sweet nothing ❪spencer reid❫

By lovelypugh

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❛todo lo que quisiste de mi fueron palabras dulces❜ ❪spencer reid x fem oc❫ ❪start; 01/01/2023 ❫ ❪criminal mi... More

all that u ever wanted from me was sweet nothing . . .
PRÓLOGO
i. TALASOFOBIA
ii. LA CASA DE LOS ESPÍRITUS
iii. VENENO
iv. CALISTA
v. CIEN AÑOS DE SOLEDAD
vi. ANGIE
vii. VAMOS A CASA
viii. AGENTE GREGG

ix. EL RESPLANDOR

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By lovelypugh

TW: Infanticidio, traumas, ansiedad.

ARMELLE TENÍA UN PROBLEMA. Un gran proble ma. Mientras revolvía frenéticamente su ropa dentro del cajón, jaloneaba prendas de los ganchos, y descartaba playeras, se revolvía el estrés en su interior. Era urgente. Si no lo encontraba, entonces estaba todo arruinado.

-¿Y no puedes irte con ropa normal o algo así?-Preguntó Jamila, mientras fruncía el ceño y miraba a Armelle abrir otro cajón.

-No me sentiría bien. Sabes que es tradición que me vaya disfrazada a ver esta clase de películas al cine-Respondió ella, mientras cerraba el cajón con la cadera y revolvía la ropa que había dejado sobre el sillón, la que no estaba ni completamente limpia ni tampoco sucia. Su madre le reprendería si viera su habitación. Nunca había sido buena para mantener las cosas ordenadas, no por mucho tiempo. Y la ropa era su mayor debilidad. No entendía como la gente podía tener las prendas dobladas o colgadas con especial precisión. Se había resignado a que era imposible que ella lo lograra.

-¿Checaste en el cesto de la ropa sucia?

-Ya, en la mañana. No está. Debe de estar por aquí-Respondió Armelle, mientras levantaba un saco que había perdido meses antes, y sacudía el polvo de una playera de una película de terror que había ido a ver unos años antes.

Jamila frunció el ceño, mirando su desastre. No decía nada. Sabía que sería en vano. Pero si había algo para lo que la joven fuera buena, era mantener la ropa ordenada, limpia y selecta. Jamila nunca tenía el problema de tener demasiado ropa, o de tener demasiado poca. Tenía la necesaria para lo que su trabajo y su vida fuera de este le exigían. Armelle admiraba eso de ella. Deseaba poder desprenderse de cosas con tanta facilidad, de botar los recuerdos y el cariño que para ella, acompañaba cada prenda sin sentirse como si le estuvieran quitando una parte de ella. Incluso si era una sudadera que ya no fuera a volver a usar, o un pantalón que nunca le gustó, se aferraba a los recuerdos. Y eso, lo hacía difícil de desechar.

Armelle movió un abrigo de lana que había puesto sobre el baúl a los pies de su cama desde meses antes, y soltó un grito de euforia-¡Eureka!

Debajo del abrigo, se encontraba el overol café que había estado buscando. Lo tomó, limpió algunas motas de polvo que habían caído sobre de él y se habían quedado pegadas por el tiempo que había pasado sin ser usado, y después, se quitó los pantalones y se lo puso.

-¿Se ve bien?-Preguntó Armelle, mientras se miraba al espejo. Se sintió ridícula, con su camisa a cuadros verde claro y verde oscuro, y su overol. Le quedaba bien, claro. Todo lo quedaba perfecto. Pero había algo en su atuendo que no le convencía. De repente, fue demasiado consciente de todas esas cosas de su ropa que no le favorecían. Miró a Jamila a través de su reflejo, que tenía los ojos pegados a ella, evaluándola. No parecía crítica. No parecía pensar algo malo. Solamente, la evaluaba.

-Se ve perfecto. Te pareces muchísimo a la Wendy Torrance de Shelley Duvall. Además, esa camisa verde hace resaltar el color de tu pelo-Dijo su amiga sonriendo, mientras miraba su atuendo y asentía-Es genial.

Armelle sonrió ligeramente-Gracias-Le hacía sentir un poco más tranquila. No lo suficiente para acallar esas desagradables voces de su mente, pero si hacerlas bajar el volumen en que hablaban. Ahora no le gritaban. Solo le susurraban al oído. Y si trataba mucho, casi podía eliminarlas por completo.

-¿En cuánto tiempo tienes que estar en el cine?

-Media hora-Respondió ella, tomando su bolso y verificando, por tercera vez en los últimos veinte minutos desde que había comenzando la búsqueda exhaustiva de su overol, que todo estuviera en orden. Sabía que estaba en orden. Pero las ansias de verificar que lo estuviera, varias veces antes de salir, eran más fuertes que su voluntad de no hacerlo.

-¿Y además de ese agente...?

-Doctor.

Jamila arqueó la ceja-Bien, doctor. Ese doctor Reid, ¿Dijiste que van más personas?

-Sus amigos.

-Hummm-Armelle frunció el ceño. Jamila no parecía convencida de algo. ¿De qué? Esa era la pregunta que Armelle también se hacía. No entendía esa perspicacia y precaución con que parecía estar tomando todo ese asunto. Solo iba a ir al cine con Spencer y sus amigos. No entendía que había de malo en eso. Era verdad que era un poco raro, es decir... Se habían conocido realmente y habían comenzando a forjar su amistad mientras él trabajaba en un homicidio donde ella había sido sospechosa principal. Pero no entendía por qué parecía tan... Extraña.

-¿Qué pasa?

-Nada. Solo pienso que... Nada.

-No, dime qué-Armelle trató de ocultar la ansiedad en su voz. Odiaba cuando las personas hacían eso. Cuando clavaban la espina, pero ocultaban la verdad de sus pensamientos. La hacía sobrepensar mucho. Y eso, la hacía odiarse a si misma-Por favor-Dijo, ligeramente nerviosa.

Jamila pareció entenderlo, y su expresión se aligeró-Solo pienso que no me da mucha confianza, ¿Sabes? No sé qué pensar del doctor Reid...

-Es un buen hombre-Dijo Armelle, un poco a la defensiva, sorprendiéndose a si misma. Jamila había tocado una fibra sensible. No iba a tolerar críticas hacia Spencer, ni mucho menos desconfianza. Él era uno del reducido grupo de personas (Conformado por dos, en realidad. Y una de ellas era su mejor amiga) que le habían creído cuando había dicho que no era culpable. Él había tratado de ayudarla. Y la había escuchado antes, durante y después del caso de Ansel. No era su responsabilidad hacerlo. No era algo que le exigiera su trabajo. Y de todas formas, lo había hecho. En apariencia, gustoso y amable. Armelle se sentía en deuda con él. Y no permitiría que alguien tratara de hablar mal de Spencer mientras estuviera ella en su presencia.

