Corazones en llamas ©

Bởi emmaaabooks_

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Thiago es un chico de 22 años que vive solo con su hermana pequeña. Sus padres lo abandonaron y él tuvo que c... Xem Thêm

Dedicatoria + Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 23

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Bởi emmaaabooks_

Thiago

Unas semanas después...

Desde que pasó el accidente todos me estuvieron visitando y haciendo compañía y eso lo agradecía mucho porque estar solo en un hospital era muy aburrido. También estuve yendo a rehabilitación para recuperarme y aunque todavía no estaba recuperado del todo, justamente hoy el médico me dio el alta.

Me dijo que podía hacer vida normal, pero todavía no podía jugar partidos de fútbol, así que estaba claro que me perdería la liga, pero bueno lo que me preocupaba era cómo pagaría la casa y todo lo que mi hermana necesitaba si mis padres me habían quitado bastante dinero de la cuenta bancaria.

Cuando salí del hospital me sentí como si me hubiera liberado de una celda, volvía a respirar, a sentir el frío y había deseado con todas mis fuerzas salir de ese hospital.

Nadie sabía que ya me habían dado el alta, así que supuse que sería una sorpresa cuando me vieran enfrente suyo. Mientras seguía caminando, vi a Nicole hablando con unas chicas que se fueron unos minutos después.

Sin pensarlo, me dirigí hacia ella, la cogí del brazo y la acorralé en un callejón. Ella soltó un grito de susto y le tapé la boca con mi mano.

—¿Se puede saber que te pasa?—me dijo enfadada

—Escúchame Nicole, por el poco respeto que me queda por ti, te lo voy a decir como una advertencia y no como una amenaza

—¿De qué hablas?—frunció el ceño

—Ni se te ocurra a volver ponerle un dedo encima a mi novia porque entonces me vas a conocer de verdad

—¿Y se puede saber quién coño es tu novia?

—¿A quién le diste una bofetada ayer?

Lo pensó durante unos segundos y cuando se acordó, pronunció su nombre y puso los ojos como platos. No me extrañará que le sorprendiera porque ella no se había enterado de que nosotros dos estábamos juntos, pero de todas formas eso no cambiaba nada. No debía de haberle pegado.

—Daniela—dijo sorprendida

—Exacto. No me gusta verla llorar por una idiota que le pegó ayer solamente porque ella le dijo las verdades en la cara

—¡No soy idiota!—me gritó enfadada

—¿Ah, no? Pues entonces no te habrías tirado a Mateo sabiendo que ella lo quería

—¿Y a ti qué te importa?

—¡Me importa porque le hiciste mierda a la persona que amo! ¿Sabes porque le duele tener que decirte esas cosas?—no respondió—Porque ella te quería, eras una hermana para ella, pero lo jodiste todo por un chico

—¿Y tú cómo sabes todo eso?—me preguntó

—Porque acudió a mí esa misma noche porque no podía dormir, porque se sentía como una mierda, porque se preguntó ¿qué hizo mal? y para colmo se pasó toda la noche llorando

—Yo no...—no dejé que terminara de hablar

—Nicole, no me importa lo que me digas, solo te estoy pidiendo que no vuelvas a acercarte a ella porque me duele verla llorar por personas que le hicieron daño

Después me fui alejando de ella y retomé mi camino. Cuando llegué a la casa de mi amigo, escuché unas risas en el jardín y entré silenciosamente sin que me escucharan. Aunque, Lucas, Grace y Gabriel me vieron, pero se quedaron callados y disimularon que no me habían visto, porque Daniela todavía no se había dado cuenta de mi presencia.

Caminé hasta la piscina y cuando llegué hasta ella, no pude evitar acercar mi mano y empujarla. En el instante que ella cayó a la piscina, soltó una maldición y los demás nos reímos. Mientras ella salía de la piscina, saludé a mis amigos.

—¿Quién es el idiota que me ha empujado?—preguntó enfadada

En el instante que me vio, vino corriendo hacia mí y me rodeó el cuello. Estaba empapada, aun así, la sostuve en mis brazos y después me alejé para mirarla a sus ojos azules.

—Eres tonto, ¿cómo se te ocurre tirarme a la piscina?

—Soy impredecible

—Y también idiota

Rodeé los ojos y ella me intentó tirar al agua para vengarse, pero no le salió como esperaba porque yo la volví a empujar de nuevo y cayó otra vez a la piscina.

