No acercarse a Darek

By MonstruaMayor01

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Meredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla... More

Personajes
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Adelanto
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Carta recibida por Darek
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Adelanto
Conociendo a Darek
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
¿Crees en los monstruos?
Adelanto
Capítulo 24
Capítulo 25
Adelanto
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Dae
Capítulo 30
La chica
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Piano, sangre y amor
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Adelanto
Capítulo 38
Un pasado marcado
Capítulo 39
Ese «te quiero»
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
NOTA
El cerezo
Capítulo 43
Capítulo 44
Ajedrecista
El villano
Capítulo 45
Antes de todo
Capítulo 46
Capítulo 47
Ella
Capítulo 48
Capítulo 49

Capítulo 11

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By MonstruaMayor01

En medio del estruendo que se alza en el comedor, observo cómo Alison se ríe de algo que Adán acaba de decir y el nudo que se ha formado en mi estómago se aprieta con fuerza.

Alison es hermosa. Es rubia, con un cabello sedoso que brilla bajo la luz del sol que se cuela por las ventanas, sus ojos verdes destellan asemejando hermosas esmeraldas y su piel de porcelana parece resplandecer con luz propia. Cada vez que sonríe, su rostro irradia una belleza arrebatadora para cualquiera que le admire, con una dentadura perfectamente alineada que creo, ha sido un regalo que el mismísimo Dios le ha otorgado. Además, de que siempre se viste de manera impecable, luciendo las últimas tendencias de la moda, y sin duda, siendo una de las chicas más populares de toda la preparatoria.

Tengo que ser sincera conmigo misma, y admitir que no puedo evitar sentir una punzada de envidia al compararme con ella. Y es que, por años, he escuchado que debemos amarnos tal y como somos, pero qué pasa cuando a pesar de buscar belleza en mí misma, siempre me siento eclipsada por la belleza de chicas como Alison.

«¿Cómo puedo amarme cuando hay chicas tan hermosas como ella?», me pregunto para mis adentros, sintiéndome atrapada en un ciclo interminable de comparación y autodesprecio.

Quizás sea débil en una sociedad en la que todos parecen ser fuertes. Quizás yo sea la única que no ha terminado de comprender el significado del amor propio. Quizás y después de todo, el problema sea yo.

El malestar que se incrusta en mi pecho se intensifica aún más cuando veo que Adán se acerca a Alison y, ante mi mirada atenta, le da un beso en los labios. Ella no tarda en devolvérselo. Mi corazón siente romperse en pedazos al presenciar tal escena, incluso puedo sentir como si miles de cuchillos se clavaran en el centro de mi alma. A veces pienso que el destino se burla de mí de una forma descarada, recordándome una vez más que no soy especial y que nada de lo que haga podrá superar el encanto innegable que todos parecen tener, menos yo.

Fue una estupidez de mi parte haberle pedido ayer a Darek que me ayudara a que Adán se fije en mí cuando es obvio que él ya tiene una relación con Alison. Es una verdadera estupidez pensar que él se fijara en mí cuando tiene a una chica tan perfecta como ella a su lado.

Un golpe que recibo en el codo, es el que hace que aparte la vista de la pareja más nombrada de la preparatoria. Tan pronto mis ojos caen en la persona que me ha golpeado, me encuentro con los ojos azules de Éber.

—Estoy hablando contigo, Mer —se queja y mientras se mete un pedazo de pollo a la boca. Yo, sacudo un poco la cabeza y me enderezo para fingir que estoy superbién —. No creo que sea algo serio —dice al posar su vista en las personas que hace unos segundos yo estaba mirando.

—Yo también creo que es algo pasajero —comenta Abril en un tono alentador.

Sé que lo dicen para darme ánimos, porque aún y cuando nos peleemos todo el día, ellos les importa como me siento. Éber y Abril saben muy bien lo ilusionada que estaba este año por poder compartir asiento en el autobús con Adán, pero nada resultó como yo lo planeé.

Meto el tenedor en la pasta que contiene la taza que tengo enfrente y enrollo varias tiras, pero no termino de subirlo a mi boca.

—No me importa.

Eso es una mentira. Claro que me importa.

Siento como la mano de Éber se desliza por mis hombros y me hala hacia su cuerpo para que entienda que él sabe que estoy mintiendo.

—Meredith, con nosotros no tienes que fingir, sabemos que quieres llorar hasta que tus mocos se escurran.

Abril sonríe con complicidad.

