Emails I can't send | Max Ver...

By walxleclerc

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Addeline es una joven inquieta y con un alma insaciable, pero tiene un pasado trágico que no la deja seguir a... More

-author's note.
-emails i can't send.
-love at first kiss.
-inside the waves.
-deep conversation.
-serendipity.
-nightmares of the past.
-under the lights of Degrees.
-night adventures.
-the first email.
-under the stars.
-facing fears.
-campfire and friends.
-memories in a photobooth.
-a great love.

-I kissed a fucking driver.

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By walxleclerc


El sonido del despertador se abrió paso a través de mi cabeza como un martillo en una habitación vacía.

Gruñí y traté de enterrar mi cabeza bajo la almohada para escapar de la dolorosa realidad que era la resaca.

¿Por qué había bebido tanto? ¿Por qué me metí en esto?

Oh sí, la diversión y los desafíos que prometía una noche en Degrees parecían tan atractivos en ese momento.

Me incorporé lentamente, sintiendo cada músculo de mi cuerpo protestar por el abuso de la noche anterior. El sabor agridulce del arrepentimiento en mi boca me recordó con crueldad lo que había sucedido.

A pesar de todo, sonreí al recordar el beso robado y la emoción del desafío, aunque mi cabeza no estaba de acuerdo con mi corazón en ese momento.

Abrí los ojos con pesadez y el brillo del sol de la mañana se infiltró en mi habitación, intensificando el dolor de cabeza que ya me aquejaba.

Entonces, lo vi: el teléfono parpadeando con notificaciones. Mensajes de texto incontables, llamadas perdidas y alertas de redes sociales.

¿Qué estaba sucediendo?

Mi curiosidad superó el malestar físico y agarré el teléfono.

Cuando los desbloqueé y vi los mensajes, me arrepentí enseguida de haberlo hecho.

Las noticias que me esperaban eran todo menos reconfortantes.

Las redes sociales estaban llenas de fotos mías en el bar, tomadas por los paparazzi que habían irrumpido la noche anterior. Las imágenes mostraban al misterioso hombre al que le robe un beso, y no solo eso, había algo más grave aún.

Aquel desconocido no era cualquier hombre, era un piloto de Fórmula 1.

Joder, que había hecho.

Me quedé atónita, repasando las fotos y los titulares. Las redes sociales explotaron con la noticia del misterioso encuentro entre el último campeón de F1 y una joven misteriosa.

Las teorías de los fans y los comentarios iban desde lo emocionado hasta lo escandalizado. Mis mejillas se encendieron de vergüenza mientras leía los comentarios y las especulaciones en las redes sociales.

"¿La nueva conquista del piloto estrella de la F1?", "El romance secreto del piloto de F1 al descubierto: ¿Quién es la misteriosa belleza?"

Y algunos cuantos más que preferí ignorar por la integridad de mi salud mental.

El impacto me golpeó con fuerza, y no solo por la resaca.

Había sido arrastrada al ojo público sin siquiera pedirlo.

Mi mente corría a mil por hora, tratando de asimilar lo que esto significaba para mi tranquila vida en Esperance. Sabía que tendría que enfrentar las consecuencias, y no tenía idea de cómo lo haría.

Estaba en problemas.

Con un suspiro y una resolución que me costó encontrar en medio de la resaca, me levanté de la cama, decidida a enfrentar el gran escándalo en el que me había metido yo solita.

Salí de mi habitación tambaleándome hacia la sala común. Cuando llegué la televisión estaba encendida y ya estaban transmitiendo la noticia del "escándalo" del famoso piloto en Degrees. Traté de ignorarla, pero cada palabra y cada imagen penetraban en mi mente.

Me encontré con Oliver, que estaba completamente absorbido por las noticias en su teléfono. Al verme, levantó la mirada y su expresión se tornó de sorpresa y preocupación.

―Addie, ¿has visto esto? ―preguntó, mostrándome la noticia en su pantalla. ―Has besado a Max Verstappen, ¿Eres consciente de eso?

Asentí con pesadez, sintiendo cómo la vergüenza se apoderaba de mí.

―Sí, lo vi. ―conteste en un murmullo.

