² beya ★ fred weasley

By Merodeadora05

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❪ 𝗦𝗮𝗴𝗮 𝗕𝗲𝘀𝘁 𝗙𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱𝘀, book two . . . ❫ 𝟬𝟬𝟮 ┊ BEYA ៚𖤜 ★ 𝗙red 𝗪easle... More

💔 . . . BEYA !
❱ act one, megan's notes . . . !
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❱ act two, megan's revenge . . . !
i. fred weasley
ii. mixed feelings
iii. bad vacation?
iv. order of the phoenix
v. between jokes and tunics
vi. broken hearts
vii. locked in a closet
viii. unexpected news
x. the escape of the weasley twins
xi. bad mood and exams? a lousy combination
xii. department of mysteries
❱ agradecimientos . . . !
❱ extra uno . . . !

ix. gifts and disappointments

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By Merodeadora05

capitulo nueve
"regalos y disgustos"

Con mucho pesar, los días habían transcurrido con normalidad (sí es que eso existía en la vida de Megan Jones). No había nada tan interesante aparte de las reuniones con el ED, o sus pláticas interminables con Fred. Había tomado un poco sobre el consejo de sus mejores amigos de estar para él ahora que no quedaba tanto tiempo para que se fueran de Hogwarts, y aún así, ninguno de los dos había dado el paso siguiente. Se conformaban con estar el uno para el otro.

Mientras tanto, Megan había buscado un perfecto regalo para Fred, o bueno, ambos gemelos. Lo único que se le ocurría era darles productos de bromas, pero ellos hacían los suyos y era un poco contraproducente comprar en Zonko. Así que cuando fue a Hogsmeade el fin de semana antes (el cumpleaños de los gemelos caía el lunes), se dedicó en ver todo lo posible; tenía dinero ahorrado y sabía que ellos lo merecían, aunque no aprovecharía de este porque ya no recibía mesada de Sissia y a pesar de tener su propia bóveda en Gringotts no sacaría más de lo debido.

Al final les compró unos sacos combinados que miró muy lindos, a Fred también le había comprado una boina y había hecho para ambos varios dibujos de ideas que tenía de artículos de bromas. Muchas veces los gemelos le decían que tenían la idea, solo que eran malos con el diseño, y esperaba que pudiera ayudarles en eso.

Ese lunes Megan fue a clases como normalmente, no encontrándose con los gemelos aún. Esperaba así siguiera por el resto del día. Cuando las clases finalizaron fue a buscarlos a su Sala Común, ya sabiendo la contraseña de ese día (cosa que no le agradó al retrato de la Dama Gorda) y tocó en la puerta de su habitación. Pudo oír voces adentro.

—¡Fred, abre! —gritó George por dentro.

—¿¡Ah!? Nah, que abra Lee.

—¿¡Yo por qué?!

—¡Somos los cumpleañeros, bobo!

Tras pocos segundos de discusión, Lee terminó abriendo la puerta de la habitación. Tenía una mueca en su rostro, pero al verla rápidamente cambió su expresión y le sonrió con emoción.

—¡Megan, que bueno es verte!

Entonces, una mano quitó a Lee de la puerta y lo movió al otro extremo de la habitación, posándose Fred frente a ella, con su típica sonrisa encantadora. Apoyó su brazo en el marco de la puerta.

—¡Viniste a verme, mi rubia favorita!

—Vine a verlos, porque ambos cumplen años —lo corrigió con burla, señalando a George con la cabeza. Él, desde dentro, le guiñó el ojo, provocando que Fred pusiera los ojos en blanco.

—En esta ocasión tienes razón, pasa.

Se rio, asintiendo. Le dio una palmada en la mejilla a Fred para pasar a la habitación, ya que se había quitado del marco y le dio permiso. Se sorprendió de ver que su habitación por primera vez no tenía intentos de productos en todos lados, sino que estaba limpia. George estaba sentado en su cama, Lee se fue a sentar junto a él y Megan junto a Fred se sentaron en su cama. La rubia rápidamente se cruzó de piernas, poniéndose cómoda, y les extendió los regalos.

—¡Tada! Es trabajo honesto, chicos, no me juzguen —murmuró con burla.

Ninguno de los dos demoró en abrirlos. El de George tenía el saco que vio y varios bocetos en una libreta especial para dibujo, y el de Fred tenía su saco, la boina y varios dulces que sabía que eran sus favoritos. Lee miraba todo con curiosidad, intentando quitarle un dulce a Fred, pero este lo fulminó con la mirada y no lo intentó más.