-No digo que no. Solo digo que dudo que sea profesional de su parte involucrarse de cualquier forma con una persona que forma parte del grupo de familiares de la víctima de uno de sus casos.

-Ya no es su caso. Está cerrado, así que ya no hay esa prohibición-Dijo Armelle-Me agrada el doctor Reid. Creo que estamos comenzando a ser buenos amigos, así que realmente no veo el problema.

Jamila dudó, pero finalmente se encogió de hombros-No estoy completamente de acuerdo con esto, pero está bien. Creo que te ves animada respecto a salir con esas personas, y eso es bueno. Además, no estás haciendo nada que afecte a tu salud.

Ella asintió. Seguía un poco preocupada, por la expresión de la mirada de Jamila, como si le ocultara algo, pero contenta. Parecía haberlo aceptado-¿Se ve bien?-Dijo, observándose al espejo.

Jamila asintió-Te ves lindísima.

Armelle sonrió.

( . . . )

EL AIRE ERA FRÍO CUANDO ARMELLE APARCÓ EN EL ESTACIONAMIENTO DE CIELO ABIERTO DEL CINE. Era una noche ventosa, que desordenó ligeramente su cabello una vez que bajó del carro y trabó la puerta. Verificó de nuevo las cosas de su bolsa, y se arregló el peinado, mientras caminaba en dirección a la entrada. Estaba nerviosa. Hacía un buen tiempo que no salía con un grupo de amigos, y menos aún, con un grupo de personas en que solamente mantuviera amistad con una de ellas.

Trató de ignorar todos esos pensamientos que insistían en que acudir había sido una pésima idea.

Sus botas hacían ruido contra el pavimento, y por alguna razón desconocida, Armelle encontraba ese sonido bastante reconfortante y satisfactorio. Sacó su celular del bolso y envió un mensaje a Spencer.

"Ya estoy en el estacionamiento :D, caminando hacia la puerta"

Recibió una respuesta inmediata. "Perfecto, nosotros estamos esperándote aquí."

Apuró el paso, mientras buscaba con la mirada a el doctor y al grupo que lo acompañaba. El cine y el centro comercial eran grandes, y había varias familias y amigos rondando por el lugar, entrando y saliendo de las salas, de las tiendas, riendo y hablando. La cantidad de personas le complicaba la tarea de encontrar a su grupo.

Pasó junto a un par de chicas que reían mientras miraban indisimuladamente a un chico completamente ajeno a su presencia unos metros más adelante, e ignoró el llanto de un bebé en brazos de su madre, que le repetía que volverían por el peluche de un conejo la próxima vez en la plaza. Había mucho ruido, que rápidamente comenzó a hacer crecer el estrés en ella.

No era fanática de las grandes masas de personas en lugares públicos. Y, constantemente, se sentía sobreestimulada por tantos sonidos funcionando a la vez. La música que salía de una tienda, el ruido que causaban los bolos del área de juegos de otra al caer sobre el suelo, las pláticas y discusiones ajenas. Por un par de segundos, fue demasiado consciente de todo aquello, y se arrepintió de haber aceptado.

Finalmente, en el fondo, logró detectar al doctor Reid entre toda esa multitud. Llevaba el cabello peinado como era usual en él, hacia atrás. Por supuesto que fue el primero que detectó. Era más alto que la mayoría de las personas ahí, y el más alto en el grupo que le acompañaba. Iba vestido, además, con una camisa a cuadros morado-azulado y verdes, y una chaqueta roja. Armelle sonrió inmediatamente, al reconocer su disfraz. Él también buscaba algo con la mirada, y cuando centró sus ojos en ella, Armelle comprobó que había encontrado lo que estaba buscando. Una sensación agradable de alivio se extendió por su cuerpo, segura de haber encontrado a su grupo. Spencer sonrió en su dirección, emocionado, y movió la mano, a señal de saludo.

Ella caminó a paso rápido, sus botas siguiendo un ritmo marcado, y en pocos segundos, estuvo junto al grupo-Hola-Dijo, y su voz sonó agitada. Hasta ese momento, no había notado que le faltaba el aliento.

Logró reconocer a la mayoría. El agente Morgan, JJ y la agente Greenaway eran tres de las cinco personas presentes. Su sonrisa flanqueó ligeramente. No estaba segura de querer estar junto a Elle Greenaway de nuevo, en lo que le quedara de vida. "Solo estaba obedeciendo órdenes" se dijo a si misma, mientras la joven le sonreía educadamente. Pero, en el fondo de ella, había un pequeño resentimiento. Elle le había llegado. Había analizado su pasado, sus emociones y sus reacciones. Conocía bien sus defectos, y lo que le dolía. Y eso, pensaba Armelle, la hacía vulnerable frente a alguien que había entrado a esa parte íntima y sensible de ella sin su consentimiento. Nunca había considerado la posibilidad de que tuviera alguna clase de asunto sin resolver con la agente, pero mirándola frente a ella, no estaba segura de poder perdonar lo que le había hecho. Aunque fuera su trabajo.

A pesar de eso, le sonrió. Tendría cuidado con ella y lo que le revelaba, pero no pensaba portarse grosera. No parecía una mala persona. Sus conflictos personales y sentimentales contra Elle Greenaway no debían, en su opinión, intervenir con lo que ella consideraba que era una relación cordial.

-Cuando el chico bonito dijo que eras su cita, no le creí-Derek Morgan interrumpió sus pensamientos, sonriendo-Pero diablos, era verdad.

Spencer frunció el ceño-No usé la palabra cita. Es decir, técnicamente sí es una cita. Pero no en el contexto en que Morgan trata de hacerlo ver.

Morgan le revolvió el pelo. Spencer frunció el ceño-Si tú lo dices...-Dijo Morgan.

Una chica rubia que Armelle no conocía dio un paso hacia delante, con una gran sonrisa en el rostro-Penelope-Dijo, extendiendo su mano hacia ella-Me encanta tu overol.

Armelle le sonrió-Armelle.

-Lo sé-Ella seguía sonriendo amablemente en su dirección. Sus dientes se veían muy blancos enmarcados por sus labios pintados de rosa chicle. La joven frunció el ceño ligeramente, y fue entonces que Penelope aclaró-Soy la técnica analista del equipo. He visto tus redes sociales. Yo también soy muy fan de las romcoms.

Armelle le sonrió, y extendió su mano, en forma de puño-No... No soy mucho de saludos de manos.

Penelope transformó su saludo en un puño, y lo chocó con el de la chica-No te preocupes. Spencer tampoco.

JJ dio un paso delante y saludó a Armelle-Me gusta tu vestuario. Eres Wendy Torrance, ¿Verdad?-La chica asintió-García quería que viniéramos ambas vestidas de las gemelas...