―Esto va a ser un gran problema, ¿no crees?

―Lo sé, Oliver. ―me lleve la mano a la cabeza. ―Tengo que solucionarlo de alguna manera.

Mis pensamientos empezaron a divagar hacia el hombre.

¿Cómo estaría lidiando él con todo esto? Me preguntaba si, al igual que yo, se encontraba en medio de un torbellino mediático.

Necesitaba la ayuda de Camille.

Ella siempre tuvo una mente estratégica y lúcida en momentos de crisis.

Cuando entré en su cuarto, ella seguía durmiendo profundamente, ajena al caos que se desataba en mi vida en ese momento. No podía quedarme allí paralizada. Tenía que lidiar con esto antes de que la situación empeorara.

―¡Camille! ―llame, mientras movía su cuerpo de un lado al otro. ―Tenemos un grave problema.

Se giró sobre su cuerpo, dándome la espalda.

―Mhm, preciosa. ―se quejó. ―Es demasiado temprano.

―No, no, no te vuelvas a dormir. ―rogué, tirándome sobre ella. ―¡He besado a un maldito piloto de Fórmula 1!

Camille se levantó de un salto y se sentó en la cama, con los ojos bien abiertos y una expresión de incredulidad en su rostro.

―¿Estás bromeando, verdad? ―preguntó, mirándome fijamente.

Sacudí la cabeza, sintiendo que la gravedad de la situación caía sobre mis hombros.

―Ojalá estuviera bromeando. Esto es real. Y ahora mi vida está en el centro de un escándalo mediático.

Camille se puso de pie rápidamente y comenzó a vestirse, dispuesta a enfrentar el problema.

―Necesitamos un plan. Tenemos que lidiar con esto antes de que la situación empeore.

Asentí, agradecida de tener a Camille a mi lado en este momento de crisis.

―Sí, pero, ¿Por dónde empezamos?

Camille tomó una respiración profunda, pensativa.

―Primero, necesitamos controlar la narrativa. No podemos dejar que los medios crean su propia historia sobre lo que sucedió. Debemos hablar con honestidad y sinceridad.

―¿Hablar con quién? ―pregunté, preocupada.

―Podemos empezar por una declaración pública en nuestras redes sociales, debemos limpiar tu nombre antes de que sea tarde.

Tomé otro suspiro profundo, nerviosa pero decidida.

―En realidad... ―me mordí el labio con incomodidad. ―No han puesto mi nombre en ningún lado, supongo que aun no lo han averiguado.

Camille frunció el ceño, pensando en la mejor manera de manejar la situación.

―¿¡Por qué me has despertado entonces!?

―¿Por qué pueden hacerlo pronto?

Ella negó con la cabeza y me lanzó una almohada.

―Joder, Addeline.

Mientras Camille me seguía castigando por haberla despertado temprano, sentí que mi teléfono vibraba en mi bolsillo.

Era un mensaje del número desconocido de anoche.

Mis ojos se abrieron de par en par, y sentí como mi corazón latía cada vez más rápido.

La realidad golpeando con fuerza y ​​una extraña mezcla de emociones invadiéndome de repente.



Respire profundamente, sintiendo una extraña sensación de alivio mezclada con nerviosismo.

―Es él. ―le muestro el teléfono.

―¡Quiere verte! ―grito, sacándome el celular. ―¿Es extraño que no tenga una foto de perfil? ―pregunto, revisando el contacto. ―Bueno teniendo en cuenta que es un tres veces campeón de Fórmula 1 tal vez no sea tan extraño...

Suspire.

―Solo debe querer asegurarse que no me beneficie de esta situación.

―De cualquier forma, te ha escrito. ―me devolvió el celular. ―Tienes que decirle que sí.

―¿Tu crees que es buena idea?

Asintió con la cabeza.

Mis dedos temblaban mientras intentaba escribir una respuesta.

Le escribí que si, que debíamos vernos y alejé el celular de mi, nerviosa por su posible respuesta.

Con un nudo en el estómago y la sensación de haber cruzado un punto de no retorno, me preparé para enfrentar las consecuencias de una noche de diversión que se había vuelto completamente fuera de control.

