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By chaennie_safeplace

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.:๏ฝกโ™ก๏พŸ๐Ÿ | En donde Lalisa y Roseanne son algo mรกs que buenas amigas. โ‰ก โŒ‚ โŒ• โ™โ˜โ™โ™โ˜โ™โšโ™โ˜โ™โ™โšโ™โ˜โ™โ˜โ™โšโ™โ˜โ™โ™โšโ™โ˜โ™โ™โ˜โ™โšโ™โ˜... More

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By chaennie_safeplace

En donde Lalisa y Roseanne son algo más que buenas amigas.


adaptación autorizada
chaelisa/ omegaverse
p. roseanne x m. lalisa
smut, g!p 2
+ jensoo/ jisoo x jennie

[🌷]

Cuando Roseanne cerró las puertas de la tienda, escuchó a lo lejos en un callejón cercano lo que parecía ser una fuerte discusión entre alfas borrachos.

Quiso ignorarlo, pero cuando sintió un aroma familiar llegar a ella, simplemente no pudo hacerlo.

La discusión se hacía cada vez más clara mientras se acercaba.

—¿Me estás retando? —Gruñó aquel alfa furioso y malhumorado, rechinando sus dientes mientras dos de sus amigos lo sujetaban con fuerza.

—Lo estoy haciendo, basura —Escupió ella, alzando sus puños a la espera del chico mientras la omega que protegía se resguardaba detrás de ella apoyada en una de las paredes del callejón, aterrada.

El alfa gruñó aún más molesto, y liberándose del agarre de quienes lo sostenían, logró acercarse a ella en un intento de golpearle el rostro.

Al momento en el qque Roseanne finalmente llegó a la entrada, vió a Lalisa y a un alfa cualquiera golpearse mutuamente el rostro y parte del torso en puñetazos firmes, con dos alfas más observado todo con un dizque de pánico sin saber que hacer para detener a su amigo.

Cuando aquel alfa quiso propinar un fuerte golpe sobre su abdomen, fue Lalisa quien tomándolo de la cabeza firmemente logró golpearlo con la rodilla en el rostro, atontándolo para después impactar su puño contra su rostro y nariz.

Toda aquella acción duró no más de tres minutos, cuando el alfa cayó rendido en los brazos de sus amigos que observaban con súplica y disculpa a la alfa más fuerte.

—Lo siento, estaba borracho —Se excusó aquel chico más joven mientras se pasaba uno de los brazos por encima del hombro para poder cargarlo.

—Eso no quiere decir que él pueda acosar omegas solo por estarlo —Respondió— Espero que la nariz rota le quede de recuerdo.

Ambos chicos asintieron, escapando cuando Roseanne se apartó lo suficiente como para que se fueran sin notarla.

Lalisa suspiró, tocando su mejilla más dañada. Gruñó cuando el corte ardió, pero se contuvo cuando escuchó el pequeño sollozo de la omega que protegía.

—¿Estás bien? —Preguntó acercándose lentamente a ella, acuclillada para poder verle el rostro entre la oscuridad.

—Gracias... —Susurró la chica— Gracias, en serio...

Lisa asintió, sonriendo leve mientras le ofrecía su mano izquierda. La omega la observó, algo indecisa— Vamos, te enviaré a casa con tu alfa, ¿Está bien?

La sola mención hizo que la chica sonriera por primera vez, asintiendo alegremente mientras aceptaba su ayuda para ponerse de pie, limpiándose las lágrimas.

—Llamaré a mi hermana, me debe un favor así que ella te llevará —Murmuró, revisando su móvil cuando escuchó unos suaves pasos acercarse a ambas.

—Lalisa —Escuchó la voz de Roseanne llamarla. Se tensó inmediatamente— ¿Se puede saber qué ha sido eso?

Roseanne las observó a ambas, e inclinó suavemente su cabeza para saludar a la más joven. A Lalisa, por el contrario, simplemente la observó fijamente. Por lo que había oído antes, podía dilucidar cuál era o había sido el problema.

