ENAMORADA DEL DIABLO

By florenciaJaen

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Halley Roosevelt ingresa a estudiar a un internado gracias a una beca. Al llegar allí lo primero de lo cual e... More

Capítulo 1- La llegada
Capítulo 2- Problemas a la orden
Capítulo 4 - Imán de problemas
Capítulo 5 - El héroe anónimo
Capítulo 6 - Incidente inesperado
Capítulo 7 - La debilidad del diablo
Capítulo 8 - Pequeño ruiseñor
Capítulo 9 - Confusión
Capítulo 10 - La verdad oculta
Capítulo 11 - Corazón indeciso
Capítulo 12 - Tú también me gustas
Capítulo 13 - Bésame
Capítulo 14 - Encubriendo la mentira
Capítulo 15 - El dolor de la despedida
Capítulo 16 - La novia de Hunter Hayes
Capítulo 17 - Hazme lo que quieras
Capítulo 18 - Irremediablemente
Capítulo 19 - Contratiempo
Capítulo 20 - La tragedia de Halley
Capítulo 21 - Consuelo
Capítulo 22 - Me enamoré de ti

Capítulo 3 - En las manos del diablo

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By florenciaJaen

 En las duchas de un baño de mujeres del internado una chica se bañaba tranquilamente luego de la clase de natación.

Sin notarlo, era grabada por la cámara de un teléfono celular.






  Halley estaba en clase de historia. Se había pasado horas en la biblioteca el día anterior haciendo un trabajo para dicha materia.

Escuchaba a Alexa platicar con una chica, de nombre Clara.

  —No puedo creer que esa bruja de la profesora pretendiera que hiciéramos un ensayo de dos mil palabras sobre la revolución industrial de un día para el otro —dice en modo de queja Clara—. Se pasa de perra.

Alexa, quien limaba sus uñas, habla tranquilamente.

—La verdad yo ni me preocupé tanto por eso.

—¿No hiciste el ensayo?

  —Claro que sí. Había una página en internet en donde estaba resuelto. Solo tuve que copiar y pegar —mira sus uñas—. No iba a perder el tiempo leyendo tanto.

Halley solo niega con la cabeza.

 Ese mismo día, en la clase de matemáticas, el profesor envía a los alumnos al tablero a resolver problemas de ecuaciones.

Halley va y resuelve correctamente su problema. El profesor la felicita.

—Excelente, señorita Roosevelt.

Ella toma asiento.

—Ahora usted, señorita Jhonson —le dice el profesor a Jade.

Esta se pone de pie y va al tablero. Tiene dificultades en resolver su problema.

—Yo... No puedo.

Alexa y la chica sentada junto a ella se ríen.

—Silencio —dice el profesor mirándolas seriamente.

Jade se va rápidamente a su silla y mira mal a Alexa. Halley la mira a ella.

Luego el profesor se pone a explicar el problema.






 Más tarde Halley estaba en la habitación, cuando llega Jade. Esta tira molesta las cosas que estaban en su cama y se acuesta.

Halley piensa en ignorarla, pero termina por levantarse de su silla y acercarse a ella.

—Oye.

—¿Qué quieres?

—¿Estás así por lo que pasó hoy en la clase de matemáticas?

—¿Qué te importa? —dice sin mirarla.

—Es que yo...

 —Oh sí. Ya sé qué dirás. Me dirás que no es tan difícil y que yo soy una burra —se sienta y la mira— ¿Pues sabes qué? ¡Vete al infierno y déjame en paz! —le da la espalda y se vuelve a acostar.

Halley se queda callada un momento, pero luego habla.

 —Lo que iba a decirte es que no tienes que sentirte mal por eso. No porque no sepas algo significa que seas una burra como dices.

Jade ríe sarcásticamente.

—Sí, claro. Casi me creo esa.

—Te quería decir también que si gustas te podría ayudar para que entiendas.

—No quiero tu lástima, o tu falsa ayuda.

Halley se sienta a su lado.

—No es falsa ayuda. Lo digo de verdad.