—Y enredarte en tu manta de consuelo.

Me trago el nudo que está por asfixiarme y de pronto, suelto una risa ante lo que ellos dicen. Tengo una manta en mi cuarto que uso todas las veces que me siento insignificante, no sé, pero cuando me cubro con ella es como si pudiera desahogarme sin sentirme mal por ser débil, por eso la he llamado "manta de consuelo". Éber y Abril son los únicos que conocen mis extrañas manías.

Alterno la mirada entre mis dos amigos y con un simple asentimiento de cabeza le hago saber lo agradecida que me siento de tenerlos y de no sentirme aún más sola de lo que ya estoy.

—No acepto que anden divulgando mis secretos —digo con una sonrisa en mis labios, luego llevo el tenedor hasta mi boca y comienzo a masticar mi almuerzo.

Éber me suelta.

—No son secretos, solo son cosas extrañas que sueles hacer.

Saboreo la pasta con salsa boloñesa que he intentado hacer esta mañana, la verdad es que quedó bastante bien, no le tenía fe pero me ha sorprendido.

—Parece que ayer no dormiste, eres casi un zombi —agrega Éber sin despegar sus pupilas de mi rostro.

Cuando activé la alarma esta mañana, faltaba una hora para que sonara, así que, técnicamente, dormí un poco menos de una hora. Mamá ayer bebió tanto que perdió la conciencia, por ende tuve que encargarme de llevarla a su cama, vestirla con ropa cómoda y asegúrame de que estuviese respirando. Ya esto ha pasado varias veces, al principio llamaba a Laia para que me ayudara, pero ahora yo sola me encargo de ella.

—Casi no dormí —admito tras un breve silencio.

—¿Por qué? —investiga Abril en cuanto traga el bocado de ensalada que complementa su comida.

Me encojo de hombros.

—No podía dormir.

Nadie sabe la realidad que vivo con mamá, eso ha sido algo que llevo conmigo y que no quiero compartir con nadie ajeno a mí.

—Se nota —se burla Éber.

La verdad es que aparte de lo de mamá, ayer estuve pensando mucho en lo que sucedió con Darek en la casa abandonada. Luego de dar mil vueltas en la cama comprendí que lo que le pedí fue una tremenda bobería y fue el tanto pensarlo lo que me hizo tomar la decisión de hoy hablar con él para así pedirle que olvidé lo que hablamos en esa casa, que ya no me ayude a hacer nada, igual no pienso hablar sobre nada que tenga que ver con lo que ahí sucedió.

Supongo que estoy destinada a ser la eterna segundona, la chica invisible que nadie voltea a ver.

Ayer cuando estuve con Darek me sentí muy confiada de mí misma, sin embargo, hoy al estar rodeada de gente me siento pequeña, insignificante y sin seguridad de nada. Por eso ya no quiero que Adán ni nadie me note.

Esta mañana al venir a la escuela me mantuve en silencio durante todo el viaje, Darek a mi lado tenía puestos sus audífonos, así que no tuve oportunidad de decirle ni una sola palabra, no obstante, tengo planeado hablar con él antes de que acabe el día de clase. Espero que todo lo que hablamos ayer quedé atrás y los dos pasemos página.

De refilón alcanzo a vislumbrar que Éber mueve su interés a la mesa de los Steiner, eso provoca que mi curiosidad se despierte, sin embargo, me obligo a no mirar hacia allí. Para calmar las ansias de voltear a la mesa de los Steiner, agacho la cabeza.

—Al parecer nuestro compañero favorito ha llegado tarde a su almuerzo familiar —comenta él en un tono más bajo.

Abril, que se ubica enfrente de nosotros, voltea con disimulo.

—Darek hoy se ve distraído y eso no es normal en él—añade tan pronto regresa su atención a nosotros —. ¿Será que está enamorado de alguien?

La pregunta que deja suspendida en el aire, me hace dejar el tenedor metido dentro del envase de mi almuerzo para luego removerme en el asiento que ocupo. Hay mucha verdad en lo que dice mi amiga, Darek hoy no se ha comportado como el chico rudo e indescifrable que suele ser. Hoy incluso faltó a una clase y cuando volvió al salón para la siguiente, permaneció con la mirada ensartada en un punto invisible, casi como si estuviese buscando una compleja respuesta en su interior.

—Eso sí que sería una novedad —dice Éber e hincha su pecho al agregar: —Darek Steiner enamorado, sería como el diablo visitando el cielo.