Lalisa iba a explicarse, pero la omega la interrumpió.

—Ella me salvó —Comenzó a decir— Los alfas que estaban aquí intentaron llevarme con ellos mientras pasaba por fuera de un bar cercano. Corrí hasta aquí con ellos siguiéndome y, bueno, ella los detuvo en cuanto vió lo que sucedía.

Roseanne relajó su expresión, suspirando— ¿Cuál es tu nombre?

—Kim Jennie —Respondió.

—¿Cuantos años tienes? —Preguntó Lisa, alzando y apartando la mirada de la pantalla.

—Veintiuno.

Lisa asintió, diciendo— Sorn debería estar por llegar, acababa de dejar a una de sus amigas en la casa de su novia —Dijo en voz alta para ambas, viendo a Roseanne algo cohibida.

—Te acompañaremos hasta que ella llegue, Jennie —Dijo Park seriamente— Esperemos en la acera.

Y sin más, caminó delante esperando a que ambas la siguieran.

Cuando llegaran a casa, Lalisa y ella tendrían una seria charla.

[🌷]

A penas la puerta del apartamento de la mayor se abrió, Lalisa notó lo cambiado que estaba el entorno, y supo que debía decir algo para disminuir la tensión que existía en el ambiente entre ambas, pero con Roseanne ignorando cada una de sus palabras desde que habían despedido a su hermana y a la amigable omega, sabía que no lo tendría fácil.

—Rosé...

—¿Qué hacías cerca de la tienda? —La interrumpió mientras se dejaba caer sobre uno de los sofás individuales, impaciente.

Lalisa tragó saliva, e hizo un recordatorio mental respecto a no mostrarse sumisa frente a la alfa mayor. La última vez había salido terriblemente mal.

Se aclaró la garganta y dijo— ¿A caso no puedo caminar por allí?

Se mantuvo de pie frente a la rubia, observándola desde arriba para mantener la compostura. Roseanne simplemente alzó una ceja de forma interrogante.

—No. No desde la ultima vez —Respondió, levantándose del sofá individual para acercarse a ella— Te dije que tenías explícitamente prohibido caminar cerca de mi tienda, de hecho, te dije que no quería volver a verte —Expresó en un pequeño gruñido, cada vez más cerca— ¿Qué mierda hacías ahí?

Lalisa se mantuvo firme, y no retrocedió cuando tuvo a Roseanne delante, sino, que se inclinó sutilmente hacia adelante para poder verla a los ojos.

—¿No querías volver a verme? —Inquirió de forma ahogada, tratando de ignorar el maldito nudo en su garganta— Vamos Rosé, ni siquiera lo dices en serio.

Pero el semblante de Roseanne decía lo contrario.

—¿Qué hacías ahí? —Preguntó, sintiendo deslizar cada palabra con lentitud fuera de sus labios, modulando con cuidado cerca del rostro contrario, todavía retándola.

Ambas seguían mirándose fijamente, de pie frente a la otra.

Lalisa quería decirlo, quería decirle que estaba esperando la oportunidad de hablar con ella una vez la tienda cerrara, pero que había presenciado algo que simplemente no podía ignorar y había perdido su oportunidad de hacer todo civilizadamente.

—¿Y bien?

A la mierda su orgullo de alfa, ella por lo menos podía aceptarlo.

—Estaba esperando por ti —Dijo al fin, notando como la contraria tensaba la mandíbula.

—¿Qué? —Murmuró, sonriendo sin gracia alguna mientras retrocedía— Estoy hablando en serio, Lalisa. Te dije que no quería volver a verte.

—Y yo te dije que era solo cuestión de tiempo para que lo aceptaras, Roseanne.

Lisa aprovechó aquel descuido y se acercó cuidadosamente a ella, lo suficiente como para que Rosé no se percatara de ello.

—Deja de decir tonterías, te lo dije. Jamás aceptaré algo como eso.