—¡Muchas gracias, Megan! —le dijo George con sinceridad, alzando el puño, y ella lo chocó con diversión—. Me gusta el saco, ahora ya tenemos que usar el día de la inauguración de la tienda.

—Obvio, mi chica tiene buenos gustos —dijo con sorna Fred, pasando su brazo por los hombros de Megan. Ella rodó los ojos al oír cómo le había llamado, puesto que no era cierto… aunque tampoco lo negó.

—¿Qué les digo? Es un don.

—¡Los diseños son geniales, Megan! Definitivamente ellos tienen que usarlos —habló Lee con una gran sonrisa, mirando los bocetos que tenía en las manos George, con Fred asomándose para verlos desde su cama. Megan le sonrió, sintiéndose cómoda ahí.

Estuvieron ahí varios minutos hablando de otras cosas, entre esas ideas para nuevos productos, y Megan se dedicó en ayudarles con cuál diseño de los suyos podrían implementar para cada uno. Todos estaban muy animados, pensando en la fiesta que harían los gemelos para su cumpleaños, aunque debía ser algo discreto ya que Umbridge estaba muy al pendiente de eso junto a la Brigada Inquisitorial. Pero, tras hablarlo un rato, al final decidieron no hacer nada para no alborotar Hogwarts.

George y Lee se fueron a buscar comida para todos, dejándola a solas con Fred. Megan se sintió un poco cohibida cuando supo qué significaba, pero a la vez sí quería estar a solas con él, solo que el recordar que casi se iba de Hogwarts aún era doloroso para ella.

—Me gustó la boina, creo que será mi nuevo accesorio favorito —le dijo Fred para romper el silencio. Se había acercado más a ella, abrazándola por los hombros y le dio una sonrisa enorme. Megan esbozo una sonrisa también al oír sus palabras, y murmuró con burla:

—Si no te la veo puesta te voy a matar.

—¡Pero! ¡Cuánta agresividad! —se quejó Fred haciendo un puchero. Megan se carcajeó.

—Es solo… que estaba indecisa de qué regalarte. Siendo que también está George, me parece un poco grosero darte algo más grande que a él… —se avergonzó un poco, ya que era algo que había pensado y no había dicho. Pudo ver como Fred alzó una ceja al oír sus palabras, pero no dudó en acercarse a ella y poner sus labios cerca de su oído, provocándole un escalofrío.

—Tú siempre serás el mejor regalo, Meg…

Las mejillas de Megan se tiñeron de rojo, y esquivó la mirada tan intensa de Fred. Debía admitir que su corazón latía con fuerza, sus manos comenzaron a sudar y sintió un revoltijo en su interior. Pero, no lo demostraría, no podía permitírselo sí aún no estaban seguros de qué harían en el futuro.

Aunque, eso no quitaba el hecho de que Megan aún estaba un poco aferrada a su plan, por lo que, tras respirar, se giró a verlo y le dio una sonrisa coqueta.

—Aún no recibes parte de tu regalo, así que… cuando quieras solo dime —puso su mano en la mejilla de Fred, mirándolo directamente a los ojos. Pudo ver que saltaron chispas de ambos, dejando en evidencia lo que buscaba de él y que evidentemente también quería de ella. El pelirrojo sonrió coquetamente, robándole un rápido beso en los labios.

—Esta noche suena bien —canturreó.

Como siempre, posterior al cumpleaños de los gemelos Weasley y a medida que avanzaba la semana de Pascua el tiempo se hizo más ventoso, soleado y cálido, pero Megan estaba atrapada dentro del castillo, como el resto de los alumnos de quinto y séptimo, sin más ocupación que repasar e ir y venir de la biblioteca junto con Layla y Wayne. Los TIMOs estaban cada vez más cerca, aunado a los deberes que les encargaban no tenían tiempo ni de respirar. Recordaba aquellos años en los que podían salir al jardín, tomar un poco de sol y divertirse sin remordimientos en esas pequeñas vacaciones. Ojalá ese año hubiera podido ser igual.

Se encontraba en su Sala Común haciendo un ensayo mientras intentaba no aburrirse más de lo que ya estaba. Un compañero de segundo año le dijo que alguien la buscaba afuera, así que guardó sus cosas y se dirigió hacia la entrada de la Sala Común de Hufflepuff, encontrando a Fred con una sonrisa y las manos detrás de la espalda.

