CONTRAATAQUE ━━ pablo gavi

By mxrcem

156K 9.1K 4.4K

« real life / social media » ➣ Donde Ainhoa es una futbolista consagrada, abiertamente feminista y no so... More

¡ 🔵🔴CONTRAATAQUE 𓂃 ะ
━━━━ ¿quién es ainhoa luján?
↬área gráfica
oo. social media
oi. capítulo uno
oii. capítulo dos
oiii. capítulo tres
oiv. capítulo cuatro
ov. capítulo cinco
ovi. social media
ovii. capítulo siete
oviii. social media
oix. capítulo nueve
ox. capítulo diez
oxi. capítulo once
oxiii. capítulo trece
oxiv. capítulo catorce
oxv. social media
oxvi. capítulo dieciséis
oxvii. capítulo diecisiete
xxviii. capítulo dieciocho
xix. social media
xx. capítulo veinte
xxi. capítulo veintiuno
xxii. capítulo veintidós
xxiii. capítulo veintitrés
» etra: la estrategia equivocada
» extra: feliz sant jordi

oxii. capítulo doce

5.1K 280 137
By mxrcem


━━━ F. C. B A R C E L O N A
⚽ ♪ 。 Un dia de partit
lexxie & marce
fanfiction 🔵🔴








Ainhoa se sentía víctima de una broma cruel.

No encontraba otra forma de entender que el destino la hubiera encerrado en el vestuario con Gaia Piqué. Parecía que alguien se divertía a su costa, y lo único que la consolaba era pensar que la situación no podía ir a peor. Pero se equivocaba. Cuando al fin se abrió la puerta, tras treinta minutos de angustia, se encontró cara a cara con el chico que menos quería ver: Pablo Gavi. Y para colmo, Pedri estaba a su lado, mirándolas con una sonrisa burlona.

«Esto ya es demasiado», pensó, sintiendo cómo el enfado se le salía por los poros. Como si no fuera suficiente con el horror de esa mañana, ahora tenía que aguantar las burlas y los insultos de ese niñato prepotente y desagradable. Con Gaia había logrado una tregua inesperada―hasta habían descubierto que tenían cosas en común y que no eran tan diferentes―, pero con Gavi, sabía que no había remedio.

Sobre todo cuando él ya le lanzaba esa sonrisa cínica y altanera que la ponía de los nervios, y ella se quedaba sin palabras, sin saber cómo esconder su asombro y su incomodidad.

―Gavi me acompañaba cuando me llamastéis―se apresuró a decir Pedri, cambiando su cara de diversión por una de arrepentimiento que ella interpretó como una mala justificación por traer al tonto que tenía al lado; y que ahora tenía la ventaja de haberla pillado en un apuro―. Se ofreció a venir a ayudar.

―Yo fui el héroe que os abrió la puerta―el sevillano se vanaglorió con insolencia y le hizo un guiño al pasar junto a ella hacia Gaia.

Ainhoa apartó la vista enseguida cuando los dos amigos se fundieron en un abrazo y prefirió ignorar aquella escena tan patética. Suficiente tenía ya con su día tan horrible. Se sentía agotada, enfadada y con ganas de escapar.

―Gracias por venir a rescatarme, mi niño. Pensé que moriría aquí dentro―escuchó a Gaia decir con voz dulzona y por un momento le ardió el estómago. Pero se forzó a apartar esos sentimientos. No tenía ninguna razón para sentirse así por el cariño que la nepobaby le demostraba al niñato.

―No exageres―replicó con frialdad, mientras se dirigía a los casilleros para coger su mochila de entrenamiento. Se la colgó del hombro y se quedó parada, con los brazos cruzados, sin mirar a nadie, especialmente a Gavi. Sabía que él estaba ansioso por burlarse de ella y no le iba a dar ese gusto―. No ha sido para tanto.

―Claro que no, si tú eres una valiente, ¿verdad, verdulera?―esa voz molesta con acento andaluz la sacó de sus casillas y la obligó a alzar la cabeza, frunciendo el ceño. Le echó a Gavi una mirada fulminante. Era evidente que su plan de ignorarlo no iba a funcionar mientras él siguiera buscando cualquier motivo para molestarla.

