— Sí, claro. Ya son buenos amigos — sonrió, tomando mi miembro con cuidado y acariciándolo de forma gentil. No podía creer que hace una hora estaba lista para darme un disparo porque Freen me vio masturbarme por ella y ahora era ella quien lo hacía. Asombroso. — Joder, Freen. Si sigues así, voy a correrme en el auto de tu padre.
— ¿Quieres hacerlo? — preguntó con una mirada tentadora.
— ¿Qué cosa? ¿Correrme? ¿O correrme en el auto de tu padre? Porque estoy completamente lista, para cualquiera de las dos — la escuché reír, la más hermosa melodía que he tenido el placer de escuchar. Jodido enamoramiento, hace que todo parezca hermoso.
— ¿Puedes aguantarte? — ¿Qué? ¿AGUANTARME? ESTÁ LISTO PARA EXPLOTAR, soy como un jodido volcán en erupción ahora mismo, ¿Puedo aguantarme? Pero como no quiero decepcionarla...
— Ajá, sí, por supuesto... — mi miembro se sacudió. Soy tan mala mintiendo y el comandante lo sabe. — Quiero decir... Hasta la tercera cita y eso... Claro — necesitaré toneladas de duchas frías, mi mano estará tan jodida que ni siquiera podré escribir mi nombre. Estoy sufriendo tanto que apenas me di cuenta de lo que dije. Había afirmado, sin preguntarle primero a Freen, que estaríamos saliendo. — Quise decir... Freen, perdón, solo pensé que... Soy una - joder.
— Lo eres, literalmente — reía con tanta facilidad y tan genuina que... ¡Detente! Estoy por correrme y no está haciendo nada. El comandante se tranquilizó. — Suponía que si aguantabas podíamos irnos a los asientos de atrás, hay más espacio y estaríamos más cómodas, ¿Qué dices? — esperó hasta que le respondí, demasiado rápido para mi gusto.
— ¡Sí, sí! — y el comandante estaba listo para moverse. En menos de un minuto nos fuimos a la parte de atrás, esperando por Freen, quien no tardó demasiado.
— Vale, pues hola de nuevo. Mi nombre es Freen Sarocha... Estoy en mi último año y debo confesarte algo.
— Dime — fue un milagro que no sacara a mi amiguito en el instante en el que me senté. Ella me miró y me di cuenta de un ligero sonrojo en sus mejillas.
— En serio me gustas, Becky. No estaba segura de que fuese mutuo... Así que, Dios, te puedes ir en cualquier momento si sientes que es demasiado, ¿Sí?
— Ok — eso era raro.
— Puede que le preguntara a Mind sobre su entrenamiento y, ya sabes, si podría toparme contigo. Me dijo que siempre te quedabas tarde, y yo solo quería saludar para invitarte a salir. No soy una acosadora, lo prometo. Solo... Eres tan hermosa y estaba cansada de no hacer nada para que me prestaras atención y... Aquí estamos — no podía creer lo que escuchaba, SOY EL CRUSH DE FREEN SAROCHA. — Becky, di algo — estaba sentada a mi lado, la tomé del rostro para besarla con suavidad, transmitiendo mi aprobación con acciones.
— Me alegra haberme masturbado por ti cuando me descubriste, así ya sabes lo mucho que me gustas — seguí acariciando sus mejillas, ¿Eso era algo correcto de decir? Ya lo solté.
— ¿No estás molesta?
— ¿Qué? No, claro que no. Estoy halagada, no todos los días Freen Sarocha te dice que el Comandante y tú le gustan — le sonreí y ella también.
— Pensé que tú eras el Comandante.
— Sí... Nop, mi mamá me llama así porque yo era la pequeña ingenua a la que Irin convencía de hacer cosas que no debía. Yo comandaba los ataques — hablé sobre por qué en el equipo me llamaban así, sin dejar de tocarla, tomando su mano. — Un día tuvimos una pijamada en casa de Nam, Tee preguntó sobre mi paquete y cómo lo llamaba, porque escuchó que los chicos les ponen nombre. Irin dijo que debía de llamarlo Comandante, pero no me gustaba porque... Bueno, esa era yo, luego Tee lo gritó y se convirtió en un chiste local, entre amigas. Pero un día, en los vestidores, Tee volvió a gritarlo y todas creyeron que se refería a mí como jugadora. La delantera que comandaba en el campo, Irin ya llevaba dos años siendo la capitana, pero ella se rio demasiado y el equipo aceptó el sobrenombre. Desde ese día es el que aparece en mis camisetas, aunque este es el verdadero Comandante — ella miró mi ahora quieto y dormido miembro. — Promete que no dirás nada al respecto.