-¡Era una gran idea!-Interrumpió Penelope, y Armelle se tomó su tiempo para observar su vestido azul con un lazo rosa, y su cabello acomodado sobre sus hombros con esmero. Su disfraz era mucho más exacto y evidente que el que ella había escogido, e inmediatamente supo que no era la primera vez que decidía tomar a las gemelas como su inspiración para un vestuario. A pesar de la exactitud de su vestimenta, la joven rubia había logrado impregnar su estilo estrafalario y maximalista en los lentes que había escogido, su bolso y sus zapatos. Armelle sabía que Penelope tenía un estilo que acompañaba a la perfección su forma de ser; llamativo y único. Eso solo hizo que le agradara todavía más.

-Ni siquiera estábamos seguros de que fueras a llegar a tiempo-Dijo Elle-Estabas en Virginia por la mañana.

-Tienen que comenzar a confiar en mis métodos. Puedo ser un poco distraída...

-Descuidada-Dijo Morgan, pero una sonrisa cariñosa y juguetona acompañó la palabra.

-Cuida tus palabras, agente Morgan-Respondió la joven, mirándolo seriamente con un tono amenazador-Sé dónde vives. Puedo ser un poco distraída, pero nunca he perdido un solo vuelo en mi vida. Y menos si el FBI logró conseguirme un asiento en primera clase.

-¿Te compraron un asiento en primera clase solo para venir a ver una película?-Armelle no logró ocultar su sorpresa en el tono de voz.

-Nonono, el agente Gideon-Armelle luchó por ignorar la miradita de lado que todos le dirigieron en el momento que Penelope mencionó a su padre-Me pidió que viniera a San Diego por un asunto del caso que están viendo. Solo adelanté mi llegada un día para poder acompañarlos al cine.

-No teníamos idea de que lograrías llegar a tiempo-Repitió Elle, pero esta vez, a forma de disculpa.

Garcia hizo un gesto de descarte, con indignación, pero era bastante evidente que estaba bromeando. Armelle amplió su sonrisa. Penelope irradiaba vida y felicidad, que contagiaba a todos a su paso. Era como si portara un reflector en el pecho, que dijera "Mírame". Era imposible ignorarla, imposible odiarla. Armelle aspiraba ser como ella.

-Vamos Penelope, te compraré un bote grande de palomitas-Dijo JJ, pasándole un brazo por encima de los hombros.

-¿Con caramelo?-JJ asintió-Sabes bien con qué sobornarme-Garcia le sonrió nuevamente a Armelle-Es genial conocerte en persona finalmente.

-Gracias. También me alegro de conocerte-Le respondió, haciéndole un gesto de asentimiento con la cabeza.

Garcia y JJ comenzaron a avanzar juntas mientras platicaban hacia el interior del cine. Spencer miró a Armelle, y le sonrió ligeramente. Sacó las manos de los bolsillos, y señaló, un tanto incómodo, la entrada del cine-¿Quieres...? ¿Vamos entrando?

Ella asintió-Adelante.

Ambos caminaron lado a lado. Armelle aceleró ligeramente el paso. No era de baja estatura, pero junto al doctor Reid y sus largas piernas, parecía diminuta. Un paso de él equivalía a dos de ella. Para cuando él se paró junto a la puerta para abrirla y la miró, dándole paso, Armelle respiraba un poco más acelerada de lo normal.

-Gracias-Dijo ella, mientras entraba. Spencer permitió que Elle pasara detrás de Armelle, y después, Morgan mantuvo la puerta abierta mientras él daba un paso al interior. Cerraron la puerta detrás de ellos.

Armelle siempre había gozado del olor en el cine. A desinfectante, palomitas de maíz, y la sensación del aire caliente en la sala de espera. Le gustaba ver películas en casa, por la comodidad de acostarse en su cama, ir a su propio baño, y poder ponerle pausa cuando lo deseara. Pero prefería sobremanera el acudir al cine, ver películas en la misma sala con personas que querían lo mismo que ella, tener la experiencia de comer palomitas de maíz recién hechas, ver los eventos suceder en una pantalla gigante y escucharlos en bocinas de gran tamaño. Había algo casi mágico en el cine. Y ella lo amaba.

Spencer caminaba a su lado, pero no le miraba. Tampoco parecía dispuesto a iniciar la conversación. Armelle tragó saliva, sonrió y le miró antes de decir-Con que Jack Torrance, ¿Huh?

Spencer le miró, y también sonrió-Tú vienes vestida de Wendy.

-Nunca pensé ver a un perfilador criminal vestido como un psicópata para ver una película de terror.

-De hecho, el diagnóstico de personalidad de Jack Torrance es bastante complicado. Su personalidad es complicada, extraña y puede llegar a ser inconsistente con el diagnóstico, pero sin lugar a dudas sufre trastorno de la personalidad esquizoide, con características de esquizofrenia paranoide y simple. Aunque hay muchos factores que intervienen, y también se puede decir que sufría de estrés postraumático con rasgos de esquizofrenia. Además, al aceptar un trabajo donde se encontraba en el aislamiento social y al combinarlo con sus adicciones, esto influye considerablemente dentro de su diagnóstico. Pero no era un psicópata.

Armelle había comenzando a tomarle el gusto a escuchar a Spencer hacer eso. Decir datos, analizar cosas, corregir las equivocaciones que ella tomaba. No la hacía sentir como una estúpida, ni parecía ser en absoluto su intención. Era más bien, algo que a él le apasionaba. Parecía realmente feliz de compartir esos datos. Y a ella no le molestaba para nada el escucharlo.

-Está interesante.

-Sí. Creo que me gusta mucho el Resplandor porque puedes ver la evolución de las enfermedades en Jack Torrance, al menos en el libro-Tragó saliva, y dijo-Creo que entiendo un poco el por qué a Stephen King no le gusta la adaptación de Kubrick. Tiene razón, su Jack Torrance parece tener una personalidad que rosa lo sociopático y una personalidad paranoide desde el inicio de la película. Pero en el libro, es algo que va sucediendo de forma periódica y casi invisible al inicio. No te esperas lo que le pasa al final. Creo que eso es lo que de verdad infunde miedo. No los sucesos paranormales, no el aislamiento, si no que Jack Torrance, un hombre normal, un padre normal, un esposo normal, haya perdido la cabeza por completo. No da miedo lo sobrenatural. Da miedo que lo normal pueda convertirse en algo terrible, y de una forma cíclica pero que no puede percibirse como lo que es hasta que ya no hay vuelta atrás... Es aterrador.