—Recuerda que Lucifer fue el ángel más bonito de Dios —replica Abril y le da un nuevo bocado a su comida.

—Recuerda que no creo en nada de eso, Cuatro, por eso tampoco creo que Darek se enamore en algún momento de su desdichada vida.

Agradezco que el comedor esté abarrotado de ruido para que así nadie alcance a oír lo que hablan mis queridos compañeros.

Abril se encoge de hombros.

—Quien sabe.

Agarro el tenedor que quedó metido en mi comida y al estar a punto de darle vuelta Éber dice algo que me detiene el corazón por un microsegundo:

—Darek viene para acá. —Abril abre sus ojos de par en par, mientras que la curiosidad termina por vencerme. Algo cambia en el aire repentinamente. Un aura densa y cargada de desconcierto invade mi entorno. Vuelco mi mirada ávida entre la multitud de estudiantes, encontrándome así con ese par de ojos ámbar que siempre emiten un inquietante brillo, ellos de inmediato choca con los míos. —Meredith, viene hacia ti —murmura, incrédulo.

No despego mi atención de sus movimientos. Se acerca con cautela, como si tomara cada paso determinación. Su cabello cae por toda su frente en un absoluto desastre, pero es de admitir que se le ve muy bien.

«¿Qué cojones me pasa?»

De un segundo a otro la garganta me queda seca y los latidos de mi corazón se disparan, chocando contra las paredes de mi caja torácica a todo lo que da.

—No... yo...

No me da tiempo de formular una frase que tenga algún sentido cuando ya tenemos a Darek frente a nuestra mesa. Los tres dirigimos todo nuestro interés al chico que hoy va vestido con una sudadera con capucha color gris humo. El semblante de todos es de desconcierto total.

—Necesito hablar contigo —es lo primero que escapa de los labios de Darek.

No hay un saludo, en vez de eso una exigencia que demanda su voz.

Abril y Éber se quedan boquiabiertos al tiempo que yo no puedo procesar lo que está pasando. Me es imposible poder apartar la mirada de sus ojos.

—¿Yo? —digo finalmente.

La adrenalina surca cada rincón de mi cuerpo ante él escudriño de su intensa mirada.

Él no tarda en asentir con seriedad, sin romper nuestro contacto visual.

—¿Estoy mirando a alguien más?

Mis amigos se miran entre sí, sin poder salir del desconcierto. Yo, por mi parte, sacudo la cabeza ligeramente, esperando despertar de un sueño. No puedo creer que él esté solicitando mi atención y menos cuando estamos frente a toda la preparatoria.

Intento dejar atrás el tumulto de pensamientos que inundan mi mente. Como puedo me pongo de pie y le dedico una corta mirada a Éber y a Abril, los cuales me observan con ojos curiosos y una mezcla de asombro y preocupación.

—Nosotros te guardamos el almuerzo —dice Abril, con la intención de animarme a ir con Darek.

Asiento y acepto ir con él. Lo sigo fuera del comedor. Caminamos en silencio hasta que atravesamos el umbral de la entrada del agitado entorno que nos rodea. Al dar un par de pasos más, Darek se detiene para luego girarse hacia mí. El ambiente se torna aún más enrarecido cuando ambos no hayamos cara a cara.

—Tengo un plan —dice mientras fija su vista en los pliegues de mis ojos. Lo veo meterse la mano en el bolsillo de su pantalón y de él saca un pedazo de papel que extiende hacia mi cuerpo —. Lee lo que he escrito.

Miro lo que me ofrece y luego lo miro a él.

—¿Qué?

—Es un plan para que el insípido de Adán se enamore de ti.

No puede ser.

Juro por Dios que nunca pensé oír algo tan descabellado en mi vida.

Me rio para ocultar el sentimiento negativo que provocan sus palabras en mí.

—No necesito un plan para eso —respondo claramente ofendida. —Adán no se ha fijado en mí porque no le intereso y ya, ningún plan va a ser que eso cambie.

Me duele admitirlo en voz alta, pero es hora de que lo acepte.

Darek suelta una risa suave y sardónica. Se acerca aún más, quedando a escasos centímetros de mí y deja escapar un suspiro colmado de ego.

—Mis planes nunca fallan —susurra, bajando la voz, insinuando una seguridad evidente. Su mirada se clava en la mía, desafiándome a contradecirlo. —¿No te sientes capaz de hacer que un chico tan predecible como Adán se fije en ti? ¿Tan débil eres?