―¿Qué pasa, nen? ¿Te crees muy gracioso?

―Venga, no empecéis―dijo Pedri con tono hastiado y volteó la cabeza hacia él justo para ver cómo le hacía a su compañero de equipo una mirada cómplice, a la que Gavi solo respondió encogiéndose de hombros. ¿Qué se traían entre manos los dos? ¿Y qué se decían que ella no podía saber? Bueno, tampoco le importaba realmente—. ¿Estáis bien, chicas?

―Ahora sí que estoy bien―contestó Gaia con una sonrisa provocativa, fijando sus ojos azules en los de Pedri y pestañeando con coquetería.

Ainhoa sintió otro pinchazo de irritación.

―Yo estaré bien cuando me vaya de aquí―replicó con indiferencia. No aguantaba más en ese lugar, viendo cómo Pedri y Gaia se devoraban con la mirada. Y mucho menos teniendo que soportar las estupideces de Gavi.

―¿Te llevo?―le propuso su mejor amigo con delicadeza, intentando ser simpático.

―Sí, por favor―aceptó con un suspiro de agotamiento. No tenía otra opción. Su coche estaba en el taller y no le apetecía tomar el autobús ni el metro.

―¿Qué le pasó a tu coche, por cierto?―preguntó Pedri, intrigado.

―Una avería. Nada grave, pero me dijeron que tardarían unos días en arreglarlo―explicó con brevedad. Tampoco quería entrar en detalles sobre su viejo y destartalado vehículo, que era una fuente constante de problemas y y un agujero en su bolsillo. Pero le tenía un afecto especial, por lo que no se animaba a cambiarlo por uno nuevo—. Te espero fuera, ¿vale?

Y sin darle tiempo a Pedri de contestar, salió del vestuario a toda prisa. Necesitaba poner distancia entre ella y ese lugar, especialmente entre ella y Gavi. Pero él no se lo iba a permitir. Enseguida oyó sus pasos tras ella por los pasillos del Joan Gamper. Distinguió su caminar, diferente al de Gaia, que probablemente se había quedado atrás para pasar unos instantes a solas con su mejor amigo. Los detestó a los dos.

Ojalá no se extraviaran por el camino a propósito para hacer quién sabe qué.

―¿Qué, ya te largas?―le preguntó Gavi con tono irónico, mientras andaba a su lado con una sonrisa de autosuficiencia. Ainhoa notó cómo su aliento le acariciaba la oreja y sintió un escalofrío de repulsión.

―Sí, ¿te molesta?―respondió con frialdad, sin mirarlo. Apuró el paso, tratando de escapar de él.

―No, para nada. Solo me extraña que no quieras pasar un rato más conmigo. Al fin y al cabo, te he salvado la vida.

―No digas tonterías. No me has salvado de nada. Solo has abierto una puerta.

―Una puerta que tú no eras capaz de abrir. Así que deberías estar agradecida y tratarme con un poco más de respeto.

―¿Respeto? ¿A ti? ¿Por qué? ¿Qué has hecho tú por mí aparte de fastidiarme y avergonzarme desde que nos conocimos?

Gavi soltó una risotada burlona.

―Venga, Noa, no te pongas así. Solo estoy jugando contigo. Además, deberías agradecerme que haya venido a buscarte. Podría haberme quedado con Pedri y Gaia, pero preferí hacerte compañía.

―¿Y por qué lo hiciste? ¿Qué coño quieres de mí?

―Nada, solo charlar un poco. ¿No te gusta conversar?

―No contigo.

―¿Por qué no? En serio, no entiendo qué te molesta tanto de mí.

―Todo. Eres arrogante, inmaduro, irrespetuoso y creído. No tienes ni idea de lo que es la vida. Solo sabes presumir de tu fama y tu dinero.

Gavi se encogió de hombros y se llevó una mano al pecho, fingiendo estar herido por sus palabras.

―¿Eso es todo lo que ves en mí? ¿Crees que me conoces tan bien?

―No necesito conocerte para saber cómo eres. Te delatas tú solo.

