POV: ASTRID
Me tropiezo con mis propios pies, apoyándome en el gran muro que rodea mi casa para no caerme hacia adelante. Todo me da vueltas y no encuentro las llaves para poder entrar, así que, resignada me siento sin contemplaciones en la entrada de la mansión.
No me preocupa las heridas que me puedo haber hecho, total una más. Pienso al mirarme los nudillos medio ensangrentados, por posibles peleas que se encuentran difusas en mi memoria.
Dejo la cabeza dar contra la puerta, recostándome contra ella. Provocando un gran ruido al dar contra el metal. Me estremezco al notar como el mundo da más vueltas ahora.
De repente ya no puedo ver el suelo, ni las grandes casas de delante. Es el cielo lo que está frente a mí. Un cielo borroso, pero si, un cielo. Estiro el brazo para intentar tocarlo, pero una mano peluda y ligeramente arrugada por la edad me impide hacerlo.
Me levanto sobresaltada, mareándome en el proceso, al ver como el señor Dawn había abierto la puerta en la que estaba apoyada.
- ¿Qué haces en mi casa? - pregunto intentando no parecer que había estado bebiendo.
El señor Dawn, se toca su teñida cabellera, suspirando para sí mismo antes de fingir una sonrisa, que hasta un borracho se podría dar cuenta que no es real.
- Señorita Rider, usted ya no vive aquí. Debería saberlo, ya que usted fue la culpable de eso - explica cambiando su pose a una más segura, cruzando los brazos, abarcando más espacio. Intentando así intimidarme.
Niego la cabeza sin creerlo, ¿no fue mi culpa verdad? Yo no quería que nada de esto pasara.
- Igual que también es culpable de la muerte de su madre, la gran Dalia Rider -. Da un paso hacia mí, reduciendo el espacio entre los dos. Me alejo de él, retrocediendo, noto como alguien me presiona la espalda - ¿No es así señora?
Me doy la vuelta rápidamente, viendo a mi madre frente a mí. Tan preciosa como siempre, la sonrisa que me alegraba cuando tenía un día triste. Y esos ojazos azules, que he heredado de ella.
- ¿Mamá? - pregunto temerosa, de que me engañen mis ojos.
- Princesa - dice el apodo con el que siempre me llamaba con tono maternal - todo esto es tú culpa - determina antes de desaparecer ante mí.
- ¡Mamá! - grito sobresaltada, notando las sábanas pegadas, gracias al sudor que envuelve mi cuerpo por la pesadilla. Hacía meses que no tenía una igual.
Intento regular mi respiración, cogiendo aire, soltándolo segundos después. Calmando mis latidos desenfrenados.
El tatuaje de la corona de mi antebrazo parece quemar bajo mi piel, al igual que la flor de mi hombro, tan parecida a la pegatina que tengo en la guitarra de casa de mi padre. "Una dalia".
- Parece que hoy no vamos a dormir más - digo en voz alta, preparándome para ir al gimnasio, antes de ir a trabajar.
Mando un mensaje de buenos días a Nadia, aunque sé que todavía estará durmiendo.
Tenemos la costumbres de saludar a la otra cuando nos levantamos, da igual la hora que sea. Así, si da la casualidad de que las dos estamos despiertas podemos hablar.
POV: NADIA
- ¿Estás lista? - me pregunta Andrew, mi manager, guiándome con una mano en la espalda hasta la entrada del hotel de Manchester, que después de tanto tiempo casi parece una segunda casa.
Con el paso de las semanas los fans parece que se han ido acostumbrando a verme por más por aquí, por lo que el número de personas que me esperan en las puertas desde que volví de mi fin de semana en Liverpool, se ha ido reduciendo significativamente a solo un par de personas.
Les saludo con la mano al pasar. Al no poder detenerme por el ligero agarre en mi hombro a manos de Isaac, mi chofer y guardaespaldas, desde que empecé a ganar notoriedad.
Junto con Andrew, a veces son las caras que más veo en mi día a día. Aunque no tengo que estar el cien por ciento del tiempo con ellos, cuando hago cosas del trabajo, o se reúne mucha aglomeración de gente, no me dejan separarme demasiado.
Quién sabe lo que podría hacer una "niña" de diecinueve años sola, en una ciudad donde no conoce.
Pues perderse en una calle con mala pinta y adentrarse en un bar donde canta una peli-blanca encantadora - me responde mi mente.
Aunque he de reconocer que me siento mucho más segura con Isaac cerca de mí.
Hace unos años, cuando empecé a ser famosa, mi agencia decidió que necesitaría un guardaespaldas. Ya no podía salir de casa sin que me reconocieran. Ir a comprar helado al supermercado de al lado de mi casa, se volvía todo una odisea. Los paparazzis me cegaban con sus flashes y todos se me quedaban mirando, incomodándome.
Me recuesto contra el asiento trasero del coche. Cogiendo aire lentamente, intentando calmarme. Siempre me pone nerviosa las reuniones con las discográficas. Y más en estos tiempos donde sólo he escrito líneas inconexas y el principio de una canción.