El corazón me da un vuelco en el pecho. Sus palabras retumban en mi cabeza, despertando una mezcla de emociones en mi interior. Por un lado, el deseo de ser correspondida es abrumador, pero por otro, la idea de tener que seguir un plan para que alguien se fije en mí no me parece ética ni justa.

—No soy débil —respondo sin perderlo de vista —, pero no pienso hacerme más daño al intentar algo que seguro no funcionará.

Su sonrisa maquiavélica no desaparece de sus labios, de pronto el iris de sus ojos se torna más oscuro. Se aparta con cuidado, alejándose de mí.

—¿Quién dijo que te harías daño? Aquí el único que puede llegar a sufrir es Adán.

Cada vez el desconcierto me abruma más.

—¿Qué?

—Con mi plan lograrás que Adán se enamore tanto de ti, que el día que lo dejes llorará lágrimas de sangre. —Tras soltar la sonrisa en su cara se ensancha.

La confianza que le impregna a sus palabras, de una u otra manera, me hace querer conocer de qué trata el plan del que habla. Pese a que por dentro siento un gran miedo, algo me empuja a tomar el papel que me sigue ofreciendo, lo abro y leo lo que dice.

—Lo primero que debes hacer —empieza él —es estudiar a tu objetivo. Averigua cuáles son sus intereses, sus deseos, sus temores. Investiga sobre sus actividades diarias, sus pasatiempos y aquellos lugares que frecuenta. Necesitas conocerlo a fondo para poder manipular sus pensamientos.

Me quedo sin palabras, asombrada por la profundidad de su retorcido plan. Nunca antes he conocido a alguien tan meticuloso y calculador como el chico que tengo frente a mí. ¿Cómo es que sabe tanto sobre el funcionamiento de la mente humana?

—Luego —prosigue —, debes acercarte a él de manera sutil. Conviértete en su confidente, alguien en quien pueda confiar plenamente. Aunque debes tener cuidado de no revelar demasiado de ti misma. Mantén el misterio a tu alrededor, de esa forma se sentirá atraído hacia ti

Mis mejillas se encienden al notar la facilidad con la que explica todo y como es un experto en todo esto. Esto no está bien, mi razón lo sabe, pero aun así, sigo queriendo escuchar más.

—Y por último, —concluye —juega con sus emociones como te plazca. Actúa distante en ocasiones y luego, de repente, muestra interés. Esto creará una montaña rusa emocional en su mente que lo mantendrá integrado y queriendo más de ti. Yo te ayudaría a que todo se dé tal y como lo estoy planteando, nos adentraríamos en los oscuros recovecos de la mente de Adán hasta conquistar su corazón.

Un escalofrío se extiende por toda mi espalda al procesar sus palabras finales. Alcanzo a sentir la intensidad y el poder detrás de cada una de ellas. Soy consciente de que este plan es destructivo y no está bien, pero también sé que puede ser una oportunidad para adentrarme en el mundo de mis propias emociones y descubrir hasta dónde soy capaz de llegar en puntos de mi vida que no he explorado.

—Esto está mal —mascullo con el papel entre mis manos.

Lo escucho reír.

—Adán tendrá un poco de su propia medicina, porque que yo sepa no ha sido tan buena persona que digamos. ¿O no recuerdas que ha hecho sufrir a más de una chica por su promiscuidad? Tú puedes ser su karma.

No puedo negar que durante el último año Adán ha salido con muchísimas chicas que termina por desechar, sin embargo, no soy nadie para hacer algo al respecto. Además, de que en realidad sí quiero que él se fije en mí, pero de una forma real.

—No lo voy a hacer —me niego a la vez que levanto el rostro y lo veo directo a los ojos —. No soy ese tipo de persona. —Sacudo la cabeza y doblo el papel —. No le diré a nadie nada acerca de la casa abandonada y ya no necesito que me ayudes a nada... ya no quiero que Adán se fije en mí.

—Mis planes nunca fallan, Meredith.

Oír mi nombre en su ronca voz me corta la respiración por un segundo.

—No quiero seguir tu plan.

No se inmuta ni un poco. Se saborea los labios para luego encogerse de hombros.

—No eres tan fuerte de mente, por eso Adán no te voltea a ver. —Sin más pone en marcha su andar, pero cuando pasa a mi lado se detiene y me mira por encima del hombro —. Mi número está escrito detrás del papel, si cambias de opinión puedes llamarme.   

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