De repente, él se lanzó sobre ella y le pellizcó la mejilla con fuerza, provocando que soltara un grito de sorpresa y de dolor.

―¡Ay! ¡Suéltame, imbécil!

Le propinó un manotazo y se frotó la mejilla, furiosa por su atrevimiento. Gavi se echó a reír.

―Eres tan mona cuando te enfadas―le dijo, con una sonrisa burlona y un tono condescendiente que la hicieron sentirse como una cría. ¡Y el que se comportaba como un crío era él!

Ya no podía soportar más. ¿Qué había hecho ella para que ese niñato se empeñara en fastidiarla? No creía haber sido tan mala con nadie en otra vida, ¿o tal vez sí? Exhaló otro suspiro de frustración. Solo quería volver a su casa, a su habitación, a su mundo.

Se dio media vuelta y le gritó a Pedri que apurara el paso, que se quería ir. No los veía, ni a él ni a Gaia, porque una columna le impedía la visión. Solo oía sus voces y sabía que no andaban muy lejos, aunque la parsimonia con la que se movían ese día estaba agotando la poca paciencia que le quedaba.

Ella no estaba dispuesta a esperar ni un minuto más.

Se detuvo antes de girar la esquina y luego reanudó el camino hacia el estacionamiento, tratando de dejar a Gavi atrás. Pero él la siguió, sin borrar la sonrisa y sin dejar de molestarla. Le sacudía el pelo, le hacía cosquillas, le susurraba cosas al oído, le ponía motes ridículos. Ainhoa se sentía cada vez más irritada y avergonzada, sobre todo cuando algunos trabajadores del club se quedaban mirándolos con curiosidad o con burla. Ella le pedía que la dejara tranquila y que se comportara como una persona normal. Pero él no le hacía caso, al contrario, parecía divertirse más con cada reacción suya.

Alcanzó el aparcamiento con un suspiro de alivio al divisar el coche de Pedri. Corrió hacia él, deseando escapar de Gavi de una vez por todas. Pero él la agarró del brazo y la detuvo antes de que llegara al vehículo.

―Un momento, un momento―le dijo, sacando su móvil del bolsillo―. Tengo que hacer una cosa.

Ella lo miró con desconfianza, preguntándose qué tramaría. Sin darle tiempo a reaccionar, le hizo una foto con el móvil y se la enseñó con una sonrisa triunfal. Ainhoa se quedó horrorizada al ver su imagen en el teléfono de Gavi. Tenía la cara encendida y los ojos llameantes de rabia. Era la foto más horrible que le habían hecho jamás.

―¡Borra eso ahora mismo!―exigió con voz temblorosa.

―Ni hablar―respondió Gavi, mirando la foto con admiración―. Esta foto es muy especial. Es la prueba de que hoy me necesitaste. Y además, sales muy guapa.

El halago le hizo ruborizarse, pero también le provocó molestia. ¿Desde cuándo Gavi la encontraba guapa? No olvidaba las veces que de niña él la insultó por su aspecto. Se metía con su ortodoncia, con su pelo indomable, con su falta de feminidad. ¿Qué había cambiado ahora? ¿La miraba con otros ojos o solo le decía piropos para molestarla?

¿Y por qué se hacía esas preguntas? No tenía que importarle lo que Gavi opinara de ella, y menos de su físico. Él era un pesado, un infantil, un fastidio. Nada más.

―No me vengas con tonterías―replicó, ocultando su nerviosismo―. Podría haber abierto esa puerta cualquiera. Además, yo no te había pedido ayuda a ti.

Gavi sacudió la cabeza.

―No seas orgullosa, Ainhoa. Admite que hoy me has quedado debiendo una. Y yo te la cobraré cuando me dé la gana.

Acto seguido, le guiñó un ojo y se encogió de hombros como si le quisiera decir que no tenía escapatoria de su presencia. Ella no aguantó más su arrogancia y le dio un empujón con todas sus ganas, haciéndole retroceder unos metros.

―¡Eres un gilipollas! ¡Un estúpido! ¡Un…!

Pero se quedó sin palabras, porque en ese instante vio a Pedri con Gaia acercándose y no quería que la pillaran comportándose como una loca por culpa de ese mocoso. Ya se las arreglaría más tarde para que borrara esa foto. Así que se limitó a separarse unos metros de él y a cruzarse de brazos, fingiendo indiferencia.