Camille me miró, su expresión era una mezcla de preocupación y determinación.

―Vas a salir de esto, Addie. Vamos a salir de esta. Pero necesitas enfrentarlo. Ve a hablar con él, averigua qué piensa y cómo podemos manejar esta situación de la mejor manera.

Asentí, agradecida por el apoyo de mi amiga.

―Tienes razón. No podemos ignorar esto, tengo que enfrentarlo.

Me levanté y me preparé para confrontar esta situación.

Unas horas más tarde, salí del apartamento con la mente en un torbellino. No solo tenía que enfrentar al piloto, sino que también debía idear una estrategia para evitar que el escándalo se extendiera hasta llegar a mi familia.

No podía permitir que se preocuparan por mi, estando tan lejos de casa.

Mientras caminaba hacia el lugar acordado, mi mente repasaba las opciones.

Hablar con él era crucial, pero ¿Cómo podíamos hacerlo sin que los paparazzi se enteraran?

Llegué al punto de encuentro, un café acogedor en una esquina tranquila.

Lo vi sentado en una mesa apartada, con la gorra baja y unos lentes de sol, intentando mantenerse fuera del radar.

Me acerqué nerviosa, sin saber exactamente qué decir. No sabía cómo enfrentar a alguien cuya vida estaba bajo una intensa atención mediática.

Me senté frente a él, tratando de ocultar mis propios nervios.

―Hola ―murmuré, insegura de cómo debería empezar esta conversación.

Levantó la vista quitándose los lentes de sol, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y alivio. Parecía tan humano en ese momento, lejos del mundo de las celebridades que lo rodeaba y del que formaba parte.

―Hola ―respondió, su voz cálida y calmada. ―Creo que debería presentarme mejor, soy Max Verstappen.

Me extendió la mano, y dudé un segundo antes de tomarla.

―Addeline Loughty, Addie.

Una sonrisa se extendió en su rostro.

Nos miramos durante un momento incómodo antes de que rompiera el silencio de nuevo.

―Siento mucho todo esto ―dijo, señalando las noticias que había visto.

―No fue tu culpa, fui yo quien te besó. Aunque no sabía quién eras en ese momento ―respondí, sintiendo una extraña necesidad de disculparme.

―Pero fui yo quien aceptó el beso, sabiendo todo el riesgo que corría. ―dijo con una pizca de vergüenza. ―Así que en parte, la culpa también es mía.

Sus palabras resonaron en mí.

Él también estaba atrapado en esto, en esta red de expectativas y escándalos, en realidad era quien peor posicionado estaba.

Debía ser duro ser una celebridad y que todo el mundo te esté observando todo el tiempo bajo una lupa.

Respiré hondo y decidí que debíamos encontrar una forma de resolverlo juntos.

―¿Qué debemos hacer con esto? ―le dije con determinación.

―Debemos controlar esta situación antes de que se salga de control.

Asentí, dispuesta a hacer lo que fuera necesario para proteger mi vida tranquila y hacer lo mejor para no complicar la suya.

Max llamó a la camarera para ordenar, y luego de hacer el pedido, poso sus intensos ojos en mi.

―Creo que lo mejor en este momento es mantener un perfil bajo. ―sugirió. ―Dejar que la tormenta pase sola.

Asentí con la cabeza, consciente de que necesitaban una pausa en medio del caos que nos rodeaba.

―Estoy de acuerdo, ¿Es posible que se olviden de esas fotos rápido, no?

Max hizo una mueca.

―En realidad no. ―continuo. ―Pero la buena noticia es que hablé con mis encargados de relaciones públicas. Van a trabajar en contener el escándalo y tratarán de asegurarse de que tu identidad permanezca segura. Vamos a dejar que ellos manejen la situación desde esa perspectiva.

Wow.

Me sorprendía el hecho de que tuviera un equipo que manejara este tipo de asuntos y de una forma tan rápida.

Pero en realidad no debía sorprenderme.

Era Max Verstappen tricampeón de formula 1, después de todo.

¿Cuántas veces al día había leído esa frase ya?

―Perfecto. ―respondí, sintiendo un peso levantarse de mis hombros. ―De acuerdo, mantenemos la calma y esperamos a que las cosas se calmen.