—Linda rubia, te tengo un regalo —dijo con voz cantarina. Megan alzó una ceja con curiosidad.

—Ah, ¿sí? Pero no es mi cumpleaños.

—No es necesario que lo sea.

Megan se rio, apoyando la espalda en la pared y lo miró inquisitiva.

—Muéstrame, entonces.

Fred sonrió y de su espalda sacó una una caja envuelta con papel marrón, con su otra mano sujetó su mano derecha y la puso encima ella; era evidente que la habían desenvuelto y la habían vuelto a envolver con descuido. En el papel había una nota escrita con tinta roja que rezaba: «Inspeccionado y aprobado por la Suma Inquisidora de Hogwarts».

—Son huevos de Pascua que nos envía mi madre.

Al abrir la caja se podía apreciar el bonito huevo de chocolate decorado con pequeños corazones rojos glaseados que, según el envoltorio, contenía una bolsa de meigas fritas. Miró a Fred y él seguía sonriendo, haciéndole señas para que comiera, por lo que abrió con cuidado el huevo y le dio un mordisco, descubriendo dentro la bolsa con las meigas fritas. Rápidamente un sabor de chocolate casero inundó su paladar y no pudo dejar de comerlo, al menos hasta que terminó; abrió la pequeña bolsa con las meigas y las probó, degustándolas.

—¡Deliciosas! —exclamó con emoción al terminar de masticar. Fred soltó una carcajada, asintiendo y dándole una palmada en la cabeza. Megan sintió que se ruborizaba, pero decidió ignorarlo para no demostrarle lo bonito que sintió aquel gesto.

—Por supuesto, las hizo mi madre.

—Dile que la amo, muchas gracias.

En verdad extrañaba a la señora Weasley, siempre había sido muy buena con ella y agradecía cada buen gesto que tenía. Ni siquiera había recibido cartas de su madrastra desde aquella que la dejó tan afectada.

—¿Estas vacaciones dónde las pasarás? —le preguntó Fred, cambiando de tema. Megan soltó un suspiro, y se pudo ver un dije de tristeza en su rostro y su voz al hablar.

—No tengo idea. Seguramente vaya a donde la Orden… Ya no tengo un hogar, Fred.

El pelirrojo se apoyó en la pared a su lado, pasando su brazo por los hombros de la rubia y la atrajó hacia él. Pudo escuchar que él estaba respirando tranquilamente, lo que se le contagió y apoyó su cabeza en su pecho, escuchando también los latidos de su corazón.

—Podrías ir a vivir conmigo en la tienda —propuso, y aunque su tono pudo haber pasado por sarcasmo, sabía que lo decía de verdad. Soltó una risita nerviosa.

—No puedo, Fred, debo estar en un lugar con adultos responsables.

—¡Yo soy un adulto responsable! —se quejó él con diversión, riéndose—. O bueno, lo seré en cuanto me vaya de Hogwarts.

—Si tu dices… —murmuró divertida. Fred la miró con una ceja alzada y se acercó a su rostro, susurrando:

—¿Dudas de mí?

—Dudo sobre tu concepto de «adulto responsable».

—¡Vamos, rubia! —se quejó Fred, comenzando a jalar su brazo con diversión.

Megan siguió riendo y negó con la cabeza, le parecía increíble que ambos pudieran tener momentos así en situaciones tan complicadas como los TIMOs y en caso de él, con su plan de huida de Hogwarts.

—Déjalo ya, Fred.

Para subrayar la importancia de los próximos exámenes, una serie de folletos, prospectos y anuncios relacionados con varias carreras mágicas aparecieron encima de las mesas de la sala común de Hufflepuff poco después de que las vacaciones finalizarán, y en el tablón de anuncios colgaron un letrero que decía:

ORIENTACIÓN ACADÉMICA
Todos los alumnos de quinto curso tendrán, durante la primera semana del trimestre de verano, una breve entrevista con el jefe de su casa para hablar de las futuras carreras. Las fechas y las horas de las entrevistas individuales se indican a continuación.