Lalisa frunció el ceño, absteniéndose de decir alguna cosa para refutar aquellas palabras.

Roseanne, en cambio, lo dijo tratando de ignorar el doloroso latir de su corazón, ignorando su malestar.

El aroma contrario a fresas y chocolate llegaba a ella, y por más exquisito que le resultara ser, creía que debía ser fuerte.

Aún más si sentía la tristeza en él.

—Vete a casa luego de curar tus heridas, ya sabes dónde está cada cosa —Murmuró por lo bajo, evitando mirar a la alfa cabizbaja— Yo estaré en mi despacho.

Lalisa vió a Roseanne dirigirse hacia su despacho, sintió su corazón latir como loco por ella, y oyó la voz en su interior pedirle a gritos seguirla.

Pero fue demasiado tarde cuando vió que la puerta del despacho ya estaba cerrada.

[🌷]

Roseanne suspiró una vez se dejó caer sobre el asiento que estaba detrás de su escritorio, observando con ojos tristes más allá del cristal del ventanal.

Lalisa debía entender que no todo se solucionaba con hacer las cosas y ya, pues a veces, la mejor forma de sobrellevar algo era hacer exactamente lo contrario; ignorarlo.

Debía privarse de sus deseos, debía buscar alguna forma de distraer a su mente y corazón para no volver a caer en aquel ciclo sin fin que no terminaría más que perjudicándolas. Aún si  Lalisa terminaba odiándola, debía ser fuerte por ambas.

No podría perdonarse si algo llegara a ocurrirle a su preciada Lili.

Sabía que Lalisa era una alfa fuerte bajo cualquier aspecto, sabía que su belleza estaba al mismo nivel de su intelecto y que no dudaría en actuar si viera algo que no le parecía correcto. Pero Lalisa era buena, demasiado buena como para soportar las burlas y el rechazo social que una relación alfa - alfa traía consigo.

No lo había experimentado nunca de primera mano, pero si de primera fuente cuando su mejor amiga en ese entonces había revelado a ella y al resto de la escuela tener una relación con una omega de su clase.

Su mejor amiga también era una omega.

Todo había comenzado bien, los alfas y betas de todas las clases de ese mismo grado las consideraban adorables, algunos las sexualizaban incluso. Y aunque esto último estuviera indiscutiblemente mal, era preferible al constante acoso que podrían haber llegado a recibir.

Y que de hecho, recibieron.

Cuando aquella información llegó a oídos de docentes y autoridades de la escuela, todo comenzó a convertirse en un infierno cuando lo que antes parecía ser aceptado y felicitado, se convirtió en lo contrario gracias a adultos con fuertes creencias en lo natural.

Fue gracias a eso que Joohyun y Seungwan terminaron abandonando la escuela y, posteriormente, sus vidas.

Roseanne suspiró, tragándose el nudo en la garganta que recordar a Wendy y su historia traía consigo, hasta que oyó un llamado a su puerta.

—¿Roseanne? —Escuchó la voz de Lalisa llamarla.

Sonaba tan pequeña, tan frágil.

Respirando con algo de dificultad, le dió la espalda a la puerta cuando se giró con la silla para ver de frente el ventanal tras ella, esperando tres segundos antes de contestar.

—Adelante.

Escuchó a Lalisa girar el pomo de la puerta y seguidamente ingresar, permaneciendo de pie una vez la puerta se cerró tras ella.

—Rosé...

—¿Pudiste curar tus heridas?

Lalisa se quedó con las palabras en la boca, cerrando los ojos con algo de frustración antes responder.

—Sí —Respondió hartada— Sé cómo curarme, lo hago con frecuencia.

—¿Con frecuencia? —Inquirió en un tono incrédulo y preocupado aún sin girarse.

Lalisa permaneció en silencio, viendo la parte trasera del respaldo de la silla con insistencia, con la esperanza de que aquella alfa que amaba con locura diera la vuelta.