Sonaba sencillo, aunque no se si lo sería en realidad.

No sabía cómo enfrentar esta nueva realidad en la que me había sumergido, una que estaba a millones de millas de distancia de mi vida soñada en Esperance.

Aquí estaba, sentado frente a Max Verstappen, intentando resolver el caos que había estallado a raíz de una noche en Degrees.

Era como si hubiera sido arrastrada a un mundo completamente ajeno al mío.

Max y yo compartíamos una situación peculiar, aunque en niveles completamente distintos.

Él estaba acostumbrado a las cámaras ya la atención de los medios; era su vida cotidiana. Para mí, en cambio, era un choque arrepentido y abrumador. Mis emociones estaban en una montaña rusa constante, desde la vergüenza hasta la ansiedad y una extraña sensación de deseo de enfrentar todo esto de la mejor manera posible.

Aunque la propuesta de Max parecía sensata, sabía que mantenerse en un segundo plano no sería tan fácil como sonaba. La intriga de los medios y la curiosidad del público no se disiparían tan rápido. Sin embargo, confiaba en que podríamos encontrar una forma de navegar a través de esta tormenta mediática.

La camarera llegó con nuestros pedidos y los dos continuamos hablando sobre todas las posibilidades que podían pasar de hoy en adelante.

Max era un hombre decidido por lo que había notado hasta el momento, tenía una determinación que se reflejaba en sus ojos y en su forma de hablar.

―Addie, me encantaría que siguiéramos conectados de alguna forma...

Mi corazón se salteo un par de latidos al escuchar esa frase. También me sentí un poco más aliviada al escucharlo decir aquello.

―También me gustaría.

Continuamos hablando en la cafetería hasta que se hizo la noche en Esperance, y era hora de volver a casa.

Salimos del café, luego de que él insistiera en pagar la cuenta.

―¿Puedo alcanzarte hasta tu casa? ―señaló su coche.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo, y negué rápidamente con la cabeza.

―No, está bien. ―respondí. ―Vivo a pocas cuadras de aquí.

Max asintió con la cabeza, y antes de partir, me dio una última mirada.

―Espero verte pronto.

No pude evitar sonreír.

Y nos despedimos con la promesa de mantenernos en contacto.

Me encontré caminando por las calles de la ciudad, perdida en mis pensamientos y sin muchas ganas de regresar a casa aun. Aunque estaba abrumada por la situación y la atención mediática que me rodeaba, no podía evitar pensar en él.

Max Verstappen era un mundo completamente diferente al mío. Un campeón de Fórmula 1, admirado por miles de personas en todo el mundo. Y yo, que odiaba todo lo que eso significaba, en parte me había mudado a un pueblo pequeño y lejano por eso mismo.

Nuestras vidas eran como dos polos opuestos.

Sin embargo, había algo en esa reunión, en su mirada, que me hacía preguntarme si, después de todo.

¿Podría existir una conexión real entre dos personas de mundos tan dispares?

Mientras reflexionaba sobre esto, recordé el beso que le robe en Degrees. La emoción, la adrenalina, y la forma en que nuestros labios se encontraron en medio de la música y la diversión. Fue un momento fugaz pero poderoso.

No podía negar que Max tenía un atractivo magnético, y no me refería solo a su fama. Era su forma de ser, su calidez y su sonrisa genuina. Había un misterio en él que me intrigaba. Pero, ¿era real o solo parte de su carisma de celebridad?

Mientras caminaba, la brisa fresca de la ciudad me hizo tomar conciencia de que había una posibilidad en algún lugar del horizonte. Tal vez no en las luces brillantes de su mundo, pero en algún rincón tranquilo donde dos personas podrían encontrarse y conocerse de verdad.

Siempre había pensado que este tipo de cosas le pasan solo a las chicas con suerte, y yo nunca fui parte de ese grupo.

¿Es posible que la idea de que el amor no sea una fantasía inalcanzable sino una realidad que podría esperarme en algún momento?

Tal vez no con él, pero esta experiencia puede haber abierto una puerta en mi, y aunque no sé qué voy a encontrar al cruzarla, estoy dispuesta a explorarla.

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