Luna de Sangre | Larry Stylin...

By ladyhabsburgo

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Harry es un purasangre mafioso, infame y despiadado y Louis el omega que el destino puso en su vida para camb... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36

Capítulo 14

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By ladyhabsburgo

Luna de Sangre.

Harry estaba nervioso.

Sus manos se movían inquietas encima de sus rodillas y su mandíbula estaba tensa.

Algo le oprimía el pecho y a cada segundo le costaba controlar más y más a su demandante alfa. Algo estaba ocurriendo y lo sentía profundo dentro de sí.

Se levantó de su asiento con impaciencia y rápidamente trató de tomar un respiro. Sus manos seguían picando y un gruñido crecía en el fondo de su garganta.

Seguramente era la situación. Luke estaba tendido en una camilla siendo operado de emergencia por una bala en su abdomen. Pero ya le habían dicho que Luke estaba fuera de peligro y aún así, se sentía sofocado.

Se sobresaltó cuando sintió una mano apoyarse en su hombro y estuvo casi listo para enseñar los dientes.

Zayn alzó una ceja cuando encontró su mirada—. Deberías calmarte, estás poniendo nervioso a todo el mundo —le dijo con calma.

El purasangre dio una mirada alrededor. Había varias personas en la sala de espera y todas le veían con ojos grandes y labios apretados esperando que se pusiera a saltar por toda la estancia haciendo destrozos, atacando y gruñendo. Incluso el pobre Liam le veía tímido desde un asiento envuelto en la enorme chaqueta de su alfa.

Harry parpadeó. Zayn le dio un suave aprentón en el hombro.

—Todo estará bien, Harry. Escuchaste al doctor, Luke ha tenido suerte. Sólo queda esperar.

Sus manos seguían picando. De un momento a otro, la ansiedad le consumió. Era algo más. No podía quedarse tranquilo si sentía algo como eso invadiéndole por completo.

Por un segundo, se le nubló la mente y los sentidos.

Estaba sucediendo algo malo, y no era la situación de encontrarse esperando noticias sobre Luke.

Se encontró a sí mismo nervioso, con vértigo en el estómago, desespero casi asfixiante.

Frío.

Sintió mucho frío.

Le garganta le escoció como si hubiese tragado el aire más helado y casi tembló.

Se atragantó con su propia respiración y le hormiguearon los dedos. Su cara pintó un bonito gesto de desagrado y Zayn le miró todavía más atento.

—Está bien Harry —oyó de nuevo a Zayn. Su voz parecía lejana, le pitaban los oídos—. Necesitas calmarte.

Tomó un nuevo respiro y le dolió en la garganta. Negó suavemente y cerró los ojos.

—Lo sé —atinó a decir—. Sé que Luke está bien. Es solo... —negó de nuevo—.Yo... ¿Tienes un cigarrillo? Creo que necesito ir afuera.

—Sí, esa es una buena idea.

Zayn le miró dudoso unos segundos más antes de acercarse a Liam y buscar en los bolsillos de su chaqueta. Consiguió sacar una cajetilla de cigarrillos y también un mechero, luego se los entregó.

Harry tragó saliva y lamió sus labios—. Avísame... Si te dicen algo sobre... —frunció un poco el ceño, el pecho le ardió—. Sobre Luke.

—De acuerdo.

Estuvo a punto de dar la vuelta y salir de ahí, pero Zayn le detuvo. Se dieron una mirada con ceños fruncidos y el pelinegro no tuvo que decir una palabra, Harry le entendió.

—No es nada —aseguró—. Estoy bien.

—¿Seguro?

—Sí.

Solo así pudo marcharse.

Recorrió un solitario pasillo con luces parpadeantes luego de abandonar la sala de espera que le llevó hasta un balcón donde el aire fresco le heló las mejillas.

Seguía sintiendo escalofríos, todavía le hormigueaban los dedos y le dolía un poco el pecho a cada respiro.

Se acercó a la barandilla de aquel balcón y perdió su vista en el horizonte mientras se colocaba el cigarrillo entre los labios para encenderlo luego.