―Habéis tardado una eternidad, joder ―protestó, cuando llegaron a su lado―. ¿Cuánto tardáis para caminar desde los vestuarios hasta acá?

―Si es para verte la cara de amargada, tardaré dos años ―le contestó Gaia, con una sonrisa sarcástica.

―La tiene desde que la conocí ―se burló Gavi―, no le pidas cambiarla.

—Como siempre de inmaduro, nen —le espetó Ainhoa con desprecio. Lo miró con una mueca de disgusto y los ojos entrecerrados, como si le costara verlo. Luego se giró hacia Pedri, buscando su apoyo.

—Basta —intervino su mejor amigo, intentando apaciguar los ánimos—. Se supone que vosotras os habéis empezado a entender mejor, ¿no?

Ni Gaia ni Ainhoa abrieron la boca para responder su pregunta. Solo se miraron entre ellas, con duda e incomodidad, y sacudieron la cabeza. Gavi, por su parte, se reía por lo bajo, disfrutando de la escena mientras guardaba su móvil.

—Puede que llegue a creer, solo un poco, que Gaia no es tan nepobaby como pensé al inicio —reconoció Ainhoa, frunciendo el ceño, como si una voz interior le cuestionara su cambio de opinión.

Gaia sonrió, haciendo un exagerado gesto de sorpresa.

—¡Eso es lo más lindo que me has dicho, Noa! —exclamó, radiante. Ainhoa puso los ojos en blanco—. Pues yo le daré menos vueltas al asunto y admitiré que no eres tan mala y amargada como creí.

—Bien, Gaia —habló Gavi, acercándose a su mejor amiga—, debemos irnos antes de que Ainhoa cambie de opinión sobre ti y decida asesinarte o peor, convertirte en ella.

Sintió una punzada de ira al escuchar esas palabras. ¿Qué se creía ese imbécil?

—Íbamos bien —suspiró Pedri—. ¿Queréis que os lleve? ¿A dónde vais?

—No hace falta, hermano —respondió Gavi con una sonrisa pícara—. Gaia tiene su coche y solo pensábamos ir a mi casa a pasar el rato, como siempre.

Vio el guiño que le lanzó a la actriz y la sonrisa coqueta que ella le devolvió. Después, Gaia se acomodó en el brazo de Gavi y apoyó la cabeza en su hombro. Ainhoa sintió un nudo en el estómago. Pedri la miró con curiosidad y notó que él también se preguntaba qué había entre esos dos.

—¿Vais a estar vosotros solos? —preguntó, con un deje de celos que no supo disimular. Era su mejor amigo y lo conocía al dedillo—. Lo digo porque quizás podemos hacer algo los cuatro, ya saben, salir...

—Déjalo de una buena vez, Pedri —lo interrumpió, harta de su insistencia—. La nepo... Gaia y el niñato quieren estar solos.

Dijo eso con desprecio, pero por dentro se le revolvía el alma. No entendía por qué, pero no le gustaba nada lo que veía. ¿No se suponía que Gaia se traía algo con Pedri? ¿Entonces por qué no se enfocaba solo en él y dejaba de intentar darle celos con su amiguito? Al final resultaba que los dos se llevaban tan bien porque eran igual de inmaduros.

—Exacto —confirmó Gavi y le plantó un beso ruidoso en la mejilla a Gaia. Un beso que a Ainhoa le quemó como si le hubieran echado ácido en la cara—. Te espero en el coche, mi niña.

Luego lo vio marcharse con aire de chulería y sintió ganas de gritar, de llorar, de correr tras él y arrancarle esa sonrisa de suficiencia que parecía llevar grabada en la cara. Pero se contuvo. No le iba a dar ese gusto. Ella era más fuerte que eso. Era más fuerte que él.

Con un poco de suerte quizás se caía de camino al coche y el asfalto se encargaba de desfigurarle esa cara de idiota que tenía.

Eso la hizo recordar la foto que le había hecho sin su consentimiento y de nuevo se indignó.