Miro por la ventanilla, intentando despejar mi mente. Paramos en un semáforo, al lado de un gran muro con pancartas de conciertos que se van a hacer en la ciudad.
Mi vista se queda fija en uno específico, Imagine Dragons, el grupo favorito de Astrid. Una idea se empieza a formar en mi cabeza, pero me detengo con esos pensamientos, al notar que el espectáculo es mañana. No creo que queden entradas.
- Oye, Andrew - llamo la atención de mi manager que deja de mirar el teléfono para escucharme -, hay un concierto mañana - dejo caer la información, intentando que él mismo resuelva lo que quiero decir.
- Nadia - suspira, tocándose el pelo - supongo que querrás ir - concluye mirándome con sus ojos castaños.
- Sip, Imagine Dragons - afirmo nerviosa con su negativa.
- ¿Con Jane? - pregunta, buscando información sobre el concierto en su móvil.
- Ehh, no - me retuerzo el anillo en mi mano, nerviosa. - Con otra amiga que he conocido aquí, Astrid.
Levanta sus dedos del teléfono, parando de escribir. Procesando la información, de que estoy saliendo con alguien nuevo y todas las cosas que pueden salir mal.
- ¿Qué sabemos de ella? - inquiere interesado, sin dejar expresar lo que siente por ello.
- Le gusta la música, como a mí - empiezo a contar conteniendo una sonrisa - bueno, el arte en general. También pinta y compone. Estudia bellas artes. Siempre parece muy segura de sí misma, aunque cuando esta nerviosa se muerde el pearcing de su labio - divago ensimismada en mis recuerdos - tiene un hoyuelo en la mejilla derecha, aunque solo aparece cuando sonríe de una forma específica, tamb-
Una leve risa me corta mi discurso, provocando que me sonroje, al darme cuenta que tanto Andrew como Isaac me están mirando con una sonrisa rara.
- Bueno, pues esas cosas sabemos - termino avergonzada.
- Esta bien - intenta no reírse Andrew - digamos que me vale con esa información, antes de que me empieces a contar otros detalles.
- Qué - pregunto, sin entender a lo que se refiere - oh, ouh - al comprenderlo empiezo a negar con la cabeza, notando como una vez más, el rojo envuelve mi cara.
- Bueno, vale. Te puedo conseguir dos entradas. Aunque se agotaron para el público, siempre guardan algunas para estos casos. Pero - me apunta con un dedo, evitando que contenga un gritito de alegría - Isaac tiene que ir contigo. Y no es opcional.
Asiento entusiasmada, sin detenerme a pensar cómo haré para que Astrid no se dé cuenta de que un señor de 40 años nos sigue a todas partes.
Esta semana le digo quién soy - me repito en mi mente, bajándome del coche hacia el gran edificio de oficinas donde es la reunión.
- John - saluda Andrew al conserje, abriendo la puerta para mí.
Aquí es normal que vayan famosos y todo su equipo, por lo que no es raro ver a alguien tan joven como yo, custodiada por un "mastodonte".
Me recuesto en la incómoda silla, dando golpecitos nerviosa contra la gran mesa de cristal, en la que se encuentran algunos de los grandes jefes de la discográfica.
- Pues entonces quedamos en eso - declara con voz firme, sin dejarme tiempo ni siquiera a procesarlo - se inclina desde su sitio para que todos le prestamos que atención que se cree que merece -. En 2 semanas volverás a los Ángeles a grabar el nuevo disco ¿Cómo lo llevas, mi joven estrella? - pregunta mirando su caro reloj, sin prestarme verdadera atención.
Andrew, no me deja tiempo a responderle. Me agarra la mano con la que me estaba jugando con el anillo de forma nerviosa.
- Todo está en siguiendo su curso, pero, ¿seguro que no es muy pronto para volver? Todos sabemos cómo acabaron allí las cosas, después del último altercado.
Un hombre con el pelo canoso y barba recién afeitada, descarta la idea de forma rápida, negando con la cabeza mientras da un sorbo a la bebida de su taza, la cual dudo que sea agua.
- Pondremos más seguridad y si Nadia no tiene sus canciones a tiempo, se le asignarán otras que tenemos en la reserva.
Con eso, y otros discursos más que no presto del todo atención termina la reunión. Todos se dan la mano, satisfechos con ello. Como si no estuviesen decidiendo mi futuro, sin ni siquiera darme la opción a opinar.
Me queda poco tiempo, pero estoy dispuesta a aprovecharlo al máximo - me repito saliendo del edificio. Fijándome en las fotos de cientos de famosos de todo tipo que, como yo, han estado en este lugar. Luchando por su sueño.
Mando un mensaje a Astrid, ya es hora de terminar esa canción que empecé en la cafetería.
Nadia:
Todavía quieres componer
una canción juntas??
Belleza divina:
Claro, conozco el sitio
perfecto para conseguir
inspiración