La primera calada de humo mejoró la fría molestia y la ansiedad le bajó. Observó a la lejanía la maleza que crecía alrededor del hospital clandestino en el que estaban y volvió a fumar.

A la tercera calada lo entendió.

Era nuevo en aquello.

Pero su mente quedó en blanco y luego todo tuvo sentido.

Se buscó el teléfono móvil en el bolsillo internó del traje y le tomó apenas unos segundos marcar a la línea directa.

Escuchó la histérica voz de Aeve al otro lado—. ¡¿Pero que ha sido el desastre que he encontrado en el salón?! —ella le reclamó.

Harry cerró los ojos. El desespero volvía a ser dueño de su cuerpo.

—Mi... Mi omega, Louis. —murmuró—. Ponlo al teléfono. P-Ponlo, él- yo-

—¿Harry?

—¡Louis! —gruñó, se llevó una mano al pecho y apretó la tela de la ropa que usaba mientras fruncía el gesto—. ¡Arde! ¡Tiene frío! ¿Donde está? ¡Ponlo al teléfono! —gritó desesperado.

—Iré a buscarlo. Tienes que esperar un poco, cálmate.

Volvió a gruñir.

Necesitaba irse, necesitaba comprobar por sí mismo que Louis estaba bien.

Colgó el teléfono sin una respuesta y echó andar.

[...]

Al llegar a la propiedad, Aeve le esperaba afuera junto a los guardias del frente.

Todos mantenían la cabeza abajo a excepción de la beta.

Harry no tuvo que preguntar, su expresión y postura lo decía todo.

Un sabor amargo le inundó la boca pero aún así subió los escalones y le miró directo a los ojos, esperando una respuesta que no estaba seguro de querer oír.

—Ha escapado —dijo ella por lo bajo—. Se ha ido junto al omega de Luke por la parte de atrás.

El purasangre tragó saliva.

No supo que sentir al momento.

Dirigió su mirada a los enormes árboles que rodeaban la propiedad más allá de la barda que la protegía y soltó un suspiro.

Luego sonrió, aún si por dentro le recorría un inmenso desagrado, naturalmente sonrió.

Sabía que Louis era más allá de lo que podía imaginar, que estaría inconforme aún si le diera el diamante más preciado y que se atrevería a cualquier cosa para lograr lo que sea que se propusiera. Estaba en su propia naturaleza ser valiente e impredecible. Y Harry lo aceptaba.

También lo adoraba por eso.

Era tan diferente al resto.

Pero estaba decepcionado, no de Louis ni de su actuar, sino de él mismo.

¿Es que no era un buen alfa?

×××

El alfa al volante le dio una última mirada junto a una suave sonrisa antes de subir el cristal de la ventana y acelerar, dejándole solo de pie en la solitaria acera... Frente a su hogar.

Louis tragó saliva. Observó en distintas direcciones y sintió algo de paz al ver todo tranquilo en el barrio.

Luego volteó a ver su casa. Las luces estaban encendidas y la pequeña puerta del jardín estaba abierta. Tomó un suave respiro e inevitablemente las lágrimas picaron en sus ojos, apretó las mangas de la sudadera que usaba y bufó.

Estaba en casa. Finalmente sus preocupaciones se resumían a ninguna.

Avanzó con pasos suaves y entró para dirigirse entonces a la puerta principal. No lo pensó mucho, en cuanto estuvo enfrente giró la perilla sabiendo que seguramente estaría sin seguro y empujó la puerta.

El escenario que le recibió no fue distinto al de semanas atrás. La sala desordenada, latas de cerveza aquí, cenizas de cigarro allá. Ropa regada, polvo encima de los muebles, libros y objetos en un lugar y en otro.

Suspiró. Entró y cerró la puerta detrás de sí.

La televisión estaba encendida en la sala pero no había programa alguno reproduciéndose en la pantalla, la antena pública había dejado de funcionar hacía meses y la encendían solo de costumbre.

Observó en dirección a las escaleras, podía observar los juguetes y libros de colorear de sus hermanitos regados por ahí, señal de que habían estado en el lugar. Estaba todavía más tranquilo, por lo menos seguían teniendo energías para jugar.