Mientras decía eso, su mirada se endureció, y Armelle pudo ver algo que nunca antes había visto en Spencer. Un sentimiento pesado, doloroso, que había mantenido oculto. Culpa. Spencer Reid, el amable doctor que había cuidado de ella en su peor momento, sentía culpa de algo. Sintió una punzada en el corazón, mientras pensaba en lo doloroso que era el hecho de que un ser humano como él, tan puro e inocente, pudiera sentir una emoción tan terrible como lo era la culpa. No le había pasado por la cabeza la posibilidad de que conociera un sentimiento similar. Y una duda se abrió paso por su mente, mientras llegaba a la conclusión de que la mirada perdida y los labios fruncidos en ese arrepentimiento eran la prueba de que estaba inmerso en sus pensamientos: ¿Qué era tan malo o doloroso en el pasado de Spencer para hacerlo sentirse culpable? Una culpa tan grande y abrazadora que pesaba sobre sus hombros y los hundía inconscientemente.

-Creo que lo entiendo-Dijo ella en voz baja. Y era verdad. Entendía el temor de perder la cabeza, de sentir que caías en un vacío cíclico y sin solución, la incertidumbre de saber si algún día las cosas serían mejores.

La mirada de Spencer se aclaró, y centró sus ojos en Armelle-Lo siento.

-¿Por qué?

-Porque nadie debería entender un sentimiento tan horrible. Siento mucho que puedas entenderlo. Eres una gran persona.

Un nudo se instaló en la garganta de Armelle. "Eres una gran persona". No siempre lo creía. No siempre se sentía como una gran persona. Pero oírlo decir de Spencer lo hizo muy especial. Y le hizo creer que era cierto, aunque fuera por una fracción de segundo.

-Tú también eres una gran persona, Spencer.

Ambos se miraron un segundo, viendo en las profundidades del alma del otro. Armelle pudo ver que debajo de todo esa amabilidad y cariño, esa alma pura que el joven frente a ella tenía, había una agonizante cantidad de dolor. Y mientras él la perforaba con su mirada, se sintió como si estuviera desnuda. Estaba segura de que podía ver todo de ella, las partes que más le gustaban, las que menos, aquellas que odiaba. Ambos tenían su historia personal. Ambos cargaban sus culpas, dolores, pesadillas. Y en ese instante, estaban contemplando a las del otro. Y decidían aceptarlas, como parte de un completo.

Armelle se sintió aceptada por lo que era, por cada parte de ella. Y agradeció, aliviada y en silencio, que Spencer fuera su amigo.

-Spence, Armelle, ¿Van a querer algo?-Preguntó JJ dándose la vuelta. Ambos la miraron, y Armelle pudo observar el arrepentimiento en su mirada una vez que se dio cuenta del momento íntimo que había interrumpido. Pero no había nada que hacer. Ambos despertaron de ese instante, y volvieron a la realidad, como si no hubiera sucedido.

-Dr Pepper, por favor-Dijo Armelle-¡Y palomitas! De mantequilla. Grandes.

-Igual-Dijo Spencer. Después, añadió-Y unos Starburst.

JJ asintió, y se volvió hacia la caja. Armelle arqueó una ceja, y miró a Spencer-¿Starburst? No pensé que fueras muy fanático de los dulces como esos.

Él se encogió de hombros-Me gusta la sensación que me dejan en la boca. Tengo que confesarlo, encuentro un poco adictivo el masticarlos. Es muy placentero, no sé por qué.

Ella asintió. Archivó esa pequeña pieza de información sobre el doctor Reid en la carpeta mental de cosas que aprendía sobre él. No sabía de qué podría servirle en el futuro, pero era algo que hacía con todas las personas importantes para ella, sobre todo sus amigos. Guardar mentalmente la información que recopilaba de sus conversaciones para saber qué les gustaba, qué les disgustaba, lo más importante para ellos. Cuando era pequeña, era muy extraña la ocasión en que alguien recordara lo que era importante para ella, o le prestaran atención siquiera cuando hablaba. No era una sensación agradable. Ver la expresión de felicidad de alguien cuando recordabas algo que era importante para ellos, era un recuerdo que no tenía precio, y Armelle trataba de hacer posible eso siempre que estaba a su alcance.

El empleado del cine le tendió la bandeja de alimentos a JJ, y Spencer miró a Armelle-Voy a ayudarla, ahora vuelvo-Salió caminando en dirección a su amiga sin esperar respuesta.

Armelle cruzó los brazos sobre el pecho, mirando a Spencer tomar la bandeja de las manos de JJ y sonreír al empleado y a la joven rubia. Se balanceó ligeramente, colocando correctamente el peso sobre sus brazos, y después comenzó a caminar en compañía de JJ, mientras mantenían una plática amigable.

Penelope Garcia se acercó a Armelle, con una bolsa de plástico llena de distintos tipos de dulces. Le tendió la bolsa a la chica, que negó con la cabeza antes de decir-No, gracias-Garcia regresó la bolsa hacia ella, y tomó un puño pequeño de dulces que se metió a la boca.

Amabas miraron al dúo hablar, y después, observaron a Morgan y Elle discutir juguetonamente mientras comían papas tostadas y señalaban distintas películas en cartelera. Había un ambiente tranquilo y cariñoso entre ellos. Armelle no pudo evitar notar el contraste entre su vida en el FBI y su vida fuera de ella. No eran solamente agentes, desalmados, insensibles, que seguían órdenes. Eran también personas, con amigos, gustos e intereses en común. Y además, todos eran jóvenes, como ella. Le resultaba un poco extraño, observarlos sin armas, vestidos de forma casual o con disfraces en lugar de su ropa de trabajo. Eran veinteañeros, en una salida semanal al cine con sus amigos.

Todavía tenía que acostumbrarse a eso.

-Es un poco raro acostumbrarse a verlos ser tan...

-¿Poco serios?-Armelle asintió. Penelope miró a sus amigos, y sonrió ligeramente, con un cariño que enterneció el corazón de la otra muchacha. Entonces, dijo-¿Te puedo decir algo?

-Claro que sí.

-Todos estamos aquí, por historias personales, caminos distintos que nos llevaron hasta este lugar. Y hemos decidido no irnos. Pero eso no cambia que sea complicado-La mirada de lado que Penelope le dirigió no pasó desapercibida por Armelle-Creo que tú lo sabes mejor que nadie-Se encogió de hombros-A veces es difícil salir de eso, incluso cuando el trabajo se ha terminado. Simplemente... Ves el mundo de forma distinta, amenazadora y aterradora. Y eso da miedo. Pero al final del día, somos personas. Somos humanos. Somos chicos tratando de vivir nuestra vida mientras la arriesgamos en busca de un mundo mejor. Esta clase de momentos son muy valiosos, y raros en nosotros. No todos los días tienes la oportunidad de desconectarte de ese mundo oscuro que es la mente criminal.