Pero no lo hizo, no inmediatamente. Bastaron unos treinta segundos para que, cuando estaba dispuesta a marcharse, Roseanne se diera la vuelta y la viera con evidente preocupación, sin esconder nada.

Aquella mirada tan honesta siempre había sido su punto débil, porque por más qué la alfa mayor quisiera esconder y obviar su sentir, su mirada la delataba.

Lalisa se acercó a ella con rapidez, tomando los apoyabrazos de la silla para ubicarla en su dirección. Rosé la miró con sorpresa, sin saber que decir ahora que la tenía delante.

—Sí, Rosé, con frecuencia —Dijo con aflicción.

Detalló su rostro amoratado, vió aquel prominente corte en su mejilla, y vió su labio y ceja partida. Se le destrozó el corazón al pensar en veces anteriores en las que Lalisa había sido golpeada por alguna persona.

Su pecho ardió de rabia.

—¿Por qué? —Se limitó a consultar, temiendo su respuesta.

—Porque estoy triste. Necesitaba encontrar algo que me ayudara a liberar mi enojo y tristeza...

Definitivamente era su culpa.

Alzó su mano derecha y la acercó al rostro contrario temiendo que Lisa se alejara de su toque, pero fue alivio lo que sintió cuando en vez de alejarse, la menor se apoyó en ella con necesidad.

—¿Por qué te cuesta tanto aceptarlo? —Preguntó cerrando los ojos, apoyada sobre su fría mano.

Roseanne calló, sabía que Lalisa era consciente de su respuesta, pero no dudaba en que decirlo, solo lo haría más real.

—Lisa...

¿Por qué?

Aquel tono imperativo que pocas veces utilizaba con ella, hizo estragos en si misma, porque ya no era una petición.

Era una exigencia.

—Tengo miedo —Admitió con voz ahogada— Ese día, después de que...Pasáramos la noche juntas, Hyeri y Chan notaron cierto aroma distinto sobre mi. Distinguieron que era de una alfa y entré en pánico cuando comenzaron a mirarme de manera extraña... Luego de eso te llamé y, bueno, dije todo eso y-

—Rosé...

—Lo siento.

Lalisa apoyó su propia mano sobre la de Roseanne, y junto sus frentes cuando la mayor la miró.

—Está bien, Rosie.

—No, no lo está. Quiero decir, no —Insistió, intentando separarse— Te hice sentir triste, dije cosas horribles y me convencí a mi misma de que si estaba tratando de ignorar esto, era por ti, para que tú no tuvieras que pasar por todo lo que esto nos traerá cuando yo soy quien en realidad...

—Tenias miedo... —Susurró Lisa tomando su rostro con ambas manos, mirándola a los ojos— Tenias miedo Rosie, y eso está bien.

—No. No está bien si mi miedo te hace sentir mal, Lisa.

Lalisa no resistió las ganas de besar su mejilla con cariño repetidas veces, sintiendo poco a poco a la alfa relajarse entre sus brazos. Roseanne permanecía sentada, y Lalisa permanecía de pie frente a ella, inclinada hacia adelante para estar a la altura.

—Ven, acompáñame —Pidió la menor mientras tomaba una de sus manos— Vamos a la sala.

Roseanne se dejó guiar observando el suelo, sintiendo la suavidad de la mano contraria.

Cuando llegaron, fue Lalisa quien la hizo sentarse sobre el sofá, con ella junto a la mayor para continuar acariciando su mano derecha.

Pasaron algunos minutos cuando la menor preguntó— ¿Mejor?

Rosé se volteó para observarla— No. Sigo molesta.

—¿Conmigo o con la situación?

—Conmigo misma y la situación.

La alfa dejó caer su cabeza sobre el hombro de Lisa, dejándose envolver por el aroma a fresas y chocolate.

La pelinegra alzó su mano derecha para acariciar superficialmente su cabello rubio, tratando de transmitir tranquilidad para ella.