Megan revisó la lista y vio que la profesora Sprout la esperaba en su despacho el miércoles a las siete de la mañana y de buena suerte tenía libre el periodo; aunque la hora no le agradaba mucho. Ella y los otros alumnos de quinto habían pasado una parte considerable del último fin de semana de las vacaciones de Pascua leyendo la información sobre diferentes carreras que habían dejado en la sala para que los alumnos la examinaran.

—Me interesa ser aurora —comentó Megan la última noche de vacaciones—. En verdad quiero ayudar al mundo mágico con todo esto...

Megan lo había estado pensando desde el primer año, pero no estaba tan segura ya que su madrastra no apoyaría esa decisión. Pero, ahora que ya no vivía con ella y tenía su propia bóveda en Gringotts, sabía que podría costearse sus estudios de la Academia y llegar a ser Aurora. Además, lo suyo era ayudar a la gente que no podía hacerlo por sí misma, defender injusticias y sobre todo nunca quedarse callada en cosas que en verdad quisiera hacer lo correcto. Sólo esperaba que la guerra no explotara antes o sería aún más difícil, incluso siendo sangre pura debía tener cuidado con lo que hacía.

—Serías muy capaz —dijo Wayne, hojeando un folleto—. Escuchen esto: «¿Buscas una carrera interesante que implique viajes, aventuras y sustanciosas bonificaciones en metálico relacionadas con experiencias peligrosas? Pues plantéate si quieres trabajar para Gringotts, el Banco Mágico, que recluta a rompedores de maldiciones y les ofrece emocionantes oportunidades en el extranjero». Piden Aritmancia, ¡podrías intentarlo, Lay!

Se giró para ver a su mejor amiga y la encontró enfrascada en un folleto en cuya portada se veía el emblema del hueso y la varita cruzados de San Mungo. Soltó una risita al saber que era una excelente opción para Layla, en definitiva tenía rama de Sanadora.

—Me interesa más la Sanación, creo que es para mí —respondió sonriente—, no sé qué opinen. A la vez quiero ser profesora de Hogwarts...

—Ambas ideas me parecen perfectas para ti —interrumpió Ernie llegando y sentándose a su lado. Él también traía varios folletos a la mano y se veía muy sonriente—. Tu habilidad para enseñar es increíble, y luego para ayudar, vaya, sin palabras.

—¿Y tú, Macmillan? —inquirió Megan, acomodándose mejor y colocando su cabeza en su brazo, que estaba recargando en sus piernas, curiosa.

—Creí que habíamos dejado las formalidades, Megan —se burló. La rubia se encogió de hombros en respuesta—, pero me interesa trabajar en el Ministerio, en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, ¿qué opinan?

No sabía por qué, pero para Megan había sido gracioso imaginarse a Ernie en el Ministerio, precisamente en ese puesto, por lo que se rio y cuando estaba a punto de decir algo burlón Layla la interrumpió.

—Suena increíble, Ernie, ¿y Hannah? ¿Sabes que le gustaría?

—No me ha dicho aún —suspiró—, pero en verdad, tenemos que decidir bien qué es lo que vamos a ejercer. No es cualquier decisión, y como todos somos muy buenos en muchas ramas, no deberíamos batallar.

—Que halagador —dijo sorna la rubia, soltando una risa burlona—. Deberías decirle a Hannah que se tranquilice, es decir, en las noches no me deja dormir por su terrible llanto, ¡no sé cómo pueden dormir! —se refirió a Layla y a las demás chicas de habitación. Y es que era cierto, Megan comenzaba a padecer de problemas para conciliar el sueño debido a las múltiples veces que Hannah la había despertado en la madrugada.

—No todos sobrellevamos de la misma manera tanta presión, Meg —la regañó la castaña—. Déjala tranquila.

—¿Y dónde está, por cierto? —preguntó Wayne intentando cambiar de tema—. Hannah, quiero decir.

—No tengo idea, últimamente, gracias al estrés que tiene se la vive en la Biblioteca con Neville.

—Ahora se llama estrés —se burló en voz baja, diciéndolo en un susurro que solo alcanzó a oír Wayne, riéndose él también.

Siguieron platicando sobre las profesiones, pero al menos Megan ya estaba segura de lo que iba a querer estudiar. Llegando a su habitación se puso a ver los demás folletos, aunque ninguno robó su atención. Posterior a eso estuvo revisando una libreta en la que tenía anotado todos los movimientos de su bóveda junto a la cantidad de dinero, así como los precios que venían en el folleto de los Aurores; podría costearlo, pero en caso que llegara a fallar no podría tener un plan b, ya que ahí se iría todo su dinero si consideraba una renta y comida de los tres años que duraba la academia. Soltó un largo suspiro al darse cuenta que tendría que poner mucho empeño.