— Lo prometo — me sonrió, besándome. Me sentí más relajada y cómoda conmigo misma, era ridículo, porque sentía como si conociera a Freen desde hace tiempo, pero era la primera vez que hablábamos así. — Ya que estamos al tanto de todo, ¿Qué tanto deseas correrte?
— Mierda, muchísimo. Dame un segundo y un beso más, estaré lista — se sentó en mi regazo, volviendo a besarme. Llevé mis manos a sus muslos, ella movió sus caderas, rozando mi erección. Su peso fue despertando más y más al comandante.
— Hola, Comandante, hace tiempo no nos veíamos — me reí. Dios, ¿Qué hice para merecer esto? No lo sé, pero lo agradezco. — ¿Estás bien solo con esto? ¿Sin ir más lejos? — preguntó, como si me importara, podría esperar por ella todo el tiempo que fuera necesario.
— Estoy bien, ¿Y tú? — besaba mi cuello, tocando mis pechos y pellizcando mis pezones con suavidad.
— No, pero es el auto de mi padre, así que... No tenemos opción. Joder, Becky, cuando te vi estaba lista para arrodillarme y chuparte hasta que te corrieras en mi boca... Eres tan atractiva, ¿Eres consciente de eso? — ahora lo soy, aunque muchas personas me lo habían dicho. Debo de haber muerto y llegado al cielo, a Freen Sarocha le gusta hablar sucio y se estaba restregando contra mi dura erección.
— Tendrías que haberlo hecho... Aunque me hubieras provocado un ataque al corazón — ambas nos reímos.
— Tan atractiva y divertida, no puedo esperar a follarte hasta que te olvides de tu propio nombre — OH, DIOS, voy a correrme. No hay nada que pueda evitarlo, empecé a respirar más profundo y a pensar en otras cosas. Ella sintió mi miembro sacudirse y aceleró sus movimientos.
— Dios, Freen. Voy a correrme — pellizcó mis pezones más fuerte, moviéndose rápido y mordiendo mi cuello. Fue todo lo que necesité. — Eres perfecta — solté, corriéndome en mis pantalones. Un minuto después, volví a la conciencia. — ¡Wow! Gracias, y perdón, estaba... Muy motivada — la besé, recostándola en los asientos. — Soy un poco desastrosa, pero puedo ayudarte a ti con tu problemita — le sonreí, volviendo a besarla.
— ¿A qué te refieres? — me preguntó, mis manos recorriendo sus pechos, hasta su vestido. Al contrario de mí, ella era más femenina. Apenas me di cuenta de lo que llevaba puesto, un vestido de botones azul cielo, un cinturón negro que resaltaba su cintura y zapatillas del mismo color. Se veía hermosa, y solo deseaba probarla.
— Puedo besarte otros labios — fui subiendo su vestido. — Y limpiarlos.
— Eres una tonta, ¿Lo sabes? — me detuve, no muy segura de si quería que continuara o no.
— Me lo han dicho — sonreí. — ¿Quieres que me detenga? — haría cualquier cosa por ella, solo que era un poco injusto que yo me hubiera corrido dos veces y Freen ni una sola. — ¿Te corriste o...?
— No, no lo hice — me sonrió, su mirada gentil, mientras acariciaba mi cabeza. — Quiero que lo hagas, pero... ¿No sientes como que nos estamos saltando muchos pasos?
— Sí, tienes razón, pero quiero hacer que te corras. Es lo justo — acaricié el interior de sus muslos, besando su abdomen y esperé.
— Vale, ¿Me darás una mano entonces? — Dios, es tan graciosa, incluso en el medio de una calle oscura, con sus piernas abiertas.