—Está bien, lo solucionaremos de alguna forma —Apoyó su cabeza sobre la contraria, frotándose contra ella con cariño y una sonrisa en el rostro.

—Supongo... —Murmuró relajada, levantando la cabeza para mirarla cansada— ¿Por qué sonríes?

Lisa bufó— ¿No puedo? Literalmente estoy acurrucada contigo, tonta.

Las mejillas de Rosé se encendieron imperceptiblemente.

—Bueno... Si lo pones así...

Ella rió, desordenando un poco el cabello rubio de la más alta, quien la miró con el ceño levemente fruncido y una pequeña sonrisa de diversión.

Permanecieron observándose la una a la otra, con la alfa menor mirándola con cariño y amor absoluto, y con la mayor correspondiéndole.

Sin ambas notarlo, luego de que fuera el turno de Lisa de apoyarse sobre el hombro contrario, Roseanne giró suavemente el rostro en su dirección, tomando el de la pelinegra para guiarlo hacia el suyo.

Cuando sus ojos se encontraron, los sorprendidos de la menor y los adormilados de la mayor, no tardaron en unir sus labios en un necesitado beso que pedía por la otra. Semanas habían pasado ambas ansiando nuevamente aquel contacto, aquella calidez y suavidad del cuerpo ajeno en el que solamente ellas encontraban consuelo.

Sintió entonces la humedad de la boca contraria, pidiendo consenso para fundirse en un beso cada vez más caluroso y lascivo.

Ambas se separaron jadeantes cuando debieron suspirar para recuperar el aliento, ambas todavía cerca deseando unirse una vez más.

Lisa besó la comisura de sus labios con necesidad, y delineó con sus delicados dedos la mandíbula de su alfa, mirándola con ojos brillantes mientras se disponía a acercarse.

Roseanne la atrajo más cerca de si misma, tirando de ella para que pudiera sentarse sobre sus piernas. Lalisa suspiró cuando sintió la tela algo tensa.

—¿Ya? —Preguntó en una pequeña risilla, sintiendo después a la alfa presionar su cadera contra la suya, sacándole un pequeño jadeo.

—¿Ya? —La imitó cuando sintió contra su abdomen un pequeño bulto, sonriendo con sorna.

Lisa se aferró a sus hombros mientras la miraba con diversión, acercándose a su rostro para susurrarle.

—Tienes toda la noche para mantenerme despierta, alfa. Tal como la última vez.

Un gruñido fue la respuesta a aquellas palabras insinuosas, seguido de un feroz y húmedo beso que no hizo más que excitarlas aún más. Pronto, Lisa se halló a sí misma frotándose contra la naciente erección de Roseanne, y con ella ayudándola a ello. Los jadeos no cesaban, y para la alfa mayor, no había mejor sensación que verla y sentirla buscar su toque.

No pasó mucho tiempo para que desabotonara los pantalones de la alfa que se frotaba sobre ella, viendo aquella húmeda mancha en su ropa interior.

Quítate esto —Ordenó, bajando la tela áspera del jean.

Lalisa no tardó en obedecer, aún si aquella parte terca de su alfa le decía que no debía obedecerle a otra de su misma casta. Se levantó de las piernas de la chica que la veía con lujuria incalculable, y se desprendió de sus jeans y ropa interior, quedando únicamente con su playera negra. Se mordió visiblemente el labio cuando notó como la delgada mano de Roseanne se dirigía hacia sus propios pantalones, desabotonando aquel botón y bajando la cremallera, dejando ver su prominente miembro contenido por la suave tela del bóxer.

Todo mientras la miraba.

Ella también se desprendió de todo, y cuando Lisa hizo ademán de acercarse, tomó su muñeca y la jaló hacia ella, provocando que quedara a pocos centímetros de su entrepierna.

No bastó más que una sola mirada para que lo entendiera.

Lalisa recibió aquel erecto falo en su cálida boca, arrancando de su garganta un gemido de placer cuando Roseanne empujó su cabeza suavemente hacia abajo para que llegara más profundo.