—Puf, es verdad que el nen aún no tiene su carné —dijo, intentando ocultar su ira con una ironía—. Necesita que su niña lo lleve a todos lados.

—Y yo encantada de llevar a mi niño a cualquier lugar —sonrió Gaia—. Fue bueno haberme quedado encerrada contigo, al menos sé que no eres una loca histérica como dijo la prensa.

Ainhoa se sorprendió por su comentario, no esperaba que le reconociera nada positivo. Le ofreció una sonrisa sincera y le respondió:

—Y yo descubrí que no eres una nepobaby aprovechada, aunque sigues siendo algo egocéntrica —no pudo resistirse a soltar ese último comentario, sabiendo que era verdad.

Pedri las observó con una expresión de satisfacción, y luego dijo:

—Me alegra, eh. Parece que ya se llevan mucho mejor.

Asintió, sin poder negar que había habido un cambio.

—Quizás algo —murmuró—, y mientras no me salpique con sus cosas, todo bien.

Vio cómo Gaia fruncía el ceño, molesta por su comentario sobre la canción de Shakira. Le pareció divertido verla enfadada por algo tan ridículo, aunque sabía que ella era una persona alegre y no se ofendía fácilmente.

Luego, Gaia hizo algo que la sacó de quicio. Se acercó a Pedri, se pegó a él como una lapa y le susurró algo al oído. No pudo oír lo que le decía, pero por su sonrisa seductora debía ser alguna bobada. Pedri le devolvió la sonrisa y le besó la mano. Era tan atento y cariñoso con ella que le provocaba náuseas.

—Voy a vomitar arcoiris —protestó, poniendo cara de asco—. Te espero en el coche para evitar ver esta cursi escena.

Y sin más preámbulos, se alejó de la pareja con paso decidido y se dirigió al coche de Pedri, donde se acomodó en el asiento delantero. Mientras esperaba a que su mejor amigo se despidiera de Gaia, sacó su móvil del bolsillo y lo revisó con aburrimiento.

Tenía un mensaje de su madre y otro de su padre. Los dos le decían lo mismo con distintas palabras: que estaban hasta arriba de trabajo, que no llegarían a casa hasta tarde y que la querían mucho.

Suspiró. Era el mismo cuento de cada día. Sus padres tenían carreras muy demandantes y apenas pisaban la casa. Por eso, desde niña, había aprendido a ser muy autónoma, cuidando de sus propias cosas e incluso elaborando platos deliciosos como los que su padre cocinaba en el restaurante. No es que no amara a sus padres, pero a veces se sentía sola y abandonada, aunque entendía que ellos hacían lo que podían por estar con ella.

Una notificación de Instagram interrumpió sus pensamientos. Era una solicitud de mensaje de Gavi, lo que le hizo fruncir el ceño. Ellos no se seguían en esa red social, ni tampoco quería hacerlo. Solo había entrado alguna vez a espiar el perfil del chico, para contestar a sus comentarios o buscar algo que reprocharle. Esperaba ver fotos de sus conquistas y sus juergas, pero se sorprendió al comprobar que él no compartía mucho sobre su vida privada, solo algunas cosas de su familia.

¿Qué pretendía Gavi si acababan de verse? Además, el coche de Gaia estaba muy cerca del de Pedri. Si quería decirle algo, podía bajar y hablarle. Pero seguro que solo buscaba seguir fastidiando. Estuvo a punto de pasar de él, pero después de unos segundos mirando la pantalla y su foto de perfil, la curiosidad le ganó. Abrió el mensaje y vio que él le había mandado una foto. Pero no una foto cualquiera, sino la misma que le había sacado sin su consentimiento, con un texto:

“Te verías más guapa si sonrieras más a menudo 😉”

«Qué tonto…», se dijo.

Sin querer, una leve sonrisa se le escapó en los labios al ver el puntito verde junto al nombre de Gavi que señalaba que él estaba conectado. Quizás debería contestarle y decirle lo bobo que era. Pero al encontrarse con su reflejo en el espejo retrovisor y notar el rubor en sus mejillas y la curva de su boca, se horrorizó de su propia reacción.

¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Cómo podía sonreír por algo así? Seguramente, el cansancio del entrenamiento y el encierro le habían afectado el juicio y no razonaba bien. Lo mejor sería guardar su teléfono y esperar a Pedri sin más distracciones. Sobre todo si venían de Gavi. No quería que él creyera que le importaba lo más mínimo.

Se recostó en el asiento y cerró los ojos, tratando de olvidar la foto y la sonrisa que le había causado. Pero por más que lo intentaba, no podía borrar de su mente la mirada de sus ojos marrones y el sendero de lunares que decoraba su rostro. Y se preguntaba si él también estaría pensando en ella.


—Noa, ¿me está escuchando?

La voz de Pedri, con su inconfundible acento canario, la sacó de su ensimismamiento y le hizo tomar conciencia de que el coche se había detenido. No sabía cuánto tiempo habían estado viajando desde la Ciudad Deportiva hasta la residencia privada donde vivía, ni en qué momento se había quedado absorta en sus pensamientos. El trayecto era corto, pero se le había hecho eterno.

Ainhoa empezó a mover sus brazos y piernas para aliviar la rigidez de sus músculos y se reprochó por no haber hecho los estiramientos que Mapi le recomendaba después de cada entrenamiento.Se apartó de la ventanilla y oyó un crujido en su cuello. Sin duda, debía haber hecho caso a Mapi. Con una mueca de incomodidad, giró la cabeza y se encontró con la mirada escrutadora de su mejor amigo, que la analizaba con interés y extrañeza, como si hubiera notado algo raro en ella.

—Perdona, ¿qué me has dicho?—parpadeó varias veces intentando desperezarse y adaptarse a la suave luz del sol que le acariciaba la cara.

Pedri no se conformó con mirarla con curiosidad, sino que frunció el ceño y empezó a golpear el volante con el pulgar. La futbolista notó cómo ese gesto endurecía sus muñecas y hacía sobresalir las venas de sus antebrazos. Reconoció esa expresión en el rostro del canario que ya había visto muchas veces y supo que se disponía a interrogarla.

—Hemos llegado —le anunció él, indicando con el mentón el sendero de piedras que conducía al porche de su casa. Ainhoa se asomó por la ventanilla y contempló su hogar. Era una casa modesta, pero cálida, donde había crecido desde que era niña. Le encantaba el contraste entre el blanco de las paredes y el rojo del tejado, y el perfume de las flores que decoraban el jardín. Siempre le habían transmitido una sensación de tranquilidad y seguridad, de pertenencia. Un sentimiento que en su agitada vida de atleta y constantes viajes escaseaba mucho—¿Estás bien? Te noto distraída.

Por un momento, pensó en decirle que no pasaba nada, pero lo cierto era que , quizás estaba algo despistada. Y el responsable era ese niñato de Pablo Gavi.

La foto que le había tomado sin su consentimiento le seguía ardiendo en la mente como si una cámara secreta de su cerebro la hubiera grabado y la reprodujera una y otra vez. No es que pudiera borrarla fácilmente cuando la tenía a un click de distancia en su móvil, ya que, encima, había tenido la osadía de mandársela y alardear de ella como si fuera un trofeo. Pero, claro, no podía confesarle a Pedri que ese era el motivo de su distracción. Él siempre encontraba la forma de justificar a su compañero de equipo y de atribuir el resentimiento de Ainhoa a un exceso de dramatismo.

Quizás si pudiera conocer al Gavi que le había amargado la vida todos esos años, no tendría que inventar excusas para eludir hablar de él.

—Verás, hay algo que quería comentarte… —trató de cambiar de tema rápidamente para no hablar de sí misma y entonces recordó algo que tarde o temprano tendría que tratar con su mejor amigo—. ¿Qué hay entre tú y la nepo… perdón, Gaia?

Enseguida percibió cómo el cuerpo y las manos de Pedri se tensaban aún más ante esa pregunta. Lo vio quedarse callado y bajar la mirada, como si buscara la respuesta adecuada. Su boca se apretó en una línea de seriedad y sus dedos se soltaron del volante. Finalmente volvió a fijarle la mirada.