— Te la daré — subí por sus muslos, llegando a sus bragas. Podía sentir su humedad, lo lista que estaba. Comencé a acariciar sobre la tela y cerró los ojos, mordiéndose el labio. Estoy tocando a Freen Sarocha. Es el mejor día de mi vida. — ¿Te gusta?
— Sí, no te detengas. Un poco más fuerte y rápido, por favor — joder, haría cualquier cosa que me pidiera.
— ¿Así? — moví mis dedos más rápido sobre su clítoris, podía olerla, deseaba probarla, pero debía de esperar para hacerlo.
— ¿Bec? — la manera en que pronunció mi nombre fue tan caliente, necesitada, me volvió a excitar.
— ¿Sí? — no me detuve.
— Quítame las bragas, mete tus dedos — estoy tan lista que casi se las arranqué. Primero metí el dedo medio, lentamente, mi pulgar acariciaba su clítoris y los movía a ambos con cuidado. — Becky, no voy a romperme... Joder, no voy a durar mucho. Mete otro, por favor — la obedecí, aumentando mi velocidad. La miré y tenía la expresión más lujuriosa que había visto, con una sonrisa sensual.
Me sentí envalentonada y me agaché, acercándome a su centro para probarla. — OH, DIOS — gritó, y supe que estaba haciendo un buen trabajo cuando sus manos me sostuvieron la cabeza, evitando que me alejara. Sonreí y seguí chupando y penetrándola, sintiendo sus paredes, apretar mis dedos. Está cerca, muy cerca. Moví mis dedos más rápido y fuerte, y entonces...
— ¡Mierda, Bec! Eres muy buena, estoy a punto — nunca estuve tan orgullosa de mí misma como en ese momento. Esperé a que se tranquilizara. — Tus dedos se sintieron increíbles, eres grande en todas partes — le sonreí, era adorable. Adorable postcoital era el mejor tipo.
— Tengo dedos largos — se rio y recordé sacarlos, los acerqué lentamente a mí y los chupé.
— Estaba pensando... ¿Cómo llegas a la escuela? — comenzó a acomodar su ropa.
— ¿Eh? — si luego quisiera revisar mi cuenta bancaria, estaría jodida. — A veces Nam nos da un aventón, otras Tee, ¿Por qué?
Se sentó, parecía incómoda. — ¿Podría llevarte? — preguntó, se veía muy tímida. Era divertido, considerando que se la acabo de comer.
— ¡Claro! Nos vemos mañana — la besé.
— Sabes a mí — me reí.
— Entonces debo de saber muy bien — sonreí, saliendo del carro, y me fui al asiento de en frente. Ella hizo lo mismo. Me llevó a casa, me dio un beso de buenas noches y se despidió.
FREEN SAROCHA Y YO, si no necesitara un cambio de trusas, bailaría y brincaría.
Entré a mi casa y corrí a mi habitación, tomé una ducha rápida y me puse un bóxer. Era imposible que el comandante cobrara vida ahora, estaba feliz y exhausto, como yo.
— ¿Comandante? — Irin me llamó desde la puerta de mi cuarto.
— Está abierto, idiota — no moví ni un músculo, estoy demasiado cómoda en la cama como para moverme.
— ¿Quién te trajo a casa?
— Freen Sarocha — respondí, como si fuera lo más normal del mundo.
— Imposible, me estás mintiendo — en ese momento, mi celular sonó.
— ¡Hola! — puse el altavoz.
— Hey, Bec. Llamé porque dejaste tus cosas en mi maletero... Sin el doble sentido — las dos reímos. Irin estaba sorprendida.
— Oh, es verdad. Lo lamento — miré a mi hermana, quien por primera vez, tenía la boca cerrada.
— No te preocupes, te las daré mañana. Nos vemos, descansa.
— Adiós, descansa — la conversación terminó e Irin seguía sin hablar.
— Entonces... Podríamos decir que sabe que existes.
— Podríamos decir eso — sigo sonriendo como idiota.
— Y podríamos decir que le gustas. Ese chupetón es enorme, felicitaciones — y con esa declaración, salió de mi habitación.
¡Este día fue asombroso! Pensé.
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NOTA:
Gracias por responder a mis preguntas, les seguiré leyendo ♥