Jade la mira. Luego se pone de pie.

—¿Por qué lo harías? Nadie hace favores de a gratis.

 —No todo en la vida debe ser así. Te juro que te estoy ofreciendo mi ayuda sinceramente y sin ningún interés.

Jade se sienta en la mesa de su escritorio.

 —Mi padre me dijo que si sacaba malas notas me iría mal—Agacha la mirada—. Pero por más que me esfuerce en materias como matemáticas, física o química simplemente no se me da.

—Pues hagamos el intento.

Jade la mira, aún con dudas.

—Sigo sin entender por qué me ayudarías.

Halley sonríe.

 —Bueno, mejor te explico primero las ecuaciones y dejas para después las demás cosas, como entender por qué te ayudo.

 Busca un lápiz y un papel y se sienta junto a Jade. Al cabo de un rato Jade logra entender mejor y resuelve un problema perfectamente.

—Creo que ahora sí lo tengo —dice con una sonrisa.

—Hay que perseverar para alcanzar el éxito.

—Tampoco exageres —se sienta en la cama.

—He podido notar que tú y esa chica llamada Alexa no se llevan bien—dice guardando sus cosas.

Jade la mira. Luego truena sus dedos.

—Alexa es una arpía. Creo que ya lo habrás notado.

—¿Te hizo algo?

Jade mira hacia otro lado.

—Solo te diré que antes éramos amigas, pero de eso ya no más.

A Halley le sorprende saber eso.

—¿De verdad?

 —Lo fuimos hasta que ella me traicionó —toma una chaqueta negra que estaba en el suelo—. Por eso prefiero no tener "amigas", ya que prefiero la soledad a estar coleccionando hipócritas.

 —Yo tampoco suelo tener amigas, pero es porque siempre las demás me consideran aburrida, sosa.

 —Estás mejor así, créeme. Y sobre todo en este maldito colegio —camina por la habitación—. A veces quisiera desaparecer de aquí como muchos lo han hecho.

—¿A qué te refieres?

Jade se quita los zapatos.

 —Algunas personas se han ido de aquí misteriosamente. Hace poco fue un chico coreano llamado Min Ho. Él abandonó el internado de la noche a la mañana misteriosamente. Nadie sabe la verdadera razón, aunque... —se queda en silencio.

Halley la mira con curiosidad.

—¿Aunque?

Jade permanece en silencio un momento, como si dudara en hablar.

—Aunque... se cree que todo tiene que ver con Hunter Hayes.

—¿Nuestro compañero de clases?

—Sí, el diablo.

—¿Y eso por qué?

 —Se dice que Min Ho tenía algún lío con él. A lo mejor el diablo lo amenazó y lo hizo irse de aquí, y esta no sería la primera vez que pasa eso.

—¿Por qué lo dices?

—Porque ya han pasado cosas así. Incluso la hermana de Hunter se fue, quizás por él.

—¿Su hermana?

 —Sí. Hunter tiene una hermana menor que también estudiaba aquí, pero ella también se fue misteriosamente. Lo mismo pasó con un chico con el que se dice que ella tenía un romance. Tal vez el diablo hizo algo o tal vez no, pero lo cierto es que los dos se fueron misteriosamente del internado.

Halley levanta las cejas sorprendida.

—¿Por qué crees que él hizo algo respecto a eso?

—No es algo que yo crea solamente. Todos en el colegio lo creen.

Halley, tratando de saber más, la sigue interrogando.

—¿Hay algún motivo en especial?

Jade se encoge de hombros.

—Pues sí. Está el hecho de que Hunter es un tipo.... mmm... ¿Cómo te diría?

—¿Malo?

—Tal vez. Después de todo, lo lleva en la sangre.

—¿Cómo que lo lleva en la sangre?

Jade lanza sus zapatos lejos.

 —Ya son muchas preguntas. De por sí toda esa matemática me dio sueño —se da la vuelta y se pone a dormir.






