Pasaron algunos días desde que Freen se acercó a Rebecca y la ayudó con su tarea.
La alfa aceptó gustosa la invitación de la menor, lo cual fue muy gratificante para esta al no ser rechazada.
–¿Por qué estás tan nerviosa? –preguntó la alfa azabache viendo como Freen no dejaba de mover sus piernas y picoteaba su comida, eso era una clara seña de nerviosismo, Noey la conocía muy bien.
–Es que hoy irá a comer con su amorcito y sus suegros –respondio Oaey burlándose de su amiga.
–Suegras –corrigió Freen–. Son suegras, una alfa y omega.
–Ah, entonces ya admites que serán tus suegras –la codeó Noey mirándola con picardía.
Freen se sonrojó y simplemente negó con la cabeza.
–Es lo que más quiero, Noey, Becky y yo hemos estado hablando durante estos días y la verdad es que es una chica maravillosa. Sería la más feliz si fuera mi omega.
–Pues no pierdes nada al intentarlo.
–Si, mi dignidad y mi gran avance con ella, mínimo quiero quedar como una amiga ante sus ojos. –Oaey rodó los ojos, fastidiada.
–El que no arriesga no gana P'Freen, si en verdad te gusta esa chica arriésgate. –habló la rubia.
Freen bajó la mirada.
–Quiero ir lento, si me armo de valor, le confesaré mis sentimientos.
Oaey no podía entender el actuar de sus amigas, ambas chicas se veían perdidas por esas dos omegas. Ella solamente esperaba que su pareja predestinada tardará en llegar un par de años o más. No quería estar enamorada ni atontarse como sus Phi.
–Ah, P'Freen, hoy te llevaré tu videojuego, ya lo termine.
–Pero Oaey, hoy iré a comer a la casa de Rebecca, pero estara mi prima en mi casa, acaba de llegar de Filipinas y se quedará unas semanas allí. Ve y ella te recibirá el videojuego.
–Perfecto Phi Quiero regresartelo cuanto antes, no quiero romperlo o perderlo y tener que pagartelo –dijo la rubia bromeando.
La mayor rió ante el comentario de su menor y acarició su cabello con ternura.
Cuando las clases terminaron, Freen fue en busca de Rebecca a su salón de clases acompañada por Noey, quien quería ver a Urassaya.
Las tres omegas fueron las últimas en salir, iban conversando hasta que notaron la presencia de las dos alfas.
–Supongo que sobro aquí, así que iré con Cher –dijo Mind al ver a las dos enamoradas de sus amigas–. Nos vemos, chicas.
Urassaya y Rebecca se despidieron de su amiga y se quedaron a solas con sus mayores.
–Hola Irin, quise venir a verte y acompañarte a tu casa –dijo Noey con una sonrisa dirigida hacia la omega rubia.
–Oh, gracias Phi, entonces vámonos –la azabache sonrió ante su respuesta y se la llevó de ahí, dejando completamente solas a Freen y Rebecca.
–H-hola Becky –dijo Freen un poco nerviosa.
–H-hola Freen –contestó la omega de igual forma.
Ambas chicas habían estado hablando por mensaje estos últimos días, incluso se saludaban cuando se llegaban a encontrar, pero aún así se ponían nerviosas al entablar una conversación más larga en persona.
–¿Nos vamos a tu casa?
–Ah, si claro, andando –Rebecca le regaló una sonrisa tímida antes de comenzar a caminar a su lado.
En el camino, el ambiente se volvió relajado, comenzaron a hablar de varias cosas, la mayoría sin sentido. Cuando estaban a dos calles de la casa de la omega, ambas reían y bromeaban entre ellas.
Era impresionante la rapidez con la que su conversación fluía, no era incómoda ni forzada.
Cuando llegaron a la casa de la más baja, Rebecca abrió la puerta y se encontró con su madre alfa esperando detrás de la puerta y con un brillo de emoción en sus ojos.