Cerró los ojos, concentrándose en la sensación resbaladiza que la saliva generaba entre su lengua y su pene. Rosé era un manojo de suspiros, uno que la veía subir y bajar, lamer por el contorno y desde la base hasta la punta, sintiendo un nudo en la parte baja de su abdomen ante tales sensaciones y sonidos.

Cuando Lalisa se alejó y sus labios hicieron pop, dejando un hilo de saliva que la conectaba con el miembro de su alfa, se apoyó sobre su muslo en busca de atención, respirando cansada cerca de su entrepierna palpitante.

—Ven aquí —Le pidió Rosé una vez que la sintió levantarse, volteándola cuando deseó sentarse a horcajadas sobre ella.

—¿Rosé?

La mayor no respondió, entonces, fue aquel movimiento brusco el que la hizo darse cuenta de lo que sucedía. Rosé tenía una perfecta vista de su húmeda entrada, y no se contenía de tocar los costados de su cadera y parte de sus glúteos, extasiada.

Se relamió los labios cuando Lalisa molió su miembro al presionar su trasero contra ella, frotando su humedad con la de ella en movimientos libidinosos. Quiso maldecir al sentir a la alfa menor apoyar sus manos sobre sus rodillas, y tomando ventaja de que su pequeña y dulce alfa le daba la espalda, alineó su miembro con la entrada de Lisa, deslizándose dentro con lentitud tortuosa.

Lisa no contuvo un gemido de placer y sorpresa al sentirse llena de una vez por todas, nuevamente conteniendo un gruñido al sentir un deje de molestia por ser dominada.

—Muévete —Exigió la mayor, viendo como la menor se movía de arriba abajo sobre su extensión.

No la veía, pero la expresión lasciva de Lisa no tenía precio alguno mientras la penetraba lentamente y con profundidad, yendo al ritmo que marcaba la más joven.

Jadeaba su nombre, sintiendo la fricción y sus nalgas presionarse contra las caderas de su alfa, sentía la humedad viscosa que dejaba y traía consigo cada vez que se levantaba y se dejaba caer sobre ella, sentía aquel líquido traslúcido gotear sobre sus manos cuando se movía hacia adelante y luego hacia atrás, balanceándose cada vez que Rosé entraba y salía de ella con fluidez.

Su miembro palpitaba con cada penetración, sintiéndose más cerca de su liberación de lo que le gustaría. Pero cuando Roseanne pasó sus manos a lo largo de sus brazos hasta alcanzar sus muñecas, supo que era hora de cambiar de intensidad.

Literalmente.

Porque entonces la alfa se levantó, y volteándola una vez más hasta dejarla boca abajo sobre el sofá, con las manos y antebrazos apoyados sobre el respaldo, la sintió nuevamente deslizarse dentro, más fuerte, más duro.

Más violento.

Rosé inició un ritmo constante, brusco e intenso con tal de llegar más profundo dentro de su alfa, sujetando sus caderas con cada embestida. El depravado sonido de sus pieles chocando, aquel chapoteo excitante que las condenaba a ambas solo conseguía acercarlas más a su tan preciado orgasmo, juntas.

Lalisa estaba peligrosamente cerca, sintiendo la punta de aquel delicioso pene estimular su próstata de manera brusca, constante, mordiendo su labio cuando sentía el líquido escurrir por su propio miembro, arruinando el sofá mientras sus lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

Envuelta en suspiros, Rosé apoyó una de sus manos sobre el respaldo del sofá, abrazando con su antebrazo el cuello de la más joven, inclinándola hacia atrás cuando juntó sus labios en un beso húmedo y ruinoso, torpe mientras sus lenguas se enfrentaban por quien dominaba a la otra. Cuando fue Lisa la vencedora, Roseanne gruñó entrando en ella con mayor rapidez, respirando con dificultad junto a su oído y nuca.