Las palabras de Garcia regresaron a Armelle a sus pensamientos respecto a la culpa que descansaba sobre Spencer. "Historias personales, caminos distintos que nos llevaron hasta este lugar". Él tenía una historia. Una historia que, definitivamente, no era agradable. Otra punzada en el corazón. La mera idea de que Spencer sufriera, de que algo malo hubiera sucedido en su vida y fuera causante de esa apabullante oscuridad en su interior, le causaba un dolor en el pecho y la necesidad de gritar. Miró al resto del equipo, pensando en esas palabras. ¿Qué sería de la historia del agente Morgan? ¿O de JJ? ¿O de Elle? Regresó la mirada hacia Penelope, y pudo verla con claridad. Ella también tenía una historia. Una historia de dolor y buenos momentos, que la habían formado en la persona que era. En ese rayo de sol en la vida de las personas de su alrededor. Armelle fue muy consciente, en ese momento, de las heridas personales del resto. De las cicatrices que tenían en el alma, y el dolor fantasma que permanecía sobre de ellas incluso después de haber sanado. Podía entenderlo, claro que podía. Ella vivía con ello todos los días. Pero verlo reflejado en otras personas, comprender que también tenían sus historias, trágicas y felices, le hizo sentir menos sola. Y más esperanzada. Esperanzada de sanar, y formarse a partir de lo que le había sucedido.

-Gracias. Por confiar en mi tus palabras. Y ser tan amable aunque apenas me conoces. Gracias por todo, en realidad. Eres muy linda-Dijo, mirando a Penelope.

Ella le ofreció la sonrisa más grande del universo-Ayyyy, cielo-Garcia colocó sus brazos alrededor de su cuerpo, y la apretujó contra ella. Armelle cerró los ojos y se dejó llevar. Odiaba que tomaran sus manos. Pero, irónicamente, amaba los abrazos. Penelope olía a dulces. Y en ese momento, le estaba dando uno de los mejores abrazos que hubiera tenido en toda su vida. Quería quedarse estancada entre los brazos de Penelope Garcia por el resto de tiempo que le quedara de existencia-Spencer tenía razón, eres de verdad una persona increíble.

Ambas caminaron en dirección a los otros cuatro chicos, y solo entonces, Armelle se dio cuenta de que Spencer le había hablado de ella a Garcia. Sonrió, con una agradable sensación de felicidad expandiéndose por su estómago. Había tenido muchas amistades a lo largo del tiempo dónde no era prioridad de nadie. Y tener un amigo como Spencer, que le había hablado a sus amigos de ella, le hacía sentir querida. Le hacía sentir importante para alguien.

Todos se encaminaron juntos, manteniendo conversaciones pasajeras el uno con el otro, mientras buscaban sus asientos en la sala.

-¿Qué asientos escogieron?-Preguntó Elle.

-Morgan los escogió-Dijo JJ, mirando al joven.

-Los de adelante-Elle soltó un quejido-¡Son los mejores! No están hasta el frente, tres filas atrás.

-De hecho, el tema de los mejores asientos en el cine siempre ha sido una gran controversia. Aunque la mayoría de personas, y de acuerdo con entrevistas a constructores y arquitectos, y visualizando el mapa general de construcción de un cine, puedes darte a la idea de que el mejor lugar para tener una buena experiencia audiovisual durante la película es en las filas intermedias, asientos intermedios. O, en su defecto, de tres a cuatro filas por debajo de las últimas filas. Esto por el acomodo de las bocinas y la facilidad del deslizamiento de la mirada por la pantalla grande.

-Gracias por el dato, Spence.

-A mí me gustan los asientos de hasta atrás-Dijo Armelle. No añadió que era porque su miedo constante era sentarse frente a alguien que tuviera alguna clase de emergencia y vomitara sobre de ella. Ese, en conjunto de muchos otros escenarios ficticios, eran manifestaciones de su ansiedad en el cine.

-Los asientos de hasta atrás eran los asientos que elegían los adolescentes que iban a manosearse con sus parejas.

-Yo también prefiero los asientos de atrás-Añadió JJ.

Mientras se acomodaban en sus lugares, primero Morgan, después Elle, después JJ, posterior a ella Penelope, Spencer y junto a él, Armelle. La última dijo, mientras se sentaba y acomodaba su overol con esmero-¿Qué aprendimos hoy? Que no deberían permitirle a Morgan, por nada del mundo, volver a elegir asientos en el cine-Lo hizo en un tono de broma, y sonriente, aparentando seguridad. No quería arruinarlo todo, y estaba ansiosa. Spencer lo podía notar, aunque no lo hizo visible, al observar sus manos entrechocar.

Penelope rio, Spencer, Elle y JJ sonrieron, y Morgan arqueó las cejas, divertido-De haber sabido que ibas a apuñalarme por la espalda de esa forma, le hubiera dicho a Spencer que no te hubiera invitado.

Ella sonrió y se inclinó hacia él-No te preocupes, todos tenemos nuestros defectos. Alguna cosa tenía que compensar tu increíble capacidad para desarmar bombas. Y creo yo, que la mayor bomba del momento es tu evidente incapacidad para elegir buenos asientos.

Esta vez, Spencer no pudo contenerse. Soltó una risa que reverberó por la sala entera, ganándose la mirada de algunas personas que pasaban por su lado. Armelle lo miró un segundo con confusión. Su chiste ni siquiera había sido así de gracioso. Pero después, sonrió, mientras veía a Penelope reír también. Lentamente, la risa se fue contagiando por el grupo con la efectividad de una gripa, y en menos de dos minutos, todos estaban riendo, más que nada, por la felicidad del momento compartido. Para cuando las risas cesaron, y Morgan negaba con la cabeza sonriendo en dirección de Armelle, ni siquiera recordaban con claridad el comentario.

( . . . )

EL RESPLANDOR DE KUBRICK ERA CONSIDERADA UNA DE LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR DE TODOS LOS TIEMPOS. Bueno, dependiendo de a quién le preguntaras. Si le preguntabas a un crítico de cine, probablemente te haría escuchar durante más de un ahora una explicación completa del significado de la película, los mensajes ocultos, la perfección matemática en el acomodo de la cámara, la colorimetría a lo largo de toda la película, y la calidad de la actuación. Ahora, si le preguntabas a Armelle Gideon su opinión sobre la película, te diría que era bastante aburrida.

Los hechos se desarrollaban de forma lenta al inicio de la película. Y aunque Armelle podía entender que el punto era hacer que la atmósfera de los escenarios tuviera esa sensación de atemporalidad, no podía tolerar la lentitud con que sucedían las cosas. Lo peor de todo era el suspenso. Sabía el final, sabía lo que sucedía, paso a paso, escena tras escena. Varias veces se sorprendió a punto de gritar, con ganas de saltar dentro de la película y proteger al pequeño Danny, un niño indefenso. Después, estuvo completamente enganchada de nuevo.