–Ya llegue mamá... –dijo Rebecca algo desconfiada, sabía que su madre era muy poco disimulada e impulsiva muchas veces– Esta es Freen –la menor señaló a la alfa detrás suyo.
–Mucho gusto Freen, yo soy Rhian, Becky nos contó mucho sobre ti –la alfa mintió, Rebecca casi no hablaba de ella más que cuando ella le preguntaba y le rogaba que le contara sobre ella.
–¿A-ah sí? –contestó Freen emocionada y viendo a Rebecca, esta bajo su mirada avergonzada– E-el gusto es mío, señora –Freen le ofreció su mano y la alfa se la recibió.
–Pero que chica tan encantadora Becky, Glai la amará –dijo Rhian volteando a ver a su esposa que estaba en la cocina–. Pasen chicas, ya casi está la comida.
Las chicas pasaron a la casa y se quedaron en la sala de estar.
–Disculpa a mi madre, ella es muy... –Rebecca trataba de buscar la palabra correcta para describir a su madre.
–Es agradable Becky –le dijo Freen regalándole una sonrisa con todo y hoyuelos.
Rebecca se relajó al mirar los lindos hoyuelos de su mayor y también le regaló una de sus tímidas sonrisas.
Cuando ambas fueron llamadas a la mesa, Freen conoció a la otra madre de Rebecca, la cual contrastaba mucho con Rhian.
Glaiza era rubia de ojos azules y de baja estatura, maquillaje muy natural y extranjera, no era tailandesa, pero su madre si. Al verla, Freen no pudo evitar pensar en un pie de limón. Mientras que Rhian era de un castaño oscuro, casi negro, alta, más pálida que Glaiza, ojos oscuros y tailandesa. Freen solo podía asociarla con uno de esos chocolates amargos rellenos de licor.
Eso era algo muy peculiar en Freen, asociaba a las personas con postres a partir de su apariencia. Por ejemplo, a Oaey la asociaba con una galleta de chispas de chocolate y a Noey con un mousse de chocolate con fresa.
Y a Rebecca, bueno, a ella la asociaba con su postre y desayuno favorito, hot cakes de chocolate con crema batida y bañados en miel acompañados de un milktea. Algo sencillo pero delicioso y muy empalagoso, justo como Rebecca.
La presentación con la omega fue más tranquila pero igual de agradable que la de Rhian. Las cuatro tuvieron una charla tranquila mientras comían, la pareja le contó a Freen como es que se conocieron y enamoraron.
Glaiza había venido a Tailandia junto con sus padres a conocer a toda su familia materna y a vivir una temporada con ellos, ella era inglesa al igual que su padre.
Fue inscrita en la misma escuela que Rhian, se conocieron gracias a que la alfa era del taller de danza contemporánea y Glaiza estaba interesada en ello, Rhian fue su mentora. Fue el tiempo y el destino los encargados de hacerles ver que eran predestinadas.
Glaiza no quiso abandonar Tailandia y tres años después de que ambas se graduaran de la universidad, Rebecca llegó para llenar sus vidas de alegría.
Freen quedó fascinada por la historia, algo sencilla, pero muy hermosa. Se fascinó aún más cuando Rhian le confesó que se había fijado en Glaiza en el momento en que la vio en los registros de la escuela y el aroma a limón llegó a sus fosas nasales, ya que fue muy similar a como Freen se había fijado en Rebecca. Solo que en vez de verla en los registros la vio en dirección, lo cual era casi lo mismo.
En toda la comida, Freen no dejaba de sonreírle a Rebecca y esta siempre le correspondía con una tímida sonrisa.
La tarde concluyó con una deliciosa rebanada de pie de manzana con helado de vainilla encima y con una Freen no solo más enamorada de Rebecca, sino también encantada con sus madres, afortunadamente el sentimiento era mutuo. La pareja había aprobado a Freen desde que la vieron y olieron, la muchacha les transmitía confianza.