Estaban tan cerca, ella estaba tan cerca, que tratando de obviar la fuerza con la que Lisa la envolvía, condujo su mano para tomar aquel miembro que aún no tenía la dicha de probar, masturbándolo de arriba abajo mientras la menor gemía ya sin pena alguna, balanceando sus caderas para ser atendida por ambos lados.

Lalisa jadeó, sintiendo a su alfa cada vez más grande mientras más se presionaba contra ella. Rosé sintió su mano húmeda al rededor del miembro contrario, el nudo en su abdomen haciéndose cada vez más doloroso a la par que placentero.

Apoyó su frente contra la espalda ajena, sintiendo con mayor intensidad aquel aroma que la volvía loca llegar a su olfato con abrumante deseo.

Deseó marcarla cuando el orgasmo llegó, deseó hacerlo cuando el espeso fluido blanquecino ensució su mano y arruinó su sofá, deseó hacerlo cuando Lalisa gritó tan fuerte su nombre, que seguramente todo el complejo de apartamentos se había enterado.

Deseó hacerlo cuando Lalisa quedó impregnada de sus feromonas y su olor.

Pero no lo hizo, porque eso, sería joderlo demasiado pronto.

Salió de Lisa con suavidad, tensando la mandíbula cuando finalmente abandonó la cálida cavidad, viendo como su propio esperma escurría sin fin fuera del interior de la alfa.

—¿Estás bien? —Consultó al ver a Lisa cabizbaja apoyada sobre el respaldo del mueble, acercándose lentamente para verla y darle cariño.

La pelinegra alzó imperceptiblemente la cabeza, observándola de reojo cuando dijo— Estoy genial.

Sí, definitivamente lo estaba.

[🌷]

—¡Jennie! —Exclamó Jisoo cuando vió a su omega descender del auto de una desconocida— ¿Estás bien? ¿Por qué tardaste tanto tiempo? —Cuestionó la alfa cuando acarició el rostro de la más alta, preocupada.

—Lo siento, Soo —Jennie se presionó más cerca de ella mientras ambas ingresaban a la casa— Un trío de alfas comenzó a seguirme mientras caminaba hacia la estación, no me dejaban en paz.

Jisoo frunció el ceño— ¿Te hicieron daño?

—Afortunadamente, no. Una alfa me salvó de esos tres —Murmuró en una pequeña sonrisa tratando de calmar a la suya, acariciando detrás de su oreja cuando se sentaron en el sofá— Les dió una lección, y le pidió a su hermana que me trajera a casa.

Jisoo suspiró, tomando las mejillas de su chica para acercarla y darle un casto e inocente beso.

—Pudiste llamarme, Nini, yo pude haber ido a recogerte —Dijo, abultando sutilmente sus labios mientras se ocultaba en el cuello de la mayor.

Jennie rió, diciendo —Lo sé, Soo, pero ocurrió algo muy interesante.

—¿Qué cosa?

—La alfa que me salvó resultó tener su propia alfa —Dijo en una sonrisa— ¿No es adorable?

Jisoo simplemente inclinó la cabeza algo confundida.

—¿Estás segura? Eso no suele ser muy común de ver.

—¡Lo estoy! Luego de que ella me hubiese salvado, llegó otra alfa, una más alta y de apariencia más delicada que la hizo cohibirse inmediatamente —Chilló emocionada mientras la pelinegra sonreía por su emoción— Definitivamente eran algo más que amigas.

Jisoo negó sonriendo, rió.

—Tú no te cansas de emparejar a las personas, Jendeukie.

—¡Hey! ¡Estoy diciendo la verdad!

Tal vez, Lalisa y Roseanne si habían sido un poco obvias.

O tal vez Jennie era buena notando los sentimientos de los demás.

Fuera cuál fuera la verdadera razón, Jennie si tenía razón en una cosa.

Aquellas alfas definitivamente eran algo más que buenas amigas.

muchas gracias a hyejoonnie_ por permitirme adaptar su historia ♡

aún queda una segunda parte, es jensoo. muchas gracias por leer ♡

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