Decidida a distraerse y aprovechando que Layla se había dormido temprano, bajó a la Sala Común y al percatarse que casi no había muchas personas salió de ahí. Por alguna razón se sintió sofocada.

—¿Megs?

Aquella voz la conocía bien y no le agradaba nada. Decidió no voltear e intentar regresar a su Sala Común, pero una mano la sostuvo en el brazo. Kevin Entwhistle estaba detrás de ella con una gran sonrisa que le provocó náuseas. Megan ni siquiera se había acordado del Ravenclaw debido a todo lo que había tenido encima los últimos meses, así que no pudo evitar que su rostro mostrara lo incómoda que se sentía con su presencia.

—Tengo prisa —murmuró con mal tono, intentando quitar la mano de Entwhistle de su brazo, aunque no lo logró—. Suéltame.

—Quería preguntarte algo —él susurró y se acercó un poco a ella, pero Megan se alejó de igual manera—. ¿Qué planeas estudiar? Había estado pensando en que a ti te gustaría ser Aurora, yo también quiero serlo.

Megan no era tonta. Si cualquier persona le dijera eso diría que sí y platicarían sobre eso, pero Kevin Entwhistle nunca le había causado buena impresión y siempre decía cosas para intentar estar cerca de ella (no en el buen sentido). Volvió a mover su brazo con disgusto, y lo miró con molestia ya que poco a poco se acababa su paciencia y odiaba que alguien que no apreciaba la tocara mínimamente.

—No seré Aurora —mintió, viéndolo a los ojos fijamente para que creyera que era la verdad—. Suéltame o voy a gritar, Entwhistle.

—Pero no te estoy haciendo daño —parecía no comprender la gravedad de la situación, aunque sí la soltó. Megan al instante se alejó varios pasos hacia atrás, aún posando su furiosa mirada sobre él.

—No importa si tú crees hacer daño o no, a mí no me gusta que me toques y te lo he dicho un millón de veces. ¿Por qué eres tan insistente, carajo? Ni siquiera somos amigos —le reprochó, a pesar de que su voz comenzaba a temblar un poco. Tal vez era todo lo que tenía encima, los exámenes y la próxima huida de Fred del colegio… La ponían tensa y cualquier cosa la estaba alterando; y eso había empeorado cuando le llegó la menstruación hace dos días.

Entwhistle frunció el ceño al oírla.

—Megs, no tienes que ponerte de esa manera. No es para tanto.

Y claramente eso colmó la paciencia de Megan Jones.

—¿Que no es para tanto…? —repitió mientras arrastraba las palabras, sobándose la sien con dureza—. Carajo, Entwhistle, creí que al ser Ravenclaw eras un poco más inteligente. ¿Has pensado alguna vez en los sentimientos de los demás? No todos quieren lo mismo que tú, no porque quieras acercarte a alguien significa que la persona también quiera. Todo depende de cómo lo hagas y conmigo al menos siempre has sido tan jodidamente insistente que me has cansado. No somos amigos, conocidos, ni siquiera te considero un compañero. Tampoco debería estar dándote aclaraciones, es sólo que ya estoy harta de ti y lo siento si daño tus sentimientos, pero he llegado al límite y tú sólo lo provocaste. ¿Entendiste?

Él parpadeó varias veces, como si apenas comprendiera todas sus palabras. Megan tenía el rostro enrojecido, estaba apretando sus labios tanto que no se veían y ahora su color era blanco, y su ceño estaba muy fruncido. No planeaba volver a decirlo, sabía que era capaz de lanzarle una maldición la siguiente vez que se atreviera a molestarla y no dudaría ni dos segundos en hacerlo.

Aunque parecía que Entwhistle respondería, no lo hizo, sino que se quedó callado procesando sus palabras aún. Megan decidió no agotarse más con él.

—Me iré —avisó sin más, golpeando los barriles de la entrada de su Sala Común y al finalizar miró de reojo a Entwhistle antes de entrar y dejarlo solo.

La vida de Megan Jones cada vez era más caótica y solo esperaba que no siguiera así.

capitulo corto, pero últimamente tengo poca motivación con esta historia /cries
espero que les haya gustado, les tqm!!

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