El mínimo cambio en la atmósfera, alguna escena que mostrara algo fuera de lo normal, le daba un pequeño sobresalto, que varias veces le ganó una mirada de parte de Spencer. Ella le sonreía y negaba con la cabeza, apenada por preocuparlo, pero muerta de miedo en el interior. El hotel en la película te causaba inevitablemente una incomodidad dentro del pecho, una inquietud y sensación paranormal que sobrepasaba las barreras de la pantalla para instalarse dentro de ti.

Lo peor de todo era Danny. Armelle no toleraba las películas donde hubiera niños afectados directamente por las situaciones dentro de ellas. Y en esta en particular, el que hubiera un niño tan pequeño, con un aspecto tan inocente y cuya psique apenas podía procesar los monstruosos sucesos de su alrededor, le resultaba insoportable. Quería abrazarlo. Llevarlo lejos de ahí, de su padre adicto, del hotel y sus fantasmas, de aquel mundo del cual no debería formar parte nadie. Conforme más avanzaba la película, más desesperada por él se sentía ella. Más terrible y trágico le parecía el final. Una parte de su persona, de su corazón, sentía dolor ante Danny Torrance, un niño, como ella cuando era pequeña, que no había tenido un buen padre, aunque fuera un contexto completamente distinto.

Su mente se perdió nuevamente en sus sentimientos y el pasado, y no pudo evitar sentirse identificada con él, con la sensación de incomprensión de ciertos sucesos, del trauma que le quedaría de por vida. Había leído el Resplandor, hacía mucho tiempo, pero nunca había visto la película antes. Y desde luego, nunca había sido tan consciente de lo asustado, incomprendido y solo que debía sentirse Danny. Del trauma que tendría que cargar después de los sucesos de la película, de lo que debería ser su vida de adulto. Del peso sobre los hombros de un niño.

-¿Estás bien?-El aliento del doctor Reid le rozó el cuello cuando él se inclinó ligeramente hacia ella, para susurrarle la pregunta. Olía a Starbursts.

Armelle se volvió hacia él. Lo tenía cerca, de manera que incluso en la penumbra del cine podía ver sus ojos, que resplandecían ante la luz que la pantalla proyectaba sobre de ellos, con un brillo de preocupación. Armelle odiaba que Spencer pareciera preocupado siempre que estaba con ella. Asintió con la cabeza, pero él no pareció seguro.

-Si no te sientes bien, podemos salirnos los dos, no te preocupes-Añadió el joven, mirándola fijamente. Armelle supo al instante, por la manera en que sus ojos se movían sobre su rostro, que estaba analizando sus emociones, y su reacción ante sus palabras. No supo como sentirse al respecto.

Esta vez, negó con la cabeza. Ella también se inclinó un poco hacia él, gesto que pareció desconcertar al doctor. Él parpadeó antes de bajar la mirada y alejarse un par de centímetros. ¿Por qué se alejaba? Armelle temía haberlo incomodado. Él se miró las manos medio segundo antes de volver la mirada hacia ella, y desviarla nuevamente hacia la pantalla, con nerviosismo. Finalmente, regresó a su rostro-Estoy bien. Ver las imágenes de Danny es algo difícil para mi-Respondió ella, alejándose nuevamente, mientras trataba de entender, con confusión, la reacción de Spencer. Parecía nervioso, pero, ¿Por qué? Era él el que se había acercado, era él el que la había invitado a esa salida en el cine, con sus amigos. Ella era su amiga, o eso había creído. ¿Estaba apresurando demasiado su amistad, y entrando en confianza demasiado pronto? Temía que sí, y que esa cercanía amistosa hubiera asustado al doctor. Eso definitivamente no era su intención.

-Lo entiendo-Murmuró él como respuesta, mientras se humedecía los labios. Una presión en el pecho de Armelle. Ahora comprendía las palabras que Spencer le había dicho antes, cuando le había dicho que lamentaba que entendiera el sufrimiento de ir perdiendo la cabeza poco a poco. Spencer no merecía entender lo que era identificarse con Danny Torrance. O quizás, Armelle estaba exagerando, y ese entendimiento no iba más allá que un par de palabras. Entonces, él habló de nuevo-Recuerda que...-Una mujer un par de filas más arriba los mandó callar. Spencer se sonrojó ligeramente por el regaño y las miradas austeras de los presentes, y bajó la voz-Si necesitas algo, me lo dices. Si no te sientes bien, podemos irnos, no hay problema, ¿Ok?

Armelle se sentía segura estando con Spencer. Quería llorar. No sentía que mereciera que alguien cuidara y se preocupara por ella-Ok-Respondió, en el mismo tono.

Ambos se volvieron hacia la película. Al menos, él no pareció ser consciente de las lágrimas que comenzaron a caer silenciosamente sobre las mejillas de Armelle cuando volvió la cabeza, ni de su respiración entrecortada mientras trataba de contenerlas.

¿Por qué le pasaba esto a ella? ¿Por qué no podía haber un solo día divertido en su vida, con personas de su edad, sin sentirse terriblemente mal? ¿Por qué la ansiedad le atacaba en los peores momentos? Sentía que había algo terriblemente mal en ella, algo que nunca podría reparar de ninguna forma. Ni con la terapia, ni con el medicamento, ni con los libros motivacionales que le regalaba su madre, ni las charlas de amor propio y superación personal a las que acompañaba a su hermano de vez en cuando. Simplemente, sentía que no podía avanzar. Y ahora, se había arruinado la velada una vez más.

¿No se cansaba de autosabotearse? No había otra forma de vivir que conociera. No podía evitarlo. El peso de saber que tendría que vivir con ella misma por el resto de sus días era demasiado de vez en cuando.

Armelle estaba cansada. Ni siquiera sabía si estaba llorando por Danny Torrance, o por lo tonta que se sentía llorando en el cine rodeada de gente que apenas conocía, o por haber hecho preocupar a Spencer, o por el miedo de haber apresurado las cosas y entender incorrectamente su amabilidad con el deseo de una buena amistad, o si estaba llorando por Spencer y el dolor que le causaba pensar en que alguien tan bueno pudiera sufrir tanto. No sabía si lloraba porque Ansel había muerto, o por su padre y el futuro incierto de su relación ahora que hablaban, o por Angie y el no poder hacer nada por él, o por el dolor de sentir que había algo irreparable dentro de ella. Solo lloraba. Y lloraba. Y lloraba. Eso era lo que había hecho toda su vida, eso era lo que hacía ahora. Llorar.

Tomó una servilleta y se limpió las lágrimas y los mocos de la forma más silenciosa que sabía, antes de volver a centrar la mirada en pantalla. Sospechaba lo que venía a continuación. Había leído el libro.