 Al día siguiente, siendo viernes de la primera semana de clases de Halley en el internado, esta está en su clase de laboratorio de biología. Se sienta en una mesa del centro sola. Ve entrar a Thomas. Este saluda a unos chicos y se sienta con ellos. Luego otro chico entra y se para al lado de Halley, dirigiéndose a ella con su voz.

—¿Te molesta si me siento aquí?

Halley niega con la cabeza. El chico se sienta a su lado.

 De pronto Hunter llega y se para en la puerta del salón. Escanea todo el sitio como si buscara a alguien con la mirada. Su vista se detiene en la mesa en la que estaba sentada Halley. Camina hacia ella, quien no lo había visto. Pronto llega a la mesa y mira al chico sentado junto a Halley.

—Ese es mi lugar —le dice al chico.

Halley levanta la vista hacia Hunter, quien miraba fijamente al chico.

Sin esperar más, el chico toma rápidamente sus cosas y se levanta.

Hunter se sienta al lado de Halley, quien agranda los ojos.

 Pronto ella empieza a recoger sus cosas para también irse. Cuando estaba por tomar un libro para meterlo a su mochila, Hunter la sujeta de la muñeca y le habla.

—Tú no te mueves de aquí.

 El tono bajo de su voz provoca en ella sienta un escalofrío en su interior. Su toque se siente intimidante, como si quemara.

Él, sin mirarla, le habla.

—No te muevas de aquí.

Ella le habla sin atreverse a mirarlo.

—¿Por qué no me puedo ir?

—Porque yo lo digo.

El profesor de biología entra al aula y se dirige a su pupitre.

 —Muy bien, jóvenes. Daremos inicio a la clase. Pueden saludar a la persona que tienen al lado, ya que con ella harán equipo de laboratorio el resto del año escolar —comienza a pasar hojas con las indicaciones del laboratorio del día.

Halley se petrifica. Hunter le suelta la mano. Ella, no queriendo mirarlo, se mantiene quieta con la vista fija en la mesa.

—Si me quedo aquí seremos compañeros de laboratorio por el resto del año.

Hunter toma la hoja con las indicaciones y la lee.

—¿Y?

Halley mira hacia otro lado.

—¿Por qué quieres que yo sea tu compañera de laboratorio?

 —Me da igual quién sea mi compañero de laboratorio, pero en este momento no te vas a ir, porque no te vas a escapar —la mira—. Hablaremos cuando acabe la clase.

 Minutos después están realizando el laboratorio. Frente a ellos tenían un corazón de puerco. Debían cortarlo e identificar las partes de su interior.

Halley estaba un poco nerviosa, primero por Hunter, y luego porque la sangre la ponía así.

El profesor camina por el aula explicando el procedimiento.

 —Solo tienen esta clase para realizar el experimento. La próxima semana presentarán el informe de su grupo.

 Halley, a sabiendas de que el tiempo corría, levanta su mano tímidamente para tomar un bisturí con el cual haría el corte. Cuando estaba por tomarlo, Hunter le gana y lo toma.

—Yo lo hago —dice él levantando el instrumento hacia la luz y observándolo.

Luego corta el corazón con tanta normalidad, como si se tratase de un pastel.

 Halley se siente incómoda, y más cuando un poco de sangre cae en la manga de su bata, la cual se apresura en quitarla.

Hunter mira de reojo aquello.

—¿Te da miedo la sangre?

Halley no dice nada. Él la mira.

—¿No hablas, acaso?

—Yo... —se aclara la garganta.

Hunter le ofrece el bisturí.

—Hazlo tú.

—Pero... pero tú lo estabas haciendo.

—Pero te toca a ti ahora —dice aún sosteniendo el bisturí frente a Halley.

 Ella, con cuidado, lo toma. Luego mira el interior del corazón y comienza a anotar las partes observadas.

 Al finalizar la clase todos salen del laboratorio. Halley trata de aprovechar la situación para escabullirse también, pero falla.

Hunter la intercepta.

—No tan rápido.

Ella se detiene y se queda quita. Hunter toma su mochila y camina hacia ella.

—Te dije que hablaríamos luego de la clase.

