que decidió hablar.
—Perdón no lo sabe.
—Mhm
Desvíe la mirada un poco hacia la cocina, la cabellera de Yoongi estaba asomando pero luego se escondió rápidamente. Puse mis ojos en blanco.
—¿Nos vamos? —La voz de Jungkook sonó de repente.
—¿Qué? ¿A dónde? ¿Por qué?
—Solo ven conmigo, Por favor.
—No iré a ninguna parte contigo Jungkook, se acabó.
Jungkook se quedó unos segundos observándome detenidamente. El brillo con el que entro por la casa paró por un momento.
—Creo que si deberías ir, necesito la casa vacía.
Sentí un empujón repentino a mis espaldas acompañado de la voz de Yoongi quien nos empezó arrastrar por la puerta a ambos.
—¿Papá qué haces? —Fruncí mi ceño.
—Necesito estar a solas.
—¿Por qué? ¿Y la película?
—Olvida la película, Adiós.
—iPapá! ¿Que haces?
—Afuera los dos. —Dio el último empujón cerrando la puerta de un portazo y colocó seguro.
—iAbreme! —comencé a tocar fuertemente.
—Recuerda sobre lo que hablamos. —Escuché al otro lado de la puerta.
—iMis cosas!
Hubo un silencio mientras me quedé mirando la puerta de madera frente a mi. No pasó mucho cuando una ventana alado se abrió. Yoongi tiro mi bolso sobre la grama.
—iPor que me haces esto!
—iRecuerda lo que te dije! —sacudió su mano y desapareció cerrando las cortinas.
—iPapá! Ábreme. —Toque las ventanas— iEstoy hablando enserio!
Intenté observar por el vidrio pero la luz que se reflejaba en las cortinas se apagaron.
—¿Papá?
—Creo que se fue a dormir.
La voz de Jungkook se escuchó a mis espaldas. Gire a verlo fulminándolo con la mirada. Estaba sosteniendo mi bolso así que caminé hasta el arrebatándoselo.
—Ni pienses que iré contigo.
Comencé a caminar a mi auto, mientras buscaba las llaves en mi bolso, las cuales no estaban apareciendo. Paré de buscar cuando oí un tintineo a mis espaldas.
—Por favor.
—Esto debe ser una broma. —Me giré a verlo— Regrésame mis llaves, Jungkook.
—Solo ven conmigo.
—De acuerdo, quédate con ellas. No me importa.
Así que, con mi bolso en manos, comencé a caminar. Sentía un poco de frío en el aire, pero eso no me detuvo. Me preguntaba si sería mejor tomar el autobús para llegar más rápido a mi departamento, pero el carro que me había estado siguiendo durante mínimo varios minutos volvió a tocar bocina.
—iDejáme! O te juro que llamó la policía!
—Podrías parar por un segundo, solo quiero tener un momento de padre e hija. No te estoy pidiendo más nada.
—iJodete!
—Podrías parar de caminar, iNi siquiera estás en la dirección correcta!
Me paré en seco y miré a todos lados. Tenía razón había pasado varias calles a la dirección de mi departamento.
—Por favor, sube.
—Ya te dije que no.
—Te llevaré a tu casa, ¿Está bien?
Giré en mis talones y miré a Jungkook dentro del auto, con la ventanilla abajo. El viento golpeaba mi rostro mientras respiraba profundamente, cerrando mis ojos. Sentía la tensión en el aire, sabiendo que no tenía más opciones. Sin decir ninguna palabra, me acerqué al auto y abrí la puerta de manera brusca. Subí rápidamente cerrando de un portazo.
Él no arrancó, sin embargo hubo un corto silencio en el auto. Subió la ventanilla a mi lado y lo escuché suspirar.
—Cinturón.
—¿Perdón?
—¿Quieres salir volando si pasa un accidente? —giró a verme.
—Ni que te importara tanto. —Reí sarcásticamente.
—Estás actuando como una niña.
Jungkook no me dio tiempo a responder pasó sus manos bruscamente frente a mi y aún que intenté detenerlo, terminó colocándome el cinturón.
—¿Quien demonios te crees?
—Soy tu padre. —Respondió sin importancia arrancando el auto.