—No sé, Noa, es que con Gaia… hay algo especial. —Pedri se tocó la nuca, nervioso e incómodo. Casi le resultó adorable, si no fuera porque no sabía qué pensar de esa respuesta. La hostilidad que ella y la actriz se habían mostrado desde que se conocieron, era la razón más lógica por la que a su amigo le costaba tanto confiarle ese tema—. Es decir, no sé exactamente qué es, pero me siento a gusto con ella, me divierte…

Ainhoa asintió con comprensión, aunque en realidad no lo entendía del todo. No obstante, no le sorprendía en absoluto que el canario se sintiera atraído por Gaia. Ella era simpática, divertida y muy guapa (aunque nunca lo admitiría en voz alta). Tenía un talento para agradar a la gente y era prácticamente un manual viviente sobre cómo sacar partido a sus mejores cualidades y usarlas para triunfar en todo lo que se proponía. El tipo de chica que despertaba el interés de los chicos, supuso.

Era una cualidad innata, sin duda. Una de las pocas cosas que el dinero de su familia no podía comprarle y con la que indiscutiblemente había nacido.

—Me parece bien, Pedri. —asintió con la cabeza—. Si sientes algo por Gaia, deberías hacérselo saber. Tal vez ella también tenga los mismos sentimientos por ti. De hecho, estoy casi segura de que es así.

Sonrió al decir esi último. Era obvio que la rubia le correspondía al coqueteo descarado de su amigo; e incluso, a veces, era ella quien lo empezaba.

Pedri se quedó pasmado, abriendo y cerrando la boca como un pez fuera del agua, intentando decir algo, pero sin hallar las palabras. Seguramente porque esperaba que Ainhoa lo interrogara, le regañara o le advirtiera de los posibles problemas que podía acarrearle salir con una Piqué. La verdad era que había tenido muchas tentaciones de hacerlo, no podía negarlo, pero después de varias semanas resistiéndose a lo inevitable, había entendido que oponerse a esa relación solo le causaría problemas. Sobre todo con él.

—¿De verdad? ¿No te resulta extraño? ¿No te molesta? —su amigo arrugó el ceño, alargando el brazo para tocarle la frente como si quisiera verificar que su cuerpo no tuviera fiebre—. ¿Estás segura de que estás bien? ¿No te habrá dañado el cerebro la falta de aire en el vestuario?

—No, no, estoy bien. —Ainhoa se echó a reír y le apartó la mano con un manotazo cariñoso—. Sé lo que he dicho, Pedri. Eres lo suficientemente adulto para tomar tus decisiones y yo no puedo decidir por ti. Como tu amiga, solo me queda apoyarte, aunque no me entusiasme la idea. —Hizo una pausa y suspiró—. Además, tengo que reconocer que la media hora encerrada con Gaia me hizo ver que tal vez no es tan insoportable como creía.

Su confesión le arrancó un suspiro de alivio al canario, quien por fin se atrevió a relajarse completamente en el asiento, como si acabaran de terminar una guerra larga y cansada.

—Gracias, Noa. Eres increíble. —Pedri se acercó para abrazarla y ella no pudo evitar torcer el gesto, mientras se dejaba envolver por sus brazos. No era muy fan de las demostraciones de afecto, pero solía hacer excepciones con las personas que más quería en el mundo. Y él era una de ellas—. Espero que sepas que tu opinión es importante para mí. No quiero que creas que me da lo mismo lo que pienses de Gaia.

Ainhoa dibujó una leve sonrisa sobre su hombro y se acomodó en el asiento. Aunque no podía negar que al principio le fastidió un poco, tampoco quería perder su amistad por eso. Tal vez con el tiempo se acostumbraría a la idea de que Pedri y Gaia fueran más que amigos. O tal vez no. Pero lo que sí sabía era que siempre estaría ahí para él, pase lo que pase.

—¿No prefieres que me quede un poco más contigo? —susurró Pedri al apartarse, deslizando su mano por su hombro hasta acariciar su nuca con su pulgar, y clavando sus ojos en los suyos con una mirada cargada de preocupación—. Sé que tus padres no están y no quiero que te sientas sola.