Halley lo mira de reojo.

—¿Hablar de qué? —dice nerviosa.

—Ya sé que fuiste advertida sobre no decir cosas que no debes.

—Y ya les dije a ellos que no diré nada.

Hunter se agacha hasta quedar a su misma altura. La mira fijamente.

Halley esconde la mirada.

—Más te vale —se endereza—. Recuerda esto: es mejor estar en manos del diablo que en su camino.

 Sin decir más, se va, dejando a Halley con una sensación de escalofríos recorriéndole todo el cuerpo.






 El lunes ella está en la cafetería. Cuando estaba por tomar un pastelillo nota que estos se habían acabado ya.

Al girar, choca con alguien.

—Perdón —levanta la mirada, encontrándose con Thomas.

—Tranquila. No pasó nada —dice sonriéndole cálidamente—. ¿Estás bien?

—Sí —dice ella acomodando sus gafas—. Yo... Solo quería tomar un pastelillo, pero ya se habían acabado.

—¡Oh! ¿Hablas de estos? —dice mostrando un pastelillo que llevaba en su mano—. Te entiendo. Son deliciosos —se lo ofrece.

—¿Eh?

—Te lo regalo.

Ella sonríe tímidamente.

—¿De verdad?

Thomas asiente.

—Pero dijiste que son deliciosos.

—Lo son, pero creo que no me caería bien comer uno hoy. Tengo un poco de acidez estomacal.

Halley duda, pero toma el pastelillo.

—Gracias. Eres muy gentil.

Thomas le sonríe.

—Nos vemos después —se va.

 Halley lo observa irse un poco embelesada, pero su hipnosis se cae al ver a tres chicos que entran a la cafetería, tres de los cuatro jinetes del apocalipsis, llamados Jacob, Donovan y Hunter. Los tres caminan hacia una mesa.

 —Muévete —le dice Jacob a un chico que estaba en la mesa, quien sin dudarlo recoge su bandeja rápidamente y se levanta.

Halley se va rápidamente a una mesa, en donde estaba James.

—Hola, James.

Este la mira.

—¡Hey! ¿Qué tal te va?

—Bien, creo —mira hacia la mesa de los chicos.

Donovan levanta la vista hacia ella, haciéndola apartar la mirada asustada.

—Quiero que me digas algo —le dice a James.

—¿Qué cosa?

 —¿Cuál es el motivo por el cual todos le temen a esos chicos? —dice señalando con la mirada hacia donde estaban Hunter, Jacob y Donovan—. ¿Son muy malos?

James mira a los chicos brevemente.

—Bueno, tarde o temprano verás que son los típicos idiotas que acosan a otros.

—Eso ya lo vi —dice ella en un tono muy bajo.

James continúa hablando.

—Pero no es solo por eso, al menos no a Hunter Hayes.

—¿Me puedes decir entonces cuál es el motivo?

—Tarde o temprano lo sabrás.

—Lo prefiero temprano que tarde.

 James mira pensativamente hacia la mesa. Luego mira hacia todos lados, asegurándose de que no hubiese alguien cerca que lo escuchara.

Con cuidado se acerca a Halley para que solo ella lo escuchara.

 —Verás, cuando Hunter entró aquí muchos supimos inmediatamente algo respecto a él. Yo me enteré poco después.

—¿De qué se trata?

James mira rápidamente hacia Hunter.

—Es sobre su padre.

—¿Su padre?

—Sí. El padre de Hunter... Era un asesino en serie.

Halley se queda fría.

—¿Qué? ¿Lo que dices es cierto?

James asiente.

 —Su padre mató a muchas personas. Murió al ser condenado a la silla eléctrica hace algunos años —mira nuevamente hacia Hunter—. Y como dicen que a veces la maldad de un ser puede renacer en otro, muchos creemos eso, y más si ese ser lleva su sangre.

Halley mira hacia Hunter, quien bebía un refresco.

James aparta la mirada.

—Solo hay que verlo para saberlo. Ese tipo no parece ser una buena persona.

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