Escuchó parloteos en la cocina y entonces se dio cuenta de que olía un poco a comida. Su madre podría estar bajo sustancias tóxicas la mayoría del tiempo, pero le gustaba cocinar. Siempre hacía la cena, y en el fondo, Louis sabía que dentro de esa mujer que se apagaba día a día y olía siempre a tabaco, seguía existiendo la madre amorosa y responsable que había conocido algún día. Ella no había caído al vacío por sí misma, sólo se había dejado arrastrar por un alfa incompetente y estúpido.

Se acercó a la cocina y observó a su madre menear algo en una sartén mientras sostenía un teléfono con su hombro al oído. En su mano libre había un cigarrillo que iba a la mitad. Lucía igual que siempre, cansada y ojerosa, con las ropas arrugadas y el cabello rubio despeinado recogido en un descuidado moño.

Su padre también estaba ahí. Sentado en la mesa de comedor con una botella de licor barato al frente y un vaso de cristal con dicha bebida en la mano. Su mirada estaba perdida y su postura algo caída.

Louis se abrazó a sí mismo y dejó caer las lágrimas acumuladas en sus ojos.

Pero que vida tan más triste y decadente la suya.

—Hola —saludó, avanzando unos pasos—. Mamá, papá, he vuelto. —dijo en medio de un sollozo.

Su madre fue la primera en responder. Volteó a verlo y le sonrió. —¡Hola cielo! Llegas a tiempo para la cena. —después siguió meneando la sartén.

Louis apretó los labios y la garganta le dolió. Observó a su padre. Él alfa le veía desinteresado, bebió más de su vaso y chasqueó la lengua.

—Parece que te has cansado ya de andar por ahí de golfa, ¿eh? —tosió suavemente y negó—. Idéntico a tu madre.

—¡Eh! ¡Todavía te escucho imbécil! Deja a nuestro hijo tranquilo. —refunfuñó la omega—. Cielo, siéntate te sirvo la cena en un momento. —volvió a ver a Louis y sujetó mejor el teléfono a su oído—. ¿Cómo dices? ¿Que si es Louis? ¡Oh, claro! Sí es él.

El omega recayó entonces en la realidad de que ni siquiera notaron que se fue. Nadie estaba preocupado por él, nadie lo había buscado. En esa casa, no importaba realmente.

Se recuperó pronto de sus lágrimas y su gesto se tensó en desagrado. No es que no hubiera sabido eso ya.

Tenía que seguir fiel a la promesa de buscar algo mejor por sí mismo para él y sus pequeños hermanos.

Era fuerte. Podía conseguir ese futuro.

—¡Cielo! —volvió a parpadear y enfocó la figura de su madre enfrente suyo. Tragó saliva y limpió de nuevo su rostro, ella le ofrecía el teléfono celular.

—¿De dónde sacaste esto? —le preguntó, tomándolo luego y viendo la pantalla. Estaba en una llamada. Volvió a ver a su madre—. ¿Donde están Doris y Ernest?

La mujer volvió a fumar ignorándolo sin ser consciente y regresó a lo que hacía en la estufa. Louis le dio una mirada a su padre, luego a su madre y finalmente al teléfono que esperaba en sus manos. Volteó en dirección a las escaleras mientras se lo llevaba al oído y salió de la cocina.

—¿Hola?

—¿Louis?

Se quedó quieto. Tragó saliva y sus labios se separaron suavemente.

—¿Charlotte?

×××

El purasangre estaba sentado en aparente tranquilidad detrás de aquel escritorio de madera oscura donde decisiones importantes se habían tomado para definir el rumbo de su vida.

Su mirada estaba en un lugar fijo, aún si todo en su mente fuese en realidad nada. Sus hombres le habían preguntando qué hacer respecto a la grave y terrorífica situación de haber dejado que su omega escapara, y la verdad era que... No había sabido responder.

Si Louis se había ido, aún cuando le había contado las verdaderas razones del por qué estaba ahí, significaba una sola cosa.

No era lo que Louis quería.

Así que como alfa, estaba entre dos paredes.