—Te sienta bien el agua, eh—me burlé y ella resopló

—Te la devolveré

—Cuando quieras

Me giré a nuestros amigos que estaban con unas sonrisas porque les divertían nuestras peleas.

—¿Gabriel, dónde está mi hermana?

—En la cocina con mis padres

Entré a la casa y me dirigí a la cocina, cuando entré vi a mi hermana sentada en el mármol y parecía estar divirtiéndose porque no paraba de reírse.

—Parece que alguien vino a verte—le dijo Isabela a mi hermana y ella se giró para verme

—¡Thiago!—pronunció mi nombre emocionada y me abrazó—¿Te vas a quedar con nosotros?—me preguntó

—Sí, princesa—le contesté

Después les conté a Isabella y Patrick que ya me habían dejado irme y estuve hablando un rato con ellos, hasta que una rubia apareció por la cocina con una sudadera y el pelo mojado.

—¿Daniela, me haces un peinado?—le pidió Mar

—Por supuesto. ¿Trenzas?—mi hermana asintió

Bajé al suelo a mi hermana, le dio la mano a Daniela y se fueron al salón. En ese momento los demás entraron y se quedaron en el salón. Después yo les hice compañía y me senté en un lado del sofá.

Mientras Daniela peinaba a mi hermana estaba muy preocupado porque no sabía que iba a hacer para conseguir dinero y poder pagar la casa, la comida, básicamente lo que necesitamos para vivir.

Seguramente, después de lo que pasó ellos ya no me devolverían el dinero y, si lo hicieran, no lo aceptaría, pero necesitaba encontrar algo para conseguirlo.

Al final me iba a acabar enloqueciendo porque no sabía qué hacer, ni siquiera le comenté esto a nadie, pero de repente ella puso su mano encima de la mía y por un momento me hizo dejar de pensar en eso y vi en su mirada que estaba preocupada por mí.

—Thiago, me preocupas. Sé que no poder jugar al fútbol te fastidia, pero mientras más vueltas le des, peor es—me dijo en voz baja Daniela

—No es eso

—¿Entonces en qué piensas?—me preguntó preocupada

—Es mejor que te lo cuente en otro lado

Ella acabó de peinar a mi hermana y después nos levantamos y nos alejamos de ellos, porque lo que menos quería es que mi hermana escuchara la conversación.

—¿Dime en qué pensabas?—me preguntó y tarde en responder

—Estoy preocupado porque ahora que voy a estar una temporada sin jugar al fútbol, no me van a pagar y no sé cómo voy a poder cuidar de mi hermana, y pagar la casa y todo lo que ella necesita porque no tengo ningún otro trabajo. Y no quiero recurrir a mis padres porque me quitaron dinero de la cuenta y son las últimas personas que quiero ver

—Thiago, no te preocupes por eso, si quieres yo te puedo ayudar con lo que necesites, mientras te recuperas—me dijo y me negué al instante

—No puedo permitir que hagas eso por mí

—Ey, yo ganó bastante dinero en los combates y deja que lo haga como un favor que te debo

—Daniela, no me debes nada

—Thiago, solo déjame compensártelo por cuidar de mí, por defenderme y por escucharme

—Está bien, pero cuando vuelva al fútbol, te devolveré todo el dinero—le aseguré y ella asintió

Después volvimos al salón y mi hermana se sentó a mi lado.

—Thiago, en unos días un grupo hacen un concierto en la ciudad podemos ir a verlos, por favor—me pidió mi hermana

—Ehh...—Daniela, se adelantó antes de que yo le diera una respuesta a mi hermana

—Mar, yo te compró las entradas, si tu hermano me deja

—¿Thiago, entonces podemos ir?—le dije que sí—Gracias, te quiero

—Yo también, princesa

Me acerqué un momento a ella y le susurré en la oreja lo que le había dicho hace unos momentos.

—Daniela, acuérdate que todo lo que hagas por mí, todo lo que me pagues, te lo voy a devolver y no me lo vas a rechazar, ¿de acuerdo?

—Entendido, señorito—me dio un beso en la comisura del labio—Iré con vosotros a ese concierto

—Me parece estupendo, señorita

Justamente, me sonrió y la atraje hacia mí para que me abrazara. Ella apoyó su cabeza en mi hombro y los mechones de pelo que le caían por la cara se los aparté y entrelacé los dedos de mi mano con la suya.  

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