—¿Ahora eres mi padre? Mi padre es Yoongi.
—Ya hablamos de esto.
—Lo sé, pero al parecer a ti no te queda claro. iQue no entiendes que no te necesito!
Levanté la voz con el gran coraje que estaba acumulado dentro de mi pecho
—iNo necesito a alguien así en mi vida, nunca lo he necesitado!
El auto se detuvo bruscamente y Jungkook giró para mirarme, sin esperarlo venir sus ojos estaban llenos de lágrimas.
—iLo estoy intentando! Lo siento mucho por todo el daño que te he causado. Sé que cometí errores y te abandoné, ipero estoy intentando todo lo posible!
Sus gritos se convirtieron en sollozos mientras nuestras miradas se encuentran. Parpadeé mis ojos y sentí un nudo en mi garganta.
La tensión en el auto era palpable mientras Jungkook con sus manos, apretaba con fuerza el volante. Yo, sentada en el asiento del pasajero, intentaba contener las lágrimas que amenazaban con escapar.
—iEstoy intentándolo, pero no valoras mi esfuerzo! ¿Acaso sabes cuánto me duele escucharte decir eso? ¿Sabes cuánto me duele escucharte llamarle papá a alguien que no soy yo? —Gritó, su voz quebrada por la desesperación.
Mis propias lágrimas se detuvieron en seco mientras trataba de procesar lo que acababa de ocurrir. Él apartó la mirada y suspiró pesadamente.
—No sé qué más hacer para que me perdones. —murmuró en voz baja, sus palabras llenas de tristeza y resignación— No sabes lo que daría por comer contigo otra vez. Me encantaría hablar contigo y poder abrazarte.
—¿Abrazarme así como abrazas a tu hija? —Sorbí mi nariz por las lágrimas— No esperes eso.
—Recuerdo cuando eras niña siempre me abrazabas también, así como lo hace tu hermana.
—Nunca dejaste que yo te abrazara. —Mi voz se quebró, parecía una niña en estos momentos. Ahora sí Jungkook tenía razón— A ella sí, y a mi me rechazabas. Incluso recuerdo que te molestaba cuando intentaba acercarme a ti y ahora me dices que te gustaría abrazarme como si nada.
—Te juro que jamás voy a cansarme de pedirte perdón. Solo eras una niña buscando a su papá, debí ser mejor, lo sé. Sin importar cuantas personas pasen en mi vida, tú seguirás siendo lo mejor de mi existencia.
Era un mar de sollozos en el auto, liberando nuestras emociones acumuladas.
—Siempre fuiste mi tesoro mas grande, aunque nunca lo dije ni lo demostré, y el amor que no te dí antes, lo voy a compensar.
—Ya no necesito tu amor. —Mi vista estaba nublada por la cantidad de lágrimas acumuladas.
—Yo te necesito a ti. Y aunque no quieras nada de mi, aun asi te voy a dar todo.
En ese instante, el peso de mis acciones me golpeó con fuerza. Me di cuenta de que había estado tan centrada en mi propio dolor y resentimiento que no había considerado las heridas que también le había causado a él.
—Y quiero que entiendas algo. Se qué tengo otra hija, sé que hay cosas que hago con ella que jamás hice contigo, lo sé, también sé que jamás vas a perdonarme eso. Pero no pienses que he dejado de quererte o que ya no me importas.
Salí del auto y me detuve allí, incapaz de contenerme más, comencé a llorar. Intenté limpiar mis lágrimas, pero parecía inútil, seguían fluyendo sin parar.
Escuché la puerta del auto cerrarse y de repente, Jungkook se bajó sin previo aviso. Se acercó a mí y me envolvió en sus brazos. A pesar del dolor en mi pecho, sentí cómo mis manos se levantaban y rodeaban su cintura.
—Tu nunca me has querido y nunca te he importado, ¿Verdad? —Escondí mi rostro en su pecho mientras apretaba con fuerza su camisa.
—Me importas y te amo muchisimo, te adoro con todo mi ser. Y sin importar cuantos hijos tenga, mi unica princesa eres tú, mi niña hermosa eres tú, mi gran amor y mi más grande adoración eres solo tú.