No quería que Louis estuviera donde no quería estar pero tampoco quería que estuviera donde no debía estar.

Si el omega no quería estar a su lado, Harry lo aceptaba, pero eso no significaba que tenía que dejar que Louis volviera a ese lugar donde su vida se convertía en una pesadilla, él no debía estar en esa casa.

Harry sabía que Louis sufría, por muchas razones. Y quería que eso se detuviera.

Pero no podía ayudar a Louis si él no dejaba que lo ayudase.

Tomó un largo y reconfortante respiro. Se levantó de su asiento y caminó con pasos lentos hasta detenerse frente al enorme ventanal de cristal en la habitación.

Observó la enorme luna delante suyo y parpadeó.

¿Qué debería hacer? Él sólo quería el bien para su omega.

Dejó que la luz de la luna aclarara su mente y se relajó.

"Escúchalo."

La madera de la puerta fue tocada y abrió de nuevo los ojos, volteó y observó a Zayn entrar.

—Vine apenas me enteré —soltó el pelinegro—. ¿Cómo estás?

El purasangre rizado parpadeó y se giró por completo con suavidad—. ¿Debería estar de alguna forma?

Zayn entró por completo e hizo una mueca—. No lo sé. Es tu omega y se ha ido.

—Tendría algún motivo —se dirigió de nuevo a su escritorio y se sentó—. Ve a por él, Zayn. Tráelo de vuelta.

El pelinegro asintió—. Claro. ¿Qué hay del llamado de La Casa de Amapola? Aeve me lo ha contado también. Es una buena tirada, tiempo limitado... —dijo algo dudoso.

Harry le quitó importancia con un gesto—. Por eso irás tú por Louis, yo me encargaré de eso. Llámame cuando él esté contigo.

El pelinegro asintió una vez más—. Entendido.

—Zayn.

—¿Sí?

—Si por alguna razón él se resiste a venir... Dile que no le obligaré a quedarse... Dile que, sólo quiero escucharlo.

Lo haría.

Escucharía sus razones de haberse ido y luego... Le dejaría ir si así lo quería. No estaba dispuesto a sacrificar la libertad de su omega por sus propios sentires, eso no sería de un buen alfa.

—¿Qué hay de la tradición de la Luna de Sangre? —Zayn frunció un poco el ceño—. Sabes lo que pasaría si...

—Lo mío con Louis no es solo una tradición, Zayn. —chistó, se acomodó mejor en su silla y acarició los anillos en sus dedos—. Si alguien quiere meterse en medio de eso, entonces le deseo la mejor de las suertes.

El pelinegro no dijo nada más luego de aquello y abandonó la habitación.

×××

Se sentó a esperar con paciencia.

En su pecho picaba la emoción y la felicidad. Finalmente saldría de aquella vida miserable. Podría iniciar con esa vida que tanto soñó, llena de cariño y amor junto a sus hermanos.

'Iré por ti, Doris y Ernest están conmigo no te preocupes. Cielos Louis, un poco más y me habría ido sin ti, cogeremos un vuelo a Francia pronto. No es necesario que hagas una maleta, solo quedate ahí y esperame ¿de acuerdo? Llegaré rápido, te lo prometo'

Las palabras de su hermana mayor seguían resonando en sus oídos.

A pesar de que las lágrimas resbalaban por sus mejillas había una sonrisa en su rostro.

La suerte nunca había estado tanto de su lado.

Observó a su madre y a su padre tener un intento de cena, según lo poco que sabía, su hermana les había ayudado un poco con las compras. También le había dado un teléfono a Janeth para poder tener contacto de vez en cuando.

Amaba a su madre, pero ella no quería salir de aquel agujero. Se aferraba a ese hombre que solamente la había arrastrado a una vida de miseria y si era de esa manera entonces nadie podía ayudarla.

El timbre sonó y Louis se levantó con piernas temblorosas. Le dio una última mirada a sus padres y comenzó a caminar dispuesto a dejar atrás toda una vida de sufrimiento.

Tendría una mejor vida, sería feliz.

De eso estaba completamente seguro.

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