Las ruedas del carrito de Danny se deslizaban sobre el suelo del pasillo vacío. Pasa por la cocina, una habitación sombría de color gris, con platos blancos del lado derecho sobre las gavetas, y apresura el paso mientras pasa junto al garrafón del agua y el letrero de la basura en la entrada, al pasar por la puerta que separaba la cocina del resto del hotel. La música de suspenso y la iluminación hacen crecer en ti una ansiedad crepitante, un miedo de lo que fuera que pudiera haber del otro lado del pasillo. La cámara que sigue a Danny se aleja poco a poco de él, hasta que se pierde en la esquina derecha del pasillo, solo, indefenso, sin un padre, una madre, o un espectador que pueda salvarlo del horror que hay del otro lado. Y tú también estás solo.

La siguiente escena es Danny, recorriendo el pasillo siguiente, mientras la música sube a su punto más alto, escalando lentamente, mientras él se acerca al final. A la vuelta siguiente. Y tú no sabes a dónde va, solo sabes que lo que le espera es terrible. La música escala y explota justo en el momento en que da la vuelta, y su carrito se frena, al inicio de un pasillo cuyo final tiene una ventana de cortinas blancas. Y unos cuantos pasos delante de él, hay dos niñas, vestidas de azul, de aspecto idéntico, mirando fijamente al pequeño frente a ellas.

Un plano del rostro de Danny. Un niño confundido, asustado. No entiende qué está pasando. Las niñas no se mueven.

Y entonces, una de ellas dice-Hola, Danny.

La respiración de Armelle se entrecortó, mientras miraba la pantalla. Sabía lo que venía. No quería mirar. No quería saber. Pero temía perderse de algo, una parte de ella, quería seguir viendo, hasta el final.

-Ven y juega con nosotras-Se oyen cansadas. Un tono monótono y frío, que no pertenece a un niño-Ven y juega con nosotras, Danny-No sabes de dónde viene la voz. Pero sabes que la oyes en todas partes. Es demandante. No tienes opción, vas a jugar con ellas. Y esas niñas siguen sin moverse, pero te están mirando tan fijamente que eres consciente de que te están hablando a ti.

Y entonces, la música vuelve a escena, y por un par de segundos, las niñas ya no están paradas lado a lado, observándote, si no tiradas sobre un suelo manchado de sangre. Su sangre. Una silla destruida se encuentra junto al cadáver de una de ellas, y un hacha empapada del líquido rojo descansa sobre el suelo a unos metros de los cuerpos. Una de ellas está boca abajo. Y la más cercana a ti tiene el rostro contorsionado de dolor, mientras la sangre, su sangre, tiñe las paredes y las puertas, antes blancas, de un tono rojo intenso.

Armelle cerró los ojos, y saltó. Giró el cuerpo hacia un lado, y por instinto, tiró la mano izquierda hacia el portavasos, esperando aferrar el plástico frío con sus dedos.

En su lugar, se encontró con la mano de Spencer Reid debajo de la de ella.

Tenía los dedos huesudos y la piel suave, y aunque el ambiente era frío, sus mano estaba sorpresivamente cálida al tacto. Pero Spencer pareció aterrado, y retiró la mano con tanta prisa, que Armelle ni siquiera tuvo tiempo de procesar lo que había pasado.

-Y por siempre-La voz de una de las niñas llena la sala. Se mete en tus oídos y se impregna en tu alma. Y no puedes escapar.

Pero a Armelle no le importó. Solo le importaba la expresión del rostro de Spencer-Lo siento-Dijo, quizás un poco demasiado alto. Un chico, tres filas más arriba, la mandó callar. Pero ahora el terror de la película se había desvanecido un poco, mientras ella pensaba en lo que Penelope le había dicho. En lo mucho que a Spencer le desagradaba el contacto físico con las otras personas.

Pudo observar cómo su expresión cambiaba, poco a poco, mientras procesaba lo sucedido, y entonces le sonrió-No te preocupes, simplemente... Yo... -Armelle no podía creerlo, mientras Spencer luchaba mentalmente para expresar las palabras. Le había quitado el habla a un joven que siempre tenía algo qué decir. Nunca lo había oído tan nervioso, ni tartamudeando tanto. Bajó la mirada, como había hecho un rato antes-Es decir... No soy...

-Entiendo-Esa parecía ser ahora la frase más dicha entre ellos dos. Y Armelle supo que, al menos de parte de ella, iba en serio. Realmente entendía a Spencer. Y sentía que él la entendía a ella. De una forma distinta a la que lo hacían otros de sus amigos. Con él, esa conexión, ese entendimiento, era mucho más cómplice y privado que con el resto. Se sentía increíblemente afortunada por su amistad-Lo siento, no era mi intención. Sé que te incomoda el contacto físico.

Él asintió, y dijo-Si, no, eso lo entiendo. Simplemente... Me tomó por sorpresa.

Ella asintió, y buscó en su bolso, cuidando hacerlo de forma silenciosa. Sacó un paquete de toallas húmedas desinfectantes. Su madre se había reído de ella una vez que se había enterado de que las llevaba siempre, pero Armelle se tomaba en serio la desinfección. Limpiaba toda clase de superficies, a dónde fuera, con esas toallitas. Spencer le sonrió, y le agradeció en voz baja, mientras tomaba una de las toallitas y se limpiaba las manos.

Cuando miró más allá de él, Armelle se dio cuenta de que Penelope había dejado de mirar la película para observarla a ella fijamente. Le sonrió, pero algo en su sonrisa y en la forma que la miraba, inquietó a Armelle. Como si Garcia tuviera una pieza de información valiosa que ella no, y no tuviera intenciones de compartirla prontamente con nadie. O al menos, no con ella.

El resto de la película siguió sin ningún tipo de percance. Lo cual Armelle agradecía profundamente. No podía tolerar otro incidente igual de embarazoso que el anterior. Sufrió otro par de sobresaltos, pero mucho menores al de las gemelas. Ellas habían logrado tocarle el corazón, incluso mientras leía el libro.

Cuando las luces del cine se prendieron de vuelta y JJ despertó a Morgan, que se había quedado dormido a la mitad de la película, todos tomaron sus cosas y su basura y salieron de la sala.

-Pobre Danny-Dijo Penelope, mientras colocaba su bote de palomitas vacío en el cesto de basura-Dioss, es horrible todo lo que le pasa.

-Si, terrible. Pero tienes que reconocer que el niño es un gran actor. Yo nunca, y mucho menos de pequeña, podría haber hecho una película de terror-Respondió Elle, mientras se metía otro puño de las palomitas que compartía con Morgan en la boca.

-De hecho, Danny Lloyd, el niño que actuó de Danny Torrance en la película, actuó todo el filme sin tener idea de que era una película de terror. Kubrick solamente le pidió que actuara asustado, triste o aterrado dependiendo de lo que requiriera la escena, sin darle todo el contexto. El niño estaba convencido de que estaba grabando un drama.