Negó con la cabeza. No quería retenerlo por compasión. Seguro que él tenía otros planes más divertidos que quedarse con ella y no le gustaba ser un estorbo para nadie. Además, al silencio de su casa ya estaba acostumbrada. No le afectaba tanto.

—No te preocupes por mí. Estoy bien. —le mintió con una sonrisa fingida—. Tengo algunas cosas que hacer y luego iré al gimnasio a sudar un poco.

—Está bien. Pero si necesitas algo, llámame, ¿vale? Estaré pendiente de ti.

Ainhoa asintió con la cabeza en señal de agradecimiento—aunque sabía que solo recurriría a él en caso de emergencia—, y se chocaron los puños con cariño. Al bajarse del coche, un viento gélido le golpeó la cara, recordándole que estaban a finales de enero. A ella le fascinaba el invierno, pero cuando tenía que entrenar y jugar al aire libre, el frío se convertía en su peor pesadilla. Le entumecía las manos, le cortaba la respiración, le hacía sufrir. Aun así, lo prefería mil veces al calor sofocante y pegajoso del verano.

Se acercó a la entrada de su casa con paso lento y pesado. Sentía una opresión en el pecho que le impedía respirar con normalidad. No quería entrar. Sabía que al otro lado de la puerta solo le aguardaba el vacío de una casa sin vida. Sus padres no volverían hasta tarde del trabajo, así que no tendría con quién hablar. Solo estaría ella. Y su mochila de entrenamiento. Y las llaves de la casa, que pesaban como una losa en el bolsillo de la mochila. Las sacó con desgana y abrió la puerta con un leve chirrido. Entró.

El salón le recibió con la misma imagen de siempre. El sofá grande y mullido seguía tentándole a acurrucarse y no moverse más. La mesa de centro de madera conservaba las marcas de las tazas de café y las revistas. La estantería rebosaba de libros y la televisión permanecía apagada, acentuando su soledad. Todo estaba en orden, limpio y tranquilo. Un silencio sepulcral. Era como si el mundo se hubiera congelado ahí dentro.

Se desplomó en el sofá y soltó un suspiro. No le apetecía hacer nada. Ni siquiera ir al gimnasio, como le había prometido a Pedri. Solo quería dormir y borrar de su mente lo que había ocurrido esa mañana.

Pero de repente, su móvil vibró en su bolsillo. Lo cogió y miró la pantalla. Tenía una notificación de Instagram. Alguien la había empezado a seguir. Alguien que le hizo latir el corazón.

Gavi.




¡Hola! Una vez más quería agradecerles por el apoyo a la historia y por el que me mostraron con el problema en tiktok. Ahora que las cosas se han calmado un poco por allí, a lo mejor vuelvo a subir vídeos de nuevo. Solo que edits sencillos de ambas parejas <3

Recuerden pasarse también por el capítulo de Lexxie (especialmente si quieren saber más detalles sobre cuánto tienpo lleva Gavi teniendo sentimientos por Noa 👀)

Y como siempre, les dejo algunas preguntas:

• ¿Qué les pareció el capítulo?

• ¿Parte favorita?

• ¿Qué opinan de la amistad de Ainhoa y Pedri?

• ¿Opiniones sobre Ainhoa hasta este punto? Aprovecho para aclarar una vez más que, aunque sé que ahora mismo puede parecer insoportable jjj, esta siempre fue mi idea inicial con ella. Pero, por supuesto, para eso tendrá un buen desarrollo.

Nos leemos pronto 🩵

Continue Reading

You'll Also Like

60.7K 3.5K 29
« real life / social media » ➣ Donde Gaia es una streamer conocida, obtiene un nuevo trabajo con el f.c barcelona y le gusta coquetear con ciert...
584K 91.8K 37
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
2.7M 192K 47
¡Ganadora de "CATEGORIA MAS VOTADA", edición 2018 de los Premios Gemas Perdidas! [#1, de la Trilogía MORTEM] ~~~~ "-Cásate conmigo." ¿Qué harías si u...
869K 45.8K 30
Bilogia "young stars". Venecia Agüero una chica nacida en cuna de oro, su padre un ex jugador del barça que es nada más y nada menos que Sergio "Kun...