-Gracias por el dato, Spence.

-Pues yo no pude poner atención en la película, Spencer y Armelle estuvieron hablando todo el rato-Dijo Morgan, mientras movía su botella de refresco en busca de las últimas gotas.

Armelle, que no había abierto la boca, frunció el ceño en su dirección y le lanzó "la mirada" que empleaba con sus alumnos que se portaban mal. El hombre arqueó una ceja, pero pareció sentirse regañado y lo suficientemente intimidado para no responder nada.

-Cállate Morgan, te quedaste dormido a la mitad-Dijo Elle, dándole una palmada juguetona en el brazo.

-Si, pero igual. Incluso entre sueños podía oír sus voces coqueteando con el otro.

-Cállate-Spencer se sonrojó y miró a Morgan justo como un niño pequeño miraría a su hermano mayor, que se burla de él.

-Ayy chico bonito, ya sabes que me encanta meterme contigo-Dijo Morgan, mientras le pasaba un brazo cariñoso sobre sus hombros. Después, miró a Armelle-Tú me agradas bastante. Creo que tú y Reid deberían tener más citas grupales seguido.

-Vámonos, cariño. Ya es tu hora de dormir, mañana hay kínder-Garcia le dio una palmada en la mano a Morgan, y se lo llevó del brazo, mientras le sonreía a Armelle.

Ella rio, mientras negaba con la cabeza. Podía acostumbrarse a eso. A Morgan bromeando con ella, a Garcia y sus sonrisas amables, a JJ y sus miradas divertidas, y a Elle y su complicidad. Eran chicos, después de todo. Chicos amables, en sus veintes y treintas, que hacían su esfuerzo por ayudar al mundo. Pero chicos, al fin y al cabo, que tenían el derecho de divertirse de vez en cuando.

Armelle se detuvo un momento para tirar su basura en el cesto de la entrada, y Spencer se paró junto a ella. De pie, volvía a ser consciente de lo alto que era.

Ella lo miró. Spencer le sonrió, y señaló hacia afuera-¿Alguien va a pasar por ti, o vienes en carro?

-Vengo en carro. Lo dejé estacionado aquí cerca.

-Te acompaño, si no te molesta-Dijo él. Ella le sonrió, y asintió.

-Te lo agradezco.

Ambos salieron al aire frío de la noche. Las luces del centro comercial todavía no se habían apagado, aunque el flujo de gente era menor. En la luz de las farolas, Armelle pudo ver a más personas vestidas de acuerdo a la película a la que acudían. Respiró profundamente el fresco, y exhaló con fuerza.

-¿Te sientes mejor?-Spencer rompió el silencio entre los dos.

Ella asintió. Se sonrojó ligeramente, por la vergüenza, mientras recordaba lo sucedido-Perdóname por preocuparte. Y por haberte tomado la mano por accidente. Y por haber arruinado la noche.

Spencer se detuvo, y ella también, un par de pasos más adelante. Se volvió hacia él, que, no por primera vez en la noche la miraba desconcertado-No arruinaste la noche, ¿Por qué piensas eso?

Armelle se dio una bofetada mental. No quería preocupar a Spencer más de la cuenta. Pero lo estaba logrando. Fantástico. La vergüenza se intensificó mientras desviaba la mirada, incapaz de mirarlo a él, mientras trataba de explicar sus pensamientos-Es solo que empecé a sentir mal, y te diste cuenta, y tuve miedo de arruinar las cosas o hacerte preocupar cuando estábamos pasando un buen rato con tus otros amigos. Sé que has tenido una semana estresante y que este era tu día de descanso, y tenía miedo de echarlo a perder por mis cosas. Y también siento que te incomodé con el toque de mano accidental, y eso solo ayudó a empeorar las cosas. Así que lo siento. No era mi intención que todo saliera mal-Las ganas de llorar volvieron, pero ella se negó a parpadear, aterrada de que el movimiento hiciera que las lágrimas volviera a fluir. Respiró profundamente tratando de calmarse, mientras sentía la mirada de Spencer sobre de ella.

Entonces, él dijo-¿Armelle?-Ella lo miró-No arruinaste nada. Tuve una noche increíble. Y parece que ellos también, es decir... Salieron muy felices del cine. Lo de la mano... No me incomodaste, es solo que... No lo esperaba, me desconcerté. Pero nada más. No hay nada que hicieras que pudo haber arruinado la noche. Solamente la hiciste mejor. Y si te sientes mal, es completamente válido. Quiero ayudarte, lo entiendes, ¿Verdad? Salir de la sala contigo o hacer lo que sea necesario para ayudarte no me cuesta nada ni hace que mi día libre sea menos agradable. Lamento si eso puede hacerte sentir incómoda a ti.

Ella negó con la cabeza, rápidamente. Armelle respiró pesadamente, angustiada por la posibilidad de no expresarse bien-No me incomoda en absoluto. Eres un gran amigo, pero no quiero que sacrifiques tus buenos momentos solo para ayudarme.

Ambos se miraron por un segundo. Entonces, Spencer asintió-Entiendo. Entonces, hagamos un trato, digo, solo si quieres. Solo intervengo cuando quieras que intervenga. Pero tú me pides ayuda siempre que lo necesites. ¿Está bien?-Armelle asintió. Él le tendió la mano. Ella la tomó, y la sacudieron, sellando el trato-Bien, trato hecho.

Ambos siguieron caminando, en un agradable silencio, hasta el carro de la joven. Ella abrió el carro con un pitido, y él le abrió la puerta.

-Fue genial el día de hoy. Si algún día vas a Virginia, podemos ir de nuevo todos juntos al cine. Seguro que al grupo les gusta la idea, les agradaste bastante-Dijo Spencer, en tono alegre.

Armelle le sonrió-De acuerdo. Me dio gusto verte, Spencer. Que te vaya bien.

Él se despidió sacudiendo la mano, y cerró la puerta de su carro. Armelle se amarró el cinturón, y salió del estacionamiento.

No se dio cuenta de que Spencer Reid había sellado su trato con un apretón de manos voluntario hasta que estuvo en la carretera.





NOTA DE AUTOR:
HOLAAAA <3 ¿cómo están?

disculpen la tardanza en actualizar, he tenido muchísimas tareas y exámenes, y no había tenido oportunidad de terminar el capítulo. pero, ¿qué tal les pareció?

ya saben que no es cap de sweet nothing escrito por mi si no hay angst, q les digo. pero bueno, como compensación, les traigo más interacción de spencer y armelle, e interración de armelle y el equipo <3

recuerden que es necesario DIEZ VOTOS PARA LA PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN, que espero que sea pronto.

les amo mucho, espero que tengan un buen día.

CAP DEDICADO A: blxck_lupxn

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